cuarentena

Calidad de vida en aislamiento: 2ª Parte

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En este artículo, la Sociedad Mexicana de Estudios de Calidad de Vida comparte algunos hallazgos que han demostrado mejorar el nivel de satisfacción con la vida en el hogar. Acciones sencillas al alcance de todos. Como diría mi abuela “Vivir bien no es cuestión de dinero, es de orden y trabajo, principalmente”.

1. Evalúa la luz. La luz es vida, energía y alimento. Las casas lúgubres no le gustan a nadie. Es fundamental que tu casa tenga luz para respirar vida. También es muy importante que la cantidad y tonalidad de la luz sea la adecuada para la atmósfera que buscas generar según la hora y lugar. Un exceso de luz también puede perjudicar tu descanso.

2. Orden y limpieza. El desaseo y el desorden generan caos, dispersión y fatiga. Si tu hogar está desordenado, sucio o abarrotado no te queda más remedio que tirar o donar aquello que ya no te es útil. Piensa que, si tienes algo que no has usado en seis meses o más, probablemente no lo necesitas. Déjalo ir. Seguramente a alguien más le servirá.

vivir en cuarentena
Ilustración: Michal Makowski.

3. Ventilación. Las casas necesitan respirar, sobre todo cuando se notan muy densas. Todos los días es necesario ventilar, ventila por la mañana para que el aire se renueve y cierra al medio día para evitar la entrada de insectos o que se enfríe demás. El aire renovado está más oxigenado y mejoran tu estado de ánimo. No olvides que naturalmente exhalamos bióxido de carbono, cuya concentración se incrementa si el aire no se renueva.

4. Plantas naturales. Las plantas y animales son vida y salud. Incorpóralos según el espacio de tu casa. Si tu casa es grande o dispones de patio o jardín puedes poner mayor cantidad de plantas y mascotas más grandes. Para ambientes pequeños mejor plantas y mascotas más pequeños. Mejor si optamos por plantas verdes con hojas de forma redondeada porque suavizan el ambiente. Claro, plantas y mascotas implican trabajo y gastos; sin embargo, está demostrado su impacto terapéutico en tu calidad de vida

5. Juega con los colores. Los colores ayudan a romper con la rutina y dan muchas oportunidades a la hora de crear ambientes, más aún con los nuevos materiales texturizados y acabados con apariencia de entornos naturales. Utiliza la gama de los colores pastel para los dormitorios o zonas de descanso y los más energéticos para zonas donde hay más movimiento como el comedor o las áreas de convivencia.

EN PERSPECTIVA, limpiar, organizar y decorar tu hogar no sólo es crear un ambiente más bonito sino también formar un entorno confortable para la recarga de la energía vital. Espero que estos consejos te orienten para adecuar tu hogar de manera que contribuya a mejorar tu calidad de vida.

¡Inténtalo! ¿Y nos cuentas si te funcionan?


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El día en que terminó la pandemia

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Se escuchaban los pájaros al amanecer, mientras las luces se encendían más temprano de lo que había sido normal en los últimos meses. Todos teníamos un plan: salir de la guarida que nos había transformado en alguien diferente.

Una mayoría salió a la calle a cruzar las miradas con sus vecinos. Las lágrimas derramadas mostraban el duro pesar que se había cargado por el miedo y la incertidumbre. Ahora nos podíamos ver y reconocer que todos habíamos cambiado. Algunas familias contaban con menos miembros y aun así salían a buscar un abrazo para sentir el apoyo y consuelo que no tuvieron.

Mientras el tráfico regresaba a la “normalidad”, se observaba que las sonrisas eran más comunes que antes de la pandemia. Algo había diferente en eso. Los niños veían a los pájaros y saludaban por las ventanas de los autos con una gran emoción. Algunos de los puestos de comida no estaban más. Ese día Don Juan, el de los jugos, no regresó a su esquina a regalar sonrisas. Antes de la cuarentena él sabía que sus jugos no eran lo más importante, sino un momento de alegría que el mundo necesitaba.

Algunos comercios ya no estaban abiertos. Se veía algo de basura en las calles y a su vez gente deteniéndose a recogerla. Nadie quería regresar a una ciudad sucia después de haber terminado la guerra contra el virus y todo lo que trajo con él. Éste era un gran día y nada podría opacarlo.

el dia en que termino la pandemia
Ilustración: T T.

Ese sábado no era precisamente un día para trabajar aunque muchos necesitaban de ello. Algunos salieron a las calles sólo para ver si era cierto que todo había terminado. Una mayoría fue a visitar a su familia y amigos. Se veían sonrisas y lágrimas por todos lados, mientras algunos tenían que pasar a reclamar los cuerpos de sus fallecidos para cerrar su ciclo en paz.

La tecnología y redes sociales servían ahora para mostrar fotos de encuentros y registro de lo que ya no se encontraba dentro de aquella “normalidad” que había cambiado por completo. Se acabaron los encuentros digitales y comenzaron de nuevo los físicos. Seguían los cuidados de distanciamiento social, aunque en este momento eso no era tan malo.

Las emociones eran muchas y nos enfrentábamos a una nueva realidad. Para aquellos que habían salido heridos de la batalla, sin empleo o negocio existía una tristeza que a su vez se convertía en empuje para buscar un nuevo comienzo. La sorpresa fue encontrar que había más seres humanos queriendo ayudar a los que más lo necesitaban. Algunos compartiendo alimento, otros trabajo, unos más orientación y apoyo para dar la mano a los menos privilegiados. Había incrementado la presencia del ser humano consciente en la sociedad. Ese día empezaba un nuevo ciclo para todos.

Durante las primeras horas, las personas pudieron ver más claramente qué sucedió mientras estuvieron en confinamiento. Había verdaderos líderes que fueron un barco para muchos que lo necesitaron mientras se cruzaba el mar de la incertidumbre durante la guerra. Se podía distinguir muy bien entre los empresarios que tuvieron miedo o ambición y los que hicieron la diferencia para mostrar que sí hay esperanza para llegar a un futuro mejor cuando vamos todos juntos.

Los políticos estaban claramente identificados entre los que usaron la pandemia para campaña personal, aquellos que se corrompieron o los que hicieron algo diferente por la gente. Salieron a relucir los mentirosos, los que jugaban con los medios para atraer seguidores y los que sólo estaban ahí para llenarse las bolsas de dinero. Todo se podía ver de manera notable y eso no lo esperaban.

el dia en que termino la pandemia
Ilustración: Joey Guidone.

Los temas económicos eran poco alentadores. En algunas regiones había grandes manifestaciones contra los gobernantes y empresarios que no supieron hacer bien las cosas. Surgieron los nuevos líderes. El mundo podía ver diferente y ahora el planeta estaba en un punto de inflexión para cambiar el rumbo de la historia. Aun y que los ciudadanos se sentían con menos poder que antes frente a los cambios de regulaciones y el compromiso adquirido de los apoyos recibidos por algunos gobernantes, había algo en los corazones que les decía que esto no podía seguir igual.

El primer gran cambio para la transformación humana había sucedido. Estábamos en un momento en donde la consciencia estaba más presente y el ego más ausente. Se notaba que había más unión y la gente ya no estaba dispuesta a dejarse controlar.

Se podían observar los nuevos perfiles de las personas transformadas que se enfocaban en reconstruir y no en seguir destruyendo. Circulaban por las calles ayudando, dando esperanza y sumándose a una nueva guerra contra la deshumanización. El consumismo ya no era la regla,  por lo tanto los animales y áreas verdes estaban por recibir ese regalo. Se gestaba una nueva clase de ser humano que daba el primer paso hacia una consciencia colectiva.

Ese día por la noche se pudo dormir mejor sabiendo que empezaba una transformación hacia la re-humanización en nuestro planeta y esto se convirtió en una esperanza para todos.


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Vivir en el presente, un paso a la vez

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Cualquier especialista en psicología, en cuidados emocionales, recomienda que en episodios de mucha ansiedad, como los que estamos viviendo ahora, debemos concentrarnos en el presente y en fijarnos metas a corto plazo, es decir: nada de planes.

Ya vemos en muchas redes sociales que muchos de nosotros estamos pensando en qué haremos después de junio, a dónde viajaremos, cuántas fiestas y reuniones vamos a tener.

Sin embargo, en cada ocasión en que la humanidad ha tenido que detenerse en seco por una pandemia o enfocarse en una terrible guerra, al final se han hecho grandes celebraciones que lo único que logran es hacernos olvidar muy pronto la angustia, el miedo y la ansiedad previas.

vivir en el presente
Ilustración: Adrien Kulig.

Cualquier sobreviviente, de una enfermedad, de una epidemia, de un conflicto armado, lo primero que te comparte es que debemos hacer un uso inteligente del tiempo, ir de momento en momento, un día a la vez como decimos, para ilustrar que superar problemas sociales y crisis sanitarias es una carrera de resistencia, mezclada con obstáculos, nunca una competencia de velocidad.

El pico de la pandemia que nos afecta empezará apenas la próxima semana y durará unas cinco más probablemente.

Aun cuando podamos volver a las calles para finales de mayo o principios de junio, regresaremos a un país completamente distinto al que conocimos, porque las medidas de sana distancia y la higiene deberán ser permanentes, es decir, acostumbrémonos a vivir con las previsiones indispensables para no infectarnos de coronavirus, porque no se va a ir pronto de nuestras vidas.

Y justo cuando pensemos que hemos librado lo peor, debemos prepararnos para un nuevo brote en diciembre que se una al estacional de la influenza.

Así que vayamos con calma, ocupemos el tiempo, la energía, la voluntad personal y la higiene física y mental para vivir un día a la vez.

vivir en el presente
Ilustración: Karim Abdelmageed.

El futuro es y seguirá siendo incierto, así que lo mejor que podemos hacer es trazarnos metas alcanzables, que nos permitan resolver problemas inmediatos y urgentes, y concentrarnos en nuestras familias, en nuestro trabajo a distancia y en todo aquello que nos permita ayudar a otros en estas condiciones.

Las recomendaciones son: 1) Metas alcanzables que nos permitan resolver problemas inmediatos; 2) Tu salud física y bienestar emocional es lo primero; 3) Cuida a tu familia inmediata; 4) Cuida a tu círculo cercano –vecinos, compañeros, colaboradores, empleados–, a tu comunidad 5) No pierdas el sentido del humor; 6) Expresa tus sentimientos y emociones. ¡Háblalo!, ¡háblalo!

Viktor Frankl dice: Si la situación es buena, ¡disfrútala! Si la situación es mala, ¡transfórmala! Si la situación no la puedes transformar, ¡transfórmate!


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La necesaria frecuencia de la anormalidad

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Normalidad, ¿qué es eso?, ¿qué fue de ella?, ¿existió?, ¿era mejor que lo que tenemos hoy y lo que se nos viene? Hay tantas preguntas qué hacerse en estos días, se supone que tenemos tiempo –en las cuarentenas que recorren el planeta–, podría incluso sobrarnos, pero muchas veces sentimos que no tenemos ni la fuerza, ni la claridad mental para poder contestarlas.

Aturdimiento le dirán algunos, perplejidad otros; lo cierto es que la niebla mental o cognitive fog, fue bien descrita por Georg Greiner ya en 1817, él la llamó Verdunkelung des Bewusstseins: oscurecimiento de la consciencia. Un velo de ideas tan pesado que impide ver lo que tenemos entorno a nosotros y en nosotros. Es tanta la información, son tantas las olas de incertidumbre, esperanza, miedo, teorías explicativas y agotamiento con las que se nos bombardea a diario que resulta particularmente difícil hacer esa distinción fundamental consistente, entre lo que entendemos por real, con lo que visualizamos y anhelamos como posible. 

confinamiento y normalidad
Ilustración: Tea Jurisic.

Ahora bien, una cosa es clara, hoy el presentismo gobierna con mayor fuerza que nunca.  El pasado ha quedado perdido entre lo que era la supuesta normalidad, que no es más que la dictadura de las mayorías, y su eterna confusión con la noción de frecuencia; más claro aún: morir es normal, saberse mortal no es necesariamente habitual. 

El presentismo, la inmediatez con su vocación por avanzar irreflexivamente, huyendo del camino, pensando siempre en la siguiente meta, ha dejado al futuro en una posición absurda: se le quiere alcanzar, pero nunca éste será suficiente. El presentismo lo quiere todo aquí y ahora. El pasado es una sombra, un eco que, bueno o malo, le resulta inútil.  En el imperio de la niebla cognitiva, lo que ya fue no alcanza a ser historia, pues no se le da tiempo para ello; pero tampoco es memoria, ya que la confusión mental mezcla recuerdo con información. Es “lo psicológicamente esperado”, la maldita tiranía de las expectativas lo que pareciera, más que nunca, mandar hoy.

normalidad de la muerte
Ilustración: Ula Sveik.

La búsqueda del retorno a la supuesta normalidad es esencialmente torpe. Se trata de un proceso en tránsito permanente que, aspirando a vivir fuera del inconsciente, como si eso, en este caso, sirviera para algo, busca rescatar un escenario conocido y transformarlo en algo distinto a lo que fue. Así como, algo doloroso, por frecuente que sea, no deja de ser terrible, el haber experimentado o vivido en una supuesta normalidad no nos dará control alguno sobre lo que nos pueda ocurrir. En definitiva, es ese saber, abarrotado de palabras y supuestas nociones, que nunca alcanzan a filtrar lo que en verdad nos está ocurriendo, lo que termina por distorsionarlo todo.  

La cuarenta social y sobre todo la cuarentena mental en la que estamos envueltos han transformado a los domingos, como a los feriados, en días cualesquiera. La imago[1] de la normalidad hace rato que se nos fue entre los dedos.

Octavio Paz nos lo describe con la exactitud de un vidente:

Nada soy yo,
cuerpo que flota, luz, oleaje;
todo es del viento
y el viento es aire
siempre de viaje.[2]


Notas:
[1] Imagen, concepto psicoanalítico.
[2] Poema “Viento” de Octavio Paz.


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Tiempo de cuarentena

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Según la Real Academia Española, el término cuarentena no necesariamente hace referencia a cuarenta días en sentido estricto. Designa un periodo de tiempo en que, por razones de prevención, se mantiene aislamiento; probablemente, la cuarentena, en origen, sí duró cuarenta días en recuerdo de los que pasó y ayunó Cristo en el desierto. En el texto bíblico, son numerosas las referencias a los cuarenta días, más como un tiempo de prueba que como un retiro preventivo. En el Génesis (7:17), por ejemplo, se relata que Dios hizo que lloviera cuarenta días y cuarenta noches; en el Éxodo, donde se relata la salida del cautiverio del pueblo judío, se menciona que Moisés entró en una nube y que fueron cuarenta días y cuarenta noches las que permaneció en el Monte Sinaí (Ex. 24:18); Jonás recorrió la ciudad de Nínive y proclamó que dentro de cuarenta días, la ciudad sería arrasada (Jonás, 3:4). Todas las menciones a los cuarenta días, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, refieren a un periodo de probación, de desafío, de resistencia.

Atendamos entonces al tiempo, que es un no tiempo, de los relatos fundacionales: 40 días o 40 años designan una cantidad necesaria para probar que alguien es capaz de hacer frente a una o varias pruebas arduas. Aunque nuestro confinamiento relativo y semivoluntario es una prueba difícil, otros países se las han visto peores. Si queremos ver este tiempo como tiempo de productividad, considero que habremos caído en un grave error. Porque las pruebas no nos permiten la productividad en los términos en los que la demanda el capitalismo de la modernidad. No basta con ver el meme –por cierto, nada inspiracional– de “el que no salga de la cuarentena con un nuevo proyecto, un libro leído o sabiendo un idioma… bla, bla, bla” para ponerse los pantalones y comenzar la acción. Yo soy de las que ingenuamente pensó en el tiempo que tenía por delante como el ideal para escribir artículos, terminar todas esas lecturas pendientes, arreglar los clósets y ponerme a dieta. En realidad, el pensamiento de un tiempo indefinido que pasaría en un lugar indefinido me tenía bastante angustiada.

cuarentena y angustia
Ilustración: Sebastiano Monti.

Tampoco se trata de un tiempo de ocio, es decir, de un tiempo que podemos dedicar, por suspensión voluntaria de labores, a otras que no realizamos como actividad productiva. No es un tiempo para especular tranquilamente, porque lo último que tenemos es tranquilidad. Este tiempo es un tiempo de excepción y, a diferencia de cuando vivimos un desastre, un atentado o un cataclismo, este tiempo no tiene una duración que se marque a partir de una crisis, pues no sabemos en qué momento enfrentaremos la verdadera crisis.

Fernand Braudel en La historia y las ciencias sociales hablaba del acontecimiento como algo éclatant, brillante, como un fulgor que, de pronto, se extingue pero deja trazas de haberse encendido y es entonces cuando los historiadores despejan el humo para asomarse a conjeturar qué fue lo que sucedió allí. En este caso, no hay un acontecimiento fulgurante: tenemos una epidemia que, al cabo de los meses, se convirtió en pandemia y un cúmulo de teorías en torno a ella. Tenemos una construcción diaria de un proceso que, en cada país, va tomando proporciones distintas, que se politiza, que se extrema y que causa pánico en muchos.

El enemigo es, en ocasiones, una pequeña esfera crestada, presumiblemente de color verde, que se ha hecho ver a fuerza de los mass media y de la imaginación popular. Otras veces, el enemigo es el que tiene que salir a la calle a trabajar y representa un riesgo de contagio. Otras, es la autoridad sanitaria, de cuyos números se duda porque hay razones para hacerlo. En esa construcción diaria de la pandemia, hay días en que el protagonista es el virus, otros en que los villanos son quienes agreden al personal médico y otros los “irresponsables” (algunos sí, desde luego) que salen a la calle y que ponen en riesgo el encierro que “yo religiosamente he llevado”.

aislamiento y cuarentena
Ilustración: Tea Jurisic.

Vean cómo en estas narrativas, el verdadero protagonista soy yo y mi entorno amenazado, lo cual revela que en nuestro país no existe el concepto de responsabilidad social, no al menos como en otros ámbitos. Vean cómo en estas narrativas, lo que está en juego es la calidad del montaje para producir emociones, generar obediencia o bien, rechazo abierto a las medidas, ya por ignorancia, ya por negación, ya por ambas.

 ¿Y qué pasa después de la cuarentena? No sé; no sé lo que pasa al franquear esa barrera, porque cabalmente, y como la estemos llevando, nadie puede cantar victoria todavía. Sabremos que tuvimos relativo éxito una vez que las autoridades sanitarias declaren que podemos volver poco a poco a salir, y conste que no digo a nuestra vida normal, porque eso ya es diferente y la vida que teníamos antes no volverá. Después de los cuarenta días, Noé abrió la ventana del arca que había construido por instrucción divina; una paloma le trajo una vara de olivo. Tuvo que esperar varios días más hasta entender que el agua que inundaba la tierra se había secado y podía salir. Se tardó, pero hubo un después. Tras los cuarenta días que Moisés permaneciera oculto a la vista de su pueblo, bajó con las tablas de los mandamientos y un rostro tan resplandeciente que Aarón y los suyos tuvieron miedo de que se les aproximara. No era el mismo, pero hubo un después.

Lo que sabemos es que la vida no va a ser igual. Que muchas de nuestras prácticas sociales y en privado se van a modificar; que tendremos que construir sobre una economía en contracción, pero que eso es, a la vez, una oportunidad. A cada quien le llegará, a su tiempo, su paloma con una vara de olivo: nadie tiene que hacerse vegano, ni yogui, ni bajar 10 kg, ni obtener un grado en línea en esta cuarentena. Tampoco es obligación hornear pasteles ni hacer mandalas. Hay que resistir y sobrevivir de la mejor manera que podamos, con lo que tenemos y quienes tenemos a la mano, y esperar el fin de la prueba. Habrá un después.


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Una inesperada visita en cuarentena

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VIDEO Elefante marino visita a familia durante cuarentena

Spencer Andrich, un profesor de ciencias sociales de una escuela secundaria de Anacortes, en el estado estadounidense de Washington, recibió este mes un visita inesperada en pleno confinamiento, cuenta Vice.

“Estaba preparando una lección, cuando miré por la ventana y vi un elefante marino gigante que se dirigía a mi casa”, contó el norteamericano.

Cuando a finales de marzo en Washington fue impuesta la cuarentena para detener la propagación del coronavirus, Andrich se mudó a una casa ubicada cerca del océano Pacífico, a menos de 100 kilómetros de la ciudad de Seattle. Según cuenta, la casa pertenece a su familia desde hace tres generaciones, pero esa fue la primera vez que recibió la visita de uno de estos grandes mamíferos.

Al ver el intruso, Andrich llamó a Ralph Downes, un empleado del Departamento de Pesca y Vida Silvestre de Washington, que ya había visto al animal en otras ocasiones. Se trata de una hembra llamada Elsie May, bien conocida por los biólogos, policías y vecinos de la localidad por su carácter comunicativo. Como cuenta Ralph, Elsie May es muy curiosa y no tiene miedo ni de los humanos ni de los coches.

Según los expertos, los elefantes marinos viven la mayor parte de su vida en el océano, pero una vez al año salen a la tierra para el período de muda. En general suelen permanecer en lugares seguros en la costa, pero este no es el caso de Elsie.

La curiosidad de Elsie May es tan grande que incluso intentó entrar en la casa de Andrich. Él la grabó desde la cocina, preocupado por la posibilidad de que rompiera el vidrio de la puerta. Sin embargo, Elsie May se quedó fuera restregando la cabeza en el cristal, como hacen los perros cuando ruegan que les dejen entrar.

El animal se quedó tres días en el jardín de Spencer y después volvió al océano.

A trabajar con inteligencia la nueva realidad

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Seguramente amigo lector, tú como yo, has asistido a webseminars, has leído artículos, has escuchado y visto noticias y comentarios en medios de comunicación y redes sociales, y obviamente has leído o escuchado a personas más cercana a ti, a través de WhatsApp, sobre lo que se piensa que sucederá después de que termine la contingencia.

Yo honestamente creo que todavía falta mucho por ver para poder decir lo que sucederá en el largo plazo, pero al igual que algunos de los analistas, podemos ya hacer algunas conclusiones y sí opinar, con fundamentos, lo que sucederá en los próximos 12 a 18 meses.

El MIT en el documento We’re not going back to normal, da algunas pautas de cómo serán los próximos 18 meses o hasta que se logre desarrollar la vacuna para combatir al COVID-19, con respecto a nuestro estilo de vida.

Les presento algunos de los puntos más destacados y los invito a que sigan la página del MIT que se actualiza practicante diario con información realmente muy interesante y útil:

vacuna coronavirus
Ilustración: Ana Cortés.

1. Hay que olvidarse de que todo volverá a la normalidad y tienes que aceptar y vivir con esa premisa. La “normalidad” que vivimos hasta principios de este año 2020 o finales del 2019 para los países asiáticos –principalmente China–, es un tema del pasado. Hasta que no se encuentre la vacuna para combatir al COVID-19, la vida, tal y como la conoces, en lo laboral, social, etc., no será lo mismo.

2. En estos momentos hay tanto laboratorios como centros de investigación del sector privado como públicos, de una docena de países buscando encontrar la vacuna contra el coronavirus, y hay muchísimo dinero disponible para lograrlo. Esto hará que su descubrimiento sea más rápido que lo que tradicionalmente se tardan en hacerlo. Por lo general, el descubrimiento de una vacuna puede tardar hasta 10 años o incluso más. Los científicos pudieron descubrir en su tiempo la vacuna para el SARS, pero dejaron las investigaciones porque ésta en su evolución dejó de ser peligrosa y ya no había el incentivo económico ni la presión social para hacerlo. El MIT estima que la vacuna podría estar lista en 18 meses. Es decir, para finales del 2021.

3. Mientras no tengamos la vacuna, asume la cuarentena como un estilo de vida. Lo que se prevé es que, a partir de ahora, las sociedades tienen que intercalar periodos de cuarentena, es decir, de cada tres meses, dos deben ser de cuarentena. Esto porque el contagio del virus continúa y siempre están latentes las segundas olas. Así que viviremos periodos de cuarentena constantes. Los hechos han demostrado que no se puede levantar la cuarentena de forma absoluta y sin seguir con muchas restricciones porque los contagios van a continuar: China, había permitido la reapertura de cines y auditorios grandes y tuvo que dar la orden, una semana después, de volver a cerrarlos porque hubo nuevos contagios. En Singapur, que había detenido sus casos de contagios, levantó su cuarentena totalmente y volvió a presentar centenas de casos de contagio y algunos muertos por coronavirus.

4. La concentración de personas debe limitarse en lo más mínimo. Por ello, cines, teatros, y auditorios, pero también comercios, deberán reducir su capacidad de aforo hasta en un alto porcentaje, quizás hasta el 75%. Es decir, funcionar con un 25% de aforo. “Esto puede incluir negocios o empresas e incluso, movimientos sociales: marchas, protestas, etc.”

distanciamiento social
Ilustración: Henry Wong.

5. Los países que decidan reabrir sus fronteras y vuelos, deberán instaurar controles estrictos en aeropuertos y carreteras. Ya sea con el uso de termómetros portátiles o con aplicaciones o escáneres que revelen el movimiento migratorio de las personas. Esto puede implicar que lo que vivimos como consecuencia del 9/11 sea realmente anecdótico y podamos pasar muchas horas, sino es que hasta días para lograr llegar a otro país. Las restricciones para viajar dentro de China siguen siendo durísimas para los propios chinos y hasta discriminatorias para los extranjeros.

6. Las costumbres sociales de saludar tienen que cambiar y el distanciamiento social debe continuar, evitando también realizar reuniones familiares, fiestas y demás. Para las organizaciones y familias latinoamericanas, en general, será un tema, pero tenemos que saberlo manejar. Una de las razones que explican por qué el coronavirus no ha sido tan letal en Japón es por el distanciamiento social propio de su cultura. No es por el saludo que evita el contacto físico, sino por el ritmo de vida que llevan de no salir mucho a reuniones sociales o fiestas. El trabajador promedio japonés tiene una rutina de trabajo-casa que evita su exposición continua.

7. Los gobiernos deberán priorizar qué ramas y actividades de la economía pueden volver a sus labores y trabajo de forma “normal” en la medida de las posibilidades nacionales. Retornar al trabajo no debe darse de forma masiva. Deberá hacerse un cuidadoso análisis de que grupos de personas pueden ser expuestos al riesgo del contagio. Hay expertos que dicen que podría comenzarse con los niños y jóvenes en edad escolar porque tienen menos riesgos.

8. Los gobiernos y los padres deben prepararse para educar a sus hijos en los hogares por cierres imprevistos de las escuelas.

Como pueden ver, hay muchas cosas que no serán como fueron antes de la pandemia, pero a pesar de ello, yo creo que tenemos muchas áreas de oportunidad para reinventarnos en lo personal, en lo social, y en lo laboral. Las organizaciones, de cualquier sector, van a tener que pensar de forma diferente desde ya, y obviamente los gobiernos van a tener que actuar de forma muy distinta.

trabajar con teconologia
Ilustración: Shrey Sawant.

Podemos ser terriblemente fatalistas y súper negativos con lo que esta pasando y con lo que pasará en los próximos 12-18 meses, o bien, nos ponemos a trabajar en ver cómo vamos a enfrentar esta nueva forma de vida. Todos y cada uno de nosotros tenemos que ser muy accountables de lo que nos está pasando y de lo que nos podrá pasar.

Termino, aunque me alargaré un poco en este artículo con algunos comentarios que me hicieron llegar de un webseminar en el ITAM y que nos sirven de guía:

1. Cash is king, preservar el dinero para sobrevivir 18 meses.
2. Toma de decisiones para la sobrevivencia de tu empresa.
3. Llegar a acuerdos y decisiones solidarias con tus colaboradores, proveedores, acreedores, etc.
4. La educación y formación digital llegó para quedarse.
5. El e-commerce crecerá de forma exponencial.
6. Se rompen paradigmas en servicios financieros, temas inmobiliarios, servicios como restaurantes.
7. Hay que imaginar “mi negocio” desde cero y de acuerdo con la nueva realidad.
8. El cliente promedio es poco exigente y esto va a cambiar; habrá menos dinero para que gasten.
9. Buscar modelos para eficientar mis costos.
10. Tener equipos diversos en géneros, edades y en experiencia.
11. Hay que ser rápidos, creativos, buscar la rentabilidad, sobrevivir como sea.
12. Toda empresa puede ser habilitada por la tecnología.
13. Se necesitan empresarios empáticos y cercanos con sus clientes.
14. ¿Mis procesos están acordes a la nueva realidad?
15. Saber pedir ayuda y ayudar.
16. Hay que ser creativo.


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Cuento para una noche de cuarentena. El hombre que subió la montaña

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#NocheDeCuarentena #ElHombreQueSubioLaMontaña

Había una vez un hombre que se vistió y salió de su casa con dirección a la montaña. Desde muy joven la había visto y siempre soñó con llegar a su cima. Esa vez que se vistió y trató de llegar a ella, estuvo a punto de lograrlo y, sin embargo, diferentes obstáculos se interpusieron entre él y su meta. A esa punta de la montaña sólo podría llegar uno, y en esta ocasión no pudo ser él.

Pasaron seis largos años y aquel hombre, durante todo ese tiempo, suspiró por llegar a la cima de montaña. La veía desde lejos. La estudiaba desde diferentes ángulos. Ideaba estrategias para subir de forma exitosa, incluso pensaba en alianzas con otros hombres para que le ayudaran a cumplir su destino. En esa ocasión, ni siquiera se dio cuenta en qué momento fue rebasado por otro hombre que subió más rápido; incluso se encontró a una mujer que, durante buena parte del trayecto, corría detrás de él. Cuando tomó aire para alcanzarlos, su fuerza y empeño le dieron el impulso para alcanzar a la mujer e incluso pasarla, sin embargo, el otro hombre ya estaba muy arriba y le fue imposible alcanzarlo.

Aquel hombre tesonudo no se desanimó, y después de otros seis largos años, volvió a emprender el camino. Esta vez, aunque maduro y golpeado por el paso de los años, se le veía más fuerte que nunca. Traía un ritmo muy por encima de los demás y con el caminar se entusiasmaba más y más al sentirse cada vez más cerca de la meta. Siempre había querido llegar a la cima de la montaña. Era el objetivo más importante en su vida. Todo el tiempo se había preparado para lograr la gran hazaña y ahora parecía el momento de la gloria. Todo indicaba que llegaría por fin a esa cima anhelada; que sería el que llegaría allá arriba, allá donde solo llegaba uno cada seis años. Ese lugar que parecía de tan difícil acceso y por el que tuvo que sacrificar tantas cosas. Llegar a esa cima le implicó enemistarse con mucha gente, ser atacado por muchos adversarios –e incluso correligionarios– y sortear miles y miles de trabas. El esfuerzo había sido tremendo, pero estaba por llegar.

En algún momento el hombre dudó y volteó hacia atrás para ver si los otros hombres le seguían de cerca. Se encontró tranquilizado al ver que no se veían por ningún lado.

Por fin, una tarde de julio, aquel hombre llegó a la cima. Volteó a su alrededor y se encontró solo. Una ráfaga de viento le golpeaba la cara, y el sonido del viento era lo único que se escuchaba en ese infinito silencio. Se sentó entonces y con un dejo de emoción dijo para sí mismo:

—“¡Lo logré, ya estoy aquí!” (y el silencio y la soledad lo inundaron y un escalofrío le estremeció por un momento).

En efecto, aquel hombre estaba ahí, pero la felicidad que sentía semanas atrás, cuando veía que su escalada incansable por fin lo llevaría a la cima, se había desdibujado. El hombre no era feliz. No sabía qué hacer. Se trazó un objetivo claro que era llegar a la cima de la montaña. Por años se fijó ese objetivo y se había preparado para alcanzarlo. ¡Lo había logrado! Entonces, ¿por qué se sentía tan solo y triste?, ¿por qué no había experimentado satisfacción alguna desde que había llegado a la cima?, ¿por qué lo embargaba esa frustración en todo momento?

El hombre dejó pasar el tiempo. Se mantuvo caminando en esa cima, dando vueltas y vueltas. Seguía sintiendo el viento golpeándole la cara. A veces por un lado, a veces por otro. Otras veces el viento frenaba y el frío, penetrante, se apoderaba de todo. Aquel hombre trataba de calentarse, de moverse, pero el frío no lo dejaba. A veces, lo que desesperaba a aquel hombre, era el silencio. ¡¡¡No podía más!!! Su desesperación era tal, que todo le estaba saliendo mal. Si el día era cálido y debía aprovechar las bondades del sol, salir a sentirlo, a vivirlo, él se agazapaba y titiritaba de frío. Si el frío azotaba, él no lo percibía de esa forma y se quitaba la camisa para quedar con el torso descubierto. Ya no identificaba nada, ya no entendía nada. Estaba al borde de la locura. En su desesperación creciente miró al cielo y gritó:

—¡Dios!, ¿por qué subí hasta la cima?, ¿por qué?

Lo que aquel hombre no esperó es que Dios le contestara súbitamente. La voz era de un estruendo ensordecedor. Dios le dijo al hombre:

—Hombre soberbio y orgulloso, has estado tantos años planeando llegar a la cima y ahora que estás en ella, ¿te preguntas por qué?

El hombre, asustado, cayó al piso perplejo por lo que acababa de oír. Un largo silencio se apoderó del ambiente, para ser roto por otra frase que, al sonar, parecía la voz del Dios del trueno, de un megáfono cósmico interestelar que le hablaba del más allá y que le dijo:

—La pregunta que te debes hacer no es “por qué” sino “para qué”.

El hombre se quedó solo en la cima, sentado, abrazando con los brazos sus rodillas y meciéndose hacia adelante y hacia atrás. Tendría cinco largos años para descifrarlo, por lo que entre más rápido lo hiciera, más rápido saldría de esa angustia, soledad y desesperación que le causaba estar en la cima de aquella montaña.

Fin.


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