Navidad

Convertirán árboles de navidad en composta

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Para evitar que terminen en la vía pública o incinerados, la Alcaldía Venustiano Carranza, comenzó el programa “Árbol por árbol, Tu Ciudad Reverdece”, con el que pretende convertir los árboles de navidad usados en esta temporada, en composta.

Hasta el 22 de enero, los ciudadanos podrán acudir a la explanada de la alcaldía, para dejar su árbol, el cual servirá para crear composta y astillados, que se utilizarán en el mantenimiento de plazas, parques y camellones.

“Con este programa, que llevamos de manera conjunta con la Secretaría del Medio Ambiente, vamos a reciclar estos árboles de navidad para convertirlos en composta y dar mantenimiento a nuestros más de 100 espacios públicos que tenemos”, explicó el Alcalde de Venustiano Carranza, Julio César Moreno Rivera.

En 2019 y 2020, la alcaldía logró recopilar 9 mil árboles navideños con este programa, tanto por vecinos de las 80 colonias que los llevaron a la explanada, como por medio de recolección.

Quienes dejen su árbol, recibirán composta, una planta de ornato de una variedad de 16 especies o una bolsa con 100 gramos de semillas de distintas plantas como zanahoria y chile, con la intención de que inicien un huerto en casa.

Los habitantes de Venustiano Carranza, podrán asistir  a la explanada de la alcaldía del 7 al 22 de enero, en un horario de 9:00 a 14:00 y de 15:00 a 18:00 horas.  

Según la Comisión Nacional Forestal (Conafor), se pusieron a la venta 529 mil 345 árboles de navidad en 2020, producidos en 12 estados de la república.

El mundo está roto

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La Navidad 2020 nos regaló una nueva oportunidad para descubrirnos como seres humanos viviendo en un sistema lleno de fragilidad.

En los años anteriores, las reuniones con familiares y amigos era lo que estábamos acostumbrados a “disfrutar” en estas fechas. El contacto físico del abrazo, compartir sonrisas e inclusive lágrimas, se convertían en el centro de los festejos. Los regalos, las reuniones y posadas, al igual que el compartir un “Feliz Navidad” se instalaron en una práctica común como parte del ambiente en esta temporada.

En el mes de diciembre subían las emociones al máximo y se creaban lazos de fraternidad en gran parte del planeta. Hasta las guerras se detenían y se convertían en un lugar de paz, como si un switch detuviera la vida turbulenta por un momento. Los humanos dábamos por hecho,  sin ponernos de acuerdo, que eran fechas en donde debíamos parar, creyentes o no; se transformaba un mundo con ganas fraternas de unirse.

No todo ha sido perfecta armonía en las pasadas épocas navideñas, también como hoy se presentaba en menor escala la tristeza por los que se habían ido, el dolor por el trabajo que se había perdido y la soledad, que sin importar el hecho de contar con la cercanía de amigos y una familia numerosa, estaba presente. Al final hemos sido parte de muchas Navidades que nos han traído de todo un poco sin darnos cuenta de que la del 2019 pudiera haber sido la última que vivimos de esa forma tradicional. Hoy sabemos que la de este año fue diferente y especial.

la ultima navidad
Imagen: Pinterest.

Nos encontramos ante un cambio de paradigma. Hoy se vivieron algunas de las experiencias anteriores ya que hubo quienes se reunieron de forma física o a través del mundo digital, sin embargo, el nuevo paradigma nos invita a empezar a reconstruirnos como humanidad. El 2020 nos mostró literalmente como seres totalmente vulnerables ante lo que hemos construido por nosotros mismos. Hoy sabemos que esto ya no podrá seguir igual.

“El mundo está roto”. Esta frase la compartió mi hija para describir que el mundo ya se encuentra así y que en el fondo no se trata de componerlo sino de aprender a vivir en él. La idea es asumir que ya lo hemos quebrado y que en medio de esta ruptura la mejor sanación es fluir dentro de él para re-humanizarlo.

El mundo está roto porque nos hemos ocupado en separarnos de todo lo que significa vivir en unidad. Podremos no estar conscientes de que somos parte de un gran universo conectado, pero lo que sí tenemos frente a nuestros ojos es un planeta disfuncional para los seres que lo habitamos. Es momento de darnos cuenta de que a la Tierra esto no le afecta. Ella sabe vivir su proceso de evolución, coherencia, transformación y reinvención sin necesidad de nuestra ayuda. Los únicos que estamos cambiando el rumbo hacia una dirección equivocada, para una vida mejor en este planeta, somos los seres humanos.

El mundo está roto porque nosotros estamos ciegos. No nos atrevemos a ver hacia nuestro interior para encontrar las respuestas. Buscamos que todo suceda afuera y esto nos pone a prueba una y otra vez, invitándonos a detenernos para observarnos en autoreferencia y aprender de ello.

reparar un mundo roto
Imagen: Pinterest.

El mejor regalo que podemos hacernos en esta época en que finaliza el 2020 es comenzar por observar sin juicios en dónde estamos parados cada uno. ¿Qué estoy sintiendo y de dónde viene esto que siento? ¿Mis pensamientos están siendo coherentes con mis deseos más profundos? ¿Qué apegos tengo que me atrapan en el mundo físico y en la separación con los demás? ¿Estoy siendo controlado por un impulso colectivo o vivo mi autentico flujo? ¿Qué he dejado de hacer o he hecho para que el mundo esté así? ¿Soy consciente de que puedo ser parte de la sanación del mundo? ¿Por qué esperar a una época en el año para buscar la unión y la paz?

El mundo está roto porque no nos hemos encontrado. Esa ruptura la podemos convertir en la puerta de la salida hacia un nuevo mundo que nace desde cada uno, convergiendo con todo el planeta que nos alimenta para acompañarnos en este trayecto de una nueva realidad. El mundo sí está roto y lo hemos hecho para aprender. Hoy no podemos dejar pasar esta oportunidad de consciencia en medio del caos que estamos viviendo, es momento de despertar sabiendo siempre que el mejor regalo está en ti y eres tú.

¿Estás list@ para descubrir la ruptura que llevas dentro?


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Adiós 2020, bienvenido 2021

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Hace 2024 años aproximadamente nació Jesús, el ser humano que ha venido dando vida a la humanidad y desde entonces se ha venido celebrando en diversas partes del mundo la Navidad “Nativitas” (Nacimiento).

Este año ha sido particularmente “doloroso” para la humanidad en tanto la pandemia de la COVID-19 ha producido caos, confinamiento de los pueblos y terror en el encuentro con “el otro” (a raíz del relativo distanciamiento social). Y digo relativo porque siempre las reglas de la interacción social prevalecen por sobre las disposiciones legales que gestionan la convivencia ciudadana. Que en algunos países ya hay vacuna contra la enfermedad del año está bien; que en otros no será obligatoria la inoculación de este tratamiento ‒obedece al respeto del libre albedrío‒, pues debe servir para reflexionar sobre el grado de “confianza” de la ciudadanía en las instituciones públicas-estatales.

Veamos el ejemplo mexicano en donde a lo largo de estos meses la posibilidad de “salir” o “quedarse” en casa ha dependido de una cultura ética individualizada; en contraposición a países como Honduras en donde desde la institucionalidad y de una forma vertical se ha venido “obligando” a sus ciudadanos al confinamiento (so pena de aplicar normas de restricción a la movilidad y la búsqueda del bienestar individual y colectivo).

sana distancia navidad
Imagen: El Universo.

Sin lugar a dudas ha sido un año de encuentros y desencuentros; de comprensión e incomprensión; de esperanza y desesperanza (veamos por el ejemplo la “caída” del régimen trumpista que se convierte en una “fuente” de tranquilidad para miles de seres humanos del sur “subdesarrollado” que han visto en Estados Unidos la posibilidad de “crecer”).

Indiscutiblemente que esta época es una plataforma “propicia” para la reflexión sobre qué y cómo somos en sociedad. Porque hacemos unas cosas y desatendemos otras. Bajo mi punto de vista no hay sociedad sin solidaridad. La misma está anclada en los propios principios éticos-comunitarios sin los cuales es imposible la evolución en la construcción de la justicia y equidad.

Por otra parte, me parece adecuado repensar en fin de año la gestión del espacio público como escenario en donde se debe potenciar la idea de los Derechos Humanos como una cuestión de vital importancia para ‒desde la institucionalidad‒ “defender” y proteger al más humilde y desprotegido por el “sistema de cosas”.

Pienso que en el contexto azaroso que hemos vivido este 2020 debe motivar en cada uno de nosotros una “reinvención” individualizada a fin de generar nuevas concepciones en nuestras relaciones con nuestro propio ser, con el de “al lado”, con la comunidad y con el estado (en tanto este último es una representación abstracta de lo que somos en sociedad).

nacimiento navidad con cubrebocas
Imagen: El Deforma.

Fielmente creo que este 2021 será un año mejor y diferente en tanto se ha demostrado, por ejemplo, a través de la fe y la ciencia que el servirnos y “arroparnos” unos con otros es la clave para que nuestra humanidad no “desfallezca” (y lo demostró con sencillos ejemplos en enclaves comunitarios “iletrados” hace más de dos milenios Jesús de Nazareth, quien prefirió en su momento comunicar a través de parábolas, viendo la sencillez de la gente receptora de sus mensajes, la construcción de una humanidad diferente).

En definitiva, este 2020 ha sido fuente de discordias, distensiones y desesperanzas que creo transmutarán en vida, confianza y solidaridad como reglas inmutables para construir un florecimiento humano con justicia y respeto por las propias cosmovisiones de la vida de “el otro”.


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Más del 90% de los mexicanos promete no viajar, pero llegan a Acapulco

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La pandemia de COVID-19 se prolongó hasta este diciembre y con ello más del 90 por ciento de los mexicanos negaron su interés por viajar. No obstante,  las playas de lugares de Acapulco hablan por sí solas al demostrar lo contrario. 

De acuerdo con una encuesta realizada por Consulta Mitofsky, 93.3 por ciento de la población manifestó que evitaría los viajes este fin de año. El 6.7 por ciento restante, advirtió que con todo y la presencia del virus SARS-CoV-2 lo haría. 

Pese a los dichos de la población, la Secretaría de Turismo del estado de Guerrero informó que hasta las 8:00 horas de este jueves 24 de diciembre, Acapulco tenía una ocupación hotelera del 29.7 por ciento. Eso se suma a la ocupación condominal que se encuentra al 70 por ciento. 

En cuanto a su distribución, los hoteles en Acapulco Diamante permanecen ocupados en un 38. 2 por ciento; en la Dorada en 27.4 por ciento y en  la Naútica en 13.2 puntos porcentuales. 

Al respecto, este jueves,  Héctor Astudillo Flores, gobernador del estado de Guerrero, manifestó su esperanza a fin de que este 24 de diciembre, sea una Nochebuena “tranquila” para Acapulco. Incluso, señaló que no hay demasiada afluencia de turistas.

Previamente, el 22 de diciembre, el gobernador advirtió que Acapulco ha vivido sus mejores etapas turísticas en el periodo vacacional de diciembre-enero. Por consiguiente, puso de manifiesto que las personas irán aunque no se les haga el llamado a acudir. 

Ante este escenario, Astudillo Flores pidió tanto a los viajeros como al personal del sector turístico, seguir al pie de la letra las recomendaciones sanitarias contra el coronavirus. Advirtió que aunque el puerto permanezca en semáforo amarillo, es importante seguir con los cuidados. 

“Acapulco es un destino que recibe a muchos visitantes por naturaleza y necesitamos de todos para cuidarnos y que nos vaya bien en esta temporada vacacional”, dijo el funcionario. 

El gobernador anunció que se implementaron acciones en las casetas de entrada a Guerrero. Entre las más importantes, señaló la presencia de filtros aspersores para sanitizar a los vehículos, que arriben.

A lo anterior se suma el seguimiento de los 100  filtros de sanidad ubicados en las playas del estado así como en el Aeropuerto y supermercados. El funcionario aclaró que dichos mecanismos llevan en marcha  176 días. 

Es importante señalar que con base en datos de las autoridades sanitarias, Acapulco registra un total de 10 mil 971 contagios confirmados de coronavirus y 1 mil 241. Mientras tanto, el estado en su totalidad reporta 25 mil 474 casos y 2 mil 659 pérdidas humanas. 

Fiestas decembrinas distintas

Con base en los resultados del estudio de Consulta Mitofsky, la población mexicana planea festejar Nochebuena y año nuevo con la compañía de pocos seres queridos. 

La encuesta arrojó que para este 24 de diciembre,  59.1 por ciento de la población planea reunirse con grupos no mayores a diez personas.  Quienes desean hacer encuentros de más de 20 miembros, ocupan 3.2 por ciento y  33. 7 puntos porcentuales son representados por los mexicanos que no planean ir a alguna cena. 

Para dar inicio al año nuevo, 52 por ciento de la gente comentó que se reunirá con hasta diez seres queridos y 41 por ciento no tendrá ninguna celebración. No obstante, 3.8 desean reunirse con grupos más grandes. 

Celebraciones de Nochebuena y año nuevo

Finalmente, es conveniente recordar que incluso desde Presidencia de la República, se exhortó a la población a evitar festejos grandes este 2020. Incluso, en la Ciudad y Estado de México se implementó el semáforo rojo desde el 19 de diciembre y hasta el próximo 10 de enero.

¿Qué debemos hacer contra el COVID-19 en este fin de año?

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Las precauciones no han cambiado demasiado durante todo el 2020, sin embargo, esto no ha evitado que los casos positivos de COVID-19 aumenten en México. La situación se agrava en este fin de año, debido a las reuniones de Navidad y de Año Nuevo, así como la compra de regalos y otras actividades que han creado un nuevo pico de contagios. La llegada de la vacuna a México, no es todavía garantía de que esto terminará pronto y Claudia Hernández, médica cirujana y responsable de Staff Health en México, aconseja que nos preparemos.

“Es muy importante entender que vamos a estar con esto algo más de tiempo y pues debemos tratar de encontrar maneras de reducir la ansiedad y el miedo. En la página de covidmx, hay líneas de apoyo psicológico, donde la gente, en caso de que se sienta muy angustiada, puede llamar”. Hernández platicó con El Semanario, para hacer un repaso por las precauciones básicas que todos debemos seguir tomando durante la pandemia.

¿Qué precauciones debemos tomar en estas fechas de tantos festejos?

“Evitar salir en la medida de lo posible. Yo sé que ya nos lo han dicho mil veces, pero esa es la (precaución) más importante. También celebrar con la familia nuclear, la familia con la que vives y no traer y no visitar familiares”.

¿Cuáles son las precauciones clave si, por alguna razón, se tiene que usar el transporte público?

“El cubrebocas, eso es lo más importante. Desde que salen de su casa, hasta que regresan, no se lo deberían de quitar. Hay que tener el alcohol gel en una botellita y que no se les olvide. Hay gente que utiliza guantes para protegerse, esos guantes les protegen las manos, pero se están tocando la cara. Entonces, esos no estarían recomendados, porque dan una falsa sensación de seguridad”.

¿Qué se debe hacer al momento de regresar a nuestra casa del exterior?

“No está confirmado que sea obligatorio limpiar los zapatos con algún tipo de solución, estos tapetitos que hay en los centros comerciales. No es forzoso que tengamos uno. Pero sí sería recomendable cambiar los zapatos y la ropa, en la medida de lo posible, cambiarse por una ropa cómoda de estar en la casa y dejar lo que se usó en la calle, afuera. Lo ideal sería que esa ropa que se quitaron la guarden en una bolsa, separándola del resto de la ropa sucia y que la dejen al menos un día en esa bolsa. El virus dura de 24 a 48 horas y entonces ya no habría necesidad de hacer nada adicional al lavado que siempre hagan, agua y jabón normal”.

¿De qué material del que deben ser los cubrebocas?

“Hay varios tipos de cubrebocas. El recomendado para estar en la calle y para la gente que no está enferma, es el de tela. También existe uno que es el quirúrgico, que venden en cualquier farmacia, que tiene tres capas, ese sólo se debe usar en caso de que consideres que eres sospechoso o que estés atendiendo a algún enfermo. También están las N95 que son para uso médico, ofrecen el mayor grado de protección, pero sí es mejor dejarlo para la gente que está atendiendo pacientes directamente, porque sino se hace desabasto. Hay unas que tienen válvula y protegen a la persona que las usa, pero el problema es que evita que él respire cosas malas, pero con la exhalación, todo el aire que está sacando, pues es como si no trajera nada. Toda la gente que está alrededor se podría contagiar”.

¿Qué indicaciones debemos tomar en cuenta con los cubrebocas?

“Es importante saber cómo ponérselo adecuadamente. Nunca hay que tocar la parte externa, ves la parte anterior y la posterior, al posterior siempre va a ir en contacto con tu cara. Tiene que cubrir tu nariz, tu barbilla. Cuando la tengas puesta, no te la debes de tocar, si necesitas acomodártela, la agarras de las tiritas. Hay que procurar que te quede, hay gente que tiene la cara muy pequeñita y usan una mascarilla grande y se le cae o la trae debajo de la nariz o la boca. Cuando se la quitan, lo hacen tomándola de las tiras y la guardan. En caso de que vayan a comer, la pueden guardar en una bolsa ziploc y cuando se la vayan a poner no tocan la parte externa, que es la que ya está contaminada. La de tela la pueden lavar con agua y con jabón, lo ideal sería tener una para cada día. En cuanto la mascarilla se moja, ya sea de sudor o saliva, ya no sirve, si es de tela, te la cambias y usas una seca, si es de las desechables, la tienes que tirar. Las desechables se cambian cada cuatro horas”.

Si compras la despensa o algo del exterior, ¿qué se debe hacer?

“Hay gente que le echa Lysol o le pone algún desinfectante. No es necesario desinfectar todas las cajas, de hecho, si uno pone aerosoles y los inhala, si el virus estaba ahí, uno lo va a respirar. Lo ideal es dejarlos un ratito ahí, porque tampoco en el cartón dura mucho tiempo, en el plástico dura seis horas, entonces lo ideal sería poner en cuarentena las cosas, obvio darle una limpieza a algo que venga sucio. Porque si no, se van a pasar limpiando todo con cloro y no siempre es recomendable”.

¿La mejor manera de limpiar nuestro cuerpo del virus es sólo con jabón y agua?

“Es lo más recomendable, porque el virus tiene una capa que está compuesta de lípidos, que es grasa, con lo mejor que puedes romper la grasa es con el jabón. Obviamente un buen lavado de manos, que realmente frotes tus manos, tus dedos, el dorso de tu mano y te enjuagues bien. Eso es lo mejor para prevenir cualquier contagio. Aparte, si te tocas la cara, pues ya no traes nada con lo que te podrías contagiar. Cualquier tipo de jabón y alcohol gel, lo ideal es que sea al 70%, ese es el que está destinado para este uso y que de verdad desinfecta”.

La gracia de la Navidad

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La Navidad encierra un secreto que, desgraciadamente, escapa a muchos de los que en esas fechas celebran “algo” sin saber exactamente qué. No pueden sospechar que la Navidad ofrece la clave para descifrar el misterio último de nuestra existencia. Generación tras generación, los seres humanos han gritado angustiados sus preguntas más hondas sobre el sufrimiento, la frustración, la muerte… Ante estas y otras muchas preguntas, parece que Dios guarda un silencio impenetrable.

Sin embargo, en Navidad, Dios ha hablado. Y no nos ha hablado para decirnos palabras hermosas, sino para decirnos: “La Palabra de Dios se ha hecho carne”. Es decir, más que darnos explicaciones, Dios ha querido sufrir en nuestra propia carne nuestros interrogantes, sufrimientos e impotencia. Dios no da explicaciones sobre el sufrimiento, sino que sufre con nosotros. No responde al porqué de tanto dolor y humillación, sino que él mismo se humilla. No responde con palabras al misterio de nuestra existencia, sino que nace para vivir él mismo nuestra aventura humana.

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Imagen: Mc Dermott.

Eso lo cambia todo. Dios mismo ha entrado en nuestra vida. Es posible vivir con esperanza. Por eso Navidad es siempre para los creyentes una llamada a renacer. Una invitación a reavivar la alegría, la esperanza, la solidaridad, la fraternidad y la confianza total en el Padre.

La Navidad nos obliga a revisar ideas e imágenes que habitualmente tenemos de Dios, pero que nos impiden acercarnos a su verdadero rostro. Dios no se deja aprisionar en nuestros esquemas y moldes de pensamiento. No sigue los caminos que nosotros le marcamos. Dios es imprevisible. Lo imaginamos fuerte y poderoso, majestuoso y omnipotente, pero él se nos ofrece en la fragilidad de un niño débil, nacido en la más absoluta sencillez y pobreza. Lo colocamos casi siempre en lo extraordinario, prodigioso y sorprendente, pero él se nos presenta en lo cotidiano, en lo normal y ordinario. Lo imaginamos grande y lejano, y él se nos hace pequeño y cercano.

La Navidad nos recuerda que la presencia de Dios no responde siempre a nuestras expectativas, pues se nos ofrece donde nosotros menos lo esperamos. Ciertamente hemos de buscarlo en la oración y el silencio, en la superación del egoísmo, en la vida fiel y obediente a su voluntad, pero Dios se nos puede ofrecer cuando quiere y como quiere incluso en lo más ordinario y común de la vida.

fe y navidad
Imagen: Outdoors.

Ésta es la fe revolucionaria de Navidad, el escándalo más grande del cristianismo, expresado de manera lapidaria por Pablo: “Cristo, a pesar de su condición divina, no se aferró a su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de siervo, haciéndose uno de tantos y presentándose como simple hombre” (Filipenses 2,6-7).

El Dios cristiano no es un Dios desencarnado, lejano e inaccesible. Es un Dios encarnado, próximo, cercano. Un Dios al que podemos tocar de alguna manera siempre que tocamos lo humano. Por eso Jesús no nació en un Templo, ni en un lugar sagrado y, menos aún, en un palacio. Así nos está diciendo que lo que él trajo al mundo se tiene que vivir, no sólo desde lo humilde y lo sencillo, sino además desde lo laico, lo profano, desde lo más vulgar y cotidiano. Desde la vulgaridad sublime de un establo. Esta es la señal: “un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Con esto está dicho todo.

De todo corazón, amigo, amiga, les deseo que este Dios que nace cada día en tu corazón, lo hagas presente en tu vida y en la de los que te rodean.

¡Feliz Navidad!

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La Navidad es la fiesta más importante de la humanidad, en ella los católicos conmemoramos el acontecimiento más sorprendente de la historia, el nacimiento del hijo de Dios. Más de dos mil y ochocientos millones de hombres sobre el planeta, casi cuatro de cada diez, creen en Cristo, cuyo nacimiento se celebra en Navidad.

Navidad es la época mágica y mítica del año porque para la tradición católica un Dios, se hace hombre, no al modo de una serie mágica de Netflix o Hollywood, sino de modo real y permanente.

La primera magia Navidad, es sin duda, como decía Martín Descalzo, la alegría. Alegría para los niños que acaban de nacer y para los ancianos que en estos días se preguntan si llegarán a las navidades del año que viene. Alegría para los que tienen esperanza y para los que la han perdido.

Alegría para los abandonados por todos. Alegría para las madres de familia que en estos días estarán más cansadas de lo habitual y para esos hombres que a lo mejor en estos días se olvidan un poquito de ganar dinero y descubren que hay cosas mejores en el mundo.

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Imagen: El Colombiano.

Además de la alegría, otras magias se dan en Navidad; la de escuchar cascabeles que no todos escuchan, la de reunir a quienes normalmente no se reúnen, la de perdonar, la magia de dar, la magia de sonreír y la magia del costal de Santa en el que caben todos los regalos de todos los niños de todos los pueblos del planeta.

Pero lo más mágico de la Navidad es que, para quienes compartimos la tradición judeocristiana, el corazón de cada hombre pueden caber todos y en el que se puede resolver todo; desde el perdón hasta la paciencia, desde la fe en que Dios ayudará siempre hasta el esfuerzo en el cumplimiento del deber de cada día.

Es el Papa Francisco quien hace días decía de la Navidad: “Jesús en Navidad nos trae una energía espiritual, una energía que nos ayuda a no hundirnos en nuestras fatigas, en nuestras desesperaciones, en nuestras tristezas, porque es una energía que caldea y transforma el corazón. El nacimiento de Jesús, en efecto, nos trae la buena noticia de que somos amados inmensamente y singularmente por Dios”.

Finalmente, cómo olvidar –no faltaba más!– la carta de Navidad, en la que todos, especialmente los niños piden al cielo –a Santa o los Reyes Magos– aquello que más desean y no les es fácil tener en días ordinarios. Nos unimos a las millones de cartas que este año que suplican que se vaya lo que tanto daño nos ha hecho: el coronavirus dirá unos, el morenavirus pensarán otros.


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