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Fenomenología de la vida: subjetividad en carne viva

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El filósofo y fenomenólogo francés Michel Henry nació en 1922 en Vietnam, pero su familia volvió a París en 1929 donde él completó una maestría en 1943 con una tesis sobre Spinoza, al tiempo que se unía a los maquis de la Resistencia antifascista con el seudónimo de “Kant”. Al acabar la guerra consiguió una plaza como filósofo en el CNRS para publicar en los años 60 una disertación doctoral de 1000 páginas bajo el título de “Filosofía y fenomenología del cuerpo. Ensayo de una ontología biraniana” en referencia al pionero de la filosofía del yo, Maine de Biran. Consiguió una plaza en la Universidad de Montpellier, donde permaneció hasta su muerte en 1982. Además de filosofía, publicó varias novelas.

Michel Henry
Michel Henry hacia 1965.

A lo largo de su extenso trabajo ajustó las doctrinas de Husserl, el padre de la fenomenología, y de Heidegger, uno de sus exponentes más célebres y debatidos. Esta fenomenología clásica ponía énfasis en la intencionalidad, la característica de los actos mentales de ser acerca de algo: aquello que la persona percibe, siente, piensa, imagina, recuerda, sueña, desea o realiza. La fenomenología de la vida cultivada por Henry considera la intencionalidad como una propiedad de la conciencia enraizada en algo más fundamental que indistintamente denomina afectividad, pathos o vida. Ese fundamento previo es una afectividad inmanente y propia de la vida; un tema afín al que en la actualidad se analiza bajo el rubro de autoconciencia mínima y que repasamos en las últimas entregas de esta columna.

Henry consideró que buena parte de la filosofía tradicional se funda en las apariencias o fenómenos conscientes, es decir, en la manera como los objetos ocurren o aparecen en la mente humana. Sostuvo que el fenomenólogo “clásico” se aboca a estudiar cómo es que acontece esta apariencia y se aboca a estudiar algo “exterior” a la conciencia misma: su orientación hacia un objeto, su intencionalidad. La cuestión esencial que intriga y motiva al pensador francés es qué hace posible a la intencionalidad, lo cual concierne a la estructura misma de la conciencia. ¿Cuál es la naturaleza de ese núcleo de conciencia? Su respuesta es directa e inequívoca: la vida misma. La subjetividad humana está enraizada en la vida que es común a todos los seres vivos y los trasciende como su condición inmanente. Lejos de apoyar un idealismo que la considera como evidencia de un espíritu inmaterial, la subjetividad tiene su base concreta en la vitalidad del cuerpo porque la vida es condición de posibilidad de cualquier experiencia.

vida François-Pierre-Gontier de Biran
François-Pierre-Gontier de Biran (Maine de Biran), 1766-1824.

Como Maine de Biran, Henry considera decisiva la apercepción directa e inmediata que constituye la experiencia básica y elemental de un cuerpo viviente. El cuerpo no es un instrumento del yo o de la subjetividad, ni la acción o la conducta sólo un medio por el cual el yo accede al mundo, sino que la subjetividad se identifica con ese sentir fundamental del ser viviente, una forma primaria de sufrimiento y gozo que concibe como pathos. El término pathos se refiere una experiencia que no puede dejar de sentirse, porque la vida no escapa de sí misma. A partir de esta base de subjetividad viviente se origina todo fenómeno consciente e intencional. Así, a diferencia de los fenomenólogos iniciales, Henry basa la intencionalidad de la conciencia en este proceso vital e inmanente de afectividad esencial, lo cual plantea una duplicidad entre un núcleo de la conciencia y las apariciones en forma de contenidos mentales. La afectividad inmanente sería la vida misma como una forma de ipseidad o autoafección que se manifiesta en el poder de la subjetividad y de la agencia. En una entrevista, Henry lo expresó de esta forma:

… aquello que soy en el fondo de mí mismo, mi vida, es algo en sí ajeno a este horizonte de visibilidad del mundo. Mi vida, tal como la experimento originalmente en mí mismo, jamás es un objeto, jamás es susceptible de ser vista en el “mundo”. Su esencia consiste precisamente en el hecho de experimentarse inmediatamente a sí misma, sin distancia, en una “auto-afección” en sentido original.

La conciencia es entonces fruto del despliegue y la evolución de la vida misma, una propiedad que Henry denomina auto-accroissement (auto-incremento), análoga a la autopoiesis que he propuesto en una sección anterior como fundamento o requisito biológico de la autoconciencia. La vida se constituye por su movimiento inherente y su actividad de crecimiento. Vivir es experimentarse a sí mismo y la naturaleza de la subjetividad es la inmanencia trascendental de la vida. Esto atañe de manera central a la corporalidad, al hecho de que la autoconciencia está encarnada en un cuerpo vivo porque éste se experimenta a sí mismo de manera inmediata. Es justo decir “yo soy mi cuerpo” si con esto se implica la vida del cuerpo, esa vida que constituye la identidad diacrónica, el trayecto vital de cada persona en el tiempo.

Fenomenologia de la vida
Portadas de las traducciones al español de “Fenomenología de la vida” y “Encarnación” de Michel Henry.

Henry se adelanta por décadas a la reciente tesis de la simulación situada de Vittorio Gallese cuando afirma que el objetivo fundamental de la danza no es escenificar una historia, sino expresar movimientos para que el espectador los sienta en carne propia de la misma manera que una pintura hace sentir en el espectador fuerzas motrices y afectivas que están larvadas en su interior. Coincide con el pintor Kandinsky: todo arte tiene el efecto de intensificar la vida porque expresa y afecta a la interioridad viviente.

El ser humano no se da la existencia a sí mismo ni la mantiene por sí mismo, es la vida que se mantiene a sí misma a través de cada ser humano. De esta manera, Henry explica la necesidad humana de actuar, de ejercer el poder de la subjetividad. Considera que la idea fundamental de Marx es profundamente cierta: la relación del ser humano con el mundo es una relación práctica; sólo la vida manifestada a través de los individuos posee el poder, la fuerza y la eficiencia para transformar al mundo y adecuarlo a sus necesidades mediante el trabajo. Esto determina la estructura de producción y de consumo de toda sociedad.

Henry caracteriza la “búsqueda de uno mismo” como algo típico de la modernidad y argumenta que esta tendencia sin rumbo o éxito posibles sólo puede ser rebasada mediante el “abandonarse a sí mismo en la vida”, olvidarse del ego que se cuida y se acrecienta a sí mismo en el mundo para descubrir algo esencial y relegado: la vida misma y el amor que despliega al mantenerse y expresarse. Este reconocimiento escapa a toda intencionalidad, es decir, a toda representación mental, y sólo puede conseguirse a través de una mudanza de la acción y la praxis hacia la misericordia y la compasión. La búsqueda de uno mismo, característica de la modernidad, paradójicamente sólo puede lograrse mediante la renuncia de uno mismo.

libros filosofia
Portadas de las traducciones al español de “Ver lo invisible. Acerca de Kandinsky” y “La fenomenlogía radical, la cuestión de Dios y el problema de mal” de Michel Henry.

Coincidió con Kierkegaard en considerar que el yo aparente de la subjetividad humana no es su propio fundamento, sino la vida que no escapa de sí misma y que implica una liga entre cada ser vivo y la vida absoluta. La religión (re-ligare) es el ámbito donde se actúa la autotransformación de la vida, la expresión subjetiva de esa propiedad y su reciprocidad entre los vivientes, algo que no se conoce racionalmente o por el pensamiento, sino por sentir directamente la vida misma. En sus últimas obras, Henry encontró en la enseñanza de Cristo una correspondencia con sus conceptos de afectividad inmanente y de entrega a la vida. En su visión, el cristianismo llama Dios a la vida, llama Padre a su feraz proceso de autogeneración y llama Hijo al ser viviente surgido por la autogeneración de la vida, donde se cumple su ipseidad o mismidad fenomenológica. La fenomenología de Michel Henry implica valorar y comprender a la vida como el verdadero ser de la persona, más que su relación con los objetos del mundo.

Vivir en escuelita o vivir de vacaciones

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Gracias Maite por la inspiración que provocaste en nuestra conversación.

Todas las tradiciones religiosas y espirituales del mundo plantean una explicación con relación a la existencia del ser humano en el mundo. Las respuestas que proponen no son un argumento más, determinan el sentido y la dirección con la cual sus seguidores enfrentan la vida cotidiana.

De las diferentes propuestas se pueden distinguir dos grandes tendencias: una que considera la vida como un proceso de evolución y otra como un espacio de encuentro.

Entender la vida como un proceso de evolución implica considerar todas y cada una de las situaciones de la vida como una prueba a superar, como una habilidad o situación a aprender para tener oportunidad de seguir hacia un nivel superior. Esta situación supone un determinismo previo ajeno a la voluntad de la persona, pues hay algo o alguien que ha decidido que es momento de pasar al nivel correspondiente, o bien, un conocimiento previo de la persona antes de encarnarse que decide cuáles son las situaciones a dominar durante su vida.

Entender la vida como un proceso de evolución es comprender la existencia como escuelita, con la misma presión y exigencia de un programa académico. Es asumir y aceptar las más dramáticas situaciones de la vida como algo necesario o merecido, lo cual no deja de tener un cierto aspecto macabro y cruel.

entender la vida
Imagen: Xuwtong Wang.

Entender la vida como un proceso de evolución es pensar en un menú previamente definido con los tiempos y los platillos determinados por alguien más frente al cual la única opción en todo caso es rechazar el platillo sin que haya un sustituto que lo reemplace.

Comprender la vida como un espacio de encuentro significa abrir la propia existencia para conocer, experimentar y disfrutar cada uno de los momentos que se presentan entre el nacimiento y la muerte. Es aceptar que el devenir se construye por la combinación de múltiples causas y voluntades. Es reconocer que en la vida siempre aparecen situaciones nunca antes experimentadas, algunas de ellas adversas y complicadas. Es descubrir que siempre hay herramientas internas y condiciones externas que permiten superar cualquier evento, por difícil o dramático que sea.

Comprender la vida como un espacio de encuentro es experimentarla con la apertura, el gusto y el asombro de las vacaciones. Donde el espíritu está abierto a la novedad que proporciona lo desconocido y que se desea conocer. Es poner entre paréntesis los prejuicios y acudir a la flexibilidad para adaptarse a cualquier situación que se presente. Es aceptar las contrariedades de la vida con la disposición de encontrarle el mejor ángulo e impedir que rompa la paz y la armonía interna.

Comprender la vida como un espacio de encuentro es pensar en un bufet lleno de platillos, entre los cuales escoger. Es afinar la capacidad de elección para no confundirse con la impresión que da la vista o el primer acercamiento y desarrollar mejores criterios de elección. Es perfeccionar la capacidad de mirar lo más posible antes de elegir para medir el mayor número de variables y evitar decepciones o sorpresas desagradables.

Sea como escuelita o de vacaciones, lo importante es descubrir cuál es la más conveniente para cada quien, en cuál puede desarrollar mejor sus potencialidades, cuál le hace más feliz y mejor persona, con cuál deja un mundo mejor.


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La vida que viene y yo me voy

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Si supieras que vas a morir pronto, ¿qué harías a partir de ese momento en adelante?

Obvio…haríamos todo lo que siempre quisimos hacer.

Probablemente renunciaríamos a nuestro trabajo (si aún tenemos uno), para dedicarnos tiempo a nosotros mismos, a nuestras familias y amigos.

Venderíamos muchas cosas que tenemos y que no usamos.

Usaríamos el dinero que tenemos para viajar y conocer el mundo, ya que antes no teníamos tiempo para hacerlo.

Pasaríamos más tiempo buscando información y leyendo para intentar comprender qué sigue después de la muerte.

Probaríamos aquellas cosas que no habíamos hecho porque nos daban miedo.

Buscaríamos ser felices y apreciar los pequeños detalles y momentos que nos regala la vida.

Y si supieras que vas a morir mañana, ¿qué harías hoy?

Pues no mucho, más que otra cosa el tiempo nos alcanzaría únicamente para despedirnos de nuestros más cercanos.

Entonces, ¿sería más satisfactoria nuestra vida si la viviéramos pensando que pronto moriremos?

¿Viviríamos realmente el tipo de vida que siempre quisimos?

¿Existe algún impedimento para empezar a vivir de esa manera a partir de hoy?


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La paz interior

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El ser humano para existir necesita satisfacer sus necesidades. El no solventar algunas de ellas pone en peligro su existencia como la carencia de alimento, otras, más sutiles, sólo afectan la calidad de vida que experimenta. En algunos casos se llega a adaptar a esta escasez, consigue resolver su supervivencia e incluso llega a considerar que así es y así se queda, pero en otros, se revela y lucha hasta encontrar la forma de mejorar sus condiciones.

Entre las múltiples necesidades que el ser humano requiere satisfacer para existir está la paz interior, condición indispensable para una auténtica vida de calidad; de aquí la importancia de definir en qué consiste y cómo se logra.

La paz interior es un estado de la persona posible de alcanzar por todo ser humano independiente de las circunstancias externas y que genera una profunda calidad de vida. La paz interior se cultiva intencionalmente y, por lo mismo, conviene reconocer qué prácticas y comportamientos contribuyen para su desarrollo. A continuación, están algunas de ellas:

en busca de la paz interior
Imagen: D. Sum.

∙ Vivir en el presente. Dedicar gran parte del día al pasado y/o al futuro, aun cuando estén asociados con tiempos venturosos, impide la adaptación al presente y a encontrar en éste razones de sentido, esperanza y felicidad.
Aceptar las condiciones ineludibles de la vida. En efecto, la vida implica retos y adversidades con las cuales hay que lidiar en un momento dado. La paz interior no proviene de la ausencia de conflictos, pérdidas o fatalidades, sino de la certeza de que sólo son temporales y que siempre se tienen los recursos necesarios para salir adelante.
Disminuir en la medida de lo posible el ritmo de vida. La obsesión actual lleva a las personas a intentar vivir rápida e intensamente, además, el impulso de satisfacer las demandas materiales genera pesadas jornadas y multiplicidad de actividades. Por ello es fundamental destinar tiempo libre para contemplar y gozar la existencia.
Soltar la obsesión por lo superfluo y efímero. Esto no significa renunciar a lo material, sino sólo no depender de él para atesorar en la vida aquello que el tiempo no corroe ni el ladrón hurta.

paz interior
Imagen: María Paiz.

∙ Renunciar al control de la conducta de los otros. Los demás, por cercanos que sean, sólo son lo que son, tienen sus propias historias y perspectivas de la vida. Aceptar su identidad tal y como es una significativa medida para encontrar formas sanas de relación en la que no se dañe ni se tolere la agresión.
Perdonar las heridas del pasado. No se trata simplemente de negar las heridas ni tampoco dejarlas pasar; lo pertinente es reconocer la propia vulnerabilidad ante ciertas circunstancias, la potencialidad de otros para herir y la necesidad de desarrollar criterios y habilidades concretas para evitar daños futuros tanto de las mismas personas que dañaron en el pasado como de futuros agresores.
Gozar el bien y el éxito ajeno. El verdadero bienestar proviene del bien común, que no significa solamente condiciones justas de existencia, implica también disfrutar la ventura de otros como si fuera propia para evitar la envidia y aumentar las posibilidades de alegrarse.
Compasión por uno mismo. Es decir, desarrollar la capacidad de disminuir la auto-exigencia y el perfeccionismo para reconocer y aceptar las propias limitaciones con un discernimiento claro que permita esforzarse solamente por aquello que vale la pena, empleando los pequeños logros como motivadores para continuar en esa misma línea.
La práctica de la meditación grupal o individual como práctica concreta que ayuda a concretar todos los puntos anteriores.

Encontrar, mantener e incrementar la paz interior son medidas efectivas para desarrollar una existencia gratificante y dirigir el propio devenir hacia una vida que valga la pena ser vivida.


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A la vida nosotros le ponemos el adjetivo

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La vida es una aventura que sólo nosotros podemos adjetivar. Buena, mala, regular. O, excelente, suprema y excepcional. En la vida en realidad el adjetivo lo decidimos nosotros, y además considero que es nuestra responsabilidad hacerlo. Podemos pasar la vida en blanco, (por cierto un adjetivo) sin emociones, sin aventuras, sin recuerdos que contar. O bien, podemos adjetivarla y cargarla de amor, adrenalina, aventuras y color.

El sustantivo (en este caso la vida) nos es dado por el azar, el adjetivo por el contrario, depende de nosotros, de nadie más.

Ciertamente que la vida te provee de tragos amargos, (adjetivo) de sinsabores, (también adjetivo) sin embargo, como todo en la vida, hay adjetivos negativos y positivos,  nuestra responsabilidad, única y exclusiva es asirnos de los adjetivos con los que queremos colorear nuestras vidas. Respecto de aquellas características con las que nacemos, es decir, aquellas que nos son dadas, nada podemos hacer, por ejemplo, ser feo (como el que esto escribe) o ser calvo (también como el que esto escribe), salvo contrarrestarlos con sus equivalentes positivos. Soy feo pero agradable (adjetivo) o soy calvo pero, tengo una pelona bonita (adjetivo).

pinturas surrealistas, Christian Schloe
Ilustración: Christian Schloe, ilustrador austríaco.

Analicémoslo, la vida está llena de sustantivos, como precisamente la palabra “vida”, que así sola, así a secas, no dice nada o dice muy poco, el color, el sabor, el adjetivo (insisto) es algo que sólo nosotros podemos decidir.

Es por eso que no podemos darnos el lujo de vivir en el mundo de los sustantivos, que son incoloros, insípidos, ñoños e inexpresivos. La vida entonces, debemos cargarla de adjetivos (de preferencia positivos) ya que como es evidente, sólo éstos tienen el color, la fuerza o la vitalidad necesaria para hacer de nuestras vidas; vidas buenas.

El adjetivo representa todo, lo bueno y lo malo, el amor y el desamor, la valentía o la cobardía, la felicidad o la tristeza. De ahí la necesidad de elegir bien en cuál mundo de los adjetivos queremos vivir.

proposito, significado de la vida
Imagen: Oprah.com.

Por todo lo dicho y en mi caso particular, estoy convencido que debemos vivir en el mundo del adjetivo y no en el del sustantivo.

La frase “mi amigo” o “mi amiga” no dice nada, es inexpresiva, insulsa, anodina, hasta que la adjetivamos. Por ejemplo, mi amigo entrañable, mi amiga admirable, sólo así, esas frases adquieren color, textura y significado.

Hagamos de nuestro mundo uno de adjetivos positivos, pro-activos, admirables, no dejemos que el sustantivo nos gane. Esto lo aprendí de la frase de una amiga, mi editora, mi estimada Mariana Ruiz que un día me dijo: “A la vida nosotros le ponemos el adjetivo”.

Vivamos pues, atrevámonos a colorear nuestras vidas, a adjetivarlas y, por ende, a hacerlas interesantes, atrevidas e inolvidables.


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Vivir en el presente, un paso a la vez

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Cualquier especialista en psicología, en cuidados emocionales, recomienda que en episodios de mucha ansiedad, como los que estamos viviendo ahora, debemos concentrarnos en el presente y en fijarnos metas a corto plazo, es decir: nada de planes.

Ya vemos en muchas redes sociales que muchos de nosotros estamos pensando en qué haremos después de junio, a dónde viajaremos, cuántas fiestas y reuniones vamos a tener.

Sin embargo, en cada ocasión en que la humanidad ha tenido que detenerse en seco por una pandemia o enfocarse en una terrible guerra, al final se han hecho grandes celebraciones que lo único que logran es hacernos olvidar muy pronto la angustia, el miedo y la ansiedad previas.

vivir en el presente
Ilustración: Adrien Kulig.

Cualquier sobreviviente, de una enfermedad, de una epidemia, de un conflicto armado, lo primero que te comparte es que debemos hacer un uso inteligente del tiempo, ir de momento en momento, un día a la vez como decimos, para ilustrar que superar problemas sociales y crisis sanitarias es una carrera de resistencia, mezclada con obstáculos, nunca una competencia de velocidad.

El pico de la pandemia que nos afecta empezará apenas la próxima semana y durará unas cinco más probablemente.

Aun cuando podamos volver a las calles para finales de mayo o principios de junio, regresaremos a un país completamente distinto al que conocimos, porque las medidas de sana distancia y la higiene deberán ser permanentes, es decir, acostumbrémonos a vivir con las previsiones indispensables para no infectarnos de coronavirus, porque no se va a ir pronto de nuestras vidas.

Y justo cuando pensemos que hemos librado lo peor, debemos prepararnos para un nuevo brote en diciembre que se una al estacional de la influenza.

Así que vayamos con calma, ocupemos el tiempo, la energía, la voluntad personal y la higiene física y mental para vivir un día a la vez.

vivir en el presente
Ilustración: Karim Abdelmageed.

El futuro es y seguirá siendo incierto, así que lo mejor que podemos hacer es trazarnos metas alcanzables, que nos permitan resolver problemas inmediatos y urgentes, y concentrarnos en nuestras familias, en nuestro trabajo a distancia y en todo aquello que nos permita ayudar a otros en estas condiciones.

Las recomendaciones son: 1) Metas alcanzables que nos permitan resolver problemas inmediatos; 2) Tu salud física y bienestar emocional es lo primero; 3) Cuida a tu familia inmediata; 4) Cuida a tu círculo cercano –vecinos, compañeros, colaboradores, empleados–, a tu comunidad 5) No pierdas el sentido del humor; 6) Expresa tus sentimientos y emociones. ¡Háblalo!, ¡háblalo!

Viktor Frankl dice: Si la situación es buena, ¡disfrútala! Si la situación es mala, ¡transfórmala! Si la situación no la puedes transformar, ¡transfórmate!


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¿Cómo atraer el amor a tu vida?

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Seguramente has escuchado hablar sobre la ley de la atracción, ese tema que se puso de moda sobre la teoría de que podemos atraer lo que queramos sólo con pensarlo. Si esto es verdad, ¿por qué muchas personas que anhelan y piensan en tener pareja, en encontrar el amor, están solas y sin amor?

Parecería que no únicamente se trata de pensarlo, sino de convertirnos en aquello que deseamos. De ponerle la voluntad y la acción al pensamiento. Sí es cierto que los iguales se atraen, existe un refrán popular que lo avala: “Dime con quién andas y te diré quién eres”.

Si en tu entorno encuentras y convives con personas negativas, enojadas, o violentas, te invito a hacer un alto y revisar tus actitudes. ¿Estás enojado? ¿Eres violento? ¿Todo lo criticas? Una de las tareas más difíciles que tenemos como seres humanos es la de vernos a nosotros mismos, somos buenísimos para “ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”, pero si te atreves, si eres lo suficientemente valiente para “echarte un clavado” y mirarte, te prometo que “conocerse no es morirse”, al contrario, conocerse es la oportunidad de oro que tenemos para cambiar y convertirnos en la mejor versión que podamos de nosotros mismos.

conocerse a si mismo
Ilustración: Korn Ferry.

¿Quieres encontrar el amor? Conviértete en amor, elige el amor, apuéstale al amor. Muchas veces estamos llenos de miedos e incertidumbres con respecto al amor, es cierto que el amor tiene un lenguaje aparte, y parece que aunque podamos tener miles de títulos universitarios, académicos, o sabernos inteligentes en el tema del amor, podemos reprobar y sentirnos torpes sin herramientas.

Para convertirnos en profesionales y expertos de cualquier tema, tenemos que ensayar una y otra y otra vez, no hay camino fácil, no se nace siendo campeón de futbol y, sin embargo, escucho a personas decirme, “Con una ruptura amorosa es suficiente, ya no quiero más”, o también, “Todos los hombres son horribles”, porque la relación con uno no funcionó. “No se puede confiar en las mujeres”, porque una me dejó.

El amor, como cualquier otra actividad, se ensaya, se practica, se estudia, se ejercita. Desde la mañana nosotros podemos elegir nuestra actitud frente a la vida, yo decido si camino por ella con amor o con rencor. Nadie más puede tomar esa decisión por mí. Yo decido darle o no una nueva oportunidad al amor, abrirme a la posibilidad de establecer nuevas relaciones amorosas. ¿Da miedo? Claro que sí, pero vale la pena.

construir el amor
Ilustración: Hanna Barczyk.

Estoy convencida que es en la relación de pareja donde encontramos la mayor oportunidad de crecimiento, donde podemos realmente enfrentarnos con nuestros “dragones” y aniquilarlos.

Comienza siendo amable desde la mañana, agradeciendo lo que tienes y has logrado, ejercita muy frecuentemente tu sonrisa, acércate a personas positivas, con intereses legítimos de crecimiento y bienestar.

Estudia y aprende sobre la escucha atenta, la atención consciente, interésate por la vida de los otros, por conocer a las personas, por saber quiénes son.

Pero, sobre todo, conviértete en tu mejor amigo, se amoroso contigo, conócete y crece. Conviértete en amor y sin duda atraerás el amor a tu vida.

Esto es para ti, que siempre estás del otro lado leyéndome.


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El recalentado inconsciente de la vida

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¿Por qué el recalentado de la cena navideña sabe mejor? Expertos en gastronomía coinciden en que esto es sencillamente por una reacción química. Al colocar de nuevo los alimentos en el fuego, los líquidos que sueltan se modifican y toman mayor sabor.

De una forma sencilla, el recalentado es volver a darle la vuelta a lo mismo para saborearlo de nuevo con una mejor experiencia. ¿Cómo podemos observar el comportamiento de volver a repetir algo del pasado en nuestras vidas?

¿Quién realmente quisiera que el pasado vuelva a repetirse? Quizás sólo en los mejores momentos. En los peores sólo si fuimos conscientes de que crearon mejores tiempos, pero ¿qué sabemos nosotros del tenue encadenamiento de los acontecimientos?, ¿en qué medida unos inciden en los otros? Que el pasado no se repita es, para los que han vivido una situación límite o traumática, la mejor de las noticias. Implica una especie de liberación.

recalentado y fracaso.
Imagen: La oreja roja.

Saber que el pasado fue y no volverá a repetirse, implica un descanso para los que han sufrido. Saber que la vida es finita y breve, también implica una motivación para vivirla a fondo. Vivir como si fuéramos a morir mañana.

El filósofo Nietzsche, en su teoría del eterno retorno, enseña que el ser humano logrará transformarse en el Superhumano (Übermensch) cuando logre vivir sin miedo y, por consiguiente, amar la vida, para así desear el eterno retorno. El filósofo alemán dice que vivimos la vida sin la intensidad necesaria y sin la pretensión y anhelo de convertir cada instante de la vida en algo maravilloso en sí mismo, hasta el punto de justificar la existencia. Podemos relacionar esto el día de hoy con el concepto de vivir el presente.

La evolución del ser humano es el mejor ejemplo de un recalentado inconsciente para generar el eterno retorno. Esto es, seguiremos viviendo una y otra vez nuestras experiencias del pasado hasta que asumamos nuestra vida tal cual está sucediendo en este instante. Hemos creado una serie de valores y creencias acerca de cómo es que tenemos que vivir y, por lo tanto, pasamos el tiempo renunciando a la experiencia en vez de vivirla con toda la intensidad. ¿Qué pasaría si integráramos de forma consciente a nuestras creencias que todo se repite para nuestro aprendizaje?

Nadie, de forma consciente, probaría el recalentado de una comida que no le gustó el día anterior. ¿Por qué seguimos haciéndolo en nuestras vidas? ¿Por qué no terminamos de aprender y seguimos viviendo más de lo mismo? Es probable que estemos esperando a que el mundo cambie o lo cambien otros, ya sea seres humanos o divinos, dejando la responsabilidad fuera de nuestra persona.

recalentado en mente
Imagen: Freepik.

En la obra Tractatus Logico-Philosophicus del filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein, dice que “hacemos figuras de los hechos”. Una figura es un modelo de la realidad. Inclusive comparte que “lo único que se puede cambiar es la mirada, no el mundo (y su finitud)”. Claro que cambiar la mirada acerca del mundo es cambiar el mundo; las ideas son sumamente poderosas sobre todo cuando están en coherencia con lo que sentimos.

El reto es entrar al “No sé” para abrirnos al aprendizaje consciente. Poder observarnos en autoreferencia para aprender desde las emociones que estamos viviendo, en vez de querer responder de acuerdo a nuestros paradigmas.

La vida continuará mostrándonos quiénes somos en un eterno retorno, y al final podemos creer que somos alguien en específico, pero el recalentado inconsciente de la vida nos regresará a nuestro lugar de origen de acuerdo a cómo vivamos cada situación. Ahí es donde las emociones se convierten en el GPS de nuestra vida. ¿Listos para disfrutar el recalentado?