He visto que varios afamados columnistas, entre ellos Leo Zuckermann, han estado haciendo periódicamente una pausa en la convulsa temática actual. Eso intentaré hoy. Cuando se inició la necesidad de estar recluido, cualquiera hubiera pensado que tendríamos más tiempo para leer, a mí me ha costado más trabajo encontrar la ocasión para hacerlo, situación que regularmente encuentro con el menor pretexto. Yo lo he atribuido a que la reclusión no ha sido voluntaria, sino obligatoria, cuando menos indispensable y una muestra de solidaridad.
La crisis, por sólo hablar de la sanitaria, ha resultado muy angustiante, cuando menos a mí me ha ocasionado enorme zozobra; y el tiempo se me va entre la falta de concentración y la búsqueda de información de la nueva enfermedad, la COVID-19; tanto noticiosa como periodística, también la que surge sobre el nuevo conocimiento científico sobre ella, la que realmente resulta interminable.
En Pubmed, en estos cuatro meses se encuentran registrados más de 14,000 artículos, muchas de las revistas que habitualmente ojeo y hojeo han publicado números especiales al respecto. Por supuesto que no los he podido leer todos, pero sí varios y de muchos más he leído cuando menos el resumen. Debo decir que parte de la angustia surge del hecho de no existir una terapéutica plenamente probada y la posibilidad de una vacuna parece cuando mejor lejana.
El caso es que afortunadamente conseguí leer el libro que ahora les voy a recomendar, lo que me dio una enorme sensación de tranquilidad y éxito. La Madre de Frankenstein de Almudena Grandes (Tusquets, 2020), fue el último libro que compré en la librería antes de que las cerraran todas. Almudena Grandes es una escritora española sorprendente cuantitativa y cualitativamente. Su carrera se inicia en 1989 cuando se publicó Las edades de Lulú, que fue recibida con éxito por crítica y público, fue llevada al teatro, al cine y no ha dejado de publicar desde entonces.
En 2010 se planteó la realización de una saga que llamó Episodios de una guerra interminable y que desarrollaría en seis libros, el primero de la saga se llama Inés y la alegría, los ha ido publicando puntualmente; La Madre de Frankenstein es el quinto de la serie, en medio de todo ello ha escrito otros libros igual de buenos y exitosos, como Los besos en el pan, y sin dejar de escribir un artículo semanalmente en El País; su columna tiene mucho éxito.
Una vez llegado al quinto de los volúmenes de la serie vamos comprendiendo el sentido que le dio en el título Episodios de una guerra interminable, ya que en sus libros relata la época de la posguerra Civil Española, etapa que se extiende en un periodo tan largo como el que transcurre de 1939 a 1979. Es decir, toda la etapa de la dictadura franquista.
En La Madre de Frankenstein, Almudena Grandes analiza, describe el periodo que va de 1954 a 1956; tomando como pretexto a Aurora Rodríguez Carballeira, una célebre criminal que había asesinado a su hija en 1934 y debido a su psicopatía internada en un manicomio de Madrid; valiéndose de esta historia real, teje todo un gran argumento con personajes reales y ficticios. El manicomio de Ciempozuelos efectivamente existió y en él estaba recluida Aurora, y muchas otras enfermas mentales; varios de los psiquíatras referidos en la obra son reales, otros productos de la ficción. La obra se desarrolla con hermosos contrapuntos, algunas veces una tercera persona funciona como narrador, en otras los personajes son los relatores, en ocasiones incluso en forma de diálogo, en el tiempo también existen saltos que hacen la novela sumamente interesante y fácil de leer.
Creo que al final el personaje central es la opresión, la falta de libertad de una sociedad sometida de muy diversas maneras, que la obligan a vivir en la falsedad unas veces y otras, las más, no pensando o no aspirando a la libertad, libertad de todo tipo que incluyen incluso pensar de manera diferente; la falta de esperanza para actuar en libertad incluso para pensar en la libertad. Los opresores son muy diversos, la iglesia funciona como uno de los mayores opresores y siempre vigilante de las posibles faltas sobre las que se puede incurrir. Desde luego, el poder político es otro factor de sometimiento, pero el mayor es la sociedad misma, la sociedad que había resultado triunfadora en la guerra. La novela nos describe y nos narra cómo los personajes sufren la falta de libertad, cómo luchan para alcanzarla, cómo sueñan en conseguir sus sueños.
Ojalá puedan leerla y les brinde la satisfacción, como a mí, de haberlo hecho, primero por haber pasado ratos extraordinarios, pero también por aprender de lo que se trata, observar cómo se vive en una dictadura que siempre puede resultar, cuando menos, en el temor de lo que puede suceder aun para los que siempre hemos estado lejos de una.
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