CDMX

Ponerlos frente a una pantalla no es aprendizaje digital

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Educación a distancia, insisten en llamarle. Cual prueba de que en las transiciones los términos de mundos pasados se resisten a desaparecer.

A contracorriente de la aceptación entusiasta de Marx de que todo (lo sólido) se desvanece en el aire, las mentalidades que resisten se aferran a sus referentes pasados.

Ya se decía, y se decía bien, una cosa son las competencias, las habilidades, y otras muy diferente, es estar listo para dar el salto en el mundo de las representaciones.

Es decir, se pueden haber cursado talleres, diplomados o posgrados para operar herramientas digitales. Mas, al momento de determinar valores, categorías, planos del mundo afectivo se podrá seguir siendo (vergonzosamente) binario.

¿De qué distancia se habla cuando usa el concepto “educación a distancia”? ¿Cuál es la noción que se tiene de cerca, lejos, espacio, distancia cuando se acepta sin más un término así?

educacion a distancia
Ilustración: Magisnet.

Ésa es la discusión de fondo. El mundo de los cambios de mentalidad. De construcción de nuevos horizontes en los que nociones que comúnmente damos por buenas, se enfrentan al filtro de los nuevos tiempos.

La masificación en el uso de plataformas digitales aplicadas al proceso de enseñanza aprendizaje, es una oportunidad de incalculable valor para dar el paso definitivo que nos acerque al mundo de las realidades, mentales y físicas, del presente.

Estar en el mundo digital, entendido como la legendaria construcción heideggeriana de un-estar-en-el-mundo, pasa entonces, necesariamente, por el lenguaje como representación de nuestro orden mental.

Lo que hacen las tecnologías digitales aplicadas a la educación es exactamente lo contrario a lo que la palabra “distancia” implica.

Las herramientas tecnológicas han traído consigo, justamente, lo contrario a distanciar: acercan, comunican, sincronizan, superan las barreras del espacio físico, y vuelven contiguo lo que de otro modo estaría condenado a ser distante.

Lo digital es, por paradójico que pueda parecer, justo, la superación de la distancia. La oportunidad de construir una contigüidad en la que aparecen rostros, se oyen voces, se miran gestos, se comparten imágenes.

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Ilustración: R. Sermet Öner.

He tomado a manera de préstamo, casi textual, el encabezado que el diario El País, dio hace poco a una entrevista con el rector de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

La UOC tiene 25 años de estar trabajando un modelo digital, cuenta a la fecha con más de 75 mil estudiantes y más de 5,500 trabajadores.

A últimas fechas, el Ministro de Universidades del gobierno español, el legendario investigador Manuel Castells, ha colocado de manera reiterada a la Universitat Oberta de Catalunya como un paradigma a seguir por parte del sistema tradicional de enseñanza superior.

“Con la emergencia, cada profesor ha impartido la clase como considera que es online y al final, depende de la artesanía de cada profesor”, afirma Josep A. Planell, rector de la UOC.

Se trata empero, acota Planell, quien a pesar de todo aplaude el esfuerzo que ha hecho la educación tradicional, más de una respuesta ante una emergencia que de un sistema de educación en línea.

Es cierto, como el propio Planell manifiesta que la bendita combinación entre bienes y servicios de calidad es esencial para dar el paso definitivo hacia un verdadero sistema híbrido de educación presencial y en línea.

El que los estudiantes cuenten con equipos potentes y que a la vez haya un servicio de conectividad de calidad y costo razonable, son dos variables indispensables.

Aflora aquí, sin embargo, como piedra de toque lo que desde AlfabetizaDigital (AlfaBD) hemos venido sosteniendo a lo largo de un lustro: el centro de todo ese nuevo engranaje es el cambio de mentalidades.

Planell, el rector de la UOC, no habla de educación a distancia, es cierto, pero sigue llamando a su planteamiento enseñanza online.

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Josep A. Planell i Estany, Rector de la Universitat Oberta de Catalunya (Fotografía: Flickr).

De lo que se trata, sostenemos en AlfaBD, es más bien de dar el paso definitivo e insertarnos no en una lógica en la que el soporte determine el concepto, sino a la inversa.

Esto quiere decir pasar de nombrar al nuevo tipo de educación de los nuevos tiempos de acuerdo con sus características extrínsecas: que si no es el mismo lugar es a distancia, que si es por Internet es online, que si no hay una aula compartida es no presencial.

El nuevo modelo de enseñanza-aprendizaje debe ser resultado de un gran salto cualitativo en el orden de nuestras representaciones.

La educación digital trasciende las pantallas, el tendido de redes o los aparatos sobre los cuales habrá de ocurrir una parte de ella.

Lo digital habrá de devenir en nuevas interacciones, nuevas sensibilidades, nuevas formas en la empatía humana y la construcción de lo común.

La educación digital no puede ser concebida como un supletorio por si lo tradicional falla, por si el estudiante no puede ir todos los días, por si el docente está en otro país.

De lo que hablamos aquí es del empeño por transitar de lleno y ocupar uno de los espacios simbólicos centrales de todo orden de época: ése donde ocurre la transmisión del saber, la información y la experiencia.

Lo digital no son las pantallas; sí, un nuevo pensar.

Pensarnos.


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Hacer el bien y buscar la verdad

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Hacer el bien y buscar la verdad son dos prácticas sencillas para una vida pacífica, armónica y de calidad. Dos habilidades que necesitan desarrollarse y perfeccionarse con el paso del tiempo, diferenciarse de lo que no son y sobre todo comprender sus límites y sus alcances.

Ser bueno o hacer el bien

Ser bueno y hacer el bien pueden estar íntimamente relacionadas, pero pueden pertenecer a dos horizontes totalmente opuestos relacionados con la motivación y la intencionalidad.

La intencionalidad de ser bueno es loable: sin embargo, desconfía de la propia persona y del entorno, por ello, tiende a ser excluyente por temor al contagio de la mala influencia, es dual porque hace distinción entre buenos y malos, es egoísta pues centra la atención en sí mismo, es indiferente frente a realidades ajenas que no entran dentro de sus estándares, es ciega a retos emergentes, heterónoma porque alguien más define lo correcto y dependiente del reconocimiento ajeno. Su origen y finalidad es uno mismo y el propio beneficio.

hacer el bien
Ilustración: Laurent Hrybyk.

Hacer el bien, en cambio, hace de la relación entre la persona y el ambiente el lugar concreto para llevar a cabo la acción porque confía en la posibilidad de humanización y mejora ambiental, es incluyente porque el otro en vez de amenaza es oportunidad, es integral porque reconoce que tanto el mal como el bien son una potencia en todos y lo reconoce sin miedo, es generosa porque se centra en el otro, es sensible a realidades ajenas a la propia condición, es lúcida porque reconoce situaciones emergentes, es autónoma aunque se apoye en opiniones ajenas de distintos puntos de vista, las cuales analiza, reflexiona antes de toma su postura y se auto reconoce. Su origen y finalidad se centra en el otro y en el bien común.

Estar informado o buscar la verdad

Al igual que en el binomio anterior, estar informado y conocer la verdad, aun cuando pueden estar relacionadas, lo que existe entre ellas es una radical diferencia que impacta de forma concreta y directa en la calidad de vida de las personas.

La información depende de la interpretación de la realidad de terceros. Ésta puede estar fundamentada y seriamente documentada pero siempre limitada por los horizontes de comprensión aun cuando esto no siempre se reconozca, puede ser errónea como consecuencia de la limitación humana, puede ser tendenciosa al buscar generar cierto impacto en la audiencia, es tan extensa que es imposible conocerla toda, es limitada a los canales de información que la difunden y frecuentemente innecesaria.

el bien
Imagen: Pinterest.

Buscar la verdad en cambio es un ejercicio personal de interpretación de la realidad tal cual se presenta y es; se fundamenta en la experiencia propia y asume que ésta siempre es condicionada y preliminar, reconoce la limitación propia y se esfuerza por romper los prejuicios que obstaculizan su ejercicio, carece de suyo de la pretensión de influir en otros, recurre a fuentes confiables bien documentadas, pero las analiza y reflexiona con rigor, reconoce la necesidad del esfuerzo constante ante la inmensidad de la verdad y sabe que siempre encuentra lo necesario para mantener la paz y la tranquilidad que requiere el momento.

Pretender solamente se bueno y estar informado genera angustia e impotencia cuando no se alcanzan los objetivos deseados, o soberbia e indiferencia cuando se confía demasiado en los propios logros; en ambos casos es una actividad que mayormente se dirige al sí mismo.

Pretender hacer el bien y buscar la verdad genera aceptación y satisfacción independientemente de objetivos y logros e impulsa la motivación para seguir por el camino del bien común en el cual está incluido, desde luego su propio ser.

Si podemos cambiar un poquito nuestras perspectivas,
podemos transformar las preocupaciones y los problemas en felicidad
y fortuna. Esto no requiere de poderes mágicos. Si podemos comprender una
diminuta cantidad del maravilloso Dharma del Budismo y aplicarla eficientemente
en los momentos críticos y cruciales de nuestras vidas, podremos progresar en nuestra
comprensión. Entonces convertiremos la estupidez en sabiduría y la ignorancia en iluminación.

Maestro Hsing Yun.


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Julián Carrillo, revolucionario musical

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Por fortuna para América nada tenemos que reclamar los músicos europeos en esta revolución, pues todo se debe a un indio que desciende de los dueños del continente, dijo el gran director musical Leopold Stokowski sobre Julián Carrillo, mexicano universal nacido en Ahualulco, y desde 1933, Ahualulco del Sonido Trece, en San Luis Potosí en su honor. Nació el 28 de enero de 1875, del matrimonio de Pedro Nabor Carrillo y Antonia Trujillo, ambos de ascendencia indígena y fue el último de 19 hijos, lo que estaba al tenor del precepto bíblico de: “creced y multiplicaos”, que hoy se ve como gran amenaza frente al crecimiento desmesurado de la humanidad. No pudo terminar sus estudios de primaria, pero prosiguió con tenacidad los estudios musicales con maestros provincianos y nacionales, algunos de gran prestigio en el Conservatorio Nacional de Música de la Ciudad de México.

Julian Carrillo, musico
Fotografía: El Siglo de Torreón.

El Sonido 13 fue su gran descubrimiento, el cual consistió en la existencia de sonidos más allá de la escala cromática de doce tonos, por lo que puede llamársele una revolución microtonalista que, desde el griego Terpandro –quien hace veintiséis siglos aumentó dos sonidos más a la escala pentafónica china– jamás se había rebasado dicho límite. Su hallazgo lo llevó a ser objeto de burlas de sus compañeros en el Conservatorio que lo apodaron el “Soniditos”; años después tuvo que ir al exilio a Nueva York, por haber sido director del Conservatorio en los gobiernos de Porfirio Díaz y Victoriano Huerta. Tal vez su mayor contradicción, según los críticos, fue haber estado en contra el nacionalismo revolucionario que privaba en México y la incomprensión a su metamorfosis musical en el mundo.

En vida recibió grandes reconocimientos en Europa, pero fueron menos en nuestro país. Cuando escuché, por primera vez su Poema Sinfónico Horizontes, quedé sorprendido, y sentí que los sonidos eran para alguna época espacial futura. En diversa ocasión pregunté a Mario Ruiz Armengol, gran compositor de las clásicas Danzas Cubanas y canciones populares, por qué me parecía extraña aquella música y me dijo en breves palabras que nuestro oído interior aún no estaba educado para oírlas y a eso se debía la confusión. 

Tuve la oportunidad de conocer a Don Julián en mis años juveniles en Saltillo, Coahuila, en una visita que hizo a la sala de redacción del periódico en el que yo trabajaba, a finales de la década de los cincuenta. Jamás lo volví a ver; pero el inefable destino, cuando ya residía en la Ciudad de México, me llevó a su casa en la calle Santísimo 25, del todavía sosegado pueblo de San Ángel, en una tarde del mes de abril de 1969, en compañía de mi gran amigo, Eduardo R. Blackaller (1938-2018,) pianista egresado del Conservatorio de Moscú, en la entonces Unión Soviética, quien mantenía gran amistad con Lolita Carrillo, hija de Don Julián, fallecido en aquella casa en 1965.

Ella, además de mostrarnos seis pianos que su padre mandó a construir en Alemania, apropiados para los nuevos tonos, nos ofreció, en el jardín, un delicioso café en una mesa redonda cuyo fino y largo mantel blanco, contrastaba con el verdor del acicalado césped. La conversación vino a caer sobre la muerte de su padre y al preguntarle cuáles habían sido sus últimas palabras me confió que, fiel a las creencias de los pueblos originarios de Mesoamérica, creía en que después de esta vida existe el más allá en que el espíritu pervive desde el mismo instante en que cesa la existencia terrena, para ir a las moradas que les tienen reservadas sus dioses y que con voz suave dijo sus últimas palabras: “me estoy desprendiendo”. Se hizo un gran silencio en ese momento, en que nos pareció que el espíritu de Don Julián nos hubiese rozado con sus alas musicales.


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¿Afrenta a la masculinidad? Paternidad durante la pandemia

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Para todos los varones que, transformando su masculinidad
frente al reto que nos presenta la actual pandemia,
asumen nuevos roles en su paternidad confinada.

La crisis sanitaria que padecemos ha modificado la vida de las familias en el mundo. La cuarentena vivida en varios países ha hecho que padres, madres e hijos se mantengan dentro de casa. Esto ha repercutido en la transformación de roles en el núcleo doméstico. En una contribución anterior a esta columna comentaba cómo las madres trabajadoras, además de su jornada laboral fuera o desde casa, deben hacerse cargo del trabajo doméstico, así como de la crianza y enseñanza de los pequeños que no van a la escuela.

En mayor o menor medida, estos cambios también han impactado la vida de los padres. En esta ocasión, y como parte de la celebración del día del padre, quisiera hacer una reflexión sobre el ser padre durante la crisis sanitaria y lo que esto significa para la masculinidad. Mi reflexión se basa en lo que he visto, vivido y oído en mi cotidianidad confinada.

Transformación de la masculinidad

Un padre, producto de la crisis económica generada por la pandemia, se ha quedado sin empleo. Desde hace unas semanas él y su hija de tres años dependen del ingreso de la esposa, quien tiene que trabajar desde casa. Ella debe atender múltiples reuniones virtuales y preparar documentos de trabajo para ser discutidos con sus colegas y jefes. Tiene poco tiempo para cocinar, limpiar y cuidar a su hija. Entonces él es quien debe cubrir estas responsabilidades. Ante la falta de apoyo externo, el padre debe levantar a la niña, hacerle el desayuno, prepararla para que tenga su clase virtual, jugar con ella, hacer la comida para los tres. Después de comer, nuevamente, debe entretener a la pequeña debido a que la mamá tiene que seguir con su jornada de trabajo hasta las seis de la tarde.

paternidad durante la pandemia
Ilustración: Janna Morton.

Otro padre tiene que modificar su dinámica de trabajo para ayudar a su esposa en la crianza y el cuidado de los dos pequeños que tienen, un recién nacido y una niña de dos años. Él ya no tiene tiempo para hacer ejercicio, leer el periódico o hacer una jornada laboral de ocho horas. Ahora debe sortear el trabajo no asalariado con su trabajo asalariado. Papá y mamá intercambian días y horas, entre el cuidado de los niños y el trabajo de ambos. La madre también trabaja desde casa o, al menos, eso intenta. Un par de horas, por el día o la tarde, él cuida a los niños mientras la mamá trabaja. A la hora de comer él alimenta a la niña mientras la mamá hace lo propio con el más pequeño. En la noche él se encarga de dormir a la pequeña mientras la mamá se ocupa del bebé.

En otra familia, ambos padres han quedado desempleados por la crisis generada a causa de la pandemia. Mientras la madre se encarga del cuidado y la crianza de sus dos hijos, un niño de cinco y una niña de dos, el papá ha estado buscando opciones para generar ingresos. Es buen cocinero, así es que se ha lanzado a hacer conservas y encurtidos para ofrecer en el vecindario. Parece que la estrategia económica está resultando exitosa, ya tiene los primeros pedidos.

Una escena más nos muestra una familia donde el otrora padre ausente ahora está, al menos físicamente, presente en el hogar. En esa familia el padre diario salía a trabajar desde temprano, regresando a altas horas de la noche, por lo que sólo interactuaba con sus dos hijos –uno de seis y uno de tres– los fines de semana. No obstante, ahora, con el confinamiento social, este padre debe trabajar desde casa. Esto ha hecho que su rutina se transforme. Si antes consumía tres o cuatro horas en total para trasladarse a su oficina, ahora ocupa ese tiempo para convivir con sus dos hijos. Asimismo, ahora él desayuna, come y cena con ellos y su esposa. Esto, sin duda, ha transformado su rutina, sus hábitos, sus gustos y disgustos. El padre ausente se ha vuelto un padre presente. Si antes era fácil “escapar” de su dinámica familiar con el trabajo, ahora no hay pretexto para no convivir con sus hijos.

Estas ilustraciones de la vida cotidiana nos muestran cómo se modifica la masculinidad de éstos y otros tantos padres en México y el mundo. Debido a que los que aquí retrato son hombres de entre 40 y 50 años, ellos no fueron educados para cuidar y criar niños. Lamentablemente, los tradicionales roles de género aún marcaron su masculinidad: no jugaron nunca con muñecas, pero ahora deben hacerlo para entretener a sus hijas; y, además, deben asumir las tareas de cuidado y crianza que a las niñas se les suele inculcar desde pequeñas. Para ellos, sin duda, es un reto no menor. Su masculinidad se ve comprometida, amenazada… pero están aprendiendo a que siguen siendo “igual de hombres” si no son ellos los proveedores del hogar, si son ellos los que deben cuidar a los hijos, si son ellos los que han de cambiar pañales, si son ellos los que deben jugar a las muñecas.

paternidad
Ilustración: Sua Balac.

Obviamente estas situaciones dejan fuera aquellas familias donde, lamentablemente, los varones no están interesados en transformar su masculinidad para asumir nuevos roles de paternidad. Ahí están los miles de varones que se tornan en una amenaza para las esposas, los hijos y demás familiares que comparten el hogar. Frente al estrés que puede traer el confinamiento, así como al mal manejo de las emociones, estos varones son el enemigo en casa. De ahí que en esta cuarentena hemos visto de manera alarmante la forma en que, en México y América Latina, han crecido las denuncias por violencia intrafamiliar.

Criando nuevas masculinidades

En suma, estas experiencias nos deben dejar una lección para quienes ahora estamos criando hijos e hijas. No podemos seguir reproduciendo estereotipos de género donde los varones no se hagan cargo de labores domésticas, de la crianza de los niños o el cuidado de adultos mayores y enfermos. No podemos seguir pretendiendo que éstas son labores exclusivamente de las mujeres. Además, debemos trabajar con las emociones de nuestros hijos varones a fin de que en un futuro puedan controlar sus miedos, enojos, angustias. Crisis como la que estamos viviendo nos muestran cuán vulnerable somos como especie. La separación de roles y el encapsulamiento de las emociones no nos sirve cuando nos vemos amenazados por situaciones de riesgo y vulnerabilidad como la actual.

No podría asegurar que los padres que ahora están asumiendo estas labores las disfruten. Lo que debemos asegurar para el futuro es que los varones estén preparados para disfrutar tanto el cuidado de los niños como el trabajo en una oficina. Tendremos que enseñar a nuestros hijos e hijas el valor de ambas tareas: aquellas que se hacen fuera de la casa y aquellas que se hacen dentro. No podemos seguir descalificando el trabajo doméstico –aquel que incluye mantener una casa en orden y también el que se hace con la crianza y cuidado de hijos y otros familiares– a expensas del trabajo profesional o de algún otro oficio extradoméstico. Tenemos que inculcar en las niñas y los niños el valor que tienen ambos esfuerzos.

De esta forma estaremos criando mujeres y hombres más plenos, más completos, capaces de afrontar crisis como la que vivimos.


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No tiene cheque en blanco la 4T

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Quien considera cuestionada su autoridad, tiende a radicalizar expresiones con las que cree que la reafirma; ni el “ni los veo ni los oigo” de Carlos Salinas de Gortari fue tan lejos como el “no hay medias tintas (…) o se está por la transformación o se está en contra de la transformación del país”, de Andrés Manuel López Obrador.

El presidente bien se ha ganado el distanciamiento de empresarios, más por su rijosidad que por falta de argumentos; con mucho menos razones, también se ha echado en contra a las clases medias en todo su espectro, desde burócratas hasta investigadores científicos a las que castiga en sus ingresos sin ofrecerles nada a sus expectativas de lo que pueden esperar de las acciones del gobierno.

Si además se descontrola la pandemia esta semana, cuando se cumplen los 14 días de la “reapertura” de algunas actividades, decretada en plena incandescencia del semáforo en rojo, el presidente, que no da ejemplo de distanciamiento social ni del mínimo cuidado del uso del cubrebocas, también perderá autoridad entre las principales víctimas, que ya están siendo las clases populares. 

Y eso a nadie beneficia; nada más peligroso para la sociedad, abrumada por crisis sin precedentes como estamos en México, en un entorno mundial que padece lo suyo, que la falta de un gobierno con credibilidad para convocar y organizar esfuerzos que mitiguen costos y apuren la construcción de una nueva normalidad.

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Ilustración: Rictus.

El presidente está cometiendo el mismo error que contribuyó al penoso fin que tuvieron gobiernos como el de Bolivia, Ecuador, Brasil y otros, que lograron avances sociales pero las prácticas personalistas y clientelares impidieron la construcción de asideros políticos plurales con empresarios medios y clases sociales, que no necesariamente representan a las fuerzas de la reacción ni de la oligarquía, aunque tampoco estén dispuestas a firmar un cheque en blanco, en nuestro caso, a la 4T, ni el gobierno tiene derecho a exigirlo.

El otro error importante en la experiencia de gobiernos que lograron cierta mejoría en la distribución del ingreso en sus países, fue que mantuvieron sustanciales continuidades con el neoliberalismo económico; en nuestro caso, además, se pretende la disciplina fiscal sin endeudamiento ni reforma hacendaria.

El resultado inevitable en Sudamérica fue que el alcance redistributivo fue mucho menor a las expectativas generadas entre los sectores favorecidos, y en cambio provocó la indignación y temores entre las clases medias, que no simpatizan con los llamados a la solidaridad social ni a los “sacrificios” en sus ingresos para ayudar a abatir la pobreza.

Las expectativas incumplidas de los sectores pobres y el conservadurismo congénito de las clases medias, fueron capitalizados por los discursos de derecha basados en una construcción caricaturesca de la idea de populismo, al que interesadamente suelen confundir con el comunismo.

Aunque termine su sexenio, que es lo mejor para el país, López Obrador no habrá conseguido disminuir la pobreza ni afectar las causas de ésta, que él atribuye a la corrupción, mientras siga alejando de su gobierno a sectores que pueden coincidir en los fines, aunque quieran, con toda razón y derecho, que los medios sean negociables, como todo en la buena política.


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El añito que nos espera: pandemia, conjuras y elecciones

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La suspicacia no se hizo esperar y los deslindes tampoco. El texto exhibido por el Primer Mandatario, donde se da cuenta de la conformación de un Bloque Opositor Amplio cuyo objetivo expreso sería la derrota del partido oficial en las próximas elecciones cayó por sorpresa, sin autoría específica, pero sí con un contenido totalmente explícito.

Los análisis y comentarios mediáticos inundaron inmediatamente los espacios noticiosos dada la relevancia de la revelación del escrito entregado por el pueblo en palacio nacional, de acuerdo con lo expuesto por el Jefe del Ejecutivo, dando la idea de una conspiración, de una conjura fraguada desde los círculos conservadores, en contra de la transformación de la vida pública en marcha.

A nadie resultan ajenas las difíciles circunstancias que enfrenta la nación atribuidas en principio a la emergencia sanitaria y sus repercusiones adversas en la economía y en el humor social que amenazan con profundizarse en el futuro inmediato. Tampoco son extraños los desencuentros públicos que se han expresado por diferentes sectores y actores con las decisiones adoptadas a nivel gubernamental, particularmente en materia económica, fiscal y financiera, lo que se ha traducido en un ambiente de polarización, no sólo entre las élites y la administración, sino en las bases sociales que se reproduce copiosamente en las redes.

el anito que nos espera
Ilustración: Letras Libres.

Algunos eventos resultan sintomáticos, por su cercanía y proyección, y han alimentado la discusión sobre la veracidad, origen e intencionalidad del texto presentado: La convocatoria enfática a la definición, al abandono de las medias tintas, a estar a favor o estar en contra de la transformación, cuyos destinatarios pueden ubicarse, no sólo en el ala conservadora, sino dentro del propio partido en el poder; la polémica surgida tras la reactivación de las giras y el arranque de la construcción del Tren Maya; el choque con el gobierno jalisciense con señalamientos mutuos sobre los actos violentos y finalmente, el fáctico inicio del proceso electoral que deberá arrancar formalmente en septiembre próximo y se considera determinante para la continuidad del proyecto transformador.

Bajo este panorama, complejo e incierto, en el que confluyen temas, circunstancias y actores relevantes, domésticos y externos, actuales y potenciales, prevalece el misterio sobre los autores y beneficiarios reales del ya famoso escrito, sus promotores y, sobre todo, su intencionalidad, a pesar de que se ofrecen nombres de personas morales y físicas, muchas de las cuales se han deslindado inmediatamente de tal señalamiento.

Como sea, los mensajes que se envían generan desosiego y anuncian una situación de inestabilidad política y social de pronóstico reservado, al menos por lo que corre de aquí a la jornada electoral de junio de 2021 dados los acomodos naturales que empezarán a registrarse en breve en todos los institutos políticos, los mecanismos, alianzas, coaliciones, golpes bajos o conspiraciones que, es bien sabido, son naturales en estos juegos, en los que el fin justifica los medios y donde el fin último es la obtención y conservación del poder.

No es un pronóstico aventurado el suponer que la contienda tendrá su foco en la administración y consecuencias de la pandemia, en la mortalidad y el desempleo, en la ya esperada crisis económica como secuela del embate viral, lo que sin duda abastecerá de argumentos a los bandos contendientes y tendrá un impacto decisivo en la respuesta del electorado.

Siguiendo con el discurso, tal parece que lo peor aún no ha llegado.


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Manuel Felguérez. In memoriam

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Perteneció a una generación de artistas que se hermanó en torno a lo que consideraba moderno. Dando la espalda a la enunciación artística que privilegiaba la figuración y la búsqueda de identidad, Felguérez optó por otro camino. La geometría, la textura y el color pronto se le revelaron como los vocablos fundamentales para articular una poética visual que sentó precedentes. Como explicó alguna vez Jorge Alberto Manrique con una claridad meridiana, la Ruptura nunca constituyó, de suyo, un movimiento, pero historiográficamente se han construido preocupaciones similares que han agrupado a diversos artistas en el cultivo de un arte que, como pedía José Luis Cuevas, viera más allá de una cortina de nopal.

Con Felguérez se abre una senda compuesta de muchas búsquedas individuales. Una senda que trató de perseguir la luz que independizaba la pintura de las figuraciones que adoctrinaban, que se podían vincular con programas políticos y con teleologías mal compuestas, como lo fue, en sus inicios, el muralismo. En ese desbrozar, Felguérez alzó la voz echando mano de armas como la pintura y la escultura, para continuar explorando con nuevas tecnologías. Resultado de esto es La máquina estética.

Desde lo profundo de su región y heredero de convulsos hitos históricos en México, Felguérez abrazó lenguajes que no correspondían con sus primeros imaginarios. Cuando contaba pocos años, viajó con su familia a la Ciudad de México y se compenetró con el movimiento Scout, en donde trabó una estrecha amistad con Jorge Ibargüengoitia.

Con él realizó un viaje a Europa: su relación no era desde lo artístico, era desde el interés del descubrimiento de nuevas experiencias. Ambos vieron una Europa recién salida de la Segunda Guerra Mundial, viajaron en trenes de carga, visitaron lugares en donde había quien los alojara y, estando provisionalmente en el Discovery, un barco aportado en el Támesis, los jóvenes vieron nacer una vocación pictórica cuando Felguérez hizo un dibujo y proclamó que ya era artista. Lo que comenzó como una locura y una provocación, se convirtió en el inicio de una fructífera carrera que no careció de estudios y sacrificios. Después de tres meses en la Academia de San Carlos, la formación le pareció insuficiente. “En tres meses, dibujé un carrito”, manifestó en entrevista el año pasado, y decidió irse a estudiar a Europa.

Una vez allá, un escultor ruso que se dedicaba al cubismo lo tomó por alumno en 1949. Problemas familiares impidieron que se quedara por largo tiempo, pero el germen ya estaba sembrado y realizó una exposición de terracotas a su vuelta a México. Comenzó a buscarse como escultor, pues sabía taxidermia por una inquietud juvenil: los animales lo conectaron con la anatomía, con la geometría de los cuerpos, con la idea del volumen.

En 1956, una galería mexicana lo aceptó, junto con Lilia Carrillo, como artista legitimado y se asumió como tal. La suma de sus talentos lo llevó a publicar, incluso, ciencia ficción. Como es habitual, hubo temporadas en las que tuvo que hacerse de trabajos fuera del mundo del arte para poder vivir.

in memmoriam
Fotografía: La Silla Rota.

Protagonista fundador del Salón Independiente, Felguérez se irguió como una figura prominente de la abstracción a finales de los 60. Después de hacer artesanías para sobrevivir, su búsqueda plástica despuntó hacia el descubrimiento de sí mismo, es decir, de esa vocación que surgió casi veinte años atrás, pero desde un horizonte mucho más reflexivo y crítico. Se definió como un hombre con una suerte extraordinaria. El mural de 3 x 9 m que pintó para las Naciones Unidas en Nueva York lo enorgullecía muchísimo. Su vida, su carrera y su obra, son un ejemplo de cómo el arte, la apertura a las vivencias y la educación artística formal e informal conducen a cambios significativos.

Felguérez fue un enunciado de los muchos que se pronunciaron por un arte al margen de la “escuela mexicana de pintura”. Péndulos, palancas, trozos de hierro, vidrio o cobre, lo mismo que madera laqueada y trabajada delicadamente, se articularon en su obra con el color y con la luz. El pasado 8 de junio, Manuel Felguérez dejó este mundo y se inscribió en el libro de los nombres de quienes han dejado un gran legado para la historia del arte mexicano y mundial.


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Miscelánea no fiscal

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El escrito que pongo a su consideración esta semana lo titulo de esta manera porque es una mezcla de varios asuntos, aunque sí tiene algunos aspectos fiscales.

Hace sólo unos días falleció un investigador de la Facultad de Medicina víctima de COVID-19, un lamentable suceso; era un distinguido científico, que trabajaba en una de las unidades periféricas de la facultad, fue un claro ejemplo de la superación personal; ingresó hace varios años como laboratorista, posteriormente cursó la maestría y el doctorado, consiguiendo un sitio en la unidad hasta hacerse responsable de unos de los laboratorios, actualmente era SNI II en el Sistema Nacional de Investigadores. La última vez que estuve con él fue hace unos meses en el Instituto Pasteur en París donde dictó una conferencia que fue altamente apreciada. No trabajaba con SARS-CoV-2, aunque su sitio de trabajo estaba en el Hospital General, no sabemos con precisión cómo adquirió la enfermedad.

Pero la tragedia no acaba con su lamentable fallecimiento, vivía solo y al sentirse mal llamó a alguna de sus hermanas quien intentó ingresarlo a un hospital público, al no conseguirlo lo hizo en un hospital privado, donde permaneció más de cuarenta días, la mayoría de ellos en la Unidad de Cuidados Intensivos, intubado y con asistencia mecánica ventilatoria. Al final el costo de la hospitalización fue cuantioso, y en el camino los familiares se percataron que no tenía vigente su seguro de gastos médicos mayores. Esto constituyó al final un enorme motivo de desasosiego, lo que aunado a su pérdida resultó caótico.

fideicomisos en salud
Ilustración: Nexos.

Hasta hace año y medio dentro de las prebendas que obtenía del CONACYT, un científico al ser miembro del Sistema Nacional de Investigadores, era un seguro de gastos médicos mayores, que era renovado año con año mientras se permanecía en el Sistema y cubierto por el Estado, mismo que asumía el costo. Desde luego, no era la única canonjía, el ser miembro del SNI, además de obtener una retribución económica –que fue pensada desde sus establecimiento como una ayuda a un grupo fundamental que recibía o recibe bajos salarios–, poco a poco se fue estableciendo como un status al que todos los investigadores querían pertenecer y ascender dentro de él. Resultó extraño que un gremio siempre tan combativo no expresó su inconformidad cuando uno de sus beneficios fue recortado. Es cierto que hubo algunas reclamaciones puntuales, que fueron desactivadas con el mismo argumento inicial, el seguro de gastos médicos era fifi o neoliberal. El caso es que se les retiró un beneficio sin más.

Hace tan sólo unos días se envió un proyecto de ley para anular una serie de fideicomisos, aduciendo que son manejados con deshonestidad, estos fideicomisos son múltiples y de diversa función. El más importante si se toman en cuenta los recursos económicos que maneja y la importancia y urgencia en que deben ser usados, es el FONDEN –Fondo de Desastres Naturales–, el fondo para la atención de emergencias. Pero existen muchos fideicomisos más sobre los que existe la amenaza de ser suprimidos, uno de ellos es el de fomento al arte cinematográfico que, por cierto, ante lo sucedido rápidamente surgieron múltiples voces, encabezadas por prestigiados cineastas que de inmediato hablaron en la Cámara de Diputados y a quienes se les respondió que ese fideicomiso no iba a suprimirse –hago notar que las grandes figuras del cine que encabezaron la protesta no son posibles beneficiarios de los fondos de estos fideicomisos, si no que lo hicieron seguramente guiados por un espíritu gremial–.

cineastas mexicanos
De izquierda a derecha: Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro y Alejandro Gonzalez Iñárritu, cineastas mexicanos.

Otro grupo de fideicomisos amenazados son los destinados a la investigación, unos a las ciencias sociales, otros a las ciencias biomédicas. A esta posible suspensión hubo una pobre respuesta de parte de los investigadores de las diferentes disciplinas, un tímido reclamo de parte de algunos investigadores de un centro de investigación de ciencias sociales. Desde luego no hubo reclamo de las grandes figuras de la investigación, ni de las agrupaciones que los reúnen, como la Academia Mexicana de Ciencias, prácticamente no hubo respuesta a la amenaza; como si los fideicomisos no fueran necesarios. Hasta hace dos o tres años observé cómo era vigilado uno de estos fideicomisos de investigación y me percaté que existían múltiples mecanismos de supervisión que incluían monitoreo de los resultados, participación de auditores externos, de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, de la de la Función Pública y de las áreas jurídicas y de finanzas de la institución, de tal forma que parece muy extraña la acusación de deshonestidad, cuando menos realizada de manera generalizada.

De cualquier manera, la respuesta de los investigadores, que en otras épocas hubiera sido aireada y expedita, no ha surgido. Al FONDEN, no obstante, su cuantía y su importancia, no ha salido a defenderlo nadie, ni los que lo han utilizado, ni los que lo podrían llegar a necesitar, ni los gobernadores, ni los presidentes municipales, ni nadie.

El tercer punto me parece a mí aún más grave. Con la presencia de la COVID-19 han venido sucediendo muchas tragedias, una de ellas es la afectación del personal de salud al estar atendiendo a los pacientes. Cada tanto surgen inconformidades del personal de la salud por no ser abastecidos del equipo de protección necesario para atender a los enfermos, intentando disminuir el riesgo de adquirir la infección. Como todas las cifras acerca de la repercusión de la COVID-19, las concernientes al número de afectados entre los trabajadores de la salud, son imprecisas, incluso las que conciernen a los fallecimientos. Las cifras sobre el número de muertos bailan, pero es posible que sean ya bastante más de 100; unas notas periodísticas, no recientes, hablan de 111, otras de 148. En otros países donde se han llevado estadísticas más puntuales, el 10% de los afectados es personal de la salud.

fideicomisos
Ilustración: Guillermo Préstegui.

Hace unos días el gobierno anunció la adquisición de un seguro de vida para médicos, enfermeras y otros trabajadores de la salud por $50,000 pesos. Me parece que este seguro es innecesario, que bastaría con que en los miembros del equipo de salud afectados fuera considerado como una enfermedad profesional, motivo de un riesgo laboral, con lo que la indemnización sería muy superior a los $50,000 que se comentan. Y, además, dejaría cubiertos a sus ascendientes y descendientes por largo tiempo, puesto que habría que otorgarles su salario, cuando menos su sueldo durante varios años.

La OMS, ayer 9 de junio, hizo la consideración que los pacientes que fallezcan por una enfermedad sugestiva de COVID, aunque no se les haya determinado el SARS- CoV-2, deben ser considerados como COVID-19, lo cual amplia aún más el panorama y la posibilidad de que el personal sea cubierto en su riesgo laboral si se enferma y más si fallece.

Creo que el personal en riesgo debe también ampliarse, no sólo tienen el riesgo laboral quienes están directamente con los enfermos, si no todos los que trabajan en las instalaciones hospitalarias, debiéndose incluir a quienes lo hacen en los sitios de atención primaria. Durante lo que ahora se llama periodo neoliberal, muchos sindicatos fueron catalogados como charros, por pactar con los patrones a costa de sus representados, pero los riesgos laborales y sus consecuencias, si no siempre, eran frecuentemente defendidos.

No he visto ninguna acción del sindicato del IMSS, siempre tan atento, ni del ISSSTE, menos aún de los que representan a los trabajadores de la Secretaría de Salud; las tres instituciones tienen en su plantilla, ahora y siempre, trabajadores sin plenos derechos.

Una democracia en la que las voces disonantes son acalladas no será nunca una verdadera democracia.


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