tauromaquia

La corrida del Mundial 1970

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Al mediodía del 21 de junio de 1970, ante un lleno rotundo se celebró en el Estadio Azteca la final de la novena edición de la Copa Mundial que inició el 31 de mayo, un total de 16 selecciones contendieron para llegar a esa cita. Al final, Brasil venció a Italia 4 a 1 con un público mexicano volcado a favor de los sudamericanos, encabezados por un genio del futbol, Pelé.

Hace 50 años del partido y como si fuera ayer, recordé que el mismo día por la tarde en La México se presentó una corrida de toros con un mano a mano entre dos grandes toreros, Manolo Martínez y Curro Rivera con toros de Torrecilla y Garfias.

Los nombres de los astados, entre otros, fueron (como se acostumbra en México) dedicados al suceso por los ganaderos; también estuvieron “Brasileño”, “Italiano”, “Campeón” y “Goleador”.

Manolo Martínez acabó por lidiar 4 astados porque el cuarto, de nombre “Italiano”, le pegó una cornada al torero capitalino y en el quinto, “Brasileño”, Manolo como reconocimiento a la faena, dio la vuelta al ruedo.

toro y fultbol
Izquierda: Manolo Martínez, matador de toros mexicanos. Derecha: Edson Arantes do Nascimento (Pelé), exfutbolista brasileño.

Comento que como se acostumbra en México porque aclaro que en España la nomenclatura es con relación a la madre del toro, esto es, si la madre se llama “Pardita”, su hijo se le llamaría “Pardito”.

En nuestro país es distinto, el ganadero define cuál será el nombre del astado y, por ejemplo, es muy sabido que Don Alberto Baillères construye una frase con los nombres, cuando se lidia una corrida de sus distintas ganaderías en México.

Ya en la Gloria, en La México, por muchos años fue Don Luis Corona quien fuera autoridad en diferentes posiciones a quienes le encargaban les asignará el nombre y su habilidad era grande para fijarse en detalles que permitirían denominarlos.

Regresando a la efeméride, es patente que hace cincuenta años los toros y el futbol iban de la mano, de ahí la costumbre de los partidos a mediodía que permitían el traslado de los aficionados del estadio a la plaza y, además, como en los Juegos Olímpicos de 1968, el toreo no dejó de hermanarse con un gran acontecimiento deportivo.

Desde luego, por la tarde en la plaza abundaron los gritos oportunos celebrando que Brasil, al ser campeón por tercera vez, se había convertido en propietario del trofeo Jules Rimet, como se había estipulado por la FIFA.

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Francisco Rivera Agüero (Curro Rivera), exmatador de toros mexicano (Fotografía: De sol y sombra).

Tiempos idos que extrañamos con nostalgia al estar a punto de arrancar la Liga MX sin asistencia del público y tener la interrogante de cuando se pudiera, y bajo tales condiciones, pudieran celebrarse los festejos taurinos; algunas localidades como Tijuana ya se apuntan para alzar la mano, y cumpliendo con las reglas sanitarias, ponerlo en marcha.

Por lo que ha implicado, por ejemplo, la cancelación de La Feria de San Marcos que se estima representa alrededor de 8 millones de asistentes en sus tres y pico de semanas que se celebra, y con un impacto económico para el estado de alrededor de 500 millones de dólares, de los cuales 50 pudieran ser efecto de las corridas de toros.

Nos percatamos de la importancia que tienen no solamente desde el punto de vista cultural y lo que están padeciendo los profesionales sin poder ejercerlo, sino lo que significan para miles de personas que participando de diferentes maneras y que ahora no pueden hacerlo.

El recuerdo, pues, lo lleva a uno irremediablemente al presente, en el que deseamos pronto se encuentre el camino que permita –conviviendo con la pandemia– que se ejercite, y celebrarlo como parte del vivir como sucedía en 1970 y los años posteriores. Que así sea.


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El conundrum taurómaco

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La etimología de la palabra conundrum no está claramente definida, pero se trata de un término cada vez más usado internacionalmente para ilustrar algo difícil o imposible de resolver.

Es de uso frecuente en la jerga económica y si ahora la aplico al toreo, es por la sensación del hoyo en que nos encontrábamos metido desde hace años y lo agrava el sentimiento creciente de ansiedad por la pandemia, misma que ha provocado un cambio de hábitos, costumbres, y que ninguno tenemos claro por cuánto tiempo será.

El modelo de negocio del toreo depende –en todos países en los que se celebra– del ingreso de taquilla principalmente y en mucho menor medida de derechos de transmisión y patrocinios –diría escasos ambos–, así como de apoyos magros gubernamentales, por el anatema que padece mundialmente el ritual taurino.

El regreso de las actividades laborales y comerciales después de meses de confinamiento para prevenir una mayor propagación, implica unas condiciones diferentes a las anteriores y las personas físicas y morales tendremos que acostumbrarnos a ello en una era que será distinta a la anterior,  en la vida diaria.

conundrum taurómaco
Ilustración: 123rf.

Por ello y como me dice Antonio Bañuelos, actual presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia en España: “No sólo está en peligro la Fiesta, sino el toro bravo como especie única. El toro bravo, con las medidas contra las corridas y las exigencias de aforo, va camino de convertirse en especie en riesgo de extinción”.

Y se refiere Antonio, ganadero burgalés, a que en España el aforo permitido es por debajo de espectáculos como el teatro o los bares, e implica una reducción drástica en el ingreso en la taquilla que pega en efecto domino a todos los estamentos taurinos y en los demás países taurinos se presagia que será algo similar.

En Europa taurina el apoyo para los que invierten o viven del toreo, es pobre, a pesar de ser un segmento que aporta en muchos sentidos a la ecología y a la economía, y que con su puesta en marcha –bajo las condiciones prevalecientes– está condenado a ajustarse en el bolsillo drásticamente.

En América y México, en concreto, estamos en las mismas condiciones que los europeos –sin casi apoyo económico del gobierno– y, por lo tanto, en zozobra al saber que estamos jugando perinola –aquellos que no la conozcan se le denomina también pirinola o pirindola–, trompo de material duro que tiene en sus contornos distintos premios o castigos. Al hacerla girar y al detenerse; deja una cara con la inscripción de la suerte, por lo que se utiliza para jugar y hacer apuestas.

Tiene seis lados y en donde cae en el turno el jugador tiene que poner o tomar uno o dos, si es muy afortunado, tomar todo y “si no poner todos”. Esto último me parece la cara que nos toca vivir en todas las actividades de la vida, hoy nos toca a todos poner con el ánimo de seguir adelante y generar recursos para recuperar, y si la suerte sonríe, entonces algunos a tomar todo.

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Fotografía: Anima Naturalis.

Existen quienes suponen que es muy fácil conseguir patrocinios, vender derechos de transmisión o negociar recursos gubernamentales, lo cual es descubrir al hilo negro o el agua tibia, todos sabemos lo complejo que es para un espectáculo tan popular como el futbol mantenerles, imagínese cómo será para el toreo que por diferentes razones no ha podido en muchos años apalancarse con ellos y ahora se presagia que será menos.

Dentro de este panorama sombrío los que creemos que el toreo es parte de nuestro acervo cultural, deseamos que los sectores profesionales del toreo nos unamos y llegar a materializar la estrategia clave que permita su continuación; bajo las condiciones futuras que prevalezcan y respetando a quienes invierten tiempo y dinero en hacerlo.

Claro que estamos ávidos de saber el cómo, si apunto que dar consejos y guías absurdas cuando hay tanta incertidumbre, me parece cínico. Si alguien tiene la solución que se manifieste y dejemos la crítica mordaz como si el que escribe supiera –él sí– la manera de resolver el conundrum.

Suena a soberbia y a falta de empatía. Todos ponen, nos toca en la perinola, que no se nos olvide si de sobrevivir se trata en época de pandemia. Así opina el que escribe, pero usted: ¿Qué opina?


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El toreo es parte de nuestra cultura

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Es un lugar común acudir a diferentes artistas que de variadas maneras han plasmado lo que les significa el toreo, y honestamente hablando y por rotundo que parezca, son argumentos que siendo útiles pudieran provocar el que le contesten como lo hacen algunos: “¡A mí que me importa que a fulano o a mengano hayan sido o sea, taurinos!”. Así se trate de García Lorca o de quienes ustedes gusten y manden.

En mi opinión, el argumento más claro es que el toreo es parte intrínseca de nuestra cultura; en el caso mexicano a punto de cumplir 500 años, en 2026, con o sin sana distancia de que se celebró un festejo taurino en la antigua Tenochtitlán, hoy en día Ciudad de México. Seguramente Cuba ya los habría cumplido, de no haberse suspendido desde hace muchos años los festejos al ayudar Estados Unidos al país antillano a independizarse de España, hacia finales del siglo diecinueve. Lo arrancó de su cultura y quedan ya, desafortunadamente, pocos resabios.

Los antropólogos, la gente que estudia la cultura, las distintas formas de ser, de sentir y de pensar, llevan más de un siglo en este debate sobre qué es; y siguen en ello. Si bien no hay claridad de que se resuelva pronto, hay algo en lo que están de acuerdo: no hay una cultura, sino que hay varias culturas. De hecho, hay muchas… ¡muchísimas!, pues si hay algo que caracteriza a la cultura es precisamente su diversidad. Constitutivamente la cultura es diversa. Cada uno de nosotros la utiliza para vivir de forma original y genuina.

toreo como arte
Pablo Agudo, torero español (Fotografía: El Español).

Alguna vez leí que la cultura es la manifestación de los pueblos frente a su existencia y por ello afirmo con el derecho que me asiste de hacerlo: ¡El toreo es cultura! Porque quienes lo practican y quienes lo disfrutamos, lo tenemos arraigado en nuestra forma de ser y es un valor de muchos que lo tenemos tatuado.

En ocasiones hablamos de cultura nombrando a la dimensión artística de algo –el mundo de la cultura, por ejemplo–, y así solemos referirnos a ella en términos de sustancia, diciendo que alguien es muy culto, o que tiene mucha cultura.

En otro sentido, la palabra cultura se utiliza, sin embargo, para describir un todo que parece determinar el comportamiento de la persona, utilizándose para aclararnos que eso que no comprendemos es normal en “su cultura”. Tal fue el caso de Renato Leduc, el gran escritor mexicano cuando afirmó hace años: “No me explico qué hacen los domingos por la tarde las personas en los países en los que no tienen toros, deben de aburrirse como ostras”. Desdeñando por ejemplo a los deportes, al teatro o al cine, por poner ejemplos. Para él nada como un domingo de toros que para muchos, sin ellos, no es domingo.

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Ex poeta mexicano Renato Leduc (Fotografía: Rogelio Cuéllar).

Cantando, pensando, jugando, rezando, comiendo o toreando o haciendo cualquier cosa, estamos expresando nuestras formas de ser, de sentir y de pensar: estamos expresando nuestra cultura. ¿Cómo la expresamos? Poniendo en juego una serie de formas culturales escogidas a las que les damos uso y con las que nos identificamos: nos vamos haciendo a nosotros mismos en la práctica de las acciones del día a día.

Por eso afirmo que acudir a tantos personajes que han amado y hemos amado el toreo –por más prestigiosos que sean– no me parece el argumento principal de su existencia. En mi entender, el que sea parte de la cultura de varios países es un hecho rotundo, por más que algunos pretendan borrarlo de un solo golpe.

Cuando las ponemos en práctica nos identificamos no sólo con nosotros mismos -para reconocernos–, sino con los otros. Este acto de identificación y de construcción de uno mismo no es un camino que se recorra sólo en un sentido, pues nos hacemos a nosotros relacionándonos con los demás, pero los demás también se hacen relacionándose con nosotros, y eso es los que hacemos los taurinos en el mundo. Hoy que está en receso la tauromaquia, me pareció muy importante, recordarlo.


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Cuando un amigo se va, adiós Gerardo Vergara

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Hace ya más de 30 años que a José Luis Carazo “Arenero”, mi señor padre, junto a un grupo de novilleros y matadores de toros en retiro –nada de ex que suena horrible– se reunieron y conformaron la Hermandad Taurina con el propósito de chanelar –en cristiano significa hablar de toros– y, desde luego, de sus recuerdos.

También tenían como asignatura en los aniversarios luctuosos, asistir a donde descansaban sus restos, y con la familia –a veces sin ella– para recordar sus hazañas con el entusiasmo de cuando les vieron actuar en los ruedos.

Era un grupo muy compacto que fue creciendo en el que hacía cabeza “Arenero” y su segundo de a bordo siempre lo fue Gerardo Vergara, quien era el equilibrio de nobleza y bonhomía, entre el carácter explosivo de sumo apasionado de Gerardo, cuando de pronto parecían salirse del cauce generoso que propició el grupo –entre los de la legua y las figuras del toreo–, metía el capote y los dejaba quietos, para una lidia más tersa, para que los demás intervinieran y regresara la cordura.

Entre muchas de ellas, recuerdo una reunión en casa de mi hermano José Luis con la presencia de Luis Castro “El Soldado” y Manuel Capetillo, por mencionar a dos que entendiendo la filosofía del grupo, compartieron pan y sal y, desde luego, algunos vinillos, sin poner por delante logros taurinos ni jerarquías taurinas, eso sí,  con el respeto propio de quienes han portado el traje de luces, lo mismo en una plaza de trancas que en una monumental.

el soldado
Luis Castro Sandoval, torero mexicano (Fotografía: Al Toro México).

Finalmente eran hermanos en la profesión y eso les convocaba, reitero, con el liderazgo de Carazo, pero con la gran mano izquierda de Gerardo Vergara, a quien cuando salió la gran serie de Juncal, les llegamos a comparar en su relación a mi padre con el torero retirado y a mi querido Gerardo con Búfalo, uno de los personajes más entrañables que se hayan tejido en la imaginación de un escritor, en este caso Jaime de Armiñan.

Para describirla, mi hermano Luis Alonso, que habita ahora con ellos en La Gloria, en alguna reunión en el cortijo de Carlos Arce presentó una poesía que describe lo que significó la Hermandad Taurina, y mejor de cómo hubieran podido expresarlo alguno de ellos:

Toreros de Romanza

Toreros de Romanza

¿Qué pasa, matador como has estado?
¿Figura, que es de tu menda?
no, manito yo ya con 7 nietos
¡Uhhh! Pues ya ando malo, ¿pero dejar a mis hermanos?
sí, el tiempo ha volado y ya no más:
oye artista a la 10 en el Venus ¡Eh!
¿Mejor entrenamos en la Ford no?
pos yo los veo en la tarde en el Tupinamba
sí, el tiempo voló o más bien ellos fueron los que volaron
por qué el tiempo es el mismo y nosotros seguimos caminando.

Y así es como ahora en los 80 casi casi los 90
se vuelven a juntar los toreros de los 30, los 40 y los 50
y en verdad que veo que los años no acaban
acabaran el pelo, las figuras y las caras
pero de verdad que lo de adentro, sí, lo de adentro eso,
eso no se acaba.

Sí, señores se han juntado otra vez, los Toreros de Romanza,
y no se juntan como amigos, como cuates de parranda
no, se han juntado otra vez como hermanos de crianza,
unos fueron grandes, otros menos, pero eso sí,
todos aunque sea le pegaban sus pases a los bueyes de chonadas
todos estos chavos tuvieron ilusiones en sus andanzas
admiraron a los grandes y por ellos forjaron sus ansias.

¡Ah! qué bellos recuerdos, Toreros de Añoranza,
sí, señores se han junta’o otra vez, los Toreros de Romanza,
los que vivieron la época de Dondifi, Malgesto y
Esperanza, aquellos de la Ford, la Morena y Tlanepantla,
esos que se zumbaban lo que las figuras dejaban
pa’ demostrar en la arena su arte, salero y gracia
lo mismo con capote, banderillas y estocadas
dejaban en los ruedos alma, vida y esperanza
y es que en verdad no había miedo que los parara.

¡Ah! quien no los recuerda Toreros de Añoranza
sí, señores aquí están de nuevo los Toreros de
Romanza.

Y a esta nueva cita se presentan sin tardanza
los Arce, Tapia y Cámara
y llega también Estrada, gran artista ¡Qué torero!
¡Qué pujanza!
y Carazo con micrófono quiere entrevistar hasta las
vacas y éstas le contestan venga diestro a calmar tus ansias,
el canijo Ciego mentando madres que espanta
y Procuna, El Callao figurones de alabanza que ahora
vienen a embriagarse solamente de nostalgia
y así uno a uno llegan a juntarse otra vez
pa’ recordar con sus hermanos todas sus vagancias
ah!, qué muchachos los Toreros de Añoranza
siguen pesando en el mundo los Toreros de Romanza.

Esos que en su silencio de almohada
siguen tejiendo tardes, tardes de gran comparsa
aquellos que disfrutaron de Silverio, El Soldado y Garza
y en punto y aparte tenían a Fermín el maestro que
arrasaba.

Esas calles de Bolívar, mudo testigo de sus chanzas
si pudieran quejarse, el infierno los esperará
aquí pues dejo a estos Toreros de Añoranza
aquellos que Dios permita gozar de su esperanza
a revivir de nuevo toreros, hermanos de Añoranza y señores a cuidarse,
aquí están de nuevo, los Toreros de Romanza.

toreo mexicano
Fuente: Guillermo Ernesto Padilla, Historia de la plaza EL TOREO. 1907-1968. México.

Hace unos días se nos adelantó Gerardo en el paseíllo de la vida; aficionado chipén, amigo generoso y  al que vamos a extrañar mucho por su bondad e integridad y que experimentaba la emoción del toreo, su estética y sus valores, creando una familia de la misma cepa, con base en sus principios de honradez a carta cabal.

Bien dirían los hermanos del Río:

Algo se muere en el alma cuando un amigo se va
Y va dejando una huella que no se puede borrar.

Siempre lo vamos a recordar con su pasión y amor, por la más bella de todas las fiestas.


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El aficionado a los toros es un migrante por naturaleza y trashumante se traslada a donde se huela que pudiera haber algún acontecimiento, presagiando una gran tarde.

En estos días pasados, muchos nos quedamos con los pasajes en la mano para ir a la Feria de San Marcos en Aguascalientes, con las ganas de asistir a un lugar maravillosamente aficionado. Ya habrá ocasión de hacerlo y disfrutar del bastión taurino más importante de nuestro país.

Muchos matadores de toros y novilleros provienen de esa tierra hospitalaria y a las pruebas me remito con unos cuantos nombres como los Adame, Arturo Macías, Miguel Aguilar, Nicolás y Héctor Gutiérrez, José María Hermosillo y tantos más; unos en la madurez, otros en la categoría novilleril con las ansías de convertirse en matadores de toros, y algunos en sus primeros años en esta última categoría.

Los lagunenses Valente Arellano y Arturo Gilio –ahora su hijo en el principio de lo que pudiera ser una carrera brillante– de Azcapotzalco, “El Zotoluco”, sobrino de los picadores de la ganadería de Zotoluca, en Tlaxcala; y del barrio de Tacuba en la Ciudad de México, Manolo Mejía.

Y me viene a la memoria lugares de la geografía que de no ser por los toreros serían menos reconocidos, y pongo el caso de Joselito Huerta, el maestro poblano  nombrado en muchas crónicas como “El León de Tetela de Ocampo”, población de la sierra de ese estado, Puebla, llamada de Oro –antaño en el siglo XIX– por sus minas del áureo metal.

Rodolfo Gaona, “El Califa de León”, como de ese lugar también fue Antonio Velázquez “Corazón de León”, ambos guanajuatenses o el “Compadre” Silverio Pérez de Pentecostés, el famoso “Faraón de Texcoco”, o el tapatío Manuel Capetillo, nacido en Ixtlahuacán de los Membrillos en Jalisco, o el “Volcán de Aguascalientes” Rafael Rodríguez, del que varios afirman nació en Peralvillo, barrio popular en la Ciudad de México.

También parece fue el caso del acapulqueño Antonio Lomelín, algunos aseguran que nació en Jalapa; como Arturo Saldivar, nacido en Teocaltiche, Jalisco, pero para efectos taurinos se le considera de Aguascalientes, como fue el caso en la música del gran taurino Agustín Lara, nacido en la capital del país aunque se le designa jarocho de Tlacotalpan, Veracruz.

Y es que, por ejemplo, a los taurinos antiguos relacionan al barrio de San Bernardo en Sevilla, con Pepe Luis Vázquez, Diego Puerta y el mismo Costillares, o bien, quien conocería el municipio de Camas en Sevilla, de no ser que ahí nacieran Paco Camino y Curro Romero.

O Chiva de la provincia de Valencia, lugar del natalicio de Enrique Ponce; y qué decir de Galapagar, tierra de José Tomás, o bien “El Pasmo de Triana” Juan Belmonte, quien nació en otro barrio de Sevilla, pero al haber crecido en el barrio de La Virgen de la Esperanza, se le considera trianero.

Si lo es Alfonso Ramírez del barrio de Triana, Aguascalientes: “El Poeta del Toreo” o de Gelves en Sevilla, coronado “Rey de los Toreros” Joselito o Gallito quien el 16 de mayo de hace un siglo partió a la Gloria por una cornada en la plaza de Talavera de la Reina. “El Viti” Santiago Martín, de Vitigudino en Salamanca, paisano de Pedro Gutiérrez “El Capea” salmantino.

Ésa en cuanto a nuestra geografía mental, cuando nos referimos por ejemplo a “La Muleta de Castilla” pensamos en Pablo Lozano o a su compañero de muchos carteles de origen vasco, nacido en Argentina, nacionalizado peruano, Raúl Acha “Rovira” o el “Tigre de Guanajuato” Juan Silveti Mañon, y su hijo “El Tigrillo”. Este último nacido en la capital y rival contemporáneo de Pablo y de Rovira.

Palma del Río la tierra de “El Cordobés” que recién cumplió años, o su paisano “el Califa” de Córdoba, Manuel Rodríguez “Manolete” o “Finito”, que nació en Sabadell pero se le denomina de Córdoba, o si alguien recuerda que el Eje Central se llamó San Juan de Letrán, sabrá que por ahí se movía en su infancia y adolescencia “El Berrendito de San Juan” Luis Procuna.

Jorge Gutiérrez “El Coloso de Tula”, “El Maestro de Saltillo” Fermín Espinosa Armillita, Uriel Moreno “El Zapata”. Muchos de esos lugares, se alumbran cada vez que recordamos a sus toreros.

“El Chihuahua”, de donde era Raúl Contreras “Finito”,  el de Guadalupe Nuevo León, Eloy Cavazos, paisano de estado de Manolo Martínez o “El Torero de la Fuente del Berro” Julio Aparicio, madrileño y decano de los matadores de toros en España, por cierto, padrino de la alternativa del que recientemente hizo el paseíllo a la Gloria, Dámaso Gómez “El León de Chamberi” madrileño.

“El Brujo de Apizaco”, “El Pana” o mi padrino Edmundo “El Brujo Zepeda” de Tehuantepec en Oaxaca; en una lista que usted alargará cuando seguramente recuerde lugares y de ahí a algún torero como el muy recordado Miguel Espinosa de Aguascalientes o Morante de la Puebla del Río en Andalucía, entonces estará de acuerdo que ellos graban en nuestra memoria colectiva; sitios, pueblos y ciudades y por eso exclamo: ¡Viva el toreo y su geografía! Mientras esperamos el regreso vigoroso de la tauromaquia.


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El presente del pasado y mantener viva la afición

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En la actualidad al no haber evento en vivo, es común recurrir al recuerdo de transmisiones de distintos espectáculos y deportes de diferentes épocas como paliativo, para entretener a la audiencia y además servir como yesca que mantenga viva la llama de la afición, aupada también por alternativas modernas como la Liga MX.

El toreo por distintas razones, tiene anatemas y parecía olvidado para la televisión, sin embargo, alguien que desconozco afortunadamente movió sus hilos y ahora en el sistema de SKY, en el canal 549 Adrenalina Sports Network –operado por Televisa Networks–, es posible disfrutar de las corridas correspondientes a la Temporada Grande 2019-2020, en La México.

Recordemos que la pasada Temporada Grande 2019-2020 llegó a su fin el domingo 22 de febrero de 2020 y con base en los trofeos alcanzados fue Joselito Adame, el líder con siete en cuatro corridas.

Antonio Ferrera, quien formó parte de su cartel inaugural continuó en La México su racha triunfal europea, con cuatro actuaciones, en las que obtuvo cuatro trofeos y la faena de indulto a “Tocayo” de La Joya, el 9 de febrero de 2020, faena con la que se alzó con el trofeo Estoque de Oro en disputa y así se convirtió en el quinto torero español en lograrlo en el coso de Insurgentes, en la categoría de matador a pie; el primero fue “El Capea”, el 4 de mayo de 1986, con “Samurai” de Begoña.

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José Antonio Ferrera San Marcos, torero español (Fotografía: Marca).

José Mauricio reapareció con una actuación plena de sentimiento, después de varios años de no actuar en el coso capitalino, y en sus cinco actuaciones obtuvo 5 trofeos y, más importante aún, recobró el interés popular por sus buenas maneras al interpretar el toreo.

En su larga carrera destaca la capacidad creativa de Uriel Moreno “El Zapata” en el ruedo, que se alzó con tres trofeos con un concepto propio y atractivo por su capacidad de improvisación en los tres tercios de la lidia.

En el toreo a caballo Emiliano Gamero a “Gaspar” de Vistahermosa le realizó una faena completa, y por las cualidades del animal se convirtió en el tercer toro –en un lapso de menos de dos años– en merecer el honor del indulto en esa categoría, y el primer torero mexicano en lograrlo, consiguiendo integrar el primer mano a mano en esa especialidad en La México con el gran rejoneador luso-español, Diego Ventura.

A lo largo del ciclo se indultaron tres toros, uno con mayor polémica, como fue el caso de “Siglo y Medio”, de Piedras Negras, a manos de Gerardo Rivera, quien en Guadalajara posteriormente capitalizó con dos buenas actuaciones su pasaje capitalino; y como dato histórico, es el primer indulto que recibe como homenaje la emblemática ganadería tlaxcalteca en La México.

Los datos anteriores darán idea de una temporada llena de matices que vale la pena recrear a falta del espectáculo en vivo. Y como una suerte de guía, ofrezco los reconocimientos otorgados por Bibliófilos Taurinos de México, presidido por Eduardo Heftye Etienne, a los que el grupo consideró lo mejor de la temporada:

emiliano gamero
Emiliano Gamero, rejoneador mexicano (Fotografía: Cope).

~ Triunfador de la Temporada Grande: Antonio Ferrera.
~ Mejor toro: “Tocayo”, de La Joya, lidiado por Antonio Ferrera el 9 de febrero.
~ Mejores lances de recibo: Morante de la Puebla (José Antonio Morante Camacho), al toro “Aguanieve” de Bernaldo de Quirós, lidiado el 10 de noviembre.
~ Mejor quite: Octavio García “El Payo”, al toro “Planeador” de Xajay, lidiado el 8 de diciembre.
~ Mejor banderillero subalterno: Fernando García hijo, por sus buenos pares durante toda la temporada.
~ Mejor faena: Antonio Ferrera, al toro “Tocayo”, de La Joya, realizada el 9 de febrero.
~ Mejor estocada: Antonio Ferrera, al toro “Chikis”, de Villa Carmela, ejecutada el 26 de febrero.
~ Reconocimiento especial a José Mauricio Morett por sus emotivas actuaciones durante la temporada.

En conjunto, 18 corridas de toros que podrán ser vistas en Adrenalina Sports Network en varios horarios.

Como también es importante resaltar que Ramón Ávila “Yiyo”, a falta de Feria de Aguascalientes, a través de distintos medios incluyendo varios portales, está reproduciendo faenas de diversas épocas en su querida Aguascalientes, lo celebramos pues, mantener vivo el fuego de la afición; es tarea de todos. Que no se quede en el emblemático tintero. Suerte.


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La mordaz crónica de Carlos León

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El 17 de abril me percaté que el periodista capitalino, Carlos León, hubiera cumplido 110 años –y que se nos adelantó en el paseíllo de la vida en 1981–, entonces me pareció oportuno recordar a una de las plumas privilegiadas de la crónica taurina. Como buen escritor, incursionó en diferentes giros literarios. Fue epigramista, guionista de cine y autor de diálogos en las películas de Mario Moreno “Cantinflas”, entre otras, “El Padrecito”.

Hoy por la extensión de sus crónicas, los días de corridas, tal vez sería imposible que le cedieran el espacio en los diarios, como el que ocupaba desde su fundación en el diario Novedades, haciendo crónica primero en el Toreo de la Condesa –hoy El Palacio de Hierro Durango–, ocupando un lugar en el palco de Maximino Ávila Camacho –hermano del presidente Manuel–, y  posteriormente en La México, así como ocasionalmente en Cuatro Caminos –hoy terminal del Metro–, destacando por su elegancia al vestir, inefable bigote, nariz aguileña y mirada gélida.

De profesión fue abogado, pero nunca ejerció. Fue caricaturista en El Universal y con algunos más y otro gran caricaturista, Ernesto “Chango” García Cabral, fundó la revista “Don Timorato”. Tradujo obras de teatro y escribió el guion “Yo Colón” en 1953, que por mucho tiempo presentó “Cantinflas” en el Teatro Insurgentes.

La que fuera esposa de Justino Compéan, Hilda O’Farril, socia en su tiempo del Novedades, leí que lo describía como “implacable en sus escritos”. Su crónica semanal, “Cartas boca arriba”, tenía la característica de dirigirse a alguna persona y por ahí creo que aprovechaba para tener listo mucho del contenido, e iba tramando la crónica después de la corrida, con gran chispa y conocimiento, no sólo en el tema taurino, sino en el político y social, con su colaboración dominical “Titirimundi”.

Fueron públicos sus diferencias con Carlos Arruza, Manuel Benítez “El Cordobés” y Manolo Martínez, al que le colgó el mote de “Manolo Telones”. También, por dar idea a un subalterno y hombre de la confianza de “El Ciclón” –conocido así Carlos Arruza–, le dedicó las siguientes líneas: “Salta un sapo a la arena; no perdón, es Cerrillo vestido de verde” –refiriéndose al banderillero Javier Cerrillo–.

Curiosamente en los años 50 del siglo pasado, pedía que se retirara Luis Procuna y el día de su despedida, el 10 de marzo de 1974, tituló la hazaña del torero: “Procuna en la despedida, da la tarde de su vida”. En carta que le dedicó a Esperanza Tapia, dueña de Las Delicias en el centro capitalino. Fue la tarde de esa fecha, con Chucho Solórzano y Eloy Cavazos en el cartel con toros de Mariano Ramírez.

Antes, tuvo una diferencia pública con Curro Rivera, al que le puso primero “Curro Cantinflas”. En la temporada 1970-71, y a sugerencia del mismo torero, quedó en “Currinflas”, porque le hizo más gracia al torero, e incluso le comentó por escrito que a su hijo así lo apodaban en la escuela.

Lo anterior se recoge en una carta que envió Curro a Carlos León en noviembre de 1972, donde afirma eso porque esa temporada que comenzaba le llamó “Paspartout” Rivera, y lo felicita en la misiva; incluso le comentó “se voló la barda” y le pide que “siga a mi persona con ese sobrenombre” y, además, le dedicó su actuación próxima en La México.

La presentación de la carta la titula con gran guasa: “Niega Curro ser del ‘Gang’ de Manolo Telones”, refiriéndose a un boicot para que Paco Camino no torease en México, y se refiere a Manolo Martínez y al periodista del Esto, Francisco Lazo.

Al domingo siguiente de publicar la carta de Rivera, titula su crónica “La regó Santaclos Dávila; oreja de aguinaldo para Rivera”. En carta que dirige a Salvador Allende, en aquel momento presidente de Chile.

paco camino
Paco Camino, torero español retirado (Fotografía: Todo Colección).

Una de dulce para Manolo Martínez fue el 23 de diciembre de 1979, después de la gran faena a un toro de bandera de San Miguel de Mimiahuapám, de nombre “Amoroso”, titulando la crónica: “Con el soberbio Amoroso Manolo estuvo en coloso”;  y subtituló “Apoteosis de Manolo y Baillères”, que en carta la remite a Pedro Illana, quien fuera dueño del Tío Luis, restaurante de La Condesa, y a quien nombra “Rey del Pollo”.

Y cierro porque habrá que hacerlo, recordando la tarde de la larga cordobesa de Alfonso Ramírez “Calesero”, del 10 de enero de 1954 que tituló: “El Calesero saturó de arte la Plaza México, cortó una oreja pero mereció el premio Nobel de la torería”. Esa imagen por muchos años la vimos en el programa de Toros y Toreros del Canal 11, y cuando estuve ahí, al verla me provocaba el deseo de gritar, y ahora cuando la visualizó en la mente, digo “¡Olé!” para mis adentros. Cada que tenía la oportunidad de apretar la mano del artista, se lo decía.

A la semana siguiente del triunfo en una gran fiesta, Carlos León inventó el Premio Nobel del Toreo para otorgárselo en medio de grandes honores.

Es pues justo recordar a uno de los cronistas taurinos más importantes de México y más aún que acaba de pasar el aniversario de su nacimiento.

Y así me podría seguir, pero es momento de desear que estén bien y hacer un recuerdo a quien recientemente partió a la Gloria; me refiero a Alejandro Algara, que de muy niño conocí, pues Arenero le dio clases de toreo de salón a uno de los mejores intérpretes de Agustín Lara; se llevaban muy bien según recuerdo. A sus seres queridos, un abrazo con gran afecto.


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La antigua legua y recuerdos de una época taurina con Arenero

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Una de las conversaciones de niños con mi padre, José Luis Carazo “Arenero”, era escuchar los mil y un avatares que habían ocurrido en sus años de maletilla en los que intentó ser figura del toreo; fueron de todos sabores y colores en la época de los cuarenta y cincuenta del siglo pasado, cuando prácticamente en todos los pueblos taurinos se celebraban festejos con toros cebús y a veces con toros de lidia.

Distinto desde pasada la década de los setenta, hoy en día en muchas poblaciones como las de Hidalgo, Morelos o las de Jalisco, entre otros, se presentan corridas de toros y muy pocas novilladas, con el modelo actual de que la mayoría de los toreros se forman en las escuelas taurinas.

El llamado toro de once –por a esa hora ser lidiado–, era generalmente de media casta y  decían que con piloto, pues iba el toro montado por un jinete; así se formaban los toreros.

La “legua” le decían, por lo que implicaba ir por esos caminos de Dios con su hato, los llamados “maletillas”, donde además de sus viejos avíos, guardaban las ilusiones de llegar a ser figuras y que tenían al “Tupinamba”, el café de la calle de Bolívar como recinto sagrado del toreo y junto al “Cantonés”, más barato, para informarse dónde y cuándo iba a darse la próxima toreada.

carazo arenero
Representación de José Luis Carazo Vega “Arenero” (Pintura de Antonio Navarrete).

El Bardo de la Taurina mantiene vivo el primer nombre y Luis Spota retrata con fidelidad aquél mundo de la legua, inspirado en las vivencias de Jesús “Ciego” Muñoz en su gran novela Más cornadas da el hambre, que concluye con el novillero, listo para partir plaza, en el túnel que conduce a la puerta de cuadrillas de La México.

En fin, recuerdos de niñez y de quien lo vivió a plenitud, por ello me es entrañable aquél mundo de soñadores de gloria y al adelantarse en el paseíllo hace unos días Don Pedro Moreno. Lo recuerdo y platico de quien conocí hace algunos años en las barreras de La México, durante la celebración de un festival donde actúo su hijo Pablo y, entre otros, Sergio Hernández Weber.

Al saludarlo me dijo, “Te voy a platicar algo sobre tú papá que probablemente desconoces”. Intrigado le pedí de favor que me lo contará, y antes de la anécdota me preguntó: “¿Sabes que José Luis toreó mucho en Puente de Vigas?”. Le dije que sí habíamos escuchado de aquella plaza que se ubicaba en el Estado de México y hoy es parte de la mancha urbana extendida de la ciudad capital.

Luego respondió: “entonces oyeron el nombre de Guillermo Martínez ‘El Pilón’”. “Su empresario, Don Pedro”, le comenté. En alguna corrida que se dio en la Plaza Norte cuando escaseaban los festejos en la capital, Pepe San Martín en los ochenta le había organizado un homenaje, y ese día nos lo había presentado “Arenero” con mucho cariño.

“Pues ahí te va”. Y parece que estoy escuchando sus palabras nostálgicas: “En aquella época no había celulares y cuando me hablaron que toreaba en Puente de Vigas, me vine de Guadalajara el sábado para estar listo el domingo y ese día me presenté en la puerta de cuadrillas, sólo para enterarme que no me tocaba ese día, sino hasta el siguiente domingo”.

Ya te imaginas la cara que puse y en eso tu papá, me dijo: “Venga, te dejo un quite, para que no hayas venido de balde”; detalle que nunca se me ha olvidado, y hoy que finalmente te conozco puedo platicártelo, como uno de la legua”.

Desde entonces le guardo un gran afecto a quien me dio semejante regalo sucedido en una plaza de toros dedicada a Esteban García, novillero rival de Carmelo Pérez, el hermano de Silverio y que trágicamente se fue a la gloria, por una cornada el 2 de noviembre de 1929.

La plaza fue inaugurada el 8 de febrero de 1942 con una novillada lidiada por Miguel Uribe, Alfredo González, Enrique Carreño y Franklin Domínguez “El Yucateco”. Los novillos fueron de la ganadería de Cerro Viejo.

toros y toreros
Abel Flores “El Papelerito” (Fotografía: La Aldea del Tauro).

Atraía a la afición por su cercanía a la Ciudad de México y finalmente desapareció, dejando anécdotas como la que me relató Don Pedro, pues también me dijo que ahí había alternado con Joselillo, de quien fue muy amigo. Por cierto, Guillermo Martínez “El Pilón” –empresario del redondel de Cerro Viejo–, fue apoderado de Abel Flores “El Papelerito”. Pero es otra gran historia.

Pedro Moreno debutó en la Plaza México la tarde del 12 de octubre dentro de la decimonovena novillada de la temporada de 1950, cuando alternó al lado de Fernando Brand de Aguascalientes,  y el costarricense Rafael Mata, quienes lidiaron ejemplares de Milpillas.

Fue promotor taurino y, sobre todo, una persona de carácter, tuvo diez hijos, con uno de los cuales tengo muy buena amistad, mi estimado Pablo; socio de Casa Toreros. Es un momento duro para todos los que le conocimos y nos tocó la fibra, siempre lo vamos a recordar con su pasión y amor, por la más bella de todas las fiestas.


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