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La capitalización digital de la pandemia

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Con lo vivido durante esta pandemia se ha catalizado de manera forzada la adopción digital, así que no puedo evitar recordar mis inicios profesionales cuando me quitaba mi envestidura de informático para hacer la administración del cambio, predicando el evangelio tecnológico, y pretendiendo con ello convertir a las organizaciones en usuarios potenciales de sistemas que les permitieran lograr un mejor desempeño y control de sus procesos. En esos tiempos decíamos que la brecha generacional era un gran reto, ya que la resistencia de las personas “maduras” al uso de la tecnología era grande y requería de la contratación de especialistas en la administración del cambio para poder hacer transformaciones digitales dentro de las empresas.

Sin embargo, nunca hubiéramos imaginado que llegaría un COVID-19, el cual ha incentivado la adopción tecnológica de una forma no sólo inmediata sino intuitiva, prueba de ello es que diariamente tenemos millones de personas conectándose a internet para que sus hijos tomen clases en línea, tener videoconferencias de trabajo, hablar con familiares, hacer banca en línea, comprar el súper, e incluso tener reuniones sociales (virtual partys), todo ello ha hecho que plataformas como Zoom, Facetime, Skype, Amazon, Facebook, Uber Eats, Rappi, entre otros, se vuelvan imprescindibles para el desarrollo de la vida diaria.

capitalizacion digital
Imagen: Lead Business.

Pero bueno, lo interesante es predecir cómo se desarrollará la economía de los países ahora que, incluso aquellos ciudadanos que todavía eran temerosos de tener una vida digital más activa, tuvieron que dejar sus miedos a un lado –o reemplazarlos por otro mayor que es el miedo al contagio– ante la eminente necesidad del distanciamiento social presencial. Seguramente este 2020 veremos superada por mucho la cifra de 11 mil millones de pesos del hot sale 2019; no olvidemos que tan sólo en 2019 México ya había crecido más del 28% su comercio electrónico en comparación con 2018.

Lo cierto es que los nuevos hábitos de teletrabajo, educación a distancia, compras en línea, etc., están haciendo que las medianas y pequeñas empresas hayan acelerado su presencia digital, lo cual ha desencadenado que inclusive gigantes como Amazon se reinventen, porque si bien es cierto que este último ya tenía una presencia muy madura en Internet, también es cierto que el incremento de la demanda en las entregas lo está llevando no sólo a eficientar su logística, sino su modelo de costos, ya que los gastos aunados a las medidas de protección para sus empleados, a fin de evitar contagios del COVID-19, llevan consigo una serie de costos adicionales que se estiman en 4,000 millones de dólares.

Tecnologías como el 5G –transporte de datos–, la nube –procesamiento y almacenamiento–, la Inteligencia Artificial –analítica–, podrían representar en su conjunto un incremento de hasta 16 trillones de dólares del PIB mundial, según estudios de PriceWaterhouseCoopers.

Por lo anterior, no sólo es importante, sino imperativo, un esfuerzo conjunto del gobierno, la academia, la iniciativa privada y la sociedad, que permita a México capitalizar los habilitadores de negocio que la tecnología ofrece para la reactivación económica del país.


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Comunidades digitales: cercanía y presencia, nuevas formas

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Frente al confinamiento, el soporte digital emerge. Sobre la pantalla y la interconexión, florecen nuevas formas de construir comunidades.

En la circunstancia extrema, lo humano revive o fenece. El distanciamiento social ha traído consigo nuevas y vigorosas formas de mantenerse cerca.

Si algún concepto es base de la cultura, éste es el de comunidad. La base misma del carácter civilizatorio, halla su fundamento en lo gregario.

Si Marcuse tuvo razón, y la cultura es nada menos que el proceso de humanización por excelencia, el fundamento de toda posibilidad para que cultura sea por encima de naturales es, justamente, el carácter y filiación comunitaria de nuestra condición como seres.

Al igual que los animales, los seres humanos tendemos a formar grupos. En uno y en otro caso, predomina un instinto que indica que permanecer en solitud conllevará a la muerte.

Los animales forman manadas, jaurías, cardúmenes, entre otras formas que las especies tienen para agruparse. Con ello, al igual que nosotros, se protegen, buscan alimento y se reproducen.

comunidad
Ilustración: Behance.

Los seres humanos, sin embargo, somos entre todas las especies la única capaz de simbolizar esas formas de asociación.

A diferencia de los animales, los seres humanos somos capaces de reunirnos, de asociarnos, de sumarnos unos a otros, a parir de una idea o varias, de ciertos principios o de determinada fe.

Los humanos somos los únicos seres, además, de hacerlo sin que eso implique lo que podríamos denominar un fin práctico.

Esto es, somos capaces de reunirnos con otros sin que haya un fin o un interés más allá del simple gozo de hacerlo.

Los seres humanos, en resumen, somos la única especie del planeta que tiene entre sus atributos la capacidad para crear, de modo consciente y gozoso, una comunidad y asumirse, con igual sentido de conciencia y orgullo, una parte de ella.

El carácter afirmativo de la cultura, para retomar las palabras de Marcuse, en su intersección con la noción de comunidad, han abierto nuevos cauces al encuentro de unos con otros en tiempos de pandemia. 

Sustraídos de los presencial, en su sentido físico, las personas, las familias, los amigos, las parejas, hemos encontrado en el soporte digital el modo de seguir sabiendo de los otros.

videollamada y conectividad
Ilustración: Jose David Morales.

Como nunca, y de manera masiva, lo humano ha encontrado en el asidero de lo digital, la efectiva posibilidad de seguir sabiéndose en los otros.

Los casos se multiplican. Y lo que era esporádico, se torna en un fenómeno extendido. Desde ceremonias religiosas hasta fiestas de cumpleaños, se abren a una forma de estar e interactuar inéditas.

El vuelco es notable. Se trata no sólo de espacios laborales o regidos por la dinámica de instituciones y organizaciones productivas.

Es decir, lo que hoy vemos, y sobre todo, dónde hoy nos vemos, que son las pantallas digitales, o través de ellos, se vuelve determinante para comprender cómo nos vemos.

La idea del otro en la pantalla, hasta hace menos de un año, por lo general tachada de difusa, inasible, extraña o no real, se ha reconfigurado en el plano de lo simbólico como una presencia con la que se establece una interacción genuina y significativa.

Por supuesto que la égida institucional y organizacional productiva que ha dictado a las personas que deben conectarse a videollamadas, ha sido determinante en este proceso.

Mas, es la manera en que las personas, por motu proprio, han decidido ir más allá de las reuniones de trabajo, para instalar el reforzamiento de sus comunidades a través de videollamadas como pieza central de su cotidianeidad, donde reside el verdadero alcance de este vuelco.

comunidad digital
Ilustración: Betterplace Lab.

El aquí y ahora compartido, esto es, el paradigma moderno por excelencia para considerar presente la presencia, ha implosionado en una forma no corpórea, en la que la distancia se relativiza.

Cómo se relativiza y deconstruye, a su vez, la idea anteriormente predominante en la que todo lo que no es, es su contrario.

Para decirlo en otras palabras, lo que de fondo se remece son los principios bajo los cuales durante cinco siglos aceptamos las nociones de presencia y ausencia.

Lo que hoy remece la masificación de la videopresencia como práctica de lo común, es la idea de que lo que no está presente, está ausente.

Risas, abrazos virtuales, bromas, anécdotas, expresiones de solidaridad, miradas, coqueteos, sensación de saber que el otro está bien, emociones, sentimientos, intimidad, convergen hoy en esa forma afirmativamente humana que es sabernos parte de una comunidad. Sabernos con y en los otros. Tan cerca como una pantalla. Ahí.

El nuevo, aquí.


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La revolución digital de la enseñanza: albores de una nueva era

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Tuvieron que contagiarse 4 millones de personas en el planeta y morir más de 250 mil para que la universidad se planteara en serio superar las clases magistrales y masificar el uso de la tecnología digital.

Carlos A. Scolari.

La enseñanza en línea, aprendizaje a distancia, educación no presencial, formación digital, como se le quiera nombrar, representa la transformación más radical de los últimos 500 años en el proceso de transmisión del conocimiento.

Hasta finales de marzo, según datos de la Unesco, casi mil 400 millones de estudiantes en todo el mundo recibían clases mediante plataformas multimedia.

Distribuidos en 138 países, tres de cada cuatro estudiantes estaban recibiendo clases fuera de sus escuelas, cerradas por la pandemia.

Por su parte, más de 60 millones de docentes, a lo largo y ancho de todo el planeta, tuvieron que mudar sus estrategias y contenidos a plataformas no presenciales. Muchos de ellos, sin un entrenamiento o ni siquiera un proceso de familiarización digital previo.

Presenciamos, así, una verdadera revolución en términos de la historia cultural. La magnitud de esta transformación es, desde luego, aún incalculable.

educacion online
Ilustración: Alexandra Shigina.

Como suele suceder con las transformaciones culturales, los visos de una nueva época se advierten, primero, en la forma. Las formas. Mas, evidentemente, no se agotan en ellas.

Ya los años sesenta se había mostrado como una época fértil en términos de repensar la manera en la que se educaba hasta entonces.

El centro de las nuevas pedagogías recayó en la crítica a lo incuestionable de la figura de autoridad, así como a incentivar las formas de trabajo colaborativo y el pensamiento crítico.

Si hoy tenemos como las habilidades de mayor valoración justamente competencias que tienen que ver con resolver problemas, creatividad y criticidad, es en buena medida herencia de aquellos que en los sesenta comenzaron a fracturar la voz vertical y férrea del fono-logo centrismo.

Rastrear la palabra cátedra da una idea del fundamento de esta capacidad para hacer pasar el saber de una generación a otra.

Asociada en su origen con la forma de una silla especial, tan robusta y magnificente como se imaginaba el acto de enseñar, la palabra cátedra refiere al sillón de brazos, desde que los obispos dictaban lo que podían del saber de los otros.

catedra digital
Ilustración: Realisto.

En un juego de implicaciones simbólicas, cátedra era una silla especial, diferenciada claramente de la silla normal (sella), pero sobre todo del banquillo (subsellium), reservado, por supuesto, a los estudiantes.

Aún más, cátedra es la palabra que se asocia no sólo al acto de dar clases, sino además a la propia condición del docente y a un puesto fijo, laboral y socialmente así reconocido.

La silla frente al banquillo, digámoslo de esa forma, el saber fijo frente al no saber de condición endeble como el banquillo mismo, ha dado lugar a una expresión más que revela la profundidad cultural de esta representación.

Referirse a que una persona se expresa ex cathedra, es una forma que subsiste de decir que habla con toda propiedad y conocimiento. Mismo del que, por contraste, carecen quienes le escuchan, obviamente.

Estamos, pues, frente a una práctica cultural que data, en su forma y representación, al menos de la Edad Media.

La transmisión del conocimiento, en la forma de quien da a saber a otro, de quien revela a otro un saber o una información, no se ha modificado sustancialmente en los últimos cinco siglos.

catedra digital
Ilustración: Dribbble.

Hay un sitio para la cátedra (el aula), una silla especial para el catedrático y una serie de banquillos para los que recibirán la enseñanza.

El lugar, pero especialmente, los objetos que lo componen, el tipo de silla, despliegan su halo simbólico sin dejar duda de qué representa cada cosa y cada participante.

De San Agustín a las Cátedras Magistrales de nuestros días, la dinámica física impuesta por esta concepción se ha mantenido en términos generales inalterada.

Como inalterados, sin moverse, deben permanecer los que no saben. El catedrático es el único que puede deambular, moverse, levantarse, caminar, por el espacio de la cátedra.

Si en este escenario de las representaciones, se quieren más datos aún, sólo piénsese en la implicación simbólica que puede significar la vigencia en el uso de la frase: dar la palabra.

revolucion de la educacion digital
Ilustración: Craig Frazier.

Resulta por demás curioso, pero revelador al mismo tiempo, que una de las cosas que con mayor frecuencia se registren hoy, es que los docentes se ven obligados a trabajar sobre plataformas digitales, sea, justamente, al manejo de los micrófonos.

De igual forma, las quejas de los docentes noveles en la enseñanza digital, suele poner más atención de la que merecería al hecho de que los estudiantes (osan) apagar sus cámaras.

La pérdida del control sobre lo que dicen y hacen –micrófonos y cámaras, apagadas, de por medio– quienes están en el banquillo, no podía simbolizar mejor la remoción que han de significar los nuevos tiempos digitales.

Estar y dar, dos verbos claves en la (ahora) vieja manera de transmitir el conocimiento.

“Estar” –a la vista– y “dar” –la información a los que están ahí sin moverse– son desplazados por un nuevo ámbito en el que la pérdida del control de parte de quien ostenta el saber (la cátedra), es la marca del nuevo tiempo.

Nuevo tiempo de nuevas mentalidades.

Libertarias, críticas, inasibles. 


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Educación en línea, teletrabajo y las competencias profesionales desde casa

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#EducaciónEnLínea, #TeleTrabajo, #YoMeQuedoEnCasa

La contingencia del COVID-19 no sólo ha expuesto las deficiencias y fortalezas de nuestros sistemas sanitarios, económicos, sociales, científicos, profesionales y académicos, sino que también ha sacado a relucir oportunidades en torno a la forma que tenemos de relacionarnos, comprar, estudiar y trabajar.

Dentro de las oportunidades mencionadas, el trabajo, es posiblemente el ámbito de oportunidad que más cambios sufrirá por su impacto en la sociedad. Si bien, el ámbito profesional se ha mantenido intacto con el paso del tiempo, llegándose a convertir en un parámetro de referencia para nuestras actividades, ahora se encuentra en una situación de disrupción.

En este sentido, la contingencia sanitaria ha roto con esa rigidez, obligándonos a cambiar nuestra percepción y valorar nuevas formas de trabajar, poniendo sobre la mesa que los perfiles profesionales del futuro requerirán de competencias que, hoy en día, no se están desarrollando del todo en los sistemas educativos.

teletrabajo
Ilustración: Andrea Tobar.

Según Thomas Frey, conferencista y autor del libro Communicating with the Future, el 60% de los perfiles profesionales que se necesitarán en los próximos diez años no tiene aún un programa formal de formación académica diseñado. Situación compleja y preocupante, si entendemos los escenarios y niveles de competitividad en que se mueven las organizaciones.

Partiendo de esta situación, algo que podemos visualizar con base a la contingencia sanitaria, las tendencias tecnológicas y las necesidades de las organizaciones, son las características que deberán tener tanto los nuevos perfiles como los más tradicionales, ya que la coexistencia entre ambos deberá ser sinérgica.

En primer lugar, los puestos de trabajo se convertirán en espacios de trabajo variables y con horarios flexibles, es decir, posiblemente hoy nos encontremos trabajando en México y mañana en China, o bien, desde la comodidad de casa con personas que se encontrarán en la misma ciudad o al otro lado del mundo, sin llegar a estar encasillados en el horario tradicional de 8 o 10 horas laborales continuas.

teletrabajo y educación a distancia
Ilustración: Behance.

Esto obviamente traerá consigo cambios en la propia actitud de las personas, ya que los profesionales de mañana deberán pasar de estar enfocados en los procesos rígidos y coordinados por un responsable, a ser sus propios líderes, trabajar por objetivos y resultados, aportando una mayor capacidad de adaptación, así como una vocación por la innovación. Además, el profesional de mañana tendrá que convertirse en una persona que promueva la creación de entornos de trabajo dinámicos, donde se comparta el conocimiento y se creen de forma constante oportunidades de crecimiento profesional –para todos, dentro o fuera de la propia organización–.

En conclusión, es aquí donde tenemos la oportunidad de generar una ventaja competitiva, sólo si somos capaces de planificar estos nuevos perfiles desde la lógica de la colaboración, haciendo que la sociedad, la industria, la universidad y el gobierno actúen de manera conjunta para anticiparse a las demandas del futuro, diseñando una oferta formativa que propicie el desarrollo profesional y personal adecuado a las necesidades locales, regionales y globales. Finalmente, está claro que invertir en las personas y actualizar nuestras competencias debe ser una prioridad si pretendemos posicionar al talento mexicano y, por ende, a México como un país dinámico y competitivo.

Levantemos la cabeza y miremos al futuro pensando en todo lo que necesitamos para ser y seguir siendo competitivos. No duden en seguir haciéndome llegar sus comentarios y recomendación al correo electrónico ricardolopezrobles@outlook.com o vía Twitter a @rlopezrobles, y #YoMeQuedoEnCasa.


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Chatbots y telemedicina en tiempos de COVID-19

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Dr. Sebastián Prida.

La crisis de COVID-19 ha obligado al campo del emprendimiento e innovación en salud a tomar medidas para enfrentar las dificultades del sistema de salud en México. En sólo unos tres días, junto con un equipo interdisciplinario internacional que involucra a médicos, emprendedores sociales, desarrolladores, abogados, diseñadores, especialistas en marketing y otros creativos, desarrollamos un sistema de tecnología multiplataforma para ayudar a brindar acceso rápido y gratuito a la salud a cualquier persona que lo necesite en México. La forma más rápida de hacerlo fue utilizar tecnologías existentes, como la telemedicina, los chatbots de salud y las soluciones de registros médicos electrónicos. De esta forma, logramos implementar, posiblemente en un tiempo récord, una solución en todo el país para ayudar a disminuir el volumen de pacientes en salas de emergencia, clínicas y hospitales.

Telemedicina en COVID-19: minimizando la exposición a otros pacientes de alto riesgo.

Anteriormente, las soluciones de telemedicina han tenido dificultades para convertirse en herramientas de uso común, no sólo en los países en desarrollo, sino también en el mundo desarrollado. Ahora más que nunca, las tecnologías de telemedicina se están moviendo rápidamente hacia nuestra vida cotidiana y están siendo utilizadas por más personas. En México, la Dirección de Telesalud del Centro Nacional de Excelencia Tecnológica en Salud (CENETEC), es la institución encargada de establecer los lineamientos nacionales para sumar estos servicios al Sistema Nacional de Salud. De esta manera, está colaborando con las instituciones de salud para implementar estrategias de telemedicina de manera estandarizada. El entorno regulatorio internacional también ha tenido cambios significativos para adoptar las tecnologías de telemedicina en los últimos meses. Algunos países asiáticos y de la Unión Europea, han ampliado las leyes y reglamentos para permitir una mayor adopción de los sistemas de telemedicina. Por otro lado, en EE. UU., la mayoría de los grandes empleadores y planes de salud, incluidos Medicare y Medicaid, brindan algún tipo de cobertura para los servicios de telemedicina.

chatbot en medicina
Imagen: RS Web Solutions.

De acuerdo a una nueva encuesta, se reporta que las personas ahora están más inclinadas a usar los servicios de telemedicina. Sin embargo, muchas personas aún dudan en cambiar la forma en la que interactúan con los profesionales de la salud. En particular, a algunas personas les resulta difícil acceder a estas tecnologías de manera adecuada y tienen reservas sobre mantener una interacción con alguien con quien no han tenido una relación establecida anteriormente. Afortunadamente, esto puede abordarse fácilmente con estrategias educativas, a través del marketing en redes sociales y mediante el uso de plataformas ya conocidas para introducir a las personas en el viaje de la telemedicina. Acercarse a los usuarios con llamadas telefónicas, o WhatsApp y Facebook Messenger, puede ser una forma efectiva de contactar primero a las personas para después ofrecerles servicios de telemedicina.

Si bien es probable que la mayoría de nosotros se enferme de COVID-19, la evidencia muestra que la mayoría de los casos probablemente no serán graves. La telemedicina, en estos casos, permitiría a las personas recibir atención de apoyo, minimizar su exposición a otros pacientes de alto riesgo y, por lo tanto, reducir la propagación de la enfermedad. El Dr. Lee H. Schwamm, en un artículo de Harvard, describió que los servicios de telemedicina podrían ayudar a aplanar la curva al permitir que las personas con síntomas leves se queden en casa y manejen su enfermedad como cualquier enfermedad similar a la gripe.

Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud también promueve el uso de estas tecnologías para evaluar casos sospechosos de COVID-19 y minimizar la necesidad de que las personas vayan a los centros de salud para una evaluación médica. El director del Scripps Research Translational Institute, el Dr. Eric Topol, también explicó que una “visita de video” también disminuye el riesgo de exposición, no sólo a pacientes que están enfermos, sino también a profesionales de la salud que podrían haber estado en contacto con individuos diagnosticados. Y si eso no fuera suficiente, la telemedicina también ayuda a prevenir la sobresaturación en las instituciones de salud y permite que se modere el uso de equipos de protección personal; que es algo que necesita ser manejado cuidadosamente en estos tiempos.

telemedicina
Imagen: Thrive Global.

Además, informes recientes han demostrado que las tasas de mortalidad de COVID-19 en las regiones de China, donde el acceso a la atención médica es baja, superó las tasas de mortalidad encontradas en las regiones con mayores recursos de servicios de salud. En consecuencia, además de manejar a los pacientes con enfermedades leves, la telemedicina es una gran herramienta para mejorar el tratamiento recibido por los pacientes con COVID-19, al proporcionar atención especializada en áreas con recursos limitados. Por ejemplo, dos nuevas empresas de tecnología de la salud con sede en California están trabajando juntas para abordar este problema, y ​​están uniendo fuerzas para ofrecer servicios de telemedicina de cuidados intensivos para hospitales de bajo acceso en América Latina. Otros programas de monitoreo disponibles que permiten la supervisión remota de hasta 100 pacientes en unidades de cuidados intensivos en numerosos hospitales, incluyen Sentara Healthcare, Sutter Health y Mercy Virtual Care Center en EE. UU. Estas iniciativas ayudan a proporcionar acceso a especialistas que de otra forma no serían accesibles en persona.

Por el momento, no todas son buenas noticias en varios países, ya que aún queda trabajo por hacer en relación con las estructuras regulatorias para implementar los servicios de telemedicina. Aunque esto puede llevar algún tiempo, la telemedicina es crucial para abordar la crisis de COVID-19 ahora, así como otras enfermedades futuras.

Chatbots de salud en COVID-19: herramienta de evaluación de riesgos 24/7

El triage anticipado ayuda a los sistemas de salud a clasificar a los pacientes, según la gravedad de su emergencia, antes de que lleguen a un centro de salud. Los chatbots de salud, a través de algoritmos automatizados, permiten que las personas sean examinadas para detectar COVID-19 y evaluar la gravedad de sus síntomas. Los chatbots también pueden ayudar a las personas a comprender si necesitan ayuda médica o no, responder preguntas frecuentes y brindarles una sensación de apoyo. La ventaja de la automatización de los chatbots es que están disponibles 24/7 y pueden manejar miles (e incluso millones) de usuarios al mismo tiempo. De esta forma, en cualquier momento, los usuarios pueden comprender si están en riesgo de infectarse. Estos chatbots pueden implementarse en varias plataformas ya conocidas, como WhatsApp, Facebook Messenger, Telegram, o incluso usarse como bots telefónicos –es decir, proporcionar la herramienta de detección a través de una llamada telefónica–. Por lo tanto, el acceso puede estar ampliamente disponible.

Estos métodos son un primer contacto para presentar al público los servicios de telemedicina. La idea general es que los usuarios interactúen con el chatbot, en su plataforma preferida, y si el algoritmo detecta que necesitan asistencia médica, el chatbot los ayuda a contactar a un proveedor de salud disponible, ya sea a través de la plataforma de telemedicina, por teléfono o, si se reconoce una emergencia, dirigiendo al usuario al centro de salud más cercano. Estos chatbots también pueden integrarse con otros sistemas para regular el volumen de pacientes en hospitales, clínicas o salas de emergencia, y pueden evitar aglomeraciones en las instituciones de salud.

Los chatbots también ayudan a difundir información de salud mediante el procesamiento del lenguaje natural. Esta tecnología se usa, por ejemplo, con Alexa, Google Home y Siri, y permite a los usuarios tener una conversación con el bot para que pueda responder sus preguntas.

telemedicina y pandemias
Imagen: La Tercera (YouTube).

Varias organizaciones están usando chatbots para divulgar información confirmada de COVID-19 a efecto de  contrarrestar las “noticias falsas” dañinas que se distribuyen principalmente a través de las redes sociales. Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud y Rakuten Viber lanzaron un chatbot interactivo para distribuir información actualizada de COVID-19 a millones de usuarios. Del mismo modo, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en EE. UU. también lanzaron un chatbot que utiliza la plataforma Healthcare Bot de Microsoft en su sitio web; y en Italia, Paginemediche creó un chatbot para proporcionar un triaje en línea, basado en las pautas del Ministerio de Salud italiano. En México, la Secretaría de Salud lanzó una aplicación móvil para el autodiagnóstico de COVID-19. Aunque propiamente no es un chatbot, la aplicación ayuda a los usuarios a consultar medidas de prevención, conocer noticias, responder preguntas frecuentes y buscar centros de atención.

Los chatbots tienen muchas ventajas, pero todavía hay algunos aspectos que deben mejorarse. Por ejemplo, las respuestas son inconsistentes a través de diversos chatbots y pueden ser confusas para los usuarios. Por ejemplo, Casey Ross probó ocho chatbots de EE. UU. y recibió una serie de recomendaciones, desde comenzar el aislamiento en el hogar de inmediato hasta contactar al chatbot nuevamente en caso de que hubiera algún cambio en su salud. Esto, en cierta medida, se debe a que todavía no hay pruebas suficientes para crear un sistema de puntuación estandarizado para proporcionar una autoevaluación de riesgo adecuada, y las definiciones y criterios de casos de COVID-19 varían entre diferentes instituciones. Pronto, estos chatbots podrán ser evaluados para crear una autoevaluación de riesgos bien definida, internacionalmente aceptada y estructurada. Otro problema es que la mayoría de los chatbots se han creado como árboles de decisión y, si no se actualizan con frecuencia, las recomendaciones pueden terminar siendo obsoletas.

Una nota final sobre la prosperidad

Estoy impresionado por los abundantes esfuerzos que se han realizado tan rápido e instantáneamente evolucionando alrededor de la crisis de COVID-19. Los profesionales de la salud, científicos, emprendedores sociales, desarrolladores, abogados, diseñadores, especialistas en marketing y muchos otros están trabajando juntos, como nunca se había visto, en un objetivo global común. Y, por favor, no me malinterpreten, por supuesto que no estábamos preparados para una crisis de salud de esta magnitud. Los encargados de la toma de decisiones y las políticas no estaban preparados. Sin embargo, la tecnología ha permitido avances rápidos. Aunque hoy parece una historia interminable, tratando de superar la “nueva normalidad”, se puede ver la luz al final del túnel, donde la humanidad prospera.


sebastian prida

Sobre el autor:
El doctor Sebastián Prida es un profesional médico ambicioso, creativo y motivado que quiere aumentar la esperanza de vida y la salud humana mediante el uso de la tecnología en educación para la salud, prevención de enfermedades y seguimiento de enfermedades. Actualmente es director médico regional de Medwave Software Solutions, Inc., una empresa de tecnología de la salud con sede en California que se enfoca en la innovación tecnológica de la salud global y es consultor de la iniciativa Viive, instituciones que no tuvieron participación alguna en la redacción del presente documento.


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El museo virtual del Hermitage. Una joya cercana

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La pandemia del COVID-19 ha traído un sinnúmero de sorpresas, enojos y sobre todo reflexiones en torno a lo que sucede en el planeta. En la historia de la humanidad ha habido otras epidemias que ante los pocos conocimientos científicos que se tenían en ese momento, fueron motivo para alimentar el pensamiento mágico de hombres y mujeres. El miedo, la culpa y la idea del pecado rondaban en la psique colectiva –como ahora–, pero también el desdén y la falta de cuidado eran recurrentes –que también hemos visto hoy–.

Muy nombrada por la historia es la situación de Europa alrededor del 1300. El hambre, las plagas, la inestabilidad política de la mano de las crisis económicas y sociales, fueron la constante durante este periodo. La llamada “Guerra de los cien años” entre Inglaterra y Francia completó el precario escenario. Incluso este episodio marca una de las circunstancias que provocaron el fin de la Edad Media. ¿Qué hubo después? Una de las épocas más brillantes de la humanidad: el Renacimiento. Un cambio que impactó en todas las esferas, incluido el arte. No será la excepción ahora y para muestra algo que ha venido sucediendo como parte de las redes sociales.

Varios museos han abierto sus puertas a través del Internet brindándonos la posibilidad maravillosa de sentir que caminamos por sus pasillos desde nuestro celular o de manera más cómoda, en la pantalla de nuestra computadora. Ése es uno de los fenómenos positivos que se han dado. La apertura de recorridos virtuales y poder transitar por sus salas a través de un click (o varios).

Hoy reiniciamos Apasionarte con la visita a varios de estos museos virtuales. Comenzamos con el Museo Estatal del Hermitage, en San Petersburgo, Rusia. Uno de los recintos más esplendorosos del mundo, a juzgar por las imágenes que nos permiten recorrerlo de forma por demás detallada.

Hagamos un poco de historia. San Petersburgo –antes Petrogrado y Leningrado– es, después de Moscú, la ciudad más importante en Rusia. Fue fundada por el zar Pedro el Grande –de ahí su nombre– e intentó construir una ciudad moderna para ese momento. Su diseño urbano acentúa sus calles de la mano de sus bellos edificios que en varios momentos se reflejan en los múltiples canales que la atraviesan.

El Museo Estatal del Hermitage se encuentra en lo que fue la residencia oficial de invierno de la familia zarista, a mediados del siglo XVIII. Después, fue la sede del gobierno conspirador de Catalina la Grande quien lo mandó a ampliar incluso con un teatro de bella planta circular y no en herradura –véase el breve video del mismo; estoy segura que quedará sorprendido; el link lo encuentra en la parte final de este texto–.

museo estatal del hermitage
Página de inicio de la visita del recorrido virtual del Museo Estatal del Hermitage. Vestíbulo y escalera principal –se recomienda usar Google Chrome. También funciona con Safari, aunque en algunos dispositivos tarda en cargar los contenidos–.

A Catalina la Grande le debemos tanto el nombre del lugar –del francés ermitage, vivienda de un ermitaño– como el inicio de la gran colección de arte que alberga. En las décadas posteriores a 1917, como consecuencia de la Revolución Rusa, varias obras fueron distribuidas e incluso vendidas a otros museos. Después de la Segunda Guerra Mundial, el palacio fue restaurado y la colección fue abierta al público.

Su acervo artístico abarca desde la Prehistoria, pasando por varias salas con piezas de la Grecia Clásica y Helenística, la Roma Antigua, piezas de la Edad Media para después iniciar con su magnífica colección de pintura que abarca obras hasta la primera mitad del siglo XX; razón por la que se considera como una de las pinacotecas más completas del mundo.

La presencia de su recorrido virtual refiere una importancia para quienes no hemos podido visitar ese alejado lugar tanto para apreciar no sólo la arquitectura del lugar sino también sus obras artísticas; se recomienda llegar a esta hermosa ciudad por mar, para así apreciar los bellos paisajes que nos brinda el Báltico en su travesía.

Comencemos con el edificio. El llamado Palacio de Invierno fue construido por Francesco Bartolomeo Rastrelli, un arquitecto italiano contratado por la familia zarista. Lo inicia en 1754, en un estilo que el propio constructor denominó como “barroco ruso”, pero que es un ejemplo de un estilo que comenzaba a irrumpir en el mundo: el rococó. Sus ornamentos, sobre todo interiores, nos revelan la majestuosidad y riqueza reinante: desde los pisos, las paredes donde destacan las grandes columnas, sus capiteles las decoraciones con hoja de oro además de la multiplicidad de sus formas curvas. No deje de apreciar los candiles y luminarias, así como las esculturas, muchas de ellas que emergen de las paredes.

Le recomiendo, amable lector, que comience dando click en “Begin Tour” para iniciar desde el vestíbulo principal. Quienes han estado ahí recordarán el guardarropa para luego subir por la escalera principal y comenzar el asombroso recorrido que nos espera. Puede dejar que en automático vaya dándose el recorrido o parar dando click donde aparece un icono con la letra “i” para detenerse en el detalle de la imagen que corresponda y saber un poco más sobre la pieza que se muestra. También encontrará otro signo –un círculo con cuatro líneas– que lo conducirá a la sala siguiente, aunque siempre podrá avanzar de forma automática tocando la pantalla de su dispositivo o con el ratón de su computadora. 

Después de “subir” la escalera, no deje de “asomarse” a las ventanas para disfrutar de la vista del caudaloso río Nevá y también dar un recorrido por sus techos. Encontrará gratas sorpresas. También le sugiero “saltar” algunas salas y continuar con la del Paleolítico –primer piso, sala 11-1– hasta la Edad del Bronce –sala 14–. Podrá apreciar las llamadas “Venus prehistóricas”, figuras femeninas relacionadas con la fertilidad además de la cerámica que se ha conservado; muchas de ellas pintadas con decoraciones abstractas. También cuchillos, brazaletes y otras herramientas en piedra y bronce y que fueron utilizadas en los inicios de la humanidad.

Después “brincar” de nuevo, ahora a las salas griegas y romanas –primer piso, desde la sala 111 hasta la 121 y 127–. Aquí deténgase a apreciar, además de sus esculturas en mármol, la espléndida colección de vasijas y ánforas áticas –sobre todo las de las figuras negras–, donde podrá apreciar en sus dibujos, un recurso que revolucionó el arte: el escorzo, es decir, la intención de volumen. Estas pinturas representaron uno de los motivos por los que el hombre del Renacimiento afirmaba que la Humanidad ahí había nacido. Sin duda, fue uno de sus puntos de partida.

En la próxima entrega, continuaremos con el recorrido virtual del Museo Estatal del Hermitage, con las salas de los siglos XV y XVI. La época del Renacimiento.  

Para conocer sobre el Teatro del Hermitage:


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Reinventarse, ahora o nunca: saldos de la emergencia

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Disrupción. La palabra no es nueva, desde luego. Sucede así con los conceptos. No significan la invención de un término sino su resignificación. Recolocarlo al servicio de comprender.

Quien los toma, comprende y actúa. Quien no lo toma, no comprende y sigue actuando, de acuerdo con el modelo mental anterior; ése que refleja el mundo que le es propio y desde el cual resiste el cambio.

Disrupción proviene del latín disruptus. Es decir, lo que rompe, lo que separa. Lo que de forma ruda aparta en varias partes aquello que antes, al menos en apariencia, semejaba una sola cosa.

Por supuesto que en su raíz se adivina el elemento de ruptura, ruptus. Añadiéndole el prefijo dis, la condición de las varias vías, de la multiplicidad.   

A fuerza de exagerar, bien podría decirse en la historia que cuenta el modo en que ciertas palabras han sido comprendidas y aplicadas, se halla comprimida la propia historia del cambio de mentalidades y con ésta la historia misma del mundo.

reinventarse
Ilustración: Jun Cen.

Durante años, siglos, ha de insistirse, lo disruptivo, los disruptivos, fueron mirados como conductas, que merecían tanto más que sus portadores, la reprimenda y la abierta exclusión.

A la par del advenimiento de la Tercera Revolución Industrial a finales de los años noventa, sin embargo, esta noción en torno a lo disruptivo como negatividad, a la que había que cercenar, dio un vuelco.

Entonces, lo disruptivo pasó de ser una manera de nombrar a las niñas y los niños problema de clase, a convertirse en el adjetivo idóneo para describir la nueva tecnología y su llamado a la innovación ininterrumpida.

Pronto, la idea de generar disrupciones en lo que antes fue visto como procesos graduales de consolidación, se fue extendiendo hacia las áreas de investigación y desarrollo de proyectos de muchas compañías.

 El resultado de esta expansión fue una creciente propuesta de productos y prácticas que implicaban, claro, una ruptura para la que no había vuelta atrás en relación con lo anterior.

Como se sabe, debemos a Clayton M. Christensen y su artículo de 1995, Disruptive Technologies: Catching the Wave, el haber acuñado y popularizado el término de tecnología disruptiva.

Dos años después, en 1997, el propio Christensen ahondaría en su idea inicial en el libro The Innovator’s Dilemma, instalándola en un horizonte más amplio, el del desafío que implica innovar de forma continua.

Christensen se percata de lo que está por delante y describe lo que será un largo ciclo económico de prosperidad para algunos modelos de negocio en los años posteriores.

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Ilustración: Cristöbal Schmal.

Dirigidas a los consumidores de una gama media y media baja, las tecnologías disruptivas, se sostiene, se probarán, por así decirlo, en un mercado que no se caracteriza precisamente por su alta exigencia.

Poco a poco, los beneficios que produce el alto consumo de estas tecnologías posibilita extender sus beneficios, mejorados, a productos que puedan cumplir con estándares de mayor exigencia.

El ejemplo que suele ponerse para explicar este proceso es de la fotografía digital. Hoy, dueña de todo el mercado, y responsable del cambio más dramático en materia de prácticas y usos, es decir, mentalidades, desde la invención misma de la cámara fotográfica.

Al comienzo, las fotografías digitales eran notablemente más malas que las fotografías convencionales. Al contar con pocos pixeles, su resolución era más bien pobre.

Esta tecnología tenía, sin embargo, un as bajo la manga: el costo. Valiéndose del sentido de novedad y siendo radicalmente más barata, a la corta y a la larga, que el modo antiguo de tomar fotografías, paulatinamente fue ampliando su mercado, al tiempo que su resolución mejoró a pasos agigantados.

El resultado lo conocemos todos. Kodak, ese formidable y gigantesco animal, tan fuerte como lento, fue incapaz de mirar la dimensión de la ola que se le venía encima.

Las transformaciones de los conceptos, cual si fueran polen que viajara en el viento, son irrefrenables y acaba por polinizar todos los ámbitos de la vida social.

Durante la última década, quizá década y media, la época ha visto cabalgar con éxito líderes políticos que han tenido en la disrupción su principal capacidad.

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Ilustración: Behance.

Discursos políticamente incorrectos, conductas aparentemente irracionales, reacciones sorpresivas frente a ciertas coyunturas han colocado a personajes como Putin, Bolsonaro, Trump o Johnson en el poder.

La disrupción como estrategia política, como discurso y como forma de acción pública en la que la respuesta de los adversarios acaba pareciendo demasiado a la vieja usanza, explica buena parte de la aceptación de políticos que a primera vista parecían fuera de lugar.

El gran reto, sin embargo, y así lo plantaba ya Christensen antes del cambio de siglo, no es si seguirán rompiendo patrones, tal cosa se da por descontado, sino si tal capacidad de ruptura, de provocación, de desviar la atención o sorprender, será suficiente frente a la complejidad de un tiempo marcado por una emergencia sanitaria a nivel global.

Es decir, de si serán capaces de reinventarse, aun a costa de lo que ha construido como personajes.

O bien, si no al romper antes han llegado al límite de su capacidad de disrupción.

Ellos mismos.


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Nuevos lenguajes, nuevas legitimidades: la sociedad digital en movimiento

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Internet como herramienta articuladora. Lenguajes transversales, identidades fluctuantes, redes flexibles, son algunos de los elementos que, en todo el mundo, forman parte del entretejido de las formas que han tomado los movimientos sociales.

 Se trata de agentes sociales que, en determinado momento y bajo demandas muy puntuales, conforman una malla, si se permite el término, sobre la cual se articula un colectividad que responde, a la vez, a sentimientos y acciones.

Queda claro, en los últimos días, que hay un desfase cada vez mayor entre la manera en que muchos sectores, ya no sólo jóvenes, visualizan la dimensión simbólica de la vida en comunidad, respecto a las respuestas que encuentran a nivel de lo materia, y, aun más, de las respuestas que encuentran de la autoridad.

Marcado este tiempo como está por los sistemas complejos, cualquier diagnóstico que no asuma esa condición estará condenado de antemano al fracaso.

sociedad digital
Imagen: Freepik.

En las demandas y consignas, tanto como los modos de organización y acción, que los movimientos sociales recientes adquieren, particularmente el que representa a las mujeres, lo que se observa de manera nítida es el crujir de las viejas estructuras y lógicas de poder, que encarnan naturalmente las figuras de autoridad.

En ese terreno es que el lenguaje juega un papel protagónico. En él se transparenta, por un lado, el desfase ya no digamos de vocabularios y referencias, sino con aún mayor contundencia, el de usos prácticos y representaciones simbólicas.

Mientras en el uso y asunción de los lenguajes antiguos se reproducen asimetrías, abismos, invisibilidades, omisiones, brechas, las comunidades emergentes que se movilizan hacen del lenguaje un fluido de expresiones y acciones lingüísticas, justo a contracorriente de aquellas expresiones, representaciones y lógicas del decir y hacer con las que se topan.

En el lenguaje, se sabe bien, se aprenden y reproducen, se transmiten valores, percepciones, costumbres y un sistema de ideas que en conjunto llamamos ideología. El uso de la lengua es, ni más ni menos, lo ha sido siempre, el reflejo de la sociedad que lo asume, lo usa, lo acepta como válido en sus principios, reglas y exigencias.

Así, en lo que constituye la presentación del magnífico Manual para una comunicación no sexista de Claudia Guichard Bello, se lee: En las sociedades patriarcales, el lenguaje está plagado de androcentrismo que se manifiesta en el uso del masculino como genérico, lo que produce un conocimiento sesgado de la realidad, coadyuvando a la invisibilidad y la exclusión de las mujeres en todos los ámbitos.

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Claudia Guichard Bello, editora, docente y feminista.

 El punto de partida, pues, no es lingüístico en el sentido estricto, sino político, en el sentido amplio. El principio básico de constitución y reconocimiento, el primer derecho de una persona para asumir que lo es plenamente, es el derecho a ser nombrada.

¿Es entonces una cuestión de que la comunicación se ha roto? Sí, pero aún más. La noción de una comunicación rota entre una autoridad que encarna el uso antiguo de las categorías y las representaciones y las comunidades emergentes, significa el resquebrajamiento de la legitimidad de las estructuras sociales sobre las que ya no digamos está cimentada la autoridad de la autoridad, sino la cohesión social misma.

La lengua, el uso de las palabras, la construcción de las imágenes que van a asociadas a ellas, se mueven entre el mundo material del uso mismo, de la posibilidad de emitir un mensaje y que el receptor lo reciba y entienda.

Pero no menos importante es la dimensión simbólica en la que las palabras adquieren sentido y trascendencia. El carácter histórico de la lengua como vehículo, pretenderían unas para cambiar la realidad; o, asumen otros, para perpetuarla.

Dice Rosa Cobo en la “Introducción al trabajo” de Gichard: Las sociedades están formadas por estructuras materiales y simbólicas. Ninguna comunidad humana puede existir sin entramados institucionales e imaginarios colectivos. Ambas realidades son la condición de posibilidad de la existencia de cualquier sociedad.

Luego, la propia Cobo subraya cómo son las definiciones sociales, ésas que están expresadas en hechos, por supuesto, pero antes en palabras, las que deben ser aceptadas, no cuestionadas, puestas en duda o francamente sustituidas por la colectividad.     

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Ilustración: Luis Maram.

Dice Cobo: Entre esas dos realidades sociales, la simbólica y la material, tiene que existir congruencia, pues si no hay coherencia entre las estructuras sociales y los imaginarios colectivos sobrevendrá una crisis de legitimidad. Y con ello, los conflictos sociales. En efecto, cada realidad social tiene como correlato ideas que sirven para justificar su existencia. Si no existiese esa dimensión simbólica, las estructuras aparecerían desnudas y los individuos las interpelarían críticamente.

Tal cual lo que hoy sucede de modo intensivo y expansivo, en particular, con los movimientos que encabezan y conforman, en su inmensa mayoría, mujeres cuyo horizonte de simbolización tiene en el lenguaje, por una parte, y las herramientas digitales con el que lo propagan, asumen y enriquecen una fuente de legitimidad abrumadora.

Aquello que se identificó bajo el concepto de “La voz del padre”, idea, enunciación y representación de un mundo que ya no es, se mira, así, sin nostalgia alguna y, aún peor, sin interlocución posible.

Sola.


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