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¿Decido lo que quiero?

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¿Controlo a mi mente, o mi mente me controla a mí?

Los pensamientos positivos o negativos que tenemos todos los días, ¿son puestos por nosotros en nuestra mente o puestos por nuestra mente en nosotros?

¿Tenemos control sobre la mente?

En un día, tenemos alrededor de 60 mil pensamientos. Estos pensamientos, ¿de dónde vienen? ¿Nuestro cerebro piensa en ellos naturalmente, o son implantados?

Las “brillantes” cuestiones de “a qué me voy a dedicar cuando termine de estudiar”, “qué negocio voy a abrir”, “en dónde viviré”, “cuántos hijos voy a tener” (…),  ¿es una idea nuestra o es algo que nuestra mente nos impone?

De ser algo impuesto, entonces, ¿nuestras decisiones de vida le pertenecen a alguien más?

Pensemos por un momento en las profesiones. Algunos de nosotros desde pequeños ya sabemos a qué nos vamos a dedicar cuando seamos grandes, ya sea porque simplemente lo sabemos, porque nuestros papás y mamás se dedican a eso, porque lo hemos visto en la televisión, o por cualquier otra razón.

control mente
Imagen: Pinterest.

Algunos otros lo decidimos ya siendo adolescentes, tomando en consideración el sueldo que paga, el horario flexible que ofrece, el tipo de vestimenta que hay que usar, o el grado de estudio que se requiere.

En el mundo existen cientos de profesiones distintas, de las cuales algunas que conocemos dejarán de existir, y otras que no existen lo harán en un futuro cercano o lejano.

Por más extraña que pueda llegar a ser una profesión, siempre habrá muchas personas que se dediquen a la misma. De tal manera que en el planeta tenemos cubiertas todas las necesidades de la población.

Contamos con doctores que nos curan, abogados que nos defienden, contadores que se encargan de los números, ingenieros que desarrollan soluciones, arquitectos que diseñan, constructores que construyen, policías y bomberos que nos cuidan, actores y deportistas que nos entretienen, etcétera.

¿Es entonces en realidad una decisión nuestra lo que hacemos, o es una elección de alguien más?

¿Controlo a mi mente, o mi mente me controla a mí?


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¿Pienso, luego existo?

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¿Nuestros pensamientos son en realidad nuestros?

Todos los días escuchamos noticias en la televisión, en internet, en la radio, en los teléfonos celulares, en los periódicos y revistas. En todos ellos se dan opiniones de los asuntos que acontecen diariamente. Algunos son verdad y otros tantos son mentiras, pero tienen el peso suficiente para que los demos por ciertos y los hagamos nuestros.

Entonces, algunos tomamos la opinión de alguien más y la adoptamos como si fuera nuestra, como si conociéramos el asunto y domináramos todos los detalles importantes  para tener una opinión fundada.

¿Y qué pasa después? Emitimos un veredicto y nos aferramos a él. Será ya difícil que alguien haga que cambiemos de opinión.

Pero qué tal que la opinión que leímos o escuchamos es sobre una noticia falsa, o es imparcial, u obedece a ciertos intereses.

Al final del día, muchos nos encontramos repitiendo una y otra vez esas opiniones, y con eso, somos cada vez más y más personas diciendo lo mismo sobre algo, lo cual a la larga, terminará por convertirlo en verdad, aunque no lo sea.

Entonces, ¿podemos estar seguros de que tenemos pensamientos propios? O más bien ¿será que son discursos prefabricados que hablan a través de nuestras bocas?


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Los pensamientos y la mente

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“Los pensamientos son a la mente lo que la alimentación al cuerpo”. En efecto, hoy en día se reconoce la importancia que la alimentación tiene en la salud física de la persona. Por ello, todos los expertos en salud: médicos, nutriólogos y entrenadores físicos insisten preferir en calidad y cantidad de ciertos alimentos, así como restringir o eliminar la ingesta de otros, situación que se agudiza ante la aparición de enfermedades crónicas.

De igual forma, la salud mental, en gran medida, depende de los pensamientos con los cuales se alimenta la mente y son los responsables de los sentimientos que se experimentan a lo largo de los días. De aquí la importancia de reflexionar un poco en este aspecto.

La mente humana, al igual que el corazón o la respiración, trabaja todo el tiempo. Por un lado, asimila la realidad que le rodea, por el otro, responde a los retos que implica la existencia y paralelamente a esto se encuentra pensando todo el tiempo.

enredo de pensamientos
Ilustración: Sakerinox.

Los pensamientos tienen orígenes múltiples, pueden surgir de informaciones externas a las cuales se les da cierto valor y/o credibilidad o de reflexiones individuales que surgen de la articulación de elementos percibidos e interpretaciones propias; en ambos casos pueden ser reales o fantasiosos, así como verdaderos o falsos y generan en la persona estados que repercuten en su calidad de vida.

Es así como la absoluta eficiencia de la mente se ve afectada por la incapacidad que tiene de identificar si el pensamiento que le llega es real o fantasioso; verdadero o falso. Una vez que le da cabida a un razonamiento, manda las instrucciones a los órganos correspondientes para que suelten o inhiban las sustancias pertinentes de acuerdo a la idea dominante como la adrenalina cuando se relaciona con el miedo, dopamina frente al amor, endorfina con la alegría, testosterona alrededor del enojo y la disminución de la serotonina en el caso de la tristeza.

En todos los casos, es el pensamiento y no la situación real, el responsable de este comportamiento bioquímico del cuerpo y, por lo tanto, del estado anímico de la persona. Si bien la mente es incapaz por sí misma de reconocer qué tipo de pensamiento le llega, la consciencia inmediata primero y la reflexiva después sí tienen la facultad de funcionar primero como observador y luego, si así se desea, como filtro para detener o dejar pasar los pensamientos.

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Ilustración: Experience Life.

Indiscutiblemente éste es un tiempo que abre muchas interrogantes frente a las certezas, al orden establecido y al mundo construido. Es un tiempo que cuestiona y obliga a repensar las opciones personales y comunitarias. Tiempo saturado de información de todo tipo que genera diferentes estados en las poblaciones. Tiempo que se puede vivir con temor, angustia, recelo, enojo, indiferencia, aceptación, creatividad, amor, esperanza, etcétera; tiempo oportuno para contemplar y valorar la existencia; tiempo que permite observar si la atención se concentra en uno mismo o en pensar en aquellos que la pasan peor, tiempo dedicado a lamentar la afectación a la propia rutina o a encontrar muchas otras formas de estar, tiempo de dolor por la pérdida económica personal o que impulsa a compartir la propio con los más necesitados, tiempo de egoísmo o de solidaridad, tiempo de mirar con melancolía el pasado o con esperanza el futuro, tiempo que insiste en aferrase al pasado conocido o busca desprenderse para encontrar cielos nuevos y tierra nueva, tiempo que añora estar afuera o que impulsa a encontrar la propia intimidad, tiempo que busca evadir la propia identidad o que promueve descubrir el ser que somos y a saber estar con él.


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