TLCAN

México ¿mejor sin TLC’s?

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En 1992 culminó la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), mismo que entraría en vigor en 1994. Su objetivo era crear el bloque económico más importante del mundo, que en ese año ya contaba con 400 millones de consumidores y un PIB Total de 9 billones USD.

Para ello, se pretendía establecer un área de Libre Comercio constituida por Canadá, Estados Unidos y México, con el objetivo de lograr una integración comercial y productiva para generar mayor valor agregado en la región, mayor número de empleos y mayor bienestar.

Este proceso de integración económica tenía como base al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), documento a través del cual se establecieron normas y regulaciones que favorecían el comercio y la cooperación económica entre los tres países, a fin de que los miembros de este grupo de integración económica concentraran sus esfuerzos en intercambiar bienes y servicios en los cuales poseían en una ventaja comparativa, de tal manera de que se realizara un intercambio más intenso debido a la supresión de barreras arancelarias y no arancelarias entre las tres naciones, pues eso haría más barato comprar bienes producidos en el área de libre comercio. Teniendo este marco de referencia, había que señalar la enorme complementariedad que existía entre las economías de la región, mismas en las que México destacaba por su enorme experiencia en el proceso de manufactura.

Esto permitiría aprovechar, de manera óptima, las ventajas comparativas de cada país en la producción compartida y desarrollar ventajas competitivas; asimismo, se iba a incrementar la competitividad en la producción de bienes y servicios en el mercado regional y en el internacional a través de las economías de escala; se iban a captar mayores flujos la inversión extranjera directa en la región, con el fin último de generar más y mejores empleos, y elevar la calidad de vida de la población.

En 1994, su primer año de operación, parecía que el proyecto tenía enormes posibilidades de desarrollo, especialmente para México, pues, en ese año, nuestro país captó la mayor proporción histórica de inversión extranjera mundial con 4.3%, en tanto que nuestras exportaciones al TLCAN pasaron de 85.72% del total en 1993, a 90.74% en el año 2000; y nuestras importaciones lo hicieron de 78.14%, en 1993, a 85.04% en 1996.

Comentarios

Los resultados positivos que inicialmente tuvo el TLCAN, fueron generados por la serie de reformas estructurales realizadas en los años 80 y principios de los 90, mismos que hicieron muy competitiva a nuestra economía. Sin embargo, a partir de 1994 no hubo reforma alguna y, una vez que los beneficios de las reformas señaladas se agotaron, los retrocesos de México han sido enormes, ya que nuestro marco sistémico se volvió poco competitivo y esto generó que, a partir del año 2001, el proceso de integración comercial y productiva retrocediera. Esto debido a que numerosas empresas manufactureras radicadas en la región la abandonaran, incluyendo 900 empresas maquiladoras, principalmente norteamericanas, que salieron de nuestro país.

Así, a partir del 2001, la proporción de nuestras exportaciones a Canadá y EE.UU. fue declinando hasta alcanzar el 83.86% en el año 2020.

Esto también determinó que, numerosos insumos que importábamos procedentes de la región, en el período 1993-2020 se redujeran en -27.28%, y se empezarán a importar de otros orígenes, lo que significó menor valor agregado en América del Norte. El porcentaje en el período 1996-2020 alcanzó 35.17%, pues se redujo de 85.04% a 50.87%.

A continuación, presento un cuadro estadístico sobre la evolución geográfica del comercio exterior mexicano, en el período 1993-2020, mismo en el que podemos ver, de manera general, la pérdida de participación de los países con los que hemos firmado TLC’s en nuestro comercio exterior, tanto de exportación, así como de importación –lo que he marcado en amarillo–.

De este cuadro, que compara el período 1993-2020, cabe destacar la decreciente participación de nuestros socios de América como destino de nuestras exportaciones, misma que se cifra en -3.48%; con el TLCAN de -1.83%; con América del Sur de -0.67%; así como con la Unión Europea de -0.45%; y con la AELC de -0.03%.

Sin embargo, más preocupante es la disminución del TLCAN como proveedor de nuestro país, ya que el porcentaje es de -25.12%. Este proceso representa una movilización de la industria manufacturera de la región a Asia, con la que nuestra exportación se incrementó 3.24%, pero la importación lo hizo en 26.99%.

Así, podemos ver que, en términos generales, los países que han incrementado su importancia en el comercio con México son los países con los que no tenemos TLC’s, increíblemente, a costa de la pérdida de importancia de aquellos con los que firmamos TLC’s.

Apuntes finales

El TLCAN era un proyecto que tenía como objetivo una integración comercial y productiva de México con sus socios. Desgraciadamente, este proceso no se dio debido a que no hubo una estrategia integral que permitiera a nuestro país mantener un marco sistémico en un nivel competitivo, ni para posicionarse y consolidar su presencia en el mercado regional.

La base de la política comercial fue la firma de TLC’s, mismos que nuestros altísimos promovieron con numerosos países señalando que México era una puerta de acceso al mercado norteamericano, el más grande del mundo y, en efecto, México se convirtió en un trampolín para muchos países, pues ante la pérdida de competitividad de la economía mexicana, el esquema de exportación mexicano impuesto por los altísimos funcionarios convirtió a nuestro país en un país maquilador de ensamble básico. Es decir, el sistema se basó en una creciente importación de insumos para reexportar con reducido y decreciente valor agregado, de tal manera que, en el período 1993-2018, el valor agregado mexicano en la exportación cayó de 59% a 37%.

Lo peor de este proceso es que en sectores en los que México era importante productor y líder mundial en la exportación, de acuerdo con datos proporcionados por BANCOMEXT, el valor agregado en dichos sectores se ha reducido a niveles ridículos como es el caso del textil y confección a 29%; en cuero, piel y calzado a 38%; en equipo médico 3.4%; autopartes 26%; en automotriz 26%; y en equipo de comunicación, de audio y video 0.7%, por sólo mencionar los más importantes para nuestra economía.

Sin duda, la política y la estrategia de comercio exterior debe ser sujeta a una revisión seria, para así poder abandonar la improvisación y simulación que las ha caracterizado en los 28 años más recientes y que se ha traducido en enormes retrocesos de nuestra economía, según se puede ver en el cuadro que presento a continuación, sobre las principales variables económicas de nuestro país.


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Muy buena suerte, Embajador Esteban Moctezuma Barragán

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Ellos se ríen de mí porque soy diferente,
yo me río de ellos porque todos son igualitos.
Anónimo.

Prácticamente, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, América del Norte ha sido el bloque más importante del mundo y, en el 2001, logró su máxima participación en el PIB Mundial, año a partir del cual su importancia ha decrecido al pasar de 35.89% a sólo 28.05% en 2020. Esto, como consecuencia de que la integración comercial y productiva propuesta en el TLCAN fue un fracaso, como también lo fue la generación de mayor valor agregado en la región.

No dudo de la capacidad y buena intención de Embajador Esteban Moctezuma Barragán para realizar una excelente labor al frente de la Representación más importante que tenemos en el exterior, sin embargo, la carencia total de una estrategia para aprovechar las ventajas negociadas en el TLCAN ha impedido lograr el objetivo deseado.

Tampoco dudo de que, a pesar de las cualidades, la  buena voluntad y la labor que desempeñará el nuevo embajador mexicano en Estados Unidos, seguiremos perdiendo participación en el PIB mundial y en el mercado norteamericano, pues mucha falta le hará un apoyo adecuado desde México, ya que la simulación y la improvisación prevaleciente en materia de fomento, de comercio exterior y en la promoción de la exportación y la IED durante los 26 años más recientes, ha sido un factor negativo que deberá eliminarse para poder cumplir con los objetivos planteados.

Lo más deprimente de este período es que, de los tres países socios del TLCAN, el que más ha perdido ha sido México debido a que, como parte integrante del universo de las 20 principales economías del mundo, entre 2001 y 2020, nuestro país obtuvo la segunda tasa de crecimiento más baja con 37%, en tanto que la economía mundial creció 148%.

A la vez, México tuvo el peor nivel de crecimiento del PIB per cápita con sólo 7% de este selecto grupo de 20 países.

En el mismo período, México cayó del 8º a 16º lugar como economía mundial habiendo sido superado por lo países que he marcado con amarillo en el cuadro que se presenta a continuación y, en el PIB per cápita cayó de 42º al 76º.

De todo corazón, le deseo la mejor de las suertes al Lic. Moctezuma Barragán, y que su gestión sea muy superior a la de sus antecesores en esa importante misión en beneficio de todos los mexicanos.


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México: el comercio exterior en el período 2001-2019

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Una reciente nota del Financial Times, publicada por diario Milenio, señala que se mantiene la solidez del argumento a favor del comercio liberal considerando que el comercio internacional ha sido un motor de crecimiento para la economía mundial, sin embargo, advierte que ese motor se ha debilitado debido a:

la incapacidad para comprender los beneficios que genera el comercio internacional,
no compartir sus ganancias,
no actualizar las reglas globales y
no mantener la cooperación esencial para su desarrollo.

Asimismo, se hace especial referencia a la administración de Donald Trump quien, en sus 4 años de gestión, generó enormes problemas por el desorden y la incertidumbre que introdujo en el mercado internacional.

También señala que en los 60 años más recientes, el comercio mundial de bienes y servicios registró un crecimiento superior al de la producción mundial, lo que contribuyó sustancialmente a la generación de riqueza, a la reducción de la población en pobreza extrema y a una disminución de la desigualdad en numerosos países.

Además, se expone el hecho de que las economías que adoptaron al comercio internacional como palanca del desarrollo, lograron un desempeño económico muy superior al resto de los países y presenta a Corea y China como ejemplos emblemáticos que, con base en el comercio exterior, lograron impulsar considerablemente su desarrollo y la prosperidad de su población.

Sin duda alguna, también habría que incluir como otro ejemplo a Singapur, país que hace 45 años era un desastre total, con enorme pobreza y en el que la corrupción campeaba en todos los niveles de su administración.

Comentarios

México es un país que también adoptó al comercio internacional como palanca de su desarrollo.

Así, llevó a cabo un proceso importante de desregulación, mismo que inició en los años 80 y que culminó en el año de 1994, con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), logrando el acceso preferencial al mercado más grande del mundo, el más cercano, con alto poder adquisitivo, con el que tenemos enormes ventajas comparativas y con el que somos complementarios en muchos aspectos; por lo que estos elementos hicieron muy competitivo a nuestro país, hecho que se manifestó con gran dinamismo en nuestra economía y nuestras exportaciones en el período 1994-2000.

La firma del TLCAN fue seguida de la firma de numerosos TLC’s y una desgravación unilateral totalmente incoherente, de tal manera que, en la última visita que realizó a nuestro país el Director Gerente de la Organización Mundial de Comercio, Pascal Lamy, señaló que México era un ejemplo mundial de apertura comercial pero, a la vez, también era un ejemplo pésimo de aprovechamiento de este proceso de apertura, ya que no había diseñado estrategia alguna que le permitiera capitalizar las ventajas del libre comercio.

Esta situación también fue señalada por el Parlamento Europeo en su informe “Enseñanzas obtenidas a partir de la experiencia de los Acuerdos de México con América del Norte y con la Unión Europea” en que asienta que, en el caso de México, el enfoque del Gobierno ha sido “negociar y olvidar”, sin que hubiera políticas activas para favorecer el proceso de ajuste, lo que explicaría los resultados negativos del TLCAN, principalmente a partir del año 2000 en que los elementos que determinaron nuestra competitividad inicial se fueron diluyendo, pues en el período 1994-2000 no hubo políticas públicas que permitieran mantener las ventajas de México.

El Foro Económico Mundial señala como elemento fundamental de la caída de la competitividad de nuestro país a la pésima calidad de las instituciones públicas y a la confianza en sus autoridades, ya que por estas carencias son incapaces de diseñar una estrategia con políticas públicas realistas que incidan positivamente en el desarrollo económico del país, independientemente de que los pesados trámites y regulaciones que no han podido mejorar, se constituyen como verdaderos obstáculos para el desarrollo adecuado de las actividades económicas en nuestro territorio.  

Conviene señalar que la pésima calidad de las instituciones públicas y sus funcionarios tiene hondas raíces históricas en un proceso que se inició cuando se estableció el dedazo para designar a los funcionarios públicos a partir de los 20 del siglo pasado, hace más de 90 años, mismo que Plutarco Elías Calles “decretó e institucionalizó” al señalar que se pasaba de la era de los caudillos (corruptos) a la de las instituciones (corruptas).

Así, se creó una clase política que el pueblo mexicano no se merecía; con el esquema de “institucionalización” del dedazo y la corrupción adoptado por Elías Calles en los sindicatos y en todas las instituciones gubernamentales, se olvidaron de tomar en cuenta un mínimo de los conocimientos requeridos para desempeñar algún puesto y sus funciones, pues la base de su premiación era el mayor o menor grado de servilismo que exhibieran.

Desgraciadamente, este mecanismo se acendró profundamente y permeó en todos los niveles de la administración pública mexicana permaneciendo hasta nuestros días de tal manera que, desde hace muchos años, México figura y es reconocido como uno de los países más corruptos del mundo. En el colmo de la desvergüenza, algunos de esos políticos, dignos discípulos de Plutarco Elías Calles, señalan que la corrupción ya es parte de la cultura del mexicano.

Lo más trágico es que en los años más recientes, México incrementó su clasificación y su mala fama como país corrupto en 58 puntos, en tanto que un país africano, Ruanda, en 10 años mejoró su posición en 71 puntos.

Apuntes finales

En esencia, la pésima calidad de la instituciones públicas y de los funcionarios en México, ha impedido el diseño de una estrategia para aprovechar el TLCAN, así como los otros TLC‘s, a fin de lograr un desarrollo económico a pesar de las enormes ventajas comparativas que posee nuestro país.

Estas carencias tampoco permitieron propiciar el desarrollo de ventajas competitivas, motivo por el cual los retrocesos de las variables económicas de nuestro país, especialmente en el período 2001-2019, han sido terribles según se aprecia en el cuadro del resumen que a continuación se presenta, marcadas con amarillo.

Por tanto, México aparece como un pésimo ejemplo de país que optó por el comercio exterior como una palanca de su desarrollo económico y, como lo muestra el cuadro anterior, no obtuvo los beneficios que otros países sí han logrado. La razón de esto es que en el periodo 2001-2019 cayó en su PIB Total y Per Cápita, en valor agregado, como destino preferido de la Inversión Extranjera Directa y, lo que es peor, no ha generado bienestar para su población; en dicho período pasó de ser la 8ª economía más importante, a ocupar la 15ª posición.


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México, el TLCAN, el TPP-11, el RCEP y… “El Borras”

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La Asociación Económica Integral Regional conocida como RCEP (Regional Comprehensive Economic Partnership), es un acuerdo cuyo objetivo es la integración regional de los países asiáticos, misma que tiene su base en un largo proceso de aprovechamiento de las ventajas comparativas a través de la producción compartida transfronteriza que ha sido muy exitosa, debido a que la dotación de factores complementaria fue adecuadamente aprovechada.

En este sentido, Japón, con procesos de producción de alta tecnología y abundancia de recursos financieros se convirtió en el principal abastecedor de componentes y de inversión para los Nuevos Países Industrializados: Taiwán, Corea del Sur, Hong Kong y Singapur (NIC’s) que, con abundancia de mano de obra, iniciaron la producción y exportación de bienes manufacturados con componentes y capital japonés al resto del mundo.

Sin embargo, el elemento más importante en este proceso de desarrollo fue la incorporación de valor agregado por parte de los NIC’s y de otros países de la región, a través de capacitación intensiva de la mano de obra, de la adquisición de tecnología y el desarrollo de tecnología nacional, y de la realización de procesos productivos con mayor valor agregado, superando las labores iniciales de ensamble básico.

A este proceso de producción compartida complementaria se le tuvo como referencia en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) pues, las condiciones y dotación de factores productivos en la región eran similares a los de la Cuenca del Pacífico, sin embargo, en México no hubo una estrategia que permitiera capitalizar las ventajas comparativas, la dotación de factores complementaria ni desarrollar ventajas competitivas y, el papel de socio estratégico que se le adjudicó a México como objetivo en la negociaciones de TLCAN nunca se pudo asumir de tal manera que, el valor agregado en la producción nacional orientada al mercado interno y al de exportación ha sido decreciente, convirtiendo a México en un país maquilador hacia el exterior y, lo más increíble y aberrante, hacia el mercado doméstico aun en productos del sector agrícola en donde se supone que tenemos enormes ventajas comparativas y competitivas.  

Así, la creciente exportación mexicana hacia Estados Unidos, que en un principio incluyó numerosos insumos norteamericanos cumpliendo con el objetivo de integración comercial regional, ahora tiene como base la importación de insumos de otros orígenes de tal manera que, si en el año 1996, el país estadounidense nos proveyó el 75.49% de nuestra importación total, para el 2019 este porcentaje cayó al 45.19% y, en los mismos años, la importación procedente del TLCAN descendió de 77.43% a 47.35%.

Por otro lado, las compras procedentes de Asia se incrementaron de 10.06% a 36.55% debido a que se ha convertido en un gran proveedor de insumos que anteriormente importábamos de Estados Unidos, independientemente de que ahora también importamos gran cantidad bienes de consumo final asiáticos, parte de ellos fabricados por empresas norteamericanas que estaban radicadas en México y Estados Unidos, desplazaron sus procesos de manufactura a Asia.

Como consecuencia, el valor agregado y la generación de riqueza en la región del TLCAN disminuyó, especialmente a partir del año 2001, y la proporción del PIB regional en el PIB Mundial cayó de 35.89% a 28.05%, siendo México el país que más perdió pues pasó de 2.2% a 1.24%, es decir, perdió -43.64% de su participación en la generación de riqueza mundial.

En el mismo periodo, México perdió ocho posiciones como economía mundial, pasando de la 8ª a la 16ª, al haber sido superado por India, Canadá, Corea, Rusia, Brasil, Australia, España e Indonesia.

Comentarios

Cuando Barak Obama planteó la reindustrialización y participación de su país en el TPP, lo hizo con un grito de desesperación, buscando una salida de cualquier manera, buscando algún proyecto que le ayudara a no seguir perdiendo participación en la economía mundial, sin tener en cuenta la operación real de comercio internacional y regional, y sin pensar que a través de esta ilógica idea se debilitaría aún más al TLCAN que era un proceso de integración regional que debió haber sido muy exitoso.

El TLCAN era, verdaderamente, el proyecto de desarrollo más importante para los tres países, pero no había tenido éxito por la falta de una estrategia regional y, sobre todo, porque México no definió una estrategia integral para aprovechar las ventajas comparativas y competitivas que supuestamente lo harían un socio complementario y estratégico de Canadá y Estados Unidos, y un ganador neto dentro del proyecto trilateral.

En su lugar, los altísimos funcionarios mexicanos que supuestamente, según ellos mismos, integran al mejor y más experimentado equipo negociador en el mundo, lo convirtieron en el patio trasero de América del Norte pues no hubo complemento alguno para aprovechar el acceso preferencial al mercado más grande del mundo, constituido por sus dos socios del TLCAN, así como tampoco lo hicieron con el resto de los 52 países con los que compulsivamente “negociaron” TLC´s con los cuales, crecientemente se registra un déficit en la relación comercial.

Mucho peor es que este negativo proceso también se ha presentado con los países con los que no se han firmado esos instrumentos debido a la ilógica e irresponsable apertura comercial que han realizado, basada en una desgravación unilateral que no tiene parangón en el mundo.

En este contexto, el único acierto de Trump en materia de comercio internacional fue retirarse del TPP, pero ni eso supieron aprovechar “los altísimos y experimentados funcionarios mexicanos que integraban al mejor y más experimentado equipo negociador del mundo” y que, por dogma, por incapacidad y por desconocimiento de la operación real del comercio internacional y del comercio exterior mexicano, nos han sumido en un terrible proceso de retrocesos según se puede ver en el cuadro que se presenta a continuación, mismo en el cual se incluyen como elementos críticos:

· La disminución en el Valor Agregado Nacional y
· La decreciente participación en la captación de flujos de Inversión Extranjera Directa por parte de México.

Así, irresponsablemente, los teóricos y altísimos funcionarios mexicanos, después de negociar TLC’s con 48 países, insistieron en seguir en la negociación, en la firma y en la ratificación del TPP-11, un acuerdo que a todas luces era desfavorable para México, simplemente, porque no han creado un marco sistémico que nos permita ser competitivos, independientemente de que en los 26 años más recientes no han podido crear una estrategia realista para que nuestro país se beneficie de las ventajas del libre comercio que otros países si han logrado.

La base de este negativo proceso es la pésima calidad de las instituciones públicas y el bajo nivel de sus funcionarios, motivo por el cual son incapaces de definir una estrategia, con programas, proyectos y políticas públicas realistas que incidan positivamente en el desarrollo de México y su inserción adecuada en el TLCAN, ahora T-MEC, y en su relación con los otros 52 países a través de TLC’s.

Apuntes finales

Hoy, que se habla de la RCEP, la única respuesta que puede haber frente al potencial y el peligro que representa su creación para México y sus dos socios: Canadá y Estados Unidos, es lograr una verdadera integración regional de América del Norte.

Sería un grave error, de parte de la administración del presidente Joe Biden, querer participar en un proyecto con países de una región que mayormente ha generado la desindustrialización de la nación estadounidense y de México, a través del acceso al mercado norteamericano directamente o, indirectamente, a través de nuestro país.

Conviene señalar que la India se retiró del proceso de negociación del RCEP debido a la fuerte oposición interna a los requisitos de apertura de mercado que implicaba este Acuerdo.

En este sentido, la India se mostró muy coherente consigo misma pues antepone su interés nacional al cumplimiento de dogmas que pueden dañar a su economía. Sin duda, un ejemplo de lo que debieron haber hecho los altísimos funcionarios mexicanos que han sacrificado al país en aras de un libre comercio que muy poco positivo nos ha dejado, ya que su actitud dogmática no permitió que se sustrajeran sectores de la negociación; como lo hizo Canadá en el TLCAN, en que se rehusó negociar productos que resultaban prioritarios para ellos por el núcleo de población que resultaría afectado.

El dogmatismo mostrado por nuestros altísimos funcionarios impidió que se aprovecharan las supuestas ventajas negociadas en dicho Tratado, pues no hubo elemento alguno que lo complementara.

Peor aún es que, en el TLCAN, hasta hubo cartas paralelas para evitar plasmar acuerdos en el cuerpo del Tratado, mismos que no resultaban muy favorables para nuestro país como el sector azucarero, pero que Canadá excluyó tajantemente de la negociación.

No me cabe la menor duda de que, nuevamente, nuestros altísimos funcionarios habilitados como expertos en comercio internacional van a sentirse seducidos por la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), porque representa un mercado de más de 2,200 millones de consumidores y, desgraciada y seguramente como “El Borras”, van a plantear la “necesidad de participar de alguna manera en el acuerdo de libre comercio más grande del mundo”, así como lo hicieron con el TPP-11, mismo con el que los resultados de los primeros 21 meses de operación han sido extraordinariamente exitosos para sus “nuevos socios” y terriblemente desastrosos para México.

En este corto período, el déficit para México ha continuado creciendo a tasas que dan vergüenza debido a que, en los primeros 9 meses de 2019 y 2020, nuestras exportaciones a los “6 nuevos socios del TPP-11” descendieron -1,182 millones USD en tanto que las importaciones se incrementaron 6,100 millones USD con respecto a 2018, para totalizar un déficit de 25,729 millones USD, es decir, -16,479 millones más que en el último año sin TPP-11.

Conviene señalar que, en el año 1993, la relación comercial de México con 12 de los 15 países que integran el RCEP se registró un déficit total de -5,177 millones USD, sin que se hubiera intercambios con Brunéi, Camboya y Myanmar.

Para el año 2019, únicamente se tuvo superávit con Brunéi por 8 millones USD y con Australia por 655 millones USD, con un déficit total de -130,514 millones con los 13 países restantes.

Finalmente, en el período 1993-2019 tuvimos un déficit acumulado con 13 países del RCEP de -1,512,195 millones USD, equivalente al 145% de lo que se estima será el PIB Total de México en el año 2020, en tanto que registramos un superávit con Brunéi y Australia de 39 y 809 millones, respectivamente.

Ciertamente México tiene que replantear su política de comercio exterior y pensar en una modificación de su estrategia de promoción de las exportaciones y la inversión extranjera, que incluya una reestructuración a fondo, con el objetivo de revertir los enormes retrocesos que la simulación y la improvisación han generado en nuestro país desde hace 26 años, pero especialmente a partir del año 2001 en que, prácticamente, han estado en vigor los TLC’s firmados con 54 países y que, supuestamente, iban a generar numerosos empleos y enorme riqueza en México, pero que en la realidad atomizaron nuestras reducidas fortalezas y fragmentaron nuestros débiles esfuerzos convirtiendo a México en un país paupérrimo.


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China y 14 países asiáticos firman el acuerdo de libre comercio más grande del mundo

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El pasado domingo 15 de noviembre se firmó en Hanoi, tras ocho años de negociaciones, el mayor acuerdo de libre comercio del mundo, que cubre a 15 países de Asia y Pacífico. Es el primero que incluye a China, Japón y Corea del Sur y a todo ASEAN. El área cubre una tercera parte de la población mundial, 30% del PIB y 28% del comercio global, aun sin India, que decidió mantenerse fuera por lo pronto. Una victoria para China que confirma al siglo XX como la era asiática. La salida de Trump del TPP de Obama lo precipitó.

RCEP significa Alianza Comprensiva Económica Regional, por sus siglas en inglés. Es un mega pacto propuesto originalmente por el grupo ASEAN para promover el libre comercio y las inversiones entre países asiáticos. Incluye a los 10 países de ASEAN (Brunéi, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam) y al nuevo bloque comercial aliado de cinco países: Australia, Corea del Sur, Japón, Nueva Zelanda y, muy importante, la República Popular China.

El tratado se pospuso varias veces, en buena medida por el avance de las negociaciones y firma del TPP. Sin embargo, con la llegada de Trump, su “America First” y la salida de Estados Unidos del acuerdo impulsado por Obama (como contrapeso a la China ascendente), surgieron durante 2018-19 aproximaciones sucesivas entre los 10 integrantes de ASEAN, y las tres potencias económicas de Asia del este (China, Japón y Corea del Sur). A ellas se invitó también a Australia y Nueva Zelanda miembros del CPTPP, así como a India, con la intención de formar un grupo asiático más amplio.

Los datos duros también ayudaron: ASEAN superó en los primeros ocho meses de 2020 a Europa como primer socio comercial de China, con un comercio de 416.6 billones de dólares estadounidenses. El 3.8% de crecimiento anual en este flujo comercial se explica en parte por la caída de la demanda de Estados Unidos y de Europa por la pandemia; pero es consistente con el rápido crecimiento del comercio entre China y el bloque.

acuerdo china
Imagen: Peter Schrank.

Para China es un gran éxito. El primer ministro chino Li Keqiang insistió en la firma en Hanoi que era un logro sin precedentes de la cooperación regional en el este de Asia, pero también “una victoria del multilateralismo y el libre comercio”. (XINHUANET 15-11-20). “Su conclusión –señaló el PM de Vietnam, Nguyen Xuan Phuc– envía un fuerte mensaje del rol de ASEAN en el mantenimiento del comercio regional y mundial y también en cuanto al desarrollo de las cadenas de valor rotas por la pandemia y el apoyo a la recuperación de las economías” (Vietnam News 15-11-20). El ministro de Comercio Internacional e Industria de Malasia, Mohammed Azmin Ali, consideró que era “un testimonio de la necesidad de fortalecer el multilateralismo y la agenda de desarrollo de la OMC. Por su parte, Simon Birmingham, ministro de Comercio, Turismo e Inversiones de Australia, declaró que era “muy significativo y simbólico en tiempos de incertidumbre en el comercio global”. Todos los líderes políticos y económicos expresaron su satisfacción y expectativas en la ceremonia virtual de lanzamiento.

El RCEP, destaca el New York Times el domingo pasado, es un gran aviso a Estados Unidos de que el planeta está cambiando y que el resto del mundo no va a esperar. La Unión Europea también ha continuado con sus negociaciones comerciales a un paso acelerado. Mientras Estados Unidos se concentra en asuntos domésticos, incluyendo la muy fallida lucha contra la pandemia (frente al gran éxito del Asia del este), los problemas de la infraestructura son cada vez más evidentes y queda cada vez más clara la necesidad de una respuesta de fondo al desafío chino y asiático.

Los 20 capítulos del acuerdo merecen ser analizados con detenimiento. Algunos de ellos sólo formalizan acuerdos de reducciones arancelarias y liberación comerciales ya vigentes en la práctica. Permite mantener algunas restricciones en productos sensibles. Sin embargo, sí exige ya como en el TLCAN y el TMEC reglas regionales de origen que pueden simplificar a las empresas el establecimiento de cadenas de valor entre varios países. Según los expertos, frente al TMEC y el TLCUE tiene menos complejidad legal y contable y da menos atención a cuestiones de propiedad intelectual, condiciones laborales, exigencias ambientales y el otorgamiento de subsidios a empresas estatales. Pero avanza en áreas digitales y de comercio electrónico.

Lo que importa destacar es su impacto positivo previsible sobre el comercio, las inversiones y la competitividad regional asiática y que la reducción de barreras comerciales entre los países impulsará a las grandes empresas globales, que buscan evitar los aranceles y otras barreras de Estados Unidos frente a productos chinos, a mantener sus inversiones en Asia, en vez de relocalizarlas hacia América del Norte (México, por ejemplo).

libre comercio china
Imagen: Muhr.

Desde el primer semestre del año se observó un incremento notable de la IED en Vietnam y en los anuncios de relocalizaciones de empresas o ampliaciones japonesas en ese país y otros vecinos asiáticos, debido a la notable eficacia en el control de la pandemia, la disponibilidad de recursos humanos calificados y la predictibilidad del Estado de derecho. La firma y entrada en vigor del RCEP fortalecerá esa tendencia, ya que otorgará más flexibilidad a las empresas para navegar entre los dos gigantes con aranceles sensiblemente más bajos y reglas de origen uniformes.

Cabe destacar que países como Australia, Nueva Zelanda, Malasia y Vietnam, que ya se han visto favorecidos gracias al CPTPP por el mayor acceso a mercados grandes como los de Japón, México y Canadá (ver, por ejemplo, el notable incremento del déficit comercial de México con Malasia y Vietnam), ahora ampliarán sus ventajas con el mayor acceso a los mercados de China y Corea del Sur. ¿Regresará Estados Unidos al CPTPP? No parece que estaría en las prioridades de Biden; sería difícil además obtener su aprobación en el Senado.

Lo que debe preocupar mucho a Estados Unidos es que ahora los productos chinos tendrán un acceso privilegiado a los países asiáticos. De los grandes mercados sólo se salva India, que decidió desde hace seis meses no incorporarse al RCEP para no tener que reducir sus altos aranceles frente a China. India tiene hoy un déficit anual de 60 millones de dólares estadounidenses con su vecino, que no quiere elevar. Solicitó margen para subir aranceles si se veía afectada en productos sensibles para el empleo. Obtuvo una rotunda negativa. Otros países como Bangladesh están preocupados por haberse quedado fuera. Consideran que Vietnam adquirirá una gran ventaja con el RCEP en prendas de vestir, que representan 85% de sus exportaciones.

México debería estar preocupado también por este nuevo tratado, que pone a muchos países asiáticos competidores en mayor ventaja. Esperemos que la Secretaría de Economía y los sectores industriales que serían afectados “se pongan las pilas”. Lo que debería de inquietarnos más es que no contemos con una política industrial activa, ni con una visión de largo plazo e instrumentos financieros para hacer frente a los desafíos y las oportunidades emergentes. Todos estos países del RCEP disponen, en cambio, de un arsenal de instrumentos y bancos de desarrollo con muchos recursos y alta capacidad de respuesta y previsión. En México llevamos más.

*Este artículo fue publicado por primera vez en el periódico El Financiero.


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Retos y oportunidades de la relación bilateral en la era Biden

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En la relación bilateral durante el periodo presidencial de Joe Biden, México puede esperar más institucionalidad y diversificación, con una diplomacia mucho más acorde a la complejidad, la diversidad y la interdependencia estratégica de esta interacción que la improvisación que vimos en los últimos cuatro años. Quizá haya fricciones o distanciamiento inicial, pero lo que marcaría más la interacción es justamente eso, por lo que promete la trayectoria y el talante del ex vicepresidente.

A fin de cuentas, las relaciones entre nuestros países son demasiado importantes, para ambos países, como para concentrarse en unas cuantas personas. Necesitamos espacios y procesos de vinculación cada vez más institucionalizados. A nivel de Estados en la concepción más amplia: entre presidentes, pero también secretarías e instituciones de todos los ámbitos, entidades federativas, municipios y condados. Como naciones, lo que incluye a sectores económicos y sociales, como lo hemos hecho desde la iniciativa empresarial.

Eso es fundamental para ambas partes, pero particularmente desde la perspectiva de México, por la asimetría que enfrentamos.

Hay mucho que trabajar y/o revisar: T-MEC, inversiones, migración, narcotráfico, agua, frontera. Pero lo primero esa institucionalización con enfoque en la complementación, la cooperación y, sobre todo, la corresponsabilidad. Con Biden habrá más oportunidad de avanzar en ese sentido.

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Imagen: Nexos.

T-MEC: tres puntos críticos

El nuevo acuerdo comercial puede ser un motor de oportunidades en esta coyuntura tan complicada por la pandemia y la recesión. De entrada, podemos captar un volumen muy importante de inversiones, debido a las tensiones entre China y Estados Unidos, y la tendencia al nearshoring. Hay que hacer la tarea. El T-MEC no generará, en automático, dinamismo, si no hay certeza jurídica para la inversión, así como una visión y una estrategia coherentes para que se den las cosas.

Entre los principales cambios del TLCAN al T-MEC, quizá la nota más importante es que se dio en circunstancias políticas conflictivas y en medio de tendencias globales adversas a la globalización y la integración comercial y económica. Ese entorno persiste, pero la llegada de Biden es una nota de esperanza.

Destaco los tres cambios prácticos relevantes:

1. Reglas de origen: ajustes en los sectores más importantes, en los que destaca, por su peso en el comercio y para la economía nacional, el automotriz.

El contenido regional obligatorio para la exportación sin aranceles pasó de 62.5 % del costo total por unidad al 75%. Además, 25% tiene que proceder de plantas con salarios de 16 dólares la hora o más.
En México, los sueldos en plantas automotrices son de entre 3.50 a 4 dólares la hora, lo que favorece a Estados Unidos y Canadá.
Queda 50% del costo que debe generarse en la región. Eso implica traer operaciones de, por ejemplo, empresas japonesas, alemanas, coreanas e incluso chinas, que no serían tan competitivas ni en China ni en Estados Unidos.

mexico y estados unidos
Imagen: El Financiero.

2. Compromisos laborales: México ha tenido que emprender una reforma laboral y hacer cambios a marcha forzada.

Es de esperar que este frente se utilice como motivo de litigio, más aún con los demócratas en el poder. Es fundamental cumplir con la legislación y tener una plataforma de defensa jurídica.
Los compromisos pueden ser área de oportunidad en la democratización de las relaciones sindicales, así como para desarrollar a fondo una competitividad menos dependiente del costo de la mano de obra.

3. Nuevo sistema de solución de controversias: el TLCAN contaba con disposiciones para formar paneles para dirimir diferencias, pero en la práctica eran bloqueados y entonces había que recurrir a la OMC, que hoy no está funcionando adecuadamente. Se establece un esquema con procedimientos explícitos y lineamientos de equidad y resoluciones vinculantes.

Los paneles se conforman con personas escogidas de listas negociadas entre los países con diferendos: nosotros elegimos a dos panelistas de su selección y ellos a dos de la nuestra, con un quinto de un país tercero.

Migración: hora de reformar

Hasta hace poco, en la problemática de la migración, México tenía un rol sobre todo como territorio de tránsito. Hoy, es un desafío explosivo y complejo, con múltiples facetas:  país de tránsito, pero también de recepción y origen de migrantes, algo, esto último, que aumentará con nuestra recesión económica.

De poco sirve minimizar el problema pensando que proviene de fuera y tenemos una parte incidental o complementaria. Menos aún conformarse con la idea de que la mejor política exterior es no tener una.

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Imagen: Patossa.

México debe tomar la bandera del multilateralismo y la protección de los derechos humanos. Asumir un papel de mayor responsabilidad, compasión, compromiso y protagonismo internacional en la materia. El opuesto al del presidente saliente de Estados Unidos y el uso político que hizo de una tragedia humana.

En México nos hemos concentrado en los problemas del tránsito de migrantes, de forma reactiva e improvisada. Necesitamos una estrategia aterrizada e integrada. La asimetría y vulnerabilidad respecto a Estados Unidos requiere una estrategia de diversificación proactiva en las relaciones políticas y económicas. Por ejemplo, con la Unión Europea y a nivel latinoamericano. De entrada, deberíamos construir una narrativa internacional sólida para generar empatía y corresponsabilidad. 

¿Por qué no buscar acuerdos con Estados Unidos como los de Turquía y la Unión Europea? La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de nuestros vecinos del norte tienen un presupuesto anual de 22 mil 300 millones de dólares. En cambio, a nuestro Instituto Nacional de Migración se le ha destinado el equivalente a menos de 70 millones de dólares y a la Comisión de Ayuda a Refugiados, de 4 millones.

Desde luego, es preciso partir de una comprensión realista del fenómeno: la pobreza explica en gran parte las causas, sí, pero hay que tomar en cuenta la comparación, algo que pesa enormemente en los flujos migratorios. En términos del PIB per cápita, el de Honduras es 23 veces menor al de Estados Unidos; el de El Salvador, 14 veces; el de Guatemala, 12; el de México, seis.

Más aún, la migración desde Centroamérica, y cada vez más desde México, responde, junto con la pobreza, a la búsqueda de refugio de la violencia. Para dimensionar, basta comparar las tasas de homicidios (2019): Estados Unidos, 5.3 por 100 mil habitantes; México, 29 por 100 mil; El Salvador, 51 por 100 mil; Honduras, 40 por 100 mil.

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Imagen: Alejandra Saavedra.

Ningún plan de desarrollo regional funcionará si no combina el aspecto económico con el de la gobernabilidad democrática y la vigencia del Estado de derecho. En América Central, lo mismo que en México.

Narcotráfico: corresponsabilidad

Ambas naciones han fallado en lo que respecta a detener este comercio ilegal de estupefacientes y al crimen organizado que está detrás. Tanto recientemente como desde hace décadas.

No sólo faltan los resultados en la reducción del tráfico, sino que se agudizan las peores consecuencias de éste en ambos países.

La violencia de los cárteles ha sido devastadora para nuestro país, con más de 200 mil homicidios en la última década. Además, ha agravado nuestras seculares fallas en materia de Estado de derecho y gobernabilidad democrática. Del otro lado, Estados Unidos ha registrado récords de 70 mil muertes anuales ocasionadas por sobredosis.

Se requieren estrategias y soluciones integrales, en coordinación y corresponsabilidad, así como con perspectiva de largo plazo. Hay que trascender el enfoque simplista, basado en amenazas de una parte e improvisación e inercia de la otra.

Las agencias estadounidenses y mexicanas deben unir fuerzas para combatir a los delincuentes más violentos, con el fin de disminuir la cantidad de homicidios en México.

Estados Unidos puede aumentar los servicios de rehabilitación para reducir los casos de adicción y sobredosis, muchos de los cuales, de hecho, son causados por medicamentos de venta controlada. También tener un rol mucho más proactivo para frenar el tráfico de armas hacia nuestro país. México, a su vez, necesita trabajar mucho más para erradicar la corrupción derivada del narcotráfico, la cual ha socavado nuestro aparato de seguridad pública y procuración de justicia hasta un grado que nos obliga a reaccionar.

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Imagen: Contralínea.

Inversión regional: oportunidades únicas

Ambos países contamos con un gran activo para una nueva fase en la globalización: el T-MEC, en este momento, significa tener un diferenciador clave ante el panorama geopolítico y económico global.

Como hemos comentado en este espacio, estamos en medio de una retracción de la globalización, con un resurgimiento del proteccionismo y tendencias a la regionalización. A ello se suma la llamada “economía de bajo contacto” y de alta seguridad industrial, logística y de comercialización, como lo impone la pandemia.

En suma, muchas empresas buscan depender menos de operaciones de larga distancia, debido al contexto geopolítico y el Covid-19, y eso significa grandes oportunidades en materia industrial, en particular para México: automotriz, autopartes, aeroespacial, electrónico, metalmecánico.

Nuestro país puede consolidarse como un polo productivo formidablemente competitivo ante esas circunstancias: el fin de una época en que los portafolios de inversión gravitaron hacia China. Nuestra cuota de inversión extranjera directa procedente de todo el mundo –incluida china– como de exportaciones puede crecer exponencialmente. El T-MEC es un camino; aprovechémoslo con el vehículo adecuado.

Por si fuera poco, México tiene las bases para convertirse en la cocina o alacena de América del Norte y proveedor prioritario a nivel mundial. El sur-sureste del país puede encontrar aquí una gran avenida de desarrollo. Finalmente, otra área de oportunidad extraordinaria es el comercio electrónico, que puede abrir las puertas para ampliar el alcance de la demanda potencial, así como para la especialización y mercados de nicho.

Requisitos para aprovechar las oportunidades

1. Coordinación productiva con Estados Unidos y Canadá ante los retos del Covid-19 y de cara a la “nueva normalidad”.
2. Cumplir con las nuevas disposiciones del T-MEC, como las laborales y de reglas de origen, y preparar nuestra plataforma de reacción, respuesta y defensa jurídica.
3. Inversión estratégica en logística de clase mundial.
4. Asegurar la disposición de energía en términos competitivos: abasto suficiente y bajo costo.
5. Política industrial visionaria y estratégica, consensuada entre el sector público y las empresas.
6. Estado de derecho: necesitamos asegurar la estabilidad de las reglas del juego para la inversión.


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¿México en una Unión Aduanera?

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Prácticamente, la inserción de México en el proceso de globalización mundial se inició en el período del presidente Carlos Salinas de Gortari a través de reformas y la desregulación de diversos sectores de la economía, así como del Programa de Modernización de la Industria y el Comercio Exterior basado en cinco ejes:

1. Internacionalización de la industria mexicana mediante su adecuada inserción en el proceso globalizador.
2. Desarrollo de la tecnología e incremento de la productividad y la calidad.
3. Desregulación de sectores.
4. Promoción de las exportaciones.
5. Fortalecimiento del mercado interno y mejora del nivel de vida de la población.

En un principio, este proceso se puede considerar exitoso ya que se tradujo en mayor competitividad y la modernización de la economía mexicana. La culminación de dicho proceso fue la firma del TLCAN que tenía cinco objetivos fundamentales:

1. Establecer un área de Libre Comercio en América del Norte, en lo que será el mercado más grande del mundo, mediante una integración comercial y productiva.
2. Aprovechamiento de las ventajas comparativas de cada país en la producción compartida.
3. Incremento de la competitividad en la producción de bienes y servicios en el mercado regional y en el internacional.
4. Aumento de la inversión extranjera directa en la región.
5. Generar empleos y elevar la calidad de vida de la población.

Ambos elementos dieron un impulso inicial a las exportaciones mexicanas y a la captación de inversión extranjera, sin embargo, la aplicación del axioma de que la mejor política industrial es la que no existe promovido por el Doctor Jaime Serra Puche, la carencia de una estrategia realista y la pérdida de competitividad, aunada a la aberrante negociación y firma de TLC’s con Bolivia, Colombia, Venezuela y Costa Rica durante 1994, generaron una pérdida total de rumbo que impidió capitalizar las supuestas ventajas negociadas en el TLCAN de tal manera que, ninguno de los cinco objetivos de México para realizar su negociación se ha cumplido y, por el contrario, se ha generado un terrible proceso de desindustrialización y decreciente generación de riqueza en el país.

Paradójicamente, el título del cargo del Doctor Serra Puche cuando profirió la frase que hizo celebérrimo al conductor de nuestra política de fomento y comercio exterior, señalaba que estaba a cargo del Fomento Industrial de México, por lo que su paso por la SECOFI es recordado por el empresariado mexicano muy amargamente.

Es importante mencionar que, con la dogmática actitud de apertura comercial, basada en la firma compulsiva de TLC’s y en una desgravación arancelaria unilateral, se deterioró la situación de la planta productiva nacional creando una competencia desleal para el empresariado mexicano, misma que los discípulos de Jaime Serra han continuado muy diligentemente hasta nuestros días y, algunos de ellos, lo han superado aplicando vehementemente sus ideas.

El Foro Económico Mundial señala que las instituciones públicas mexicanas son de baja calidad, lo que incide negativamente en el nivel de competitividad de nuestro país y en la confianza que se tiene en las mismas, pues son incapaces de diseñar una estrategia que genere resultados positivos para el desarrollo de México.

A la fecha se han negociado TLC’s con 54 países con los que nuestra relación y resultados no se puede decir que hayan sido exitosos, como tampoco lo es el resultado de la apertura comercial totalmente ilógica que se implementó basada en una desgravación unilateral, según podemos constatar a través del creciente número de países con los que registramos déficit, mismo que cada día es más elevado y que en el período 1993-2019 corresponde al 173% del PIB de México en el año 2019.

La propuesta que hace el Doctor Jaime Serra Puche, de crear una Unión Aduanera, está muy lejos de ser lógica, acertada y, mucho menos, de ser benéfica para México.

En términos generales, actualmente, el arancel mexicano promedio es superior al de Estados Unidos y Canadá por lo que la idea del Doctor Serra, de optar por una Unión Aduanera, agravaría la situación de la planta productiva nacional, dejándola en completa indefensión.

Al parecer, el Doctor Serra no entiende que la Unión Aduanera es el tercer nivel de un proceso de integración económica, mismo al que se puede y debe acceder cuando se ha agotado la etapa anterior, es decir, cuando se haya logrado una integración comercial y productiva que es el objetivo fundamental de una zona de libre comercio; cuando se ha avanzado en las diversas variables económicas y hay convergencia en las mismas con sus socios, situación que desgraciadamente México no ha alcanzado con sus socios del TLCAN en esta etapa pues, en general, en las principales variables, las distancias se han incrementado peligrosamente según podemos ver en la evolución del PIB mundial y el PIB total de los tres países.

Este deterioro lo podemos ver más drásticamente en la evolución del PIB per cápita mexicano en que, de 1981 pasó de estar 48% por arriba del PIB per cápita mundial, a sólo 29% en 2001, y a -12% por abajo en el 2019, debido a que en dicho periodo el crecimiento económico del país fue de sólo 144%, en comparación con el mundial que fue de 309%, el de Canadá de 275% y el de Estados Unidos de 366%.

Esta negativa situación es consecuencia de la carencia de una estrategia de fomento y de comercio exterior; de que la generación de valor agregado y riqueza en nuestro país ha sido decreciente debido a que, durante los 26 años de su vigencia, la supuesta ventaja de México en la manufactura no fue debidamente aprovechada y, en este periodo, el descuido prevaleciente convirtió a nuestro país en un maquilador básico con procesos de ensamble simple.

Así, de 1993 al 2018, el valor agregado en la exportación mexicana cayó de 59% a 37% y, excluyendo al petróleo, se redujo a sólo 31%.

Como consecuencia, tampoco se ha logrado el objetivo final del TLCAN de crear más y mejores empleos, así como mayor bienestar para todos los mexicanos, sino todo lo contrario.

Por estas circunstancias, la propuesta del Doctor Serra Puche está fuera de toda lógica y de la posibilidad de favorecer a la planta productiva nacional pues no hay un marco sistémico que permita que nuestra planta productiva compita en los mercados internacionales, ni con los numerosos productos extranjeros que están entrando a nuestro país favorecidos por la incoherente apertura comercial realizada en los 26 años más recientes; sin duda, menos se podrá lograr con la nueva propuesta del Doctor Jaime Serra Puche.

Asimismo, es relevante el enorme retroceso que han registrado todas las variables económicas de nuestro país en esos mismos 26 años, pero especialmente a partir del 2001 en que los beneficios de las reformas realizadas en la década de los 80 y principios de los 90, terminaron de diluirse, y a pesar de que han estado en vigor los 54 TLC’s y los 33 APPRIS negociados por México, mismos que los altísimos funcionarios prometieron que iban a generar enorme desarrollo y riqueza en nuestro país.

En este sentido, podemos ver que México ha caído como país competitivo del 34º al 48º lugar; como potencia económica, de la 8ª a la 15ª posición; que su participación en el PIB mundial, es decir, en la generación de riqueza se redujo de 2.65% a 1.47%; que nuestro PIB per cápita descendió del 49º al 69º lugar; y que pasamos de ser el 4º destino preferido de la IED al 16º, motivo por el cual también nuestra participación en la captación de flujos de IED cayó de 4.3% a 2.14%. 

A pesar de la advertencia que realicé sobre el peligro que representaba firmar el TPP-11, los altísimos funcionarios irresponsablemente insistieron en negociarlo y promovieron su ratificación, sin embargo, ahora vemos que la entrada en vigor del TPP-11, hace 19 meses, nos ha causado un daño terrible, sobre todo, en el sector manufacturero.

Desafortunadamente, el déficit de México con los seis nuevos socios de México en este periodo totalizó -27,465 millones, de los cuales -17,602 millones USD, correspondieron al año 2019 y -9,863 millones a los primeros siete meses de 2020.

Para el período de enero de 1993 al mes de julio de 2020, el déficit total con esos seis países fue de -177,983 millones USD, equivalente al 14% del PIB de México en el año 2019 y, desgraciadamente, este negativo desarrollo no fue tomado en cuenta por los altísimos funcionarios como una advertencia de lo que podría ser el negro futuro de la relación con esos países, mismo que se manifiesta en un saldo negativo creciente.

Con la propuesta dogmática de creación de una Unión Aduanera, lo poco que nos queda como defensa ante países terceros se reduciría aún más y, al poner en práctica la incoherente propuesta del Doctor Serra, el daño sería aún mayor y haría más rápida la desaparición de lo poco que resta de la planta productiva nacional, principalmente en el sector de manufacturero, sector en donde si hubiera habido política de fomento, así como una estrategia lógica y realista desde hace 26 años, podríamos haber avanzado enormemente y logrado el ansiado el desarrollo económico de México.

A pesar de los numerosos y enormes desaciertos registrados en la “política de fomento y de comercio exterior” de nuestro país, especialmente en relación con el sector manufacturero, hoy aún podemos empezar a hacer algo muy positivo si logramos aprovechar la recomposición y reestructuración que necesariamente registrará el comercio internacional pero, para ello, será necesario que se dejen a un lado las teorías exóticas, los dogmatismos y la simulación, y en su lugar haya ideas prácticas para aprovechar las ventajas comparativas y competitivas que todavía tenemos, mediante la definición de una estrategia realista.


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Estados Unidos-China, ¿y los librecambistas mexicanos?

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Como hemos insistido en diversas ocasiones, desde 2018 y particularmente en 2020, las tensiones entre Estados Unidos y China se han incrementado hasta un punto en la actualidad en el que incluso un presidente como Biden poco podrá hacer para “normalizar” las relaciones con China en 2021. Mucho se ha destacado el caso del comercio; menos, pero igual de importante son los aspectos de instituciones culturales, diplomáticas y medidas en el ámbito del control de las exportaciones, de productos tecnológicos y las amenazas hacia fondos de inversión que incluyeran a empresas chinas, así como la amenaza de que empresas chinas que no cumplieran con las normas de auditorías estadounidenses, no pudieran cotizar en Estados Unidos, entre varios otros.

El caso de Huawei es emblemático para comprender la profundidad de la ruptura entre ambos países y, al menos tan importante, las implicaciones para terceros países: Estados Unidos pudiera hoy en día tomar medidas semejantes en contra de cualquier otra empresa y país, con o sin tratados.

Huawei restricciones USA
Imagen: Pasion Movil.

Veamos el caso de Huawei, una de las empresas emblemáticas del desarrollo tecnológico chino y, por el momento, con inigualable capacidad de ofrecer en la actualidad el servicio de 5G (en términos de costos y calidad). Desde 2018 la Administración Trump exigió la extradición de Meng Wanzhou –hija del fundador de Huawei– a Canadá, el proceso sigue en pie todavía. En noviembre de 2019 Estados Unidos pareciera haber cambiado su postura hacia Huawei –probablemente también considerando los servicios que ofrecen sobre todo a las zonas rurales en Estados Unidos–, al ofrecer una Licencia General Temporal para realizar importaciones de componentes estadounidenses requeridos para los múltiples productos de Huawei. En el transcurso de 2020 –y conforme se acercan las elecciones estadounidenses en noviembre de 2020– la postura de la administración pareciera haberse endurecido significativamente de nuevo: su reiterada aparición en las las listas de empresas monitoreadas (entity list) y la exigencia de que estas empresas inicialmente sólo pudieran utilizar insumos y compontes estadounidenses, desde julio incluso que utilizaran software estadounidense, sólo pudiera sobrellevarse si reciben un permiso explícito para cualquier proveedor de Huawei.

Este lunes 17 de agosto el Departamento de Comercio de Estados Unidos escaló aún más el caso de Huawei: ningún proveedor de Huawei podrá ofrecer sus servicios, partes y componentes a Huawei si utiliza software y/o partes y componentes estadounidenses sin contar con el permito del propio Departamento de Comercio. Es decir, Huawei no podrá comprar prácticamente ningún componente o servicio internacional desde el 20 de agosto de 2020 –prácticamente todos incluyen algún componente of software estadounidense, incluyendo fabricantes de semiconductores como TSMC y SMIC– sin el permiso explícito del Departamento de Comercio de Estados Unidos.

conflicto China y Estados Unidos
Imagen: El Cronista.

El caso de TikTok –de la empresa ByteDance– no es de menor relevancia: en cuestión de días la Administración Trump decidió que TikTok también pudiera convertirse en una amenaza para la seguridad nacional estadounidenses, a menos de que fuera adquirida –particularmente sus actividades en Estados Unidos– por Microsoft.

No es difícil imaginarse que la contraparte china tomará respectivas medidas en contra de empresas estadounidenses que China considerara estratégicas.

Estas tendencias, sin lugar a dudas, dan pie a múltiples reflexiones. Me permito aquí sin embargo, llamar la atención sobre el “silencio” de toda una serie de funcionarios, consultores y académicos en México resultantes del período 1988-2019: cientos de directores generales, subsecretarios, secretarios, consultores y demás aduladores de irrefrenables procesos de apertura, libre comercio y liberalización a ultranza en el campo, la energía, manufactura y servicios, ni hablar del comercio exterior. En su primera generación –y bajo el liderazgo de Pedro Aspe Armella y en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM)– todavía contaban con ciertos argumentos académicos relevantes en su momento; las posteriores generaciones se convirtieron en parte del establishment político de las respectivas administraciones y con argumentos crecientemente trasnochados y dogmáticos, con poco conocimiento y actualización en las respectivas temáticas. Pero al fin lograron justificar y defender sus “huesos”: puestos bien pagados, asesorías para el sector público y privado, ahora aprobadas por sus asistentes, etc.

TLCAN Mexico replica China
Imagen: Reporte Índigo.

Llama la atención que este significativo grupo de personas en la actualidad –relevantes en medios, consultorías, incluso en ciertas universidades y hasta secretarías (30 años no pasan en vano)– no ha levantado la voz –desde la perspectiva del libre comercio, por ejemplo–, ni ante la exigencia de la Administración Trump de renegociar el TLCAN, ni ante el “nuevo comercio administrado” impuesto por Estados Unidos desde 2018 internacionalmente y particularmente vis a vis China, y mucho menos ante estas medidas unilaterales de Estados Unidos en contra de empresas específicas en 2020 (Huawei, TikTok, etc.). Las implicaciones de estas medidas unilaterales implicarán una profunda disrupción del comercio internacional, olvidémonos del libre comercio y otros argumentos esgrimidos desde finales de 1980.

Las discusiones de estos grupos –hasta el reciente proceso de reformas energéticas– parecieran distar de interés académico y hasta ideológico y concentrarse meramente en su interés monetario y hasta personal, como lo demuestran las recientes denuncias del “Sr. L.”, ¿será?


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