La atención es la forma más extraordinaria y pura de generosidad.
Simone Weil.
En este momento, tienes el propósito de prestarle toda la atención posible a la lectura de este texto. No obstante, podría apostar que muchos lectores tienen alguna distracción aquí, en este punto y aparte, que les impide lograr la tarea.
Algún pensamiento o elemento de tu espacio físico o mental te desvió del objetivo de leer. Sin duda, mantener la atención plena en algo durante mucho tiempo es toda una hazaña. A todos nos pasa de cierta manera, ya que vivimos en un espacio lleno de señales. En mi trabajo como consultor de comunicación en diversas organizaciones, encuentro que la falta de atención es una fuente común de problemas en el trabajo.
¿Por qué desatendemos lo que hacemos?
Esto se debe a muchas causas. Me gustaría resaltar algunas: vivimos en una época donde veneramos la productividad; queremos hacer mucho sin procurar la calidad de lo que hacemos. Nos imponemos una lista interminable de tareas al día sin preocuparnos por la finalidad y la calidad del resultado. Una gran parte de los indicadores con los que se valora nuestro desempeño miden el volumen del esfuerzo y no su impacto.
Por otra parte, la tecnología, que está a nuestro alcance con un celular o computadora, nos obliga a tener una capacidad de respuesta rápida y dividir nuestra atención en múltiples aplicaciones y procesos simultáneamente. Esto provoca períodos de atención más cortos y poca conciencia al realizar las actividades. En este mundo inundado de información, saltamos de una tarea inmediata a otra sin atender bien a ninguna.
La comunicación de las organizaciones sería más efectiva si los colaboradores prestaran más atención a la información que manejan y, por lo tanto, a las relaciones que se generan a partir de ella.
¿Cómo funciona mi atención?
Lo primero que necesitas saber es que neurológicamente nuestra capacidad de atención es reducida:
“… después de enfocarnos en algo sólo podemos retener una pequeña cantidad de información en nuestra memoria a corto plazo. La habilidad para almacenar información en nuestra mente es prácticamente un superpoder, al permitirnos pensar en lo que hacemos mientras lo hacemos, ya sea que se trate de solucionar un problema (como recordar números mientras hacemos cálculos aritméticos) o de planear el futuro (como programar la mejor serie de ejercicios en el gimnasio)”.[1]
Si la atención es un recurso limitado, necesitamos conocer qué tipo de tarea vamos a realizar para estimar el esfuerzo necesario. Existen dos tipos de tareas:
1. Tareas simples y habituales: son aquéllas que por la fuerza de la repetición podemos hacerlas de forma casi automática. Algunos ejemplos son manejar o lavarte los dientes.
2. Tareas complejas: son las que requieren de cuidado y precisión y, por lo tanto, exigen toda nuestra atención. Por ejemplo, una conversación significativa con un amigo o atender una junta de trabajo.
Podemos hacer muchas tareas simples al mismo tiempo porque requieren de poca atención. Bajo estas circunstancias, operamos en una modalidad multitarea. Pero si queremos hacer una tarea compleja, sólo podemos ser eficientes si enfocamos toda nuestra atención en ésta.
Cuando nos enfocamos en una tarea compleja y, al mismo tiempo, recibimos estímulos del entorno multitarea, nuestros niveles de estrés aumentan.
¿Cómo puedo mejorar la atención?
La atención se entrena. Y este entrenamiento, al igual que en el ejercicio físico, depende de objetivos y sucede en un proceso gradual.Algunos consejos para entrenar tu capacidad de atención son:
1. Identifica cuál es la intención profunda de lo que haces: Tener una razón genuina para actuar nos ayuda a entrar más rápido a un estado de atención.
2. Asigna un tiempo a tus tareas: Si necesitas trabajar en algo por mucho tiempo, puede ser más fácil si lo divides en una serie de períodos cortos. Evita sobrecargar tu capacidad de atención. Es preferible hacer el trabajo poco a poco, con precisión y calidad.
3. Identifica los enemigos de tu atención: Estos son distractores que pueden sacarte fácilmente de la tarea que realizas. Como ejemplo está el celular o aplicaciones. Cuando decidas enfocar tu atención, aléjate de estos enemigos para que el compromiso con la tarea se cumpla sin interrupciones.
4. Ordena el espacio donde trabajas: El cerebro funciona mejor si ve el ambiente ordenado y limpio. Antes de trabajar, dedícale unos minutos a preparar el espacio donde harás tus tareas.
5. Pon en práctica tu atención en experiencias colaborativas: El mejor momento para entrenar la atención es cuando necesitas colaborar con otras personas. Aquí se pone a prueba tu capacidad de escucha activa para seguir los argumentos de tu interlocutor y no perderte en tus propios pensamientos. También es útil comprender lo que te pide la otra persona antes de pensar en lo que le vas a contestar.
Ahora manejamos muchísima información al día y, por esto, necesitamos ejercitar nuestra capacidad de atención para seleccionar mejor los datos y tomar mejores decisiones. Si aumentamos nuestra capacidad de atención, mejoraremos no sólo nuestros procesos de trabajo sino también las relaciones interpersonales y las formas de comunicación en el trabajo y en la vida personal.
Notas:
1 Bailey, Chris, Hyperfocus. How To Manage Your Attention In a World Of Distraction. Penguin Random House, 2018.
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