Hazlo sencillo

Viajar ligeros por México y el mundo

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Aunque no pretende ser una continuación de mi artículo anterior, bien podría serlo, ya que en esta ocasión quiero compartir con ustedes algunas recomendaciones de viaje.

Hay miles de destinos que podríamos y deberíamos conocer, pero por razones de comunicación, comerciales, de mercadotecnia, de tiempo y en algunos casos de costo, no visitamos o no hemos visitado.

Para todos los ciudadanos, viajeros y turistas que vivimos o visitan México, mi primera recomendación es, visitar todos los pueblos mágicos que puedan. A la fecha hay 111 y según entiendo el gobierno que encabeza el presidente López Obrador, ha determinado acabar con esta certificación. Así que ya tenemos una meta clara: 111 destinos.

Hay seis estados que sólo tienen un pueblo mágico: Tecate en Baja California, Palizada en Campeche, Comala en Colima, Mapimi en Durango, Taxco en Guerrero, y Tapijulapa en Tabasco. Y nueve entidades que tienen únicamente dos pueblos mágicos: Baja California Sur (Loreto y Todos Santos), Morelos (Tepoztlán y Tlayacapan), Nayarit (Jala y Sayulita), Nuevo León (Santiago y Linares), San Luis Potosí (Real de Catorce y Xilitla), Sonora (Álamos y Magdalena de Kino), Tamaulipas (Mier y Tula), Tlaxcala (Huamantla y Tlaxco) y Yucatán (Izamal y Valladolid), lo que nos facilita cubrir esos estados muy rápidamente, en algunos casos, inclusive, se pueden visitar los dos pueblos el mismo día y en otros casos en un fin de semana quedarán cubiertos.

En mi experiencia los dos de Tlaxcala, los de Morelos, los de Nuevo León y los dos de Yucatán, se recorren el mismo día sin ningún problema. Mientras que las distancias entre los dos pueblos de Sonora y los de Baja California Sur hace prácticamente imposible hacerlos en un solo día.

Viajar por México.
Imagen: Oro Sólido.

Hay estados de la República que requieren de dos o más viajes o un viaje largo: Chiapas, que tiene cuatro pueblos mágicos, Coahuila seis, Guanajuato cinco, Hidalgo también con cinco, Jalisco siete, nueve en el Estado de México, ocho en Michoacán, cinco en Oaxaca, nueve en Puebla, cinco en Querétaro, seis en Veracruz y cinco en Zacatecas. Para quienes vivimos en la Ciudad de México, con excepción de Chiapas y Coahuila y, quizás Zacatecas, todos los otros estados vale la pena visitarlos en auto. Hay muy buenas carreteras y las distancias justifican el viaje por carretera.

Me quedan, Aguascalientes con tres pueblos, al igual que Chihuahua y Quintana Roo, y Sinaloa con cuatro, que pueden conocerse en un fin de semana, preferentemente largo.

¿Qué se necesita para viajar a la mayor parte de estos pueblos mágicos?  ¡Ganas! Con algunas excepciones, casi todos tienen costos de acceso a las atracciones muy económicas y en lo que hay que gastar localmente los precios son muy accesibles. Te sorprenderás ver por lo que comes como rey, entre otras cosas.

Yo siempre aconsejo comer en lugares que te recomiende la gente local, si bien creo y confío mucho en TripAdvisor, no hay nada como preguntarles a los locales. En muchos casos me he encontrado que coinciden las recomendaciones de las páginas de viajes y lo que te sugieren quienes ahí viven. Como en algunos destinos sólo harás una comida, y quizás a algunos destinos nunca vuelvas, más vale preguntar para llevarte la mejor experiencia.

Aprovecha para comer productos regionales y de temporada tanto en tu comida fuerte (desayuno, comida o cena), como entre comidas: los panes dulces en muchos destinos son increíblemente ricos, los dulces regionales y obviamente llevarte una que otra artesanía.

Mi recomendación es siempre estar informado previamente de qué es lo que visitarás, qué vale la pena o que te gusta a ti, con quién viajas al destino, o contratar a un guía. Visitar estos pueblos y no tener toda la información de lo que hay que visitar a o hacer, es un viaje en balde, y no digo que no te dejes sorprender, pero ver lo básico siempre es muy reconfortante. Como en muchos viajes tendrás destinos y cosas en específico que verás que estarán por arriba de tus expectativas y, en otros casos, por debajo de ellas.

En algunos de estos pueblos hay hoteles que pueden impresionar al más sofisticado de los viajeros o turistas, así que, si piensas quedarte a dormir, vale la pena revisar muy bien las opciones. En Álamos, Sonora, por ejemplo, se encuentra, sin lugar a dudas, uno de los más bonitos hoteles de México, y en Valladolid, Yucatán, te maravillará descubrir una muy buena oferta hotelera.

Y como se trata de aplicar y vivir con la filosofía y metodología de “hazlosencillo”, te recomiendo que viajes muy ligero. Siempre irse por lo seguro y nunca exagerar, en la mayor parte de los destinos requerirás de buenos zapatos o tenis para caminar mucho, unas bermudas, jeans o vestido ligero, una gorra o sombrero, protector solar, repelente para los insectos y, bueno, un par de cambios y párenle de contar.

Y además de nuestros 111 pueblos mágicos, hay decenas, sino es que centenas, de rutas de uno, dos o tres días. Hay mucho por descubrir y conocer en México, así que tomen el auto… y a darle.

reservar vuelo.

Ahora bien, si su plan es en el extranjero y ya conocen las grandes capitales de Europa: París, Roma, Londres y Madrid. Hay cientos de destinos increíblemente bellos y valiosos. La ruta de los poco más de 1,000 kilómetros de los países Bálticos: Estonia, Lituania y Letonia, vale muchísimo la pena, una cantidad de historia, de edificios, iglesias, templos, castillos, bosques, mares, museos de verdad de muerte, y si le agregas unos días te das tu vuelta por Polonia o hacia el norte por Finlandia, que está a un par de horas en Ferry.

Otro super viaje es Croacia, Serbia, Montenegro, y Eslovenia, y si ya andas por ahí y tienes unos días de más, considerando que eres algo intrépido, una buena opción es Bosnia y Herzegovina; también Albania, Macedonia y Kosovo. Si eres menos aventurero, pero dispones de ciertos días, hay que ir a Italia: Trieste es una ciudad de locura.

Los países nórdicos son maravillosos: Dinamarca, Finlandia, Suecia, Noruega e Islandia. Hay tanto que ver y aprender de estas culturas. Lo sencillo llevado a los extremos. No en vano son en muchos capítulos los países mejor evaluados del mundo.

Otras dos joyas en Europa son Turquía y Portugal. Ambos destinos tienen mucho por conocerles, por aprender, por comer delicioso.

En Oriente y Asia se encuentran obviamente muchos destinos. Yo personalmente me quedé bastante sorprendido y con muy buena impresión de Japón. Se viaja muy fácil, hay una conectividad espectacular, está todo muy bien señalado, y ni qué decir de su cultura y espiritualidad.

En América Latina hay países que recientemente se han puesto de “moda” y con razón, Perú es realmente una joya, te puedes ir varias semanas y no terminar de ver todo lo que hay que ver… Y comer.

Colombia tiene muchos destinos poco explorados y conocidos para el turista común y corriente. Un par de semanas en Colombia te resultarán muy gratificantes.

Haciendo un resumen de los destinos de tendencia para este año, me encuentro que: Las Azores en Portugal, Bután, Madagascar, Mongolia, Irán, Pakistán, Uzbekistán, y Ruanda, están entre los destinos identificados como “the coolest places to visit”, sumándole, Los Cabos, en México, Colombia, Etiopía, y la Riviera turca.

Y, finalmente, si quieren estar seguros de que han viajado a los países más visitados del mundo, pues la lista del 2018 nos dice que son: Francia con 95.8 millones de turistas, España (85.3), Estados Unidos (78.3), China (62.5), Italia (60.2), Turquía (43.7), México (41.2), Gran Bretaña (40.8), Alemania (40.2), y Tailandia con 37.3 millones de visitantes.

Que disfruten sus viajes.

Anexo:

Consejos para mejorar nuestro bienestar

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Hace algunos años, trabajando con una importante cadena hotelera multinacional, se elaboró un listado de acciones que pensábamos podrían ser muy útiles para recomendar a la gente de cómo reducir su estrés, alejarse del burn out a través de hacer un mejor uso de su tiempo, principalmente el tiempo que no tenía que ver con el trabajo, así el enfoque era cómo usar mejor nuestro tiempo personal.

Aquí les comparto algunas de estas ideas, pensadas en el mundo de hoy.

  1. Planear y hacer la mayor cantidad de actividades que se tienen que llevar a cabo en y para la casa entre semana o en días hábiles. ¿Cuál es la idea de esto? No convertir el fin de semana en otro día de “trabajo de trabajos”. Utilizando sus habilidades básicas de administración del tiempo, aproveche los huecos o créelos para llevar a cabo entre el lunes y el jueves, y en el peor escenario el viernes, actividades como ir al súper, al mercado, a la tintorería, a la gasolinería, a la peluquería o al salón de belleza, al podólogo, arreglar algo que no sirve en la casa, llevar a la mascota al veterinario, etc. Convierta el fin de semana en una prioridad, planee actividades que disfrute, que sean divertidas y/o interesantes.
Actividades recreativas.
Imagen: El Blog de Cassidy Bo.
  1. Trátese bien. Es fundamental, después de trabajar 40-48 horas o inclusive más, dedicar tiempo a uno mismo. Es esencial obtener un descanso físico y mental para recuperarse del estrés y presiones normales del trabajo. Todos nos tenemos que consentir a nosotros mismos dentro o fuera de casa. Use parte del fin de semana para ello, levántense a la hora que quiera, vea 1, 2, 3, 4 o más capítulos de su serie favorita o la que está de moda, o siéntese a leer el libro en turno por horas, coma cuando quiera (cuando realmente tenga hambre y no en un horario determinado), dese un masaje, vaya al gimnasio o a correr o andar en bici a la calle, camine, visite un museo, vaya al cine, al teatro, o a ver danza, vaya a comer o cenar con sus hijos y nietos, y con sus amigos, sin horarios; ¿le da flojera salir? Invite a gente a su casa o departamento y pida la comida. Éstas son sólo algunas ideas… Usted sabe lo que le gusta y disfruta.
  1. Ejercite la mente. Dormir tarde y disfrutar un fin de semana descansando no son las únicas maneras de recobrarse de las presiones del trabajo. Según algunos expertos, una de las mejores maneras de combatir el estrés y la fatiga mental es estimular la mente tan seguido como pueda. Y si tomamos en cuenta que entre semana será difícil tener mucho tiempo para ello, pues pensemos y planeemos algunas actividades de este tipo para hacer el fin de semana y en las vacaciones: ya decíamos, leer un libro, lecturas ligeras y divertidas de revistas de temas que nos gustan, resolver crucigramas, hacer uno o varios sudokus, trivias, acertijos, hacer rompecabezas (poco a poco y esto si se puede ir avanzando entre semana), memorizar datos curiosos o divertidos, jugar una partida de ajedrez contra usted mismo o con su pareja, hijo o por internet, escribir… En fin, hacer cosas que signifiquen que tenemos que estar concentrados, que usemos nuestra cabeza de forma intensa.
Ejercitar la mente.
Imagen: Pinterest.
  1. Hay que planear los fines de semana. Es tremendo oír a la gente regresar el lunes a su trabajo y cuando les preguntas “¿qué hiciste el fin de semana?”, te contesten que “nada”. Como se planean los días de trabajo, con juntas, visitas, llamadas, correos, etc., también hay que planear el fin de semana. Por lo general, casi todos nos recuperamos mejor del estrés cuando nos retiramos del entorno que lo crea, por ello hay que pensar qué haremos el fin de semana y cumplirlo.
  1. Hacer varias micro vacaciones al año. Si se planea con tiempo los fines de semana, podemos no quedarnos en casa (a pesar de que la disfrutemos mucho siempre) o ir a la casa de fin de semana (quien la tenga). Está muy comprobado que varias minivacaciones (de tres a cinco días) en un año te permiten descansar más, y son mucho menos costosas que una larga vacación de 15 o más días. Planeé esas minivacaciones con diferentes compañeros de viaje: unos con su pareja, otro con cada uno de sus hijos, y uno con sus amigos con los que comparte algún gusto.
  1. Presupuestar para nuestro bienestar. Yo estoy muy consciente que resulta muy difícil ahorrar en estos días, inclusive para la pensión, pero si queremos disfrutar de nuestros fines de semana, de nuestras minivacaciones o de las vacaciones, hay que dedicar mensualmente una cantidad para estos fines. Aunque se crea obvio, no es cierto que quedarnos el fin de semana en nuestra ciudad es necesariamente más barato que hacer un viaje a un destino cercano o no tanto; si planeamos esos viajes con mucha antelación, podemos aprovechar una oferta de último minuto o si viajamos en contrasentido de las temporadas. Yo les recomiendo que siempre establezcan un presupuesto y traten de apegarse lo más que puedan al mismo.

    Mini vacaciones.
    Imagen: Business Insider España.
  1. Dedique tiempo a la familia y a la pareja. Ya en otras ocasiones he hablado de la importancia del balance de vida y trabajo y aquí quiero puntualizar que es MUY importante en este balance siempre considerar que una buena parte del tiempo que tenemos para temas personales, hay que dedicarlo para estar con nuestros seres queridos. Quien tiene una pareja tiene que darse tiempo para el romance, para la intimidad, para divertirse juntos, sólo ustedes dos. Sorpréndala(o) yendo a cenar un día sólo porque sí, salgan juntos (sin otras parejas) al cine, al teatro, a caminar. Un fin de semana solos, suele ser un estupendo medio para reforzar cualquier relación, ya sea un fin de semana normal o largo. Y esto también, en otra dimensión, aplica para los hijos, obviamente depende mucho de la edad de los mismos, pero gracias a las maravillas que tenemos hoy en materia tecnológica esto es mucho más fácil. Busca a tus hijos al menos una vez al día, si puedes hacer una, dos o las tres comidas con ellos, hazlas, cuéntales o invéntales un cuento, juega un juego de mesa, armen un rompecabezas juntos de golpe o en sesiones, ve a verlos jugar su deporte favorito, acompáñalos (todas las veces que puedas) a sus clases especiales, llévalos a la escuela o recógelos. Si tienes varios hijos, date el tiempo para llevar uno por uno un fin de semana por ahí. Los regalos siempre son bien agradecidos, pero el tiempo es el mejor regalo. 
  1. Coma sano y haga ejercicio. Nadie puede dar buenos resultados en el mediano y largo plazos si no está bien alimentado, es decir, comiendo una dieta pobre. Vaya con un médico o un nutriólogo para que le digan qué le sirve a usted. No creo que todos podamos o debamos comer lo mismo y en las mismas proporciones. Así que vale la pena la inversión que en que nos diseñen nuestra mejor dieta. Aunque hay cosas que todos sabemos que no debemos hacer. La otra cara de esta moneda para tener una vida bien balanceada es hacer ejercicio. Después de haber hecho mucho y más, o al menos de forma seria, he corrido 13 maratones. Creo que al igual que en la comida, debemos buscar y encontrar lo que nos guste, disfrutemos y haga sentirnos bien. Todos necesitamos hacer ejercicio. ¿Cuánto y cómo? Es la primera tarea.

El “storytelling” como herramienta de comunicación

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El “storytelling” es contar historias, y lo primero que debe decirse en relación al mismo, es que forma parte de la historia de la humanidad. El storytelling se ha visto pintado en las primeras cuevas que fueron habitadas o visitadas por seres humanos, se ha oído en las narraciones orales de los viejos de las tribus a las siguientes generaciones, como hoy lo hacen los abuelos que le cuentan historias a sus hijos, nietos, o incluso bisnietos, en las primeras canciones que contaban hechos heroicos de la realeza, de los grandes guerreros o de las bellezas de la naturaleza o las primeras poblaciones, en los cantos de los juglares, en las construcciones del antiguo Egipto y de las más antiguas civilizaciones en los códices de las grandes culturas, incluidas las que se desarrollaron en lo que hoy es México.

De unos años para acá, el storytelling ha empezado a utilizarse mucho en temas de formación, ventas y otras áreas del quehacer de las organizaciones, y de ahí mi interés en compartir con ustedes algunas notas sobre el mismo.

Recientemente, gracias a las buenas gestiones de la asociación de exalumnos de Instituto de Empresas en México, tuve la oportunidad de asistir a una muy buena conferencia sobre el tema “The Power of Storytelling” dictada por Nicolas Randall, profesor del propio instituto en Madrid y de ahí tomo algunas ideas, junto con más notas de mi propia investigación que me han llevado a crear un taller sobre storytelling, ya que yo lo uso mucho en mis conferencias, y entre amigos y conocidos tengo buena reputación de ser un buen contador de historias o storyteller.

Podemos hablar de grandes contadores de historias: algunos de los líderes más famosos de la humanidad fue Martin Luther King, quien tuvo muy memorables intervenciones por su inmensa capacidad para contar historias muy emotivas; hay textos de Abraham Lincoln que de verdad valen la pena indagar y observar cómo usaba el storytelling para convencer a sus aliados y contrincantes de las ideas que proponía; también podemos encontrar famosas referencias a los discursos de Winston Churchill durante y después de la Segunda Guerra Mundial, mensajes que conmovían a los ingleses y más allá de sus fronteras, entre otros.

Líderes políticos y oradores.
Winston Churchill, Abraham Lincoln y Martin Luther King.

La Biblia es una gran compilación de historias y, de hecho, todas las religiones usan mucho la técnica para convencernos de cómo tenemos que actuar. Por ello hay reconocidos hombres y mujeres relacionados con las religiones que pueden considerarse muy buenos storytellers.

Es probable que usted, amable lector, conozca a alguien que cuente bien historias, o tenga algún referente entre alguien muy conocido.

No necesariamente todas las personas que hablan bien en público son buenos storytellers,  de ahí que la capacidad para recordar lo que dicen se reduce de forma significativa versus a quien sabe contar una buena historia. Todos seguramente hemos salido súper motivados de alguna conferencia o curso, y pasado algún tiempo no recordamos nada o muy poco. ¿Qué pasa ahí? Que, según los expertos, el storytelling tiene una parte emocional poderosa que incluso impacta en la química de nuestro cerebro, haciendo que nos acordemos entre 50 y 65 por ciento de lo dicho contra apenas entre 5 y 10 por ciento de algo que oímos comúnmente, como una cifra.

El storytelling es, generalmente, emocional, en lo que nos vemos o nos queremos ver reflejados. Resulta profundamente empático, y puede llegarnos “al corazón”, afectando nuestra química. De ahí el poder del storytelling.

Diversos estudios han demostrado que las personas que oyen o escuchan historias bien contadas y “actuadas”, tienen cambios significativos en su dopamina, la cual actúa en la memoria, la motivación y la capacidad de concentrarnos en algo; la oxitocina que tiene efectos sobre la generosidad, la confianza, y la vinculación, y finalmente con las endorfinas que tienen inmensas repercusiones en nuestro cuerpo al afectar a nivel fisiológico, cognitivo, emocional y conductual, provoca sensaciones de satisfacción y felicidad, disminuyendo el dolor, por ejemplo.

Tiger Wodds.
Tiger Woods (Fotografía: CDN).

Una buena historia o una historia bien contada tiene que ser personal; contar nuestra propia historia con implicaciones muy personales, tiene un mayor efecto que sólo contar una historia, aunque también hay hechos que pueden convertirse en historias en las que nos vemos reflejados o que nos llegan de manera personal, aun sin estar involucrados directamente: el 9/11 es un buen ejemplo de ello. A mí, personalmente, me llegó muy fuerte el M11, el ataque terrorista en la estación de trenes de Atocha en Madrid, a pesar de que no tuve parientes o amigos involucrados, pero conozco bien Madrid y he usado muchas veces esa estación. Otros casos que me vienen a la mente es la llegada del primer ser humano a la Luna. En el mundo del deporte hay muchos momentos que la gente los vive como propios o siente una gran admiración por un deportista o un equipo porque las historias atrás de ellos son interesantes y emotivas. El reciente triunfo, una vez más, de Tiger Woods en el Masters de Estados Unidos, después de todo lo que ha pasado, es una historia conmovedora.

Las imágenes de migrantes por el mundo, lo que esté sucediendo en Siria, las constantes imágenes de los ataques del ejército de Israel sobre jóvenes y niños palestinos en la Franja de Gaza, los efectos de un temblor o un tsunami, también son hechos que emocionalmente nos afectan y la manera como se cuentan hace una gran diferencia en cómo los percibimos.

Diversos autores y artículos sobre storytelling señalan que contar historias tiene varias virtudes:

  1. Proyectan confianza.
  2. Tienen o dan un mensaje.
  3. Son una compilación de hechos y/o datos.
  4. Buscan convencer o “vender” algo.
  5. Trasmiten emociones.
  6. Motivan.
  7. Generan atención.
  8. Construyen memoria.
Historia de naufragio.
Fotografía: Justin Tallis.

Una buena historia debe tener algo de suspenso, un personaje central, algo con qué relacionarse; obviamente una estructura basada en los principios aristotélicos de la retórica: ethos, pathos y logos, y una historia verdadera.

¿Quieren ver una buena historia contada de manera sencilla? Vean la película “Nemo” o vean “Shark Tank”.

Nicolas Randall nos decía que 65% del tiempo nos comunicamos a través de historias, tanto de forma oral como escrita, como también por medio de imágenes… y tú, ¿cuentas buenas historias? ¿Eres memorable?

Actualmente en publicidad, en ventas en general, y obviamente en formación-capacitación, se está usando mucho el tema del storytelling por su poder de impacto en la gente.  Los invito a sumarse a esta tendencia, les aseguro que les dará buenos resultados.

Compensación y productividad

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¿Qué podemos esperar, en términos de productividad, de una persona que gana $102.68 pesos mexicanos o USD $5.35 en un día laboral de 8 horas, o $3,121.47 pesos mensuales que equivalen a USD $162.54?

De acuerdo con las estadísticas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el Foro Económico Mundial (WEF) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), entre otros, México se encuentra entre los países donde se paga uno de los salarios mínimos más bajos y también es uno de los países más improductivos del mundo.

En el ranking del WEF, en la correlación entre salarios y productividad, México ocupa el lugar 84, con una calificación de 3.7 sobre 7 puntos, contra Suiza que tiene una calificación de 5.6, siendo el país mas productivo, y le siguen Singapur (5.5), Estados Unidos (5.5), Emiratos Árabes Unidos (5.3) y Malasia (5.3).

Jornada Laboral.
Imagen: caracteristicas.co.

Con datos de la OCDE, por lo que hace a la productividad en términos de PIB, representado en dólares por hora, Irlanda es el país más productivo ($85.96), seguido de Noruega ($80.40), Luxemburgo ($80.37), Dinamarca ($64.08) y Holanda ($62.26), siendo la media de la OCDE USD$46.98, mientras que la productividad laboral por hora en México es de apenas USD$18.74. Como se ve, la distancia entre las economías líderes y la nuestra es abismal.

La productividad es el elemento fundamental para que una economía crezca y sea competitiva y, lamentablemente, México ‒por años‒ ha estado atrapado en este círculo vicioso de bajos salarios y baja productividad.

El argumento de que los trabajadores mexicanos trabajan poco es muy fácil de destruir, ya que con datos de la OIT, de la OCDE y de otras fuentes, se puede afirmar que los trabajadores mexicanos están muy lejos de ser flojos o poco trabajadores, de hecho, varias de estas fuentes reportan que en México es el país donde más horas se trabajan al año per cápita entre la Población Económicamente Activa con 2,257 horas al año, que equivalen a 43 horas laboradas a la semana en promedio, lo cual, sólo para dar un referente, es casi lo doble de la media de horas de trabajo al año entre los trabajadores alemanes que lo hacen por 1,356 horas al año o 26 horas a la semana.

“La productividad no mide el valor estático del trabajo y capital juntos, sino la dinámica de ambos para generar riqueza”. Según México, “¿cómo vamos?”.

Es obvio que la alta productividad de los trabajadores mexicanos está comprobada en ciertos sectores de la economía e industrias, como el campo y la industria automotriz.

Entonces, ¿qué se puede o debe hacer? Yo creo que este año, lo cual no sucedía desde el inicio del gobierno del expresidente Vicente Fox, se hizo algo que va en el sentido correcto de las cosas: incrementar el salario mínimo por encima de la inflación y ponerlo en condiciones de competitividad internacional (ver recuadro). El tema de que esto será inflacionario es bastante relativo, si tomamos en cuenta que los salarios siempre significan un porcentaje relativamente pequeño de todo el proceso productivo.

Es obvio que el salario mínimo no es el único problema en México. En general, tenemos salarios muy bajos. Como referente tenemos la información que nos da el INEGI, en los primeros cinco deciles de distribución de la población por ingreso tenemos que el ingreso máximo mensual es de $10,565.00 (USD$551.72), es decir, el 50% de las familias mexicanas que reciben un ingreso ganan menos de $10,600.00 al mes y si le sumamos la estadística del IMSS, tenemos que de una población de 18,195,692 de cotizantes al Instituto, el salario promedio diario es de $293.28, es decir $8,915.71 (USD$465.59) mensuales.

Brecha salarial.
Imagen: Sin embargo.

No hacer esto en el corto plazo, significará que se perpetuará el tema de tener una baja productividad. Por otro lado, y en las condiciones actuales del país, de muy bajo crecimiento (0.5% en 2019 y de menos del 2% en el mejor escenario en el 2020), de un creciente número de trabajadores desempleados y de un muy bajo número de empleos generados en la economía, véanse los números de mayo de nuevos trabajadores inscritos al IMSS, esto en el ámbito nacional, y a nivel internacional con un muy alto riesgo de una desaceleración de la economía mundial, se dará el fenómeno de tener más personas trabajando en el sector informal, que ya de por sí son muchísimas.

Cada día se incrementa el número de personas trabajando en el sector informal porque las condiciones de estar en él son, en muchos casos, mejores que las de trabajar en una empresa. Trabajan, por lo general, menos horas que un empleado de una organización del sector privado, tienen muchas menos presiones de cumplir con horarios, metas, requisitos de calidad, seguridad industrial, y un largo etcétera.

Esta primera acción ayudará mucho, pero no es suficiente. Hay que mejorar también las condiciones de trabajo de los empleados y trabajadores que prestan sus servicios para las MiPymes (Micro, Pequeñas y Medianas Empresas), ya que 72% de la población económicamente activa en nuestro país, trabajamos en ellas y aportamos 52% del Producto Interno Bruto y es aún más dramático tomar en cuenta que prácticamente 42% del empleo lo generan las microempresas.

Estoy convencido que aquí no aplica la discusión de qué es primero, ¿incrementar los salarios, prestaciones y beneficios y esto traerá productividad o viceversa? Primero hay que incrementar la compensación y esto traerá un incremento en la productividad.

Anexo:

¿Cómo nos vestimos para ir al trabajo, hoy?

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Uno de los tantos asuntos que tienen que ver con el área de recursos humanos tiene que ver con la vestimenta de los colaboradores de las empresas u organizaciones.

Y empiezo comentando, a partir de mi experiencia, el mito de que los empleados odian llevar uniformes. Sinceramente, creo que sucede lo contrario, por muchas razones. Al unificar en vestimenta al personal se les quitan “dolores de cabeza” por aquello de qué me pongo o que dirán de mí si uso tal o cual cosa, obviamente mucho más problema es para las mujeres que para los hombres, en casi todos los escenarios. También la cultura e imagen de la empresa se ve beneficiada hacia afuera y fortalecida hacia adentro, al transmitir un mensaje implícito.

Hay varios motivos para que se sientan mejor vistiendo igual y que no decaiga la productividad. Uno es el propio ahorro: que la compañía absorba este costo no cae mal a nadie. He visto muchas encuestas de clima y cultura organizacional donde este indicador siempre sale bastante bien calificado, lo cual es una muestra de que los empleados aprecian el que las empresas les otorguen uniformes.

Otro asunto es que se diluyen las diferencias socioeconómicas que no tienen que ver con el trabajo per se, se minimizan las diferencias de puestos y estatus: “todos somos iguales”.

Obviamente el uniforme tiene que ver mucho con el negocio en el que estamos, la imagen que queremos proyectar y el lugar físico donde está nuestra empresa.

Uniforme empresarial.
Fotografía: Meicy.

Así que tener un uniforme no es que todos los empleados o funcionarios tengan que usar traje y corbata, como a muchos “veteranos o Baby Boomers” hablando de generaciones, lo quisieran: usar trajes y corbatas para muchos puede resultar molesto, anticuado y además caro, en especial para los jóvenes, tan ajenos ellos a formalismos, por eso qué bien que haya un atuendo para unificarlos y les permita andar cómodos. En el caso de las damas, de paso se resuelve el añejo problema de “qué me pongo, qué me pongo…”.

En mi propia experiencia ‒en el sector privado, el gubernamental, y en mi propia consultora‒ luego de muchos años de hacer aplicar la política de uso o no uso de código de vestir, he comprobado que la gente valora el hecho de estar uniformada en su atuendo o bien tener una política o código de vestir.

Recuerdo que, en mi paso por el Banco del Atlántico, donde tuve la oportunidad de ser Director de Recursos Humanos luego de la compra por parte de GBM, tuvimos reclamos de quienes no estaban obligados a usar uniforme. Los niveles gerenciales preguntaron cuándo les íbamos a dotar de esta ropa. Ellos querían ser incluidos, querían sentirse “parte de…”. Deseaban reafirmar su pertenencia a la organización y ahorrar dinero. Así que hicimos extensiva la política a ciertos niveles hacia arriba con mucho éxito.

Por supuesto, estoy hablando de prendas de buena calidad en diseño, colores y materiales. En México hablamos de “ponerse la camiseta” como una forma de involucrarse con algo, de sentir el orgullo, como en este caso su empresa. Qué mejor forma de hacerlo que, literalmente, portando el uniforme: camiseta, blusa, pantalones, vestido, etc., que da la empresa.

Uniforme a la medida.
Fotografía: Telas Águila.

Para mí, inclusive, resulta más fácil y conveniente en muchas ocasiones usar una camisa o camisola de la empresa donde daré un curso, taller o conferencia. En mi calidad de embajador Coca-Cola, porto con gusto la camisa de la empresa y estoy seguro de que es un distractor menos para los que atienden a los eventos. Además, creo que se manda un mensaje muy positivo. No hace mucho di un taller para uno de los Grupos Financieros más grandes de Guatemala y me dieron mi camisa con su logo y la gente, en algún receso y durante la comida, me lo reconoció mucho.

Sin duda, el tema de los códigos de vestir es de gran relevancia para las organizaciones y tiene efectos significativos en el ánimo y productividad de las personas que trabajan en cualquier organización, y creo que cada día será más relevante. Las nuevas generaciones no sólo no quieren usar traje y corbata, tampoco quieren usar uniforme. En mi paso por Santander implementamos quitar el saco y corbata para ciertas áreas del Grupo Financiero con resultados maravillosos. En la Secretaría de Pesca adecuamos las telas de acuerdo a los lugares donde teníamos colaboradores; en Sedesol hicimos también cambios muy importantes y positivos.

Estoy convencido que siempre deben existir reglas de vestimenta, aunque sean muy relajadas. Di una asesoría a una microempresa de emprendedores donde había ocho colaboradores, donde la más grande tenía 35 años y quisieron tener un código de vestimenta con una docena de reglas.

En él, la regla es la libertad en el atuendo de trabajo, de acuerdo con su cultura organizacional, donde la gente aprecia la posibilidad de vestir a su gusto, con las referidas excepciones para evitar abusos que, por desgracia, nunca faltan.

Uniforme.
Fotografía: Innovo Staffing.

En algunos casos se prohíbe ir con calzado deportivo (tenis), chanclas, camisetas de equipos deportivos, camisetas tipo “T-shirts”, bermudas, etc.

Hoy adicionalmente tenemos que ser mucho más abiertos a los temas de los bigotes, barbas, piercings, tatuajes, color del pelo, y este tipo de cosas, que, hasta hace poco tiempo, eran absolutos tabúes, como cuando en muchos restaurantes no permitían que los hombres usaran bigote o barba. Bueno, en tiendas departamentales como Liverpool, era norma.

Una pasada por un We Work o un Público, o cualquiera de estas oficinas de “Co Working” te dan una idea de los códigos de vestimenta en las empresas que hoy se están gestando. Es maravilloso ver la diversidad, desde la gente que va de corbata y traje, y que sólo les falta el bombín, hasta los que van de bermudas, camiseta con agujeros y sandalias. También los hay quienes únicamente usan su anillo de matrimonio, hasta los que traen una buena dosis de tatuajes y un par de piercings.

Parte de este artículo fue publicado en mi libro Políticamente incorrecto, notas de viaje en 2016.

Servir mejor a nuestros clientes

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Generalmente todas las empresas que dan servicio directo al público dicen que están muy preocupadas, ocupadas y hasta obsesionadas por sus clientes en servirles de la mejor manera. Pero en la práctica muy pocas tienen esa verdadera vocación.

Si bien hasta hace algunos años el servicio al cliente se resolvía parcialmente con una sonrisa, un buen entrenamiento a los empleados y ciertas políticas, hoy el mundo es mucho más complejo, empezando porque en casi todos los ámbitos, los consumidores tienen muchas más opciones que antes y, en consecuencia, se han vuelto más exigentes para que se les brinde un buen servicio.

De una manera muy sucinta y aplicando la “metodología hazlosencillo”, se puede explicar la evolución del concepto de servicio al cliente: Desde los años sesenta del siglo pasado en Estados Unidos, Sears, pasó de únicamente vender un producto, a dar servicios añadidos a sus clientes ofreciendo la instalación y mantenimiento de las lavadoras, secadoras, estufas, etc., y así entonces entramos a una nueva etapa donde los clientes ya no sólo querían productos, sino también servicio; muchos años después se empezó a hablar de vivir la experiencia en ciertos restaurantes de muy alta gama, los hoteles vendieron mucho este concepto, y lo hizo Disney con sus parques, por sólo citar algunos casos. Y hoy claramente estamos en una etapa donde los consumidores quieren vivencias, “sentir” por lo que están pagando.

Experiencia Disney.
Fotografía: Marketing Gastronómico.

En ese sentido,  ¿cómo podemos dar lo mejor a nuestros clientes? Lo primero y quizás lo más obvio, pero que no lo hacen la mayor parte de las empresas, es diseñar sus procesos pensando hacia afuera, pensando desde el cliente y no desde adentro hacia afuera. No necesariamente todo lo que diseñamos de adentro hacia afuera terminará siendo amigable y bueno para los consumidores, invitados, clientes, o como les queramos decir, y si hacemos el ejercicio al revés, quizás algunos burócratas de las empresas se van a quejar, pero terminará siendo siempre mejor para los clientes y, en consecuencia, para las empresas.

Un segundo aspecto fundamental es darle poder, empoderar a las personas que tienen el contacto directo con los clientes para que estos sean capaces de resolver in situ y en el momento cualquier vicisitud entre la empresa y sus clientes. Hace muchos años, Scandinavian Airlines diseñó un procedimiento que permitía que el empleado que fuese, tenía contacto directo con el cliente final con la posibilidad de resolver cualquier incidente que tuviera, por un costo de hasta USD$25.00. En su momento, SAS estudió el caso muy bien y sabía que un porcentaje muy alto de sus quejas estaban relacionadas con problemas de máximo ese monto. Cualquiera de nosotros podríamos poner en nuestras empresas un proceso parecido con montos superiores o inferiores y les aseguro que reduciríamos un porcentaje de las quejas que hoy podemos recibir. Hay, inclusive, decisiones que no tienen ningún costo y que significan dar un mejor servicio, siempre pensando en el cliente.

Recientemente llegué a un hotel en Estados Unidos después de las 23:00 hrs. para hacer mi check in, y la persona de recepción siendo muy empática, me preguntó de dónde venía, cuánto había durado mi vuelo, y dos o tres preguntas más. La habitación que yo había reservado era una estándar con una cama matrimonial. Entonces me comentó, “seguramente viene usted cansado y necesita el mejor reposo posible, le voy a asignar una habitación en un piso superior con una cama king size y con una mejor vista de la ciudad, espero que la disfrute mucho”. Agradecí bastante el hecho y no sé si hubiera dormido mejor o peor en la otra habitación, lo que sé es que esta persona hizo algo por mí, lo cual reconozco y obviamente mi comentario en TripAdvisor y redes sociales sobre el hotel es MUY bueno.

¿Le costo mucho más al hotel hacer mi habitación con cama king size que la que tenía cama matrimonial? Seguro que no. ¿Perdió dinero por darme el up grade?, no. Ganaron a un cliente que se hará más leal a esa marca.

Atención en recepción.
Fotografía: globeservicios.cl.

Ejemplos como éste hay muchos. El mesero que te trae la ensalada ya aderezada, pero además ofrece un pequeño recipiente más de aderezo y te lo pone a tu disposición. Cuando pides unas alitas BBQ y te traen no una toallita húmeda, sino dos o te ofrece que, si necesitas más, te las puede traer. Estos son los pequeños detalles que hacen grandes diferencias.

Un tercer aspecto que nos ayudará a dar un mucho mejor servicio al cliente es preguntar. Recientemente en un restaurante de la Ciudad de México tuvimos una experiencia realmente memorable. El capitán ‒al sentarnos‒ nos dio la bienvenida y nos hizo, sin ser intrusivo, unas cuantas y rápidas preguntas como “¿ya nos habían visitado anteriormente?, ¿conocen nuestra carta?, ¿celebran algo?, ¿alguno de ustedes es alérgico a algún producto?, ¿tienen antojo de algo especial?”, y después de responder entonces sí nos recomendó: “tenemos este plato como especial del día, yo personalmente no lo he probado, pero el chef dice que está increíble, no aparece en el menú y tiene un costo de $286.00, en las especialidades de la casa tenemos tres platillos (por cierto, ninguno de ellos dentro de los platillos más caros del menú)”. Unos minutos más tarde y sabiendo que habíamos pedido, vino a la mesa la sommelier y con botellas en mano, nos ofreció dos opciones de vino para acompañar los platos que habíamos pedido. Aceptamos las recomendaciones del capitán y tomamos uno de los vinos que nos ofrecieron.

De esta manera, preguntar te da la enorme ventaja de saber el “mood” de tu cliente y servirle mejor.

Una última sugerencia es personalizar lo más que podamos los productos o servicios que proveemos para que nuestros clientes tengan la mejor experiencia o inclusive vivencia.

Pininfarina Coca-Cola.
Fotografía: Yelp.

Varias publicaciones del mundo de las tendencias dicen que ésta es la tendencia número uno en consumo: Personalización de los productos y servicios.

Éste es, en buena medida, el éxito de Starbucks, y lo está haciendo Coca-Cola en muchas salas de cine de Estados Unidos, donde de la mano de Pininfarina, diseñaron unos dispensadores de bebidas en los que tú te las preparas como quieres. Levi’s te ofrece la posibilidad de hacerte los jeans personalizados, y así unas cuantas marcas más, las cuales ya entendieron que ésta es una inmensa ventaja competitiva.

Todas las empresas que venden servicios deberían buscar la manera de personalizar mucho más lo que venden. Es increíble que las compañías de seguros tradicionales sólo te ofrezcan un producto de Seguro de Gastos Médicos Mayores, cuando te podrían vender un seguro 100% personalizado, por ejemplo.

Para terminar, permítanme poner un ejemplo propio de mi quehacer profesional, yo jamás daré dos cursos o dos conferencias iguales. Siempre las adapto y personalizo a mis auditorios, cambio mi presentación de Power Point, cambio mis ejemplos, y mis storytellings.

¡Les deseo mucho éxito sirviendo mejor a sus clientes!

¿Cómo trabajar bien desde casa?

Lectura: 6 minutos

Empiezo esta colaboración agradeciendo mucho los múltiples comentarios y retroalimentación a mi artículo anterior sobre el tema del trabajo desde casa o “home office”.

Entre los comentarios recibidos, leo muchos más apoyos al home office, que los detractores a esta forma de trabajar. Después de ver las distintas reacciones y en beneficio de todos, me di a la tarea de investigar más sobre el tema y poder hacer aportaciones concretas de cómo hacer que el home office sea altamente productivo tanto para las organizaciones que lo autorizan como para los beneficiarios de éste.

Lo primero que debo decir es que una extensa investigación de la Universidad de Stanford ‒como todos saben, una muy prestigiosa universidad norteamericana‒, demostró que las personas que hacen home office son 13% más productivas que las personas que hacen el mismo trabajo desde una oficina.

Un segundo tema muy importante para destacar es que todos los estudios de cultura y clima organizacional han demostrado que la gente haciendo home office está mucho más contenta, y hasta más feliz con esta condición, principalmente porque lograron mejorar su balance de vida y trabajo. Uno de los artículos donde obtuve algunas de las referencias a las que haré mención, fue escrito por Cynthia Johnson y en este sentido ella dice: “Todo el mundo parece estar hablando sobre el equilibrio entre la vida laboral y personal en estos días, y no hay una mejor manera de mejorar el equilibrio entre la vida laboral y laboral de sus empleados que dejarlos trabajar desde casa.” Aumentará la lealtad de los empleados. Casi cualquier persona que haya tenido la oportunidad de trabajar desde casa nunca soñaría con dejarlo. Al darles a sus empleados esta oportunidad, serán extremadamente leales a su empresa.

Cynthia Johnson
Foto: StartUp Mindset.

Otro aspecto son los ahorros y beneficios para TODOS en relación a la movilidad. Quise confrontar datos sobre el tema y me ha costado mucho trabajo, pero hay investigaciones y estudios muy serios que dicen que los ciudadanos de las grandes metrópolis del mundo gastaremos e invertiremos varios años de nuestras vidas en el tráfico de las mismas, ya sea conduciendo nuestro vehículo o en los distintos medios de transporte público. No hay duda alguna que ésta es la principal buena razón para hacer home office. No sólo se beneficia él/la que lo hace al no tener que conducir varias horas a la semana, ahorro en el mantenimiento del vehículo, ahorros en gasolina y con las modalidades de seguros para autos disponibles ya en el mercado, también hay ahorros en el seguro del auto, y si usamos transporte público, igual, hay grandes ahorros en las horas de desplazamiento en los mismos; ahorrarse en muchas ocasiones filas para poder subirse al pesero, microbús, metrobús y, penosamente en nuestro caso, “no ser sujeto a un asalto en el transporte público”, que de manera lamentable están al orden del día; asimismo, se beneficia la empresa/organización al tener menos lugares de estacionamiento y a la sociedad teniendo menos autos circulando, lo que generará disminuir la contaminación.

sin trafico
Fotografía: El Financiero.

Trabajar desde casa implica, en cualquier modalidad ‒es decir, de tiempo completo o parcialmente‒, ahorros muy importantes para las organizaciones al tener muchos menos metros cuadrados disponibles, ya sean propios o rentados. Hace un par de años tuve la oportunidad de ver cómo una empresa se había ahorrado 30% de su costo mensual de renta, al haber puesto el home office por un día a la semana entre todo el personal. Sólo no estaban sujetos al programa el personal de limpieza y únicamente los siete directores mantuvieron su oficina propia. En este caso también se hizo un importante ejercicio de “paper less” donde sólo se imprimía lo verdaderamente necesario y buena parte de los que estaba en archivos se digitalizó; algunos papeles contables o legales se enviaron a bodegas y se procedió a tirar una gran cantidad de archivos en papel que, como casi siempre, nadie utilizaría nunca, pero ahí estaban ocupando lugar y costando rentas.

Obviamente, al tener a muchos o pocos empleados haciendo home office, tendrá ahorros en mantenimiento del edificio u oficinas, ya sea que pague por metro cuadrado o por el menor uso de las oficinas, habrá necesariamente ahorros en el mediano y largo plazos, menos gastos de electricidad, menos copias (sin que todavía alguien las use), gastos de agua, café, comedor o cafetería. Como ejemplo, para darles un buen caso en este sentido, IBM se ha ahorrado más de 100 millones de dólares al año desde que inició, ya hace muchos años, sus programas de trabajo remoto en Estados Unidos.

Uno de los mejores ahorros cualitativos y también cuantitativos, es que habrá muchas menos juntas y reuniones improductivas. Hay un montón de jefes, mas no líderes, que tienen obsesión por hacer juntas y hacen que sus organizaciones tengan “juntitis”. En home office provoca que las juntas tengan que ser mucho más productivas. Les aseguro que se ahorrarán miles de horas-hombre al tener menos o mejores juntas. Una investigación de la revista Harvard Business Review señala que los empleados de oficina, incluidos los vendedores, gastarán entre tres y cinco años de su vida en juntas y los ejecutivos de alto rango, hasta nueve años.

juntitis vicio en las empresas
Foto: Arturo Villegas.

Gracias a las tecnologías disponibles hoy en día ‒y seguramente vendrán todavía mejores‒, hoy es más fácil que nunca hacer home office. Como dice Cynthia JohnsonPuede estar conectado a la oficina cada minuto de cada día si así lo desea, gracias a Internet. El concepto de trabajar desde casa podría haber parecido extravagante hace 20 años, pero éste es el siglo XXI. Puede encontrar acceso a wifi en casi cualquier lugar, y herramientas como GoToMeeting y Skype facilitan la comunicación remota. Hay toneladas de servicios de gestión de productos para equipos remotos. Herramientas como Basecamp y Asana hacen que la administración de su equipo remoto sea extremadamente fácil. Estará tan actualizado sobre las actividades de sus empleados como lo estaría si estuvieran en una oficina.

Algo que quizás todavía no esté tan arraigado en México y en general en América Latina, pero que ya es una práctica para muchas empresas europeas y norteamericanas, es la posibilidad de contratar a personas que, por una u otra razón, no se quieren mover de donde viven. Hoy, gracias al home office, puedes contratar al/la mejor desde su casa, o puedes contratar a los mejores, sin importar dónde se encuentren. Prácticamente ninguna distancia puede evitar que trabajes con alguien en el mundo. Y también puedo poner ejemplos sencillos y mucho más obvios, y que los tengo muy cercanos: las jóvenes mamás que tienen bebés de meses no pueden o les resulta muy difícil trabajar jornadas completas. Cuántas mujeres en esta condición han tenido que dejar sus empleos y las empresas perder todo lo invertido en ellas por no tener un programa como éste. Mis dos hijas tuvieron que dejar sus empleos por tener que cuidar a sus hijos recién nacidos, a pesar de que ambas hubieran (felices) querido seguir trabajando, pero en sus compañías no había programas que les dieran estas oportunidades.

mamas que trabajan desde casa
Foto: VIX.

Piense que estos hechos le permitirían obtener mayor información sobre otros mercados. Cuando tiene empleados que trabajan en todo el país, o incluso en todo el mundo, puede obtener una visión increíble de los mercados locales.

1. Las empresas que tienen ya algunos años con programas de home office pueden afirmar que hay menos ausentismo, que los empelados/as tienden a renunciar con mucho menos facilidad, lo que reduce la rotación, los empelados se “enferman” menos y piden menos días extras para hacer tal o cual actividad.
2. Las empresas que tienen este tipo de programas por lo general salen mucho mejor evaluadas que las que no lo tienen en prácticamente todas las certificaciones que hay en la materia, y no señalo a ninguna para no hacerles ni buena, ni mala publicidad, pero todo mundo sabe a cuáles me refiero. Así que esas empresas obtienen buenos comentarios de sus empleados formal e informalmente, y pueden usarse esas certificaciones como elementos de relaciones públicas para hacer más atractiva nuestra empresa como un buen lugar de trabajo y, además, los empleados de otras empresas estarán celosos.
3.  No tiene que ser todo o nada. Si un entorno de trabajo desde la casa al 100% no está en las posibilidades de su empresa, intente darles a los empleados la oportunidad de trabajar desde casa una vez a la semana o algunos días del mes. La mayoría de los beneficios enumerados aquí todavía se aplicarán. Prácticamente todas las 100 principales compañías de las publicaciones como Forbes ofrecen opciones de trabajo desde casa, pero muy pocas son completamente remotas.
4. Finalmente, puedo decir que las experiencias lejanas o cercanas que he tenido sobre el tema y la literatura que he leído sobre el tema, señala que los empleados que hacen home office trabajarán más tiempo diariamente.

Trabajar desde casa o hacer home office

Lectura: 5 minutosGracias a los acelerados avances tecnológicos en telefonía, apps, la nube y propiamente el internet, las distancias se derriban y uno puede desde la comodidad del estudio, la sala, el comedor o, a veces, desde la recámara y en pijama, trabajar de forma muy eficiente y productiva para uno mismo y/o para su organización.

El home office es una tendencia relativamente reciente en México, importada de Estados Unidos. Posiblemente, inició como una forma de seguir trabajando cuando las nevadas y otros fenómenos climatológicos impedían salir a la calle a los empleados. Con el tiempo, las empresas y sus colaboradores fueron hallando no pocas ventajas al teletrabajo, algo muy conocido por quienes funcionan bajo el esquema de freelance.

Hoy ya hay muchas compañías cuyas sedes físicas no albergan a todos sus empleados, por múltiples razones, y muchos de ellos ya están trabajando desde su casa, en ocasiones viven en otras ciudades o países. Se dan casos de multinacionales que empelan a vendedores o gente de auditoría que carece de oficina en sus sedes y trabajan “en la calle”, en las oficinas de los clientes, en las oficinas temporales que se pueden rentar por horas, días, semanas, meses, o simplemente desde la casa y esto seguirá creciendo rápidamente, porque las empresas lo quieren y les beneficia, además porque hay dos o tres generaciones de empleados que lo exigen.

Home office.
Fotografía: ExpokNews.

Es un hecho que a muchas organizaciones les conviene este esquema ya que logran importantes ahorros en costos de renta, mobiliario, papelería, servicios de telecomunicaciones, electricidad, café, agua, galletas, comedores, seguridad, etcétera.

Este tipo de trabajo conlleva sus riesgos. Uno de ellos está dado por el ambiente relajado del hogar o las múltiples distracciones que encuentra uno ahí, desde el refrigerador, la televisión, jugar con la mascota, o que otros miembros de la casa lo interrumpan constantemente, recurren a quien no sale para hacerle toda clase de encomiendas y encargos al suponer que tiene tiempo para hacerlo, está de flojo, o de vacaciones.

No hay nada como el orden y la disciplina para mantener la productividad. Fijarse una rutina, respetar los horarios, incluyendo claros momentos de receso y descanso. Claro, con la ventaja que da la flexibilidad de horarios: uno puede seguir haciendo un proyecto o un estudio a media noche o en la madrugada, escuchando su música favorita, quizá bebiendo una copa de vino, sin molestar a la familia en casa.

Es innegable que la movilidad de las ciudades y el medio ambiente resultan beneficiados con el trabajo remoto y/o bien con los horarios flexibles. No necesariamente uno debe estar como ermitaño recluido en el hogar, pues existe la posibilidad de acudir regularmente a la empresa en horas acordadas, a fin de coincidir con los demás y desahogar juntas, reuniones, trámites, tener la necesaria interacción cara a cara. De este modo, la gente puede trabajar desde casa temprano para evitar así el tráfico y el estrés matutino para llegar más tarde a la oficina y retirarse temprano a su hogar a seguir trabajando, o exactamente todo lo contrario, pero siempre en contraflujo. Por supuesto que estos esquemas son muy motivadores para la gente y benéficos para las empresas.

Las organizaciones que no den este tipo de beneficios a sus colaboradores en el mediano y largo plazo están condenadas a desparecer.

Trabajo remoto.
Fotografía: MBA & Educación Ejecutiva.

Uno puede ser muy feliz haciendo home office, pues tiene muchas ventajas, entre otras se evita perder varias horas al día en los embotellamientos y aglomeraciones de los traslados citadinos, además de ahorrar gasolina o el desgaste del vehículo, e incluso, bien planeado, se podría prescindir del auto, y cuando se es necesario, usar alguna de las apps de servicios alternativos al vehículo personal, o usar el transporte público que hay en la Ciudad de México.

Me consta –personalmente– que trabajar desde casa o hacer home office combinado con un esquema de horarios flexibles es la fórmula perfecta. Prácticamente desde septiembre del 2017, como producto del muy lamentable sismo, me quedé sin oficinas y sin el espacio de mi galería, lo que me obligó a repensar el tema profundamente y luego de un corto período (cuatro meses) de transición, decidí estar en modo 100% home office con el componente de horarios flexibles, para aprovechar ciertos asuntos: puedo, por ejemplo, visitar una exposición de éstas que son muy concurridas, el martes a las 11:00 a.m., donde habrá muy poca gente y ese día empiezo antes o termino después de “trabajar”; puedo ir al cine a las 16:00 horas e inclusive en ciertos horarios donde me dan descuentos; además puedo ir al súper prácticamente a la hora que quiera y no tener que hacerlo por la tarde/noche o en fines de semana, donde siempre habrá mucho más gente. Voy al gimnasio en horarios mucho más despejados, considerando que mi plan no es ir a ligar.

Como se podrán imaginar, tengo ahora un ahorro directo al dejar de pagar renta, estacionamiento, aunque sea parquímetro, el uso del auto lo he reducido a menos de la mitad y ahora también me muevo mucho más en bicicleta (propia y las de servicio público), también en patineta eléctrica, y camino mucho más.

Uno de los mejores incentivos en este esquema ganar-ganar, es que, quien no da resultados no cobra y se trabaja de forma relajada, sin tantas presiones y agobio.

Escritorio.
Imagen: Macfaen.es.

No hay lugar como nuestro hogar, sobre todo cuando uno puede cómodamente trabajar desde ahí. 

Algunos consejos para el trabajo desde casa:

  1. Tener un espacio propio o privado para ser productivo, es casi un requisito indispensable.
  2. Hay que tener muebles adecuados: Un escritorio y un asiento cómodo; buena iluminación (tener una buena lámpara es básico); un muy buen wifi y obviamente una computadora, laptop o tableta; una impresora; suficiente espacio para organizar y colocar documentos de trabajo; trituradora de papel, además de todos elementos de papelería necesarios: una engrapadora, plumas, lápices y para algunos será fundamental la cafetera.
  3. Si no somos organizados, el área de trabajo puede ser un desastre. Existe el riesgo de llenarnos de cosas de todo tipo que impidan hallar lo que necesitamos y perdamos tiempo. No es secreto que hay que procurar tener un lugar o espacio para guardar cosas, que nos ayude a poner orden en la oficina casera. Aquí aplica el clásico de “un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar”.
  4. Escritorio limpio. Este mueble es el corazón de tu oficina. Ahí trabajas con tu computadora, documentos importantes, y proyectos. Por ello es básico tenerlo lo más limpio posible. Cada tarde/noche, al terminar la jornada laboral, hay que despejar el área, limpiarla, para empezar el día siguiente con un escritorio limpio.
  5. La computadora es instrumento de trabajo, aunque puede convertirse en un distractor o una carga. Hay que depurar y organizar adecuadamente correos, archivos, borrar spam, guardar los e-mails de amigos con bromas para un momento de descanso y evitar que nos quiten el tiempo… En otras palabras, usarla para su propósito central y evitar que nos controle. Lo mismo aplica para el celular.
  6. Y sobre todas las cosas: disciplina, mucha disciplina, para trabajar, aunque estés en casa (o por eso mismo).