Más Maquiavelo

Violencia en Celaya

Lectura: 3 minutos

El pasado fin de semana, Celaya, la tercera ciudad más grande de Guanajuato, vivió (otra vez) una jornada violenta. Bloqueos, autos y comercios incendiados construyeron el paisaje de miedo y caos en la ciudad. Crónicas periodísticas y reportes policiales apuntan a que la región se ha convertido en un campo de disputa entre grupos criminales, con Celaya como epicentro. El diagnóstico, aunque acertado, carece del análisis de elementos estructurales que implican ver mucho más atrás del pasado fin de semana pasado e, incluso, del último año. En la última década, Celaya quedó atrapado entre una política fallida de seguridad que provocó la aparición de grupos delictivos más pequeños pero violentos, la inserción en un cluster de desarrollo industrial que no se acompañó de desarrollo social, y la evolución de un “nuevo” mercado ilegal  basado en el robo y venta de combustibles.

De acuerdo con cálculos de Diego Valle-Jones, y basados en los registros del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el municipio de Celaya suma 364 homicidios dolosos denunciados entre junio de 2019 y mayo de 2020. Esa cifra se traduce en una tasa de 65.8 asesinatos por cada cien mil habitantes, más del doble en comparación con la tasa nacional que, de por sí, ya es muy alta. El municipio de Celaya no es la excepción sino el epicentro de una serie de localidades guanajuatenses violentas. Para muestra, sobran los botones. Varios municipios alrededor de Celaya tienen tasas de homicidio por encima de los cien casos. Es el caso de Apaseo el Grande, Apaseo el Alto, Salamanca, Tarímoro y Santiago Maravatío –este último incluso alcanza una tasa de casi 207–. Todo esto sin considerar la cifra negra o casos no denunciados.

celaya violencia
Ilustración: El Universal.

Hace veinte años Celaya no era tan violenta, o al menos eso demuestran los datos de las defunciones por homicidio que registra el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (y que no lidia con tantos problemas de cifra negra pues no se basa en las denuncias). En 1998, hace veintidós años, Celaya registró 26 defunciones por homicidio durante todo el año. Del total, dos víctimas fueron mujeres. Casi la mitad (12) tenían entre 15 y 39 años (el rango de edad donde más hay ocurrencia de víctimas en la actualidad). Tomando como base la población del censo del 2000, la tasa de homicidios de Celaya en aquel año fue de 6.8 por cada cien mil habitantes.

Diez años después, en el 2008, el total de víctimas en ese año fue de 45. Es decir, en diez años, la cifra municipal anual aumentó pero ni siquiera se duplicó. En ese año, del total, las víctimas mujeres fueron siete, por lo que ahí sí hubo casi una triplicación comparando 1998 contra 2008. Lo que sí se mantuvo es la tendencia del juvenicidio: más de la mitad de las víctimas tenían entre 15 y 39 años. Tomando como base la población según el censo de 2010, la tasa de homicidios de Celaya en 2008 fue de 9.6 homicidios por cada cien mil habitantes, un incremento relativamente pequeño de 2.8 comparando 1998 vs 2008. Sin embargo, todo se agravó drásticamente en los siguientes años.

celaya
Ilustración: Letras Libres.

En el 2018 (y el año más reciente publicado con esta información), la cifra de víctimas que registró Celaya fue de 245. Durante ese año, el número de víctimas mujeres aumentó más de cinco veces en comparación con 2008, y la tendencia de concentrar víctimas jóvenes se acentuó: del total, más del 81% tenían entre 15 y 39 años. Finalmente, el dato más revelador es el incremento en la tasa de homicidio: 53.6 casos por cada cien mil habitantes. Y como ya se citó, en este 2020, con base en casos denunciados, esa tasa sigue incrementando. ¿Cómo explicar que una ciudad prácticamente octuplique su tasa de homicidio anual en un lapso de veinte años?

El caso de Celaya recuerda que los espacios sociales y sus dinámicas cambian, y que las afectaciones a niveles nacional, regional y global impactan localmente. Pero este caso también refrenda que las decisiones y omisiones de política pública tienen consecuencias sobre la vida de las personas. En Celaya urge justicia, reparación de daños, y una política de seguridad integral de corto, mediano y largo plazo. De lo contrario, es cuestión de tiempo para que se sumen más municipios a la larga lista de municipios violentos en la que, desde hace años, Celaya ya se inscribió.


También te puede interesar: ¿Narco-Valhalla?

¿Narco-Valhalla?

Lectura: 3 minutos

En la mitología nórdica, el Valhalla es una suerte de paraíso. De acuerdo con las creencias vikingas, los guerreros caídos en combate iban, al morir, directo al Valhalla, un salón gobernado por el dios Odín. Aspirar a ese paraíso era una motivación sin igual para un guerrero vikingo en batalla. De acuerdo con el diario holandés De Telegraaf, Países Bajos se ha convertido en el Valhalla de los grupos dedicados al narcotráfico. La metáfora de este diario secunda las declaraciones de Andy Kraag, jefe de la División Nacional de Investigación Criminal de aquel país, quien dijo que los narcotraficantes holandeses colaboran con mexicanos para “adquirir experiencia y reemplazar éxtasis por metanfetamina en los laboratorios”.

El incremento de laboratorios móviles para la elaboración de estas drogas es la variable que refuerza la hipótesis de colaboración. Los narcotraficantes holandeses, dijo Kraag, “ya tienen la infraestructura, las materias primas y las redes de distribución necesarias. Sólo les faltaban las recetas de los mexicanos”. Max Daniel, jefe de Operaciones contra el Narcotráfico en este país europeo, afirmó que los cárteles mexicanos son “una plaga”. Se trata de grupos, dice, en busca de nuevos mercados en Europa y que encuentran en Holanda una plataforma para consolidar esta búsqueda a través de aprovechar la ubicación y la infraestructura del país como los puertos, aeropuertos, rutas, telecomunicaciones y, en general, las vías de comunicación.

andy kraag
Andy Kraag, jefe de la División Nacional de Investigación Criminal en Holanda (Fotografía: New Straits Times).

¿Qué significa que Países Bajos sea el paraíso de los narcotraficantes? A juzgar por los dichos de Kraag y Daniel, el Valhalla se parece mucho a la globalización rampante. De hecho, si no se tratara de metanfetaminas, sino del comercio de bienes o servicios legales, estarían describiendo las condiciones del éxito de cualquier iniciativa empresarial. La expansión de mercados global impulsada por el neoliberalismo desde hace poco más de tres décadas es una moneda de dos caras. Por un lado, la de los mercados lícitos; por el otro, la de los ilícitos. Es iluso pretender aspirar sólo a una de las caras sin asumir los riesgos de la otra. Y, además, es reduccionista repartir culpas con etiquetas nacionales.

Hace casi una década, el conflicto entre mafias holandesas tenía un componente étnico y migratorio. Una “guerra” entre narcotraficantes marroquíes y antillanos –por un lado, migrantes o descendientes de marroquíes; por el otro, antillanos provenientes de territorios holandeses en esa zona del mundo– provocó una escalada de violencia particularmente en Ámsterdam. Unos años después, en 2016, la prensa holandesa dijo que el conflicto se estaba “mexicanizando” a raíz del incremento de violencia –concretamente a partir del caso de un cuerpo desmembrado en dicha ciudad–. Un par de años después, en 2018, un informe del sindicato de la policía holandesa dijo que el país estaba adquiriendo los “rasgos de un narco-Estado”. Entre otras cosas, la afirmación se basaba en la falta de detectives y la proclividad hacia la concurrencia de delitos violentos derivados del narcotráfico.

mafia en holanda
Fotografía: BBC.

Si el Valhalla del siglo XXI significa el aprovechamiento de sitios estratégicos y la expansión de mercados para maximizar ganancias, los holandeses padecen de su propio éxito. El mismo que les posiciona como una de las economías de mercado que mejor funciona a nivel mundial. Pero si el Valhalla, en cambio, significa impunidad, riesgos para la salud pública, e incremento de la violencia, entonces el concepto es por demás desafortunado. La discusión y el diagnóstico necesita orientarse hacia una preocupación política de la regulación de mercados ilegales, y particularmente de la violencia que implican. De otra forma, seguir por la ruta argumentativa de la expansión de mercados y de culpar a “foráneos”, puede fácilmente conducir a salidas falsas como el Brexit o a negar los beneficios de la apertura al estilo Trump. Es indispensable evitar esa clase de nacionalismos, particularmente en tiempos como los que se vislumbran en la era postcovid-19.


También te puede interesar: Mafias en tiempos de coronavirus. 2ª Parte.

Mafias en tiempos de coronavirus. 2ª Parte

Lectura: 3 minutos

Algunas crisis son oportunidades, o eso suele decirse en el mundo de emprendedores y millonarios. La edición pasada de esta columna, publicada hace un mes, alertó sobre el riesgo de que grupos criminales alrededor del mundo utilizaran la crisis para capitalizarla políticamente a su favor. Un mes después, la evidencia abunda. En medio de la pandemia, medios de comunicación alrededor del mundo continúan reportando a grupos criminales realizando actos filantrópicos dirigidos, en apariencia, a aligerar el peso de las penurias que provoca la crisis sanitaria. ¿Cuánta filantropía hay en estas acciones? Poca en comparación a la oportunidad política. No es tanto un tema de emprendedores como sí lo es de poder. El juego se llama legitimidad, ese preciado intangible que facilita la ya difícil tarea de gobernar.

Los primeros focos de alerta fueron reportados en Brasil e Italia. En el primer caso,  presuntos narcotraficantes han impuesto y vigilado toques de queda en las favelas de Río de Janeiro para garantizar el resguardo de la población en casa. En Italia, las mafias locales ya no sólo reparten comida gratuita a familias en situación de pobreza derivada de la crisis sanitaria en Calabria, Campania, Puglia y Sicilia, territorios históricamente controlados por la ‘Ndrangheta, la Camorra y la Cosa Nostra. Ahora también ofrecen préstamos a la población con mejores condiciones en comparación con las instituciones financieras legales. En las pasadas semanas, sin embargo, otros casos similares se han sumado en El Salvador, Sudáfrica y, por supuesto, México.

favela
Fotografía: Infobae.

En El Salvador, pandillas locales no sólo impusieron toques de queda, también han establecido castigos. Quien no cumpla, dicen, será golpeado o asesinado. Reconociendo la dificultad de los tiempos, las pandillas dejaron de recolectar la “renta”, como se le llama a la extorsión. Sin embargo, declaran un estado de excepción que, en estricto sentido, les permite decidir sobre quién vive y quién muere. “Es una decisión de Barrio, o sea de toda la pandilla […] En algunos lugares ya se están aplicando las medidas, a algunos cuerudos ya se les tuvo que pegar un coscorrón”, cuenta un líder de la MS-13 al diario El Faro. Mientras tanto, el presidente Nayib Bukele exhibe públicamente a pandilleros encarcelados en un hacinamiento que, además de arriesgar el respeto a los derechos humanos, tampoco respeta ninguna forma de distanciamiento social.

En Ciudad del Cabo, la segunda ciudad más poblada de Sudáfrica, pandillas locales rivales hacen trabajos humanitarios bajo la coordinación del pastor de la comunidad, Andie Steele-Smith. El día que el confinamiento fue declarado, Andie recibió llamadas de líderes de estas pandillas, quienes le confesaron que estaban muriendo de hambre. La crisis abrió un espacio de “paz” en la que, pandillas otrora rivales, repartieron víveres a la comunidad. Las autoridades locales, sin embargo, ven el fenómeno con escepticismo y se resisten a exonerar años de agravios a cambio de unos días de caridad. México no es la excepción. En varios estados de la República han ocurrido, a cargo de grupos criminales, repartos de despensa, aparición de mantas con amenazas para quien salga a la calle, filtros sanitarios y hasta palazos de castigo.

despensa grupos criminales
Fotografía: DW.

“Excelente gesto gracias por ayudar al pueblo bendiciones” [sic], escribió un usuario de redes sociales ante una publicación donde se observan despensas repartidas presuntamente por grupos criminales en Tamaulipas. Otro más pide: “Ojalá también fueran a los hospitales a poner orden”. Este caso se suma a otro presunto reparto de despensas en Michoacán. Un video en redes sociales exhibe a civiles armados repartiendo víveres desde una camioneta Pick-up. En Jalisco, otros videos y fotografías exhiben reparto de despensas con la imagen de Joaquín “El Chapo” Guzmán. En Chihuahua, la dinámica de reparto de despensas es la misma pero, ahí, la imagen impresa es la de Osama Bin Laden.

Ante la incertidumbre, las carencias, la incompetencia de gobernantes, o una mezcla de ello, ésta es una oportunidad para que grupos criminales reaparezcan o se consoliden como autoridades legítimas en el nivel más local. Las pérdidas monetarias por la crisis en los mercados ilegales pueden compensarse con las ganancias políticas resultantes de dominar el juego de la legitimidad. Al final, administrar la cuarentena, vigilar toques de queda o repartir comida no son sino acciones de poder dirigidas a capitalizar el hambre, el miedo, la desgracia y el descontento. Ignorarlo, tarde o temprano acentuará los problemas de gobernabilidad. Después de todo, dicen que algunas crisis son oportunidades.


También te puede interesar: Mafias en tiempos de coronavirus.

“Mafias en tiempos de coronavirus”

Lectura: 3 minutos

A estas alturas de la pandemia, poca duda queda de que el coronavirus ha modificado un sinfín de dinámicas sociales alrededor del mundo. Paul Noth, caricaturista para The New Yorker, publicó un hilarante cartón en medio de la pandemia. En él se aprecian a cuatro presuntos mafiosos sentados alrededor de una mesa. Uno de ellos se dirige al resto, y les enuncia: “Por razones de salud y seguridad, haremos una transición hacia el ciber-crimen”. Los tiempos de la globalización homogeneizan prácticas, flujos y dinámicas –la pandemia, por ejemplo–. Sin embargo, algunas otras las diversifica, resaltando así el peso de lo local en momentos donde parece que todo es o tiende a ser global. Es el caso de los grupos criminales alrededor del mundo.

mafias y covid 19
Ilustración: Paul Noth.

El cartón de Noth, divertido y agudo, refleja lo que seguramente pasará con algunas mafias y en general con algunos mercados ilegales globales. El desarrollo de las policías cibernéticas alrededor del mundo dan cuenta del desarrollo de este peculiar espacio como una extensión virtual y real de actividades ilícitas. Sin embargo, no es una regla universal. En el contexto de la actual pandemia por coronavirus, grupos criminales alrededor del mundo serán afectados homogéneamente; no obstante, el tipo de afectaciones, reacciones y adaptaciones serán profundamente heterogéneas. De qué dependen, así como el tamaño y características de esas variaciones, son preguntas todavía muy difíciles de responder.

En Brasil, por ejemplo, presuntos narcotraficantes han salido a las favelas de Río de Janeiro para anunciar la imposición de toques de queda. La razón: asegurar el resguardo de la población en casa para evitar la dispersión del contagio del virus. A través de patrullajes, el toque de queda se anuncia, junto con la advertencia de que nadie puede salir de casa después de las ocho de la noche. Mientras tanto, el presidente brasileño Jair Bolsonaro se enfrenta con Twitter y otras plataformas de redes sociales por bajar sus videos en donde promueve que la gente continúe con sus actividades normales. “Los traficantes están haciendo esto porque el gobierno está ausente”, le dice un habitante de las favelas a periodistas del diario inglés The Guardian.

mafias en desuso
Ilustración: Leslie Herman.

A casi nueve mil kilómetros de distancia, en el sur de Italia, las “pérdidas” económicas de las mafias locales ascienden cerca del 80%. Según un reporte de Antimafia Duemila, esta reducción de ingresos se da básicamente por la baja incidencia en casos de robo y extorsión a comercios. Sin embargo, autoridades locales como Leoluca Orlando, el famoso alcalde antimafia de Palermo, advierte del riesgo de que la mafia resurja en el contexto de la crisis sanitaria, aprovechando las tensiones sociales de pobreza y marginación históricas en ésta y otras partes del país. El riesgo de que organizaciones criminales capitalicen el descontento social producto de la emergencia sanitaria es, por decir lo menos, real.

¿Qué pasa en México? Si en otros contextos cualquier respuesta es aún prematura, en nuestro país lo es todavía más, considerando que los estragos de la epidemia apenas se avecinan –incluso en un escenario en donde se logre la tan deseada aplanación de curva de infectados–. Artículos de Alejandro Hope en El Universal y Deborah Bonello en Vice, ya desarrollan hipótesis derivadas de la escasez de precursores para la elaboración de metanfetaminas en México, así como sus implicaciones comerciales y de mercado. Es una variable indispensable. Falta averiguar cómo reaccionan los grupos criminales al margen –o paralelamente– a sus pérdidas comerciales. Los casos de Brasil e Italia sugieren que los contextos de crisis –sanitarias o económicas– potencialmente arrojan a los grupos criminales a reivindicarse como autoridades legítimas. Son lecciones de profunda relevancia para los gobiernos mexicanos. Mejor no ignorarlas.


También te puede interesar: Antimonumentos y las mafias del poder.

Tommaso Buscetta y Genaro García Luna

Lectura: 3 minutos

A Sergio Aguayo, #YoConAguayo.

A mediados de la década de los ochenta, Tommaso Buscetta, un mafioso siciliano miembro de la Cosa Nostra, se convirtió en el primer pentito. Buscetta fue el primer “arrepentido” en confesar su membresía a la mafia y explicar su funcionamiento. Aunque en estricto sentido no fue el primero –pues ya habían casos de mafiosos confesos en décadas anteriores–, el testimonio de Buscetta sí fue el primero que se registró judicialmente. Además, lo hizo en un momento determinante de la historia reciente siciliana: en medio del Maxiproceso, es decir, el juicio más grande contra la mafia jamás visto en la isla italiana. Las palabras de Buscetta fueron un terremoto. No sólo confesó que la mafia efectivamente existía en un momento en el que, todavía, había voces que decían que aquello no era sino un mito. También le permitió a los jueces a cargo del Maxiproceso reconstruir el entramado de redes y relaciones para entender qué era la mafia.

Ello dio las bases para construir el famoso teorema Buscetta con el que se pudo conocer cómo funcionaba aquel grupo criminal y, por tanto, cómo debilitarlo. En pleno 2020, de este lado del continente, ¿cuál es el potencial que el caso García Luna tiene para construir conocimiento sobre el fenómeno criminal mexicano y en general de la región? En otras palabras, ¿qué conocimiento puede generar el juicio que enfrenta el exfuncionario? El caso de García Luna nos retrae justificadamente hacia un periodo crucial: el gobierno de Felipe Calderón y la famosa estrategia de la guerra contra el narcotráfico. Aunque no todo empezó ni terminó ahí, a este periodo que está razonablemente bien explicado le faltan piezas para terminar de entender su relevancia, impacto y consecuencias –y, sobre todo, lecciones de errores que la política pública no debe repetir–.

Izquierda: Genaro García Luna; derecha: Tommaso Buscetta.

La hipotética acusación de García Luna es pieza fundamental para terminar de entender qué pasó y cómo pasó, aunque también podría hacerlo su hipotética inocencia. Puesto de otra manera, los analistas del fenómeno de violencia criminal invariablemente incorporarán este elemento al análisis de esta coyuntura. A partir de ahí, se enfilarán nuevas rutas de entendimiento. Es un ejercicio indispensable. Sin embargo, por otro lado, la discusión sobre la situación actual en materia de violencia, delincuencia, criminalidad e ilegalidad corre el riesgo de quedar distraída, dispersa y confundida. Necesitamos construir las dos explicaciones, y este ejercicio debe realizarse simultáneamente. El presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha usado y abusado la referencia al pasado para explicar los niveles actuales de violencia. No es descabellado, pero realiza una conexión inmediata y lógica que no es tan lógica ni, mucho menos, inmediata.

En buena medida, la actual falta de estrategia se explica por la carencia de diagnóstico. Para saber qué hacer, necesitamos saber qué pasa en el país. El caso Buscetta terminó por ser la bisagra que enlazó un diagnóstico afinado, con la eficiencia de una acción judicial certera, eficiente y relativamente perdurable. Permitió reconocer de qué se estaba hablando y en qué términos. El caso García Luna puede sentar las bases para profundizar el entendimiento de lo que pasó en el muy reciente pasado mexicano, el mismo que alimenta el presente.

Por ejemplo, en construir un hipotético teorema García Luna. Cualquiera que sea el resultado del juicio, éste arrojará información que deberá incorporarse para construir conocimiento. Y luego, ese conocimiento deberá utilizarse para diseñar más y mejores estrategias que reduzcan los estragos de la violencia criminal. Ambos flancos deberán analizarse. Ya después será responsabilidad de quien gobierna tomar en cuenta ese conocimiento para diseñar estrategias que atiendan la crisis del presente.


También te puede interesar: Los otros García Luna

Los otros García Luna

Lectura: 3 minutos

Alfonso Durazo, Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, afirmó que esta administración no tendrá un García Luna. “Podemos darle certeza, a ustedes y al País, de que entre el equipo de primera línea del Presidente de la República no se va a encontrar jamás a un García Luna”, afirmó en el marco de una reunión con el cuerpo diplomático mexicano. Es un compromiso tan singular como relevante. Casi al mismo tiempo, la familia LeBarón fue notificada de la existencia de cuarenta sospechosos involucrados en la masacre de esa familia en noviembre del año pasado. Resta investigar si, entre esos sospechosos, u otros que puedan surgir producto de investigaciones posteriores, hay o no funcionarios públicos locales. Concretamente importa saber si una o varias autoridades fueron responsables por acción y omisión de una atrocidad de este tamaño.

Las declaraciones de Durazo son interesantes a la luz del caso de los LeBarón. Por un lado, el Secretario se limita a hablar de la “primera línea del Presidente”. No expandir ese rango implica un reconocimiento implícito e indirecto de que, en la medida en que la dimensión es más local, más se escapa el control de confianza. Así, garantiza que no habrá un “García Luna” en ese espectro del gobierno federal y de alto nivel, pero le es imposible hacerlo para el nivel local. Por otro lado, la imagen de García Luna como eslabón que encadena el mundo legal con el criminal en un contexto como el de la guerra contra el narcotráfico, es en realidad la prueba de que ambos mundos se encuentran efectivamente vinculados. Si García Luna es la prueba más gráfica y notable de ello, los “pequeños” García Luna, funcionarios menores en las localidades concretas, son quienes habilitan esa concatenación un día sí y el otro también.

Genaro Garcia Luna tribunal de Nueva York
Imagen_ Línea Directa.

Los LeBarón fueron claros. Piden y han pedido que se investigue el porqué las autoridades tardaron tanto en reaccionar. Además, a pesar de que los “llenaron con poquita esperanza” con la información que recibieron, también reconocen desconfianza en las investigaciones oficiales. Cuántos García Luna tiene la administración pública mexicana es una pregunta tan relevante como incontestable en las actuales condiciones. Sin embargo, si sólo se puede transmitir confianza al nivel federal, esto refuerza la idea de un modelo de seguridad también a ese nivel. Olvidar el nivel local supone renunciar a un proyecto sustentable de construcción de paz. Si las localidades no cuentan con autoridades capaces de generar investigación criminal de calidad, y en general procuración efectiva de justicia y reparación de daños, entonces seguiremos apelando a guardias nacionales, gendarmerías, y en general cuerpos militares o militarizados con funciones de seguridad pública.

El tipo de violencia que afectó a los LeBarón y que ha afectado a tantas víctimas a lo largo del país la realizan redes criminales. Es un error pensar que estas redes no incluyen a funcionarios públicos. Esos son los “pequeños” García Luna que el Secretario promete no tendrán, pero sólo en la línea cercana al presidente. El día que esa promesa pueda hacerse en los tres niveles de gobierno, ese día se darán pasos sólidos hacia la procuración de justicia. Después tendrá que venir la atención permanente a víctimas, la restauración y construcción de una memoria, así como el asegurar que lo ganado no se pierda. En otras palabras, todavía son muchísimos pasos por delante. Nos viene bien que no haya otro García Luna en el círculo cercano del presidente, pero nos vendrá mucho mejor que así sea en todo el país.

Yacimiento de litio en Sonora. ¿Nos sacamos la lotería?

Lectura: 3 minutos

Apenas la semana pasada, se confirmó la presencia en México del mayor proyecto de desarrollo de litio a nivel mundial. El “nuevo petróleo del siglo XXI”, o el “oro blanco”, como ha sido llamado este mineral, es el material clave para la elaboración de baterías. En un mundo que acelera rápidamente hacia una transición energética global, y donde el mercado de los dispositivos y transportes eléctricos crece como espuma, el litio es la pieza clave. Hasta ahora, los grandes yacimientos de litio a nivel mundial se han ubicado fundamentalmente en Bolivia, Argentina, Chile y Australia, entre otros. México, como lo afirmó Francisco José Quiroga, Subsecretario de Minería de la Secretaría de Economía, es ya una potencia minera.

Sin embargo, con el hallazgo del yacimiento de litio en Sonora, el rumbo de esta actividad económica potencialmente se refuerza y reorienta. En principio, se espera que la extracción comience en el 2022, ya que se cuenta con una empresa china y una canadiense interesadas en participar en el desarrollo extractivo. ¿Se sacó México la lotería con este hallazgo? En 1971, el pescador Rudesindo Cantarell descubrió en la Sonda de Campeche el enorme yacimiento petrolero que llevó su nombre. Un histriónico José López Portillo, afirmó en su calidad de presidente que llegaba la hora de “administrar la abundancia”. A casi cincuenta años, la evidencia sugiere que se requirió más, mucho más, que sólo eso. En el caso del litio en Sonora, la violencia criminal es una variable añadida para la cual se necesita reflexión, investigación y acción. ¿Cómo se vinculan?

litio en mexico
Fotografía: Oaxaca Político.

En primer lugar, la región ya cuenta con este tipo de problemáticas. Y en segundo, derivado de lo anterior, la tentación de un jugoso negocio puede abrir las puertas para que actividades criminales tomen el control de alguna o varias partes de las ganancias del billete de lotería. Se requerirá de un auténtico trabajo de prevención de control mafioso sobre sectores económicos legales altamente redituables. Guadalupe Correa Cabrera, investigadora de la Universidad George Mason, documentó en su libro Los Zetas Inc. la forma en que ese grupo criminal aprovechó los cambios en la legislación mexicana en materia energética para incursionar en el comercio de energéticos (petróleo y gas, entre otros). Por si fuera poco, el marco de la guerra contra el crimen organizado terminó contribuyendo a que la tragedia humanitaria se tradujera en beneficios económicos concretos para grupos criminales de este tipo.

No es el único caso. En Italia, la mafia siciliana ha ido posicionando su dominio en el área agrícola y de producción energética. Volviendo a México, la influencia de los Caballeros Templarios de Michoacán sobre la actividad agrícola y minera de ese estado también dan cuenta de esos casos. Si las previsiones son ciertas, y el yacimiento en cuestión es tan grande, los intereses globales sobre él serán todavía de mayor tamaño. Desde una perspectiva geopolítica, la región será de alta prioridad para potencias globales. A nivel nacional, ello supondrá retos de seguridad y derechos humanos. El objetivo es traducir la actividad productiva en desarrollo local y en beneficios concretos para el país en general. De lo contrario, la posibilidad de una desestabilización es latente, en la cual unos pocos se beneficiarían mucho. Tomar estas precauciones es indispensable para evitar que el billete de lotería se convierta en una penitencia.

Evo Morales en La Herradura

Lectura: 3 minutos

A través de Twitter, la Asociación de Colonos de La Herradura, una colonia de clase alta en el Estado de México, se opuso “rotundamente” a que el gobierno mexicano “traiga al dictador y delincuente @evoespueblo [Evo Morales] a nuestro país, nuestro municipio y nuestra colonia”. El mensaje se anticipa a un posible hospedaje de Morales, en el marco de su asilamiento, en la “Casa Grande”, mansión que mandara construir el expresidente Manuel Ávila Camacho en el corazón del fraccionamiento al terminar su gestión presidencial. Desde hace un par de años, la Presidencia de la República solicitó la “Casa Grande” para usarla como “residencia ocasional de mandatarios extranjeros en visita oficial”, así como para “funciones propias de la Presidencia de la República”. Según el portal La Silla Rota, el inmueble ha hospedado a personalidades como Dolores del Río, Carlos Pellicer, Juan Rulfo, Orson Wells, Eleanor Roosevelt, así como a los príncipes Felipe de Edimburgo y Bernardo de Holanda, entre otros.

La Herradura es una zona residencial enclavada en Huixquilucan, municipio del Estado de México que forma parte de la zona conurbada de la Ciudad de México. El fraccionamiento está construido sobre lo que antiguamente era el Rancho de la Herradura, nombrado así por la forma que tomaba desde una vista aérea. El rancho, que le pertenecía precisamente a Ávila Camacho, fue luego convertido en zona residencial que revalorizaba los suburbios de la Ciudad de México, muy al estilo de la primera mitad del siglo XX estadounidense. La idea urbanística subyacente sugería alejar a los inquilinos de los caóticos y relativamente marginados centros urbanos, y construir casas que sirvieran como refugios en los alrededores de la ciudad. Vivir ahí donde sólo se puede llegar con autos que atraviesen las lomas sobre las que se construyen esas casas. El paraíso de los autos, y el terror de los peatones.

La Herradura.
Fotografía: La Silla Rota.

Quienes habitan estos suburbios eligen (los que pueden y porque pueden) alejarse, separarse y distinguirse. A través del siglo pasado, así se ubicaron (y en algunos casos siguen haciéndolo) las élites de ciudades en Estados Unidos. Práctica y simbólicamente, distanciarse supone diferenciarse. Para ello se construyen caminos difíciles o terrenos costosos que, materialmente, crean barreras entre unos y otros. La Herradura replicó ese modelo con relativo éxito. En otro tuit de hace algunos meses, la misma asociación de colonos se queja de quienes, sin ser residentes, compran “quesitos” a los vendedores ambulantes que se instalan en el fraccionamiento: “El problema, es que muchos (la mayoría) de los que compran, son personas que sólo usan a nuestra colonia como paso y no les importa afectar nuestro estándar de vida, con tal de comprar sus quesitos desde el auto por conveniencia. Estamos como estamos, porque somos como somos”.

Romper ese estándar de vida supone, de hecho, romper con la distancia. Tanto la simbólica como la práctica. De ahí el temor de que ya no estén como estaban, y que eso implique que ya no sean lo que eran. De alguna manera, la hipotética (ni siquiera confirmada al momento de escribir este texto) llegada de Evo a La Herradura, representa el miedo de esa ruptura significativa. Ya no se trata del vendedor ni del comprador de “quesitos”, esos que se instalan temporalmente en alguna esquina del fraccionamiento. Ahora, el avecindado atemporal es un “indio”, “moreno”, extranjero y líder político de una nación. Además, llega como invitado de honor del gobierno en turno. En otras palabras, y más allá de las simpatías o aversiones, Evo encarna el tormento del México aspiracional. Quienes quieren y pueden distinguirse necesitan del otro para hacerlo, pero lo necesitan alejado, diferente, controlado. Para estos, no puede haber mayor pesadilla que avecindar a ese otro. ¿Le invitarán a Evo un quesito en La Herradura?

Agradezco los comentarios de Jovani Rivera y Saúl Espino que enriquecieron este texto.