Opinión

El nudo del mundo, el yo y la naturaleza de la voluntad

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Hemos visto que en el tránsito del siglo XVIII al XIX en Europa el romanticismo se difundió vigorosamente, doctrina filosófica y estética que elevaba la intuición, la emoción y la imaginación a un rango tanto o más importante que la razón, tan ensalzada durante el Siglo de las Luces. En ese contexto Arthur Schopenhauer (1788-1860), el apasionado pensador de Fráncfort nacido en Danzig, fue uno de los primeros filósofos en plantear que el mundo no es racional y está sujeto a una lucha desordenada, perturbada e incesante. En consecuencia, para mejor discernir el mundo y al ser humano, sería necesario no sólo el conocimiento científico, objetivo y causal, sino en igual medida el discernimiento de las artes y sus recursos estéticos, metafóricos y simbólicos, en particular los de la música. La tesis de Schopenhauer respecto a la música es particularmente original y osada pues considera que no expresa o representa diversas y profundas emociones, sino que las encarna directamente. En efecto, podemos afirmar hoy que la música logra plasmar objetivamente características propias de las emociones en secuencias espaciotemporales que en el cerebro codifican o procesan estados emocionales.

Shopenhauer de 27 años
Retrato al óleo de Arthur Schopenhauer a los 27 años en 1815 por Ludwig Sigismund Ruhl. Obtenido de Wikimedia.

A pesar de que Schopenhauer puede ser considerado un seguidor de Kant, no siempre está de acuerdo con éste. Deriva de Kant la idea de que se requiere una relación del sujeto con el objeto para que brote la experiencia, pero no acepta que los objetos y procesos del mundo, lo que Kant llamó “las cosas mismas,” causen las sensaciones. No es el caso que los elementos naturales ocasionen representaciones mentales, sino que ambos, el mundo y su representación, son dos aspectos o facetas de lo mismo, tesis que deriva de Spinoza a través de Goethe.

Schopenhauer también argumenta que el mundo tiene un doble aspecto, pero específicamente referido a la voluntad y a la representación; el mundo estaría imbuido de voluntad, la cara objetiva de la moneda, y de una representación, la cara o faceta subjetiva. Para comprender mejor esta noción es necesario aclarar que Schopenhauer no planteaba que el mundo natural, el universo mismo, tenga una voluntad en el sentido corriente que se le da a este término de decisión consciente y esfuerzo para llevarla a cabo. La voluntad del mundo sería más bien la fuerza dinámica e incesante de lo existente, el proceso enérgico y motor de la evolución del cosmos, siempre en movimiento y manifestación.

En el sentido opuesto al que defendía su mayor oponente, el idealista Georg Friedrich Wilhelm Hegel, patriarca indiscutible en esos tiempos de la filosofía alemana, el ser humano no se explica por el espíritu, sino fundamentalmente por el cuerpo y sus pulsiones, deseos y voluntades. El ser humano percibe su cuerpo como uno entre muchos objetos del mundo, sujeto a las leyes físicas del movimiento; siente directamente sus estados corporales como placeres, dolores o emociones y mueve su cuerpo intencionalmente. El énfasis en el sustrato biológico es de largo alcance: aún en el amor más sublime finalmente operan el cuerpo y la conducta de procreación.

El título de su más conocido libro El mundo como voluntad y representación, publicado originalmente en 1819 y en su versión definitiva en 1844, lleva como sujeto de la oración al mundo y el filósofo germano elabora allí la célebre metáfora del “nudo del mundo” como el insondable milagro que establece la unidad dual entre el sujeto que conoce y la voluntad que caracteriza al mundo. El nudo del mundo expresa la difícil o misteriosa unidad del ser pensante con el mundo, de tal forma que la identidad del sujeto voluntario con aquello que conoce implica que la palabra “yo” contiene a ambos y esto sería inexplicable. Se reafirma así este tópico particular del problema mente-cuerpo: la noción del yo como elemento clave o crucial. Entendemos que el problema nodal que intriga a Schopenhauer no es la relación de la conciencia con el cerebro, sino la relación del sujeto pensante, el yo cartesiano, con el mundo que el sujeto capta, representa, conoce y sobre el que actúa por su voluntad. El nudo de Schopenhauer amarra las dos dimensiones fundamentales del ser humano: su conciencia subjetiva y el mundo objetivo. En la perspectiva de este padre del pesimismo moderno es un nudo inextricable.

El mundo como voluntad-libro
Portada de la edición original del libro “El mundo como voluntad y representación” de 1819. Tomada de Wikimedia.

Resulta fructífero elaborar sobre la metáfora nodal de nuestro taciturno filósofo. El nudo del mundo puede tomarse como expresión del algo tan resistente e insoluble como el nudo gordiano de una cuerda que ha sido apretado con tal maña y fuerza que desanudarlo sería una tarea tan colosal como improductiva. Pero la metáfora del nudo puede significar no sólo el amarre de una cuerda que no puede deshacerse, sino designar el punto nodal de una red que tiene una estructura organizada. El término latino nodus, del que se deriva la palabra nudo, fue usado en el Renacimiento por Pico de la Mirandolla para designar la función que tiene el ser humano en la red de interconexiones del universo y que une el macrocosmos con el microcosmos. Si se interpreta de esta manera, podría decirse que existe una unidad entre los factores biológicos –neurológicos, fisiológicos y corporales en general– con los factores ambientales de índole física y social. Esta interpretación es particularmente relevante al tratamiento del problema mente-cuerpo en la ciencia y la filosofía cognitivas que recientemente subrayan la corporeidad y la circunstancia ambiental de la mente.

Nudo del mundo de Shopenhauer
Foto de un nudo sin cabos sueltos. Puede ser una ilustración del “nudo del mundo” de Schopenhauer. Foto de acceso libre tomada de: https://pxhere.com/es/photo/445666

En este mismo sentido, es posible plantear que surja una teoría o una científica-filósofa que logre resolver tajantemente el enigma, como en el 333 a.C. lo hizo Alejandro Magno en Frigia con el nudo gordiano original que no podía deshacerse porque no exhibía ninguno de sus cabos a la vista. Según cuenta la leyenda, Alejandro simplemente tajó el nudo con su espada al tiempo que exclamaba “tanto monta cortar como desatar,” es decir, que no importa cómo, sino que el problema se zanje. Si aplicamos la leyenda al problema mente-cuerpo, la cuestión estriba en que verdaderamente pueda resolverse el misterio cortando las cuerdas que lo disponen con el bisturí del neuroanatomista, el electrodo del neurofisiólogo o el mecanismo de acción del psicofármaco por el neuroquímico.

Alejandro corta el nudo gordiano
Alejandro corta el nudo gordiano. Óleo de Jean Simon Berthélemy datado en 1746 y ubicado en la École National Superieure de Beaux Arts. Tomado de Wikipedia.

Por otro lado, el nudo de Schopenhauer puede tener una interpretación funcional en términos de la pulsión que expresa el deseo, esa emoción humana fundamental de obtener satisfacción mediante su interacción con el mundo. Haciéndose eco de las Nobles Verdades del budismo, el deseo, o más bien el ansia, la avidez y el apego, serían para Schopenhauer los orígenes del sufrimiento humano, por lo que deberán contenerse para lograr mayor serenidad propia y beneficencia hacia los demás. Así llega a determinar que, para contener la frustración y el sufrimiento inherente a la condición humana, es necesario cultivar la conciencia estética, la moral y la ascesis. La redención del sufrimiento inherente a la existencia humana estribaría en llegar a un conocimiento profundo de la realidad que permita el desasimiento del deseo y la limitación de la potente voluntad. Schopenhauer se aproximó al pensamiento de la India desde 1813, con las visitas de varios orientalistas a casa de su madre Johanna en Weimar y leyó las traducciones del Bhagavadgita y los Upanishads del sánscrito al alemán realizadas por Karl Friedrich Christian Krause, con quien trabó una gran amistad.

Arthur Shopenhauer
Retrato de Arthur Schopenhauer a los 71 años datado en marzo de 1859, realizado por J. Schäfer y ubicado en la Biblioteca de la Universidad de Frankfurt.

Visitaremos ahora a Gustav Theodor Fechner, el padre de la psicofísica, contemporáneo y paisano de Schopenhauer, otro partidario del panpsiquismo y la doctrina del doble aspecto, aunque, a diferencia de este, dotado de un profuso e inagotable optimismo.

Los contenidos de la columna Mente y Cuerpo forman parte del próximo libro del autor. Copyright © (Todos los Derechos Reservados).

Ondas gravitacionales tras la fusión de dos estrellas

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El 17 de agosto del 2017 se detectó un importante acontecimiento astronómico en el que se fusionaron dos estrellas de neutrones. A esta colisión se le llamó GW170817, dado que ese día fue el hallazgo mediante las ondas gravitacionales que generó (gravitational waves).

Se preguntarán el motivo por el cual causó tanto alboroto en la comunidad astronómica. Einstein predijo que los objetos con masa deforman el espacio-tiempo, y si colisionan dos astros se producen ondas que viajan a la velocidad de la luz. Para que los detectores registren las ondas gravitacionales, los astros fusionados deben ser muy masivos y compactos como las estrellas de neutrones. Éstas son el sobrante de las estrellas envejecidas. Como su nombre lo indica, están compuestas exclusivamente de neutrones, allí cada protón capturó a un electrón. Las estrellas de neutrones tienen masas parecidas a la del Sol, pero su diámetros es cien veces menor, más o menos como el de la Tierra. Su densidad es altísima, una cucharadita de estrella de neutrones pesaría 10 millones de toneladas en la Tierra.

Existen varios satélites dedicados a observar rayos gamma, esto es, la radiación energética. Los llamados brotes de rayos gamma, emisión de corta duración, se explicaron de manera teórica por la fusión de dos estrellas de neutrones y la subsecuente emisión de radiación en forma de chorros de materia incandescente.

estrellas de neutrones
Modelo que explica la fusión de dos estrellas de neutrones (NASA/AEI/ZIB/M. Koppitz and L. Rezzolla).

Los laboratorios LIGO y VIRGO que observaron las ondas gravitaciones de GW170817 pudieron ubicar la posición aproximada del evento en el cielo. Dado que uno está en Estados Unidos y el otro en Italia, dieron alerta a los observatorios de todo el mundo. Así el telescopio anglo-australiano pudo detectar en luz una kilonova, resultado de la fusión de dos estrellas de neutrones, en la vecindad de una galaxia ubicada a 130 millones de años luz de distancia.

Luz visible de una galaxia
Dos imágenes en luz visible una galaxia NGC 4993 antes y durante de la aparición la kilonova GW170817. Las ondas gravitacionales y la radiación de este objeto tardaron 130 millones de años en llegar a la Tierra.

No sólo se observó GW170817 en el visible, sino también en rayos gamma, X, ultravioleta, infrarrojo y ondas de radio. Así que ahora sabemos cómo es la fusión de dos estrellas de neutrones con un número importante de observaciones.

Cada tipo de radiación nos da información complementaria; es como tener distintos sentidos. No es lo mismo escuchar, oler, tocar, ¡ver a un perro! Entre más sentidos y detectores tengamos, más información obtendremos para explicar lo observado. Con un perro podemos interactuar, en cambio, los astrofísicos sólo podemos recibir señales. Por eso elaboramos simulaciones para imaginar distintos escenarios.

Perro para experimento

Así, sabemos que además del brote de rayos gamma, la explosión de kilonova observada en luz visible GW170817, emitió radiación infrarroja que produjo una dona de materia caliente en torno al sitio de la fusión de las estrellas de neutrones. Las observaciones mostraron que durante la explosión se formaron elementos químicos como el oro por la captura de neutrones y otros elementos menos masivos.

El descubrimiento de GW170817 es una gran enseñanza para la humanidad. Más de 4,000 astrónomos de todo el mundo, incluidos decenas de mexicanos, firmaron un pacto de confidencialidad con los investigadores de LIGO y VIRGO para publicar sus datos en conjunto, una vez que fueran analizados y probados. Este acuerdo demuestra que trabajar y colaborar en equipo nos permite descubrir grandes tesoros celestes.

“La Divina Ilusión”: Regresos

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Sinopsis:

Sarah Bernhardt, una actriz destacada de la Belle Époque, llega a Québec en medio de una gira teatral para causar un gran alboroto por su estrafalaria y distinta forma de vida al conservadurismo en la moral y las costumbres del lugar. Un joven seminarista, Michaud, ve con su llegada un motor, una especie de inspiración, para empezar a escribir una obra de teatro basada en la vida de su compañero de cuarto sin saber que provocará, no sólo un gran escándalo social, sino la denuncia de crímenes silenciados a través de los años en Québec.

Después del 19 de septiembre la vida en el país se convirtió en una nebulosa. El transcurrir del tiempo había perdido su ritmo; la mañana, la tarde y la noche eran una plasta que a veces tiraba de sí y otras se comprimía demasiado. Puebla, Morelos, Guerrero, Oaxaca, Ciudad de México y Chiapas eran los lugares que los noticieros repetían sin cesar en forma de golpes contra nuestro asombro y tranquilidad.

La rutina necesitó tres semanas para que se restaurara. La nebulosa había pasado pero el inmenso dolor seguía –sigue– ahí. La muerte, la temporalidad y la vulnerabilidad se enraizaron en el ánimo colectivo de diferentes maneras:  violentas, silenciosas, dolorosas, cautelosas, escandalosas… Los hábitos se instauraron sin haber descargado el peso de la tristeza.

“La Divina Ilusión” fue mi primera obra que vi después del 19 de septiembre. Me obligué a hacerlo, un poco porque veía cómo la rutina se esparcía en conocidos; un poco para digerir estas emociones atoradas a fuerza de seguir adelante.  Sabía de los nombres en la marquesina de Pilar Boliver, Olivia Lagunas, Carmen Ramos y Miguel Conde; del autor Michel Marc Bouchard ya montado en México con títulos como “Tom en la Granja” y “Bajo la mirada de las moscas”; del Teatro La Capilla como la casa de este proyecto. La verdad ninguno de estos elementos me atraía tanto (a diferencia de otras veces) como mis ganas de estar en una sala teatral y esperar que, de alguna manera, la vida pasara.

Dieron la tercera llamada. El escenario se iluminó. Y mi cabeza se sorprendía de cómo a lo largo de escribir esta columna durante cinco años (¿creo?) no había reparado con precisión en el acto colectivo que implica hacer teatro. El texto, el montaje, los actores, la escenografía y la iluminación forman un enorme pretexto para sentarnos con una serie de desconocidos y sentirnos. O mejor dicho, no sentirnos solos.

Cartel La Divina Ilusion

El teatro filosófica e históricamente nace del rito religioso. De la experiencia y la colectividad. De unir fuerzas en una dimensión que supera nuestra capacidad de observar y medir. Cuando salió Pilar Boliver en representación de la mismísima Sarah Bernhardt recordé haber leído una especie de diario de técnica teatral ideado por esta maravillosa e icónica actriz del siglo XX.  Su título es “El Arte del Teatro” (editado por Parsifal en 1994) y el prefacio empieza con una frase de Sarah dicha a los setenta y cinco años: “Soy incorregiblemente joven”. Por supuesto, hace referencia a su cuerpo (¿en ironía? ¿en cinismo?) pero también, si te adentras en su biografía y forma de trabajar, también apela a una manera de entender y sentir la vida. En un paralelismo de juventud con exploración, sorpresa, flexibilidad y fuerza. Idealismo.

Seguía la función y mi análisis técnico del montaje no era parte de mi interés. Tenía confianza en los integrantes del proyecto por su trayectoria; lo que yo veía en escena funcionaba. Me sentí irresponsable por no pensar en esta columna-llamada-Pez-de-Oro. Por no ser el Pez-de-Oro. Este espacio no puede quedarse sólo en mis filias, en mis preferencias, pensé. Debe de existir un análisis y, sobre todo, un ejercicio de comprensión con base en mi formación, experiencia y postura ante el fenómeno teatral. Me sentí irresponsable… hasta que recordé a Sarah; enfrente de mí con la encarnación de Pilar y en mi cabeza con la del libro “El Arte del Teatro”: “Soy incorregiblemente joven”.

La técnica es fundamental pero es nada si no sirve de “puente”. Si no me ayuda a conectarme con otros. Mi intuición me dice que en esta ocasión no puedo centrarme en el análisis técnico. Debo hablar de lo que no había reparado a detalle en las últimas semanas: en la experiencia de estar con otrxs. “La Divina Ilusión” me provocó unas inmensas ganas de volver a soñar. De volver a creer.

Hay obras donde te impactan y tomas conciencia de la sacudida emocional dos, tres días después. Te duele. Hay otras donde te impactan y no te dejan moretón. Y, por último, hay unas pocas donde te impactan y extrañamente, a los pocos días, algo se acomoda distinto. Te alivias. “La Divina Ilusión” entra en este grupo de obras.

Lo que viví esa noche, junto con todxs los asistentes de mi función, fue un shock. El texto es fuerte, crudo y sumamente violento. La verdad no me extrañó nada salir tan shockeado de la sala porque Michel Marc Bouchard es así. No es nada sutil. Y dije: “me va a salir moretón”. Pero no fue así. A los días me liberé. Y tengo plena conciencia que fue a partir de “La Divina Ilusión”. Y esa liberación viene de permitirme volver a soñar después de la pesadilla de los últimos días. En ese sentido, sí me parece una variación a todo el trabajo del autor; de las obras conocidas por mí es la excepción a la regla. Sus obras siempre dejan marcas. Ésta no.

Por otro lado, a pesar del origen canadiense de Michel, siempre le viene muy bien el temperamento latinoamericano (en este caso mexicano) a la interpretación de sus textos. Los diálogos permiten un desborde de energía por parte de las actrices y actores. Amén de un impecable soporte literario en cuanto a la síntesis y efectividad dramática.

La experiencia de todxs esa noche nos llevó a una atmósfera oscura. A una atmósfera donde podíamos sentir cómo las pasiones raspan. A una atmósfera donde es muy difícil respirar. Y nos producía el sentido del mundo. La interpretación donde todos nos adentramos en este ambiente fue la de Mahalat Sánchez en el segundo acto, la madre del compañero de cuarto del protagonista Michaud, quien se paraliza ante la desgracia y la miseria. Quien se empieza a comer ella misma del miedo.

La interpretación de Pilar Boliver, como Sarah Bernhardt, vuelve a ser sobresaliente no sólo por su maestría técnica y colmillo del mundo, sino porque en esta ocasión hace un trabajo de energía interna remarcable (yo nunca le había visto algo de esta competencia, ni siquiera en “Coco Mademoiselle Gabrielle” de Silvia Peláez donde creí una efectividad en esta misma línea). De hecho, este momento en específico también sucede en el segundo acto y es aquí donde viene la premisa de la obra: la declaración de amor al teatro de Sarah.

Estaba comiendo una sopa a los tres días de haber visto “La Divina Ilusión” y fue ahí cuando sentí el verdadero efecto del montaje, del texto, de las interpretaciones, de estar con otrxs: un permiso de volver a creer. En los sueños. En la belleza. En el amor. A pesar de todo y en contra de todo. Como lo dice la Sarah de la obra en su declaración de amor al teatro. En ser “incorregiblemente joven” como lo dice la Sarah real, la de setenta y cinco años. Y en mi cabeza sólo escuchaba las palabras de uno de mis personajes favoritos del teatro, Harper de “Ángeles en América”, que me hacían volcarme en mi sopa: “Nada está perdido para siempre”.

“La Divina Ilusión”

De: Michel Marc Bouchard

Dirección: Boris Schoemann

Teatro La Capilla (Madrid 13, Colonia del Carmen, Coyoacán)

Lunes y martes a las 20:00 hrs.

Candidaturas independientes: ¿por qué y para qué?

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La confianza es la base de la legitimidad de un

régimen político; ésta no se da de una vez y para siempre,

se nutre día tras día, de lo contrario desfallece.

El autor.

Las candidaturas independientes nos traen a la memoria a un singular personaje: Nicolás Zúñiga y Miranda, “Candidato de la gente”, como él mismo se denominaba, cuatro veces opositor a Porfirio Díaz, y después del asesinato de Madero, contendiente de Carranza y Obregón, por la Presidencia de la República. Quizá lo que logró Zúñiga en su perseverancia, fue dejar traslucir que la democracia en nuestro país no era más que una farsa. Fuera de ese hecho documentado marginalmente en nuestra historia, atengámonos al Derecho.

No hay nada nuevo bajo el sol, se trata de un derecho redivivo en nuestro sistema político. En la Ley Electoral Federal de 1918, encontramos una vía de participación a “candidatos no dependientes de partidos políticos”, que cambió en 1920 a “candidatos independientes” (por primera vez). Estos, sin embargo, desaparecieron de la legislación en 1946 y no fue sino hasta 2007, en Yucatán, cuando una modificación en su Constitución restituyó la figura, lo cual fue ratificado por la Suprema Corte, regresando al orden jurídico nacional en 2014. Así, esta condición halla su plena validez en el artículo 35 (derechos del ciudadano), en el 41 (financiamiento electoral), y en el 116 (garantía integral), así, en nuestros días, ha propiciado que seis “independientes” se encuentren en funciones: un gobernador, un diputado federal, un diputado local y tres presidentes municipales.

Por otro lado, varios países contemplan está práctica en su legislación: Argentina, Australia, Canadá, Chile, España, Estados Unidos y Francia… algunos ejemplos los constituyen Ross Perot, estadounidense, quien se presentó como candidato independiente a la presidencia en 1992 y 1996; Ralph Nader que hizo lo propio en 2004 (ha habido otros entre los primos del norte). Trump no es formalmente independiente, pero llegó abanderando un discurso antisistema.

Por lo que respecta a Europa, Emmanuel Macron, triunfó en la segunda vuelta electoral de 2017. Después de haberse formado y militado en el Partido Socialista Francés, se desligó para formar, en abril del año pasado, el movimiento político “En Marcha” (EM). Una intensísima campaña, lo llevó a ser el vigésimo quinto presidente de la República, con sólo 39 años.

En este marco, vale la pena explorar las razones que motivaron a la élite política mexicana a restablecer esta posibilidad de elección a una considerable gama de cargos de elección popular en 2018, entre ellos, la mismísima Presidencia de la República. Encuentro tres razones:

  • La primera, simple y llanamente, cumplir con el espíritu y la letra de la Constitución al reconocer el derecho de todo ciudadano mexicano a “votar y ser votado” y, al mismo tiempo, obligar al Estado a objetivizar tal derecho en la Ley Electoral;
  • La segunda, es atribuible al evidente deterioro sufrido por los partidos políticos a través del tiempo, su alejamiento de la ciudadanía y el abandono de sus principios genuinos; cada organización afronta su peculiar problemática: el PRI, se siente unido en torno al presidente, su verdadero líder; el PRD muy debilitado, dado el indudable crecimiento de MORENA; el PAN, definitivamente dividido por la decisión de Margarita Zavala de jugar como independiente; en este escenario, la llamada “chiquillada”, desconcertada, debe encontrar acomodo para no perder su registro;
  • La tercera, es la urgente necesidad de recuperar un mínimo de confianza ciudadana para evitar que las elecciones del próximo año se vean obligadas a cruzar el desierto por el descontento y el desaliento del elector común (abstención y/o votos nulos).

En cuanto a las expectativas, probablemente las candidaturas independientes sirvan para canalizar respuestas a múltiples movimientos ciudadanos e introducir en la agenda pública demandas que no encuentran espacios ni en los partidos políticos ni en el poder público.

La presencia de los independientes quizá incentive a los partidos a cuidar la nominación de sus propios candidatos. Sin duda un discurso más libre de ataduras sea un referente en la competencia electoral y en la sociedad se instale en la sociedad un sentido más racional de la política.

Demos por seguro que serán unos cuantos quienes lleguen a ver su nombre impreso en las boletas como independientes. Más allá de la ambición legítima que pudiera acompañar a cada uno, lo cierto es que llegar al triunfo a la Presidencia de la República es una aspiración remota; no obstante, el modelo de participación puede nuclear nuevos elementos y darle la oportunidad al sistema político de adaptarse a los tiempos actuales y ser más congruente con la estructura socioeconómica que nos acompaña.

Para sintetizar, los independientes representan un paso más en la transformación que estamos sufriendo por las implicaciones inherentes a la consolidación institucional que hemos alcanzado, lo cual incluye a una sociedad organizada -como nunca antes- alrededor de sus derechos, intereses y causas.

Hay una estrategia trumpiana

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Mientras el gobierno de México insiste en que la actualización del TLCAN “debe hacer de Norteamérica una región más fuerte”, el de Trump sólo cree en que “Primero es América”. No persiguen lo mismo.

Mientras Ildefonso Guajardo repite que “nuestros países tienen como objetivo común hacer que la zona del TLC sea fuerte y moderna”, el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, no va tras un objetivo común sino por “un nuevo equilibrio de este terrible déficit comercial” de Estados Unidos con México. Las metas son diferentes.

Cuando un país tiene déficit comercial significa que consume más de lo que produce; para reducir el déficit puede intentar elevar la producción interna o las exportaciones, o ambas cosas.

Ante la debilidad de la demanda en todo el mundo, aumentar exportaciones es complicado; la estrategia de Trump es tratar de que industrias y capitales estadounidenses que han fraccionado sus cadenas de valor en la economía global, regresen parte de su producción a territorio estadounidense.

Trump no piensa, como sí lo han hecho nuestros gobiernos desde el de Salinas, incluyendo el de Peña Nieto, que México sea parte del territorio económico estadounidense. Está decidido a reindustrializar la economía de su país, porque no entiende que la competitividad industrial depende de los bajos salarios que paga al fraccionar sus cadenas de valor.

Ignorante de eso, Trump está en campaña de repatriación de capitales; el artículo de Jacques Rogozinski (El Financiero, 16/10/2017) destaca un aspecto crucial de la estrategia: una reforma fiscal que, de aprobarse, reduciría de 35% al 20% la carga fiscal de las empresas y daría otros incentivos para que las filiales de corporaciones estadounidenses en todo el mundo repatríen las ganancias que mantienen fuera del país.

Son alrededor de 2.5 millones de millones de dólares que podrían salir muy rápido de los fondos y acciones extranjeros en que estén invertidos, como la Bolsa Mexicana de Valores.

Como dice Rogozinski, “el efecto puede ser más nocivo que el de un resultado negativo de las negociaciones del TLCAN”.

Si la estrategia le funciona a Trump provocaría en su país un corto periodo de auge en crecimiento económico y en el valor de las acciones de las corporaciones beneficiadas, mientras que la salida masiva de inversiones en valores que regresaran a Estados Unidos pondría en serios problemas a las economías de casi todo el mundo, la de México desde luego.

El plan B del gobierno mexicano tendría que contemplar no sólo la posible cancelación del TLCAN, sino la salida masiva de capitales de la BMV y una estrategia para elevar el ahorro interno de inversión, y para atraer inversiones europeas y asiáticas.

http://estadoysociedad.com

El ABC de la Corrupción

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La definición de Corrupción de acuerdo a La Real Academia Española, contempla 5 puntos, de los cuales resaltan 4 de ellos por sus connotaciones: 1. Acción y efecto de corromper o corromperse; 2. Alteración o vicio en un libro o escrito; 3. Vicio o abuso introducido en las cosas no materiales. Corrupción de costumbres, de voces; 4. En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores.

En este sentido, justo la semana pasada escribía que de conformidad con el estudio realizado en el “Informe anual sobre el Clima de Negocios en el Mundo 2017”, México es por tercer año consecutivo uno de los países más corruptos, y ya es el número uno en América Latina.

Tenemos una cultura generalizada de la corrupción y esto es así por la impunidad en que se quedan los casos que llegan a ser públicos, que no es justificación pero así es.

En días recientes y dentro del foro Impulsando a México. La fortaleza de sus instituciones, el titular del Poder Ejecutivo Federal, el presidente Enrique Peña Nieto, hizo alusión de que la sociedad mexicana “echa la culpa de todo a la corrupción”. Minimizando realmente lo que pasa en el país o más bien dejando de lado el impacto que tiene en la sociedad, y apelando a la poca memoria a largo plazo de los mexicanos. El presidente, hizo mención a ejemplos como de socavones (“que pasan en todo el mundo”, mencionó) y llegó a ironizar que hasta atrás de un accidente se alude a la corrupción como causa de todo; y pues es cierto, es tan parte de nuestra cultura, nos es tan normal que ya ni sabemos diferenciarla.

La cobertura mediática influye mucho para minimizar el efecto de la corrupción en México; mientras esa noticia está presente en todos los medios, y en un par de semanas se deja de lado, como finalmente no pasa nada ni se castiga, simplemente deja de ser relevante y causa desinterés o apatía si llega a pasar de nuevo.

Pensar que todo lo que pasa tiene alguna connotación atrás de corrupción no debería sorprender al titular del Ejecutivo Federal y por el contrario debería estar trabajando en erradicar realmente esa imagen o “cultura” en la sociedad.

Es inaudito pensar que el personaje que fue propuesto por el Gobierno para ocupar el puesto de Fiscal General, este inmiscuido en un tema de corrupción, como fue el registro de su auto (ferrari) en el Estado de Morelos para no pagar tenencia sobre el mismo, y que sólo diga que fue un error administrativo lo que estaba atrás de todo el asunto. Minimozar a ese grado los actos de corrupción, hace que sean actos a seguir, fomentándolos.

La investigación sobre el tema de la Casa Blanca, también tuvo un uso mediático y se apostó al olvido colectivo; uno que otro seguimos en espera de que se aclare el conflicto de intereses que representa dicho tema. De igual forma, el tema de los procesos que se les han abierto a los ex-gobernadores, el socavón en el Paso Express en Cuernavaca, las anomalías en los contratos de OHL, o de Odebrecht. Todos y a cada uno representa temas abiertamente olvidados pero que sin embrago, son actos de corrupción.

A título personal considero que la corrupción es el freno de mano que le ponemos al crecimiento económico, a ella le achaco el nivel de polarización del ingreso y su mala distribución. Asimismo, a la imposición de un modelo económico, sin pies ni cabeza, al que le confiamos el quehacer nacional, y del cual esperamos resultados desde hace más de treinta años.

Cada uno de los puntos en que se define a la corrupción, la hemos vivido en México, en cada uno de los niveles de gobierno y en todas las esferas de la sociedad. Irónicamente podríamos ser un gran caso de estudio sobre el tema a nivel mundial. Es lamentable que la corrupción sea como el maíz en nuestra alimentación, pero en el día a día nacional, y no se diga a nivel político.

Hablamos de corrupción, pero también es necesario hablar de lo que se hará al respecto; indudablemente el hartazgo o la ironía no sirven de nada, y la impunidad mucho menos. No reconocerla, no ayuda en nada. Ayudaría el que la reconociéramos, pero que políticamente es muy dificil de que eso pase, no creo que a ningún gobierno la reconozca abiertamente, la denunciarán pero no la reconocerán. ¡Ah! Eso sí, no dudo que en las campañas políticas del próximo año, todos y cada uno de los candidatos estarán asegurando que combatirán la corrupción  abiertamente. Ojalá así sea, pero no creo que eso vaya a pasar realmente.

Yves Klein: la búsqueda de lo inmaterial

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En el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) de la Ciudad de México, se exhibe Yves Klein, exposición retrospectiva de uno de los artistas más provocadores de la segunda mitad del siglo XX. A través de una propuesta plástica desató una gran controversia en el mundo de la pintura que todavía no se recuperaba del influjo de las vanguardias: pintar de un único color toda la superficie de su composición. Todo en la década de 1950.

Antes, hacia 1915, lo habían hecho los suprematistas de la mano de Malevich, con su célebre Cuadrado negro; sin embargo, nadie más hasta Klein y el Movimiento Zero, llevaron esta posibilidad plástica hasta el límite –combinando también con el antecedente de lo que hoy conoceríamos como arte acción (antes conocido como happening y también llamado performance)–, configurando lo que hoy conocemos como pintura monocromática, tendencia artística que cuenta con salas dedicadas a Klein, como es el caso del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en Madrid, España.

El artista francés después de varias propuestas (en la muestra se observan varias de sus obras tempranas, entre las que destacan los colores rojos, naranjas e incluso algunas combinaciones), eligió el color azul ultramar, pigmento que después de algunos experimentos químicos, patentó y denominó como IKB (International Klein Blue).

El trabajo exhibido en el MUAC nos revela la búsqueda del artista hacia una nueva propuesta, en la que el eje es la exploración de lo inmaterial, pero a través de la materialidad misma. Es decir, ¿qué le da valor al arte?: ¿los materiales? (consideremos el soporte material, es decir, desde la tabla de madera o tela hasta el óleo mismo); ¿la perfección/imperfección en la técnica? (pensemos en los espléndidos retratos del barroco en lo que Gombrich denomina “la conquista de la realidad”); ¿los temas? (¿qué nos produce mayor goce estético? Un paisaje impresionista o la magna representación de La coronación de Napoleón en Notre Dame de Jacques Louis David, por mencionar dos ejemplos); ¿lo que se busca expresar?, ¿todo en su conjunto?

“¡Larga vida a lo inmaterial!”, se puede leer en letras azules IKB en piso del MUAC. El mismo texto de presentación de la muestra una de las peculiaridades de la plástica del artista: “Las obras revelan la tensión constante entre la condición material del arte y su inmaterialidad”. Ese es el punto de partida. Y es en lo que Klein nos permite reflexionar. Nuestra experiencia estética, si nos lo permitimos, puede ser rebasada por ahora no deformes formas –como Gadamer las llama–, sino por colores y sombras que nos pueden sacudir (a favor o en contra). Acciones que nos invitan, por ejemplo, a tocar el pigmento IKB –en una situación por supuesto no permitida–, de la instalación de la primera sala que nos recibe, precisamente como una forma de experiencia estética.

La exposición reúne más de 75 obras y numerosos documentos donde revela el trabajo de apenas 32 años de vida –falleció de un infarto a esa temprana edad–. Podemos también observar magníficos videos que documentan su quehacer artístico. Desde las “Antropometrías de la época azul”, en la que bajo una acción con orquesta incluida (con su correspondiente partitura escrita por Louis Saguer), tres mujeres desnudas actúan cual “pinceles vivos” siguiendo las indicaciones de su artífice o como cuando toma un lanzallamas y dibuja sobre paneles, sombras y efectos para ir más allá de la materia misma y revelarnos lo que está detrás y que algunas veces no queremos o nos resistimos a observar.

También podemos ser testigos de cómo planeó hasta el último detalle de su boda (incluida la tiara de la novia, en azul IKB) o los trabajos para el vestíbulo de la Gelsenkirchen Opera House (con una espléndida maqueta de la mano de su estudio en perspectiva, además de los videos de la instalación).

Les recomiendo un fragmento del documental que se realizó con motivo de una muestra de Klein en la Tate Modern en Inglaterra:

En 1952, ocho años antes de las Antropometrías de Yves Klein, un compositor estadounidense incursionaba también en nuevas formas de explorar la música contemporánea. John Cage compuso 4’33” (cuatro, treinta y tres), en tres movimientos. Obra en la que no se emite ningún silencio durante cuatro minutos y 33 segundos (de ahí el título). Causó gran controversia, pero se ha convertido en un referente no solo de la música sino del arte contemporáneo en su conjunto (también en el Museo Reina Sofía podemos observar varios videos de sus creaciones musicales). La pieza existe en versión para piano, pero también para orquesta. En este caso, el pianista también estadounidense David Tudor. Le anteceden breves palabras del mismo John Cage:

Yves Klein se presenta en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), en el Centro Cultural Universitario, hasta el 14 de enero de 2018. Miércoles, viernes y domingos, de 10 a 18 hrs. jueves y sábado, de 10 a 20 hrs. Lunes y martes cerrado. Público general, 40 pesos. Con credencial de estudiante, maestro y adultos mayores, 20 pesos. Miércoles y domingos, 2×1. El catálogo bilingüe de la exposición se vende en la tienda del museo, pero se puede descargar en formato digital de forma gratuita, previa autorización de uso de derechos de autor, en una espléndida iniciativa de la UNAM en la página del museo (https://muac.unam.mx/expo-detalle-127-yves-klein).

El gran pendiente de México

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Después de la crisis cambiaria de 1994, México inició una etapa de estabilización y consolidación de las principales variables económicas: la inflación retomó una tendencia decreciente al igual que las tasas de interés, las reservas internacionales del país se robustecieron, la deuda externa como proporción del Pib fue el más bajo dentro de los países que conforman la OCDE y las finanzas públicas se mantuvieron balanceadas.

Gracias a estos equilibrios macroeconómicos, México pudo sortear la crisis financiera que se presentó en el mundo en 2008 sin mayores sobresaltos. No obstante, cuando miramos hacia atrás hay algo que molesta, que incomoda, que nos hace al menos cuestionar si efectivamente se han hecho bien las cosas, y es el hecho de que el país no crece.

Resulta profundamente dramático el hecho de que en las tres últimas décadas se han registrado en México dos de las tres contracciones económicas más profundas de la historia. En 1995 el Pib cayó 5.8% y en 2009 la caída fue de 4.7%, sólo detrás de la crisis que se vivió en 1932 cuando la economía se contrajo 15% debido a la presencia de la gran depresión de 1929 en Estados Unidos. Independientemente de las contracciones anteriores, lo cierto es que el país no crece o crece muy poco.

En los últimos treinta años, el Pib de México creció en promedio 2.5% mientras que el bloque de países emergentes se expandió a una tasa de 4.5% y China y la India lo hicieron 8%, lo que significaba que la estabilidad macroeconómica que se ha registrado en México es una condición necesaria pero no suficiente para que la economía registre mayores tasas de crecimiento.

Para lograr una mayor actividad productiva era necesario continuar con la instrumentación de reformas estructurales de gran calado como las que se presentaron a principios de los noventa y que incluyeron la determinación de autonomía del Instituto Central y la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá

No obstante, este proceso de transformación se interrumpió durante 18 años, lapso en el que el país se rezagó de manera importante frente a las economías que formaban parte del grupo Bric. Era imprescindible llevar a cabo una serie de reformas estructurales de segunda generación que permitieran al país ser más competitivo, aumentar el empleo, las remuneraciones laborales y recuperar los espacios que se habían perdido en el concierto del comercio internacional.

Vale la pena destacar que las reformas aprobadas en la actual administración son la palanca que permitirá catapultar el crecimiento del país a otros niveles. No obstante, hay que recordar que la experiencia internacional muestra que este tipo de reformas no tienen resultado de un día para otro, y que en promedio toman hasta 10 años en tener un impacto pleno sobre la actividad productiva cono lo muestran los casos de China, Canadá y Chile.

Recientemente, algunos organismos internacionales y calificadoras de riesgo han revisado al alza sus expectativas de crecimiento para la economía mexicana en este 2017, aunque dichas revisiones muestran aún una expansión económica muy modesta y, desafortunadamente, por debajo del promedio registrado en los últimos años.

El FMI incrementó su pronóstico de crecimiento para ese 2017 de 1.9 a 2.1% de acuerdo con el Informe Perspectivas de la Economía Mundial correspondiente al mes octubre, en virtud de que la economía mexicana mantuvo el dinamismo pese a la incertidumbre generada por la renegociación del TLC y la revisión a la baja de la actividad económica en Estados Unidos.

Por su parte, el Banco Mundial revisó igualmente al alza la previsión de crecimiento de México conforme a su reporte Perspectivas 2018 para América Latina, ubicándolo en 2.2% al cierre de 2017, apoyado por un fuerte dinamismo del consumo privado, una baja en la tasa de desempleo y una mayor confianza de los consumidores.

Aunque estas revisiones al alza son favorables, habrá que reconocer que el crecimiento de México sigue siendo bajo. La mala noticia es que la perspectiva en el corto plazo sigue siendo poco alentadora, toda vez la economía global registra una recuperación frágil y lenta, mientras que el comercio internacional enfrenta serias resistencias para su expansión debido a la posición proteccionista de Estados Unidos.

En el ámbito doméstico, un factor que podría obstaculizar el avance la economía es el incremento de las tasas de interés resultado de fuertes presiones inflacionarias. Uno de los elementos que ha contribuido al incremento en los precios es el debilitamiento del peso que pasó de niveles de 13 pd en 2013 a 21 pd al cierre de 2016 y 22 pd en los primeros meses de 2017.

Los mayores niveles en la cotización del peso, originó una escalada en el nivel general de precios que pasó de 2.13% en 2015, su menor nivel histórico, a 6.66% en el mes de agosto del presente año, su nivel más alto en 16 años, lo que derivó en que Banco de México empezara a alejarse de una política monetaria expansiva, iniciando el ciclo de alza de la tasa de política en diciembre de 2015, fenómeno que ha impactado negativamente la actividad económica del país.

Crecer más y de manera sostenida es, sin lugar a dudas, el gran reto de México. Hoy las reformas estructurales sientan las bases para un mayor crecimiento económico, no obstante, se tendrá que avanzar en la correcta ejecución de dichas reformas así como fortalecer el estado de derecho de todos los actores económicos así como combatir con mayor decisión la inseguridad y la corrupción que hoy son un lastre para la actividad económica del país.

Manuel Guzmán M. es Director General de Novastone Capital de México. mg@novastonecapital.com