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Remedios, hospitales y salud

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Darle valor principal a la salud física y a la mental debe ser uno de los mejores hábitos que saquemos de esta pandemia. Cuidarnos, procurarnos hacia adentro y afuera, vivir con moderación y en equilibrio será la diferencia para la siguiente emergencia sanitaria que nos toque.

Cualquier enfermedad, por leve que ésta sea, debe tener remedio en más de un sentido, tanto en recobrar la salud plena, como el no quebrar ante los costos que significa atenderse prácticamente del padecimiento que nos afecte.

El sistema privado de salud debe prevalecer y ofrecerlo, es una situación de mercado que, bien conducida, es conveniente para una economía sana; lo que no es posible, es que una enfermedad pueda arruinar a familias completas.

Para eso tenemos que empujar un sistema de salud pública que sea universal, de calidad y gratuito en la mayoría de sus servicios. Uno, el privado, complementa al otro, el público, con el objetivo de que, a partir de los cuidados que nosotros mismos nos debemos aplicar, tengamos vidas sanas y sin padecimientos que deterioren la vida en su último tramo.

remedios hospitales y salud
Imagen: Lorenzo Gritti.

Esta consciencia social de que la salud es fundamental (sin ella hablar de otras necesidades personales y comunitarias se vuelve irrelevante) debe comprometernos y hacernos corresponsables para impulsar el equilibrio de un sistema público y privado que no existe desde hace mucho tiempo.

Lo mismo con la información y las campañas de difusión que nos quiten el nada honroso primer lugar en obesidad infantil y uno de los primeros tres en obesidad en adultos, con un problema latente entre los jóvenes que ya llevan más de un año en casa sin actividad física necesaria.

La sabiduría convencional puede hacernos creer que, como la vida no está comprada, disfrutarla es una decisión correcta, pero hay otros datos que contradicen: vivimos más años, aunque en peores condiciones, sobre todo al llegar a la plenitud.

Desentendernos de esta realidad es formarse en una fila que tiene turnos muy ingratos para cuando nos toque recibir cuidados o depender de hijos y nietos (en caso de que ellos decidan hacerlo). Planear hacia un mejor futuro es un remedio poderoso; hacer todo lo posible porque sea con salud y con un conjunto de servicios que puedan asistirnos en el momento óptimo, es una forma de vida que garantiza la tranquilidad.

Estamos precisamente en la coyuntura ideal para que los ciudadanos empujemos esa agenda pendiente para que los gobiernos, en todos sus niveles, inviertan en infraestructura hospitalaria pública y abran nuevos espacios en la competencia privada para que los costos sean mucho más accesibles a quienes recurran a ella.

remedios hospitales y salud
Imagen: Behance.

Reactivar la economía también pasa por apostarle a la inversión de hospitales, clínicas, centros de salud que sean suficientes y estén bien aprovisionados de equipo y medicinas, además de construir la infraestructura que permita a México consolidar un pendiente: producir fármacos y vacunas nacionales.

Esa investigación científica urgente podría ayudarnos mucho para que la siguiente pandemia no nos tome en medio de una feroz negociación por vacunas que, si bien son un avance histórico gracias al conocimiento, hoy son una forma de diplomacia que busca establecer órdenes nuevos entre naciones que ya las concentran para su población y aquellas que no tienen una sola dosis hasta la fecha.

Se trata, en resumen, de la salud de la humanidad y de cómo las naciones se prepararán para nuevos casos de crisis sanitaria. La ciencia nos respondió, hubo colaboración en general, pero se nos olvidó algo que debe acompañar a cualquier remedio que esté dirigido a funcionar: el trapito. Es decir, la propuesta y la acción necesaria para que la cura se administre y funcione, junto con la prevención que es la mejor forma de obtener seguridad y también buena salud.


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No nos va a dar tiempo

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¿Por qué intitulo de esta manera mi primer escrito de este 2021 para El Semanario? Porque viendo los avances que lleva nuestro país en la campaña de vacunación para prevenir la Covid-19, ante la inflexión en la pandemia en México, no estimo que se alcancen las metas aun con los titánicos esfuerzos. Las cifras actuales de la enfermedad entre nosotros son fatales, ayer (5-enero-2021) fallecieron, en las cifras oficiales, más de 1,000 enfermos por Covid, estamos en el terrible grupo de los países con más de 1,000 decesos por millón de habitantes, sólo por detrás de Bélgica, República Checa, Sudáfrica, Perú, Italia y Reino Unido; prácticamente con las mismas cifras que España y Estados Unidos, y ya por delante de Brasil, Francia y Argentina.

México sigue teniendo una letalidad muy elevada, ya algo menor al 10% pero muy cercana a esta cifra; no se han hecho actualizaciones acerca de las muertes del personal de Salud, pero en los últimos recuentos, desafortunadamente, ocupábamos el primer lugar en el mundo. No existe una clara explicación de por qué en México la incidencia no sucedió, como en otros países, con descensos en el número de casos, seguidos de incrementos; después de un aparente control de rebrotes, nosotros hemos sufrido un número muy alto de defunciones, constante, que sólo baja los domingos y lunes, y que seguramente se debe a un defecto en la captación y no a un fenómeno real.

Las campañas de prevención no han sido suficientes, en parte porque las autoridades no han sido suficientemente claras ni estrictas (el hecho de que el presidente no use cubrebocas y no permite que lo usen sus colaboradores en su presencia, es muy descriptivo), y la sociedad, nosotros, no hemos entendido la gravedad del problema. De todas formas, las maniobras de prevención, incompletas e insuficientes, han acarreado consecuencias económicas enormes que no han podido ser paliadas por las tibias maniobras gubernamentales. Esto significa que respecto al éxito en el control de la pandemia, ha sido poco.

descontrol de pandemia
Foto: Cuartoscuro.

No cabe duda que haber conseguido una vacuna para la Covid-19 es un éxito de la humanidad, se tuvieron que conjuntar muchos factores para lograrlo, desde luego la participación de los científicos ha sido fundamental; el viaje desde reconocer la causa de la enfermedad a finales de 2019, reconocer el genoma del coronavirus que lo causa y después ponerse a la búsqueda de una vacuna, realizar los estudios para probarla y después fabricarla, significa un esfuerzo y un éxito histórico (término desgastado, pero que aquí sí se puede utilizar precisa y plenamente). 

Si bien el logro científico es relevante, hay que hacer notar que requirió del apoyo económico, financiero y social, los gobiernos apoyaron las investigaciones, muchas organizaciones privadas apostaron por el esfuerzo y todo fue seguido por una sociedad esperanzada; también es notable que la búsqueda sucedió en muchos sitios simultáneamente, prueba de ello es que las tres vacunas aprobadas provienen de tres países diferentes y las que están a punto de ser autorizadas fueron realizadas en otras naciones.

México buscó desde el principio tener acceso a la vacunación, en un esfuerzo mixto apoyó los esfuerzos dirigidos a la búsqueda de una vacuna, tanto el gobierno como organizaciones privadas, la del Sr. Slim especialmente, invirtieron mucho dinero en las investigaciones cuando aún no estaba plenamente probada su eficacia. Estos esfuerzos nos acarrean la posibilidad de tener un acceso amplio y oportuno a la vacuna, seguramente podrán obtenerse biológicos provenientes de diferentes países y marcas.

Ahora el reto radica en la aplicación. Los resultados de las diversas fases de la investigación muestran que las vacunas tienen un resultado muy bueno, algunas requieren más de una sola aplicación, otras requieren de dos, una de ellas necesita de sistemas de ultracongelación difíciles de conseguir. En algunos países existe desconfianza en su aplicación, en México esto no parece ser así, al contrario. En España, en Italia, en Estados Unidos, aún contando con la vacuna, no han podido cumplir con las metas para su aplicación.

aplicacion de vacuna
Foto: Cuartoscuro.

México tiene una larga tradición en aplicación de vacunas, se logró erradicar la viruela mucho antes que otros países, la vacunación DPT (difteria, pertusis por tosferina y tétanos) y antipoliomélitica, primero con la vacuna Salk y después la Sabin, se iniciaron muy precozmente; decía que esta capacidad e intención de vacunar tiene una larga historia, pero en las épocas del Dr. Soberón y del Dr. Kumate como secretarios de Salud, se consiguió a plenitud, logrando coberturas de vacunación muy amplias para las enfermedades que ya comentábamos. Además, para el sarampión y otras, se establecieron campañas muy exitosas que incluían no sólo la vacunación del recién nacido, también semanas de vacunación durante las cuales se establecía una logística perfectamente desplegada que conseguía proteger a amplios sectores de la población.

Hace muchos años de que no existe un caso de poliomielitis en México, el tétanos ha pasado a ser un padecimiento excepcional, lo mismo que la difteria y el sarampión, y prácticamente nunca suceden en niños. La vacunación para hepatitis B entre los niños mexicanos es amplísima; la vacuna para el rotavirus ha disminuido considerablemente, asimismo, la enfermedad y los fallecimientos por diarrea en los infantes en todo el mundo, incluido nuestro país, la vacuna se estudió y se desarrolló entre otros sitios en México. La vacunación para el virus del papiloma humano se había venido desplegando ampliamente entre las niñas hasta hace poco tiempo –actualmente no sabemos que sucede–.

Para la aplicación de la vacuna para el virus SARS-CoV-2 se ha despreciado la infraestructura desarrollada por tantos años en México. Entiendo el despliegue de comunicación que se estableció a la llegada de las primeras dosis de las vacunas y que éstas se encuentren destinadas prioritariamente al personal de Salud que atiende a las personas con Covid-19. Lo que no me explico es por qué se está realizando de la forma que planearon las autoridades sanitarias. No se ha permitido la participación de los servicios de Salud de los Estados de la República ni del sector privado. Se está aplicando sólo en instalaciones militares. Sanidad Militar es un cuerpo del Ejército mexicano destinado a atender los problemas de salud de los miembros de las fuerzas armadas, sólo a ellos.

Aunque tienen gran prestigio, la Escuela Médico Militar (ahora Escuela Militar de Medicina) ha venido formando profesionales muy capaces y de gran prestigio, las enfermeras miliares gozan de una justa fama de gran profesionalidad, los sectores navales sanitarios, más recientes, tienen también gran capacidad y prestigio; pero todos están pensados para atender a sus derechohabientes; ampliar sus responsabilidades  puede resultar inadecuado cuantitativa y cualitativamente. ¿Por qué llevar al personal de Salud a vacunarse a instalaciones militares? No tengo una explicación suficiente. Un presidente que como candidato tenía una posición antimilitarista y ahora utiliza a miembros de las fuerzas armadas para múltiples labores; no me queda claro por qué.

escuela medico militar

Utilizar las instalaciones sanitarias militares del Vergel (yo pensaba que al desaparecer el criadero de caballos en Iztapalapa también lo había hecho la guarnición), las del Colegio Militar (establecidas para atender a los alumnos de la Universidad Militar y las tropas auxiliares) y las de Molino del Rey (no sé si se refieren al antiguo hospital del Estado Mayor o a los servicios médicos  de las antiguas Guardias Presidenciales), no me parece de ninguna manera funcional.  Por qué no acercar las dosis por aplicar a los sitios donde labora el personal de Salud, la refrigeración de los biológicos no parece explicación, estos pueden permanecer en refrigeración durante cinco días sin perder sus cualidades, aunque también se hubieran podido colocar ultracongeladores (Repcos) en los sitios de vacunación, por qué utilizar personal militar en las brigadas en lugar de utilizar a las enfermeras, auxiliares de enfermería y médicos que tienen amplia experiencia para hacerlo.

No tengo explicación. Prueba del fracaso es que hasta ayer se habían podido aplicar un poco más de cuarenta mil dosis (menos de cincuenta mil dosis, en medio del desorden y de grandes despliegues); empezaron el 24 de diciembre, la próxima semana tendrían que empezar a poner la segunda dosis.

Se plantea vacunar en estos primeros tres meses del año a todos los mayores de 60 años, el último dato confiable (2018) marca el número en 13.4 millones, lo cual quiere decir que tienen que aplicarse unas 150 mil dosis diarias. Aunado a esto, para mayor dificultad, a partir de la sexta semana tendrían que ser 300 mil porque habría que poner la segunda dosis a quienes ya recibieron la primera. Después, aún quedarán 68 millones de habitantes de 19 a 59 años de edad que requerirán de la vacunación.

A los 45 millones de adolescentes y niños menores de 18 años no sabemos si habría que vacunarlos o no. Se dijo ayer que la vacunación de los mayores de 60 años se iniciará en las áreas rurales y en las instalaciones administrativas de la Secretaría del Bienestar; ¿por qué empezar por las áreas rurales si la Covid-19 ha sido mucho más grave en las áreas urbanas?, ¿por qué utilizar instalaciones administrativas que en los momentos de crisis han mostrado su ineficacia para cumplir sus funciones y hacerlo con brigadas recién establecidas, en lugar de que se lleve a cabo en instalaciones sanitarias y con personal entrenado para ello?, aunque muchas ellas estén a cargo de los gobiernos de los estados. ¿Por qué despreciar la participación del sector privado que podría coadyuvar desde el punto de vista logístico y financiero?

Entiendo que el presidente y el secretario de Salud no tienen experiencia en vacunación, pero en la Secretaría hay mucha gente que sí la tiene y ellos deberían asesorarlos.

Si alguien tiene explicación para mis dudas por favor comuníquenmelo y si no veremos qué pasa.

Feliz 2021.

Lecturas recomendadas:
– COVID-19: Daily dashboard
– Pirámide de población en México: datosmacro.expansion.com


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Trabajadores de la salud, los verdaderos héroes de México

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Reconocimiento al personal médico en México, el de mayor muerte por COVID-19 a nivel mundial.

Con alrededor de mil 300 integrantes del personal médico en México fallecidos a causa del COVID-19, el Gobierno les otorga condecoración ‘Miguel Hidalgo.’

La ONG Amnistía Internacional ha reconocido a México como el país con el mayor número de miembros del personal médico fallecidos por el virus SARS-CoV-2 causante del COVID-19. De al menos 7 mil trabajadores de la salud muertos por coronavirus, mil 320 serían mexicanos.

Citando datos de la Secretaría de Salud, Amnistía Internacional, señala que en México el personal sanitario infectado roza ya los cien mil elementos y añade que los trabajadores de limpieza en hospitales son “especialmente vulnerables a la infección.”

“Muchos limpiadores y limpiadoras de centros sanitarios de México están subcontratados, lo que significa que tienen menos protección”, denuncia la asociación, citada por la agencia EFE.

De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor del 14 por ciento del personal médico a nivel mundial ha sido contagiado por el nuevo coronavirus, por lo que el organismo hace un llamado a los Gobiernos y autoridades sanitarias a prestar particular atención a los riesgos y amenazas que este sector enfrenta.

“La pandemia de COVID-19 nos ha recordado a todos el papel fundamental que desempeñan los trabajadores de la salud para aliviar el sufrimiento y salvar vidas”, destacó el director general del organismo, Tedros Adhanom en la Carta de Seguridad de los Trabajadores de la Salud de la OMS emitida con motivo del Día Mundial de la Seguridad del Paciente.

“Ningún país, hospital o centro de salud puede mantener a salvo a sus pacientes a menos que preserve la seguridad de sus trabajadores de la salud. La Carta de Seguridad de los Trabajadores de la Salud de la OMS es un paso para velar por que los trabajadores de la salud tengan las condiciones de trabajo seguras, la capacitación, la remuneración y el respeto que merecen”, señala el escrito firmado por el titular de la OMS.

Condecoración al personal médico

En México, que suma 610 mil 975 contagiados y supera los 71 mil muertos por COVID-19, el Gobierno reconoció con la condecoración ‘Miguel Hidalgo’ en grado ‘Collar’, un diploma y cine mil pesos a 58 médicos y enfermeras que han destacado por sus labores en el combate a la pandemia.

“Es menester que el Gobierno de México reconozca la entrega y profesionalismo del personal de salud, quienes han ejercido sus funciones de manera desinteresada y en favor de los mexicanos, por lo que el titular del Ejecutivo Federal a mi cargo determinó instruir el más grande reconocimiento que la Nación puede entregar a sus nacionales que es la condecoración ‘Miguel Hidalgo’,” señala el documento publicado en el Diario Oficial de la Federación.

¿Pero qué necesidad?

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El Dr. Hugo López-Gatell Ramírez es un médico impecablemente formado, estudió Medicina en la Facultad de Medicina de la UNAM, varios de sus profesores en esta etapa lo recuerdan como dedicado, inquisitivo, inteligente y simpático; después hizo la residencia de Medicina Interna en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y de la Nutrición en donde obtuvo el grado de Especialista, durante un tiempo permaneció como médico del servicio y se le conocía por su interés y dedicación por los pacientes y los residentes. Hizo después, en el mismo instituto la Maestría en Ciencias Médicas, para después viajar a hacer el Doctorado en Salud Pública en la Escuela Johns Hopkins en Baltimore; que es una de las escuelas más prestigiadas en el campo, si no la que más. Yo tuve el gusto de conocer a su padre el Dr. Francisco López-Gatell Trujillo durante mi paso por el entonces Centro Hospitalario “20 de Noviembre” del ISSSTE; él fue un urólogo muy profesional, una persona sobria, seria, muy culto y respetuoso, con valores que seguramente logró transmitir.

Lopez-Gatell padre

A su regreso a México el Dr. Hugo López-Gatell se incorporó primero al Instituto Nacional de Salud Pública, una institución muy competitiva hacia el interior, donde al parecer se desempeñó con facilidad, después paso a las áreas epidemiológicas de la Secretaría de Salud, donde ha permanecido ya desde hace varios años, hasta llegar a ser, ahora, el Subsecretario del ramo. En el camino se ha dedicado también como profesor y ha hecho muchas publicaciones valiosas en prestigiadas revistas mexicanas e internacionales. Como ya decíamos, es un hombre ilustrado con una cultura amplia, lo que, junto con su experiencia como maestro y conductor de grupos, seguramente le han dado la facilidad para ejercer con agilidad y facilidad como vocero del gobierno federal ante la pandemia de la COVID-19 en la que transcurrimos.

Insisto en que no hay duda de que el Dr. López-Gatell tiene los conocimientos y la capacidad no sólo para hablar de la COVID-19, sino para dirigir los esfuerzos para combatir la epidemia por la infección de SARS-CoV-2. Desde luego, le han encomendado una tarea sumamente difícil y desgastante, hablar en público, realmente en público, porque sus conferencias son transmitidas por diversos medios, tradicionales y no tanto; hablar durante una hora cinco días a la semana dando noticias que tienen que ser casi siempre malas, es una tarea magna. Con altibajos lo ha conseguido.

Lopez-Gatell
Hugo López-Gatell Ramírez, titular de la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud (Fotografía: 88.9 Noticias).

Sin embargo, hay que resaltar unos resbalones, no pequeños, que no tienen que ver, en mi opinión, con sus capacidades, sino con la disciplina partidaria o hacia sus superiores. Resalto sólo algunos que creo que son así:

El rescate que tuvo que hacer del Sr. Presidente cuando éste mencionó las estampitas al principio de la pandemia, y el salió rápidamente a comentar que Andrés Manuel López Obrador no era un factor de contagio sino un ejemplo moral; rara respuesta para un hombre de ciencia.
Una más fue la que sucedió durante una plática con una legisladora de oposición que le discutía sobre el número de casos y de defunciones de la COVID-19, terminó de manera brusca, y quizá grosera, diciéndole que el proceso cognitivo empezaba con la atención y que como ella no la tenía no hablaba con ella; me parece que él siendo, además, un experto en educación, sabe que la arrogancia y la soberbia son algunos de los mayores de la andragogía (aprendizaje del adulto).
El titular del Poder Ejecutivo se ha negado a utilizar cubrebocas a lo largo de toda la pandemia, el López-Gatell no lo usa tampoco durante sus comparecencias. No sabemos si las discusiones acerca de la utilidad de cubrir la boca y la nariz las ha suscitado para justificar a su jefe o realmente así lo piensa, ahora ha venido quedando claro que es una medida útil y que es recomendable utilizarlo.
Después de haber pronosticado un curso de la pandemia en nuestro país y no haber acertado –olvidando que hacer predicciones es muy arriesgado especialmente sí es sobre el futuro–, se estableció una discusión sobre si la enfermedad estaba en control como decía el Sr. Presidente, y también afirmaba el Subsecretario, y si el número de casos nuevos y de fallecimientos seguía siendo tan elevado. En aquél momento dijo que ésa era una manera pobre de observarlo, que lo útil eran otros datos como la ocupación hospitalaria, el número de intubados, etcétera.
Una persona tan competente como él sabe que el número de casos y las cifras de fallecimientos marcan el curso de la enfermedad.
También de manera exabrupta respondió a la pregunta sobre los médicos cubanos, y lo hizo sin mayor sustento, sin justificar la acción, desde luego, porque no hay nada más a contraestilo de la carrera de López-Gatell que la medicina cubana.

El área de atención de los enfermos y por lo tanto los indicadores que se han diseñado para medirla, no son de la responsabilidad de la Subsecretaría de la que él es responsable, lo es de la Dra. Asa Christina Laurell, sin embargo, ella no ha salido a dar explicaciones, o lo ha hecho de manera muy poco notable. El Secretario de Salud Jorge Alcocer Varela poco ha dicho. Muchas cosas se han mencionado, pero desde luego considero que el Dr. Alcocer es una gente capaz, con posibilidades de hablar y explicar en público, no puede ser de otra manera, no hubiera hecho una carrera tan destacada y tan distinguida como profesional de otra forma.

La Dra. Laurell, decíamos, ha aparecido muy poco, y también creo que tiene la capacidad para estar al frente del problema. Estoy seguro de que la idea de traer médicos cubanos es de ella, bajo la función operativa de su alumna Oliva López Arellano, la Secretaria de Salud de la Ciudad de México; llevan años trabajando desde la Universidad Metropolitana en un modelo así para México. Me pregunto, ¿por qué no trajeron médicos con experiencias exitosas en el tratamiento de COVID-19? Chinos, coreanos, italianos, alemanes o españoles, países en los que la letalidad es mucho menor que la que estamos teniendo nosotros; en sus países además se establecieron medidas acertadas en muchos aspectos, desde diagnóstico precoz, medidas terapéuticas, manejo de aislamiento, evaluación de la población inmune, entre otras. ¿Por qué cubanos? Creo que es un golpe en la mesa para decir “así van a ser las cosas”.

Pero en lo que estábamos, ¿por qué sólo Hugo López-Gatell aparece?, ¿el resto del equipo no es capaz?, ¿no saben hacerlo?, ¿o lo están dejando morir solo?

Pero unas cuestiones más: ¿por qué un profesional tan sólido como López-Gatell no dice la verdad, sólo la verdad y toda la verdad? ¿Por disciplina? Y esta disciplina, ¿está plegada a la jerarquía o los pensamientos ideológicos? No me atrevo a responder a esto.

Aunque el término se diseñó en los años 90, en 2009 se empezó a utilizar el término “sindemia” para destacar la asociación que existía entre los padecimientos, especialmente crónicos, y sus consecuencias sociales. El ejemplo para esta asociación entre sinergia y epidemia es la asociación entre sobrepeso, obesidad, diabetes mellitus, hipertensión arterial, enfermedad renal crónica, etc., y sus consecuencias sociales y económicas, aunque aquí se hablaba sólo del costo que los servicios médicos tendrían que hacer para atender a los enfermos.

Quizá la COVID-19 no constituya sólo una epidemia, tampoco sólo una pandemia, si no que sea una sindemia, dado que además de las consecuencias propias de la enfermedad, tiene graves repercusiones sociales, económicas, y aunado al gasto para atender a los pacientes, también está la disminución en la producción, en la pérdida de puestos de trabajo que ocasiona, así como las consecuencias políticas de esto, hay gobiernos que salen mejor parados que otros al enfrentar al SARS-CoV-2.

Es la tormenta sindémica perfecta. Aunque COVID-19 es una pandemia, los países la enfrentan de manera diferente y, por tanto, sus resultados ante la sindemia no serán los mismos.


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Miscelánea no fiscal

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El escrito que pongo a su consideración esta semana lo titulo de esta manera porque es una mezcla de varios asuntos, aunque sí tiene algunos aspectos fiscales.

Hace sólo unos días falleció un investigador de la Facultad de Medicina víctima de COVID-19, un lamentable suceso; era un distinguido científico, que trabajaba en una de las unidades periféricas de la facultad, fue un claro ejemplo de la superación personal; ingresó hace varios años como laboratorista, posteriormente cursó la maestría y el doctorado, consiguiendo un sitio en la unidad hasta hacerse responsable de unos de los laboratorios, actualmente era SNI II en el Sistema Nacional de Investigadores. La última vez que estuve con él fue hace unos meses en el Instituto Pasteur en París donde dictó una conferencia que fue altamente apreciada. No trabajaba con SARS-CoV-2, aunque su sitio de trabajo estaba en el Hospital General, no sabemos con precisión cómo adquirió la enfermedad.

Pero la tragedia no acaba con su lamentable fallecimiento, vivía solo y al sentirse mal llamó a alguna de sus hermanas quien intentó ingresarlo a un hospital público, al no conseguirlo lo hizo en un hospital privado, donde permaneció más de cuarenta días, la mayoría de ellos en la Unidad de Cuidados Intensivos, intubado y con asistencia mecánica ventilatoria. Al final el costo de la hospitalización fue cuantioso, y en el camino los familiares se percataron que no tenía vigente su seguro de gastos médicos mayores. Esto constituyó al final un enorme motivo de desasosiego, lo que aunado a su pérdida resultó caótico.

fideicomisos en salud
Ilustración: Nexos.

Hasta hace año y medio dentro de las prebendas que obtenía del CONACYT, un científico al ser miembro del Sistema Nacional de Investigadores, era un seguro de gastos médicos mayores, que era renovado año con año mientras se permanecía en el Sistema y cubierto por el Estado, mismo que asumía el costo. Desde luego, no era la única canonjía, el ser miembro del SNI, además de obtener una retribución económica –que fue pensada desde sus establecimiento como una ayuda a un grupo fundamental que recibía o recibe bajos salarios–, poco a poco se fue estableciendo como un status al que todos los investigadores querían pertenecer y ascender dentro de él. Resultó extraño que un gremio siempre tan combativo no expresó su inconformidad cuando uno de sus beneficios fue recortado. Es cierto que hubo algunas reclamaciones puntuales, que fueron desactivadas con el mismo argumento inicial, el seguro de gastos médicos era fifi o neoliberal. El caso es que se les retiró un beneficio sin más.

Hace tan sólo unos días se envió un proyecto de ley para anular una serie de fideicomisos, aduciendo que son manejados con deshonestidad, estos fideicomisos son múltiples y de diversa función. El más importante si se toman en cuenta los recursos económicos que maneja y la importancia y urgencia en que deben ser usados, es el FONDEN –Fondo de Desastres Naturales–, el fondo para la atención de emergencias. Pero existen muchos fideicomisos más sobre los que existe la amenaza de ser suprimidos, uno de ellos es el de fomento al arte cinematográfico que, por cierto, ante lo sucedido rápidamente surgieron múltiples voces, encabezadas por prestigiados cineastas que de inmediato hablaron en la Cámara de Diputados y a quienes se les respondió que ese fideicomiso no iba a suprimirse –hago notar que las grandes figuras del cine que encabezaron la protesta no son posibles beneficiarios de los fondos de estos fideicomisos, si no que lo hicieron seguramente guiados por un espíritu gremial–.

cineastas mexicanos
De izquierda a derecha: Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro y Alejandro Gonzalez Iñárritu, cineastas mexicanos.

Otro grupo de fideicomisos amenazados son los destinados a la investigación, unos a las ciencias sociales, otros a las ciencias biomédicas. A esta posible suspensión hubo una pobre respuesta de parte de los investigadores de las diferentes disciplinas, un tímido reclamo de parte de algunos investigadores de un centro de investigación de ciencias sociales. Desde luego no hubo reclamo de las grandes figuras de la investigación, ni de las agrupaciones que los reúnen, como la Academia Mexicana de Ciencias, prácticamente no hubo respuesta a la amenaza; como si los fideicomisos no fueran necesarios. Hasta hace dos o tres años observé cómo era vigilado uno de estos fideicomisos de investigación y me percaté que existían múltiples mecanismos de supervisión que incluían monitoreo de los resultados, participación de auditores externos, de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, de la de la Función Pública y de las áreas jurídicas y de finanzas de la institución, de tal forma que parece muy extraña la acusación de deshonestidad, cuando menos realizada de manera generalizada.

De cualquier manera, la respuesta de los investigadores, que en otras épocas hubiera sido aireada y expedita, no ha surgido. Al FONDEN, no obstante, su cuantía y su importancia, no ha salido a defenderlo nadie, ni los que lo han utilizado, ni los que lo podrían llegar a necesitar, ni los gobernadores, ni los presidentes municipales, ni nadie.

El tercer punto me parece a mí aún más grave. Con la presencia de la COVID-19 han venido sucediendo muchas tragedias, una de ellas es la afectación del personal de salud al estar atendiendo a los pacientes. Cada tanto surgen inconformidades del personal de la salud por no ser abastecidos del equipo de protección necesario para atender a los enfermos, intentando disminuir el riesgo de adquirir la infección. Como todas las cifras acerca de la repercusión de la COVID-19, las concernientes al número de afectados entre los trabajadores de la salud, son imprecisas, incluso las que conciernen a los fallecimientos. Las cifras sobre el número de muertos bailan, pero es posible que sean ya bastante más de 100; unas notas periodísticas, no recientes, hablan de 111, otras de 148. En otros países donde se han llevado estadísticas más puntuales, el 10% de los afectados es personal de la salud.

fideicomisos
Ilustración: Guillermo Préstegui.

Hace unos días el gobierno anunció la adquisición de un seguro de vida para médicos, enfermeras y otros trabajadores de la salud por $50,000 pesos. Me parece que este seguro es innecesario, que bastaría con que en los miembros del equipo de salud afectados fuera considerado como una enfermedad profesional, motivo de un riesgo laboral, con lo que la indemnización sería muy superior a los $50,000 que se comentan. Y, además, dejaría cubiertos a sus ascendientes y descendientes por largo tiempo, puesto que habría que otorgarles su salario, cuando menos su sueldo durante varios años.

La OMS, ayer 9 de junio, hizo la consideración que los pacientes que fallezcan por una enfermedad sugestiva de COVID, aunque no se les haya determinado el SARS- CoV-2, deben ser considerados como COVID-19, lo cual amplia aún más el panorama y la posibilidad de que el personal sea cubierto en su riesgo laboral si se enferma y más si fallece.

Creo que el personal en riesgo debe también ampliarse, no sólo tienen el riesgo laboral quienes están directamente con los enfermos, si no todos los que trabajan en las instalaciones hospitalarias, debiéndose incluir a quienes lo hacen en los sitios de atención primaria. Durante lo que ahora se llama periodo neoliberal, muchos sindicatos fueron catalogados como charros, por pactar con los patrones a costa de sus representados, pero los riesgos laborales y sus consecuencias, si no siempre, eran frecuentemente defendidos.

No he visto ninguna acción del sindicato del IMSS, siempre tan atento, ni del ISSSTE, menos aún de los que representan a los trabajadores de la Secretaría de Salud; las tres instituciones tienen en su plantilla, ahora y siempre, trabajadores sin plenos derechos.

Una democracia en la que las voces disonantes son acalladas no será nunca una verdadera democracia.


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El futuro de las especialidades médicas en México

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Ampliarán becas y plazas para estudiar una especialidad médica en México

La pandemia del covid-19 vino a evidenciar la escasez de médicos especialistas que tiene el país y el olvido que ha sufrido el sector salud y educativo para fomentar el estudio de especialidades médicas en México.

Ante este real escenario de un déficit de médicos especialistas, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que el Gobierno dará entre 20 mil y 30 mil becas para médicos mexicanos que buscan estudiar una especialidad médica para que la puedan realizar en México o en el extranjero.

“Vamos a iniciar un programa de becas para estudiantes de especialidades. Si no tenemos el cupo en el país para atender a todos, van a poder ir a estudiar al extranjero 20 mil o 30 mil médicos”, indicó en su conferencia del martes 26 de mayo.

Una pequeña condición

La propuesta del presidente incluye que a su regreso del extranjero, los médicos becados trabajen “un tiempo” en el sistema público de salud para devolver ‘un poco’ a México el apoyo dado para sus estudios de especialidad.

López Obrador agregó las becas en el extranjero se apoyan en la intención del Gobierno de no rechazar a más solicitantes que buscan estudiar una especialidad médica.

De acuerdo con Jorge Alcocer, secretario de Salud, se aceptan a alrededor de 10 mil postulantes para un grupo de 68 especialidades. En 2020, agregó, cerca de 52 mil médicos presentaron la prueba.

El mandatario explicó que estas becas podrían ser administradas por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS); el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi); el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), o el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

Subrayó la importancia de promocionar este tipo de becas pues, por ejemplo, la pandemia del COVID-19 mostró el déficit de especialistas que presenta México.

“La mayor restricción (que tuvimos) eran médicos en medicina crítica, tenemos muy poquitos. Tenemos una necesidad de neumólogos, especialistas en anestesia, inhaloterapeutas”, detalló Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud.

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Héroes de bata, con seguro de vida

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Darán seguro de vida gratis a personal médico en riesgo por coronavirus  

El personal médico en México se ha convertido en uno de los principales sectores de la población con mayor riesgo debido al contante contacto con pacientes infectados de covid-19, por lo que el gobierno, en colaboración con la AMIS, les ofrecerá un seguro de vida gratuito.

La presidenta de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), Sofía Belmar, anunció el jueves 14 de mayo que brindarán una cobertura solidaria gratuita a todo el personal de salud que atiende en primera línea los casos de COVID-19 en el país.

Este seguro de vida se dará a 1.6 millones de trabajadores de salud, y este abarca a todos los empleados del sector: médicos, residentes, enfermeras, pasantes de enfermería, auxiliares de enfermería, personal profesional y técnico, camilleros, intendentes y afanadores.

La indemnización por el fallecimiento del trabajador será de 50 mil pesos y los beneficiarios serán cónyuges, hijos o padres, indicó Belmar.

Este seguro, además, es retroactivo al 1 de abril y cubrirá hasta el 31 de agosto de 2020, indicó la presidenta de la AMIS.

Para obtenerlo, los beneficiarios deberán presentar la constancia de la entidad pública de salud que establezca que el fallecido trabajaba en la atención de casos de COVID-19, así como el resultado positivo de la prueba y el acta de defunción, indicó.

“Al igual que para usted, señor presidente, nuestra prioridad es la solidaridad de los mexicanos y con esta acción queremos refrendar nuestro compromiso no solamente como sector asegurador, sino como sector privado. Y sumarnos al esfuerzo que sociedad, Gobierno y empresas debemos llevar a cabo para salir adelante en esta contingencia sanitaria.

En cuanto a la población asegurada, hasta el momento, aseguradoras han entregado indemnizaciones por casi 400 millones de pesos en más de 900 casos por atención del nuevo coronavirus”, indicó Belmar. De no ser así, cada familia hubiera tenido que desembolsar más de 400 mil pesos cada una.

“Y por vida al momento hemos entregado indemnizaciones por casi 32 millones de pesos a 101 asegurados que, desafortunadamente, ya han fallecido”, comentó.

En su participación, el secretario de Hacienda y Crédito Público, Arturo Herrera, señaló que este apoyo de la AMIS es una muestra más del reconocimiento que los distintos sectores de la sociedad mexicana tienen para los trabajadores de salud.

“Nada compensa la pérdida de la vida humana, pero me parece que es un gesto que va en la dirección correcta y un gesto que compartimos todos los mexicanos”, apuntó.

El triage recobra su concepto original

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Prefiero utilizar triage como un galicismo plenamente aceptado y que en los conceptos que comentaré con ustedes hoy se utiliza ampliamente. Triar significa “escoger, separar”; y algunos utilizan triaje (con “j”) como sinónimo de triage (con “g”).

El triage en medicina se inicia en las guerras napoleónicas, para describir la acción de seleccionar a los soldados heridos; era efectuado para separar los que tenían posibilidades de sobrevivir de los que tenían muy pocas posibilidades de hacerlo. Las batallas eran tan cruentas y los recursos para atender a los heridos tan escasas que lo primero que se hacía cuando estos llegaban a los hospitales o enfermerías de campaña, era utilizar los escasos medios en los pacientes que tenían posibilidades de recuperarse. Dramática situación, pero que fue plenamente aceptada y adaptada a la cirugía de guerra.

En los años 60 en Estados Unidos surgió una corriente para establecer un triage inverso, para detectar a los pacientes graves en los servicios de urgencias y atenderlos rápidamente. En México en los años 90 del siglo pasado, los servicios de Urgencias de los hospitales de diferentes instituciones públicas de Salud atravesaban por una crisis por sobresaturación debida a muchos factores. Quizá entre las principales estaban un concepto inadecuado en la percepción de lo que es una urgencia por parte de los enfermos y sus familiares, por las dificultades para asistir al primer nivel de atención; y probablemente también, por percibir que aun con los largos tiempos de espera para ser atendido en urgencias, valía la pena ir para ser atendido; todo esto agravado por el déficit de camas de hospitalización que ocasionaba una larga permanencia de los pacientes en urgencias de los pacientes que requerían hospitalización y muchos otros más.

triage y covid
Ilustración: Comercio Perú.

Por eso, debido a ello se trató de establecer un sistema de triage que buscaba seleccionar a los pacientes que requerían atención inmediata de los que no la necesitaban, e incluso de los que podían ser atendidos en otro sitio con mayor calma. El sistema se ha ido mejorando al irlo puliendo y hacerlo más sistematizado, sin embargo, no ha rendido todas sus posibilidades porque –yo lo propuse hace muchos años– no se encarga de esto un médico con experiencia clínica, sino casi siempre lo hace el más inexperto. Un clínico experto puede seleccionar en unos minutos los casos graves y de riesgo de los que no lo tienen, con poco margen de error, un médico inexperto tarda mucho más y tiene mayor margen de error a pesar de que el proceso este teóricamente bien delineado.

Si uno busca en PubMed el término triage, se encuentra con que existen más de 21 mil escritos al respecto, desde uno escrito en 1954 acerca de la selección de pacientes víctimas de bombas nucleares, hasta los muy recientes escritos sobre el COVID-19 –por cierto, no me queda claro si es “el” o “la”–.

Hace unos cuantos días el Consejo de Salubridad General, organismo no sólo público sino gubernamental, dio a conocer unos lineamientos sobre triage en casos de sobredemanda de recursos en la etapa de pandemia que por COVID-19 atravesamos, especialmente los que se refieren a la necesidad de internamiento en unidades de terapia intensiva para utilizar ventilación mecánica. Retomo el concepto napoleónico de triage. Me parece que se trata de unos lineamientos generales y teóricos, sin embargo, de éstos establecen aspectos operativos que me parece que invaden dos esferas, primero, el derecho de los pacientes para ser atendidos de la mejor manera posible y, segundo, la responsabilidad del (o los) médicos(s) tratantes para la asignación del mejor tratamiento; que, por cierto, debe hacerse previo consentimiento informado del enfermo y su familia.

Veo el establecimiento de una norma teórica y poco práctica, llena de falta de sensibilidad pragmática del ejercicio de la medicina. Quienes la firman, en su mayoría, son expertos en bioética con poca o nula exposición al ejercicio de la medicina, el Dr. Patricio Santillán-Doherty sí la ha tenido a lo largo de su brillante carrera como cirujano de tórax, a al Dr. Raymundo Canales de la Fuente no lo conozco. El documento establece al Comité de triaje (como ellos lo llaman) como un organismo supremo, que conformado por un médico, una enfermera y un administrativo, desde lejos, fuera del hospital y al parecer de manera anónima, decide quién puede entrar a la unidad de cuidados intensivos, pero no sólo eso, también decidirá quién no se beneficia de ésta y debe ser sacado de ahí, todo sin conocer al paciente y habiendo recibido información sobre él y sus problemas desde lejos.

triaje en tiempos del covid
Ilustración: Jocelyn Tsaih.

Hay muchos otros errores que destacan la falta de visión médica. La división de pacientes en grupos de edad siempre resulta un poco artificial, pero es porque en el documento precisamente se agrupan de artificialmente, por ejemplo, de 0 a 4 años, lo cual reúne tres edades muy diferentes de los niños, el recién nacido, el lactante y el preescolar, que requieren atención particular, seguramente en áreas diferentes de un hospital y con equipamiento diverso. Los mismo puede decirse de los grupos que conjuntan escolares con adolescentes, y los que lo hacen a adolescentes con adultos jóvenes, pero además, pone un grupo final de 75 y más, en una pirámide poblacional como la que tenemos actualmente.

Me parece indispensable una mayor subdivisión de este grupo dado que probablemente el pronóstico va a cambiar en los que están en los 70 de los que están en los 80, así como de los que están en los 90 y de los que están en los 100. Por cierto, destaco dos situaciones, una que ha sido muy difundida en las noticias de cuatro pacientes dados de alta en Bélgica, Francia e Inglaterra, de hecho, dos hombres y dos mujeres mayores de 100 años que han superado la infección por SARS-CoV-2; otra es que inicialmente al tratamiento del infarto del miocardio se le ponía un límite de edad, pero al cabo del tiempo se ha visto que los pacientes independientemente de su edad reciben beneficios notables en la sobrevida y la calidad de vida si se les aplica adecuadamente.

Hay otros déficits en el documento, pero resalto la propuesta gubernamental autoritaria que a través de ella se hace. Creo que los médicos han (hemos) sido responsables y suficientes para proponer al enfermo las mejores opciones, para buscar evitar el dispendio de recursos, y en caso de deficiencias del sistema, utilizarlos de la manera más equitativa posible. Desde el 2002 existe un nuevo código médico: Profesionalidad médica en el nuevo milenio: un fuero médico; en él se destacan tres principios fundamentales: a) Primacía del bienestar del paciente, b) Autonomía del paciente, y c) Principio de la justicia social; ahí se destaca que el médico es responsable de una distribución correcta de los recursos sanitarios. Hacerlo a través de un organismo cupular, autoritario y despersonalizado me parece un despropósito y, a reserva de una mayor discusión, poco ético.

Por lo pronto, la UNAM, y otros organismos e instituciones, se han ido deslindado de ella. En una crisis como la que vivimos, y peor que la viviremos, la suma de voluntades es indispensable, la división de voluntades no servirá. Los médicos, enfermeras, y el resto del personal de salud, tenemos que hacer nuestro trabajo, atender lo mejor posible a los enfermos, y el Estado el suyo, que es procurar los recursos para que esto se consiga.   

Lecturas recomendadas:
Ramiro, Manuel. “Profesionalismo médico. Compromiso del médico”. Med. Int. Mex. 2003; 19: 41-46.
Consejo de Salubridad General. “Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica”. México, abril, 2019.


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