tiempo

Saber y tiempo

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La noción de posteridad apela a personas y futuro. Por una parte, la posteridad denota al conjunto de personas que vivirá después de cierto tiempo y, por otro, hace referencia a lo que vendrá. 

En general, los seres humanos, en nuestro antropocentrismo, exaltamos nuestra importancia hasta alturas desmesuradas. Es por ello por lo que la conciencia de límite que supone el sabernos mortales nos hace tan bien; saber que somos finitos nos obliga a aprovechar al máximo nuestro tiempo, buscarle sentido a la existencia y pensar siempre con un ojo puesto en el pasado y otro en el futuro. Es cierto, este ejercicio puede hacer que descuídenos el presente, que en verdad es lo único cierto, pero ¿qué es el aquí y el ahora?, de pronto estamos con toda nuestra lucidez en el hoy y un instante después ese mismo momento no es más que pasado.

Es interesante lo que produce la noción de tiempo en nuestra especie. Le damos una dimensión, unidad de medida, intentamos asirlo, pausarlo o incluso congelarlo, pero no podemos, él siempre gana. Camina más rápido que nosotros, no se detiene y, por tanto, no tiene fin y, tal vez, tampoco comienzo. En el sentido en que nosotros entendemos nacimiento y muerte, el tiempo responde a una lógica distinta, irritante y absurda, dolorosa, deslumbrante, fugaz y eterna.

ilogica del tiempo
Imagen: Sugarman.

¿Tiene sentido molestarle por darle forma y comprensión a un fenómeno en permanente movimiento y transformación?, absolutamente, el conocimiento teórico explica el devenir y éste le abre las puertas al asombro y, por tanto, a la creatividad, es decir a la mejor faceta del ser humano.   

Saber y tiempo, ambos infinitos, ambos actuando como remolinos o laberintos por los que transitamos, y en los que, inevitablemente, nos diluimos. El dejar de ser, más que una tragedia constituye una oportunidad para hacernos responsables y asumirnos parte de una cadena, de una lógica que nos excede, pero que también nos hermana, en nuestra fragilidad e ignorancia, y de la misma manera en nuestra ambición y triunfo. 

La transformación que recorre el planeta, desde el cambio climático a la política contingente, de la que somos testigos, protagonistas, víctimas y victimarios, abre un abismo de dudas e incertidumbres. ¿Cuándo terminará todo esto? (tiempo), ¿cómo hacemos para vivir de una forma tan disímil a la que conocíamos? (saber). Un cúmulo de preguntas se apila frente a nosotros mientras vamos transitando día a día, momento a momento, por el filamento histórico en que nos encontramos hoy, siete mil ochocientos millones de cerebros y corazones que piensan y laten buscando respuestas.


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Tiempo al tiempo

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¿Por qué venimos a esta vida con tiempo limitado?

Desde temprana edad, cuando ya somos conscientes, sabemos que algún día vamos a morir. Si lo pensamos, cada día que pasa estamos más cerca de morir.

No pedimos nacer, pero igual nacemos y nos encontramos en una realidad en la cual viviremos por un breve periodo de tiempo, y que después de éste, inevitablemente moriremos.

Cuando se nos acaba el tiempo y morimos, ¿es el fin del juego?

De no ser el fin, ¿a dónde vamos después?, ¿esta vez podemos escoger?, ¿depende en algo de cómo nos hayamos comportado?

Y si no decidimos nacer ni tampoco morir, ¿hay algo que decidamos por nosotros?

En el tiempo limitado que tenemos, crecemos, nos reproducimos –si tuvimos “suerte”– y morimos. En el inter de esto, sufrimos accidentes, enfermedades… pérdidas, que tampoco decidimos.

Lo que sí decidimos fue casarnos –cada vez menos de nosotros–, tener hijos –ya sea que hayamos podido o no–, abrir un negocio, estudiar una carrera o un oficio, viajar…

¿Seguro que lo decidimos nosotros?

¿Tiene sentido vivir sabiendo que pronto vamos a morir?


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Cerrando ciclos y abriendo proyectos

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El tiempo es tu amigo,
camina con él,
ni detrás, ni adelante.

Una de las realidades más misteriosas del hombre, y que forma parte del misterio humano fundamental, es la temporalidad. Ser hombre es vivir en el tiempo, pero el tiempo no es sólo algo que afecta al ser humano, sino es algo que lo acosa y lo agobia. El tiempo pasa y lo traspasa, lo golpea y lo hiere.

Una de las quejas constantes que escuchamos es: “me falto tiempo”… La pregunta sería: ¿tiempo para qué?

Esto nos lleva a reflexionar sobre el valor del tiempo. Muchas veces nos quejamos de lo corto del tiempo, pero no caemos en la cuenta de que frecuentemente tenemos tiempo más que suficiente para realizar cosas importantes. Nos lamentamos de que la vida es breve, pero debemos hacernos conscientes de que en ocasiones nosotros la hacemos breve porque despilfarramos el tiempo.

Por esto, es importante saber cerrar ciclos y abrir proyectos: considerando que todo fin marca un comienzo, y todo comienzo nos obliga a tener la sabiduría de cerrar un círculo, un ciclo;  soltar y atesorar lo vivido, sin que esto implique renunciar a nuestros nuevos proyectos, propósitos, a nuestros sueños y a lo que deseamos conquistar.

Es importante vivir el día a día, con eficiencia, sin posponer, aprovechando cada instante, ya que pasado un instante, viene otro, aunque el que ya pasó nunca más volveremos a vivirlo.

percepcion del tiempo, conejo
Imagen: El Mundo.

“El pasado ha dejado de existir, el futuro todavía no existe, y el presente tiene una presencia tan huidiza que cuando pienso en él ya pasó”…

¿Por qué sufrir creyendo que la vida es cerrar ciclos si la vida es un continuo de abrir y cerrar puertas?

¿Por qué vivir ansioso ante los cambios  y no vivirlos como oportunidades?

¿Por qué los sentimientos que te acompañan son más de tristeza, angustia, ansiedad y nostalgia, que de alegría, fe, optimismo y esperanza?

Generalmente esperamos vivir situaciones inestables o pasar por circunstancias difíciles como alguna enfermedad, un accidente o una pérdida para replantear el significado de la vida y hacer una proyección a futuro. Sin embargo, cualquier momento es propicio para cuestionar y construir un proyecto de vida, reflexionando sobre cómo quieres vivir, desde qué estado emocional y físico quieres continuar trabajando, viviendo y existiendo. No es lo mismo sobrevivir que vivir a plenitud.

Te invito a empezar hoy, cuestionar qué áreas de tu vida quieres cambiar y mejorar.

manejo de ansiedad
Imagen: ElSevier

¿Cómo está tu rueda del Bienestar?  Qué quieres mejorar o implementar en las diferentes áreas de tu vida como el área física, emocional, familiar y social, intelectual, profesional y espiritual:

– Bienestar físico: es estar saludable, practicar algún deporte, alimentarte para estar sano y no obsesivo por el culto a la delgadez, cuidarte día a día, conéctate con tu cuerpo escuchando tus señales de hambre y saciedad, aprende a manejar la ansiedad, acude a tus chequeos médicos en forma periódica, y siéntete bien contigo mismo.

-Bienestar emocional: es conectarte contigo mismo continuamente, respetando tus emociones y cuidando las señales en cuanto a descanso, excesos, manejo asertivo del estrés, aprendiendo la relación mente-cuerpo y encontrando espacios de ayuda, terapia, silencio.

-Bienestar espiritual: es vivir sabiendo que eres parte de todo lo que te rodea, conectado con la naturaleza o fuerza superior, y en tu camino entender que todo lo que te suceda es parte de un aprendizaje para te vuelvas más sabio, intuitivo y logres crecer continuamente con los retos que te impone la vida.

-Bienestar familiar y social: es saber equilibrar y disfrutar de un tiempo acompañado de tus seres queridos quienes son parte de tu salud integral. Pertenecer a grupos familiares y sociales enriquece tu vida en muchos aspectos, sin olvidarte de tu individualidad y de saber estar solo contigo mismo.

nuevas oportunidades
Imagen: Arricchisciti.

-Bienestar intelectual: es darte el tiempo para adquirir nuevos conocimientos en cualquier área, estimula tu cerebro generando nuevas conexiones y brinda una oportunidad para nutrir tu mente, tu confianza, y continuar tu crecimiento en forma permanente.

-Bienestar profesional: es estar dedicado y ocupado para generar nuevas ideas, creatividad, logros y metas enriqueciendo tu proyecto de trabajo.

Y recuerda que cualquier crisis, obstáculo o dificultad debe ser trabajada internamente para acomodarla y poder seguir adelante porque la vida no puede vivirse con borrador, lo que vivimos, vivimos, pero de lo que sí somos responsables, es de lo que elegimos hacer con aquello que vivimos…

 No es lo que te pasa, sino lo que haces con lo que te pasa…


Escuelas de Tiempo Completo tendrán recursos en 2021: SEP

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El secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, aseguró que el programa de Escuelas de Tiempo Completo contará con presupuesto para su operación en el 2021, para que continúe aportando a la educación bajo un modelo de calidad y equidad.

Al responder los cuestionamientos de los senadores, durante su comparecencia en el marco de la Glosa del Segundo Informe Presidencial detalló que, alrededor de 5 mil millones de pesos provendrán del programa La Escuela es Nuestra, además de que se asignarán los recursos que sean necesarios para su continuidad.

Moctezuma Barragán dijo que esto es fruto de la gestión que se realizó, de manera permanente y reiterada, ante las diversas autoridades competentes y luego de múltiples reuniones, para que las Escuelas de Tiempo Completo permanezcan.

Puntualizó que se alzó la voz respecto a las Escuelas de Tiempo Completo, pero más importante que eso, fue que este llamado se escuchó para tener resultados positivos sobre este programa.

Agregó que, para la SEP, las Escuelas de Tiempo Completo conjugan gran parte del esfuerzo educativo que se está realizando. “Estamos hablando de 27 mil escuelas, la mayor parte de ellas, el 70 por ciento en zonas indígenas; con una población de alrededor de 3 y medio millones de alumnas y alumnos, y 160 mil maestras y maestros”.

Asimismo, afirmó que también habrá recursos para la reconstrucción de planteles escolares; bachillerato en línea; educación indígena, y para la educación de jornaleros migrantes.

Comento, además, que se realizaron gestiones para que el próximo año haya recursos suficientes para las escuelas normales, porque “si no tenemos una robusta formación Normal, no tendremos una robusta educación pública”, aseveró.

Los pensamientos y la mente

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“Los pensamientos son a la mente lo que la alimentación al cuerpo”. En efecto, hoy en día se reconoce la importancia que la alimentación tiene en la salud física de la persona. Por ello, todos los expertos en salud: médicos, nutriólogos y entrenadores físicos insisten preferir en calidad y cantidad de ciertos alimentos, así como restringir o eliminar la ingesta de otros, situación que se agudiza ante la aparición de enfermedades crónicas.

De igual forma, la salud mental, en gran medida, depende de los pensamientos con los cuales se alimenta la mente y son los responsables de los sentimientos que se experimentan a lo largo de los días. De aquí la importancia de reflexionar un poco en este aspecto.

La mente humana, al igual que el corazón o la respiración, trabaja todo el tiempo. Por un lado, asimila la realidad que le rodea, por el otro, responde a los retos que implica la existencia y paralelamente a esto se encuentra pensando todo el tiempo.

enredo de pensamientos
Ilustración: Sakerinox.

Los pensamientos tienen orígenes múltiples, pueden surgir de informaciones externas a las cuales se les da cierto valor y/o credibilidad o de reflexiones individuales que surgen de la articulación de elementos percibidos e interpretaciones propias; en ambos casos pueden ser reales o fantasiosos, así como verdaderos o falsos y generan en la persona estados que repercuten en su calidad de vida.

Es así como la absoluta eficiencia de la mente se ve afectada por la incapacidad que tiene de identificar si el pensamiento que le llega es real o fantasioso; verdadero o falso. Una vez que le da cabida a un razonamiento, manda las instrucciones a los órganos correspondientes para que suelten o inhiban las sustancias pertinentes de acuerdo a la idea dominante como la adrenalina cuando se relaciona con el miedo, dopamina frente al amor, endorfina con la alegría, testosterona alrededor del enojo y la disminución de la serotonina en el caso de la tristeza.

En todos los casos, es el pensamiento y no la situación real, el responsable de este comportamiento bioquímico del cuerpo y, por lo tanto, del estado anímico de la persona. Si bien la mente es incapaz por sí misma de reconocer qué tipo de pensamiento le llega, la consciencia inmediata primero y la reflexiva después sí tienen la facultad de funcionar primero como observador y luego, si así se desea, como filtro para detener o dejar pasar los pensamientos.

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Ilustración: Experience Life.

Indiscutiblemente éste es un tiempo que abre muchas interrogantes frente a las certezas, al orden establecido y al mundo construido. Es un tiempo que cuestiona y obliga a repensar las opciones personales y comunitarias. Tiempo saturado de información de todo tipo que genera diferentes estados en las poblaciones. Tiempo que se puede vivir con temor, angustia, recelo, enojo, indiferencia, aceptación, creatividad, amor, esperanza, etcétera; tiempo oportuno para contemplar y valorar la existencia; tiempo que permite observar si la atención se concentra en uno mismo o en pensar en aquellos que la pasan peor, tiempo dedicado a lamentar la afectación a la propia rutina o a encontrar muchas otras formas de estar, tiempo de dolor por la pérdida económica personal o que impulsa a compartir la propio con los más necesitados, tiempo de egoísmo o de solidaridad, tiempo de mirar con melancolía el pasado o con esperanza el futuro, tiempo que insiste en aferrase al pasado conocido o busca desprenderse para encontrar cielos nuevos y tierra nueva, tiempo que añora estar afuera o que impulsa a encontrar la propia intimidad, tiempo que busca evadir la propia identidad o que promueve descubrir el ser que somos y a saber estar con él.


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Relojes de cristales

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En este texto se comentará cómo se emplearán las simetrías temporales de los cristales para medir el tiempo de manera más precisa.

Es difícil definir el tiempo, sin embargo, hemos aprendido a medirlo observando eventos que se repiten periódicamente. Desde la Antigüedad se emplearon el día y la noche, las fases de la Luna y las estaciones para elaborar calendarios. A lo largo de la historia se construyeron relojes de Sol, arena, agua (clepsidras), velas, péndulos, relojes mecánicos y de oscilaciones atómicas. No obstante, en nuestra actualidad cada vez se requieren instrumentos más precisos para experimentos muy delicados que tienen que ver con el comportamiento de las partículas subatómicas, donde impera la mecánica cuántica. Ahora se espera utilizar relojes basados en las propiedades temporales de los cristales.

moleculas del cristal
Figura. Arreglo molecular de un cristal (Iain Quinn).

Los cristales son arreglos atómicos regulares, son muy comunes en la naturaleza, ejemplos comunes son la sal, el cuarzo y los diamantes. Estos son espacialmente simétricos. Por ejemplo, si observamos una sola cara de un arreglo cúbico y lo giramos, 90 grados, volveremos a ver un cuadrado.

Tanto la relatividad como la mecánica cuántica, las propiedades nos parecen extrañas, porque éstas y las leyes que las rigen son muy distintas si las comparamos con el mundo macroscópico que percibimos con nuestros sentidos. Pero para la naturaleza son perfectamente normales, teniendo la posibilidad de estudiarlas y emplearlas.

En el mundo subatómico impera la dualidad del espacio-tiempo. Por definición, la velocidad se mide dividiendo la distancia recorrida en determinado tiempo: v = d/t. En el caso de la velocidad de la luz, que es siempre constante, independientemente del movimiento de quien la observe, el cociente d/t es constante; si cambia, la distancia debe modificar el tiempo, y viceversa; lo cual implica que las dimensiones espaciales y temporales están íntimamente relacionadas.

Hoy en día los científicos analizan la simetría en el tiempo de los cristales. Se están haciendo arreglos de cristales de diamante donde se sustituyen algunos átomos de carbono por átomos de nitrógeno. Si se enlazan estos últimos, es decir, si se logra que su spin esté orientado en la misma dirección y se iluminan con el láser especial, entonces retornarán a sus spines originales. El tiempo que toma este proceso es tan preciso que permitirá construir los mejores relojes para los experimentos de laboratorio de la actualidad.


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¿Cuál es “mi tiempo”?

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¿Hay algún tiempo que es mío? No me refiero a un “tiempo para mí” como ansiamos todos en esta vida ajetreada, ni un tiempo de lo mío, sino a una serie de acontecimientos que están inscritos en “mi tiempo”. Ni modo. Esta entrega no será sobre algo de actualidad, pero sí sobre un producto cultural que adquirió un nuevo sentido para mí a raíz de la tensión generada en las semanas anteriores entre Estados Unidos e Irán. Hablo de Persépolis, de Marjane Satrapi (2000).

Esta novela gráfica de corte autobiográfico que, seguramente, será muy conocida por un público relativamente joven, me ayudó a completar un panorama muy difuso que tenía ilustrado en la mente sólo con las imágenes –igualmente difusas– de los noticieros que llegué a ver de 1979 a 1982, es decir, entre mis 3 y mis 6 años. Comprenderán que a esa edad una no construye una narrativa clara. Después, esas imágenes me revisitaron en forma de añejos documentales que me reprochaba no haber visto antes. Todavía no era historiadora, estaba completamente volcada en otros intereses y hacia 1990 me reprochaba por no haber estado al tanto de los acontecimientos de mi tiempo, como si ese tiempo ya se hubiera terminado. Para resarcirme, de agosto de 1990 a febrero de 1991, seguí con profundo interés las noticias sobre la Guerra del Golfo. El mundo bombardeado y mediado a partir de cámaras de visión nocturna se espectacularizaba para (mal que me pesara el pensamiento egoísta), pero eso sentía al verlo en la calidez de mi hogar y sin estar al pendiente de las sirenas o de las bombas. Esa distancia me hizo comprender que, aunque la guerra estuviera sucediendo al mismo tiempo que mi vida, no era “mi tiempo”.

persepolis
Imagen: Medium.

En el fondo de estas reflexiones está mi abuela Carmen. No le quitaba ojo a la televisión –es más, veía conmigo la Guerra del Golfo–, pero se notaba que nunca estuvo muy al pendiente de informarse sobre los contenidos de “su tiempo”. Tomando en cuenta que nació en 1922 y que vivió varios acontecimientos históricos de relevancia mundial, con frecuencia –e ilusión– la consultaba para saber qué oía de o cómo vivía durante los años de la Guerra Mundial. Lo que saqué en claro es que nunca puso atención a esas configuraciones narrativas o icónicas (tenía mejor memoria para la sección de espectáculos). No puso atención porque no tenían sentido para ella: no estaban en su horizonte; no eran “su tiempo”. Traigo a colación el desinterés histórico de mi abuela porque justamente era éste el que me aterrorizaba: ¿cómo iba yo a salirle a alguien con la respuesta de “no me enteré” o “no me acuerdo”?

La lectura de Marjane Satrapi me fue sugerida como una nada discreta provocación. Yo no había leído nunca una novela gráfica y comenzaba a interesarme por adquirir vocabulario y recursos de análisis formal de imágenes tradicionalmente relegadas al ámbito de la cultura popular. Yo, digna historiadora del arte de mi tiempo (1994-1998) me formé en una tradición académica que, si bien ya no despreciaba la imagen de masas, no consideraba que fuera ésta la que abriría una áurea trayectoria hacia las glorias doctorales. Así que hace poco, indagando para tratar de suplir mis carencias de aproximación formal al cómic, se me sugirió la lectura de Persépolis con un tono subyacente de “a ver si aguantas”.

Comunico mi experiencia inicial: la lectura no era nada sencilla. Para todos aquellos que nos formamos leyendo texto corrido, la exigencia que representaba la carga visual era mucha. No obstante, la gráfica contrastante me atrapó casi de inmediato, tanto como la curiosa mirada de una niña que se explica un mundo transido por conflictos políticos y religiosos y que destierra a Dios de su vida. Satrapi narra cómo se dio la revolución iraní a raíz del derrocamiento del Sah y cómo una sociedad progresista se vio de pronto inmersa en la represión que trajo consigo el Ayatola Khomeini.

Marjane Satrapi
Marjane Satrapi, historietista franco iraní (Fotografía: Cineuropa).

Satrapi asume con poco agrado la orden de llevar velo y los rituales escolares que ensalzaban a los mártires de la revolución. A pesar de que creció en el seno de una familia letrada y de ideas de avanzada, Marji y sus impulsos libertarios no encuentran cabida en ese régimen. Dado que acepta la propuesta de sus padres de irse a terminar su educación a Viena, Satrapi comienza a vivir su tiempo: siempre al día y sensible respecto de las problemáticas de su país, siempre comparando la futilidad de las quejas de sus amigos y compañeros del colegio, siempre consciente de que tenía una familia con la cual regresar, la ya adolescente instaura narrativamente su propio tiempo y se juzga duramente con el recuerdo del tiempo y de las circunstancias de sus connacionales.

A diferencia de mi abuela, la abuela de Marjane Satrapi es construida como una mujer que prodiga consejos sabios y acordes con las circunstancias de una mujer que va dejando la infancia y que se enfrenta a nuevos retos. Sus senos eran firmes y olían a jazmín; ése fue el recuerdo que Marji configuró al dormir por última vez junto a ella y que atesoró antes de partir por primera vez al mundo occidental: el espacio de intimidad, complicidad y seguridad que se abrió esa noche la acompañará nostálgicamente en sus correrías adolescentes en una sociedad en donde no puede encontrar una compañía honesta. La única visita que su madre puede hacerle la reconstituye como persona y la obliga a tocar fondo y a reaccionar con acciones frente a su inacción. Marjane inauguró así su tiempo, al que tuvo que renunciar narrativamente cuando, al llamar a su padre para saber si podía volver con su familia, puso como condición un respeto al silencio sobre sus últimos tres meses en Viena.

persepolis
Imagen: Words in the Bucket List.

Más allá de lo entrañable de la historia personal, Marjane Satrapi logra establecer una narración, somera pero clara, de los cerca de 4,000 años de historia de su región. Titular Persépolis a la obra es tomar una postura definida respecto del islam en Irán y de sus implicaciones geopolíticas. Su gráfica rinde tributo a un imaginario cultural que se logra sintetizar magistralmente en pocas páginas. Satrapi decidió hacer de esos 4,000 años de historia su tiempo, al hipostasiarlos en su narrativa como germen de muchas explicaciones a lo que le tocó vivir. A raíz del reciente conflicto entre Irán y Estados Unidos, Persépolis volvió al horizonte como una posibilidad de entender y contextualizar las tensiones en una deriva mucho más larga y compleja.

Como decía, mi abuela no me contó ni de la Guerra Mundial, ni de la Guerra Cristera. Con trabajos se acordaba del presidente del sexenio anterior. Pero, como la de Satrapi, me contó sobre ella, me contó de su tiempo, a través de la exploración de registros sumamente íntimos, de ser mujer en diferentes tiempos. Me enseñó a que hacer mi tiempo no es dominar datos e información descarnada de lo que me es contemporáneo, que no hay que censurarse por no saber, sino construir relaciones significativas entre nuestros tiempos y los de otros.

¿Cómo mejorar el uso de nuestro tiempo?

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Es curioso cómo hay temas que son cíclicos, al menos pasa mucho en materia de capacitación y consultoría. Las empresas “descubren” o encuentran a partir de ciertas investigaciones, que entre sus empleados o ejecutivos hay necesidades que deben atenderse y que supuestamente ya estaban resueltas. Una de ellas, por lo menos entre mis clientes y potenciales clientes este 2019, ha sido el tema de la gestión del tiempo, ¿cómo hacer para que la gente pueda utilizar mejor sus horas de trabajo e inclusive en algunas empresas hay la genuina preocupación de que sus empleados utilicen de mejor manera su tiempo libre?

También está en el aire saber que México es de los países laboralmente hablando más improductivos del mundo, al menos lo somos entre los miembros de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) y en los últimos años, no sólo no hemos mejorado, sino que hemos empeorado.

Somos también de los países donde se laboran más horas al año, algo así como 2,225 horas trabajadas por año en promedio por cada trabajador mexicano que es parte de la Población Económicamente Activa (PEA) según la OIT (Organización Internacional del Trabajo), y uno de los países donde menos vacaciones se dan por año. En realidad, nuestra legislación laboral, con todo y sus recientes reformas, es muy mala en materia de días de vacaciones y festivos obligatorios. Somos uno de los cinco países en el mundo con menos días de descanso al año sumando las dos cosas.

Por cierto, un estudio de UBS (Unión de Bancos Suizos) demostró que la Ciudad de México tiene el poco decoroso segundo lugar, como la ciudad del mundo donde más horas se trabajan (43.5), sólo siendo superada por Hong Kong (50.1).

En este entorno, y para poder hacer un análisis objetivo, yo casi siempre empiezo en mis talleres con un autodiagnóstico muy sencillo, le pido a los participantes que me digan cómo utilizan sus 168 horas de la semana: 24 horas por siete días.

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Imagen: Freepick.

Mi primer hallazgo me lleva a una conclusión inmediata, la gente no tiene la menor idea cómo utiliza su tiempo y aquí radica el principal problema.

En términos generales podemos decir que entre dormir y trabajar ya tenemos ocupadas entre la mitad y dos terceras partes de las 168 horas, es decir, entre el 49% y el 68% del tiempo.

La mayor parte de las personas dormimos entre 6 y 9 horas por día. Esto significa que usamos entre 42 y 63 horas de la semana en dormir, así que ya hemos usado entre el 25% y el 38% de nuestro tiempo en dormir. Aquí estoy considerando que compensamos algunas horas el sábado y domingo.

Por lo que hace al trabajo, hay muchas más variaciones, porque la gente o no contabiliza las horas que dedica a la semana en trabajar fuera de sus horas de trabajo –desde su celular, tableta o laptop, e inclusive su teléfono para atender llamadas de trabajo–, o bien, porque le cuesta trabajo identificar con “exactitud” cuántas horas realmente trabaja a la semana. Si considero que la mayor parte de las empresas en la Ciudad de México ya sólo trabajan de lunes a viernes sus respectivas ocho horas, diríamos que la gente únicamente trabaja 40 horas, pero todos sabemos que, si tienes una posición media y peor un alta en una empresa en México, estás trabajando entre 45 y 50 horas semanales, como mínimo, esto es entre el 24% y el 30% de las horas disponibles de la semana.

Ahora vamos a identificar otros grandes usuarios de nuestro tiempo semanal:

Transporte: Independientemente de cómo nos movemos, los traslados son un significativo consumidor de nuestro tiempo. Distintos estudios de instancias de la Ciudad de México señalan que, el viaje promedio de los que habitamos esta zona metropolitana es de 1 hora con 16 minutos por traslado, es decir, 12.7 horas por semana de lunes a viernes, a esto habría que sumarle las horas que usamos para movernos los fines de semana, unas cuatro más. Así que usamos unas 16/17 horas de traslados por semana o casi el 10% de nuestro tiempo disponible semanal. En otras ciudades del país y en muchas otras latitudes en el mundo este porcentaje puede variar mucho; yo que hago un alto porcentaje de “home office” utilizo menos de 6/7 horas a la semana en transporte y una buena parte de él es en bici o caminando, lo que demás me suma como ejercicio.

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Imagen: Freepick.

Aquí, siempre le sugiero a los participantes a los talleres que aprovechen de mucho mejor manera sus horas de traslado, aprendiendo un idioma, leyendo libros o escuchando audio libros, avanzar en la lectura de correos, hacer llamadas que tomarán poco tiempo, y actividades de esa índole, o bien, ver películas, series, tomarse tiempo para meditar, reflexionar, hacer ejercicios de introspección, aprovechar un espacio que dediquemos a nuestro espíritu o temas religiosos. Hacer llamadas a familiares o a amigos. Si tomamos en cuenta que de los más de 34.5 millones de viajes que se dan en la CDMX, entre semana,15.6 millones son en transporte público (aunque sean peseras y combis), hay una buena área de oportunidad en esta materia.

Comidas: es el otro lógico gran consumidor de nuestro tiempo. Estimo que una persona “normal” se toma entre 15 a 30 minutos en su desayuno diario, toma otros 45 a 60 minutos en su comida y otros 30/45 en su cena, así que, entre semana, nos tomamos alrededor de 8 a 10 horas para hacer las tres comidas y le podemos agregar unas 5 a 8 horas más para las comidas del fin de semana. Con ello, consumimos entre el 8 y el 11% del tiempo de la semana en comer.

Siempre tengo los asistentes que me dicen, ¿cómo sumo las horas de working lunch? Y la respuesta siempre es ponle mitad y mitad. Es decir, mitad a trabajo y mitad a comida.

Sumados estos cuatro elementos, ya llevamos utilizados entre el 67% y el 89% del tiempo de la semana. Así pues, tenemos alrededor de 30 horas disponibles para hacer “lo demás”. En el mejor escenario tendríamos unas pocas más de 40 horas, y en el peor de los casos sólo unas 20 horas.

¿Ya vieron qué alarmante es el poco tiempo que nos queda disponible para todas las demás cosas importantes que queremos y tenemos que hacer?

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Imagen: Getty Images.

Enlisto, de manera enunciativa, más no limitativa, todo lo que deberíamos considerar: Ejercicio, yoga, o equivalentes; tiempo para el espíritu y/o tiempo para temas religiosos (habrá gente que aprovecha las misas por televisión para hacer ejercicio… jaja); tiempo para estar con uno mismo (esto es MUY importante, todos deberíamos darnos mínimo 15 minutos al día para estar con nosotros), aseo personal (es tan variable el tiempo que utilizamos, que mejor lo dejo en esta categoría de varios); tiempo con la pareja; tiempo con los hijos, que no necesariamente es el mismo; tiempo con los amigos; tiempo con la familia; tiempo para leer, ver televisión, noticieros, series, películas, ir al cine, teatro, museos, etc.; tiempo para nuestros pasatiempos; tiempo para los quehaceres del hogar (lavar y planchar ropa, el aseo de la casa, cocinar, etc. Aquí hay números escandalosamente diferentes para la mujer que trabaja y que está casada, mientras ella utiliza más de 20 horas a la semana en estos temas, las parejas sólo trabajan en cosas del hogar menos de 6 horas); tiempo en las redes sociales; aunque obvio, ¿cuánto tiempo dedicamos para ir al baño?; tiempo para tener sexo; llenar formularios; hacer compras, aunque sea por Internet; hacer colas o filas; y muchos etcéteras.

Pensemos en todo lo que hay que hacer en estas horas, qué estamos haciendo mucho o estamos haciendo poco y queremos hacer más, ¿tenemos que redistribuir mejor nuestras horas en lo que las estamos invirtiendo?