COVID-19

Ahora también tenemos borregos

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Una mujer con un vestido de flores azules se desliza por la ventana de una habitación. Es la única salida a un techo ideal para poner a secar yerbas. Ya antes había lanzado por esa misma ventana grandes manojos. Un sombrero de alas caídas le cubre la cara y la nuca. Desata la alfalfa y la tiende a secar sobre los ladrillos calientes por el sol de mayo. La acompañan dos gatos negros. A sus más de sesenta años, Margarita sigue siendo guapa. Es muy vanidosa.

Llegó a trabajar a la ciudad sin saber que se quedaría para siempre. Recuerda que cuando vio acercarse al tren que la alejaría de su pueblo, salió corriendo, no iba a meterse a ese animalote. Su mamá la atrapó. Tenía quince años. Entonces no se imaginaba que no se casaría ni tendría hijos, con lo que le gustaban los niños. Mucho menos que les cogería tanto cariño a los animales. En esa época, le sobraban pretendientes, era cuestión de escoger. Pero, uno a uno, los buenos se alejaron de ella y sólo quedaron los que no valían nada. Eso piensa Margarita mientras esparce la alfalfa por el techo.

Cuando acaba de tenderla, salta de nuevo por la ventana, ahora a la habitación. Baja por la escalera principal, entra a la cocina, se lava las manos, cuelga el sombrero de un clavo y se pone un delantal sobre el vestido de flores. El olfato le avisa que el puerco al horno está listo. Los gatos se han ido a pasear por su cuenta, en su lugar están dos perros viejos. Uno artrítico, el otro ciego de un ojo. Antes de acomodar el puerco en una bandeja, le sirve un buen trozo a cada uno. Con consomé de res, para que no esté seco, y papitas y zanahorias, porque hay que comer verduras. Los perros le agradecen con la mirada.

cocina y cocinando
Pintura: Pinterest.

En el comedor, la familia espera. La madre en la cabecera donde se sentaba su marido antes de morir, los hijos desperdigados con los nietos. Se habla mucho, se entiende poco. Sólo la madre guarda silencio. Está concentrada en el jardín.

Detrás de las bardas que delimitan la propiedad, los noticieros hablan de una pandemia. Los analistas comentan las repercusiones en la economía; los religiosos exhortan a la gente a rezar. El fin del mundo se abre como una posibilidad real, eso dicen los profetas. En el comedor de la casa, se discute lo difícil que se ha vuelto comer a una hora decente. 

Pero el puerco ya está listo en la bandeja. Margarita no tuvo tiempo de preparar sopa ni ensalada, la alfalfa requiere de muchos cuidados. Hay que quitarle la basura y fijarse que no venga revuelta con yerbas malas. Tenderla al sol también lleva tiempo. No es cuestión de aventarla como caiga, no, se tiene que esparcir de manera adecuada para que se ventile y seque pareja.

mujer y ventana
“La Ventana de Goldfish”, Frederick Childe Hassam, 1916.

La familia espera con impaciencia. Por fin, alguien se levanta a ver qué sucede en la cocina. Regresa con noticias. No habrá ensalada ni sopa y las verduras les tocaron a los perros, pero hay lomo de puerco y sobra pastel de ayer.  

La madre sigue observando el jardín. En el exterior, la epidemia ha hecho cundir el pánico. Han cerrado escuelas, los hospitales no se dan abasto. El mundo ha cambiado de la noche a la mañana, eso aseguran los periódicos. En algunos países, han abierto las iglesias para acomodar a los muertos.

La madre lanza un suspiro. Ahora también tenemos borregos en casa, dice, ahora me explico por qué hay alfalfa en el techo. Nadie la oye, los hijos y los nietos discuten sobre la pandemia que hay afuera, del otro lado de la barda que protege la casa de todo mal. Eso creen los nietos pequeños. Cuando llega la comida, se hace un silencio. Huele bien.

borregos y ventana
“The Sheep Window”, Ditz (Reprodart.com).

Un borrego negro asoma la cabeza entre las plantas. Había estado oculto detrás de un macizo de hortensias. Margarita sale corriendo a guardarlo y la madre desvía la mirada hacia el platón de comida para darle tiempo. Uno de los hijos habla en voz muy alta, quiere establecer un punto sobre la epidemia. La madre baja el volumen del aparato para la sordera y murmura: “coronavirus”, qué bonito nombre. Es la única que vio al borrego negro, también la única que sabe que, pase lo que pase, no pasará nada.


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Coronavirus, pandemias y bioética

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Una de las principales corrientes bioéticas es la principialista y su nombre alude a sus cuatro principios bioéticos fundamentales:

1. autonomía,
2. beneficencia, 
3. no maleficencia y
4. justicia.

No hay mucho que explicar, ya que el primero alude a la capacidad de los individuos para tomar decisiones, el segundo implica que al actuar siempre debemos buscar el mayor beneficio para las personas, el tercero indica que debemos evitar cualquier acción que pudiera perjudicar y, finalmente, el de justicia sugiere que todas nuestras acciones deben estar enmarcadas precisamente por la equidad. Por cierto, éste es quizá el principio más complicado, ya que no existe una sola idea de lo que es ser justo.

Es frecuente que las personas pregunten si el orden en que se presentan estos principios, es el orden en que deben respetarse y la respuesta es negativa, ya que si bien el principio de mayor peso es sin duda el de autonomía, habrá ocasiones en que no pueda aplicarse, por ejemplo, con personas con demencia o menores de edad.

metodos bioeticos
Ilustración: Medium.

Así pues, la idea es que de frente a cada circunstancia se apliquen los cuatro principios, privilegiándose aquél que corresponda de acuerdo a cada ocasión. Hoy, frente a la pandemia del coronavirus, es imposible pensar que las acciones que se tomen sean en función del principio de autonomía, hoy se ocupa privilegiar el principio de justicia.

Frente a situaciones como la que nos toca vivir, las soluciones nunca son fáciles pero debemos tener ciertos elementos que guíen nuestras acciones, y estos principios son por demás pertinentes en la actualidad.

Ahora bien, como ya lo mencioné, en las circunstancias actuales, debemos privilegiar el principio de justicia, entendiendo por esto que los recursos –siempre finitos– deben ser utilizados de forma tal que la mayoría de las personas se vean beneficiadas.

Aunque cabe matizar lo anterior, ya que no sólo se trata de una distribución equitativa o igualitaria de los recursos, el principio de justicia nos exige más, y pide de nosotros dejar a un lado nuestros egoísmos; este principio implica que debemos pensar en términos colectivos, sociales y no individuales. Es por ello que resulta criticable toda esa gente que ha acaparado mercancías, como si se tratara del fin del mundo.

De igual forma, la gente está acaparando alcohol –líquido o en gel– absurdamente, hay una fuerte compra de papel sanitario, de medicinas que no sabemos si las vamos a usar, y que en caso de no usarlas, quizá alguien las va a necesitar, pero ya salieron del mercado y están en el anaquel de algún egoísta.

crisis de pandemia
Imagen: iStock.

Por otro lado, y particularmente aquellas personas de recursos económicos altos, están haciéndose pruebas sin siquiera tener síntomas o haber tenido contacto con personas contagiadas o potencialmente contagiosas, lo que indudablemente va a generar un desabasto de pruebas.

Es increíble cómo nuestra ceguera social, nuestra falta de consideración a los demás y nuestro egoísmo, pueden causarnos mucho más daño del que imaginamos. En este momento tanto en España como en Italia y, muy particularmente en el segundo país, la crisis ha llegado a tal nivel que las decisiones médicas ya se están tomando en términos de “medicina de catástrofe”, lo que implica grandes dilemas éticos y bioéticos para el personal sanitario en su conjunto.

El concepto de “medicina de catástrofe” tiene sus orígenes en la guerra, y en las grandes catástrofes en las que, médicos e incluso políticos, tienen que tomar decisiones drásticas, por ejemplo, privilegiar el tratamiento de jóvenes respecto de viejos, o de personas sanas respecto de aquellas aquejadas de alguna patología, que hace que su pronóstico sea menos optimista.

Esto implica cancelar cirugías ya programadas a fin de poder disponer de mayores unidades de cuidados intensivos, cerrar la consulta externa para disponer de ese personal sanitario para enfrentar la crisis, restringir derechos fundamentales, como el de reunión o tránsito, incluso –como ya ha sucedido– cerrar fronteras y vuelos aéreos.

paises y coronavirus
Imagen: Cuidateplus.

Me preocupa tanto el egoísmo como la irresponsabilidad con que estamos actuando, sé que el justo medio no es fácil, sé también que hay personas que no pueden aislarse de manera definitiva en su casa, ya sea por pobreza o por la circunstancia que sea –lo vemos en el mismo personal sanitario–, pero ver a personas en eventos masivos, ignorando las recomendaciones más básicas, irrita a cualquiera.

Todo indica que en Italia, el problema es que la gente, la sociedad en su conjunto, ignoraron las primeras recomendaciones y seguían reuniéndose en bares, cines, o lugares de alta concurrencia, y fue eso precisamente lo que generó la gran expansión del virus y, consecuentemente, la gran cantidad de muertos.

No es broma lo que digo en términos de la “medicina de catástrofe”, Italia ya está en esa situación, sin olvidar lo que está pasando en Bérgamo, en donde ya no hay espacio para sepultar a sus muertos.

Seamos conscientes y sigamos las recomendaciones básicas, que en realidad cuestan poco, lavarnos las manos de manera frecuente, evitar en la medida de lo posible salir de casa, mantener una distancia prudente y evitar los lugares de alta concentración.


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El mundo está globalizado, cuidemos los riesgos

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Lamentablemente el coronavirus nos está haciendo reflexionar y replantear paradigmas que en un mundo globalizado dejamos de cuestionar y, consecuentemente, estamos pagando un alto costo tanto en vidas como económicamente por no habernos protegido de manera correcta.

Me parece que una gran lección a aprender es que en un mundo globalizado, el manejo de riesgos debe ser no sólo prioritario sino fundamental, el mundo se globalizó muy rápido y sin que los diversos países se pudieran poner de acuerdo en las reglas fundamentales, cuando más bien, el comportamiento de cada país se mueve según los muy particulares intereses de cada uno de ellos, y dejando en segundo término el interés general de todos los que habitamos este planeta.

Si esto es correcto, no nos queda más remedio, tanto como países, empresas, instituciones públicas y, en lo particular, de minimizar los riesgos de la globalización.

Hoy estamos enfrentando una pandemia a nivel global y, sin embargo, cada país está implementando soluciones distintas y en tiempos distintos, lo cual con la tecnología y las comunicaciones que se tienen, me resulta totalmente incongruente.

riesgos globales
Ilustración: Shutterstock.

Pero lamentablemente eso es lo que hay y, por lo tanto, debemos mitigar los efectos disminuyendo los riesgos en cada una de las diferentes ramas donde nos toque interactuar.

En el ramo industrial muchos caímos en la tentación de comprar los insumos que requerimos donde encontramos la mejor relación precio-calidad, sin tomar en cuenta que si, por ejemplo, compramos el 100% de las partes requeridas en China por ser más baratas y, de repente, quedó parada su industria, hay casos en los que lamentablemente tendremos que parar las fábricas por falta de algún insumo que probablemente no represente un porcentaje alto del total, pero no tenemos alternativas.

Después de sufrir esto, es lógico entender que debemos tener más proveedores en otras latitudes aunque sean más caros, ponderando la compra, pero diversificando los riesgos.

Lo mismo también sucede en el gobierno, específicamente en el sector salud.

En algún momento se pensó en que la compra consolidada debería bajar los precios de adquisición, y en un principio resultó cierto, se consiguieron mejores precios, pero a la larga se fueron consolidando enormes proveedores con mucho poder y sin competencia. Con el paso de los años, obviamente empezaron a tomar ventajas dada su privilegiada condición, lo que provocó finalmente un rompimiento y el desabasto que esto implicó.

riesgos de salud
Ilustración: Nexos.

Por eso creo que al ser el gobierno un comprador tan grande, debe diversificar los riesgos y garantizar que siempre haya competencia y opciones para satisfacer sus requerimientos, pero el consolidar las compras, en el largo plazo, el hecho de no diversificar los riesgos cobrará su factura en circunstancias que muchas veces es imposible predecir; tal como estamos sufriendo lamentablemente por el coronavirus, que llegó sin avisar y está saliendo carísimo tanto en términos de salud para los mexicanos y, por supuesto, también en lo económico.

La lección es sencilla, al comprar los insumos que necesitaremos en un lapso amplio de tiempo, será mucho más exitoso tener cuando menos dos o tres proveedores. Desde luego, con riesgos distintos para comprar los insumos que necesitamos, ponderando la compra, pero nunca dándole a alguien el total.

En un mundo globalizado, debiera haber muchas opciones, no las cerremos.

Entiendo que son tiempos en que las economías pararán temporalmente, pero la realidad es que con las tecnologías que existen hoy, es imposible que el mundo se cierre.

Seamos inteligentes y prudentes, planeemos nuestras compras diversificándolas, eficientándolas, y bajando nuestros riesgos.


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Mientras el mundo se alarma por una pandemia, en México jugamos a los abrazos

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Estamos sin ninguna duda ante un serio problema a nivel mundial, el tema del coronavirus por donde se le quiera ver, está ocasionando que la economía mundial colapse y obviamente en nuestro país les pegará a las clases más débiles. Trataré de ser más explícito, tomemos como referencia un restaurante, por miedo, las personas no acudirán de la forma que normalmente lo hacían, ¿qué pasará con el personal? –el chef, su staff, los meseros, los garroteros, el capitán, el gerente–, posiblemente afecte también al dueño, desde luego, porque tiene que cubrir los gastos fijos –renta, luz, gas, teléfono, internet, etc.–, pero ¿qué pasa con el salario de los demás?, obviamente el dueño al no tener entradas, no podrá pagar los mismos y tampoco las cuotas obrero–patronales. Este simple ejemplo puede ser escalable a cualquier negocio, fábrica, u otro. En los casos en que los trabajadores estén afiliados al IMSS, probablemente no sufran tanto, pero los que no cuenten con este servicio, ¿qué podrán hacer?

El tema no queda ahí, sin duda los más afectados serán los más humildes, y es cierto, dado que ellos no tendrán posibilidad en caso de contagiarse, de asistir a un hospital privado, tendrán que acudir a los servicios de salud que proporciona el gobierno, pero si ponemos atención que en nuestro país en estos mismos, no hay medicinas, o muy pocas, siento realmente que este tema ha sido tomado muy a la ligera por las instituciones y por el mismo presidente. Mientras vemos cómo los países de primer mundo cierran sus fronteras para evitar al máximo la propagación del virus, nosotros abrimos las puertas tanto a cruceros como a aviones. En México “no hay coronavirus” y no pasa nada, es más, el presidente decía con irresponsabilidad que nos abrazáramos, cuando es una de las principales medidas que solicitan, evitar saludar de mano, de abrazo, de beso, etcétera.

Esperemos realmente que “no pase nada”. Pero volvamos al punto, nuestra clase trabajadora, en muchos casos, mal alimentada, con defensas bajas y con nulas posibilidades de hacerle frente a este tema tan delicado, la pregunta sería, ¿qué y cómo vamos a hacer frente para evitar que esto se expanda de forma acelerada y tenga proporciones inimaginables?, revisemos las indicaciones que proponen las autoridades (mundiales):

pais de coronavirus
Ilustración: Fortune.

~ No saludarse de mano, abrazo o beso.
~ Lavarse las manos de forma frecuente con jabón y agua.
~ Utilizar gel antibacterial si no hay jabón y agua.
~ No acudir a lugares concurridos –hay mayor posibilidad de contagio–.
~ De ser posible, quedarse en casa y trabajar desde ahí.
~ No hacer compras de pánico.
~ Tratar de quedarse en casa y, los que puedan, hacer home office –obvio no es para todos–.
~ Evitar al máximo estar con alguna persona enferma.
~No tocarse el rostro.

Queda en evidencia que pese a las medidas que se están tomando en otros países, en el nuestro no hay ni la menor idea de qué hacer, hagamos un recuento:

El gobierno de Francia al reconocer que ya existe una crisis mundial, pagará el agua, luz y gas de su pueblo. Condonará impuestos y las empresas no pagarán renta.

En nuestro país ya se dijo que no habrá ninguna condonación de impuestos ni facilidades para el pago de los mismos, vaya diferencia, ¿no?

Las Bolsas mundiales han caído de forma estrepitosamente, Estados Unidos de febrero a la fecha; ha caído más de un 30%, Alemania -5.31%; Reino Unido -4%; Italia -6.10; Europa -4.86; y Japón -2.46 –datos de Imagen TV–.

Las líneas aéreas están pasando por la peor crisis de la historia, ya que nadie viaja y los pocos que lo hacen, temen a algún tipo de contagio. Las líneas nacionales de Aeroméxico e Interjet anuncian que sus aviones están completamente sanitizados, y que esta última, pese a la situación financiera que pasa, llevará un máximo del 60% de su capacidad, todo con el fin de que los pasajeros no vayan tan juntos o pegados.

Vemos que una vez más es la propia ciudadanía quien pone en marcha acciones, pese a que ninguna de las dependencias oficiales se haya pronunciado al respecto, lo que causa más descontrol.

camillas
Ilustración: BBC.

Me gustaría tener el ánimo de las autoridades mexicanas y pensar realmente que no pasará nada y que esto muy pronto será recordado como un suceso histórico único, pero que con el tiempo pasará sin pena ni gloria. Pero sabemos que no puede ser así. ¿Qué serán de las comunidades que no cuentan con agua?, ¿cómo podrán lavarse las manos?, sin acceso a gel antibacterial y con un sistema de salud (INSABI) fallido, con pocos o nulos medicamentos. Esta situación podría desatar un tema muy serio que termine de darle la estocada final a la falta de planeación, seriedad, compromiso, responsabilidad, de patriotismo de nuestros dirigentes, empezando desde la cabeza, ya que en repetidas ocasiones ha dicho que todo lo que pasa es producto del pasado, de la corrupción, de los “fifís” que van a Europa, y por su culpa han traído el virus a nuestro país; se le olvida que uno de esos “fifís” es su hijo y que ha presumido sus viajes y los lugares que ha visitado.

Seguimos con la división y lo peor es que en una situación de emergencia se alimente más el odio, el populismo vil y descarado, haciendo que crezca la inconformidad de las clases productivas que, pese a todo, argumentando la explotación de los conciudadanos, con salarios pobres que no alcanzan para nada, al menos ellos, los asalariados, son personas productivas, gente que se levanta temprano, se expone al subirse al transporte urbano, para luego ser asaltados impunemente –lo he comentado–, para ganarse un salario y cuando menos darle sustento a su familia. Contrario a los becados actuales, “los ninis”, que NO hacen nada; se la pasan viendo la vida correr sin dar golpe, como se dice coloquialmente, pero eso sí, criticando al que ha sobresalido pese a todo. Obviamente no pueden aceptar que alguien más lo haya logrado y ellos no; no pueden comprenderlo ya que pregonan la ley del menor esfuerzo.

Pero incluso estas personas, en caso de algún contagio, ¿a dónde acudirán?, el tema es que en todo el país no hay suficientes camas de terapia intensiva, que son las que de presentar el virus, se requerirían, luego entonces, ¿dónde está el plan de contingencia?, ¿qué pasará con nuestro pueblo ante esta carencia?, ¿dónde está el Secretario de Salud?

Ustedes, ¿qué opinan?

Nos seguimos leyendo si gustan.


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La peste de la ignorancia

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Los tiranos, los fanáticos religiosos, los demagogos y los imbéciles se sienten infalibles, los embriaga el pensamiento mágico y ególatra, que los coloca por encima de la realidad. Invulnerables a las enfermedades, las guerras, a las pruebas que la existencia nos impone, ellos afirman que sus credos y sus ideologías son en sí mismas medicina, aura bendita y protección metafísica.

El Rey Sol salía a pasear por las calles de París el día de su cumpleaños, desde las ventanas de su carruaje saludaba al pueblo, a los mendigos y enfermos, que se amontonaban a su paso, creían que el elegido de Dios para gobernar Francia los podría sanar con sólo mirarlos. Nunca sucedió el milagro, y cuando Luis XIV enfermó de gangrena, posiblemente causada por un ataque de gota en la pierna izquierda, la necrosis invadió la pierna, los médicos impotentes veían que la majestad inviolable se pudría ante sus súbditos, que ese semidios era mortal como ellos.

Joseph Werner, Luis XIV
“Alegoría de Luis XIV como el dios Apolo sobre su Carruaje de Rey Sol, precedido de la Aurora y acompañado por las Horas”; pintura de Joseph Werner, 1662-1667, Palacio de Versalles (Google Arts & Culture).

Le aconsejaron amputar la pierna, y el Rey Sol en su arrogancia se negó, no podían mutilar a un ser divino, la ciencia nada puede en contra de la vanidad y la ignorancia. Francia rezó para que el Rey sanara, las misas de las catedrales estaban dedicadas a su  sagrado cuerpo. Luis pensaba que el amor de su pueblo, que esas voces cantando en las iglesias lo curarían. Multitudes se apostaron a las puertas de Versalles, rezando, el guerrero, el mecenas de las artes, el hermoso amado les demostraría que era inmortal.  El Rey Sol murió infectado, con fiebres, pestilente, como todos los seres humanos, como todos los reyes. Felipe IV de España les mostraba sus llagas a sus hijos, la fe del paladín del catolicismo no pudo regalarle la inmortalidad.

La ciencia nos ha demostrado que la ignorancia y el fanatismo matan más que las enfermedades, que las limitaciones del conocimiento son reales, y que el poder ilimitado de la fe es falso, la tragedia es que los seres humanos abrazamos la infabilidad porque habitamos en la delirante creencia de que somos privilegiados. Los reyes y los tiranos, los imbéciles, afortunadamente son mortales como nosotros, escuchar a la ciencia y al sentido común, la prevención y la precaución no son demostraciones de pesimismo, son demostraciones de inteligencia. El optimismo patológico está incubado por la egolatría, “pensar positivamente” no nos va a salvar del contagio.

obra de Eko
“Corona cambia de piel”, xilografía de Eko.

La cuarentena por el COVID-19 es la oportunidad de reflexionar, aceptar que ser vulnerables nos hace humanos, humildes y conscientes de recobrar nuestro instinto de conservación, somos animales, tenemos cuerpos. La irresponsabilidad y la temeridad de desobedecer las recomendaciones de los científicos nos van a lanzar a una pandemia y de eso ni el optimismo, ni la fe, ni las ideologías nos van a salvar.

El Rey Sol nunca pudo sanar a uno solo de sus súbditos, al contrario, con sus guerras y sus malas decisiones políticas, creó una crisis económica terrible y se propagó la tifoidea. Infectados de ideologías y demagogia, los necios esperan un final que los haga mártires de su obcecación. 

México y China: ¿desincronizados en la emergencia del coronavirus?

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El 18 de marzo, por primera vez, China no presentó nuevos infectados locales por el coronavirus: las 34 nuevas personas infectadas fueron “externas” y el 20 de marzo las muertes en Italia por el COVID-19 ya fueron mayores en Italia que en China –aunque con la mitad de casos infectados–; México ese día todavía se encontraba en la Etapa 1 y, muy probablemente, pasaremos a la Etapa 2 en breve y posteriormente a la Etapa 3. En China los primeros casos de coronavirus se dieron a mediados de enero, se hicieron públicos a finales de enero; en México el primer caso fue el 27 de febrero de 2020. México se encuentra desincronizado con China –y con otros países como Estados Unidos– en materia del coronavirus en alrededor de unas seis semanas, ¿podemos aprender algo de la experiencia china?

En algunos aspectos la experiencia China es única: la omnipresencia del sector público en China y sus características políticas permitieron que durante varias semanas pusiera en cuarentena a 15 ciudades en la provincia de Hubei –de 60 millones de habitantes–, incluyendo a su capital Wuhan, de 11 millones de habitantes. Estas drásticas medidas son difícilmente imaginables fuera de China y en México; en el caso de China permitieron un relativamente rápido control de la epidemia –aunque con un alto grado de incertidumbre sobre sus costos y efectos a sus inicios–, tanto en la propia provincia de Hubei como en otros focos de infección. Lo anterior significa, entre otras cosas, que en la mayoría de los países –incluyendo México, pero también en Italia y Estados Unidos, por ejemplo–, el período de control del coronavirus será más prolongado: no de seis semanas, sino de varios meses, en el mejor de los casos; con la excepción de China, por el momento no existe otro país que hubiera logrado controlar o incluso disminuir los nuevos casos de infección, mucho menos de que no se dieran nuevos casos.

restricciones coronavirus
Imagen: Gettyimages.

No obstante lo anterior, sí existe un grupo de aspectos que el resto de los países, incluyendo México, pudiera seriamente considerar. Por un lado, preparar significativamente a los respectivos sistemas de salud –con el apoyo activo del sector militar e incluso el privado, como en Estados Unidos– para atender la crisis de salud: hospitales, equipo, personal y demás debieran estar preparados a detalle para la contingencia prevista.

Por otro lado, la masiva realización de pruebas del coronavirus es fundamental –y una de la principales críticas a lo ocurrido en las primeras fases en Corea del Sur, Estados Unidos y América Latina–, donde sin prácticamente haber realizado pruebas, los aparentemente infectados por el coronavirus eran ínfimos (sic).

Tercero, la población –y ante la muy probable necesidad de realizar cuarentenas de poblaciones específicas con altos niveles de infección– requiere de una infraestructura y servicios que efectivamente permitan esta (auto)cuarentena: el suministro de alimentos y bebidas básicos a través de solicitudes y pagos digitales es crítico; bajos niveles de bancarización –ni hablar de acceso a infraestructura digital– “no ayudan”, ni hablar de las dificultades ante la práctica inexistencia de ahorros. Aquí el sector público pudiera jugar un papel relevante en el efectivo suministro a familias y hogares, e incluso poblaciones completas que requirieran de cierto grado de cuarentena en México.

Cuarto, China en los últimos 10 días se ha concentrado crecientemente en el control de las personas infectadas externas, es decir, que han viajado al extranjero; paradójicamente ciudades como Hong Kong recientemente iniciaron con la drástica medida de poner en cuarentena a todos los visitantes extranjeros, con excepción de los provenientes de Macao y Taiwán.

coronavirus
Ilustración: Wksu.

Quinto, y último, la experiencia de China también refleja la importancia de prepararse ante el –ojalá pronto– escenario post-emergencia del coronavirus: desde hace varias semanas el sector público chino inicialmente se preocupó y concentró en la generación de una oferta productiva ante la generalizada cuarentena nacional y, particularmente en la provincia de Hubei, cientos de millones de personas que no se presentaron en sus diversos lugares de trabajo –en fábricas, el sector público y servicios, así como en escuelas, universidades, etc.–.

En la actualidad, sin embargo, la socioeconomía china se encuentra ante la paradoja de la falta de demanda generalizada: después de varias semanas del desplome en la demanda –en la primera quincena de febrero las ventas de autos habían caído en 92%, siendo China el principal productor y consumidor de autos globales–, la demanda ante la lenta normalización socioeconómica sigue siendo reducida. Esto debido a que durante enero-febrero 2020 las ventas de bienes y raíces cayeron en -40% y nuevos proyectos de construcción en -45%.

En otro contexto, y más cercano a México, el Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, no descartó una tasa de desempleo cercana al 20% en Estados Unidos como resultado del coronavirus y buscarán tomar diversas medidas ante estos dramáticos efectos.

Todos estos aspectos son aleccionadores para lo que sucederá, en un par de semanas, en México.


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La pandemia del inconsciente

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¿Podrías creer que en este momento hay algo que se contagia más rápido que el coronavirus y no es una enfermedad? Sí, el miedo. Todos lo hemos mencionado aunque en el fondo, quizás no lo entendamos realmente.

No nos hemos dado cuenta de que después del contagio del miedo estando en medio de una pandemia, se abren más posibilidades a que todo termine peor. Las compras de pánico tienen como resultado la escasez de medicamentos, kleenex, cubrebocas, geles y productos antibacteriales, que por comprar en exceso no alcanza para todos.

¿Y el papel higiénico? Éste es un miedo instalado en nuestro inconsciente por la época de los 70 cuando se vivió una crisis parecida y este producto junto a otros estuvo en escasez. El pánico hace que ni siquiera nos detengamos a observar este tipo de fenómenos que terminan hoy en memes sin ningún entendimiento. El papel es más barato que el kleenex y en aquella época no existían tantos fabricantes ni la logística que hoy tenemos en el planeta para tener mejor disponibilidad. Hoy el primer ministro de Inglaterra les comunicó a sus ciudadanos que no se preocuparan, hay papel para 10 años más.

incosciente y cubrebocas
Ilustración: Joseflee

En la mayoría de los casos ni siquiera sabemos definir a qué le tenemos miedo. ¿A enfermarnos? ¿A no tener papel para ir al baño? ¿A morir? Y mientras, las redes sociales siguen en su juego mostrándonos nuestro inconsciente colectivo. Podemos ver cómo seguimos polarizados y de eso no nos damos cuenta. Inclusive con videos “fake” y chats con documentos editados para desprestigiar a las autoridades o simplemente generar más miedo en la sociedad. La gente enviando mucha información falsa sin revisar su fuente. ¿A dónde vamos con todo esto? ¿Por qué no paramos un momento?

Otro tema que podemos observar en esta contingencia, es cómo estamos desconectados en el día a día de los demás. Nos conmueven acciones colectivas de cantos, porras y felicitaciones en videos de otros países y, esto, no es más que una forma de decirnos que vivimos dormidos de la vida que nos rodea. ¿Y si aplaudiéramos a los médicos y enfermeras que día a día se la juegan en los hospitales sin necesidad de estar en una pandemia? ¿Y si le dejamos un pastel en la puerta a aquella señora de la tercera edad que vive sola el día de su cumpleaños? Nunca se nos hubiera ocurrido. Pero eso sí, pagamos millones de nuestro dinero e idolatramos a personajes públicos que sólo nos traen entretenimiento y nos olvidamos de quienes realmente cada día luchan por mejorar o cuidar este planeta así como de los que viven a nuestro alrededor.

En el 2015 cuando Bill Gates compartió que no nos preocupáramos por una guerra de armas sino por una pandemia, pocos le entendieron. Hablaba de estar listos para enfrentarlo y no se hizo nada. Hoy necesitamos hospitales y equipos especializados que estén presentes en todo el mundo así como una cultura global consciente para prevención y reacción inmediata. Una cultura sustentada en la calidad humana que integre prácticas que nos permitan atender las necesidades principales de la sociedad para que nadie se quede a la deriva. Ahora que estamos frente a la prueba de la pandemia es momento de preguntarnos, ¿qué podemos hacer hoy?, y ¿qué vamos a hacer después de librarla para no regresar al pasado?

coronavirus y el inconsciente
Ilustración: South China Morning Post.

Nadie se salva de tener que hacer algo ya sea en la prevención o en la reacción. Lo que se requiere hoy son liderazgos que se encarguen de mantener la calma y a su vez que construyan una sola voz que permita dar a conocer y ejercer las medidas pertinentes. Líderes que organicen a la sociedad para que sea mínimo el porcentaje de personas lastimadas en cuanto a pérdida de empleos, alimento y atención médica.

Lo que sí es seguro es que tendremos que aprender a hacerlo juntos y trabajarlo conscientemente después de la pandemia. No dejarlo como un simple motivador de unión de los malos tiempos, sino también en los buenos tiempos, ya que no para todos son siempre buenos y eso se nos olvida cuando, en colectivo, no estamos viviendo un miedo como el que hoy existe. Sería lamentable que todo esto se quedara como algo del pasado sin aprendizaje consciente.

Observémonos cada uno en autoreferencia para entender de dónde viene el miedo y darnos cuenta de que lo abonamos cada día con tanta información. Lo importante es enfrentar a esta pandemia cuidando que el inconsciente deje de motivarnos al miedo y enfocarnos en abrir la conciencia. Ya sabemos cómo prevenir su esparcimiento y no necesitamos ir muy lejos de donde residimos para ayudar. Hay muchas personas a nuestro alrededor que no la pasarán bien y que serán el claro reflejo de lo que al final decidamos al actuar conscientemente, o si nos quedamos sumergidos en el miedo. Tú, ¿estás dispuesto a aprender de la pandemia o requieres otra prueba más?


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¡Emergencia recesiva!

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La pandemia causada por el COVID-19 es la segunda que declara la OMS en lo que va de este siglo XXI; la de abril de 2009 se declaró por la Influenza H1N1. Tienen en común que coincidieron con fases críticas del ciclo económico, del que no se habló entonces, ni se habla ahora del actual por la psicosis de salud creada.

El problema que representa el COVID-19 para la salud pública es serio, pero no dejan de sorprender los efectos de “crack” en la producción, el comercio, el consumo, el turismo y el transporte globales que tienen las medidas que se han tomado para contenerlo.

No es verdad que el virus o los precios del petróleo tengan la culpa del quiebre de la economía global; ésta ya venía arrastrando grandes capacidades productivas ociosas que llevaban a una recesión o, al menos, a una depresión; era también evidente que los mercados bursátiles estaban inundados de una liquidez inmensa, causante de burbujas especulativas que pronto iban a reventar.

Sin embargo, las medidas que se han tomado para contener el contagio del nuevo coronavirus, le ponen un freno sin precedentes a la economía real y a los valores bursátiles, lo que no sólo hace inevitable una recesión, sino que será una muy profunda.

recesion economica
Imagen: La Hoguera.

La recesión significa que estará a prueba extrema la competitividad de cada empresa y de cada banco de todos los países. Las menos eficientes se depreciarán y desaparecerán, y las que no puedan pagar sus deudas pondrán en crisis al sistema financiero. Al final habrá menos firmas productivas, más conglomerados y mercados oligopólicos.

De la crisis de 2008-2009, que se originó al reventar las burbujas especulativas de los bonos chatarra, se dijo que fue la más grave desde el “crack” de 1929; la que está iniciando será peor y durará mientras desaparecen, por quiebra o depreciación, los altos niveles de capacidad productiva ociosa –Ford, GM y Fiat Chrysler cerrarán su producción en Estados Unidos por culpa del virus… y de que sus ventas vienen cayendo desde 2017 y bajaron 4% más en 2019–.

La economía mexicana, carente de capacidad tecnológica propia y de un sistema bancario al servicio de los sectores productivos, tiene una gran dependencia de la actividad de empresas estadounidenses que operan en su país y en México en ramas como la automotriz y algunas otras.

Entre ese tipo de empresas, la consultora fiscal y de seguros internacional PwC encuestó a los responsables financieros acerca del impacto que podían prever en sus negocios de la pandemia del nuevo coronavirus.

El 54% consideró que les afecta significativamente; el 58% estimó que tendrá una reducción en sus ingresos y utilidades, y lo más grave, el 62% declaró que afrontará la situación reduciendo costos, y 32% difiriendo o cancelando planes de inversión.

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Ilustración: El Economista.

Por su parte, el empresariado nacional no se ha visto entusiasmado con la 4T para llevar a cabo grandes planes de inversión; los hacen, como el plan nacional de infraestructura, pero no los concretan, y tienen décadas de mantener una muy baja tasa de formación bruta de capital en la planta productiva. 

La emergencia recesiva es ineludible como proceso global de depreciación y pérdidas de capital, que se acentuará en economías como la nuestra; en vez de sacarlo del país, habría que ponerlo a trabajar con un programa anticíclico que debería formular el gobierno.

Mucho depende de la capacidad financiera de la hacienda pública; cuando dice AMLO que habrá que bajar el gasto público ante la caída de los precios del petróleo, debería considerar el diferimiento de proyectos como el tren maya y la refinería de dos Bocas, porque además del programa contracíclico en apoyo de la movilización económica, habrá que fortalecer la operación eficiente del INSABI y asegurar su más amplia cobertura, lo que supone mucho más presupuesto. Ante la pandemia, lo mínimo es poder curar a quienes enfermen.


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