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Pensar en lo digital, pensar digital

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La inmersión en lo digital, luego de un año de pandemia, parece ser algo natural. A las primeras dificultades y extrañamientos frente a la pantalla les ha sucedido una especie de “cotidianidad de internauta”. En las primeras semanas del trabajo en casa, de las clases a distancia y de las reuniones familiares a través de la computadora o del celular una extrañeza incómoda se había apoderado de nosotros: ante el no saber cómo abrir una cuenta en las plataformas o las dificultades para activar el micrófono o la cámara de nuestro equipo, tuvimos que experimentar un aprendizaje a contracorriente, azuzado por el cronograma y la necesidad de remontar la emergencia.

Luego de muchos meses de lidiar con la tecnología hemos encontrado un espacio, si no óptimo, sí que se acerca un tanto a lo confortable, pues ya tenemos mayor soltura en las reuniones de trabajo, sentimos más confianza a la hora de expresar nuestras emociones ante la pantalla, incluso nos parece que los lazos se han fortalecido de alguna manera. Todo parece indicar que nos hemos digitalizado. Que hemos aprendido a estar con la tecnología. Y sí. Es cierto. Los desarrollos tecnológicos que aterrizan en los hogares, las oficinas, las escuelas están diseñados para que funcionen así, para que la adaptación a la herramienta sea cada vez más fácil y breve para cualquier persona. Se dice que los gadgets tienen un funcionamiento intuitivo o que tal o cual página web tiene una navegación intuitiva, lo que no significa más que su diseño está en línea con cómo funciona el cerebro humano y cómo aprendemos las personas. Hasta ahí, todo claro y fácil.

pensar de forma digital
Imagen: Shutterstock.

Hay, sin embargo, un nivel de conocimiento, de aprendizaje y de experiencia un tanto más profundo con el que tenemos contacto en nuestra relación con los objetos digitales y que tiene impacto decidido en nuestra concepción del mundo. Le llamo a ello Pensamiento digital. Este Pensamiento digital tiene qué ver con la manera en cómo estructuramos el tiempo y el espacio y cómo establecemos relaciones entre sujetos, objetos, símbolos, hechos.

La experiencia de lo digital deviene Pensamiento digital merced a algunos elementos fundamentales. En un rápido examen anotaría los siguientes:

El crecimiento exponencial. La viralización de un contenido en la Red nos pone frente a la multiplicación del efecto dominó. No se trata de un aumento uno a uno, los fenómenos tienen una tasa de crecimiento a la que no podemos seguir en su simultaneidad. La inconmensurable disponibilidad de datos en tiempo real dibuja realidades nuevas.
Es no binario. Las oposiciones absolutas han desaparecido para dar lugar a una diversidad que va más allá de la tolerancia políticamente correcta. Desde la identidad genérica hasta la pureza disciplinar, se abre paso la transversalidad, la migración, la desterritorialización.

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Imagen: Medium.

La red suple a la línea. En el trabajo, en la acción comunitaria, en el conocimiento, en la integración de información, en el trabajo colaborativo, en lo que antes fueron relaciones jerárquicas, se entretejen redes.
La hiperconectividad modela la vida cotidiana, configura perfiles on line y off line. Transitamos por la supercarretera de la información todo el tiempo.
No acumula datos, establece conexiones. Tener información ya no es el problema. El asunto tiene que ver con su calidad, pertinencia y fuente, con el impulso que genera para construir mapas de significado

Comparto apenas un bosquejo de estos aspectos del Pensar digital, vale la pena detenerse en cada uno de ellos. En próximas entregas continuaré con el ejercicio. Por lo pronto, la reflexión es deseable. Lo digital no reside en las funcionalidades de un objeto, sino en las experiencias humanas que redimensionan el mundo y su significado.


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Alfabetización Digital, la reconfiguración de los significados

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Si miles de millones de personas viven la vida en el marco de una pandemia, la vida cotidiana deja de ser lo que era. Uno de los cambios de mayor impacto ha tenido que ver con el cierre de las escuelas y el traslado de las clases presenciales a reuniones mediadas por computadora. De acuerdo con la UNESCO, ya en abril de este 2020, en los inicios de la pandemia, por lo menos 1500 millones de estudiantes y 63 millones de docentes, de primaria y secundaria, en el mundo habían visto alterado su día a día. En doce meses de emergencia mundial el modo tradicional de enseñanza-aprendizaje se ha trastornado por completo y ha convertido a los hogares en escuelas, y a padres y madres en maestros colaborantes o, por lo menos, en compañeros de viaje de hijas e hijos en el aprendizaje a través del ciberespacio.

Cuando se pensaba que por usar un smartphone y tener una cuenta en alguna red social se tenía el mundo en las manos, comenzaron las clases en línea que nos demostraron que hacía falta más información y más formación sobre cómo opera Internet, qué implicaciones tiene el aprendizaje a distancia y cuáles son los impactos de la socialización a través de las plataformas digitales.  

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Imagen: The New York Times.

Y es que la pandemia ha sido el gran catalizador del mundo contemporáneo y su circunstancia. Al tiempo que se conoce y reconoce el impulso que la COVID-19 ha dado a los procesos de digitalización en las empresas, comunidades e instituciones, también han quedado plenamente de manifiesto las desigualdades y brechas en el acceso a la tecnología como expresión de todas las demás desigualdades mundiales, nacionales y locales. El estudio más reciente de la OCDE Perspectivas económicas de América Latina, aparecido en septiembre de este 2020, da cuenta del impacto de la pandemia en el terreno económico en nuestros países, del cual la brecha tecnológica es parte. Así, los procesos educativos instrumentados a través de internet, además de todo ello, han demostrado que existe un espacio vacío en la currícula: la Alfabetización Digital.

Se había dado por hecho que los jóvenes, las niñas y los niños, inclusive, estaban inmersos en el mundo digital. Que sus habilidades para el uso de Apps o de videojuegos, la grabación de videos o la comunicación con amigos y compañeros de escuela era muestra de su capacidad para entender ese mundo en el que ocupaban buena parte de su tiempo. Pero no fue así. La emergencia sanitaria ha puesto en primer plano la emergencia educativa en donde la alfabetización del Siglo XX no es suficiente. No es suficiente saber leer y escribir para comunicarse.

era digital, clases por internet
Imagen: Dawn.

Es preciso ampliar las capacidades críticas y de expresión para interactuar en el mundo digital. Es necesaria una formación mediante la cual no sólo se aprendan habilidades instrumentales para manejar una computadora, un smartphone, una tablet, una consola de videojuegos, sino que se adquieran habilidades de pensamiento y estrategias de búsqueda de información para orientarse en la lógica de la Red de Redes y separar los contenidos relevantes y pertinentes de los que no lo son.

Una Alfabetización Digital que nos lleve a construir un pensamiento digital considerando los cambios que la tecnología ha operado en la concepción humana del tiempo y del espacio, que sea consciente de las implicaciones de la simultaneidad y el crecimiento exponencial, asuma la prevalencia de la red sobre lo lineal, valore la importancia de la transversalidad sobre la jerarquía y pondere la creatividad, la innovación, el trabajo colaborativo.

En suma, Alfabetización Digital para una nueva forma de pensar el mundo.

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Imagen: Duke Corporate Education.

El espacio de trabajo del futuro: lo mejor de dos mundos

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Como consultor de comunicación organizacional en Contexto, el trabajo con mis clientes en los últimos meses me ha llevado a reflexionar sobre cómo serán las oficinas en el futuro. Después de todo, la COVID-19 ha cambiado la forma en la que nos desenvolvemos en el trabajo. Cuando termine la pandemia, ¿seguiremos trabajando en los mismos tipos de espacio que antes?

Algo afortunado durante esta emergencia sanitaria es que estábamos más o menos preparados para continuar con el trabajo corporativo desde nuestros hogares. Pero si es así, ¿por qué no lo habíamos hecho antes?, ¿por qué seguimos dedicando 2, 3 o 4 horas al día a transportarnos entre el trabajo y la casa?

Piénsalo, ya no estamos en el siglo XX cuando lo que nos ataba a los escritorios era una cosa muy sencilla: el papel. Toda información organizacional se registraba en papel, y viajaba en los clásicos sobres amarillos, teníamos inmensos espacios para archivar información, la gestión documental y los tiempos de respuesta era una pesadilla, y sólo podíamos soñar con la tecnología de videollamadas en tiempo real que usaba Súper Sónico para comunicarse con el Señor Júpiter, o Bruce Wayne para hablar con sus compañeros desde la Baticueva.

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Imagen: Haley Tippmann.

La tecnología se ha desarrollado a una velocidad inimaginable. Nos permite generar y enviar información con un solo clic y colaborar con nuestros equipos en documentos en tiempo real (yo, por ejemplo, en este momento estoy escribiendo en un documento en la nube). Podemos vernos en videollamadas y usar una amplia gama de herramientas para colaborar y mantenernos conectados.

Pero, si el papel era lo que nos ataba a las oficinas, entonces la respuesta a mi primera pregunta sería otra más: ¿un mundo sin papel puede llevarnos a un mundo sin oficinas? Creo que no del todo, y permítanme ponerme imaginativo por un momento.

Las videollamadas son una gran herramienta, pero también pueden ser un medio demasiado frío o contrario a la creatividad y al trabajo en equipo. Entre fallas técnicas, cámaras apagadas y la necesidad de una interacción mucho más ordenada le terminamos por restar a las experiencias en equipo. La realidad es que la espontaneidad que permite un espacio físico con varias personas reunidas es muy difícil de igualar. La conexión virtual aún no permite la calidad de conexión interpersonal que se puede dar en espacios presenciales. 

Creo que hemos creado en la narrativa colectiva una falsa concepción de que las videollamadas son la herramienta que nos llevará al verdadero trabajo a distancia. Y por supuesto que ayudan, pero también pienso que no lo son todo. Entonces, ¿cómo se verán los espacios de trabajo del futuro?

Me parece que el espacio de trabajo del futuro será: 

Híbrido.
Digital.
Enfocado en resultados.
Descentralizado.

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Imagen: Alicia Borges.

Híbrido

La oficina con la que podríamos alcanzar ese ideal es un híbrido. Me gusta pensar que podríamos implementar varias medidas para aprovechar lo mejor los dos mundos: el presencial y el virtual.

Imagínate edificios corporativos mucho más pequeños, con menores gastos inmobiliarios y de servicios, que funcionen como un centro de reunión para el trabajo en equipo, más que como el centro del universo. Según The Economist, en su artículo Is the office finished? (https://www.economist.com/leaders/2020/09/12/is-the-office-finished),  este modelo cambiaría incluso el panorama urbano, al que tanto nos hemos acostumbrado con sus grandes torres corporativas llenas de escritorios, hacia uno más amigable para un estilo de vida más centrado en el bienestar de los trabajadores, mejor movilidad e incluso algo de recreación.

Digital

El trabajo en casa, por otro lado, nos permitiría no sólo aprovechar las tan solicitadas videollamadas, sino combinar diferentes tecnologías, que ya tenemos hoy en día, para lograr un equilibrio entre vida personal, oficina presencial y trabajo remoto: espacios inmersivos, juegos, juntas formales e informales, realidad virtual, realidad aumentada, recorridos en línea, con el desarrollo tecnológico de esta era las posibilidades son casi ilimitadas.

tele trabajo
Imagen: El Colombiano.

Enfocado en resultados

Una de las razones por las que, a pesar de toda la tecnología, el mundo corporativo se había negado a migrar a las casas es la necesidad de control. Tener a sus colaboradores a unos cuantos pasos les da una sensación de control a quienes ocupan puestos gerenciales y directivos. 

Pero ahora ya no es la época de los Tlatoanis. Debemos transformarnos ante la posibilidad de una gestión basada en resultados y una mayor autonomía de los individuos y los equipos para gestionar sus actividades diarias. Esto me lleva a mi siguiente punto.

Descentralizado

Si abrazamos de verdad un modelo de trabajo híbrido, podríamos aprender a desarrollarnos en una dinámica de liderazgo que libere y aproveche el talento de los equipos, con puestos directivos y gerenciales que definan líneas de trabajo y cultura, con un rol de apoyo a equipos autogestionables, empoderados en todos los aspectos para la toma de decisiones sobre su trabajo.

En cualquier caso, es importante que las organizaciones construyan las capacidades de comunicación y colaboración de sus colaboradores y equipos de trabajo necesarias para florecer en un entorno así. Si lo logran, tendremos lo mejor de los dos modelos de trabajo y el resultado podría ser muy favorecedor para los trabajadores. Si Bruce Wayne y Súper Sónico tenían lo mejor de los dos mundos en sus programas de aquel entonces, ¿por qué no tenerlo nosotros ahora?


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Colonialismo digital, entre el interés privado y lo transnacional

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Menos de una cuarta parte de los habitantes de África tienen acceso a una conexión de Internet. Y en conjunto, su participación global no llega siquiera al 10% de la población conectada a nivel mundial.

Las dificultades no paran ahí. La poca o nula conectividad se suma a costos que pueden ser hasta 10 veces más altos que el costo promedio en países desarrollados.

La paradoja salta a la vista: quienes más los necesitan, menos acceso tienen a ello. No es una paradoja exclusiva de la Era Digital, sino el dramático resumen estructural de la inequidad llevada a niveles planetarios.

Los mapas no tienen márgenes. Los tienen, claro, pero ello corresponde más su composición gráfica, ya sea en papel o digital, que a la propia condición de los territorios que representan.

Abierto e interconectado, el mundo de hoy, globalizado e interdependiente, dibuja, sin embargo, sus propios márgenes a partir de la exclusión.

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Imagen: Universo Abierto.

No sorprende en absoluto, en ese sentido, que algunas de las nociones centrales hacia modelos de desarrollo global más equilibrado, refieran, justamente, a la noción de circularidad como epítome de su visión de futuro.

A diferencia de la figura de la línea progresiva y ascendente con el que siglo XX fraguó su discurso de éxito, pensar, hablar, asumir una economía que pudiera ser circular, revela ya en sí misma una imagen sin márgenes.

Lo que se trasluce es en cambio la atención de ese momento en que los márgenes, simbólicos y reales, son habitados por aquellos que no tienen sitio: los sin lugar; es decir, los marginados.

Hasta hace un par de años, los niveles de marginación tecnológica del continente africano eran simplemente inconcebibles.

En la inmensa mayoría de los países del continente africano, naciones de ingresos bajos, sus habitantes pagan los precios más altos del planeta para tener acceso a una herramienta que hoy significa romper inercias de marginalidad ancestral.

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Imagen: Alliance.

Internet no sólo es una potente herramienta para que las personas puedan comenzar la transición hacia nuevas formas económicas, sino además es un componente básico de libertad individual y participación ciudadana.

En sentido inverso, la experiencia es irrefutable. Mientras mayor sea la brecha digital, las víctimas seguirán siendo quienes ya lo son en otros ámbitos; especialmente las mujeres y quien habita en zonas no urbanas.

Las dificultades de acceso a la Red, eso está claro hace tiempo, expanden y robustecen desigualdades, a través de una suerte de esquema perverso de doble o triple exclusión.

Para considerar un acceso asequible, la media no es arbitraria, por cierto. Ha sido la propia Organización de las Naciones Unidas que ha establecido un tope de 2% de los ingresos como lo máximo que alguien debería pagar por un 1 GB de conexión.

En algunos países africanos este 2% recomendado por la ONU, puede elevarse hasta 10 veces más, es decir, 20% del salario medio de una persona.

La propia Naciones Unidas, empero, alerta también sobre señales positivas. A pesar de las dificultades, el acceso a Internet en África crece exponencialmente.

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Imagen: Pinterest.

Sí, es cierto, a la fecha sólo alrededor del 24% de su población tiene acceso a la Red, pero habría que decir en descargo, que hace tres lustros, en 2005, este porcentaje llegaba a duras penas al 2% de la población.

Las prácticas monopólicas, erradas y erráticas políticas de gobierno, paupérrima infraestructura, forman parte del entramado que, de no corregirse, mantendrá a los africanos al margen de la sociedad digital global.

La fórmula para revertir esta situación pasa por la adopción urgente de políticas públicas que regulen efectivamente las prácticas monopólicas, refuercen la competencia, bajen precios y mejoren calidad.

No menor resulta que los gobiernos se comprometan a la vez con el despliegue de acciones efectivas para instalar zonas de acceso libre en espacios comunes.

Convergentes, pues, con la asequibilidad y la calidad, aparece la infraestructura, por un lado, y el afianzamiento de Internet como una cuestión pública, es decir, como un espacio regulado y estimulado desde la responsabilidad de los Estados, no de los privados.

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Imagen: SciDev.

Cual si fuera el dibujo de un círculo, se tiene previsto que el proyecto “2Africa” haya concluido con la instalación de un gran cable marino que rodea el continente, al tiempo que lo conecta con nodos en Europa y Medio Oriente.

Detrás de esta inmensa apuesta hacia una infraestructura que mejore la conectividad, se encuentra un esquema de aportaciones tanto públicas como privadas, destacando el papel que ha jugado China, entre las primeras, y Facebook y Google, entre las segundas.

No cabe la menor duda que una vez en funcionamiento, el “2Africa” mejorará la velocidad y posibilidades de conectividad del continente.

Queda sin embargo pendiente la tarea que estimule, desde los propios países africanos, la formulación de legislaciones que, privilegiando el interés social, erijan formas de regulación en relación con los intereses foráneos y privados.

Las consecuencias de la falta de legislación dirigida al interés social, por omisión o colusión, supondría, han advertido no pocas voces, la implantación de una nueva forma de empobrecimiento y expoliación. Colonialismo digital le han llamado.

Con toda razón.


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Psique individual y pandemias globales: mirar desde lo digital

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Para la Dra. Tere Lartigue,
con mi cariño y admiración.

En el reconocimiento del Otro descansa la posibilidad civilizatoria. Sin ello, si a quien no es “como yo” se le niega la condición de semejante, la violencia se instala a sus anchas.

 La vida social y cultural, la vida en colectivo, pues, no sería ni siquiera necesario decirlo, está entrecruzada, de modo permanente, e indisoluble con la manera en cada sujeto, cada psique asume, procesa y expresa su realidad psíquica.

Apenas el fin de semana pasado, bajo el auspicio del Comité de Mujeres Psicoanalistas (COWAP, por sus siglas en inglés), que forman parte de la Asociación Psicoanalítica Internacional, se llevó a cabo el XIV Diálogo latinoamericano intergeneracional entre hombres y mujeres.

Con el apoyo de la Asociación Psicoanalítica Mexicana, este encuentro se realizaría de manera presencial por estos días de pandemia.

Lejos de amilanarse, el Comité organizador buscó el apoyo de AlfabetizaDigital, la Agencia que dirijo al lado de la muy brillante Hilda Gómez González, para pedirnos pudiéramos hacernos cargo de la reconversión digital del evento.

psique individual tecnologica
Ilustración: Joydeep Chowdhury.

La Reconversión de un evento presencial en uno digital, valga decir ahora, no es simplemente llamar a los participantes a conectarse a Zoom u alguna otra plataforma.

Lo Digital, lo hemos venido diciendo desde hace por lo menos un lustro, no consistente tanto en las herramientas o plataformas, como en el impacto que a nivel de formas de pensamiento y experiencia se puedan generar.

Así, el trabajo que nuestra Agencia Consultora hace en materia de Reconversión de eventos presenciales para convertirlos en espacios de interacción digital, implica el ejercicio de resituarse, repensar la noción misma de “encontrarse”.

Compuesto por más de 60 ponentes y conferencistas, así como por más de 250 asistentes, el Diálogo COWAP 2020, se trasladó con éxito a una lógica digital, al tiempo que se situó como un evento pionero en su tipo.

Bajo el tema, “Poder, género y amor. Perspectivas feministas contemporáneas”, el Diálogo COWAP tuvo como su conferencista magistral principal a la muy destacada psicoanalista y pensadora de la realidad actual, Jessica Benjamin.

Jessica Benjamin
Jessica Benjamin (Fotografía: IARPP).

Reconocida por sus aportes tanto en campo de los estudios sobre la psique, como del movimiento feminista, Bejamin decidió titular a su ponencia magistral: “Vulnerabilidad, Repudio y Violencia. La Tragedia de la Masculinidad”.

En el camino hacia lo que ella misma llama las reconsideraciones sobre el modelo freudiano clásico, Benjamin, cuyo apellido debiera por sí mismo remitirnos a una escuela de criticidad de grandes alcances, urge a “investigar cómo el modelo de sexualidad fálica de Freud fue organizado por las exigencias patriarcales y heterosexuales. Sus categorías, saturadas con la experiencia del patriarcado, expusieron el ADN psíquico de las formas patriarcales de vida familiar tradicionales”.

“Este DNA sigue encontrando modos de replicarse y sus efectos son especialmente visibles en las recientes olas de violencia en contra de las mujeres. Y a pesar de su supuesta erradicación en algunas partes del mundo, existen formas de dominación masculina que parecen capaces de crecer hidropónicamente aun en las culturas que la desafían”, agrega Benjamin.

Hace unos años, en aquel deslumbrante ensayo sobre la violencia, que la mente aguda de Hannah Arendt nos legó, advertía las múltiples aristas sobre el tema.

Una de ellas, la tendencia, ya para entonces excesiva, de dotar de credibilidad en demasía a quienes desde el discurso de los aparentemente científico y, bajo el amparo de la estadística, hablan de muertes, así en plural y números escalofriantes, sin comprender la tragedia que una sola muerte entraña.

Ese uso político de la ciencia y tecnología, que en los años setenta, cuando Arendt escribe Sobre la violencia, se centraba en la disuasión nuclear, que ejercía una potencia, los Estados Unidos, sobre otra, la Unión Soviética.

violencia de genero y psique individual
Ilustración: Agnieszka Sozańska.

Hoy, en algún sentido, el curso de la tecnología, particularmente de la que tiene que ver con las plataformas digitales, ha permitido que se lleven a cabo con éxito encuentros como el de COWAP 2020, que da pie a esta nota.

Aunque también es cierto, que el uso político de la ciencia y la tecnología, y especialmente, de la estadística, ha dado lugar a que científicos pasen a jugar el rol de legitimadores del discurso que desde la política diseñan los gobiernos.

En su conferencia magistral, Benjamin se centró en “reflexionar acerca de las Mujeres exigiendo que la aceptación de la existencia de la violencia y la opresión por los hombres constituya una afirmación de subjetividad que, en efecto, proporcione una base diferente de reconocimiento”.

Esta afirmación, es la base de lo que la propia Jessica Benjamin ha llamado “la diferencia que el Otro puede hacer”.

El reconocimiento del Otro, de su voz, su mirada y sus legítimos intereses y preocupaciones, es una condición esencial para la rearticulación social que este tiempo demanda.

Entre los temores que la psique individual genera y la realidad de una pandemia de proporciones inusitadas, la tentación de que ciencia y tecnología sirva al discurso del poder, es muy alta.

Su valladar, la puesta en duda, el debate; lo múltiple. El Otro.

Sus voces.


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Hablar, escribir; pensar, leer en la Era Digital

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Hablar, escribir; pensar leer en la Era Digital. Tal es el título que esta semana ha comenzado a circular.

Diez ensayos sobre el cambio de época. Dirigidos a los cuatro ámbitos básicos que hacen que miremos la realidad de la manera en que lo hacemos.

Acompañado del subtítulo: Nuevas herramientas, nuevos paradigmas, el libro ha sido escrito en coautoría con mi admirada amiga Hilda Gómez González. Quien, entre otras cosas, fue la responsable en los últimos años de los Programas Académico de vanguardia de la Bienal Internacional de Radio, el evento más importante en su tipo, en lengua hispana en el mundo. 

Se trata de una indagación a dos plumas, que se aboca al centro de la transformación digital contemporánea: el cambio profundo e irreversible en nuestra manera de comprender el mundo.

Comparto con mucho gusto algunos fragmentos del texto introductorio, con la convicción de que ha de motivar la reflexión sobre el verdadero centro del cambio digital: las personas.

portada libro

Cuando desde AlfabetizaDigital afirmamos que Lo Digital Es La Experiencia, divisa que distingue la labor que llevamos a cabo, lo que estamos tratando de subrayar es, justamente, que nos encontramos frente a una revolución de las mentalidades en la que la configuración de nuestras experiencia, aun las más sencillas y cotidianas, se halla en un proceso de cambio radical.

Es la manera de encarar esas tareas, el modo en que nos relacionamos con los objetos y la forma en que estas nuevas prácticas recalan asimismo en nuevos espacios de interacción y de simbolización, lo que hace que las personas desplacen sus nociones anteriores hacia lo digital.

Se trata, entonces, de un triple movimiento en el que las herramientas digitales participan, sí, sin duda, pero en el que el motor de esta transformación en las nociones básicas de las prácticas y las representaciones, descansa, más bien, en la disposición de modificar nuestra manera de pensar y de experimentar el mundo.

De ahí, también, que el punto de arranque al hablar de la noción que durante los últimos dos mil años se enraizó de escritura, y confrontar cómo en el mundo del presente el dilema entre la fijación como aporte esencial de lo escrito y la permanencia en el interior de lo experimentado, como reclamaban los detractores de la escritura, toma formas inesperadas, marcadas por lo híbrido, en el mundo que habitamos.

Habla, escritura; lectura, pensamiento se configuran en lo que podríamos determinar como la primera mitad de las disertaciones, como las coordenadas que habrá que seguir en los textos que conforman la segunda parte de lo que se presenta. Justo ahí donde las características, saldos, desafíos, alcances de lo que solemos considerar lo propiamente digital toma sitio dominante.

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Imagen: Deloitte.

Los trazos generales de la Cuarta Revolución Industrial se engarzan de este modo con la idea de que habla, escritura, lectura y pensamiento forman parte de un proceso de eslabonamiento en el que la percepción de las modificaciones puede impactar sobre los demás.

Las transformaciones que con el mundo digital han aparecido respecto a qué herramientas utilizamos para escribir o para leer, o en relación con los lugares en que hacemos una u otra actividad, no son por lo tanto simplemente cambios de soporte que no tengan mayor impacto sobre la actividad misma y el modo en que la representamos en el orden de las ideas.

Muy por el contrario, si las nociones de tiempo y espacio se han modificado radicalmente con el advenimiento de lo digital, estas nociones se hallan, asimismo, vinculadas en un proceso de mutua transformación, con la escritura, la lectura y el habla.

Del orden vertical que privó y estructuró la representación del mundo a los nuevos paisajes signados por la horizontalidad colaborativa el hacer y el pensar, concebidos antes como dos procesos distanciados, cuando no antagónicos, se anudan, se entrecruzan, se alimentan y energizan mutuamente.

La ahora casi legendaria conjunción de las 5 C´s que acompañan el mundo contemporáneo, esto es, “Colabora-Comparte-Comunica-Crea: Comunidad”, ha encontrado para AlfabetizaDigital suelo fértil y entusiasta participación.

“Nadie puede actuar en un mundo que no comprende”, ha sentenciado el filósofo francés Paul Ricoeur con la lucidez que acompañó siempre su pensamiento como acción y su acción como pensamiento.

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Imagen: One.

A la comprensión de que es fundamental alentar el pensamiento, la reflexión, el entendimiento de las nuevas circunstancias de este nuevo mundo que habitamos, debe apuntar la nueva comprensión que exigen los procesos de hablar, pensar, leer y escribir en la Era Digital.

Hablar, escribir, pensar, leer. Cuatro actividades esencialmente humanas. Cuatro actividades sobre las que se puede reflexionar por separado.

O bien, como en el caso de este libro, como un proceso interrelacionado, como un proceso que corre y se entrelaza sobre una red de complejas interacciones.

La premisa básica para una nueva comprensión y comprehensión de este tiempo es que Lo Digital reside en la experiencia de las personas y no en los artefactos que utilizan.

Tal cosa, la experiencia de un nuevo mundo es lo que importa.

El libro Hablar, escribir; pensar, leer en la Era Digital, se encuentra disponible en el siguiente enlace: http://ow.ly/fy5a50z8XNi.


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Ciudadanías universales, agendas globales. La Era digital se expande

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Ciudadanías universales, horizontalidad cooperante, inclusión y creatividades digitales, migraciones y agendas transnacionales, horizonte global, prosumidores transmediáticos, redes identitarias fluctuantes, son algunos de las nociones que pueblan el presente.

Toda época, todo cambio de Era, asienta sus reales sobre los conceptos que es capaz de proponer e instalar. Ése es el horizonte sobre el que florecen las nuevas percepciones de lo real y lo importante.

Se trata, fundamentalmente, de la instauración de nuevos puntos de mira desde los cuales se erigen una renovada forma de entender la realidad.

Por ello, nadie que no sea capaz de comprender el mundo que habita, será capaz de actuar certeramente en él. Mucho menos de transformarlo.

La transformación genuina de la realidad implica, en primer término, ser capaz de desplazar las nociones del mundo anterior e instaurar los conceptos que atañen a lo que emerge.

La emergencia de los movimientos sociales de nueva época, da cuenta de la necesidad no sólo de comprender su magnitud, sino de asimilar su constitución, modos de proceder, agendas, lógicas discursivas como parte de un horizonte de amplia y radical transformación respecto a las nociones que poblaron el mundo anterior.

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Ilustración: BBVA.

Múltiples estudios académicos señalan, sin reparo, el uso del Internet como un elemento pivote clave en la construcción de uno de los conceptos centrales de las nuevas realidades: la ciudadanía universal.

Signada por lo digital, el reclamo de derechos y la capacidad para conformar bloques sociales heterogéneos y de muy rápida acción y expansión, ha tenido en el Internet algo más que un medio de comunicación como lo fueron los que marcaron el pasado.

En la organización, pero también en el reconocimiento intergeneracional, transestratificado y multiespacial, Internet ha servido como medio de comunicación y de organización, sí, pero también como eje articulador de identidades que más allá de los parámetros de reconocimiento tradicional e inmediato.

 Todo migra, se mueve, fluctúa con enorme rapidez y en oleadas que suelen tomar desprevenidos a quienes proviniendo del mundo anterior, presenta severas dificultades de adaptación a estas nuevas condiciones en las que el cambio y la inestabilidad es el signo dominante.

“Los flujos más frecuentes y multidireccionales de personas, ideas, imágenes y símbolos culturales, inherentes del desenvolvimiento de las tecnologías de la comunicación”, han tenido, en este contexto, una influencia determinante en la reconfiguración real y simbólica de nuevas comunidades transnacionales, señalan Denise Cogo y Lara Nasi, investigadoras de la sociedad global.

Comunidades que desde cada realidad local o nacional encuentran un reclamo común: la inclusión, el reconocimiento, su reconocimiento, y el de su agenda, como parte actuante de las sociedades complejas del presente.

 La noción de una ciudadanía universal-digital, que va más allá de países, lenguas, credos personales y referentes de discursos pasados, se abre paso en un mundo abierto e interconectado.

ciudadanias universales
Imagen: Reporte Digital.

Lo que une a estos grandes contingentes sociales, heterogéneos y abiertos, del presente, no es, sin embargo, el uso en común de los canales de comunicación a los que tienen acceso.

Unidos por causas, que son capaces de poner en la agenda de lo urgente, estos grandes contingentes transforman los escenarios políticos tradicionales, exhibiendo la falta capacidad para encarar sus demandas, pero sobre todo, para entender su conformación y modo de proceder.

Frente a este horizonte, no es de extrañar, pues, que las respuestas políticas tradicionales, encarnadas en actores políticos igualmente tradicionales, es decir, anclados en los conceptos del mundo anterior, no logran articular respuestas satisfactorias.

Para decirlo en otras palabras, los movimientos sociales, heterogéneos, fluctuantes, horizontales, transculturales y transgeneracionales, implican un reordenamiento radical en el orden de las percepciones.

¿Qué es más importante –sólo por poner un ejemplo–, un monumento histórico y su preservación impoluta, o la rabia vaciada de un grupo social especialmente violentado como las mujeres, y que en una manifestación deciden pintarlo?

Dos mundos, el anterior y el presente, entran en colisión de modo inevitable al tratar de resolver el dilema. Se trata de un reordenamiento de las percepciones; y con ello, de una verdadera reconstrucción de noción de realidad.

ciudadanias universales
Ilustración: Medium.

Las respuesta políticas tradicionales, en este contexto, resultan insuficientes, dada su incapacidad para considerar la manera en que el presente ha disparado inéditos procesos subjetivación e identificación.

Mal y de malas se mueven los representantes del mundo anterior en esta trama en la que aluden a conspiraciones, internas o desde el extranjero, apelando a conceptos por completo desplazados como el de la homogeneidad.

Lo que hoy presenciamos es, más bien, una muy compleja trama en la que las formas de pensamiento, es decir, de identificación de partes de la ciudadanía, rebasan los viejos marcos conceptuales y discursivos.

El mundo y las generaciones que son hoy protagonistas en él, no esperaron, como se ve, a que el pasado comprendiera la nueva realidad para cambiar. Lo diferente se nombra diferente porque lo es.

Se percibe, piensa, asume y actúa de modo diferente. Nombrarlo de modo diferente no es un capricho. Es un reconocimiento. Hay movilizaciones que se tornan emblemáticas de ello. Este 8 y 9 de marzo, estamos frente a una de ella. Enhorabuena.

El mundo cambió.


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Incluye T-MEC acciones controversiales contra la piratería digital

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Lo que en 2011 dio lugar en nuestro país a una feroz oposición de parte de las sociedades defensoras de las libertades en Internet, hoy pasa silencioso y desapercibido, como parte del paquete de obligaciones incluidas en el T-MEC. Dentro de muy poco tiempo, los sitios de Internet que sean sospechosos de poner a disposición obras protegidas por derechos de autor, podrán ser suspendidos en sus operaciones sin necesidad de juicio previo.

En el caso de México, el antecedente directo se gestó en el contexto de un tratado internacional antipiratería conocido como ACTA (Acuerdo Comercial Antifalsificación, por sus siglas en inglés), elaborado por diversos países europeos, más Australia y Estados Unidos; negociado de manera secreta en los años 2007 y 2008, planteó mejorar la protección de derechos de Propiedad Intelectual evitando la falsificación de productos, los medicamentos genéricos no autorizados y la piratería en Internet, a través del incremento de la supervisión aduanera y la responsabilización a Proveedores de Servicios de Internet (ISP, por sus siglas en inglés), por contenidos sospechosos de violar derechos de autor. El tratado recuperó, entre otras, la propuesta de poder suspender en forma unilateral los servicios a sitios ilegales, así como perseguir y sancionar a usuarios de contenidos pirata.

El ACTA es el tratado internacional de mayor envergadura e implicaciones en materia de Propiedad Intelectual desde los acuerdos de la OMC en 1995, y representa el mayor esfuerzo de lucha antipiratería a nivel internacional. Sin embargo, aun reconociendo el valor emblemático del modelo que promueve, no se puede desconocer que el ACTA implica diversas obligaciones que para muchos países resultan difíciles de atender.

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Imagen: Tulane.

Siguiendo con la tendencia marcada por los Tratados Internet de fines del siglo pasado, en el año 1998, Estados Unidos promulgó la Ley de Derechos de Autor para Medios Digitales en el nuevo Milenio, la cual incluyó diversas sanciones para evitar la evasión de medidas tecnológicas de software, y definió con mayor precisión los casos en que los ISP podían considerarse como responsables de situaciones de infracción de derechos de autor. En general, esta legislación buscó un necesario balance entre los titulares de derechos de autor y los de los usuarios de Internet, reconociendo la libre circulación de ideas como uno de los postulados necesarios para el crecimiento de la red.

Los siguientes esfuerzos legislativos identificables nos llevan hasta la polémica ley “SOPA”, llamada así como contracción de su título completo: “Stop Online Piracy Act”, que fue un proyecto presentado a la Cámara de Representantes de Estados Unidos en octubre de 2011, y que perseguía como gran objetivo dotar a los titulares de derechos de Propiedad Intelectual de acciones contundentes para frenar y disuadir de ciertas infracciones a sus derechos en el entorno digital.

La ley SOPA pretendía facilitar a titulares de derechos de autor, la posibilidad de obtener órdenes judiciales de suspensión de operaciones de determinados sitios web que estuviesen infringiendo derechos, a través de su bloqueo a través del proveedor de servicios de Internet, la congelación de fondos y la restricción del uso de plataformas de cobro (del tipo de la conocida “PayPal”), la restricción en servicios de publicidad en otras plataformas y la eliminación de enlaces asociados a la web ilegal.

Sin embargo, los efectos de restricción a libertades de expresión en la red, que facilitarían el espionaje y la supervisión de autoridades y la pérdida del anonimato de los usuarios, tuvo un gran peso en los legisladores al transformar la manera en que la tecnología permite que la gente se acerque a la cultura y comparta ideas y contenidos de todo tipo, por lo que al final el proyecto de legislación fue detenido.

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Imagen: Revista Neo.

El álgido punto sobre las acciones legales que podrían enderezarse en contra de sitios que promuevan descargas ilegales de contenidos, y aún de usuarios, por vía de los ISP, dieron lugar a las más encendidas oposiciones en el sentido de que reconocer estas facultades a los titulares de derechos representaría una censura a la libertad de expresión, un acto de agravio a la privacidad y una abierta violación al derecho de audiencia, lo que claramente redundaría en agravar la brecha digital que gravita sobre los países menos desarrollados.

Del otro lado, los argumentos se orientan a proclamas igual de fragorosas para reivindicar el derecho de los autores a cobrar por la utilización de sus obras, como una fórmula primaria de expansión y fomento a la cultura. ¿Se puede, como colectividad, fundar el derecho de expresión en el uso ilegal de la Propiedad Intelectual de otros, bajo la falacia de que el daño sólo se causa a emporios extranjeros que explotan a los autores?

Hay que decir que nuestro país desestimó el ACTA en el 2011, cuando el Senado se negó a aprobarlo cuando el Ejecutivo había ya procedido a su firma. Sin embargo, el nuevo tratado T-MEC incorpora estas obligaciones a su texto, obligando a nuestro país a incluirlas en su legislación de la materia. El mensaje de los negociadores estadounidenses se escuchó ahora fuerte y claro: se pueden usar obras de otros, pero hay que pagar. La creatividad de los autores que aportan sus obras es la parte de la cadena donde más valor se agrega, el insumo sin el que las demás contribuciones pierden sentido.

Una materia jurídica particularmente conectada a nivel internacional es la Propiedad Intelectual. Desde los esfuerzos desplegados a fines del siglo XIX para configurar sendos tratados mundiales para derechos de autor, y patentes y marcas, los esfuerzos desplegados por gobiernos y organismos internacionales no han cesado para llegar a configurar una regulación armonizada. Lo que sigue, en el caso de nuestro país, es observar la forma en que nuestro Congreso refleja en la ley interna los compromisos.


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