neurociencia

Anatomía de la reflexión sobre uno mismo y los demás

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He venido repasando que la investigación cerebral proporciona información relevante para el mejor entendimiento de la conciencia de uno mismo y de los otros. En esta ocasión bordaré sobre este tema a partir de un artículo publicado en 2013 por Joseph Moran, William Kelley y Todd Heatherton sobre los fundamentos cerebrales de la autorreflexión y la reflexión sobre los prójimos cercanos. Estos investigadores argumentan que la investigación actual proporciona conocimientos necesarios para saber cómo el cerebro implementa los procesos psicológicos de la autorreflexión y para elaborar nuevas formas de analizar esta fascinante función.

Los autores destacan inicialmente dos hallazgos; el primero se refiere a una red cerebral conocida en inglés como default mode network, que traduzco como red basal, y el segundo a un grupo de estructuras de esa red que se activan cuando las personas se encuentran reflexionando sobre sí mismas y sus características de personalidad, pero no cuando piensan de manera general e inespecífica sobre el yo o la autoestima. Las áreas del cerebro que se activan sólo durante la autorreflexión son la corteza prefrontal medial y la corteza parietal medial, dos zonas que se encuentran frente a frente en la cara interna de los dos hemisferios cerebrales y se conocen en conjunto como estructuras corticales mediales.

He relatado anteriormente que la red basal del cerebro se descubrió cuando los voluntarios sometidos a estudios de imágenes cerebrales obtenidas por resonancia magnética o tomografía de positrones se encontraban sin realizar ninguna tarea, relajados y con los ojos cerrados. Es decir, la red basal se activa cuando el sujeto se desengancha del mundo externo y se encuentra ensimismado en sus pensamientos, que muchas veces versan sobre sí mismo o sus allegados. Varios meta-análisis que tomaron en cuenta muchos experimentos similares y comparables han confirmado que las zonas de la red basal se enlazan cuando el sujeto pone atención al propio flujo de conciencia.

cognicion social
Portada del libro “Cognición social. De las neuronas a la cultura” de Susan Fiske y Shelley Taylor (imagen tomada de: Cairn).

La anatomía de estas zonas es muy interesante. La corteza prefrontal medial es la región más grande de la corteza prefrontal humana y está más profusamente conectada con otras zonas que la equivalente en los primates superiores. Tiene además la mayor densidad de espinas dendríticas, los puntos de contacto sináptico ubicadas en las ramas de las neuronas que reciben la información de otras neuronas. Esta profusa conectividad indica que la región y sus concurrentes procesan una compleja información asociativa. En conjunto estas regiones forman parte del “cerebro social,” una red de módulos involucrados en la representación de las personas que forman parte del entorno y sus relaciones con el sujeto. Se supone que estas zonas constituyen el fundamento de una representación social que sería decisiva en la selección de los humanos modernos. Este sustrato común entre los fundamentos anatómicos y fisiológicos de la autorreflexión y la reflexión social viene a empatar con la interdependencia entre la identidad personal y la identidad de los otros, o en términos de Lévinas o Ricoeur entre la ipsiedad (la noción de ser uno mismo en el tiempo) y la otredad o alteridad (la noción del otro).

corteza prefrontal
Localización anatómica de la corteza prefrontal medial y la corteza anterior del cíngulo en la superficie interna del lóbulo derecho del cerebro. La corteza posterior del cíngulo se encuentra inmediatamente atrás de la anterior. Estas regiones y sus homólogas del hemisferio izquierdo son cruciales para los procesos de la conciencia propia y la conciencia sobre los otros (imagen tomada de: Science Magazine).

Por su parte, la corteza posterior del cíngulo, que también forma parte de la red basal, está muy interconectada con la corteza prefrontal medial, dentro de cada uno de los dos hemisferios cerebrales y también entre ellos. Esta zona también es mucho mayor en los humanos en relación a otras especies de primates y se supone que esta ventaja permite integrar la información exterior e interior que constituye una parte de la actividad mental del ser humano. Es así que las neuronas de la corteza del cíngulo posterior reciben una extensa información de las zonas visuales, participan en el procesamiento de memorias autobiográficas, en la formulación de planes a futuro y la navegación en el medio, cuatro tareas propias de la autoconciencia, pero de diferentes contenidos y objetivos.

Las características anatómicas y fisiológicas de estas dos zonas parecen idóneas para realizar actos de introspección, en especial cuando el sujeto se desentiende de la información proveniente del medio ambiente. Los autores justifican esta propuesta con varios resultados de imágenes cerebrales en el sentido que las estructuras mencionadas entran en actividad precisamente cuando el sujeto reflexiona sobre sí mismo. Argumentan además que el conjunto de estas zonas reúne condiciones para retener y actualizar información sobre uno mismo de manera flexible y confiable, así como determinar lo que es propio y ajeno.

neurociencia
En la portada del Manual Oxford de Neurociencia Cognitiva aparece una figura que sugiere el intercambio de mecanismos cognoscitivos entre sujetos (imagen tomada de: Global).

Un tema difícil que evocan estas investigaciones es si el Self, en tanto representación central y estable de uno mismo, requiere un mecanismo neurológico especial dada su propiedad especular o recursiva. Si esta propiedad es realmente especular, debería tener un fundamento nervioso extraordinario o al menos muy peculiar por medio del cual la representación pueda ser a su vez representada. La alternativa a este mecanismo sería una función neural potente pero ordinaria en el sentido de que las estructuras funcionen dentro de los parámetros usuales para llegar a ser recursivas, como lo es cualquier mecanismo nervioso de retroalimentación. A favor de la primera posibilidad se ha propuesto que la corteza medial prefrontal constituye un nodo (hub en inglés) que congrega información altamente procesada en otras áreas cerebrales.

Diríase que funciona como un panóptico, un punto desde el cual pueden monitorearse un conjunto de módulos o de procesos separados. A favor de la segunda opción se afirma que estas zonas cruciales de la corteza cerebral pueden actuar en conjunto de manera metacognitiva para guiar y decidir ciertos procesos de pensamiento de acuerdo con un conjunto de reglas, como lo postula Joëlle Proust y he analizado antes en la sección sobre metacognición. Moran, Kelley y Heatherton favorecen esta misma posibilidad consistente en una operación neuropsicológica recurrente muy avanzada. De esta forma, las estructuras corticales mediales pueden representar información social sea en forma general, pero también de manera selectiva cuando procesan datos, hechos o asuntos referentes al propio yo.

reflexion sobre uno mismo
El filósofo y fenomenólogo danés Dan Zahavi en 2014 (fotografía tomada de Wikipedia). Portada de su libro “Autoconciencia y alteridad. Una investigación fenomenológica” (1999).

Es muy revelador anotar que la reflexión sobre familiares cercanos activa la corteza prefrontal medial igual que cuando el sujeto reflexiona sobre sí mismo. La variable más importante para activar esta área y a la red neural que la tiene como núcleo, es la cercanía afectiva, el grado de cariño que siente el sujeto por estos individuos. Por lo demás, las investigaciones sobre la autoreflexión han mostrado que la zona ventral de la corteza prefrontal medial se activa en individuos de diferentes culturas cuando el sujeto reflexiona sobre sí mismo y sobre familiares próximos, y esto no sucede en igual magnitud en las culturas occidentales, donde el individuo tiene un sitio más independiente. En suma, los autores defienden que las cortezas mediales constituyen la región más central y decisiva del cerebro para la autorreflexión y la reflexión sobre las personas queridas, porque su anatomía, función y conectividad se asocia a un procesamiento de información social. Como podemos constatar, la representación de uno mismo se liga con la de los demás tanto desde el punto de vista neuroanatómico como cognitivo.


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La ligadura entre la conciencia que un sujeto posee de sí mismo y la que tiene de los otros fue extensamente examinada durante el siglo XX en la tradición fenomenológica y existencial de la filosofía europea. Los términos de “otredad” o “alteridad” se aplicaron en esta escuela a la representación que una persona llega a adquirir sobre sus prójimos y que se manifiesta en las conductas que emprende y las relaciones que establece con ellos. En esta ocasión revisaremos a tres pensadores que aportaron reflexiones profundas e imprescindibles en referencia a la alteridad en relación con la autoconciencia; son ellos Martin Buber, Emmanuel Lévinas y Paul Ricoeur.

yo y tu
Portada del libro Yo y Tú de Martin Buber traducido al castellano (imagen tomada de Amazon).

El pensamiento humanista de Martin Buber (1878-1965) se ha denominado filosofía del diálogo o del yo-tú porque este filósofo y teólogo austriaco-israelí no concebía un yo separado, sino siempre en relación con el prójimo, con el tú. En Yo y tú, de 1923, Buber propuso que la alteridad presenta tres facetas: (1) el tú como persona concreta, la representación que un sujeto hace de otro, establecida fundamentalmente a través del diálogo, (2) el tú en referencia a los objetos que adquieren significancia para el sujeto, y (3) el Tú como deidad: la relación que establece un creyente con lo sagrado y con Dios, la otredad más radical. Estas formas de relación con el otro hacen que el yo nunca se encuentre sólo, aunque la persona pueda estar sin compañía en muchos momentos. La relación interpersonal se basa en una personificación del otro y para que se desarrollen los lazos y las acciones de comprensión, apoyo y compromiso es necesario que se establezca una confianza. De esta forma Buber establece una ética del amor basada en una relación auténtica entre personas y afirma que, cuando cumple con estos requisitos de mutualidad y confianza, la relación yo-tú es de hecho generadora del yo. Interpreto esta idea en el sentido de que la autoconciencia requiere de alteridad y mutualidad para alcanzar una disposición más acabada.

tiempo y el otro
El tiempo y el otro de Emmanuel Lévinas y el autor hacia 1975 (tomado de: Instituto de Filosofía).

Para el filósofo franco-lituano Emmanuel Lévinas (1906-1995) la alteridad no sólo involucra la atribución de estados mentales a los otros, sino también la aptitud y disposición para ponerse en el lugar del prójimo en una experiencia de empatía. Hay en este pensador una reflexión muy actual en términos de las ciencias cognitivas y es la que se refiere al rostro, porque la cara del prójimo se presenta como una forma específica y concreta de alteridad. Esto quiere decir que la cara manifiesta de manera contundente la identidad de alguien, no sólo por su presencia sino también como acto, porque la subjetividad o la interioridad del otro se manifiestan en su semblante, tanto en los rasgos que lo identifican, como por los gestos y las voces que manifiestan sus actitudes, emociones y otros estados internos. Lévinas califica de inmediatez a esta presencia cara a cara por la cual el otro se presenta de forma contundente, directa y real. La investigación contemporánea sobre la expresión de la emoción en el gesto facial y la voz otorgan una validez empírica a esa inmediatez. Por ejemplo, en una revisión original y convincente del 2012, Diana Sidtis y Jody Kreiman de la Universidad de Nueva York han demostrado que la voz humana constituye una encarnación del self en el contexto social porque la voz contribuye a la percepción, la expresión y el intercambio de estados subjetivos entre personas.

alteridad de si mismo
La alteridad se ha convertido en un tema de interés para diversas disiciplinas y manifestaciones de la cultura, como los estudios sobre el género, la raza, las clases sociales y los derechos humanos. Estos carteles sobre expresiones múltiples del rostro son del artista franco-canadiense Michel Desroches (tomado de: ArtMuseum).

Los analistas de Lévinas coinciden en calificar su postura ante la alteridad como una ética fundamental en el sentido de que el yo no sólo se define en similitud y oposición con el tú o con el otro, sino “para-con-el-otro”, en especial una vez establecido el vínculo. Lejos de situarse de manera lejana o pasiva, el sujeto responde ante su prójimo y, con ello, adquiere responsabilidad ante su presencia y su ser. La relación mutua entre dos agentes morales es el fundamento de una experiencia del otro que orilla a comportarse éticamente. Esta relación obligada no sólo se erige por la interacción entre las subjetividades de dos personas, sino por la red intersubjetiva de los sujetos que conviven en comunicación.

Por su parte, Paul Ricoeur (1913-2005) considera que el significado del ser, este término tan central como opaco y polémico de la metafísica, no implica una esencia separada y única de cada individuo (que en estos escritos suelo referir como el self), pues se gesta en relación obligada con el otro. Para este importante pensador francés, a quien he citado en varias secciones, el sentido de ser uno mismo como individuo único y diferente constituye la ipsiedad o mismidad, pero ésta implica a la otredad: uno no puede definirse sin otro. En su libro titulado “Sí mismo como otro” sostiene que, si bien la alteridad pertenece a la constitución ontológica de la ipsiedad, esta relación íntima del yo con el tú no se corrobora en el sentir, pues cada persona siente directamente su cuerpo, pero no el cuerpo del otro. Además, la persona puede reclamar la pertenencia y la responsabilidad de sus actos en el mundo, pero no de las acciones ajenas. En vista de esta dinámica corporal tan individual, ¿cómo afirmar que la identidad propia y la conciencia de los otros, es decir, la autoconciencia y la alteridad, se encuentran vinculadas de forma tan estrecha?

si mismo como otro
Portada de “Sí mismo como otro” de Paul Ricoeur, traducido al castellano, y el autor dibujado para Deviant Art.

Uno de los argumentos que ofrece Ricoeur al respecto se basa en el sufrimiento porque, si bien sufrir es subjetivo y personal, lo comparten los seres humanos de múltiples maneras, sea porque gran parte del sufrimiento humano es resultado de las acciones humanas, sea porque el sujeto siente dolor empático cuando ve a sus allegados sufrir o porque a través del dolor y del tacto en general, el cuerpo intercede y tercia entre la intimidad del yo y la exterioridad del mundo. Entonces, la relación necesaria del yo con el tú incluye a la corporalidad no en el sentido que yo sienta al cuerpo ajeno como el propio, sino que para llegar a conceptualizar y a sentir al otro debo tener una noción fuerte de la corporalidad ajena. Mi cuerpo es un cuerpo a los ojos de los otros y el de ellos es un cuerpo ante mis ojos: el cuerpo es naturaleza común de todos los seres humanos tejida en una red de intersubjetividad. La persona construye su identidad personal en el seno de una comunidad, la que, a su vez, le brinda su singularidad.

Por otro lado, Ricoeur afirma que el ego origina un alter ego definido como el sentir que los demás son otros como yo: el otro es alguien que, como yo, dice “yo”. Ocurre un apareamiento entre el ego y el alter ego para constituir la intersubjetividad, pues se requiere tener una idea de que algo propio se identifica y contrasta con el otro. Ésta sería la base de la ética como la concibe nuestro autor: un “vivir bien con y para otro en instituciones justas.” Asoma ya la relación que tiene la autoconciencia con la conciencia ajena y con la ética, sobre la que elaboraré en próximas colaboraciones.

Algunas investigaciones más recientes han abordado esta dualidad unificada del yo y el tú, o de la conciencia de sí y del otro. Por ejemplo, en infantes colocados ante el espejo y ante fotografías de otros infantes se ha estudiado y comprobado el rol de la cognición social en la adquisición del yo individual. La perspectiva de la cognición situada es particularmente compatible con la idea de que el ser individual (el self) se gesta por interacciones y relaciones interpersonales de diferenciación y participación.


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En esta ocasión revisaremos brevemente que la atribución de estados y procesos mentales a otros individuos es un rasgo enraizado en la evolución y en ciertas funciones cerebrales que permiten su aprendizaje y desarrollo durante el crecimiento de individuos de las especies sociales, en particular de la humana. Veremos también que el sentido de la mente ajena implica y requiere del conocimiento de los propios procesos corporales y mentales: la conciencia de los otros y la de uno mismo son facultades interdependientes.

En los años de 1980 empezaron a aparecer estudios sobre comunicación animal que permitían inferir ciertas facultades mentales a varias especies porque muchas conductas registradas no se ajustaban a los actos de agresión, huida, cortejo, reproducción o crianza considerados por la etología clásica como “instintivos” y automáticos. La observación prolongada, minuciosa y sistemática de actos estratégicos emitidos en contextos naturales entre miembros identificados de especies sociales, convenció a los investigadores de que existen formas de conciencia animal. No sólo la capacidad para detectar y reconocer individuos, roles y rangos, sino el empleo de tácticas para adquirir o fortalecer acceso a recursos vitales, a posibilidades reproductivas o a situaciones protegidas permitieron tal inferencia y el surgimiento de una etología cognitiva.

Inteligencia maquiavelica
Portada del primer y segundo volumen sobre inteligencia maquiavélica en primates (tomada de: Amazon).

En 1988 Richard Byrne y Andrew Whitten recopilaron abundantes registros anecdóticos de que varias especies dotadas de cerebros avanzados, como es el caso de los simios, realizan acciones engañosas que implican teoría de la mente y conciencia de los otros. Se trata de actos del repertorio conductual ejecutados de manera tal que otro individuo malinterprete el sentido de su acción y realice una respuesta errónea que aventaja al emisor de la conducta. En un desarrollo posterior, estos investigadores escoceses definieron a una conducta como “maquiavélica” cuando el individuo muestra tener como meta un engaño hacia otro y parece entender lo que origina. En el léxico cotidiano un engaño intencional es propiamente llamado mentira y, para que pueda considerarse como tal, se requiere una conciencia de los otros, tomar decisiones para actuar engañosamente y poseer la noción de que una regla moral es infringida. Aunque no se puede saber si las elaboradas tácticas observadas en los primates cumplen cabalmente estos tres requisitos, las evidencias apuntan a que la conciencia de los otros y la táctica de engaño son rasgos de antigua raíz evolutiva y plantean preguntas de gran interés respecto a la conciencia de sí en referencia a la conciencia de los otros seres de la misma especie.

Durante unos registros neurofisiológicos realizados en neuronas motoras del cerebro de macacos Rhesus, el equipo de Giacomo Rizzolatti en la Universidad de Parma descubrió a fines del siglo pasado que ciertas neuronas se activaban cuando el animal realizaba un movimiento definido y que las mismas neuronas también disparaban cuando el animal veía a otro individuo realizar el mismo movimiento. Éste fue un hallazgo muy destacado porque demostró que una misma neurona puede tener labores tanto motoras como sensoriales, pues se activa cuando el individuo realiza un movimiento (función motora) y al ver a otro realizar ese mismo movimiento (función sensorial). El descubrimiento de estas “neuronas espejo” y de neuronas que se activan cuando ocurre el reconocimiento de individuos particulares, constituyen hallazgos clave en referencia a la alteridad pues implican que existen neuronas y posiblemente sistemas de neuronas involucrados en la representación de los otros.

segunda persona
El neurobiólogo italiano Giacomo Rizzolatti, descubridor de las neuronas espejo, y su libro traducido al castellano (figuras tomadas de Psychology Today y de Amazon).

A raíz de estos hallazgos ha ocurrido una amplia especulación de que se trata de neuronas responsables de la teoría de la mente, de las experiencias de empatía o compasión y de la conciencia moral en general, pero esto no se puede afirmar con certeza. Al parecer ha ocurrido una sobrevaloración de las funciones de las neuronas espejo y es necesario revisar críticamente los datos de las investigaciones iniciales y subsecuentes sobre estas células para evaluar si las inferencias tienen un fundamento verosímil. Por el momento lo más prudente es considerar que redes de estas neuronas formen parte de un sistema de reconocimiento de acciones realizadas por otros y que tengan un referente inmediato a las acciones propias. Si este es el caso, estas redes podrían ser componentes importantes o aún cruciales de la percepción del movimiento propio y del ajeno y, con ello, de la identidad de uno mismo y de los otros.

Es probable que estos sistemas necesarios para implementar las representaciones de uno mismo y de los otros sean cruciales en la vida social. En un artículo ingeniosamente intitulado “a través del espejo”, los investigadores italianos involucrados en el descubrimiento de las neuronas espejo  proponen un mecanismo especular para el sentido de uno mismo y el de los otros que reta la idea de que se trata de dos funciones separadas e independientes. Se trataría en todo caso de un fundamento cerebral que faculta a una persona ser consciente de sí misma como distinta a otros porque le permite experimentarse a sí misma y a los otros en términos de sensaciones y posibilidades motoras. Se ha acumulado evidencia empírica en favor de que la expresión y la percepción de acciones de uno mismo y de los otros son funciones conectadas que se basan en sistemas de neuronas ubicados en las áreas premotoras del lóbulo frontal y partes de la corteza parietal.

Jean Decety
Jean Decety y su libro sobre la neurociencia social de la empatía (figuras tomadas de Amazon y Journey2Psychology).

En un sentido similar, el neurocientífico social Jean Decety propuso que el self, la conciencia de uno mismo, es una función a la vez individual y social, y que las interacciones entre el individuo y sus pares en las etapas formativas es un incentivo fundamental para el desarrollo de la conciencia de sí. Decety revisa la evidencia que los infantes humanos tienen una motivación potente y específica para interactuar con otros niños y que la conciencia de que existen otras mentes se basa en la noción progresiva de que los otros y la otras son seres conscientes, como uno mismo. Los estudios de imágenes cerebrales sugieren que la corteza parietal inferior y la prefrontal del hemisferio derecho tienen un papel predominante en esta distinción entre el propio ser y el de los de los otros y en la habilidad del propio ser para representar a los otros.

Kai Vogeley
Kai Vogeley y su propuesta de una neurociencia en segunda persona. La figura de la derecha muestra en (a) la perspectiva en primera persona: autorreflexión o autodiálogo; (b) en tercera persona: un observador examina a alguien que no interactúa; (c) segunda persona: interacción diádica o entre dos, y (d) segunda persona: interacción triádica entre dos con algún referente común.

Por su parte, Kai Vogeley del Departamento de Psiquiatría en la Universidad de Colonia, ha propuesto que existen “dos cerebros sociales”, es decir, dos redes de neuronas involucradas en las interacciones: la red del sistema de neuronas espejo y la red de la teoría de la mente. Ambos sistemas se reclutan durante procesos que entrañan interacción o comunicación social con individuos conespecíficos, y que constituyen en conjunto la base cerebral de la intersubjetividad porque la capacidad para mentalizar o entender la experiencia subjetiva de los otros es requisito indispensable para establecer una comunicación exitosa. El sistema de neuronas espejo madura muy temprano en el desarrollo al detectar señales corporales de los otros y el sistema de teoría de la mente se adquiere a partir de éste para evaluar el estado emocional y en general el estado mental de los otros. La necesidad de estudiar los fundamentos nerviosos de los encuentros sociales entre seres humanos ha dado origen a la propuesta por parte del grupo de Kai Vogeley de una neurociencia en segunda persona, la cual vendría a constituir el fundamento cerebral de la relación yo-tú.


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Adivinar, inferir y comprender las emociones, creencias o intenciones de los demás es una capacidad de la cognición social muy desarrollada en los seres humanos. Recientemente en las ciencias cognitivas se conoce a esta facultad como “teoría de la mente”. El término puede parecer extraño pero tiene su razón de ser, porque, para poder colegir lo que otros piensan y sienten, el ser humano va conformando un sistema conceptual tácito sobre qué esperar de los demás y por medio del cual se les atribuyen estados mentales.

Se han debatido dos explicaciones de la capacidad humana para suponer y adjudicar estados mentales a los otros. Una de ellas se denomina “teoría-teoría” y asume que existe una disposición o representación psicológica supuestamente innata y basada en el sentido común que establece relaciones causales entre estímulos del entorno, estados mentales y comportamientos. La otra explicación se basa en la simulación y postula que la atribución de estados mentales a otros es producto de observar los recursos afectivos y cognitivos de uno mismo para explicar el comportamiento del prójimo sin la necesidad de una teoría tácita. El observador genera predicciones basadas en haber registrado y comprendido las apariencias, las actitudes, la conducta y la expresión verbal de uno mismo para entonces atribuirlas a los otros o, como dice el conocido dicho, para “ponerse en sus zapatos”. Esta experiencia es necesaria para predecir lo que el otro piensa o es probable que haga y para alcanzar la empatía –sentir lo que siente– y, como secuela, sentir compasión: el apremio de abolir su pena y desventura.

leer la mente
Portada del libro “Leer la mente. Un modelo integral de la pretensión, la conciencia de sí y la comprensión de otras mentes” de Shaun Nichols y Stephen Stich, en el que se subraya el papel de la imaginación para entender la mentalidad ajena. A la derecha Stephen Stich, filósofo de la mente y el conocimiento de la Universidad Rutgers.

La aproximación teórica y metodológica a la teoría de la mente difiere entre disciplinas. Por ejemplo, la neurociencia social está interesada en las zonas del cerebro involucradas o “encargadas” de la teoría de la mente, mientras que la psicología cognitiva y del desarrollo se preocupan por analizar cuándo y cómo se adquiere. En referencia a la neurociencia social, hay docenas de experimentos que analizan como se implementa en el cerebro la capacidad para atribuir estados mentales a los otros y a uno mismo. Si bien los diseños experimentales difieren en los procedimientos para evocar la atribución, los resultados tienen en común la activación de una red neuronal del cerebro que incluye a la corteza medial prefrontal, el cíngulo posterior, la unión temporo-parietal y la cicunvolución posterior del lóbulo temporal. Dado que estas áreas son requeridas en diversas actividades cognitivas, no está claro su rol específico en la teoría de la mente. Es factible que esta compleja función se logre por las interacciones de estas regiones con otros sistemas cerebrales, según las demandas de la tarea en proceso. Por ejemplo, observar experiencias de dolor físico en personas allegadas activa varias partes de la matriz del dolor en el cerebro del que observa lo cual implica que el sujeto siente verdadero dolor empático al ver sufrir a alguien cercano. Sin embargo, este resultado no favorece alguna de las dos opciones en disputa porque es compatible con ambas. La tendencia actual es la de considerar que hay componentes innatos y adquiridos en la capacidad de atribuir estados mentales a los otros y que esta tiene una relación estrecha con la conciencia de uno mismo, como veremos ahora.

redes neuronales
Redes neuronales involucradas en el entendimiento de otros. Áreas involucradas en la teoría de la mente en azul y la empatía en rojo. MPC, corteza prefrontal medial; ACC, corteza anterior del cíngulo; AI, ínsula anterior; SII, corteza somatosensorial secundaria; TP, polo temporal; STS, surco temporal superior; TPF, unión temporo-parietal (tomado de Tania Singer: Neuroniorganizzativi).

La capacidad para atribuir estados mentales a los demás tiene un vínculo necesario con la aptitud para reconocer los estados mentales propios, es decir, con la autoconciencia. En 1983 el prolífico psicólogo británico Nicholas Humphrey propuso que atribuir estados mentales y experiencias a otros durante la hominización fue uno de los orígenes de la autoconciencia. Esta capacidad hizo de aquellos lejanos ancestros “psicólogos naturales” en el sentido de que las capacidades de evaluación de la mente propia y la ajena fueron cada vez más necesarias para convivir, cooperar y trabajar en grupo. De esta manera, la autoconciencia se habría facilitado en circunstancias sociales cada vez más demandantes, un nicho cognitivo que favorecería ganancias encefálicas y del conocimiento de uno mismo. En su estilo claro y directo Humphrey lo pone de esta manera:

La solución que la Naturaleza dio a este problema (el de predecir el comportamiento ajeno) fue la de dar a cada miembro de la especie humana tanto la inclinación como el poder para usar la privilegiada representación de sí mismo como modelo de que se siente ser otra persona.

psicologo
El psicólogo británico Nicholas Humphrey hacia 2006 y su libro sobre el desarrollo de la mente humana en su traducción al español en el que argumenta sobre los seres humanos como “psicólogos naturales”.

La investigadora de la metacognición, Joëlle Proust, ha detallado que la práctica usual de una conversación entre dos personas constituye un ejemplo corriente y palmario de la manera como la conciencia de uno mismo y la del otro se entrelazan. En un diálogo usual cara a cara los agentes que interactúan toman el rol de hablantes y de escuchas alternadamente, aunque con frecuencia se interrumpen o a veces hablan al mismo tiempo. Para comunicarse y darse a entender, los interlocutores monitorean tanto sus propios procesos cognitivos como los de la otra persona y, al evaluar la expresión verbal y no verbal del otro, toman decisiones sobre la marcha sobre que decir, de que manera y cuándo hacerlo. Estas operaciones no se pueden emprender deliberadamente, pues el intercambio es muy rápido, de tal forma que las reglas de la conversación deben ser metacognitivas porque son normas implícitas de procedimiento y conformadas por certezas y estrategias seleccionadas y depuradas en la práctica cognitiva y en la práctica social.

Hay evidencias de que la autoreflexión y la adscripción de actividades mentales a otros involucran regiones distintas del cerebro; sin embargo son funciones fuertemente ligadas. Un grupo de psicoterapeutas cognitivos italianos ha encontrado que el grado de auto-reflexión y la memoria autobiográfica desarrollados por una persona influyen sobre su capacidad para inferir y conceptualizar el pensamiento y las emociones ajenas. Es muy posible que el inverso también funcione y que la capacidad de “leer la mente” ajena facilite la introspección.

volpi mente
El escritor y pensador mexicano Jorge Volpi y su libro de 2011, “Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficción”.

La noción de leer la mente ajena (mindreading en inglés) ha sido objeto de atención y análisis no sólo para la ciencia. Hay evidencias de que la lectura de novelas y cuentos ficcionales que exploran la personalidad, el comportamiento y la vida mental de diversos personajes facilita las funciones de reflexión y de atribución de estados mentales. En su estupendo libro sobre “Leer la mente” de 2011, el escritor y pensador mexicano Jorge Volpi hace un vigoroso análisis del efecto que tiene leer ficción sobre la capacidad de reflexión del lector en referencia a sí mismo y a los demás. Leer ficción es una experiencia que coloca virtualmente al lector en la piel de diversos personajes y constituye un ejercicio literal de empatía, atribución y lectura de la mente ajena. Además, la revisión que realiza Volpi de estas facultades en términos cognoscitivos y de neurociencia es tan aguda como informada y pertinente para demostrar la enorme utilidad real que tiene el leer ficción. Dice el autor:

Leer una novela o un cuento no es una actividad inocua: desde el momento en que nuestras neuronas nos hacen reconocernos en los personajes de ficción –y apoderarnos así de sus conflictos, sus problemas, sus decisiones, su felicidad o su desgracia– comenzamos a ser otros.


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Memoria personal, memoria colectiva, memoria histórica

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La memoria histórica corresponde al conjunto de conocimientos que comparte una sociedad sobre su formación y se manifiesta de diversas maneras públicas, como la conmemoración de acciones, fechas y figuras señaladas. Los anales históricos, muchas veces teñidos de intensas emociones de identidad, se ventilan en la arena pública sometidos a exaltaciones, deformaciones u ocultamientos por parte de los círculos de poder y medios de opinión. Constituyen además temas comunes y candentes que las personas confrontan en referencia a los datos y criterios de otros, y la reflexión e interpretación de las circunstancias que supuestamente causaron los hechos. Lo que se juega en estos lances internos y externos es la veracidad y significación del pasado.

memoria colectiva
Portada del libro “La memoria colectiva” de Halbwachs y el funesto lema “A cada quien lo suyo” en la puerta del campo de concentración de Buchenwald, donde murió en 1945 (Fuente: Wikipedia).

El sociólogo francés Maurice Halbwachs, asesinado en el campo de concentración de Buchenwald en 1945, concibió a la memoria colectiva como el proceso de reconstrucción de su pasado por una sociedad determinada. A diferencia de la memoria histórica que sería la relación más difundida y oficial de hechos rescatados en diversas fuentes, la memoria colectiva se refiere a los recuerdos que un grupo social destaca y atesora, los cuales son compartidos, transmitidos y construidos por ese grupo humano en su conjunto y que suelen formar parte de su tradición. Como sucede con el engrama de los recuerdos episódicos y semánticos labrados en el cerebro individual, ocurre una extensión externa en los recuerdos de los otros y en las marcas de la memoria colectiva. Halbwachs propuso que la memoria colectiva estaría compuesta por una interacción entre las memorias individuales y los marcos sociales. Estos marcos son construcciones lógicas, representaciones de acontecimientos y de personajes localizados en el tiempo y espacio que permiten encuadrar una narración identitaria para una colectividad y sus miembros. Se podría decir que, así como la memoria personal –tanto la episódica como la semántica y la operativa– permite un auto-reconocimiento individual, la memoria colectiva permite a una sociedad reconocerse conjuntamente.

roger bartra
Portada de “Antropología del cerebro” de Roger Bartra y el autor.

En los últimos lustros el campo de la neurociencia social se ha interesado en las bases cerebrales de las relaciones intersubjetivas y de la memoria colectiva. En su medio se ha postulado que existen esquemas de memoria que conectan los engramas del cerebro con los eventos históricos que conforman la memoria colectiva, y que funcionan debido a similitudes en la codificación de información a nivel individual y social. La cognición individual tiene un asa externa que se modula y complementa de manera dinámica y adjunta con memoriales ubicados en el mundo y que incluyen libros, monumentos, crónicas, conmemoraciones y demás marcas públicas. Como lo ha sugerido y justificado el reconocido antropólogo mexicano Roger Bartra, se trata de una cognición distribuida porque involucra un acoplamiento interactivo entre recursos internos del cuerpo, en especial del cerebro y sus engramas de la memoria, con instancias externas de naturaleza simbólica que en conjunto integran una parte de la conciencia de sí. Ciertos datos y recuerdos significativos del individuo y las creencias más enraizadas de la colectividad son procesos con dos polos, uno íntimo y subjetivo que las personas atesoran como parte de su identidad, y otro colectivo conformado no sólo por las circunstancias ambientales y sociales que originan la experiencia, sino también por el conjunto de historias, nociones, valores, lugares, ideas, rituales, pautas de comportamiento y demás menesteres que conforman la cultura.

frente por la memoria
La memoria colectiva se manifiesta en ocasiones como movimientos sociales de personas que han compartido o padecido un suceso público soslayado o acallado por el grupo en el poder. En este cartel aparecen las madres de Plaza de Mayo que surgieron en los años de la represión política de Argentina. Ostentan el símbolo de la pañoleta blanca que las identifica en la memoria colectiva como madres de personas desaparecidas por la dictadura (Figura tomada de: Frente por la Memoria Colectiva).

Los datos y narraciones de la historia suelen acarrear una carga simbólica, imaginativa y afectiva que los convierte en parte importante de la cosmovisión personal y colectiva. Es así que los personajes históricos elegidos como héroes o villanos constituyen símbolos que forman parte de la identidad. Por otro lado, los criterios asumidos por una persona sobre su identidad o filiación política (“yo soy demócrata,” “yo soy anarquista,” “yo me considero conservador,” etc.) tienen referentes históricos (datos, personajes), fuentes ideológicas (teorías, doctrinas), datos de memoria colectiva (testimonios, diálogos, controversias) recuerdos y evaluaciones de la memoria personal (enseñanzas, confiabilidad y contexto de la fuente de información). En este sentido es interesante anotar que existen tendencias morales innatas que inclinan a las personas hacia un perfil progresista o conservador que se ven revestidas y afianzadas por las ideologías que se adoptan.

Es significativo advertir que, aparte de designar al sistema cognitivo de retención y recuperación de información, las palabras “memoria” y “memorial” se usan para referir a informes escritos en los que se expone información de algún suceso público. La labor de un cronista (literalmente “relator del tiempo”) es narrar los sucesos que presencia en el orden en el que sucedieron, y en su testimonio se conjuntan sus procesos subjetivos con eventos del entorno que dan como resultado un documento que puede cimentar historia. La memoria personal y subjetiva se enlaza de manera dinámica con la memoria colectiva y objetiva, de tal manera que la historia se basa en la investigación de los anales y documentos existentes con el objeto de reconstruir e interpretar el pasado. La historia no sólo es producto de la actividad de los historiadores, cronistas e instancias de autoridad, sino una vez configurada, difundida y enseñada, es fuente de memoria semántica, de conocimiento verosímil y finalmente de la cosmovisión para una comunidad humana y cada persona que la integra.

memoria de los 43
“Antimonumento por los 43”. Conmemoración pública no oficial en la Ciudad de México de la memoria colectiva concerniente a los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa 2014, en oposición a la “verdad histórica” proclamada por el gobierno. La memoria colectiva tiene una correspondencia intensa con las memorias individuales de un sector lacerado de la población (Fuente: Wikipedia).

El conocimiento histórico socialmente sancionado tiene gran poder de convicción y constituye un ingrediente clave de la imagen e interpretación del mundo en una cultura determinada y para cada uno de sus individuos. Sin embargo, la sanción pública y la historia oficial de hechos pasados no son garantía de veracidad y toda persona inquisitiva aplica sus recursos de aprendizaje, verificación, reflexión y crítica para deslindar el conocimiento verdadero del falso y el valioso del intrascendente. Este juego entre la cognición social e individual constituye un proceso fundamental en la evolución de las personas, de las sociedades humanas y en último término de la especie.

Paul Ricoeur se refiere al tiempo vivido para aludir lo que viven los seres humanos en su cotidianidad o diario transcurrir. Este filósofo y hermeneuta francés plantea el papel de la narración y comunicación de la experiencia a través de la rememoración como un estrato elemental de la memoria. El ingreso de la  memoria narrada en la tradición y la historia constituye un segundo estrato aprehensible a través de un paradigma colectivo. Finalmente, el tercer estrato concierne a los humanos como la especie biológica que ha  trascendido miles de años e incide en la cultura por herencia y tradición. En este contexto vale la pena evocar el sentido del término “rememoración” en Walter Benjamin, pues concierne a la tarea común de la memoria personal, la colectiva y la histórica en la recreación de un pasado en un presente.

Concluyo: la memoria, tanto la personal como la social, además de codificar, evocar e interpretar información, llena un menester evolutivo: reconstruir el pasado para aprender de él y labrar un mejor futuro; recuperar el pasado para sedimentar y cristalizar el valor personal, el valor cultural y, en definitiva, el valor humano.


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Diálogo interior: la persona conversa consigo y con otras

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En su ingreso a la Real Academia Española, el neuropsiquiatra gaditano Carlos Castilla del Pino mencionó que la palabra reflexión indica “nueva y detenida consideración sobre algún objeto”. Podemos agregar que el pensamiento reflexivo asume varias formas: (1) es autoconsciente cuando el sujeto controla su propia actividad cognoscitiva para llegar a conclusiones y conocimientos válidos; (2) es fundamentalmente verbal cuando acontece como un discurso privado en forma de palabras, frases, juicios y razonamientos, (3) suele tomar la forma de un diálogo interior que se desenvuelve sin que la persona pronuncie palabras en voz alta. En esta ocasión revisaremos el tema de la reflexión y el diálogo interior como un recurso literalmente dramático o teatral de la autoconciencia.

En su libro Cómo pensamos de 1913, el erudito y pedagogo pragmatista de Nueva Inglaterra, John Dewey, distinguió varios tipos de pensamiento con base en su eficacia. Otorgó la mayor eficiencia al pensamiento reflexivo como una sucesión de ideas donde cada una se deriva de la anterior y da origen a una siguiente para eventualmente llegar a conclusiones o valorar creencias. El pensamiento reflexivo es un proceso consciente que tiene una meta y esa meta impone una tarea congruente con la intención; es una actividad deliberada en la que interviene el yo como agente generador de los conceptos y creencias que se evalúan: el yo se hace cargo de sí mismo.

John Dewey
El filósofo y pedagogo pragmatista John Dewey hacia 1902 en la Universidad de Chicago y su libro “Cómo pensamos” (1913) donde examina el pensamiento reflexivo.

Hannah Arendt, la incisiva filósofa sobre imperialismo y el totalitarismo en el siglo pasado, señaló que el pensamiento útil y creativo suele acontecer en soledad mediante un diálogo interno donde uno se hace compañía a sí mismo y que caracteriza gráficamente como dos en uno. En la mente un yo dialoga con otro yo en una conversación que, si bien es privada, tiene un formato público. Este dos en uno remite a la definición que ofreció Platón del pensamiento como el diálogo del alma consigo misma, aunque a diferencia del griego y en afinidad con el ruso Lev Vygotsky, la pensadora alemana no postula una esencia inmortal, sino una función cognoscitiva por la cual se interioriza y ejerce la función social del diálogo.

dialogo Hannah Arendt
La filósofa germano judía Hannah Arendt y su libro “La condición humana”.

Ahora bien, en su libro The voices within (“Las voces internas”) de 2016, Charles Fernyhough, profesor de Psicología de la Universidad de Durham, observa que el discurso interno no está restringido a las reglas del diálogo social y tampoco ocurre como un monólogo literario. Para empezar, el discurso y el diálogo interno no están coartados por el aparato fonador de la laringe, la lengua y la boca, lo cual permite y establece otra temporalidad y otra estructuración. El autor refiere que el discurso interno se instala con un notable ímpetu de hasta 4 mil palabras por minuto, unas 10 veces más veloz que el lenguaje articulado. Además, no es necesario formular frases completas, porque el pensamiento se desenvuelve a partir de un significado intuido de tal manera que las personas saben lo que quieren decir y luego desmadejan este núcleo de sentido en una cadena de palabras. Por otra parte, el discurso interno suele ocurrir acoplado con la imaginación cuando la persona visualiza un escenario donde personajes, lugares y espacios mutan de acuerdo con las circunstancias y propensiones del agente. El yo imaginado en estas situaciones no tiene una manifestación singular, constante, ni sencilla. Por ejemplo, el yo puede estar representado como una copia de su imagen corporal, o bien puede observar la escena desde un punto de vista subjetivo. Fernyhough, considera que no existe un yo o un self unitario, pues durante el diálogo interno la persona crea momento a momento la ilusión de un yo o un mi. Más adelante revisaremos con algún detalle las teorías de la polaca Malgorzata Puchalska-Wasyl, psicóloga experta en el diálogo interno, quien también argumenta en favor de una variedad de yoes con base en estudios empíricos.

Charles Fernyhough
Charles Fernyhough y su libro “Las voces interiores” de 2016.

El diálogo interno se ha vuelto un tema frecuente de la literatura de autoayuda porque se supone que su ejercicio es útil para resolver problemas, tomar decisiones razonadas, establecer objetivos, fortalecer la memoria y para guiar la conducta. Aunque estos beneficios son verosímiles, es difícil obtener evidencia directa de su eficacia, pues no hay una forma fehaciente de registrar el diálogo interno ni de evaluar sus efectos. Esto remite a un asunto medular de las ciencias cognitivas y que hemos abordado antes: cuando se trata de funciones subjetivas e internas el método de estudio y análisis se vuelve crucial. La “técnica dialógica de silla temporal” (Dialogical Temporal Chair Technique) es un método usado para activar voces internas de manera secuencial. Se solicita al sujeto que construya un diálogo interno cambiando de una silla a otra y adoptando en cada una un punto de vista ajeno. La técnica permite al sujeto analizar formas diferentes de pensar, sopesar mejor sus propios discursos y al investigador visualizar formas de diálogo interno. Por otro lado, una pregunta formulada al interior de la persona en referencia a sus posibles conductas se asoció a una mejor ejecución, pero sólo cuando el individuo había reportado darse cuenta del impacto del diálogo interno sobre su proceso de pensamiento.

Un grupo de investigadores utilizaron la estrategia de examinar la activación cerebral durante momentos no especificados. Para ello enviaron un pitido a voluntarios sometidos a una resonancia magnética del cerebro y registraron la actividad cerebral en esos momentos. Para que los sujetos detectaran y describieran su experiencia utilizaron un Muestreo Descriptivo de la Experiencia (Descriptive Experience Sampling) y examinaron estos momentos pareando la imagen cerebral con la experiencia reportada. Concluyeron que la estrategia es viable y digna de ser explorada porque hay una correlación entre lo que los sujetos expresaban sobre su experiencia y la pauta de activación de su cerebro. Encontraron además que el pedir a los sujetos que expresaran su diálogo interno se acompaña de una activación cerebral diferente a los momentos en los que expresaron su experiencia de forma espontánea. Dos regiones cerebrales, la circunvolución de Heschl y la circunvolución frontal inferior izquierda, se activaron de manera opuesta en las dos condiciones. Se conocía ya que la circunvolución frontal izquierda del cerebro es un área crucial para la autoconciencia y la toma de decisiones, y que se recluta durante las tareas de diálogo interior.

Ciencia del dialogo interno
Ilustración de un artículo sobre “la nueva ciencia del diálogo interno,” donde se revisan las investigaciones de Fernyhough, Hurlburt y colaboradores mencionadas aquí.

Podemos concluir que, si bien la reflexión en forma de diálogo interno es una de las actividades más privadas y no tiene indicadores fisiológicos seguros, existen indicaciones de que resulta en una mejor ejecución en comparación con el discurso declarativo. Esta actividad mental cumple funciones propias del conocimiento, tales como fundamentar nociones, evaluar experiencias confusas, redefinir las vivencias pasadas, tomar decisiones o definir las acciones futuras. De esta manera, el diálogo interno participa en la formulación de la identidad personal y la actividad autorreferencial, en especial durante los periodos de reflexión. Aprender a pensar reflexiva y críticamente sería una meta fundamental de la autoconciencia, de la enseñanza y de la propia filosofía: “pensar y enseñar a pensar” recomendaba certeramente el añorado maestro Eduardo Nicol.

Mi, mío: la experiencia de posesión, control y propiedad

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El profesor de psicología de la Universidad Emory, Philippe Rochat, es un investigador de origen suizo entrenado por Jean Piaget, el legendario psicólogo del desarrollo. En su notable libro Orígenes de la posesión, afirma que, si bien existen múltiples estudios y teorías sobre el dinero, la propiedad, la territorialidad y los derechos sobre las cosas, escasea el análisis psicológico de la posesión, en especial sobre sus orígenes tanto filogénicos o evolutivos como ontogénicos o del desarrollo. Sostiene que, por ser autoconscientes, los seres humanos adquieren una intensa relación afectiva y cognitiva con los objetos del mundo, en especial con los que poseen y sobre los que tienen control y dominio. Son objetos a los que se apegan y que atesoran en diferentes grados, de tal forma que son capaces de pelear para conservarlos, de compartirlos o de regalarlos y también pueden ser desposeídos de ellos por la fuerza o el engaño.

mio y posesion
Portada del libro “Orígenes de la posesión” (2014) del psicólogo Philippe Rochat y a la derecha, el autor. Nótese la cerca en la portada, una referencia probable a Rousseau.

Para explicar los orígenes de la posesión recurre a dos argumentos. El primero se refiere a los condicionantes de este tipo de mentalidad y conducta en la evolución de los seres vivos, particularmente de los humanos, y el segundo a su desarrollo durante el crecimiento de los infantes. Para empezar, afirma que el restringido hábitat terrestre ha obligado a los individuos a competir o cooperar para controlar los recursos vitales. El sentimiento y el hecho de poder manejar elementos tan valiosos como el alimento, la familia, el territorio, las personas cercanas o la pareja sexual ha sido a lo largo de la historia un requisito para las criaturas humanas que viven en ambientes de recursos limitados y de cara a la muerte.

Eventualmente afloraron requerimientos morales para evitar conflictos, para mantener cierta armonía social y en último término para sobrevivir. Finalmente surgió la posibilidad de resolver conflictos de propiedad mediante acuerdos, normas o leyes, y no mediante la fuerza. Rochat propone entonces que el sentido moral del bien y del mal puede provenir de los conflictos sobre la posesión y que esta facultad se sitúa en los orígenes normativos de la convivencia humana. No le parece extraño que seis de los diez mandamientos judeocristianos se refieran a la posesión y al control de las cosas.

Seis de los diez mandamientos estipulados en las Tablas de la Ley se refieren a las posesiones y propiedades (Figura tomada de https://bit.ly/2RMkc9p).

La profunda raíz de la posesión también se puede observar en la territorialidad de la mayoría de los animales vertebrados. Muchos de ellos marcan el hábitat con olores de su orina, sus heces, o con vocalizaciones tan contundentes como el rugido de los felinos o tan elaboradas como el canto de múltiples pájaros. Además de estos y otros hechos de la historia natural, los estudios de Rochat, a lo largo de la infancia, han mostrado que las crías humanas aprenden rápidamente las ventajas que representa el control sobre las posesiones y el ponerlas en disposición de intercambio. Al canjear propiedades de acuerdo con ciertas reglas, los infantes pronto aprenden principios elementales de lo que es justo y lo que no. La sensación de lo propio y lo ajeno se afianza con la adquisición del lenguaje, en especial de los pronombres personales y se ha reportado que el auto-reconocimiento y el uso de los pronombres se inicia en los primeros dos años de vida en relación cercana con la maduración de la corteza temporal parietal y frontal medial.

Es patente que la tendencia e intensa motivación para poseer viene de lejos y, como consecuencia de esta comprensión, muchas propuestas para mitigar los males humanos derivados de la posesión se han dirigido a contrarrestarlas. Con frecuencia se ha afirmado que la invención de la propiedad podría ser el origen de los males para los seres humanos. En un conocido pasaje de su Discurso sobre la desigualdad de 1754, el ilustrado enciclopedista Jean Jaques Rousseau exclamó lo siguiente:

El primer hombre a quien, cercando un terreno, se le ocurrió decir “esto es mío” y halló gente bastante simple para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad civil. ¡Cuántos crímenes, guerras, asesinatos; cuántas miserias y horrores habría evitado al género humano aquel que hubiese gritado a sus semejantes, arrancando las estacas de la cerca o cubriendo el foso: «¡Guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y la tierra de nadie!»

Muchas de las teorías políticas desde la Revolución francesa lidiaron con la posesión, tanto en términos personales como sociales y por ello trataron puntualmente el tema de quién posee y controla los bienes, por qué y cómo. Quizás la manifestación más radical de esta tendencia de la teoría política está en el célebre aforismo “la propiedad es robo” del anarquista Pierre-Joseph Proudhon, propuesto hacia 1843. A los diagnósticos sobre la inequidad se agregaron como remedios necesarios diversas propuestas sobre quién o quiénes deberían poseer y controlar los bienes para lograr una mayor armonía y justicia social. Las teorías igualitarias en general se han opuesto a la noción de que la propiedad y la posesión tienen elementos evolutivos por considerar que sería difícil erradicar o paliar sus causas y sus efectos. Sin embargo, la investigación sobre la psicología de la posesión ofrece evidencias alternas y Rochat examina este tema con esmero.

Pierre-Joseph Proudhon
“Pierre-Joseph Proudhon y sus hijos” por Gustave Courbet (1865). Es interesante anotar los estudios recientes sobre el desarrollo del sentido de posesión en infantes, quienes en este cuadro se entretienen con libros o juguetes.

Además de los fundamentos y motivaciones ancestrales, la fuente consciente de la posesión está en que la persona siente su cuerpo y estados mentales, en especial las emociones, como algo propio. Aunado a esta sensación de propiedad inherente, la posesión de objetos materiales, funcionales o ideológicos entraña por extensión un fenómeno simbólico de incorporación de tal forma que las propiedades vienen a formar parte del ego y de la identidad del poseedor. El vocablo propiedad proviene del latín proprietas, que denota el dominio de alguien sobre algo. Muchos de los objetos más preciados por las personas, llamados significativamente bienes y valores, se toman y se tratan como si fueran parte de sí mismas: tierras, casas, vehículos, prendas, productos. De esta manera, la expansión del ego mediante la acumulación de propiedades de todo tipo ha sido tema central e ineludible en la historia humana. ¿Cómo se configura esta característica afectiva y cognoscitiva de la posesión?

posesion y obsesion del anillo
El sentimiento de propiedad llevado al extremo en el personaje de Gollum y el anillo como una caricatura de la identificación con un objeto y de la lucha por su propiedad (Figura inspirada en la película “El Señor de los anillos” de Peter Jackson).

William James propuso sagazmente que el sentido psicológico de la posesión consiste en una conflagración entre el pronombre mi y el posesivo mío y Rochat apuesta que este embrollo surge del poder que entraña la posesión, lo cual se expresa en los múltiples usos del pronombre mi para abarcar la propiedad en niveles de la realidad que van desde lo íntimo y microscópico (mis genes, mis células), pasan por los órganos y capacidades del cuerpo (mis manos, mi cerebro, mis pasos), por las posesiones (mi casa, mi vida), por las personas preciadas (mi madre, mi esposo, mis hijos), hasta lo supra-personal y colectivo (mi pueblo, mi patria). Es decir: en el núcleo de la psicología humana de la posesión está el poder y la pluralidad conceptual del poseer y del pertenecer. Ese mismo núcleo de propiedades y pertenencias conforma para las personas una parte central, aunque cambiante de su sentido de identidad.

La posesión y la pertenencia son tendencias humanas que tienen una larga raíz evolutiva y profundas motivaciones psicológicas, pero también son elementos maleables y modificables de la autoconciencia, lo cual constituye una posibilidad adaptativa para la especie y sus integrantes.


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La atención deliberada, concentrada y sostenida

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La atención es una facultad básica y crucial para el funcionamiento de la mente y de la persona. A finales del siglo XIX en su clásico Principios de Psicología decía William James que todos sabemos lo que es la atención; es el tomar posesión de manera selectiva de ciertos contenidos de la conciencia para procesar la información con mayor eficacia y consecuencia, relegando a los demás eventos. Esta operación es característica de la mente, pues, mediante una selección automática, la conciencia solventa sólo una parte del enorme cúmulo de información que procesa el cerebro. Este filtro o cuello de botella muchas veces opera como consecuencia del interés y la curiosidad: la persona atiende a lo que le importa y lo hace impulsada por la novedad y la búsqueda de información. Esto sucede en buena medida de manera automática, porque ciertos estímulos del medio ambiente o del propio cuerpo adquieren relevancia y entonces son seleccionados para ser atendidos y procesados en mayor detalle. Pero en algunas instancias especiales el sujeto de manera voluntaria atiende algunos contenidos de su mente, a ciertos procesos o estímulos. Esta atención deliberada, es decir, generada por el sujeto en tanto agente, concierne centralmente a la autoconciencia y al yo que estamos explorando. Pero para comprender mejor esta faena, antes debemos bosquejar un mapa mínimo de la atención.

atencion y curiosidad
El interés, la curiosidad, la búsqueda de novedad como motivaciones para dirigir la atención.

Empecemos por mencionar que, en relación a la conducta visible, hay dos formas de atención, una manifiesta y otra encubierta. La atención es patente en las reacciones de orientación que presentan los animales no humanos y los humanos en respuesta a un estímulo intenso e inesperado, por ejemplo a un ruido fuerte y cercano. El sujeto muestra un reflejo de sobresalto que orienta su cuerpo y sus sentidos hacia la fuente del estímulo. En otras ocasiones imprevistas o extrañas, se manifiesta la emoción primaria de sorpresa en su rostro por los ojos bien abiertos, la elevación de las cejas, la apertura de la boca y otras conductas que maximizan la entrada de información y exhiben el estado de atención. Muchas de las reacciones cotidanas son de este tipo.

En cambio, la atención encubierta no se muestra en la conducta. Un ejemplo patente es el llamado “efecto fiesta de coctel” que ocurre cuando una persona se encuentra platicando con otra en una fiesta y atiende focalmente a la voz de su interlocutor sobre el ruido imperante, a pesar de ser más intenso que esa voz. Pero el efecto mencionado sucede cuando esta persona oye sin querer a alguien detrás suyo nombrar a alguien significativo para ella y, sin desviar la cabeza o los ojos, coloca su atención en ese discurso y lo escucha sobre el bullicio y sobre su interlocutor. Esta atención encubierta tiene dos mecanismos de operación conocidos en la investigación cognitiva como linterna y zoom, dos metáforas para significar que el sujeto puede colocar su atención como si fuera una linterna para iluminar un sector de su experiencia sin necesidad de movimientos externos. El zoom se refiere a que puede ampliar o reducir el campo de la atención sobre un sector determinado o ampliarlo a varios.

Atencion explicita
Atención explícita o manifiesta en la conducta (foto tomada en el Metropolitan Museum de Nueva York por el autor).

Propongo un ejercicio demostrativo. La lectora de este texto debe fijar sus ojos sobre este asterisco * y, sin desviar su mirada, atender a objetos que se encuentran fuera de esta página en su campo visual pero que no ha percibido previamente para focalizarse en la lectura. Además, una vez localizados esos objetos fuera del foco de su mirada, puede focalizar sobre uno en particular. Inténtelo ahora por unos segundos. Recordemos otro breve ejercicio que ya ensayamos previamente. El lector puede, sin necesidad de mover sus ojos o su cuerpo percibir las sensaciones provenientes de su pie derecho. Inténtelo ahora con los ojos cerrados. Esa información sensorial ya estaba en el cerebro pero no había sido atendida conscientemente. Uno de los requisitos que debe cumplir cualquier hipótesis de la conciencia es explicar cómo sucede esto. Por ejemplo, se puede proponer que, para llegar a ser consciente, la información sensorial pasa de ser procesada en un módulo cerebral, como puede ser en este caso el homúnculo sensorial situado en la corteza parietal, a ser gestionada entre diversos módulos.

Se denomina atención exógena a la que está dirigida por el estímulo o está acoplada a este en un mecanismo que se concibe “de abajo arriba”, es decir, que asciende de la perifieria sensorial del cuerpo hacia el centro operativo constituido por el cerebro. Es una atención centrípeta, rápida, automática, pasiva y guiada por el estímulo. En cambio, se llama atención endógena a la que está dirigida por el agente o por la cognición en un mecanismo descendente “de arriba hacia abajo” desde el cerebro hacia el resto del cuerpo. Es una atención centrífuga, lenta, consciente, controlada, activa y asociada a un procesamiento de información deliberado y estratégico. En el lenguaje habitual se distinguen los dos tipos: en el caso de la atención exógena, se usan los verbos atraer, captar o llamar la atención; en el caso de la atención endógena se aplican los verbos conceder, dedicar, dirigir, poner o prestar atención. Más aún: se usa el verbo oir para percibir un sonido y el verbo escuchar para el acto de aplicar voluntariamente el oído, o bien, ver para percibir luces o formas y mirar para la colocación de la mirada.

atencion endogena
La atención endógena está dirigida por el agente. Es una atención centrífuga, lenta, consciente, controlada, activa y asociada a un procesamiento de información deliberado y estratégico propio de la autoconciencia.

Subrayo que la atención endógena no está guiada por un estímulo situado en el medio ambiente o en el cuerpo, sino por la voluntad del sujeto que la coloca y enfoca donde se le antoja. Es decir: para poder ejercerse apropiadamente, esta atención implica que el sujeto supere el estado de vigilia habitual y reacción automática para acceder a un estado de autoconciencia por cuya facultad el sujeto puede realizar funciones controladas y ejecutivas. Una de ellas implica la habilidad para enfocar y discriminar algo, como sucedió hace un momento cuando la atención se enfocó sobre objetos fuera del centro de la mirada o hacia la sensación propioceptiva del pie. Esta capacidad se denomina concentración, la fijación de la atención en un ítem con exclusión de los demás y puede llegar a ser sostenida cuando la concentración se mantiene por periodos largos de tiempo, ya pasado el efecto inicial y a pesar de una motivación que escasea. Veremos pronto que las técnicas budistas de meditación usan y cultivan esta capacidad que con el tiempo y el entrenamiento desemboca en una absorción mental, la estabilización embebida de una atención penetrante en el objeto hasta llegar al samadhi, el rapto o embeleso de la absorción. En su Compendio de Psicología William James dice:

Y es en esta capacidad de sujetar la atención errante, una y muchas veces, donde se halla la raíz del juicio, del carácter, de la voluntad, nada es compos sui, si no la posee. La educación que perfeccione esta facultad será la educación por excelencia.

La destacada investigadora mexicana de la atención, Marisa Carrasco, ha demostrado con ingeniosas técnicas psicofísicas que cuando la atención se mueve voluntariamente en una escena manteniendo fijos los ojos, la fenomenología de la percepción cambia y se perciben en el objeto atendido de manera encubierta diferencias aparentes en contraste, saturación de color, tamaño, velocidad y otros efectos que no son ilusiones de óptica, sino diferencias verídicas que implican perceptos novedosos determinados por el estado de concentración. Dado que la atención mejora la discriminación de las características del objeto, se puede suponer que esta propiedad favorezca la percepción del mundo, del propio cuerpo y de los propios contenidos mentales, una capacidad evidentemente favorable para el concimiento y la adaptación.

marisa carrasco
Figura empleada por Marisa Carrasco para demostrar que dos círculos que difieren en 6% de contraste, lo cual es visible a simple vista, si se fija la mirada en el cuadro negro central y se pone la atención en el círculo de la izquierda parecen iguales. La atención endógena guiada deliberadamente arroja una mejor discriminación de aquello que se atiende.