Sociedades del Siglo XXI

De elecciones y huracanes

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Estas dos primeras semanas de noviembre nuestra región ha sido marcada por dos eventos inéditos: uno de naturaleza política, por las elecciones desarrolladas en Estados Unidos el martes 3 de noviembre en donde por primera vez en muchos años un presidente en funciones no repite segundo periodo; por otra parte, la irrupción en suelo centroamericano –pero también en países del caribe y estados como Florida– del huracán “Eta”, que de acuerdo a la mexicana Comisión Nacional del Agua (Conagua), se formó en el mar Caribe, cerca de Quintana Roo.

En el primer tema Donald Trump mantiene bloqueado un proceso “natural” de transición en la unión americana; en el segundo tópico, el fenómeno climatológico degradado a tormenta tropical ha dejado secuelas concretas de desesperanza que han venido a “remarcar” la vulnerabilidad social, ya de por sí debilitada in extremis debido a los efectos económico-sanitarios provocados por la COVID-19.

elecciones y huracanes
Imagen: Axios.

En uno u otro escenario parece inaudito lo que estamos observando. En cuanto a la actividad electoral extendida por varias semanas en Estados Unidos debido a la pandemia provocada por el coronavirus, el actual dignatario estadounidense ha “roto” los protocolos que rigen la vida democrática de esa nación norteamericana al no reconocer la evidente victoria de Joe Biden, quien ya el sábado 7 sobrepasaba los 270 votos electorales necesarios para “regresar” a la Casa Blanca, pero ya como presidente y con vicepresidenta femenina por vez primera, Kamala Harris. Donald Trump argumenta un “fraude electoral”, aunque no presenta hasta el momento pruebas irrefutables sobre el particular.

Al respecto, autoridades de la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad (CISA por sus siglas en inglés) y en un documento de reciente dominio público han desvirtuado cualquier posibilidad de “manipulación” de los comicios, y al contrario han dejado entrever que este torneo electoral ha sido “el más seguro” en la historia de la nación.  

Por otra parte, la reciente actividad metrológica, nos recuerda que –en casos particulares como el de Honduras, por ejemplo, después de la destrucción causada por “Mitch” en 1998– aún no se ha delimitado e “intervenido” integralmente aquellas zonas más susceptibles de sufrir los embates de la “madre naturaleza”, lo cual ha sido palpable a través del inagotable conjunto de imágenes sobre la devastación. Mientras tanto, este jueves 12 se cierne “amenazante” sobre el horizonte de países centroamericanos el huracán “Iota”, cuando todavía se resiente los efectos provocados por “Eta”.

Bajo mi punto de vista, en ambos acontecimientos prevalece una asimetría en cuanto a la gestión de los asuntos públicos, pues son generalmente los ciudadanos “de a pie” quienes sufren las consecuencias de los desacuerdos de líderes políticos. Ejemplo de ello, la marcada y profunda polarización en la sociedad estadounidense impulsada por el entorno trumpista, en cuyas mentes solo cabe el país que ellos conciben, razón por la cual han sistematizado la discrepancia y atacado toda oposición a sus ideales.

Imagen: País Digital.

Por otro lado, la falta de verdaderas políticas de infraestructura territorial apoyados en la ingeniería moderna y la sustentabilidad medioambiental ha propiciado que masas humanas se asienten en lugares inhabitables, producto de la fragilidad territorial en la que se establecen. Esto evidentemente ha venido reflejando una crisis habitacional en nuestros países y se ha agravado debido a la explosión demográfica y la precariedad del mercado laboral que se caracteriza por la sobrevivencia en muchos casos.

En definitiva, los eventos electorales requieren de una mayor consolidación de lo que podría llamarse una “ética política individual”, en donde cada figura política en verdad se vea supeditada a los intereses globales, y que surja una cooperación en la mejora de los procesos de resiliencia ante fenómenos como la prevención, contención y respuesta a situaciones climatológicas adversas que, por cierto –y no podemos obviar algo tan evidente–, se han agravado en las últimas décadas con la entrada en escena en la dialéctica público-privada del concepto “cambio climático”.

Posdata: A propósito, Joe Biden, presidente electo de Estados Unidos, ha dejado clara su postura –como una de las primeras acciones–, de reinstalar su país en el Acuerdo de París, para reoxigenar la lucha contra el cambio climático. 


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¿Fin de la era Trump?

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Estados Unidos se apresta a celebrar su quincuagésima novena elecciones presidenciales este martes 3 de noviembre bajo un formato inédito del uso de mascarillas para la movilidad a los espacios asignados, el distanciamiento social como regla de “oro” para evitar el contagio del virus SARS-CoV-2, y el ejercicio global del sufragio a través del correo tradicional (al respecto diversas cifras revelan que una cifra récord del 76% “serán elegibles para recibir una boleta por correo”). Los protagonistas principales, el republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden se han valido de diversas estrategias que naturalmente han venido subiendo de intensidad y crispaciones sociopolíticas a medida que se acerca la fecha clave. 

Para empezar, me parece que la lógica del distanciamiento social ha venido tomando fuerza desde la prevalencia de la virtualidad y el teletrabajo producto de la Covid-19, debido a los confinamientos obligatorios; pero, además, a raíz de los imaginarios xenófobos que se han venido impulsando desde el pensamiento neocapitalista liderado por el actual inquilino de la Casa Blanca. Al respecto, Pía Taracena Goût, internacionalista de la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México y colaboradora de El Semanario Sin Límites, sintetiza que son cuatro los temas centrales en política exterior impulsados por Trump: (1) Tensiones en la relación con China; (2) Tensiones con Irán y su postura en Medio Oriente; (3) El “amor” de Trump por los gobernantes autoritarios; y (3) Las presiones hacia sus Aliados y al sistema Internacional.  

biden y trump
En disputa por la candidatura, Joe Biden vs. Donald Trump.

Nuevamente las encuestas han venido dando como favorito al contrincante de Trump –primero Hillary Clinton en 2016, ahora Biden–, no obstante, se ha podido observar que estas herramientas a favor de la movilización del pensamiento de la opinión pública han sido indeterminadas en los últimos años en la predeterminación de los candidatos vencedores, al menos en nuestro continente.

Bajo mi punto de vista, la actual pandemia podría ser determinante en la remoción de Trump como presidente de la nación norteamericana, pues ha minimizado la misma, privilegiando un capricho personal –consciente o inconscientemente–, lo cual evidentemente debería “despertar” en la ciudadanía “americana” el desapego de los valores promovidos por el dignatario norteamericano, relativo a potenciar la “vida económica” por sobre la “vida humana”. Ya lo hemos observado en su retórica recurrente de desmeritar –al menos en el espacio público mediático– el trabajo contra diversas infecciones, el trabajo de leyendas como el médico Anthony Fauci.

Lo que sí es cierto es que la democracia global no puede “avanzar” al ritmo requerido si líderes como Trump “coquetean” con ejecutorias –de mandatarios cuestionados por una creciente oposición interna– como las de su homólogo ruso Vladimir Putin. Lo que sí es cierto es que el presidente estadounidense ha sido “ferviente” actor del pensamiento paradójico: ejemplo de ello la relación crispante que sostuvo con el otrora presidente mexicano Enrique Peña Nieto. No obstante, parece “entenderse” en los aspectos básicos de los asuntos “de interés” con Andrés Manuel López Obrador, aunque con ideologías distintas, que interpretan lo acaecido y gestionado por parte de sus administraciones desde lógicas únicas que solamente caben en sus visiones (de ahí los sistemáticos “ataques” a todos aquellos agentes que buscan señalar sus errores y promover otras alternativas de gestión).

trump y amlo
Presidente de México Andrés Manuel López Obrador con su homólogo estadounidense Donald Trump.

En definitiva, para que haya menos dispersión en la gestión de los asuntos globales de interés general, Trump “debe irse”, lógicamente bajo el mandato del soberano estadounidense que tiene la potestad de hacerlo a través de los depósitos asignados para tal fin este noviembre 2020.

Posdata: De acuerdo a datos de The New York Times, la votación por correo en Estados Unidos se remonta a mediados del siglo XIX, “cuando otra crisis nacional impidió que los votantes emitieran sus votos en casa”.


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Construyendo la nueva hispanidad

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Este 12 de octubre los países de la región latinoamericana, España y Estados Unidos –con los festejos del Columbus Day– conmemoramos un aniversario más del “descubrimiento” de América con una serie de actividades para celebrar el “Día de la Raza”, en un contexto de distanciamiento social debido a la inesperada irrupción de la pandemia del COVID-19 y también por la pérdida gradual de una identidad común –como ejemplo se podría anotar los diversos nombre nacionales adoptados para recordar el arribo de Cristóbal Colón a las tierras de este lado del Atlántico–.

No cabe duda que esta efeméride, la cual tiene su génesis en 1492, se convierte –quizás no en la intensidad que se quisiera– en un espacio de convergencia para la reflexión sobre los logros alcanzados hasta el momento y delinear los desafíos que entraña el logro de una integración sociocultural que posibilite la construcción de un horizonte común, buscando relegar todos aquellos distractores nacionales que propugnan por el establecimiento de las propias agendas por sobre la de los vecinos de nuestra región.

construyendo la nueva hispanidad
Imagen: Victoria Villasana.

Bajo mi punto de vista, la actual globalización en la que se encuentra inmersa nuestra humanidad, propicia un abanico de alternativas tecnológicas para reencontrarse con “el otro” que no es hispanohablante en distintas latitudes de nuestro planeta, pero que de una u otra forma y debido a diversas circunstancias –bajo la gestión de los que yo podría llamar “embajadores” en la diáspora– logran conectar emocionalmente la herencia cultural en sus diversas manifestaciones con diferentes sociedades receptoras.

Ahora bien, en mi opinión la avalancha de productos culturales generada por las diversas industrias culturales originadas desde el norte desarrollado, “debilita” la adhesión a genuinos ideales comunes y geoculturales propios, debido una especie de “colonización” del imaginario popular. De manera tal que, la falta de fortalezas identitarias que arraiguen en nuestras propias personalidades, son a la postre desventajas que coadyuvan a la progresiva pérdida de tolerancia a las diversas manifestaciones productivas de nuestras poblaciones originarias. Esto debido a que el discurso ancestral, el cual ha sido “incubado” –sobre todo en aquellas comunidades más desfavorecidas social, económica y educativamente– desde tiempos de Colón (incluso desde los orígenes propios de la humanidad), es el de “legitimar” socialmente el predominio de ciertos grupos humanos por sobre otros, y, el problema de esto es que estos discursos son propagados con “delicada” precisión y tacto, por instituciones de servicio público, entre ellas, medios de comunicación, iglesias, partidos políticos, etc., aunque claro que hay excepciones.

ser hispano
Imagen: Saner.

Si bien es cierto que, aunque el dicho “no hay verdad absoluta” tiene cierta vigencia con relación a si fueron o no estos expedicionarios españoles quienes “descubrieron” por vez primera nuestro continente –pues hay quienes dicen que fueron portugueses; otros que fueron vikingos–, lo realmente destacable es que a pesar del “abrupto” encuentro y sometimiento de estas sociedades, se “abrió el telón” para empezar una continua e inacabada relación intercultural entre polos opuestos para armonizar –a pesar de “cierto dolor”– cosmovisiones distintas.

En definitiva, ser hispano debe significar para cada uno de nosotros el despojo de nuestros propios prejuicios para construir un presente y futuro que fomente pertenecer a esta gran y vibrante comunidad humana.

Posdata: A propósito, y en reconocimiento de este evento histórico, el extinto poeta nicaragüense Rubén Darío, en su poema “Satulación del Optimista” escribió el verso “Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda, espíritus fraternos, luminosas almas, ¡salve!”.


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Citas diplomáticas vs. distanciamiento social

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La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha desarrollado este mes de septiembre sus “naturales” reuniones de asamblea general en su 75 aniversario de manera atípica, debido a la ausencia física de dignatarios de diversas partes del mundo y el impulso de las intervenciones videograbadas a causa de la pandemia de la COVID-19. En este escenario, la palabra multilateralismo se ha convertido en el mantra que busca anteponer los intereses globales de la humanidad ante la efervescencia nacionalista que ha estado en boga en varios países en los últimos años.

Sin lugar a dudas que este inusual e inimaginable cónclave 2020 sólo denota que lo imprevisible ha sido una constante en la historia de la humanidad y únicamente proyecta una imagen de vulnerabilidad ante riesgos de diversa naturaleza a la que se puede estar expuesto. Si bien es cierto, el hecho de la no presencialidad y sí la virtualización de discursos de mandatarios de todo el planeta, no es indicativo de que estas reuniones tengan los efectos de ser menos productivas, sino más bien debe motivar la adhesión de los propios paradigmas sociopolíticos locales a un ideal común de la humanidad como lo es el progreso y el florecimiento de nuestras sociedades. Hemos podido observar cómo en la cumbre de este año se ha antepuesto una visión sanitaria de la realidad, y lo político-diplomático se ha gestionado a través de espacios alternativos mediados por la virtualidad y la “sana distancia”.

onu virtual
Imagen: Diplo.

Por otra parte, es en este escenario de crisis global, como la actual, cuando surgen “nuevas” propuestas como la idea promovida por filósofos y activistas del orbe en relación a crear una constitución mundial que sirva de guía a los estados-naciones para “el buen gobierno del mundo”. Hay que rescatar que esta iniciativa fue anunciada formalmente en Roma en diciembre del año pasado y cuyo líder visible es el periodista italiano Raniero La Valle.

En mi opinión, el problema principal en la imposibilidad de llegar a soluciones duraderas y sostenibles a largo plazo en torno a los inquietantes problemas que acaecen en nuestro mundo, pasa por la observancia de lo que yo podría considerar una ética humana. Es decir, desmarcarnos de todo aquello que causa sufrimientos y daños a “el otro”. Por ejemplo, ¿por qué atacar una región determinada para dar con terroristas específicos en lugar de diseñar estrategias que logren aprehender estos grupos criminales sin causar daños a sus habitantes?

diplomacia virtual
Imagen: Diplo.

En definitiva, es interesante reflexionar cómo desde el inicio de la actual enfermedad viral, desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha hecho hincapié en la necesidad de realizar acciones concertadas y urgentes, al tiempo que han advertido que “nadie estará a salvo en tanto no estén todos a salvo”. Esta afirmación sólo constata una “necesidad” global que ha cobrado auge en las últimas décadas de globalización de las tecnologías y comunicaciones, y es que, a raíz del vertiginoso desarrollo de las mismas, el mundo se ha convertido en una “aldea”, producto de las amplias posibilidades de movilidad, lo cual evidentemente incrementa de manera exponencial los riesgos. Por tanto, sólo con trabajo conjunto y transparente interpaíses podrá afrontarse desafíos como el actual.

Posdata: El diplomático turco Volkan Bozkir se convierte a partir de ahora hasta septiembre 2021 en el presidente de la Asamblea General. En su discurso de investidura el emisario turco afirmó que “el unilateralismo sólo fortalecerá la pandemia. Nos alejará de nuestro objetivo común. En este momento de crisis es nuestra responsabilidad fortalecer la fe de la gente en la cooperación multilateral y las instituciones internacionales”.


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Brutalidad policial: barbarie a neutralizar

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La sociedad es un manicomio cuyos guardianes
son los funcionarios de policía.
 August Strindberg.

A lo largo y ancho de nuestro continente y en diversas partes del mundo este 2020 se ha visto a leguas cómo los cuerpos policiales, llamados a proteger la integridad ciudadana, han transmutado del buen servicio para el que han sido instituidos –como lo es el de proteger a la ciudadanía de daños de cualquier índole–, hacia el mal servicio-a través de evidentes y virales imágenes que muestran agresiones de los agentes del orden en contra de la propia persona humana, lo cual va en contra de su propia naturaleza de trabajo; desde Estados Unidos, en varios episodios durante este año; Honduras, con la bestial carga contra manifestantes este 15 de septiembre en el día de la Independencia; y, últimamente, en Colombia, lo cual ha enfurecido y movilizado a muchísima gente en las calles.

Es evidente que la labor de los trabajadores de la seguridad ciudadana debe estar bajo constante fiscalización por entes externos constituidos por integrantes con distintas concepciones filosófico-ideológicas en torno al tema. Pero, que en medio del disenso se trabaje en pro de gestionar –desde la norma ética del enfoque basado en derechos– la dignidad humana a través de una lógica de respeto, observancia, investigación y escucha empática de lo acaecido en relación a fenómenos antidemocráticos y autodestructivos socialmente como estos que hemos venido observando por las personas que “amparadas” en la indumentaria policial “ceden”, se convierten en esclavos de los propios impulsos emocionales y relegan a un segundo plano la posibilidad de actuar bajo el imperio del raciocinio que evidentemente va en consonancia con la construcción de sociedades fraternas antepuestas a las confrontaciones innecesarias.

fuerza policial
Imagen: Marina Li.

Por otra parte, me parece que la integridad profesional policial tiene paralelismos con el reconocimiento social y estatal a esta labor, lo cual sin lugar a dudas tiene que ver con la promoción de dignos estándares de vida que “aligere su carga”, lo cual de acuerdo a la propia observancia empírica tiene que ver diversas tensiones, mismas que van desde las económicas, étnicas, ideológicas y comunitarias, hasta las propias interpretaciones que este cuerpo social hace sobre su labor y papel social.

Esto, a mi parecer, tiene que ver con saber identificar lo que yo podría llamar el “factor fuente”, es decir, aquél que motiva la acción inicial del agente del orden ante circunstancias particulares. Aquí ejemplificaría y me preguntaría: ¿Qué pensarían encargados de la seguridad pública de la ciudad tunecina de Sidi bouzid en el momento de la confiscación del puesto de frutas a Mohamed Bouazizi –que posteriormente le indujo a la autoinmolación que convulsionó y propició el inició de la Primavera Árabe? ¿Qué fuerzas oscuras oscilaban en torno a los uniformados mexicanos de Iguala en septiembre de 2014 que les impulso a detener y hacer desaparecer 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa en esa porción geográfica de territorio norteamericano? ¿Por qué la letalidad policial en el caso del abogado colombiano Javier Ordoñez? ¿De dónde han venido las órdenes para que agentes de seguridad pública en Tegucigalpa, hayan estallado la violencia en torno a humildes vendedores de productos comerciales para “sobrevivir”?

En definitiva, es impostergable poner contrapesos de respuesta inmediata a cada unidad policial para evitar abusos de autoridades que después de todo no reciben la sanción que ameritan casos como los descritos.

brutalidad policia
Imagen: Juan Gaviria.

Posdata: La organización Amnistía Internacional enumera recomendaciones “clave” en torno al papel de la policía:

La facultad de la policía de recurrir al uso de la fuerza y de armas de fuego debe estar debidamente regulada por ley.
El principio de “protección de la vida” debe estar consagrado en la ley: sólo podrán utilizarse los medios letales para proteger contra una amenaza inminente de muerte o lesiones graves.
En caso de lesión o muerte causada por el uso policial de la fuerza, debe llevarse a cabo una investigación inmediata, exhaustiva, independiente e imparcial. Las personas responsables deben comparecer ante la justicia con todas las garantías procesales.
Durante las protestas, la policía debe atenerse a su obligación de facilitar las reuniones pacíficas, y el uso de la fuerza no debe ser su punto de partida.
Las personas detenidas tienen los mismos derechos que las demás en cuanto al uso de medios letales.


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Elecciones en tiempos de pandemia

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A pesar de la latencia y afectación socio-económica producto de la COVID-19, y las “recomendadas” prácticas de distanciamiento social, en diversas partes del orbe se han venido desarrollando procesos eleccionarios en este 2020. Como ejemplo se puede señalar el triunfo presidencial en República Dominicana el reciente 5 de julio del opositor Luis Abinader, del Partido Revolucionario Moderno (PRM). Honduras, a través de sus autoridades electorales, convocará el 13 de septiembre a comicios primarios en el país centroamericano. Entretanto, Estados Unidos se apresta a “renovar contrato” o rescindir del mismo al presidente Donald Trump el próximo martes 3 de noviembre.

En un principio, se hace necesario resaltar que los esfuerzos en la construcción continua de los regímenes democráticos no deben cesar, a pesar de las “voces” disonantes que de una u otra forma han externado su punto de vista en relación a postergar las mismas –como lo planteó hace unas semanas el actual dignatario estadounidense–, algo que solamente compete al congreso del país norteamericano.

elecciones digitales
Ilustración: The Verge.

No cabe duda que la democracia es una herramienta necesaria para la convivencia pacífica, promoción de derechos en igualdad de condiciones y la búsqueda del bienestar común, porque en su esencia responde a los valores genuinos a los que aspira cada ser humano. De ahí la necesidad de potenciar los contrapesos internos y externos ante los propósitos continuistas de líderes de nuestros países. 

Es de hacer notar que desde la Organización de Estados Americanos (OEA) se advirtió a mediados de mayo sobre la “amenaza” que representa para la democracia la actual pandemia, debido a las “medidas tomadas precipitadamente por razones sanitarias”, lo cual refleja la necesidad de fortalecer el diálogo democrático a todos los niveles en nuestra región –pues las “tentaciones” del poder están ahí latentes a través de aviesos propósitos continuistas impulsados desde el poder–, impulsados legítima e ilegítimamente desde estructuras sociopolíticas ancladas al derredor de figuras presidenciales de turno. Como ejemplos se pueden mencionar el del “reelecto” presidente hondureño Juan Orlando Hernández, pasando por la “neutralización progresiva” de la oposición venezolana por parte del régimen de Nicolás Maduro, y la agresiva retórica de Trump a fin de “hacerse” del liderazgo de la Casa Blanca por cuatro años más.

Me parece que esta contingencia sanitaria ha desvelado la fragilidad institucional en la que han “aprendido” a convivir nuestras democracias americanas, producto –a mi parecer– de un continuo proceso de amaestramiento de actores claves en el “control” de los “abusos” cometidos por poder central en nuestras naciones –llámese fiscalías, poderes rectores de los procesos electorales, etcétera–.

pandemia y mundo
Ilustración: R Sasikumar.

En definitiva, es aquí cuando las organizaciones internacionales deben “velar” por el cumplimiento doméstico de las responsabilidades gubernamentales a lo interno de los países. Es decir, en un mundo cada vez más hiper-interconectado –se ha visto con la velocidad de expansión de la crisis sanitaria actual provocada por el coronavirus SARS-CoV-2–, hay más probabilidades de ejercer “presión” efectiva a fin de contener la concentración de poder –lo cual se “antoja” una suerte de utopía indescifrable, producto de la “eterna” confrontación de bloques hegemónicos contrapuestos de izquierda y derecha que han legitimado la realidad a partir de una lectura sesgada de la misma y más en entornos como los actuales en donde se “habilitan” [eufemísticamente] posibilidades de control social producto de la “salvaguarda” a las vidas humanas–.  

Posdata: En este contexto de pandemia es importante destacar –en el caso particular de los Estados Unidos Mexicanos– la aprobación este 26 de agosto por parte del Instituto Nacional Electoral (INE), del calendario de actividades del proceso electoral de medio término del actual sexenio, mismo que arranca este 7 de septiembre y concluye el 6 de junio 2021 con el cambio de autoridades y representantes en diversos niveles a nivel federal, lo cual evidentemente permitirá al país norteamericano que sus ciudadanos lleguen más “oxigenados” después del embate pandémico al que se ha visto expuesto. Al respecto, en este escenario, Lorenzo Córdova, Consejero Presidente del INE, ha afirmado que “si algo identifica a México en el mundo, es el reconocimiento que se hace de cómo hacemos elecciones”.


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Infodemia y perversión en la respuesta anti-COVID-19

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Desde el pasado 12 de agosto –y del 19 y hasta el 26 del mismo–, la Asociación de Egresados de los Posgrados en Comunicación (ASEPEC), bajo el liderazgo e impulso de profesionistas de la organización como Claudia Pérez y Roberto Arriola, se organiza el ciclo de conferencias virtuales “La Infodemia: de la información a la desinformación”. Esta iniciativa busca fomentar el debate público en torno a lo pernicioso que puede resultar este fenómeno contemporáneo en la gestión apropiada de los temas de interés público.

En un principio, esta plataforma de reflexión –posibilitada desde grupos estratégicos de vínculos con la renombrada y jesuita Universidad Iberoamericana de México– cobra especial sentido en el contexto actual en el cual nuestra humanidad se ve sometida a la sobre exposición de información de diversa índole y específicamente relacionado al coronavirus SARS-CoV-2 que provoca la denominada enfermedad COVID-19. Esto a mi parecer tiene su génesis y explosión actual en la generación de las plataformas y tecnologías digitales actuales.

Si bien es cierto que la irrupción descontrolada de información consumida en nuestras sociedades está anclada en procesos liberales  de ensanchamiento de las libertades de difundir información, estas posibilidades –en mi opinión– deja espacios vacíos que utilizan ciertas personas a fin de conmocionar y provocar caos emocional (bajo lógicas particulares interesadas en lograr la adhesión a visiones segmentadas de nuestra realidad).

confusion y pandemia
Imagen: DPL News.

Al respecto, desde la Organización Mundial de la Salud (OMS), han advertido –desde el inicio de los brotes de la actual pandemia– sobre el surgimiento de la infodemia, la cual de acuerdo a la institución líder del ramo sanitario global “se refiere a un gran aumento del volumen de información relacionada con un tema particular, que puede volverse exponencial en un período corto debido a un incidente concreto como la pandemia actual”.

Es en este contexto que lastimosamente regímenes autocráticos y dictatoriales buscan gestionar –eufemísticamente– los derechos de los ciudadanos a una información fidedigna, sin importar los “atropellos” y coacción de las diversas libertades de los individuos a externar sus opiniones. De estos líderes contemporáneos hay una variedad neo lingüística, potenciada por el espectro del mundo digital y virtualizado que al amparo de diatribas como las fake news, han buscado socavar la legitimidad de oposiciones a su forma de gestionar los asuntos públicos.

Lo hemos visto a lo largo de este 2020 cuando mandatarios, tanto de izquierda como de derecha han ignorado públicamente los riegos a la salud pública por parte del coronavirus que ha confinado a medio mundo en todo el planeta, lo cual, bajo mi punto de vista, contribuye indirectamente a potenciar el impacto infodémico sobre los imaginarios populares; producto de que sus visiones sesgadas sobre estos asuntos médico-científicos impactan en las psiques de sus partidarios, quienes por diversas razones se adhieren subliminalmente a sus lógicas discursivas.

fake news
Imagen: iPunto.

En definitiva, estas actividades desarrolladas por equipo de la ASEPEC, posibilitan la visibilidad de fenómenos contemporáneos mayúsculos que, si no se hace algo para confrontarlos –en base a las más variadas y locales estrategias de contención-prevención–, afectarán la existencia misma de las comunidades, pues se pierden vínculos genuinos de confianza en “el otro”, debido a la continuada transmisión de información necesitada de verificación y autenticación, trabajo que nos compete evidentemente a todos, desde nuestras propias convicciones y efecto multiplicador en la “alfabetización” de nuestras sociedades en temas tan sensitivos y de interés público como lo son los tópicos sanitarios –basados en evidencia científica–. Es como combatir contra conspiradores “ocultos” en la clandestinidad y enclaustramiento social.

Posdata: De acuerdo a la afirmación de una hoja informativa generada recientemente por la OMS como central matriz, “la propia infodemia acelera la desinformación y hace que perdure”. Al respecto, se sugiere en el documento que “si no puede confirmar la fuente de la información, su utilidad o si ha sido compartido antes… Es mejor que no la comparta”.  


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Inmunizar la esperanza

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Las noticias provenientes de diversas partes del planeta relativo a la evolución en el desarrollo de vacunas inmunizadoras contra la COVID-19 se ha esparcido como “reguero de pólvora”, y ha inoculado y avivado en una humanidad indefensa la esperanza en la cercana producción en tiempo récord de una inyección que prevenga los daños causados por el coronavirus SARS-CoV-2. De acuerdo a datos de estos días, hay 18 vacunas que están siendo probadas en seres humanos, entre las cuales se destacan tres: vacuna experimental Sinovac Biotech (China), vacuna ChAdOx1 nCoV-19 (Universidad de Oxford), y la vacuna de la compañía Moderna (Estados Unidos).

No cabe duda de que los sobresaltos causados por la actual pandemia, al mismo tiempo que ha abierto el camino para que un fabricante inscriba su nombre en la historia a través del desarrollo y producción de una vacuna “eficaz y segura” anti-covid-19, ha posibilitado que desde la comunidad científica se haga un trabajo colaborativo, anteponiendo los intereses generales sobre ciertos intereses particulares en pro de la comunidad global. De hecho, varias de las compañías inmersas en la carrera por alcanzar la meta han prometido “precios al costo” de estas potenciales herramientas inmunizadoras en favor de la humanidad.

vacuna covid-19
Ilustración: Paul Garland.

Al concierto retórico se ha unido la federación rusa, cuyas autoridades, con cierta cautela, afirman que en septiembre u octubre tendrán la vacuna contra la enfermedad. Pienso que la principal ventaja de la ciencia actual es que ya conoce una amplia gama de detalles para algo imprevisible y desorientador al principio de la pandemia (desde la secuenciación genética del virus hasta una mayor delimitación de las formas mediante las cuales se diseminan los contagios). Lo que sí se ha hecho evidente en esta lucha es que, a pesar del avance de la biotecnología y la sofisticación de los métodos sanitario-científicos, hay en el orbe ciertos vacíos a través de los cuales –y por descuido de los sistemas locales de vigilancia epidemiológica– se pueden “colar” microbios como el que ha confinado a medio mundo en el 2020.

Ahora bien, aunque en este contexto se ha visto cierta crudeza verbal en torno a la comprensión de la crisis sanitaria entre potencias hegemónicas contemporáneas como Estados Unidos y China, las lecciones aprendidas nos indican que es precisamente en estos procesos de gestión de la sanidad pública global donde se reinstalan los discursos del biopoder.

Por una parte, a través de la implantación en los imaginarios populares de ciertas lógicas de terror a lo desconocido; y, por otra parte, a través de la búsqueda de reivindicación de los valores y principios nacionales por sobre los foráneos, lo cual evidentemente se traduce en la consolidación de la conocida “marca país”.  

vacuna covid-19
Ilusstración: Olga Tsay.

En un mundo golpeado por la incertidumbre –debido al temor a lo desconocido– y que ha tomado forma en el cuerpo social a través de draconianas medidas de distanciamiento social, se hace necesaria entonces la deconstrucción de términos básicos de interacción social como la empatía, pues esta pandemia ha provocado que ya no solamente sea imperioso el reencuentro postpandémico en el entendimiento interpersonal a lo interno de las comunidades (romper los muros de la sana distancia a través de la recuperación de acciones humanas tan básicas como los saludos convencionales); sino también la necesidad de saber reinterpretar y comprender la irrupción en los espacios geográficos locales de masas humanas foráneas desesperadas por sobrevivir, que aun antes de la pandemia han vivido en condiciones casi infrahumanas en países subdesarrollados –por ejemplo, los del triángulo norte centroamericano–, y es entonces cuando la xenofobia tiende a agravarse debido al componente sanitario actual.      

P.D. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) afirman que hay tres fases que debe superar una vacuna para llegar a la ciudadanía. En la primera fase la vacuna se prueba en grupos de entre 20 a 100 personas saludables (a fin de confirmar que no represente una amenaza para la salud). Entretanto, en la segunda fase se realiza un estudio a mayor escala en cuanto al número de personas (se analizan efectos secundarios y reacciones del sistema inmune ante la vacuna). Finalmente, en la tercera fase se lleva a cabo un ensayo con miles de voluntarios (a fin de comparar evolución de personas vacunadas respecto a aquellas que no; recolectar datos estadísticos acerca de la efectividad y seguridad de la vacuna; e identificar posibles efectos secundarios que no hayan surgido en la fase anterior.
No obstante, antes de entrar a estas fases, los CDC sostienen que la vacuna candidata debe superar una “fase 0 o preclínica”, misma que incluye pruebas in vitro y en animales.


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