violencia contra la mujer

Reformas “Olimpia”, freno a la ciberviolencia contra las mujeres

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Cada 25 de noviembre, nuestro calendario se pinta de naranja para tener presente el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se replica cada mes para recordarnos como sociedad, hasta que logremos internalizarlo, el rechazo a comportamientos abusivos hacia nosotras.

La violencia contra las mujeres es un retroceso a la igualdad, que muestra atroces manifestaciones que causan sufrimientos inexpresables y quebrantan vidas. Este fenómeno se ha extendido al especio virtual que, al no conocer fronteras, facilita y agrava su impacto.

En el Informe de la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias acerca de la violencia en línea contra las mujeres y las niñas desde la perspectiva de los derechos humanos, se define a la violencia digital contra la mujer como todo acto de violencia por razón de género cometido, con la asistencia, en parte o en su totalidad, del uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), o agravado por su empleo, dirigido contra una mujer por el hecho de serlo, o que la afecta en forma desproporcionada.

ciberacoso
Imagen: iStock.

Las formas, frecuencia e intensidad de las agresiones ocurridas en línea hacen necesario reconocer y abordar la ciberviolencia de género como un tema prioritario.

De acuerdo con cifras del Módulo sobre Ciberacoso (MOCIBA) 2019, del INEGI, son las mujeres quienes más sufren la violencia digital. El sector de usuarias de Internet de entre 20 y 29 años fue el más afectado por el ciberacoso, con un 36.4%, seguidas por aquellas que oscilaron entre los 12 y 19 años (32.7%). La situación de acoso que más aquejó a las mujeres fueron insinuaciones o propuestas sexuales (40.3%).

La gravedad y recurrencia de la violencia digital ha motivado la lucha de activistas e instituciones, para promover instrumentos jurídicos y políticas públicas para garantizar a las víctimas el acceso a la justicia.

En este impulso destaca la activista poblana, Olimpia Coral Melo Cruz, víctima de ciberviolencia, quien fue redactora de la iniciativa conocida como “Ley Olimpia” en su entidad, y promotora de ésta en los congresos estatales a nivel nacional, la cual se refiere a un conjunto de reformas legislativas que se orientan a reconocer la violencia en la red como un tipo de delito, imponiendo sanciones en caso de ser cometido.

A la fecha más de una veintena de entidades federativas en el país –entre ellas la Ciudad de México– han aprobado cambios normativos en este sentido.

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Imagen: Static.

A nivel federal, a principios de noviembre de este año, el Senado de la República aprobó por unanimidad, con 87 votos a favor –con su correspondiente devolución a la Cámara de Diputados–, el dictamen que modifica a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y el Código Penal Federal, para tipificar y sancionar la elaboración, distribución y publicación de contenido intimo sexual sin consentimiento o autorización, mediante el uso de TIC, plataformas de Internet o redes sociales, así como las agresiones en medios de comunicación, previendo penas de 3 a 6 años de prisión y multas de 500 a mil Unidades de Medida y Actualización (de 43 mil 440 a 86 mil 880 pesos).

Como sostuviera Helen Clark, quien fuera Administradora del PNUD, “la violencia contra las mujeres y las niñas es totalmente inaceptable, ya sea en la calle, en el hogar o en la autopista de la información”.

Las reformas “Olimpia” buscan ser un freno a la ciberviolencia que nuestras madres, hermanas, familiares, parejas, amigas, conocidas, o cualquier mujer puede sufrir, para que no seamos ignoradas, culpadas ni revictimizadas, y que estas conductas indignantes y degradantes sean erradicadas en nuestra vida.


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#CorteAbortoNo

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Atravesamos uno de los momentos más duros del México moderno por el incremento de muertes en el país. A la pandemia que ha cobrado más de 40 mil vidas en cuatro meses, hay que sumar, sólo por citar algunos datos, la hasta ahora imparable cifra de muertos por violencia, casi 3 mil homicidios por mes.

Así las cosas, no entendemos cómo un ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de apellido González Alcántara Carrancá, en un proyecto de resolución, plagado de errores jurídicos, pide abrir la puerta al aborto en el país, generando así más violencia, más muertes, más sangre.  

Una vez más se estaría legislando contra la naturaleza humana y contra la gente. En innumerables ocasiones vía encuesta o sondeos de opinión, hay mexicanos que han expresado –estado por estado y a nivel nacional– su rechazo al aborto.

Resulta contradictorio que en un régimen político como el actual, donde se pide una y otra vez escuchar al pueblo, un ministro retuerza la ley y con retruécanos jurídicos pretenda convencer a los demás ministros a dar rienda suelta al aborto en México.

Vamos a ser realistas. El aborto no resuelve los problemas reales que enfrenta la mujer en México ni los riesgos de salud, o el abandono a los que está expuesta; proponer el aborto es igual a claudicar o declararse fracaso, incapaz de aplicar políticas certeras y comprometidas con la mujer, con la vida y con el país mismo. 

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Juan Luis González Alcántara Carrancá, Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (Fotografía: CNN).

¿Qué sabe el señor ministro de derechos de la mujer cuando sin más le cercena el primero de ellos que es la vida, desde la frialdad de un escritorio?

¿Será acaso que en su confusión Alcántara Carrancá mira hacia Bucareli y no hacia la mujer y las leyes y tratados que protegen su vida?

Quizá el ministro turbado no llega a entender que el aborto responde más a un modelo colonizador promovido por fondos y fundaciones trasnacionales, de esos que la 4T aborrece, que a una necesidad real de la mujer mexicana. Sin duda @M_OlgaSCordero se lo podrá explicar mejor.

Nos quedamos con la postura de @lopezobrador que de entrada no da cabida a proyectos colonizadores y ha protegido durante todas sus gestiones, primero como jefe de gobierno de la CDMX y luego como presidente, la vida desde su inicio en el vientre materno.

La mujer con un embarazo no deseado debe ser acompañada y protegida no sólo por la sociedad civil sino por el Estado, que inexplicablemente sólo la sabe acompañar con el violento acto del aborto.

Finalmente, quiero afirmar que el mundo más moderno no cree en el aborto, lo ve como un acto del pasado, tan vergonzoso como fue hace tiempo la esclavitud.


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Confinamiento y violencia de género

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Como lo han hecho saber la Organización Mundial de la Salud y diferentes grupos de mujeres, resulta muy importante no quitar el dedo de la denuncia de la violencia de género, ya que se ha comprobado que el confinamiento aumenta las probabilidades de que las mujeres sean víctimas de sus propios familiares.  

La ONU considera como “violencia contra la mujer”, la coacción o privación arbitraria de la libertad y todo acto agresivo o amenaza dirigido hacia ellas que tenga como resultado  su sufrimiento físico, sexual, emocional, tanto si se producen en la vida pública como en la privada.

 En una definición similar, en México La Ley General de Acceso a la Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV), considera la misma como todo acto que lesione o sea susceptible de dañar la dignidad, integridad o libertad de las mujeres. Y reconoce que existen varios tipos de violencia, entre los que se encuentran la psicológica, la física, la económica, y la sexual.

violencia de genero
Ilustración: Alina Pechenckina.

Según datos de la Encuesta sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) del 2017, en México el 66% de las mujeres de 15 años y más, habían enfrentado al menos un incidente de violencia a lo largo de su vida. El índice más alto es el de la violencia emocional (con el 49% de los casos), seguidas por la sexual (41%), la  violencia física (34%), y la económica o patrimonial, así como la discriminación en el trabajo (29% por ciento)

Dentro de los diferentes tipos de violencia, la más numerosa es la que ocurre en el hogar. De hecho, los datos del mismo año señalan que el 44% de las mujeres en México habían sufrido violencia de pareja en cualquiera de sus tipos. La situación ha empeorado durante la actual cuarentena, ya que tan sólo en abril, el número de emergencia para las denuncias llegó a un 42% con respecto al 2019.

La cuarentena obliga a las mujeres a estar encerradas con sus maltratadores y la violencia aumenta conforme lo hace el tiempo de convivencia. Así, las jornadas nacionales de “Quédese en casa” han hecho que el agresor se sienta impune y el hogar se convierta en el lugar más peligroso para muchas mujeres quienes no tienen acceso a los recursos para defenderse. Los datos proporcionados por la directora de la Red Nacional de Refugios en México, muestran que durante los dos primeros meses del confinamiento, el ingreso de las mujeres a estos centros se incrementó en un 50% y los mensajes de auxilio aumentaron en 80%.

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Ilustración: Emilia Khan.

Lo anterior no es específico de México. Los altos datos de violencia doméstica generada durante el confinamiento en otras pandemias como el Ébola, el Zika y el Sars, han demostrado lo importante que es incorporar un enfoque de género que permita abordar y detectar las necesidades que ellas tienen durante la emergencia. De no hacerlo, la desigualdad y vulnerabilidad de las mujeres y las niñas tendrán efectos que se profundizarán e intensificarán a lo largo de sus vidas, y serán más difíciles de revertir en un futuro.

De ahí lo importante de asegurar que las víctimas puedan denunciar y que cuenten con disponibilidad y buenos servicios en albergues donde les sea posible resguardarse. Es  necesario fortalecer las políticas públicas que permitan que las víctimas cuenten con la información, las redes de apoyo, y los recursos indispensables para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia hacia las mujeres.  

Como lo ha demostrado la Red Nacional Feminista #nosotrastenemootrosdatos, resulta imperante actuar contra el menosprecio y la invisibilidad de la violencia que se ejerce en los hogares.


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Mujeres, petróleo y coronavirus

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Tres sucesos han atraído la atención nacional: la marcha feminista y el Día sin Mujeres, realizados el 9 y 10 de marzo; la caída de los precios del petróleo; y la ya declarada pandemia del coronavirus por la Organización Mundial de la Salud. Los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales se han colmado de reiteraciones hasta el cansancio. Por ello, vamos por partes.

Uno.– La marcha resultó un éxito cuantitativamente. Entre 50 u 80 mil mujeres inundaron las principales calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, y en muchas entidades se registraron manifestaciones en sus ciudades capitales. Sin embargo, los efectos de sus logros cualitativos están por verse en un país en que la violencia general, y en particular, contra las mujeres, no cesa. Una percepción apresurada puede considerar que la violencia tiene sus raíces en el seno de la familia, fundamentalmente en la educación de los niños y niñas en el seno de las familias. El machismo dominador y la sumisión de las niñas se inicia con los malos y pésimos ejemplos, hábitos y tradiciones que se generan en el hogar mismo. ¿Reeducar a los padres y madres? ¿Programas sociales para lograr una educación basada en el respeto a las mujeres? ¿Cómo crear conciencia en un país tan dislocado, multicultural y pluriétnico para lograr el cambio hacia al género femenino? Preguntas difíciles de contestar que merecen una respuesta idónea de la sociedad en su conjunto y de los gobiernos. Pierre Bourdieu, sociólogo francés, ha dado una respuesta lapidaria: la dominación masculina está tan arraigada en nuestro inconsciente que ya ni siquiera la notamos.

mujeres petroleo y covid
Ilustración: Salma y sus gafas mágicas.

Dos.– Duro y a la cabeza ha pegado la baja del precio del petróleo a todos los países del mundo. Atribuida a la disputa entre Rusia y Arabia Saudita, dos potencias petroleras, los efectos se dejaron sentir en México de inmediato en la depreciación de nuestro peso frente al dólar, la caída en la Bolsa de Valores y el precio de la mezcla mexicana en más del 4 por ciento, que aumentaron el nivel de incertidumbre que aún muestra nuestra economía. No obstante, el gobierno federal, autollamado de la Cuarta Transformación, ha salido a afirmar que ésta tiene blindajes internacionales y reservas monetarias internas suficientes para afrontar los problemas derivados de este factor externo; que se agrega al exiguo crecimiento económico de la mayoría de las naciones en el mundo en esta última década, incluido México, que muchos analistas y expertos avizoran como preámbulo de una gran crisis cuya única salida posible es la transición a nuevos modelos económicos en el orden mundial.

Tres.– Al parecer, el pánico al coronavirus es más poderoso que la propia pandemia desatada. Semeja al grito real o ficticio de la palabra fuego en un teatro repleto de personas cuyas víctimas en la estampida provocada resultan ser mayores al acaecimiento. Hoy vemos ciudades desiertas, países como Italia y otros que cierra sus fronteras totalmente, el gobierno de Donald Trump dando un portazo a la Unión Europea (menos al Reino Unido), o medidas cuyo extremismo nos llevan a panoramas apocalípticos.

mujeres petroleo y covid
Ilustración: Infobae.

Slavoj Zizek, filósofo esloveno, en un artículo publicado en Russia Today el 3 de febrero, dice que en este fenómeno existe una paradoja más profunda en el trabajo: cuanto más conectado esté nuestro mundo, más desastre local puede desencadenar el miedo global y eventualmente una catástrofe, y encuentra también un claro elemento de histeria racista en la amenaza de la pandemia que lleva a pensar que todo mundo quiere poner en cuarentena a los chinos. Sin embargo, todas las precauciones sanitarias para enfrentar el nuevo desafío deben ser aquellas que dicten las políticas y medidas, que se tomen para evitar en menor número de personas afectadas.


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Por las mujeres: reconocimiento, solidaridad, acciones concretas

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En medio de la crisis del COVID-19 ha bajado la presencia del gran movimiento de las mujeres en México en cuanto a su centralidad en la agenda pública. Estoy seguro de que esto, como la contingencia de salud, será temporal. El tema retomará pronto el sitio que merece en el diálogo social, tanto porque tiene que ver con una problemática acuciante y no resuelta, en la que hay demasiado por hacer, como por la legitimidad y la fuerza inherentes a esta causa.

Las jornadas del domingo 8 de marzo, en la que se conmemoró el Día Internacional de la Mujer, y del lunes 9, con el paro nacional “Un día sin nosotras”, fueron de gran trascendencia no sólo para las mujeres mexicanas, sino para el país en su conjunto. Todos necesitamos reaccionar y ser consecuentes con este momento histórico.

Ha sido una sorpresa gratificante constatar la repercusión de este llamado urgente al cambio, con tantas adhesiones de instituciones, empresas, organizaciones y mujeres como decisión personal. Así, hay que ver al movimiento como una oportunidad. Que dé paso a verdaderos vientos de transformación: en las actitudes, en las familias y en particular en nosotros los hombres; entre los gobernantes y tomadores de decisiones: hay que atender lo que se reclama con responsabilidad y oportunamente; desarrollar políticas públicas y, en el caso del sector privado, directrices organizacionales orientadas a construir una sociedad más justa y segura, en especial para ellas.

mujeres unidas
Ilustración: Clapps.

Es bien sabido que, en múltiples experiencias históricas, las problemáticas sociales más profundas difícilmente son superadas sin el principio de la visibilidad, al que sigue el reconocimiento, la concientización y el impulso al cambio. Hacia allá deben llevarnos las marchas y el paro: reconocer una situación de violencia contra las mujeres inaceptable, asociada a una gran inequidad de género y diversas formas de injusticia.

Más que ver manipulaciones políticas –siempre habrá quienes quieran explotar demandas legítimas–, hay que responder con actitudes y acciones a la altura. Se aduce que hay grupos o personas que antes no se interesaban por este tipo de demandas sociales y ahora, repentinamente, lo hacen. Habría que replicar: si es por un propósito como éste, que tiene que ver con ser, o no, una comunidad civilizada, bienvenidos todos los respaldos. Máxime si dan cauce a medidas efectivas de seguridad pública y para que nuestro sistema de procuración e impartición de justicia funcione; asimismo, a una evolución en las relaciones sociales y en las familias: en la vida económica, política, cultural y el entorno cotidiano.

No se puede curar una enfermedad si no se le reconocen como tal, y en ésta los síntomas son contundentes.

En cuanto a la violencia, tomo datos del esclarecedor artículo que publicó en Letras Libres, la semana pasada, Lisa Sánchez , Directora General de México Unido contra la Delincuencia. Sin duda, dan cuenta de lo que llama “una crisis de violencia de género y feminicidios que es urgente resolver”. Entre 2007 y 2017, la tasa de mujeres jóvenes asesinadas en nuestro país se triplicó: 10 son asesinadas diariamente y uno de cada 10 feminicidios se comete contra menores de 17 años. Entre las mayores a 15 años, el 66% ha sufrido algún incidente de agresión: 34% de tipo físico y 41% sexual.

mujeres ciudadanas
Ilustración: Herenia González.

Las agresiones van desde el acoso sexual hasta el feminicidio, pasando por violencia familiar, trata o distintas formas de hostigamiento y discriminación. De acuerdo con un informe de la Red Todos los Derechos para Todas y Todos, dado a conocer el miércoles pasado, entre 2017 y 2019 fueron violadas 22 mil 706 mujeres, pero se aclara que falta información de varias fiscalías estatales.

Subyacente a esa problemática está una situación de inequidad, que igualmente hay que reconocer. Precisamente, a inicios de año llamó mucho la atención el reporte anual sobre el estado de la desigualdad global de Oxfam, en particular por lo que resaltó en materia de género. Cada día, mujeres y niñas de todo el mundo trabajan 12 mil 500 millones de horas sin remuneración. El valor de su cuidado del hogar sin pago equivale a tres veces la industria tecnológica global. Así, el 42% de las que están en edad de trabajar, no pueden hacerlo por esas responsabilidades, contra sólo 6% de los hombres.

En México, de acuerdo con estimaciones del Observatorio Internacional de Salarios Dignos, cada día las mujeres realizan labores por un valor de 60 mil millones de pesos, pero sólo 33% de ese total es remunerado. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), tenemos la tasa de participación laboral femenina más baja de nuestra región: 44% contra un 51% promedio.

Ésa es justamente la situación que hay que cambiar. De entrada, porque afecta a más de la mitad de la población. Veamos en su reclamo a una gran oportunidad para que nuestra sociedad avance en todos los sentidos. Es por ellas y por todos, incluyendo a las nuevas generaciones.

inequidad de genero
Ilustración: Pinterest.

Tan sólo en lo que atañe a los negocios dirigidos por mujeres, de acuerdo con datos del Banco Mundial, constituyen una tercera parte de las Pymes en América Latina. El año pasado, ante la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, en la Ciudad de México se presentó un estudio pionero, por su alcance y profundidad: “Inversión con un enfoque de género: Cómo las finanzas pueden acelerar la igualdad de género en América Latina y el Caribe”, elaborado por BID Invest y el Instituto de Innovación Social de la Escuela Superior de Administración y Dirección –Universidad Ramon Llull de Barcelona–.

Este reporte estima que en nuestra región hay una brecha en capital privado, de riesgo y semilla de 5 mil millones de dólares para financiar microempresas manejadas por mujeres y de 93 mil millones para Pymes con esa condición. Ésta es una necesidad y a la vez una gran oportunidad con ventajas claras: las empresas con sello femenino están desde hace tiempo por encima del mercado en cuanto a crecimiento en consumo y crédito, y existe la previsión de que en 2025 las mujeres controlarán 75% del gasto de la población.

Si hay reconocimiento, solidaridad, visión de altura, aquí hay un motivo para unirnos y crecer como nación.


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8 y 9 de marzo. La lección de las mujeres

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La demostración de fuerza femenina del pasado fin de semana significó un rotundo triunfo para el movimiento feminista en México. Se puso de manifiesto la capacidad de organización y convocatoria, no sólo para acudir multitudinariamente a las concentraciones y marchas, sino para sustraerse de toda actividad y expresarse con el mismo radicalismo mediante su ausencia.

Tanto las masivas movilizaciones del domingo, como el paro del lunes, representan dos fases, diferenciadas pero concatenadas, de una misma estrategia de visibilización de la mujer y sus legítimas demandas de justicia y rechazo a la violencia de género, que a todas luces ha sido exitosa y aplaudida con empatía en los más amplios sectores de la población.

La abrumadora respuesta colectiva, tanto a la movilización como al paro, constituye un hecho que puede, sin exageraciones, calificarse como histórico, de trascendencia indubitable en el intercambio social y político del país, que ha de demandar, obligadamente, modificaciones sustanciales en la estructura institucional tradicional, con una orientación catalizada por la visión feminista.

movimiento feminista
Ilustración: Square Peace.

El activismo estruendoso, radical y por momentos desenfrenado mostrado con la avalancha púrpura que abarrotó y desbordó el espacio de las plazas públicas en diversas ciudades, fue seguido por la ausencia, la demostración, por demás explícita, del prominente sitio que ellas ocupan y del profundo vacío que dejan, si así lo deciden, en el corazón del conglomerado social.

La poderosa exhibición de lo que la mujer representa y la gran presión que es capaz de ejercer en lo político, económico y social, no puede ni debe ser desestimada, por el contrario, debe ser analizada y reflexionada en profundidad, con todas sus implicaciones, facetas y aristas.

El 8 y 9 de marzo, son ya un referente histórico, una lección que debe ser aprendida por sociedad y gobierno para la generación de nuevos paradigmas, no únicamente sobre la condición de la mujer y el respeto a su dignidad y derechos, sino en lo que se refiere a su aportación y relevancia en la solución de los más apremiantes problemas nacionales y en la construcción de un país más justo e igualitario, que, simplemente, no será sin ellas.

 El apabullante resultado de los días 8 y 9 de marzo, sin embargo, no puede quedar en el simple regocijo del éxito logrado, debe tener consecuencias, trascender a resultados, a lograr el cambio en el estado de cosas de manera propositiva y activa, la movilización es un medio, no el fin. Toca ahora dar impulso a políticas públicas concretas, al diseño de propuestas, mecanismos y acciones orientadas a generar transformaciones de fondo. Las demandas son explícitas, procede entonces proponer soluciones y acompañarlas vigorosamente para su implementación.

mujeres empoderadas
Ilustración: Celag.

Debe tenerse en cuenta que, abierta o veladamente, se ha sugerido la existencia de intereses abyectos que pretenden aprovecharse del movimiento feminista para fines perversos. Se ha insinuado la infiltración de grupos incógnitos para desvirtuarlo y poner en duda su legitimidad. Ambas cosas pueden suceder, los movimientos sociales, por más transparentes, siempre enfrentarán este tipo de riesgos y otras amenazas abiertas para descalificarlos y descarrilarlos.

Valor, honestidad, unidad, metas claras y, sobre todo, oídos sordos al canto de sirenas, a la tentación política y al interés personal, son factores indispensables para la sanidad y legitimidad de un movimiento que, no sólo ha despertado la simpatía popular, sino que puede ser de trascendental aporte para la reconstrucción del deteriorado tejido social en su más amplia concepción y la recuperación del Estado de derecho.


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Vivir el miedo en silencio

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Benita era una indígena mazahua. Se había casado con un hombre de un pueblo cercano al suyo, en el Estado de México. Ahí, la gente era blanca, eso contaba Benita. Cuando salía al mercado, le gritaban: “¡India! Ven, cárgame el garrafón de agua”. O “¡India! No andes de huevona, barre mi calle”. Y Benita cargaba el garrafón, barría calles ajenas, iba al mercado y regresaba a las golpizas en su casa. Un día, su esposo le consiguió trabajo en una casa en la Ciudad de México. Él era albañil y parecía buena persona. Amable y simpático, a primera a vista. Un maldito por dentro.

Benita llegaba al trabajo los lunes con los ojos desorbitados de miedo. Para tomar el pesero que la llevaría a la central de autobuses, antes era necesario caminar más de una hora por un bosque en donde violaban a las mujeres. Ya habían matado a varias. Ella no se atrevía a denunciar, porque era india, pero las mujeres de los pueblos vecinos se habían cansado de hacer plantones en los palacios municipales de la cabecera y de Toluca. Algunos hombres las acompañaban, no muchos. Finalmente, optaron por atravesar el bosque en grupos, así se protegerían entre ellas. Benita lo caminaba sola todos los lunes de madrugada. Era india, las mujeres blancas no se juntaban con ella.

Un día, llegó al trabajo con su hija adolescente. Era una muchacha delgada, de ojos rasgados. Al principio, se quedaba en su cuarto y sólo bajaba a comer, después, se adaptó a su nueva vida. Por las tardes, ella y su madre bordaban. Y mientras creaban flores llenas de colores, platicaban en su idioma. La risa de la muchacha era alegre y espontánea. La de Benita, más baja.

benita en el bosque
Ilustración: Emma Gascó.

Pasó mucho tiempo antes de que hablaran de los asesinatos y de las violaciones en el camino al pueblo. Entonces Benita también explicó la razón por la cual su hija llegaba con ella a trabajar. En su casa, había una amenaza aún peor que atravesar el bosque. Su marido. Ese hombre simpático y amable a su conveniencia, cuando estaba borracho, seguía a su hija para violarla. Era suya, tenía derecho. Así justificaba lo injustificable, la monstruosidad.

 Me gustaría acabar esta historia con un final feliz. Me encantaría cerrar con la escena de Benita y de su hija, Marisela, despreocupadas y contentas, riéndose como lo hacían mientras bordaban. Cómo quisiera verlas libres de ir y venir sin miedo, de regresar a casa sabiendo que detrás de la puerta cerrada no corrían peligro alguno. Sin embargo, el final es distinto. Un lunes, no llegaron al trabajo. Sus pertenencias siguen esperándolas: una bolsa con ropa, dos servilletas con flores que nadie se atreve a acabar por ellas. Hacerlo sería darlas por muertas.

Cada una de las mujeres en la marcha del 8 de marzo tiene una historia de machismo que contar. “Nos están matando”, se leía en una manta. “Nos están matando”. Duele decirlo y es importante repetirlo. Tomar conciencia porque es un hecho. Un país que mata a sus mujeres nunca será un buen lugar. Cada paso en la lucha, cada grito, cada forma de expresión y de rechazo es necesario para cambiar la situación. Como Benita, miles de mujeres tuvieron miedo de salir ese día. Sin embargo, su voz también se escuchó. La marcha y el paro del 9 son el inicio de un movimiento que debe incluir a todas las mujeres, independientemente de culturas y creencias. Algunos grupos han querido desprestigiarlo con argumentos absurdos, como que detrás de todo está un movimiento mundial en favor del aborto. No nos equivoquemos. La finalidad es muy clara. No más violencia hacia las mujeres. Ni una más. No más sufrimiento silencioso.


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México una sociedad machista: Inmujeres

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Machismo en México es alarmante y terrible para las mujeres: Inmujeres

De acuerdo con la real academia española, el machismo es un acto de prepotencia de los varones hacia las mujeres y una forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón,

La presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujres), Nadine Gasman, estima que México vive en una sociedad machista patriarcal que “es terrible para las mujeres” por lo que hay cosas que se deben cambiar.

A unos días de que se celebre el Día Internacional de la Mujer, Nadine Gasman señaló que es necesario avanzar hacia un nuevo sistema de impartición y procuración de justicia, con perspectiva de género, que pare la violencia.

En entrevista con El Financiero, Nadine Gasman apuntó que, aunque el fenómeno de la violencia hacia las mujeres no es nuevo, “lo nuevo es que en estos momentos todos estemos hablando de ello, que hombres y mujeres se estén preocupando, que los medios de comunicación estén hablando de manera continua, eso es nuevo y muy bueno”.

Infancia en riesgo

Así mismo señaló que se está ante una situación de alarma por la violencia contra las niñas. “Es alarmante que las niñas no puedan vivir en paz, que sean abusadas sexualmente, que sean asesinadas”, indica.

Y es que, de acuerdo con la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), una niña es asesinada cada día, siete de cada 10 delitos de trata de personas involucran a menores de 17 años, 60 por ciento de la pornografía infantil del mundo se produce en México y el 80 por ciento de los casos de abuso sexual a niños ocurre dentro del hogar.

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