Agenda 2030

Constitución y cambio de época

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El viernes 5 de febrero de 2021 se cumplieron 104 años de la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917. Es una de las constituciones políticas más antiguas del mundo, y la primera en establecer los derechos sociales a nivel internacional. Es la norma suprema que estructura al Estado mexicano contemporáneo.

Durante su vigencia ha tenido numerosas reformas y adiciones. Contiene desde los principios fundamentales del Estado federal hasta regulaciones de detalle en muy diversas materias. Hace pocos años los juristas Diego Valadés y Héctor Fix Fierro, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, efectuaron una importante investigación para darle orden y sistematización a nuestra Constitución.

Una de las reformas más importantes a la Constitución mexicana fue la aprobada en junio de 2011 en materia de Derechos Humanos. Se reformaron varios artículos constitucionales, pero el nuevo artículo 1º constitucional define características fundamentales del Estado y del Sistema jurídico mexicano.

El artículo 1º Constitucional establece que en México todas las personas gozarán de los derechos humanos “reconocidos” en la Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones que establece la propia Constitución.

reformas Cosntitución
Imagen: OnAliat.

Asimismo, establece que todas las autoridades en el ámbito de sus competencias tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad.

De esta forma, el Estado mexicano debe garantizar el derecho humano a la salud, al empleo digno y a un medio ambiente sano, entre otros muchos derechos fundamentales.

Este nuevo aniversario de la Constitución mexicana se da en el contexto de un profundo cambio de época a nivel global. El mundo vive no una época de cambios sino un verdadero cambio de época. Entre otros aspectos significativos de este fenómeno, podemos referir que el mundo no sólo vive una profunda crisis sanitaria sino también una emergencia climática global. Esta crisis está enmarcada en el acelerado proceso de destrucción de la naturaleza y de degradación del medio ambiente que provocan los modelos de crecimiento económico vigentes. El cambio climático, con todas sus cada vez más graves consecuencias, es sólo uno de los aspectos de esta degradación ambiental que amenaza a la civilización como la conocemos.

También hemos estado provocando otros daños como la destrucción de la capa de ozono; la pérdida de la biodiversidad y la extinción masiva de especies; la contaminación química y la emisión de nuevos compuestos; la acidificación de los océanos; la degradación del suelo fértil de la tierra; la afectación del agua dulce y del ciclo hidrológico global; los vertidos de nitrógeno y fósforo en la biósfera y los océanos y la concentración atmosférica de aerosoles. Todos estos problemas, relacionados entre sí, están poniendo en peligro el futuro de la humanidad.

construir nueva constitución
Imagen: El País.

Frente a esta grave situación la comunidad científica ha advertido del peligro de tal problemática y ha aportado soluciones. De igual forma la comunidad internacional ha reaccionado aunque todavía con timidez y lentitud. Primero con la Agenda 2030 de Naciones Unidas, los 17 objetivos del Desarrollo Sostenible que le dan continuidad a los objetivos del Milenio (2000-2015). A pesar de sus limitaciones, la Agenda 2030 de Naciones Unidas es un paso en el sentido correcto. De igual forma el Acuerdo de París de 2015, el cual se podría ver muy fortalecido en la Cumbre de Glasgow de finales de este año.

Con este panorama comienza a haber cambios políticos importantes. Por un lado está la actividad de la Unión Europea, bajo el liderazgo de Ursula von der Leyen, quien señala que la recuperación de la pandemia del COVID-19 debe conllevar un ambicioso plan que tiene entre sus ejes la agenda digital y el Pacto Verde. Asimismo, los compromisos del gobierno de China y de otros países tanto desarrollados como economías emergentes.

A estos esfuerzos, se suma ahora con fuerza el gobierno del presidente Biden, que asumió el poder democráticamente, después de la larga noche del autoritarismo de Donald Trump. El gobierno de Biden va a combatir el cambio climático en forma decidida en Estados Unidos y en el Mundo. Además, va a proteger la preservación y conservación de la naturaleza, de acuerdo al más actualizado conocimiento científico. Durante sus primeras semanas en la Casa Blanca, Biden ha emitido numerosas órdenes ejecutivas en ese sentido. Sin embargo, es claro que va a enfrentar numerosas y fuertes resistencias por parte de grandes intereses. Pero, por otra parte, numerosos agentes económicos, desde organismos internacionales, bancos y grandes empresas globales, incluyendo varias importantes petroleras, están en procesos de reconversión hacia energías limpias. La transición energética para dejar el uso de combustibles fósiles es un hecho que se está dando en todo el mundo. No tiene regreso.

cambio energías limpias
Imagen: World Energy Trade.

Vivimos un complejo proceso de enfrentamiento de nuevos riesgos globales. La única solución es que la comunidad internacional actúe con decisión y energía de la mano de la ciencia. Recordemos que la solución de la compleja problemática global exige de planteamientos multisectoriales e interdisciplinarios, con visión holística. No basta pensar ya en el corto plazo. La correcta solución de los problemas requiere de las visiones de mediano y largo plazo.

Un ejemplo de la complejidad de los problemas está en la reciente declaración de la Directora de Salud Pública y Medio Ambiente: el 70% de los últimos brotes epidémicos han comenzado con la deforestación. Los virus del ébola, el SARS o el VIH han pasado de los animales a los humanos después de la destrucción masiva de selvas y bosques tropicales. Es sin duda una declaración importante y oportuna. Pero, también hay que recordar que los científicos han venido advirtiendo esto desde hace ya mucho tiempo. En México, el Dr. José Sarukhán ha explicado claramente la importancia de proteger los ecosistemas y las graves consecuencias que conlleva su destrucción.

Hace poco, conversando con un especialista en prospectiva, comentando la pandemia de la COVID-19, me recordaba que este riesgo se preveía desde hace tiempo.

En suma, México y el mundo viven un profundo cambio de época. Nuestra Constitución política nos debe garantizar este tránsito con pleno respeto a los derechos y las libertades fundamentales. Recordemos que la libertad es la base del progreso científico, de la democracia y de la prosperidad.


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Limpiar el planeta puede ser negocio

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Cuando hayamos superado la pandemia y el COVID-19 deje de ser el asunto de mayor preocupación mundial, el cambio climático ocupará su lugar.

La buena noticia es que la parálisis económica causada por la pandemia va a requerir estrategias de recuperación que ya empiezan a plantearse asociadas al freno al calentamiento global; ese amarre supondría nada menos que la reconversión de la manera en que se produce electricidad para todo actividad productiva en el mundo, al uso de fuentes de energía limpias.

Desde hace 200 años la capacidad industrial capitalista se estructuró sobre la base de fuentes de energía fósiles para generar electricidad; la quema de hidrocarburos hace tiempo que rebasó la capacidad ecosistémica de recuperación.

Transformar la organización productiva de países “ricos y emergentes” al uso de energía renovable, hace recordar la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial.  

La reconstrucción europea generó la recuperación de la crisis económica capitalista de la década de 1930 y fue el gran negocio de Estados Unidos, que ofreció el Plan Marshal a las devastadas naciones para financiarles la compra de maquinaria, equipos y bienes intermedios que se producían en la única estructura industrial en pie, que era la estadounidense.

cambio climatico
Imagen: Wired.

Joe Biden, presidente de Estados Unidos, entiende el desafío de reconversión tecnológica a fuentes de energía limpia para frenar el calentamiento planetario, y entiende mejor el valor económico de convertir ese proceso en un campo inmenso a nuevas oportunidades de negocios que dominarán el futuro próximo.

A pesar de que reducir las emisiones de CO₂ es cuestión de supervivencia, en el sistema capitalista sólo es posible hacerlo negocio; 13,700 científicos de 153 naciones divulgaron en enero de 2020 el documento titulado Advertencia de Científicos del Mundo sobre la Emergencia Climática, en el que además de los peligros, señalan acciones necesarias en energía, contaminantes atmosféricos de corta vida, naturaleza, alimentos, economía y población. World Scientists’ Warning of a Climate Emergency | BioScience | Oxford Academic (oup.com)

El 6 de enero de este año informaron sobre el comportamiento del calentamiento global durante 2020; resulta que ese año, pese a la recesión económica, se registraron temperaturas y desastres mayores de lo previsto. Y es que el Acuerdo de París, al que Biden reinscribió a Estados Unidos, no ha conseguido que las economías industrializadas hagan lo que les corresponde para que el calentamiento global no pase de 1.5 grados, que es la meta del acuerdo.

Hasta ahora se ha impuesto a los gobiernos la lógica de los grandes negocios, que es mantener sus esquemas “exitosos”; la llegada de Biden a la presidencia de Estados Unidos y voces autorizadas de China, de la Unión Europea y de corporaciones estadounidenses, ya hablan de apertura visionaria a las inmensas oportunidades que se le abren a las inversiones que se ocupen de proveer y equipar de nuevas fuentes de energía a la industria en todo el mundo.

limpiar el planeta
Imagen: Lia Liao.

De generalizarse esa perspectiva, se reanimarían inversiones y crecimiento y el combate al cambio climático se convertiría en el motor principal de la recuperación económica post pandemia.

Ni Estados Unidos ni China –los mayores contaminadores del planeta–, ni ningún otro país, tiene fácil la reconversión (habría quiebras, concentraciones de poder económico y político, desempleo, mayores urgencias sociales) y ninguno puede reconvertirse solo; tanto el abatimiento de las emisiones de efecto invernadero como el cambio  energético de la industria, tienen que ser concertadas internacionalmente.

Transformar el modo industrial de doscientos años transformará instituciones y leyes, el modo de organización empresarial y los mercados laborales en cada país, e impondrá varios requisitos estándar.

No existe, en el orden internacional, una experiencia de cooperación, solidaridad y coordinación semejante, pero es claro que la pandemia, la emergencia ambiental y los cambios sociales que conllevan, son asuntos globales y que llevan a revisar el multilateralismo y el derecho internacional. Nada, de aquí en adelante, volverá a ser como antes.


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15 horas de trabajo semanal

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Escribió J. M. Keynes en 1930, ante la peor crisis del capitalismo hasta entonces, que “estamos sufriendo, no por el reumatismo de la edad, sino por el dolor que producen los rápidos cambios, por el dolor de reajustarnos entre un período económico y otro”.

Así estamos ahora, ante la drástica transformación del mundo que se presenta a la vista como una devastación causada por una crisis económica que ya dura décadas, agravada por la pandemia y por la emergencia climática.

El desafío es doble: salir del hoyo y lo más difícil, transformar lo necesario para mejorar la condición ambiental y la equidad global. El primer cambio necesario es el orden de las prioridades.

En la disputa por determinar el futuro de las relaciones mundiales, la dirección de las economías nacionales y las preferencias de consumo de las sociedades, el bienestar de la gente no es la prioridad sino acaso, la consecuencia del crecimiento. No se ha propuesto nada novedoso.

La lucha estelar es entre China y Estados Unidos, a la que le hacen coro organismos que están a favor de recuperar cuanto antes el crecimiento económico.

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Imagen: Cuba en Resumen.

El Foro Económico Mundial propuso un plan para el “Gran Reinicio” y en esa misma pista, Kristalina Georgieva, Directora Gerente del FMI, llamó a un “nuevo Bretton Woods” financiero el 15 de octubre en Washington.

Su plan no tiene nada nuevo: consiste en “abordar algunos problemas persistentes: la baja productividad, el lento crecimiento, las grandes desigualdades y una amenazante crisis climática”.

Según ella, las soluciones económicas comprenden marcos sólidos de las políticas monetaria, fiscal y financiera, y reformas para impulsar el comercio, la competitividad y la productividad; el bienestar social se conseguiría invirtiendo más en educación y capacitación, lo que atenuaría las desigualdades y los efectos en desempleo por el rápido avance tecnológico. El cambio climático se mitigaría mediante la combinación de inversión verde y precios más altos del carbono, para lograr emisiones cero hacia 2050.

Nada nuevo; crecimiento, productividad, reforzamiento del “capital humano”, encarecimiento de las energías fósiles y generación de buenos negocios verdes. El orden de los factores indica el que seguirían las soluciones.

Según 13,700 científicos de 153 naciones que el 6 de enero pasado difundieron un comunicado para llamar la atención de gobiernos, empresas y sociedades sobre la última información del cambio climático, el calentamiento global va más rápido de lo esperado y obligaría a que la meta de emisión cero de monóxido de carbono se logre mucho antes, “alrededor de  2030”.

John Maynard Keynes
John Maynard Keynes (1883-1946).

De ello depende la supervivencia de miles de millones de personas; se tiene que invertir el orden de los factores para que la prioridad sea la emergencia climática, lo que implicaría que la economía se transformara para desacelerarse sin generar desempleo ni agravar los problemas sociales.

Keynes imaginó hace casi un siglo una sociedad tan rica, gracias al progreso tecnológico, que hacia 2030 podría reducir a sólo 15 horas su trabajo semanal y dedicar el resto del tiempo a disfrutar actividades no económicas. Esa sociedad, dijo, “reconocerá que el amor por el dinero y las posesiones son una enfermedad repugnante”.

Más contemporáneos, los ganadores del premio Nobel 2019 de economía, el matrimonio formado por Abhijit Banerjee y Esther Duflo, consideran que disminuir el crecimiento en los países ricos puede ser benéfico, aunque en los países rezagados, un crecimiento acelerado, combinado con su distribución equitativa, sigue siendo necesario para elevar su nivel de vida.

El Papa Francisco va más allá, en una carta encíclica “Sobre el cuidado de la casa común” del 24 de mayo de 2015, propone el decrecimiento económico para salvar el medio ambiente y hacer que la política y la economía se pongan “al servicio de la vida, especialmente de la vida humana”.

Decrecer, como ha ocurrido desde hace un año a causa de la pandemia, pero sin que signifique desesperación y sufrimiento como en el que ahora están millones de personas, empresas y gobiernos; ésa es la verdadera transformación que se requiere para reivindicar la vida humana.


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La Agenda Global 2021 y la recuperación de la democracia

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La agenda global exige que la comunidad internacional organizada plantee soluciones a la problemática común de la humanidad y del planeta. Entre estos problemas está la erradicación de la pobreza y del hambre, la reducción de la creciente desigualdad; que se detenga la destrucción de la naturaleza y de los ecosistemas para preservar la vida humana en el planeta; el combate al cambio climático, entre otros objetivos.

Sin embargo, los dramáticos acontecimientos de la toma del Capitolio en Washington nos recuerdan la importancia de recuperar la democracia, bajo ataque en varios países en el mundo. Es necesario preservar las libertades y enfrentar al neo-fascismo, el populismo demagógico y el despotismo que tienen bajo fuego a numerosos sistemas políticos.

Una de las expresiones para solucionar la problemática global es la Agenda 2030 de Naciones Unidas. La Asamblea General de la ONU en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, celebrada del 25 al 27 de septiembre de 2015, aprobó un plan de acción mundial a largo plazo (2016-2030) titulado “Transformar Nuestro Mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible” (Agenda 2030), para erradicar la pobreza y lograr el desarrollo sostenible en tres dimensiones, económica social y ambiental, sin comprometer los recursos de las futuras generaciones.

El surgimiento de la pandemia del COVID-19, a finales de 2019, afectó profunda y radicalmente el cumplimiento de la Agenda. La crisis económica causada o agravada por la pandemia, según diferentes casos, está afectando a todos los segmentos de la población, a todos los sectores de la economía y a todos los países del mundo. Esta crisis dificulta aún más el logro de los 17 objetivos del Desarrollo Sostenible que integran la Agenda 2030.

fuego al capitolio, Trum
Imagen: Político.

De acuerdo con la ONU, el paradigma de desarrollo actual en el mundo es insostenible, debido al lento crecimiento económico, acompañado de grandes desigualdades sociales y de una elevada degradación ambiental. Estos retos deben ser atendidos, por lo que es necesario un cambio en los patrones de producción, energía y consumo sostenibles e incluyentes.

Pero los graves crímenes contra la democracia incitados por el propio presidente Trump son una llamada de atención global sobre la necesidad de actuar para defender a las instituciones democráticas de los ataques a los que las han sometido un conjunto de corrientes populistas, con aspiraciones despóticas y autoritarias, que han aprovechado diversas crisis económicas y sociales para construir alternativas demagógicas, basados en verdades a medias y mentiras completas.

Es claro que en el mudo se viven profundas crisis económicas y sociales que han afectado a muchos países. En tanto que en varios países enormes cantidades de personas han salido de la pobreza, como es el caso de algunos Estados en la región el Asia-Pacífico, en otras naciones en varias regiones en el mundo han tenido décadas de estancamiento económico, persistencia de la pobreza y un dramático incremento de la desigualdad. En varios países desarrollados y en economías emergentes se han vivido 40 años de estancamiento y degradación de los ingresos de amplios sectores de las clases medias.

fin democracia USA
Imagen: University of Rochester.

Asimismo, en muchos países las instituciones políticas se han visto profundamente rebasadas y son altamente disfuncionales. Muchos sistemas políticos se ven dañados por la corrupción, la impunidad y la incompetencia, como es el caso de varios países latinoamericanos. Todo esto se ha dado en el contexto de todavía un  muy elevado crecimiento demográfico y de un acelerado proceso de destrucción de la naturaleza y degradación del ambiente que pone en entredicho la sobrevivencia y viabilidad de la civilización y aún de la vida humana.

Pero la solución a esta compleja problemática no radica, desde luego, en apelar más a las emociones y los prejuicios que a la razón. Se han formado corrientes populistas dirigidas por demagogos que aprovechando el legítimo descontento ofrecen soluciones falsas, diagnósticos simples que buscan destruir estructuras institucionales, muchas de ellas ciertamente mejorables, para instaurar dictaduras. La construcción de una “verdad alternativa” ha sido un rasgo común.

Lo sucedido en el Congreso de Estados Unidos no puede quedar impune. Fue la culminación de un gobierno construido y desarrollado a través de la mentira, fomentando el racismo, el odio y la polarización, apoyado en grupos sociales rurales con poca educación y de fanáticos religiosos. Recordemos que esta agresión sucedió en una de las democracias más antiguas y aparentemente consolidadas en el mundo, en el país que aún es la primera economía del planeta y la más importante potencia militar.

Al respecto, cabe recordar que el gobierno de Trump no ha sido sólo demagógico sino altamente incompetente desde el punto de vista de los intereses de su propio país. Los únicos beneficiarios directos de su administración fueron los grandes intereses corporativos. Al respecto, cabe anotar el testimonio recogido por Heather Cox Richardson, según el cual, Trump vio por televisión y con entusiasmo la agresión al Capitolio, pero sólo lamentó que la apariencia de los agresores fuera de gente pobre y desarrapada.

Trump, odio, asalto capitolio
Imagen: La Razón.

Pero lo más grave de todo es que Donald Trump no es sólo causa, sino también efecto de este fenómeno. Cada vez queda más claro que en este atroz atentado contra la democracia han estado vinculados numerosas personas de diversos estratos sociales, incluida la complicidad de algunos legisladores y de miembros de cuerpos policiacos. El racismo, la xenofobia y el odio están profundamente enraizados en buena parte de la sociedad estadounidense.

La realidad es que los Estados Unidos de América, como muchos otros países, están profundamente divididos.

Es necesario diseñar un modelo de crecimiento para la prosperidad y el bienestar de todos, sin que nadie se quede atrás, pero desvinculado de la destrucción de la naturaleza y de la degradación del ambiente.

Debemos encontrar las soluciones a la problemática global con base en el conocimiento científico y en los avances tecnológicos. Pero es fundamental efectuar estos cambios con el más estricto apego al Estado de Derecho, a través de instituciones democráticas, con pleno respeto a las libertades, base del progreso y del respeto a la dignidad de las personas y a sus derechos fundamentales.

La lucha contra el neo-fascismo y el despotismo va a ser larga y difícil, pero la derrota de Trump es un magnifico indicio de la recuperación de la decencia y la racionalidad.


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Ciudades resilientes para ser sostenibles

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Como nativa y habitante de nuestra gran Ciudad de México que integra un complejo mosaico de expresiones de riqueza, diversidad y contrastes, donde conviven distintas realidades, no podía dejar de escribir sobre ella en el marco del Día Mundial de las Ciudades, que tuvo lugar el pasado 31 de octubre.

Como en muchos ámbitos, la pandemia del COVID-19, que parece no tener fin, ha trastocado las dinámicas de los entornos citadinos y puesto en evidencia la necesidad de cambiar la forma en que vivimos y nuestra relación con el medio ambiente si queremos seguir existiendo.

El Plan de Respuesta COVID-19 de ONU Hábitat de 2020 confirma que más de 1,430 ciudades en 210 países se vieron afectadas por esta enfermedad, y que más del 95% de los casos se detectaron en áreas urbanas.

En este contexto sanitario, se agravan los problemas de las capitales como la exclusión y marginación, la inseguridad, los asentamientos humanos irregulares, la violencia, la pobreza y la desigualdad. Se alteran los roles en las familias, sobrecargando a las mujeres que han sido las más afectadas, y se plantean mayores retos de cobertura y calidad en la prestación de servicios.

nueva realidad
Ilustración: Nick Muncy.

Cuando se presentan fenómenos naturales o provocados por el hombre que impactan severamente, las ciudades tienen que volverse resilientes; es decir, ser capaces de adaptarse y continuar; de evaluar, planear y actuar, con responsabilidad, para sortear todo tipo de obstáculos. Significa que puedan resistir y recuperarse de una crisis, estar preparadas para proteger y mejorar la vida de sus habitantes, y asegurar su desarrollo.

De acuerdo con datos de la ONU de 2019, se estima que la población mundial alcanzará 9.700 millones en 2050, y como se advertía en el World Cities Report 2016 de ONU Hábitat, el 54% de la población está en zona urbanas.

De ahí la importancia de diseñar ciudades inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles, como se plantea en el objetivo número 11 de la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

Como parte de sus metas, se busca que las ciudades adopten políticas y acciones que reduzcan el impacto ambiental mediante una adecuada gestión de desechos, o a través de la construcción de espacios verdes, seguros y accesibles, sobre todo para grupos vulnerables; que se planifiquen los asentamientos urbanos; que los recursos se usen con eficiencia, que se garanticen los servicios; y se generen protocolos contra desastres.

ciudades resilientes
Imagen: Ensia.

Las tecnologías de la información y de la comunicación y otros medios pueden contribuir a mejorar el entorno, los servicios y la atención de necesidades. Ejemplos de ello, son: i) el edificio de oficinas Plus-Energie Bürohochhaus en Austria, que devuelve a la red eléctrica más energía de la que usa, ii) el sistema de abastecimiento de agua de Bombay en India, que ha propiciado una reducción del 50% de las fugas, mediante el uso de contadores inteligentes que se controlan a distancia, o iii) o el huerto urbano que está siendo desarrollado en París por el despacho Valode & Pistre que, valiéndose de una técnica avanzada de hidroponía, pretende alimentar a parte del pueblo francés de manera sostenible.

Cecilia Goya de Riviello, Directora General de Natura, afirmaba que “ser sustentable no es sólo lavar las culpas ni sólo cuidar el medioambiente, sino ser socialmente justo, ser responsable por todo lo que está en mi ámbito de acción, y a partir de ello, también ser económicamente viable”.

Ésta es justo la visión que debe guiar a las grandes urbes, como la Ciudad de México, para que, de forma resiliente, supere las adversidades, y oriente su andar hacia un crecimiento sostenible.


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México será el anfitrión del Congreso Iberoamericano de Cultura 2020

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Del 4 al 8 de noviembre próximos, podrás seguir vía streaming la agenda virtual del Congreso.

México será el país anfitrión del VII Congreso Iberoamericano de Cultura que tendrá como eje la relación entre la cultura y el desarrollo sostenible, realzando los aportes que se pueden hacer para mejorar la calidad de vida de los iberoamericanos.

Ante el relanzamiento del congreso, su lema: “Cultura y Desarrollo Sostenible”, tiene el objetivo de vincular el mandato al Espacio Cultural Iberoamericano de la XXVI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno en Antigua, Guatemala, (2018), donde se decidió sumar la cultura como una herramienta de desarrollo junto a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.

Organizado por la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), con el apoyo de los 22 ministerios y secretarías de Cultura de Iberoamérica y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), el Congreso se realizará de forma telemática.

Bajo el panorama que vive en mundo rodeado de crisis multidimensionales derivadas por la Covid-19, la próxima edición del Congreso Iberoamericano de Cultura tendrá en un lapso de 5 días, una agenda de actividades principalmente virtuales, con ponencias en español y portugués para fomentar el bilingüismo, distribuidas en seis ejes temáticos.

Dichos ejes están formados de la siguiente manera:

1. Ciudadanía cultural para el Desarrollo Sostenible.
2. Institucionalidad de la cultura para el Desarrollo Sostenible.
3. Dimensión económica de la cultura para el Desarrollo Sostenible.
4. Dimensión social de la cultura para el Desarrollo Sostenible.
5. Dimensión medio ambiental de la cultura para el Desarrollo Sostenible.
6. Salud y cultura para el Desarrollo Sostenible.

En esta VII edición, se contará con la participación de representantes de instituciones gubernamentales, organizaciones de la sociedad civil, y miembros diversos de comunidades académicas, artísticas y culturales de Iberoamérica.

Las actividades que integran la agenda se han clasificado, según su naturaleza y propósitos en cuatro categorías: actividades de reflexión plenarias, de reflexión interactiva, testimoniales y artísticas.

En el enlace puedes consultar a detalle todo el contenido del programa: https://congresoiberoamericanodecultura.org/

La Agenda 2030 de Naciones Unidas y el COVID-19

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La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó en septiembre de 2015 un plan de acción denominado la Agenda 2030 para implementarse en los siguientes 15 años. Su finalidad es erradicar la pobreza y lograr el desarrollo sostenible, a nivel global, en tres dimensiones, económica, social y ambiental. Esta Agenda 2030 de Naciones Unidas comprende 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y tiene 169 metas, así como 232 indicadores. Estos 17 ODS dan continuidad a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) 2000-2015.

La Agenda 2030 de Naciones Unidas se aprobó tres meses antes del Acuerdo Climático de París de diciembre de 2015. La Agenda 2030 busca mejorar las condiciones de vida presentes sin comprometer los recursos para las futuras generaciones. El Plan de Acción tiene cuatro componentes:

1.- Visión y principios para transformar al mundo;
2.- Marco de resultados de los 17 ODS y las 169 metas;
3.- Medios de implementación y Alianza Global;
4.- Seguimiento y examen.

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Ilustración: Mario Chaparro.

Sin embargo, la pandemia del COVID-19 y la crisis económica y social que ha provocado, han generado graves obstáculos y probablemente provoque retrasos en la consecución de los ODS, como lo reconoce la propia ONU. Esto es, se ven problemas adicionales, como consecuencia de la pandemia, en 13 de los 17 ODS.

Antes de la pandemia del COVID-19, según el Informe de los ODS de 2019 existían diversos desafíos entre los que se encuentran:

55% de la población mundial, de casi 7700 millones de personas, no tiene derecho a la protección social;
736 millones de personas vivían en pobreza extrema en 2015;
821 millones padecían desnutrición en 2017;
750 millones de adultos son analfabetas, de los cuáles dos tercios son mujeres;
617 millones de niños y adolescentes no alcanzaron el nivel mínimo en lectura y matemáticas;
785 millones de personas no contaban con servicios de agua potable en 2017;
20% de los jóvenes en el mundo no cursan estudios, ni trabajan o reciben formación;
2 mil millones de personas no cuentan con servicios de recolección de desechos;
9 de cada 10 residentes urbanos respiran aire contaminado;
El crecimiento de la huella material, cantidad total de materia prima extraída para satisfacer la demanda de consumo final, sobrepasa al aumento de la población y al crecimiento económico;

coronavirus y medio ambiente
Ilustración: Daniel Hertzberg.

– La temperatura media mundial en 2018 fue aproximadamente 1°C superior a la línea de base pre-industrial (El objetivo es que no pase del 1.5  o 2°C en el curso del siglo XXI).
– Los desastres climáticos y geofísicos cobraron la vida de 1.3 millones de personas entre 1998 y 2017;
– 3 mil millones de personas carecen de combustibles y energías limpias;
– La acidificación de los océanos aumento 26% desde el período pre-industrial y se prevé un fuerte incremento de 100 a 150% para 2100;
-La degradación de los suelos afecta al 20% de la superficie terrestre y la vida de mil millones de personas;
– 80% de las víctimas de homicidios son hombres, pero las mujeres son el 64% de las víctimas de homicidio cometido por el compañero íntimo o por un miembro de la familia;
– En los países desarrollados más del 80% de las personas tiene acceso al internet, comparado con el 45% en países en desarrollo y 20% en países pobres.

Adicionalmente, un documento de la ONU señala los nuevos obstáculos que se van a enfrentar por el COVID-19 en la consecución de 13 de los 17 ODS. Una breve descripción, en la que no se conservan los números originales de la clasificación de la propia Agenda 2030, es la siguiente:

1. Fin de la pobreza. La pandemia provoca la pérdida de ingresos lo cual lleva a los segmentos más vulnerables de la sociedad a caer por debajo del umbral de la pobreza;
2. Hambre cero. La producción y distribución de alimentos se podrían interrumpir;
3. Salud y bienestar. El COVID-19 tiene un efecto devastador en la salud a nivel mundial;
4. Educación de calidad. Esta pandemia ha provocado el cierre de muchas escuelas, el aprendizaje a distancia puede generar inconvenientes y no es accesible para todo el mundo. Sin embargo, también debo aclarar que la actual pandemia está generando un mayor impulso a la digitalización;
5. Igualdad de género. Los beneficios económicos de la mujer están en peligro y aumentan los niveles de violencia de género. Las mujeres representan la mayoría de las trabajadoras de la salud y de la asistencia social por lo que están más expuestas al COVID-19;
6. Agua limpia y saneamiento. Las interrupciones de suministro y la escasez de agua en algunas zonas dificultan el acceso a instalaciones limpias para lavarse las manos, que es una de las medidas más importantes para prevenir el COVID-19;
7. Energía asequible y no contaminante. La escasez de suministro y de personal puede provocar la interrupción del acceso a la electricidad. Es también importante insistir en la transición a las energías limpias;

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Ilustración: Public Affairs Latinoamerica.

8. Trabajo decente y crecimiento económico. La pandemia ha causado actividades económicas suspendidas, menores ingresos, reducción de las jornadas laborales, crecimiento del desempleo;
9. Reducción de las desigualdades sociales. La pandemia está ampliando la brecha social derivada de la crisis económica y el desempleo;
10. Ciudades y comunidades sostenibles. La población que vive en los barrios marginales se enfrenta a una mayor exposición del COVID-19 debido a la alta densidad de la población y a las malas condiciones sanitarias;
11. Acción por el clima. Podría haber menor compromiso con la acción climática pero también menor impacto ambiental por la disminución de la producción y del transporte. Pero esto puede conllevar que el rápido regreso a la actividad se efectúe recurriendo a los medios tradicionales altamente contaminantes;
12. Paz, justicia e instituciones sólidas. Los conflictos impiden la adopción de medidas eficaces para luchar contra el COVID-19. Quienes se encuentran en zonas de conflicto son los que tienen mayor riesgo de sufrir pérdidas devastadoras a causa de esta pandemia;
13. Alianzas para lograr los ODS. Esta crisis agrava la respuesta contra la globalización, pero también pone de relieve la importancia de la cooperación internacional en materia de salud pública. Reitero que no se mencionaron los ODS en los que el impacto del COVID-19 no es tan alto.

En suma, la pandemia del COVID-19 plantea nuevos obstáculos en la consecución de los ODS, más allá de los problemas conceptuales y de estructura de los mismos. Por eso es necesario renovar los esfuerzos para lograr el éxito de la Agenda 2030 de Naciones Unidas.


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