¿Cómo te diste cuenta Diego que necesitábamos llorar? ¿Cómo te diste cuenta que el 25 de noviembre era el día para sacar todas las lágrimas que teníamos atravesadas desde marzo? ¿Cómo te diste cuenta Diego que no nos animábamos a llorar, que quedaba mal, que no parecían razones sólidas para llorar, aunque llorar es líquido, y las razones eran de todas las consistencias este año? ¿Cómo te diste cuenta que este 25 de noviembre para muchos de nosotros no iba a haber más gambetas a las lágrimas? ¿Qué iban a salir como en muchos de nosotros? ¿Cómo te diste cuenta que el 25 de noviembre iba a ser el día del llanto? ¿Cómo te diste cuenta Diego que el 25 de noviembre nos iban a visitar las lágrimas, ésas que nos enseñaste a llorar vos, que tantas veces te vimos en las pantallas, en las canchas, regalando, regando? ¿Cómo te diste cuenta de que ya era suficiente, que necesitábamos sacar esa angustia que nos ahogaba el pecho, ahogar el pecho, justo este año que tenía que brotar de los ojos, que teníamos que vaciarnos de tanto que nos habíamos llenado? Que si nos seguíamos llenando de lágrimas guardadas y de angustia, nos íbamos a ahogar más.
¿Cómo te diste cuenta Diego que muchos de nosotros estábamos demasiado callados, demasiado quietos, y necesitábamos manifestar? ¿Cómo te diste cuenta que este 25 de noviembre íbamos a manifestar lo que necesitábamos? Que íbamos a sacar ese grito al cielo, que iba a hacer volar palomas de los ecos, esas que sacabas de la galera, e íbamos a decir: se fue el Diego, que año de mierda. Con una mierda de Fontanarrosa, arrastrando la r del medio y la a del final, que forman República de Argentina, no porque este país sea de mierda sino porque somos nosotros lo que estamos sacando todo esto de adentro, los argentinos, y también todos los habitantes del mundo que hoy son argentinos. ¿Cómo te diste cuenta Diego que el 25 de noviembre iba a ser el día que finalmente íbamos a decir, hartos de estar hartos y rebasados de silencio, tan pesado que se escuchaba ya: qué año de mierda.
Así como cuando vos puteabas a los que te silbaban el himno, así como estabas con tus compañeros, uno al lado del otro, como tratando que nos respeten un himno, himno que nos estaban sacando, porque eras nuestros himnos, que se estaba yendo: qué año de mierda. Así de esa sacada de adentro que libera. ¿Cómo te diste cuenta Diego que necesitábamos manifestarnos, poner tu foto, que se nos acalambren los dedos de participarles a los que iban a poner tu foto? ¿Cómo te diste cuenta Diego, que necesitábamos aprobar lo del otro? Tan críticos que estábamos con todos los que estaban haciendo los demás, y casi no hubo foto tuya o manifestación sobre vos que no se haya llenado de aprobaciones y coincidencias.
¿Y los de los colores Diego? Como te diste cuenta de los colores, que estábamos grises apagados, opacos de tanto estar adentro y apagarnos. Y este 25 de noviembre, doloroso sí, pero lleno de color, se llenaron las redes sociales, la radio, la tele, de banderas tuyas, camisetas de tus equipos, tipos con camisetas de otros equipos que hablaban de vos. Llenamos las redes sociales de los colores de tus gambetas. ¿Cómo te diste cuenta Diego que ya no podíamos gambetear más todo eso, que necesitábamos que salga, porque nos iba a hacer muy mal adentro? Que las lágrimas iban a barrer los dolores de a poco, que las lágrimas iban a lavar este año, que de a poco, al tiempo, va a ir quedando más limpio, con los recuerdos, con las enseñanzas. Muchos más solos, claro, sin vos y tantos otros. Pero de ese terremoto de este día, de este terremoto simbólico, las cosas al tiempo se iban a ir acomodando, como siempre se acomoda todo, de otro modo. Claro, sin ser lo mismo. Pensando siempre como piensa uno, que hay más allá del allá, mucho más allá, y mucho más, y ahora estas por allá.
La pelota no se mancha Diego, que se va a manchar si la lloran todos, aun los que no son propios. ¿Cómo te diste cuenta Diego, en este 25 de noviembre, que necesitábamos sentir lo mismo todos, quebrar la grieta, estar en la misma, sentir la misma angustia, el mismo dolor, y darnos cuenta de que, ante muchas cosas, nos pasa lo mismo, sentimos lo mismo y somos lo mismo? ¿Cómo te diste cuenta que necesitábamos hermanarnos un poco más? Necesitábamos pensar en el otro, tanto que habíamos estado todo el año pensando en los otros, pero últimamente ya veníamos pensando más en nosotros; es que nadie puede resistir tanta presión, y si le dicen que está en riesgo todo el tiempo, tiende a pensar en sí mismo, que es el que lleva el riesgo. Y con este golpe pudimos pensar de nuevo en el otro.
Porque yo te prometo Diego que este 25 nadie pensó en sí mismo, todos, pero todos en este país y en el mundo pensaron en vos, de nuevo, como tantas veces, pero distintos esta vez, por eso tanto esta vez. Y cuando dejaron de pensar en vos, pensaron en tu familia, tus compañeros, Bilardo que no quieren contarle, Valdano que te lloró en una entrevista, igual que otros. Tus hijos que como estarán, Galindes que no paraba de llorar por la radio, Ruggeri que hablaba con esa rabia lenta pero acertada. Y todos. Y después aun después, seguíamos sin pensar en nosotros, pensábamos en los nuestros, los maradonianos de los nuestros, que cómo estarán, qué les pasara con esto.
Inclusive, ¿cómo te diste cuenta Diego que nos estábamos olvidando de Fidel, y te fuiste el mismo día que él, que te estaría esperando por ahí, con tus padres y los otros tuyos, en La Habana del cielo? Justo Fidel que llevó él tu cielo a La Habana, cuando llevó al Papa. ¿Cómo te diste cuenta Diego?
Gracias por permitirnos sacar con tristeza lo que teníamos guardado dentro, por el último regalo que nos diste. Perdón por no entenderte muchas veces, y gracias de nuevo por todo.
Gracias por volvernos a la realidad de un golpazo, de un pelotazo, a ponernos a llorarte y agradecerte. ¿Y cómo te diste cuenta que estábamos medio flojos de agradecer? Y cuando los días se vayan limpiando, y esto se vaya acomodando un poco, porque se va a acomodar, allá arriba, en las neuronas, que este año tuvieron una zaranda, empezaremos a trabajar con alegría, humildad y esfuerzo, como hacías vos, en tu homenaje, y en el aprendizaje de tu ejemplo.
Que supiste lo que había que hacer y eso es lo que vamos a aprender después de esto, vacíos, bien vacíos, de lágrimas de llorarte y de angustias de putear. Con el tranco lento de lo que se va quedando quieto. Y el vacío sano, pero que venga lo nuevo, y regalártelo Capitán.
Como dijo Benedetti del Che:
“¿Dónde estés? Si es que estás, si estás llegando. Aprovecha a llenarte de cielo los pulmones”. Que ya has llenado de cielo, tantas veces los nuestros.
Y hasta siempre.
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