Arte y Cultura

Cultura en venta

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Para donde se mire el mundo, hay grandes cambios, algunos evidentes como los tecnológicos que están cambiando la forma de trabajar; otros no son tan visibles en la vida diaria, como la globalización que hizo del ciudadano objeto de una mercadotécnica invasiva, desde lo personal a lo social en los niveles económico, político y cultural, y en todos los espacios locales y globales.

Por efecto de la publicidad mercantil, la clase media de la sociedad mexicana ha sufrido cambios muy similares a los que han transformado a las de otros países, y se resumen en la imposición de un modelo cada vez más homogéneo, no sólo de consumo sino de vida.

Ese cambio viene con la globalización financiera, productiva y mercantil, pero pasa desapercibido para casi todo mundo; es la entronización de los valores relacionados con el consumismo, la comunicación y el individualismo como ejes de referencia colectiva.

publicidad cultural
Ilustración: Heatopics.

Si hace unas cuantas décadas los valores eje se referían al trabajo que se tenía o se buscaba, bueno, malo o regular, y a ciertos principios de solidaridad social, hoy son los que ha elaborado la mercadotecnia, vinculados, en un primer plano, a propuestas imaginarias de sensaciones asociadas al consumo: “tal desodorante te hará un conquistador irresistible”, falacia que pretende sembrar en el inconsciente que somos los bienes y servicios que compramos.

Leo en Cultura en Venta, libro colectivo que coordinaron el Dr. Ricardo Pérez Montfort y la Dra. Ana Paula de Teresa, publicado con el sello editorial de Penguin Random House, cómo el desarrollo de la publicidad ha desplazado la transacción de un producto –material o inmaterial– al comercio de una “experiencia” o de una imagen asociada con prestigio y privilegios que van generando símbolos de identidad.

En un segundo plano, que constituye el corazón del libro, los diversos autores constatan que las expresiones socioculturales –no sólo lo que producen y comercializan las actividades económicas–, se están transformando en un mercado en el que todos los actos de la naturaleza y de la vida humana son susceptibles de comercialización.

En la medida en que tradiciones y costumbres sociales como las fiestas ceremoniales o conmemoraciones cívicas –el día de muertos, por ejemplo– se integran al juego de la oferta y la demanda, como atractivo visual en películas o de interés meramente turístico, el mercado y la mercadotecnia pueden llegar a modificar el contenido de esas expresiones socioculturales.

expresiones
Ilustración: El País.

La publicidad se ha convertido así, en la generadora de una realidad cuya función esencial es la producción de imaginarios colectivos con lo que busca influir, determinar y dirigir la conducta y representaciones sociales de los públicos.

Y lo va consiguiendo: los públicos hoy responden más a factores adscriptivos sobre intereses específicos –como el feminismo o el ambientalismo– que a los electivos, lo que significa una modificación sustantiva de la concepción clásica de lo que es ciudadanía.

Bajo la égida del consumismo viviríamos sin saber cómo vivimos, ni por qué: estaríamos condenados a no entender, a dejar que otros “lo entiendan” y lo manejen por nosotros.


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Memoria de Los heraldos negros

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A más de cien años de que César Vallejo diera a la poesía universal su impronta inmortal, su obra sigue igual de vigorosa y vigente, quizá más porque escasos han sido los grandes bardos que puedan opacar su legado. Esto lo apunto como dato y con cierta tristeza.

¿Habría quien dijera de Vallejo, a su muerte, lo que Pope de Newton? También los poetas dispersan las tinieblas y crean la luz con la palabra. Espero que esto no sea una exageración. Creo que con un alud de imaginación y originalidad, el peruano le torció definitivamente el cuello al cisne modernista, de muy engañoso plumaje, para dar a luz la poesía vanguardista y comprometida que causó escozor en la sociedad peruana de su época, como habría de suceder en otros lares en donde surgió, incluso en aquellos “más desarrollados”.

Pienso en Archibald MacLeish, contemporáneo de Vallejo, quien desde la capital del imperio postuló que la poesía y la revolución política encuentran terreno común en un mundo cambiante: “Hay una muy buena razón por la que la relación de la poesía con la revolución política debiera interesar a nuestra generación. La poesía, para la mayoría, representa la intensa vida personal del espíritu único. La revolución política representa la intensa vida pública de una sociedad con la cual el espíritu único debe, pero no debe, hacer su paz. La relación entre ambas contiene un conflicto que nuestra generación entiende: el conflicto entre la vida personal de un hombre, y la vida impersonal de muchos hombres.”

Vallejo comenzó a escribir muy joven y tuvo una vida literaria productiva de sólo 22 años, pues murió a los 46. En su mundo los intelectuales se formaban en la aurora, los hechos transcurrían de manera vertiginosa y quienes sentían el llamado de la reflexión y de participar activamente en la vida social y política, eran impelidos a crecer al ritmo de un mundo que parecía correr.

vallejo y los heraldos
Fotografía: CDN.

Comienza a publicar en 1916, en la convulsión de la Primera Guerra Mundial. Poco más tarde vivió la primera revolución socialista del mundo, aquella que transformaría no sólo a la Rusia zarista sino al mundo entero a lo largo del siglo XX, porque dio lugar a tesis sociales, políticas y económicas que polarizaron al planeta: sus consecuencias se resintieron independientemente del lado que se estuviera.

Una de las repercusiones más interesantes fue la aparición de propuestas estéticas que latían al compás de movimientos sociales mundiales, regionales y locales. No se trata de una explicación simple que asimile las formas literarias a tal o cual ideología o al misterio del arte, sino de una gran complejidad artística que acompañaba a un mundo complejo.

Al analizar la producción literaria latinoamericana de esa época, José Carlos Mariátegui distinguía tres periodos: uno colonial, otro cosmopolita y otro nacional. El primero era el que se explicaba por la supeditación social y política que significó la Colonia; en el segundo se podían percibir elementos provenientes de la producción literaria de otros países y el tercero es en el que se logra un lenguaje propio.

Mariátegui no era sólo un acucioso teórico social sino también un excelente analista literario. Las páginas de la revista Amauta, que fundó en 1926, fueron visitadas por las plumas más creativas de la época. Borges, Martí, Unamuno, André Bretón y muchos más publicaron en Amauta. Por supuesto, también César Vallejo, quien gozaba de la admiración de Mariátegui. En Siete ensayos sobre la realidad peruana, uno de los textos clásicos de la teoría latinoamericanista, Mariátegui describe a César Vallejo como el precursor de una nueva conciencia y una nueva poética peruana.

retrato de cesar vallejo
Retrato de César Vallejo, Pablo Picasso.

No estaba equivocado Mariátegui. Sin embargo, Vallejo sintió pequeño el patio literario en el que se movía y buscó nuevos aires literarios en Europa, donde encontró el ambiente creativo que buscaba… y también la intolerancia política.

Los heraldos negros fue el primer poemario que publicó Vallejo, en 1919, cuando aún vivía en Perú. La fuerza expresiva de estos poemas los ha mantenido a salvo del paso del tiempo. Puedo decir que el poema introductorio, que lleva el mismo nombre del libro, es quizá uno de los más lúcidos, inteligentes y desafiantes que se hayan escrito. Una ayuda de memoria para los poco aficionados a la poesía:

Hay golpes en la vida tan fuertes…¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma…¡Yo no sé!
Son pocos, pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas
O los heraldos negros que nos manda la Muerte.

La obra de Vallejo no está en el preciosismo apolítico, sino que nos ofrece una sustancia telúrica. Y ahí encuentro una paradoja hechicera, pues como dice mi amigo, el perdido en los Alpes:

 “[…] Dice [MacLeish] y en tiempo futuro, que para los poetas ‘American as well as English … the time is near’. Pero a esa altura del partido unas cuantas decenas de poetas ya habían dado la vida en América Latina por causas políticas; y ni hablar de las centenas de políticos que en algún momento de su vida incursionaron por la poesía. Pero digo mal; en Nuestra América no hay políticos por un lado y poetas por otro. Es todo una ensalada maravillosa de luces y sombras que a mí me presentan un poeta más humano que el purista de academia o biblioteca. Lo que para MacLeish fue una posibilidad de generaciones futuras, para gente como César Vallejo fue un rito de pasaje tan natural como hacer el amor en un cementerio. La mezcla de periodistas, poetas, políticos todavía aterra y fascina en algunos antros académicos euro-yanquis”.

los heraldos negros
Fotografía: Diario UNO.

Yo a mi vez cito otro fragmento del estadounidense: “La verdadera maravilla no es aquella que los diletantes literarios dicen sentir: la de que la poesía deba ocuparse tanto de un mundo público que tan poco le concierne. La verdadera maravilla es que la poesía se ocupe tan poco de un mundo público que le concierne tanto”.

La lectura de la obra de Vallejo y de muchos otros escritores latinoamericanos que contribuyeron a darle brillo a las letras de nuestro continente hoy, es sólo material para quienes tienen interés específico en la poesía o en la literatura. Entre las limitaciones de los programas de estudio –por ejemplo, del bachillerato, que intentan abarcar una gran cantidad de contenidos para que los estudiantes aprueben los exámenes de evaluación–, nuestros jóvenes han perdido la oportunidad de conocer a poetas que nos han dado sentido de pertenencia y momentos luminosos de la experiencia poética.

Recuperemos, pues, a César Vallejo.

Juego de ojos.

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Los Derechos Humanos’ en imágenes

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Se inaugura muestra fotográfica sobre los derechos humanos en San Lázaro

En el ala sur del edificio A del Palacio Legislativo de San Lázaro fue inaugurada la exposición referente al Quinto Concurso Nacional de Fotografía “Los Derechos Humanos”, organizado en conjunto entre la Secretaría de Cultura de Coahuila; la agencia Cuartoscuro; la Fundación Pedro Valtierra, A. C. y la Academia Internacional de los Derechos Humanos.

El eje temático de esta quinta edición fue el cumplimiento y/o la violación de los derechos humanos, el cual convocó a dos mil 324 fotógrafos y reunió dos mil 807 fotografías, de las cuales fueron seleccionadas 61 para formar parte de la exposición a partir de un jurado conformado por Gabriela Pérez Montiel, Isaac Esquivel Monroy y Elina Castillo Jiménez.

El primer lugar fue para José Luis González Palacios, con su fotografía “Sueño frustrado”, donde se ve a una madre llorando a los pies de su hijo cuya mirada se dirige a un miembro de la Guardia Nacional sosteniendo su arma.

El segundo lugar fue para Laura Patricia Álvarez Álvarez, con su serie “El imperio de las ilusiones”; y el tercer lugar fue para Enrique Ordóñez Guadarrama con la serie “Ataques con ácido, crimen que arde y destruye más que la piel”.

“Hoy nos encontramos con el trabajo de estos fotógrafos quienes con su sensibilidad y calidez humana han hecho posible que su arte adquiera un halo especial de plataforma auténtica, la que muestra una realidad social a la que no podemos permanecer indiferentes”, declaró en la ceremonia inaugural Ana Sofía García Camil, secretaria de Cultura del estado de Coahuila.

Por su parte, Pedro Valtierra Ruvalcaba, director de Cuartoscuro, estimó que “los fotógrafos de prensa son un gremio importante en la estructura de los medios de comunicación. Es fundamental la fotografía para comprender cualquier noticia, para los fotógrafos de prensa no es suficiente hacer imágenes; es importante que éstas circulen”.

Resaltó que este concurso nacional de fotografía tiene “uno de los premios más importantes, podemos decir que es el premio más importante en monto económico, para el primer lugar son 100 mil pesos”; en tanto, el segundo lugar recibe 50 mil pesos y el tercero, 30 mil pesos. Valtierra subrayó la importancia de que el tema de los derechos humanos se aborde desde las instituciones, “eso me llama la atención y me parece que es un estímulo a los fotógrafos”.

Fuente: Notimex

¿Por qué hemos dejado de soñar?

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¿Alguna vez has visto a un elefante atrás de una cereza?

Yo tampoco, qué bien que se esconden.

Hace años que no escribo –y en realidad no años, pero parecieran. Cuando vives por segundo en lugar de por minuto, la vida es mucho más larga–.

Ahora me encuentro en una etapa diferente, acabo de cerrar un ciclo que se ha convertido en un recuerdo de una vida anterior.

No dejo de preguntarme, ¿qué será del mundo que hoy día conocemos? O más bien, ¿qué será del mundo en general?

Estamos probablemente a punto de presenciar el final del mundo en el que vivimos. La falta de valores, la obsesión desmedida por la riqueza y el odio gratis entre otros, son factores que en cualquier momento terminarán con una forma de vida preponderantemente vacía.

¿Al concluir la misma, volverá a ser creada? De ser así, ¿seremos de nueva cuenta los personajes principales?

sueno y humildad
Ilustración: João Fazenda.

Tomando en cuenta la calidad que distingue al ser humano, es decir, el ser egoísta por naturaleza, podríamos pensar y hasta llegar a afirmar que “sí”, pero considero que la realidad sería distinta.

[…] El mundo es el que es porque así lo decidimos, y para todos aquellos que pensemos que no, el dejar de hacer lo necesario para cambiarlo significa creer que está bien. Por lo tanto, los únicos responsables somos todos nosotros.

Una vez soñé que era joven, que tenía fuerzas, que quería cambiar las cosas, que iba a dar lo mejor de mí, que…

Ahora escucho voces, ruidos, gente que me quiere despertar, que ya no quiere soñar, que se ha dado por vencida, que ha aceptado la realidad, que ha dejado de ser.

Quiero seguir soñando, me cubro los oídos con una almohada y les doy la espalda, intento no abrir los ojos a una “realidad” que me llena de miedo, de tristeza, de falta de esencia.

Sé que los sueños no cuestan, y que la vida tampoco tendría que ser un obstáculo para nosotros. Los sueños son perfectos en sí mismos, y mientras sueñe seré libre.

Muchos no sueñan porque soñar no les da de comer, porque soñar no paga sus cuentas, no cura enfermedades, no cubre colegiaturas…

infelicidad
Ilustración: Steve Cutes.

Y muchos otros porque de soñar no tendrían un coche último modelo, una mansión, ropa de marca…

La mayoría de la gente pasa toda su vida tratando de ser el mejor, el que más dinero tiene, el que mejores propiedades posee, y se topan tarde o temprano con el hecho de que alguien tiene más que ellos, de manera que nunca logran ser felices.

Cierto día soñaba con un mundo perfecto, un lugar en el cual todas las personas se amaran y compartieran sus cosmovisiones, una utopía en la que todo fuera de todos y nada de nadie, en la que no existieran la envidia ni los rencores y… de pronto… a la mitad de mi sueño, se me cruzó por la mente un anuncio de una compañía refresquera que decía que para ser feliz y compartir con los demás debía de comprar sus productos.

Así como pueden leerlo, nuestros sueños están regidos por la publicidad. Cada vez nos encontramos más alejados de lo que son nuestros verdaderos pensamientos.

¿En algún momento volveremos a ser dueños de nuestras ideas y pensamientos?


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El Baile del Perrito

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Si en algo se ha superado el ser humano a través de la historia, además de destruir el medio ambiente, es también en buscar maneras creativas de torturar y matar a sus semejantes, sobre todo en nombre de la ley y/o la religión.

Así, desde los legendarios persas, practicando el escafismo –embadurnar a la víctima con miel, darle de comer comida podrida para que le diera diarrea y vómito, con lo cual le caería miles de bichos que se pegarían a su cuerpo y se lo comerían lentamente–, pasando por la crucifixión, te sentaran un elefante encima, te serrucharan por la mitad o empalaran, la imaginación del hombre en materia de crueldad no tiene límite.

Como se sabe, los españoles nos trajeron su religión, pero también su pesado bagaje legislativo, un tanto apolillado y con un rancio olor a siglo oscuro, a medievo. Y aunque la Corona desde el principio quiso incentivar leyes más justas que promovieran el buen trato a los indígenas, no por buenas ondas sino para que éstos doblaran sus manitas más rápido, los primeros años de la Conquista fueron testigos de costumbres judiciales españolas poco divertidas, como el famoso aperreamiento, una pena capital sencilla: se amarraba al indígena para que no escapara y se les soltaban uno, dos o tres perrengues de ojo inyectado y colmillo risueño para darse el festín destazando al pobre diablo.

Manuscrito del Aperreamiento
Manuscrito del Aperreamiento, siglo XVI (INAH-Biblioteca Nacional de Francia).

 Guardado hoy en la Biblioteca Nacional de Francia se encuentra el Manuscrito del aperreamiento, una hoja de papel europeo pintado en 1560, que muestra en el centro a un sacerdote atado mientras lo ataca y mata un perro. Es el primer registro de aperreamiento que se tienen noticia en la Nueva España, y muestra históricamente la ejecución de siete indios nobles de Cholula ordenada por Hernán Cortés en Coyoacán en 1523.

Ya en la Europa medieval era costumbre el uso de perros entrenados para atacar tanto a animales como personas, sobre todo en cacerías y guerras. Por lo mismo el aperreamiento como castigo judicial siguió siendo efectivo ya bien entrado el siglo XVI. Sin embargo, en la Nueva España nunca estuvo, digamos, “dado de alta” en el sistema penal de la época, pues había maneras menos radicales dentro de los medios legales de ejecución que se aplicaban. Por ejemplo, si un noble cometía un delito muy grave era decapitado, mientras los demás eran ahorcados. Otras infracciones eran penadas con el amenísimo garrote –un collar de hierro atravesado por un tornillo acabado en una bola que, al girarlo, causaba la rotura del cuello–, en tanto la Inquisición prefería el fogonazo. Había delitos que ameritaban que te mutilaran un pie, una mano o un dedo, o simplemente te daban un par de decenas de azotes en la plaza pública y listo.

Esto no quitó que a principios de la Conquista la aplicación del aperreamiento les diera buenos resultados a los del equipo de la Cruz y la Espada, pues se trataba de un castigo ejemplar, un despliegue de teatro del terror para que el indo supiera a qué se atenía si no acataba órdenes. Ahora bien, delitos como la idolatría, negarse a pagar tributos en oro o conspirar contra la corona eran crímenes que no requerían de juicio previo para dictar y ejecutar la sentencia a placer del de las barbas, quien aplicaba el Baile del Perrito,aunque no estuviera legalmente permitido –sobre todo si no le decían on’taba el cochino oro–.

La primera vez que los españoles utilizaron perros contra los indígenas fue en marzo de 1495, cuando Bartolomé Colón utilizó veinte perros para completar los doscientos hombres y veinte caballos que tenía para pelear contra los indios del Caribe. Por otro lado, es cuestión de imaginarse la impresión que se llevaron los indígenas de nuestras tierras al ver a aquellos monstruos peludos ladrando ferozmente y sacando espuma por la boca. Antes de la llegada de los españoles, había en Mesoamérica cinco razas de perros, casi todos modelo-ratón: el famoso Xoloitzcuintle, con una altura de cuarenta y cinco centímetros; el Tlalchichi, o perro enano, con una altura de veinte centímetros; el Loberro, una cruza de lobo y perro que de altura tenía sesenta centímetros; el genuino “solovino” callejero, y el Maya, de cuarenta centímetros de alto. Mientras tanto los españoles llegaron con cruzas de perros feroces y muy fuertes, como mastines, dogos y alanos. El Mastín mide mínimo ochenta centímetros de altura.

perro de cortes
“Hernán Cortés”, F. Delhare.

Fray Bartolomé de las Casas menciona que estos canes: eran instrumentos de terror y servían para crear pavor cuando al llegar a alguna aldea se dejaban ir sobre algún aborigen sin mediar ningún motivo. Ya despertado el alboroto entre los aldeanos, los españoles se servían de este pretexto para robar y someter a los indios luego de un buen saqueo. Estos perros eran pues la mejor herramienta de disuasión con que contaban los conquistadores contra los que pudieran alzarse al infundir un terror bien justificado.

Uno de los perros más famosos, por lo temible para el combate y el aperreamiento, fue el Becerrillo, un can de la raza de los alanes españoles: Era descomunal, con muchas manchas de color negro que irregularizaban su pelaje rojizo. Además, poseía una nariz oscura y unos ojos de color ocre que se hallaban circundados por pelo de tintes negruzcos. Tenía una mandíbula poderosa que albergaba unos dientes afiladísimos, capaces de arrancar de cuajo la extremidad de un adulto sin mayores dificultades.

Becerrillo no sólo servía para enfrentar al enemigo o destazar humanos –después de Plastilina-1, su tarea favorita–, sino también para perseguir incansable a los prófugos, fueran españoles o indígenas. Era tan feroz y eficaz que los indios temían más a diez españoles con este perro, que a cien sin él. Por todo esto Becerrillo cobraba el sueldo equivalente al de un arquero, además de que “recibía doble ración de comida –que en más de una ocasión era mejor que la de los propios infantes–”. Otros famosos canes de aperreamiento fueron el hijo de Becerrillo, Leoncillo, que tenía las mismas cualidades que su padre y llegó a ganar sueldo de capitán. Otro fue Marquesillo, un galgo al que “bastaba oler a un indio para lanzarse y destriparlo en minutos.”

Al caer Tenochtitlán, Cortés prefirió edificar sus cuarteles en un más tranquilo Coyoacán. Ahí se dio a la tarea de, primero, ahorcar a su esposa, y segundo, de apresar a cuanto indígena “mayor” cayera en sus manos, para ser ejecutados si no le decían dónde estaba el bendito oro. Cierto, el viejo Erny no se andaba con medios chiles: En los Anales de Tlatelolco se denuncian eventos relacionados con ejecuciones de gobernantes indígenas y de funcionarios menores procedentes de Xochimilco, de Tetzcoco y de Cuautitlán que fueron descarnados por perros en Coyoacán, comenta la maestra Perla Valle Pérez, de la Dirección de Etnohistoria, del INAH, quien hizo un extenso estudio sobre la interpretación y significado del Manuscrito de aperreamiento.

perros armados
Ilustración: La web de la cultura.

Cuando en 1529 interrogaron a Pedro de Alvarado durante su juicio de residencia, se supo que durante su incursión en Oaxaca obligaba a todo indígena a que le dieran tributos en oro y si se negaban “les hacía aperrear por dos perros bravos, ya fueran señores o principales”. Otro gran practicante del aperreamiento fue Nuño de Guzmán durante su campaña para conquistar el occidente de México, entre 1530 y 1538. Este verdadero jijodeutilla fue un maestro de la crueldad, y entre miles de ruines triquiñuelas amenazaba a los indígenas con el perro bravísimo que siempre lo acompañaba para que le dieran, ¡una vez más!, el dichoso oro: si no se lo daban, les herraba la cara o los aperreaba. Jamás gastó en croquetas para perro.

También durante la expedición encabezada por el virrey Antonio de Mendoza a Nueva Galicia, en 1541, hizo ahorcar y mutilar, lapidar y herrar por esclavos a muchos de sus prisioneros y mandó aperrear a muchos de ellos. Y de ahí un largo etcétera.

Aunque los hechos históricos deben de ponerse en contexto con su época, es innegable que la crueldad siempre termina como una herramienta que usamos con sorprendente facilidad para cualesquiera que sean nuestros fines. Sí, la crueldad es inherente en el ser humano y es imposible eliminarla. En tiempos de la Conquista fue el Baile del Perrito, en el siglo pasado fue el exterminio de pueblos enteros, y hoy la tenemos en forma de fanatismo religioso o feminicidio, pero el entusiasmo que el hombre invierte en convertirse en el lobo del hombre no está disminuyendo, ni dejará de asombrarnos la versatilidad con la que el lado oscuro del corazón humano se seguirá manifestando en forma de un monstruo con dos cabezas: crueldad y violencia.

Al final, el hombre siempre será cruel con los demás, pero su aperreamiento más grande es consigo mismo.


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Una cineasta nazi llamada Leni Riefenstahl

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El 8 de septiembre de 2003 murió Leni Riefenstahl a los 101 años de edad. “Su corazón simplemente se detuvo”, dijo su compañero Horst Kettner a la revista alemana Bunte.

Se apagó así la luz de una poderosa artífice del documental cinematográfico de propaganda, cuyas producciones modularon el género y se erigieron en referente del séptimo arte. En muchas de las grandes obras del cine contemporáneo podemos detectar la influencia de El triunfo de la voluntad y de Olympia, las obras que inmortalizaron el congreso nacionalsocialista de Núremberg en 1934 y la apertura de los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936. Riefenstahl fue una innovadora actriz que se adelantó a su tiempo y marcó caminos.

Cineasta oficial de Hitler y la “única mujer amiga” del dictador, al término de la guerra fue encarcelada por su relación con los nazis, pero se determinó que sólo había sido “simpatizante” sin ninguna responsabilidad en las atrocidades del Tercer Reich. Pasó el resto de sus días negando que hubiera apoyado al régimen, que hubiera sido una militante nazi o que hubiera conocido a Hitler. “El 90% de lo que se dice sobre mí es mentira”, aseguró al presentar un libro sobre su vida.

Riefenstahl
Fotografía: Images Radio.

El País del 9 de septiembre de 2003 recuperó declaraciones de la cineasta:

“Hice El triunfo de la voluntad mucho antes de la guerra, y recibí por ese documental todos los premios imaginables y a ningún periódico se le ocurrió decir que era una película de propaganda nazi. Después de la guerra, todos los periódicos empezaron a decir que sí lo era, porque perdimos la guerra y porque se hicieron muchas cosas horribles en nombre del pueblo alemán y había que buscar un chivo expiatorio, y me escogieron a mí porque había hecho la mejor película de la época”.

Pero documentos ubicados en el curso de una pesquisa académica me permiten retar la autoabsolución de Helena Amalia Bertha Riefenstahl y proponer que sí fue una entusiasta militante nazi, una ferviente admiradora de Hitler y un sostén intelectual y artístico del más brutal sistema dictatorial del siglo pasado, sólo igualado por el estalinismo en la URSS.

El miércoles 25 de abril de 1934, Riefenstahl llegó a Inglaterra para impartir una serie de tres conferencias sobre técnica cinematográfica en las universidades de Oxford, Cambridge y Londres, invitada por asociaciones de estudiantes. Su primera charla, el  mismo día de su arribo, fue ante el Club Alemán Universitario de Oxford en Rhodes House. La segunda tuvo lugar el 26 de abril en Londres en el Buró Académico Anglo Germano y el viernes 27 ante la Asociación Anglo Alemana de Cambridge, en donde como parte del evento pudo ver por primera vez la película de Serguéi Eisenstein ¡Que viva México!

Entrevistada por el Daily Express, expresó que para ella, Hitler era “el más grande de todos los hombres”.

Esta declaración podría parecer políticamente correcta para una personalidad pública alemana de visita en el extranjero en aquellos tiempos, pero dos días después el diario publicó una entrevista de su corresponsal en Berlín, Pembroke Stephens, que la describe como “una nazi entusiasta, antigua militante del partido y amiga de Adolf Hitler”.

Leni
Fotografía: Pinterest.

Riefenstahl confió al periodista que hasta 1931, no había tenido ningún interés en la política, dedicada como estaba a su arte. Pero en un viaje a los Dolomitas para dirigir y actuar en La luz azul, en la estación de tren de Berlín compró un ejemplar de Mi lucha para leer en el trayecto.

“El libro me hizo una tremenda impresión. Me convertí al nacionalsocialismo después de leer la primera página. Sentí que el hombre capaz de escribir un libro así, sin duda alguna estaría al frente de Alemania y me sentí feliz de que tal hombre hubiese llegado”.

De regreso a Berlín, acudió por primera vez en su vida a una concentración política para escuchar a Hitler, y las palabras del dirigente, dijo a Stephens, fueron “la más poderosa experiencia de mi vida”.

Decidida a conocer personalmente al Führer, no descansó hasta lograr una entrevista con él, misma que tuvo lugar el día anterior a su partida a Groenlandia para filmar S.O.S. Iceberg. En esa reunión hablaron de política, de Alemania y su futuro, de la sociedad aria y del mundo. Le emocionó que Hitler conociera sus películas.

Al regreso de Groenlandia se incorporó al círculo íntimo del estado mayor nazi, en donde la amistad y los “grandes ideales” de los dirigentes “la hicieron crecer”, según dijo a Stephens. Poco después, Hitler le pidió “con cuatro días de anticipación”, que hiciera una película del encuentro del partido en Núremberg en septiembre de 1933. La pieza se tituló Victoria de la fe y fue el mapa de ruta para la posterior El triunfo de la voluntad.

cine aleman
Fotografía: Jstor.

En mayo de 1935, Angus Quell publicó en el Royal Screen Pictorial su recuerdo de Leni a su arribo al aeropuerto de Croydon en el vuelo de Luft-Hansa (sic): “Una llamativa y enérgica mujer de pelo negro, ataviada en la sencilla pero vigorosa moda femenina de la Alemania nazi”.

Cuando la afamada estrella es entrevistada en la terminal, Quell reporta con abierta admiración que una poderosa fascinación por Hitler timbra en la voz de la mujer cuando se refiere al Führer:

“Para mi es el más grande hombre que haya vivido. Es realmente sin defectos, sencillo pero a la vez infuso de poder varonil. No desea nada, nada para sí mismo. Sabe que nunca verá la Alemania con la que sueña, pero está satisfecho con seguir bregando por su pueblo, sin desviarse, sin dar tregua a su misión. Es bello, es sabio. De él emana un resplandor. Todos los grandes alemanes, Frederick, Nietzsche, Bismarck… todos han tenido defectos. Los seguidores de Hitler no están sin mancha, pero sólo él es puro…”.

En reseñas del 26 y 27 de mayo, el Oxford Mail consignó el entusiasmo  con que fueron recibidas las pláticas de Riefenstahl sobre su experiencia como directora y actriz de películas de montaña. Y en entrevistas posteriores la cineasta confirmó que la industria cinematográfica alemana gozaba de importantes subsidios, pese a lo cual, “nuestro cine no es utilizado con propósitos de propaganda, a diferencia del soviético”. También comparó el cine inglés con el de su país. “Ambos intentan expresar la vida humana y ambos difieren del cine soviético en que no son vehículos de propaganda”.

Riefenstahl con soldados alemanes
Fotografía: Wikimedia.

El Daily Telegraph del 27 de mayo la citó expresando que el subsidio al cine alemán era una buena cosa puesto que permitía ofrecer a los auditorios buenas películas y no sólo éxitos de taquilla, además, negó terminantemente que las películas teutonas fueran sólo de tendencia propagandística: “El objeto primario del cine alemán es el mismo que en Inglaterra: el entretenimiento”. Tales declaraciones fueron refutadas ácidamente por The Star y To-day’s Cinema, que cabecearon sus informaciones con el título “Propaganda nazi”. El redactor de To-day’s Cinema escribió sarcásticamente que si las películas nazis no eran de propaganda, “¿por qué no las hacen entretenidas?” y se preguntó qué le pasaría a “Miss Riefenstahl ¡si intentara producir una película que no le gustara a Herr Goebbels!”

¿El que Leni Riefenstahl fuera una nazi militante y convencida le resta algo a su arte? No, al contrario: le da un marco de referencia necesario. Que desde 1945 y hasta el día de su muerte haya puesto distancia con su convicción fascista y negara su cercanía y fascinación por Hitler, habla de sus debilidades de carácter. Su obra permanece como un referente. Es interesante, por citar sólo un ejemplo, las escenas de Ben-Hur que calcan pasajes de El triunfo de la voluntad.

Como otros seres humanos en épocas de turbulencia y cambio político, Leni fue seducida por una poderosa personalidad y cerró los ojos a la realidad. Cuando su mundo se derrumbó no tuvo el valor, como sí fue el caso de Günter Grass, de confesar su debilidad.

Hoy ya sabemos quién fue y esto nos permitirá entender mejor su arte.

Juego de ojos.

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Vacío de crítica

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Así es. Porque somos consumidores de volumen, mas no de calidad. Porque descartamos imágenes y estímulos auditivos cuando caminamos al trabajo o le damos de cenar al niño. Porque estamos en tres chats y viendo Facebook al tiempo que tomamos apuntes en clase. Y no hay problema; no hay problema con tener habilidad para ser multitareas o con tratar de optimizar cada minuto. El problema es la despersonalización tan grande a la que hemos llegado, la enfermedad social que ya se nos montó encima y no sé cómo llamarla, el no poder resistir como comunidades y hacer que resistan sus miembros, máxime en tiempos en que los conceptos y las instituciones se caen y las “autoridades” demuestran su ineficacia.

Pensé en esto de la saturación icónica porque estoy procesando la indignación y tratando de responderme cómo es que hemos llegado al punto en el que estamos actualmente, es decir, debatiéndonos entre la espectacularización del horror y la indolencia del sujeto que ocupa la silla presidencial y la falta de orden, entre el consumo audiovisual indiscriminado y preparado como carga de metralla por la industria del entretenimiento y los desvaríos mañaneros del presidente, a los que ya no debería asistir ni un periodista. ¿Y la crítica? La crítica no se hace sin reflexión. La crítica da distancia y pide posicionamiento.

¿Quién hace las críticas? Y lo digo en plural. Pienso en las críticas al sistema, pienso en la crítica de arte, pienso en la fortuna crítica de objetos que han protagonizado escándalos recientemente. Para desarrollar, me referiré a dos situaciones inconexas.

cabeza vacia
Ilustración: Indie.

Caso 1: No hace mucho tuvimos oportunidad de reflexionar en torno a la percepción de una obra que, en inicio, había casi pasado desapercibida hasta que un grupo de agraristas se sintió muy ofendido en su “masculinidad” cuando advirtieron que la pintura presentaba a su héroe encuerado, feminizado y en tacones. El episodio terminó con violencia de género en el vestíbulo y la explanada del Palacio de Bellas Artes y con un pronunciamiento estúpido por parte de López Obrador.

Caso 2: Hace todavía menos que se polemizó en torno a la destrucción de una obra de Gabriel Rico en Zona Maco. Este numerito fue bastante más acotado a un círculo y polarizó las posturas de fans y haters de Avelina Lésper. En fin, nada grave, pues. Lo que traigo a la mesa es que fue justamente Lésper quien “criticó” en su tiempo la obra de Cháirez perdiendo de vista el meollo del asunto: no era cuestión de técnica o de gusto, sino de la problemática que las reacciones ante la pieza hicieron visible. La crítica tendría que ser capaz de abordar lo formal, lo artístico y lo estético. Aún más: tendría que ponderar la contribución de una obra de arte respecto de problemáticas sociales más amplias.

En el historial tanto de Fabián Cháirez como de Gabriel Rico, sin duda las polémicas generadas tendrán un lugar especial: los sacaron a la luz para públicos más dilatados, no necesariamente conocedores o interesados en el fenómeno artístico, pero atraídos momentáneamente por el calor de las discusiones en redes y la incesante presentación repetitiva de notas informativas. En un caso, la obra sigue intacta en su dimensión física, en el otro, la obra se ha perdido irremisiblemente: “Después de varias conversaciones con el artista, hemos llegado a la conclusión que la obra, ‘Nimble and Sinister Tricks (to be preserved without scandal and corruption)’, sufrió daños irreparables y no puede ser reproducida idénticamente por lo que está completamente perdida”. Esto dice el comunicado que la Galería OMR publicó en Facebook respecto del mencionado incidente. Mala tarde, se perdió la pieza y nada más.

vacio del arte

Independientemente del valor económico y/o artístico de la obra de Rico, el episodio me pareció divertido por la andanada de comentarios incisivos hacia Lésper y porque se la acusó de huir de la zona de desastre (v. gr.: Zona Maco). Yo no estuve presente (ni estaría) así que me concreté a ver en redes sociales y varias notas, los añicos de vidrio en el piso y los objetos desperdigados, desarticulados, sin su plasma conector original. La verdad es que me informé por necesidad profesional y por “morbo” del sensacionalismo, pero perdí al poco el interés; se visibilizaban problemáticas –sobre el estado del arte en nuestro tiempo, sobre el profesionalismo de la crítica–, cierto, pero creo que las discusiones no se llevaron a ninguna altura productiva.

Veka Duncan publicó recientemente un extraordinario artículo en Nexos sobre el vacío que enfrenta la crítica de arte en México. En él denuncia la falta de permeabilidad de la poca crítica de arte fundamentada. Y ayer que lo releía en las tinieblas de mi camión de regreso a la casa, y en las que impuso en mi ánimo saber (tardíamente) de Fátima, saber con un ejemplo muy contundente que tenemos un Estado fallido y un presidente incapaz de manejar al país. Pensé que no sólo la crítica de arte enfrenta un vacío: tenemos un vacío de crítica.

Y es que, en el caso de los feminicidios, resulta que hay quienes también sufren daños irreparables; las mujeres, las familias, los cuerpos, las dignidades no pueden ser reproducidas idénticamente… por lo que están completamente perdidas. Y a esta pérdida contribuye, además de la corrupción de las autoridades a todos niveles, la prensa. La prensa, el otrora cuarto poder, podría hacer el contrapeso: o no. “La prensa criminal, conocida en México como nota roja, adquirió su popularidad durante el siglo pasado gracias a su capacidad para presentar ante el público los detalles de los crímenes más impresionantes, que los gobiernos querían ocultar. Pero lo que comenzó como una forma de periodismo crítico, hoy se ha convertido en una extensión de la violencia de género”.

violencia de genero
Ilustración: Latuff.

El artículo de Pablo Piccato en The Washington Post es claro y contundente. La prensa de nota roja contribuyó a la conformación de imágenes ominosas para cualquiera, ya no digamos para la familia de la víctima, en el caso del asesinato de Ingrid Escamilla. No es la primera vez que lo pienso. Durante años trabajé en el centro histórico y eso me obligó a caminar a diario hasta la estación del metro más cercana. Lo que tenía delante, al pasar por el puesto de periódicos, era un despliegue de horror, de bajeza. Uno tiende a no verlo, como defensa, como manifestación de salud –el morbo es enfermedad–. Por atender al público morboso, esa prensa tuvo el camino abierto para la creación de galerías de lo obsceno, para normalizar los cuerpos despedazados –recuerdo que reparé en esto desde los tiempos de los torsos en bolsas de basura y las primeras narcomantas en la ciudad– y para consumir esas imágenes con ironía, nada “mejor” que el encabezado. La ironía explota.

Decía Hayden White en la Metahistoria que la ironía es el tropo retórico por antonomasia de la modernidad. Yo diría que esto ya se pasa de tueste. Entre más aletargados estemos, ejercitando el dedo para dar likes en Instagram, siguiendo a “celebridades” en Twitter, consumiendo el equivalente a la junk food en lo mediático, más normal será “querer saber” a través de comernos con los ojos un cúmulo de imágenes abyectas. Si somos lo que vemos, también alimentamos un imaginario colectivo con lo que posteamos y comentamos –Marc Augé es uno de los que formulan la idea–. Al respecto, me pareció elogiosa la iniciativa de llenar con imágenes bonitas las redes utilizando el hashtag de #Ingrid y #sepultar, de esa manera, las que se filtraron en la prensa. También se sumaron varias ilustradoras y con ellas, se construyó memoria. Mientras las recorría, me pareció estar experimentando una sensación de trascendencia.

Concluyo: si nos alimentamos de basura icónica, produciremos basura icónica. Las demandas de justicia por los feminicidios y el #DecálogoConcreto que se ha publicado en días pasados contemplan la necesidad de pelear por una nueva forma de dignidad: la que se manifiesta en la circulación y el consumo de la imagen. En el ejercicio de una visión crítica, probablemente podamos recuperar la que se ejercía en los primeros tiempos de la modernidad ilustrada, y con ella, la relación con el entorno, el restañamiento, la construcción de memoria.


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¿Dónde está el Nuevo Teatro?

Lectura: 6 minutos

Melodrama en un acto
Personajes:
Rosario
Jorge

Toda la acción sucede en una cafetería de la colonia Santa María La Ribera en la época actual.

Rosario: ¿Pensaste que estaríamos aquí como fantasmas? Tú estás muerto hace 37 años. Yo hace 46. Y henos aquí, deambulamos en esta ciudad como espectros esperando a que algo pase. Deberíamos sentir orgullo: los melodramas siempre usan fantasmas para amarrar la emoción.

Jorge: Me quedé con ganas de escribir más melodramas.

Rosario: Ya me imagino lo que hubieran dicho tus amigos los críticos y las altas mentes del teatro: “Jorge desperdicia su trabajo en algo tan vil como un melodrama”.

Jorge: Hablaron mal de mí de cualquier modo porque me atreví a cometer un pecado más grave: escribir más que teatro. Hice cuentos, novelas, ensayos. Hasta telenovelas. Nadie en el teatro me lo pudo perdonar. Querían que me quedara siempre ahí. Sólo para el teatro. No podía. Por eso ya nunca escribí obras. Mi arte no podía con tanta presión.

Rosario: ¿Fuiste artista?

Jorge: Si no fuimos artistas, ¿qué fuimos entonces?

Rosario: Hicimos teatro.

Jorge: Hicimos arte.

Rosario: Sólo fui una “humilde dramaturga”. Me encanta esa palabra: dramaturga. Y tú también sólo fuiste un “humilde dramaturgo”.

dramaturga de teatro
Fotografía: El Enateneo.

Jorge: ¿Por qué te causa escozor la palabra “artista”?

Rosario: Muy pronto me di cuenta que se volvería un problema en mi trabajo.

Jorge: ¿Problema?

Rosario: El ser “artista” me encerraría en una pose que sólo usaría en las fiestas bohemias. Aplastaría toda mi creatividad para hacer sólo caprichos y extravagancias. Yo sólo quería salir de mí, conectar con alguien más. Hacer un teatro digno de nuestro tiempo capaz de transformar, sanar. Lo que más me emocionaba de escribir teatro era dialogar con la gente. Preocuparme por los que estaban dispuestos a observar y escuchar.

Jorge: El teatro siempre se preocupa por el público.

Rosario: En este tiempo, ya escuché a más de un teatrero que no le dice público sino espectadores.

Jorge: Como le quieras llamar. El teatro se preocupa por el que observa.

Rosario: ¿El teatro siempre se preocupa por los espectadores?

Jorge: Sí.

Rosario: ¿Cómo?

Jorge: ¿Nunca viste las obras de Luis, José, Juan?

Rosario: No menciones a las vacas sagradas del teatro. Ellos sólo se preocupaban por ellos.

Jorge: A mí siempre me importaron los espectadores.

Rosario: ¿Te preocupaban los espectadores sólo porque compraban un boleto y se sometían a tu búsqueda artística?

Jorge: Por supuesto que no. Porque quería decirles algo importante.

Rosario: Tú escribiste telenovelas y con ellas también les decías algo importante a las personas. También lo hace el cine, los periódicos, las revistas. Mira, ahora, toda la gente camina con un montón de aparatos en la mano que todo el tiempo les dice algo importante.

Jorge: No es lo mismo.

Rosario: ¿Por qué?

Jorge: Porque en el teatro hay magia.

espectadores
Ilustración: Pinterest.

Rosario: Jorge, eres terrible al usar lugares comunes. Define magia.

Jorge: El teatro es un juego donde los artistas jugamos con la mente de los espectadores.

Rosario: También “artistas” juegan con la mente de los espectadores desde otros medios. Me encanta cómo juega conmigo Agnès Varda.

Jorge: ¿Nunca pensaste hacer un performance? A lo mejor ese era tu camino.

Rosario: Amo profundamente el teatro.

Jorge: No se nota.

Rosario: Sólo siento que me convertí en dramaturga cuando el teatro había agotado sus posibilidades. Las obras que escribí, las escribí pensando en los grandes escritores que nos repetían hasta la náusea nuestros maestros: Sófocles, Shakespeare, Molière, Chéjov. El diálogo que quiero establecer con las personas está en otra estructura. El modelo que conocemos se agotó.

Jorge: A lo mejor te agotaste tú.

Rosario: Cada semana nos paseamos por varios teatros de esta ciudad y vemos que las salas no están precisamente llenas. ¿No te parece eso una señal de desgaste del lenguaje teatral?

Jorge: A lo mejor ahora es más caro.

Rosario: El dinero es un problema sin duda. Pero hay uno más grande de fondo.

Jorge: Rosario, desde que estábamos vivos nos quejábamos de que la gente no iba al teatro. Es parte de sufrir la profesión.

Rosario: ¿Sufrir la profesión? ¿De qué estás hablando? ¿No te parece que hay una necesidad más grande todavía?

Jorge: ¿Fundar un Nuevo Teatro?

Rosario: ¡Exacto!

teatro clasico
Fotografía: Enateneo.

Jorge: ¿Por qué no fuiste performancera?

Rosario: Un Nuevo Teatro es lo que necesitamos. Aprender del pasado para construir algo totalmente diferente. Fuera de la norma, de lo habitual, de lo esperado. Alejado de lo que las personas ya tienen para ver y escuchar.

Jorge: No le trates de mejorar la plana a Shakespeare. Desde que éramos jóvenes conocí a muchos artistas como tú que decían lo mismo: “contstruir algo diferente”. Y cayeron en lo mismo. El teatro es lo que es.

Rosario: ¿Sabes por qué nos aferrábamos a escribir como Shakespeare o como cualquier otro escritor que admirábamos? Porque queríamos los efectos que lograron en su tiempo. Pero nunca nos dimos cuenta que las fórmulas que ellos usaron ya no nos sirven ahora. Son una buena pista para empezar. Sólo eso.

Jorge: ¿Te parece ocioso estudiar a los clásicos?

Rosario: No. Yo lo que quería era partir de ellos para encontrar algo nuevo. Su búsqueda me serviría para mi búsqueda.

Jorge: ¿Encontraste esa Nuevo Teatro?

Rosario: No.

Jorge: Touché.

Rosario: En cada nueva obra que escribía siempre mi intención era encontrar ese Nuevo Teatro. A lo mejor me faltó valentía de romper con todo lo que yo creía o con lo que yo había entrenado.

Jorge: Tu Nuevo Teatro me parece una cosa terapéutica que muchos ya intentaron…

Rosario: Puede ser terapia.

Jorge: Que muchos intentaron y ya fracasaron. Yo cada vez que escribía quería demostrarme qué mejor artista podía ser.

Rosario: En el teatro siempre me importó más la comunicación que el arte.

Jorge: Por eso nunca te dieron becas.

Los dos ríen.

arte del teatro
Imagen: Pinterest.

Jorge: No sabes cómo me dolió ya no escribir teatro.

Rosario: ¿Por qué dejaste de escribir obras?

Jorge: Ya te dije. Nadie del gremio me perdonó que hiciera otro tipo de trabajos.

Rosario: Ya sé. El “gremio” es muy celoso. Pero a mí no me puedes mentir. Siempre fuiste muy cínico y hubieras soportado cualquier mala cara de nuestros colegas en cualquier estreno tuyo. ¿Por qué dejaste de escribir?

Jorge: Yo estrené una obra de teatro en junio de 1970 que para mí era la mejor que pude haber escrito. Mi síntesis artística.

Rosario: “Los enredos de Jacinta”.

Jorge: Amabas esa obra. No lo niegues. Al mismo tiempo, se estrenó una telenovela que también escribí. La hice sólo por dinero.

Rosario: ¿La que hizo la gran Sonia? “La mirada del perdón”.

Jorge: Odiabas esa telenovela.

Rosario: Me encantaba. Y lo digo sin ironía.

Jorge: En una comida familiar, todos habían ido a ver la obra y conocían la telenovela. Toda la comida se la pasaron hablando de la telenovela y ni una palabra de la obra de teatro. Todos se emocionaban al hablar de los personajes de la televisión. Las pocas referencias a la obra eran como algo que le debían de rendir pleitescía sin ningún ápice de emoción. Sin víscera. Sentí que mi mensaje no era poderoso. Que yo no tenía la magia del teatro.

escritor fracasado
Ilustración: Romanzo.

Rosario: ¿En serio crees eso?

Jorge: ¿Por qué les importaba más la telenovela que la obra? ¿Por qué hicieron suya la telenovela y no hicieron suya la obra?

Rosario: A lo mejor fuiste demasiado artista en el teatro.

Jorge: A lo mejor no estaba a la altura del Nuevo Teatro.

Los dos suspiran.

Jorge: Amas profundamente el teatro.

Rosario: Por eso espero algo más. Si no lo pudimos encontrar tú y yo, espero que alguien lo pueda hacer.

Jorge: Y henos aquí, deambulamos en esta ciudad, por los teatros, como espectros esperando a que algo pase.

Rosario: A que algo pase.

OSCURO


Entremos en debate:
~ ¿Tú de qué lado estás?
~ ¿Piensas más como Rosario o como Jorge?
~ ¿Qué importa más: la comunicación o el ejercicio artístico?
~ Ahora la telenovela va a la baja. Para ciertas audiencias, el producto audiovisual más socorrido es la serie. ¿Una serie puede ser más profunda que una obra de teatro?
~ ¿Dónde está la magia del teatro que no la podemos encontrar en la televisión?
~ ¿Necesitamos un Nuevo Teatro?

Espero tus respuestas en redes. Puedes encontrarme como @pezdeoromx en Facebook y Twitter.


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