Nuestro País

Qué insignificantes somos, ricos, pobres, da lo mismo

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Estos días que he tenido la necesidad de permanecer en casa por la contingencia del coronavirus, me he puesto a tratar de entender la sabiduría de nuestro planeta. Me explico, durante muchos años hemos destrozado bosques, contaminado ríos, mares, nuestro propio aire que nos permite seguir vivos. Ha crecido el hoyo en la capa de ozono y vemos cómo los glaciares se derriten año con año, causando daños irreparables. Vimos en documentales y redes sociales cuando se comentó la contaminación tan impresionante que tenía China por emisiones de fábricas, malas gasolinas, etc., y luego qué pasó, ¿dónde es que brota este virus?, precisamente en ese país. Lógicamente con el comercio que existe del mundo con China, era prácticamente imposible que no hubiera propagación del mismo a todo el orbe.

Hoy vemos con infinita tristeza la cantidad de decesos que hay, los infectados y los portadores que realmente no sabemos cuántos habrá. Los HÉROES que exponen sus vidas, me refiero a esos guerreros incansables, los médicos, enfermeras, afanadores, personal de asistencia, camilleros, paramédicos, y todos los involucrados que están, como se dice coloquialmente, “al pie del cañón”. Mis respetos y admiraciones para todos ellos, habrá tiempo para que la sociedad entera les brinde su merecido reconocimiento, habrá que hacerlo.

heroes, doctores en pandemia
Imagen: La Vanguardia.

Lo preocupante, creo yo, es que no se ve o se tiene certeza de cuánto tiempo tendrá que pasar para que se normalice la situación y cómo nos pegará en el aspecto económico a todos los países, algunos de ellos parados sin producción, más que lo básico. Me temo que no podrán hacerle frente a la crisis económica que enfrentaremos, tendrá que venir una ayuda de las organizaciones, llámese el Banco Mundial, la Organización de las Naciones Unidas, etc. Algo se tendrá que hacer y llevar a cabo, con tal de que la contingencia sanitaria no pegue de forma drástica en una crisis económica.

Por desgracia veo que la falta de profesionalismo, experiencia y capacidad de nuestros dirigentes nos hará más dura la vida. No sabemos cuántos negocios cerrarán sus puertas, cuánta gente quedará desempleada y, por desgracia, desde mi humilde óptica, tendrán excusas para justificar el hecho, ya que como ha pasado en todo el mundo, nadie podrá reclamarle a nadie si estuvo bien o a destiempo las acciones que se tomaron, pues no podía sostenerse el famoso “abrácense, no pasa nada”, “con estampitas y escapularios somos inmunes”. “En México sólo pueden contagiarse los fifís, los pobres no”; “es un virus fifí”, ¿de verdad?, qué poca materia gris de quienes lo comunicaron y expusieron en los medios de comunicación, haciendo el peor de los ridículos y demostrando lo que son, unos analfabetas completos.

Qué pena por nuestro México, ¿hasta dónde caeremos?, nadie lo sabe, pero el golpe será muy duro y la recuperación mayor y dolorosa, ya que es bien conocido por muchísima gente el tipo de incongruencias y disparates que constantemente expresa nuestro presidente; en la mayoría de los medios se comenta esto. Ya lo decía una cronista española, México pudiendo ser la cabeza de Hispanoamérica, dejará pasar la oportunidad probablemente a un Brasil, pues Argentina, por desgracia, está peor que nosotros y no hay nadie más quien pudiera ocupar ese papel líder.

pandemia insignificante
Ilustración: Paul Blow.

Dicen con sobrada razón que las catástrofes traerán mejoras y oportunidades, de hecho, ya lo estamos viviendo, ¿de qué nos sirve tener un coche lujoso, llamativo, si está guardado o parado en el garaje?; o, ¿de qué sirve tener la ropa de marca más cara, si en casa estamos con lo más cómodo posible? Y probablemente no sea de marca, ¿valen las joyas, relojes, accesorios, etc., si no podemos usarlos?

La vida es sabia y nos tiene que pegar de esta forma para crear conciencia, darnos cuenta de que al final del tiempo, lo más importante es la “familia”, nuestra casa, nuestros seres queridos, y que ciertamente en esta cuarentena ha sido difícil el acoplamiento –claro, no es lo mismo verse por la mañana, a la hora de la comida y después de la cena, a estar todo el día juntos–. Te das cuenta de las cosas que han cambiado desde que decidiste formar una familia y que con la vida diaria el trabajo, la actividad, dejamos pasar lo más hermoso, ¡vivir!, pero vivir plenamente, disfrutar cada día como si fuera el primero, o el último, según nos parezca.

Si bien es cierto que lo más difícil está por venir con la pandemia, sólo nos queda cuidarnos, crear conciencia, salir lo indispensable y seguir las recomendaciones, no saludar de mano, beso, abrazo, pero lo más importante, es lavarse las manos de forma constante y adecuadamente. Con estas simples acciones podremos voltear la cara en el futuro y darnos cuenta de lo pequeños que somos, que nuestro planeta (nuestra casa) está prestado y que lo debemos de cuidar, ya que es lo único que tenemos y que le heredaremos a nuestros, hijos, nietos, etc. Creo firmemente que todos deseamos un mundo mejor para ellos y estamos aún a tiempo para hacerlo, de enmendar errores, reconocer que por tratar de sobresalir, de ser más poderosos que otros, hemos caído en una carrera contra reloj, pero que perjudicará a la humanidad entera.

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Imagen: El Economista.

¿De qué sirve ser el país más poderoso del mundo, si un simple virus puede matar a todos sus pobladores?, ¿es acaso eso importante al final del tiempo?, desde luego que no, de nada sirve y está demostrado que lo peor que le pudo pasar a este planeta, es el ser humano que sólo busca el poder, la riqueza, a costa de lo que sea, con tal de ser temido. Pero ¿qué diferente es ser esto último, a ser admirado? Lo más importante es que para el virus no hay barreras, ni de razas, idiomas, riquezas, inclinaciones, nada, pega igual; aunque tengamos todo el dinero del mundo, si no contamos con salud, ésa no se puede comprar por desgracia.

Vemos culturas que han padecido guerras casi hasta el exterminio y, sin embargo, ahora son de las primeras potencias económicas, ¡qué gran ejemplo! Y aunque en otros tiempos ya han existido plagas y pestes, NUNCA se había visto como este virus, y lo peor, que se desconoce lo que en el futuro pudiera dejarnos. Es decir, ¿qué herencias, malestares, secuelas, podrán afectar a las futuras generaciones? No todo es económico, pero ciertamente el daño que ocasionará es de proporciones extraordinarias, dado que realmente no se sabe cuándo terminará la cuarentena y, lo más peligroso, que si en Wuhan, donde nació el virus, volviera a tener otro brote, ¿qué mutaciones presentaría?, ¿estamos preparados, de nueva cuenta, para enfrentarlo?

Espero que todo quede en una simple suposición. Por lo pronto, lo único que podemos hacer es cuidarnos, seguir las indicaciones de los expertos y esperar que vengan tiempos mejores; ojalá tomemos conciencia de lo pequeño y frágiles que somos; seamos ricos, de clase media, condición humilde, no importa, para el virus –cualquiera que éste sea– no existen las clases sociales, le pese a quien le pese, ¿o no?

Nos seguimos leyendo si gustan.


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Héroes sin capa

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En estos días de pandemia han surgido muchos héroes, en primera instancia y sin duda alguna, los médicos y enfermeras que se encuentran en la línea de combate, pero seguramente hay más que no alcanzamos a ver. Pienso en todo el personal hospitalario que, eventualmente no pensamos en ellos, me refiero a conductores de ambulancias, trabajadores sociales, paramédicos, camilleros, el personal de intendencia, cuya labor ahora es mucho más valiosa, pues al hacer el aseo de hospitales o centros de salud, evitan que se propague la infección.

No sé, seguramente también están contribuyendo con su trabajo todo el personal administrativo, que termina siendo el soporte, precisamente del personal sanitario. Todos ellos son héroes, unos más visibles que otros pero héroes, que luchan por el bienestar de los mexicanos.

Hay otros, sin embargo, que muy probablemente son más invisibles, en ese grupo de personas podríamos incluir a quienes nos atienden en las tiendas de conveniencia, a los despachadores de gasolina, a los cajeros en los bancos o en los grandes supermercados, o incluso quienes manejan la bodega de esos establecimientos.

medico como heroe
Ilustración: Isidora S.

Por otra parte, están policías, bomberos, gente de la Cruz Roja, el Ejército, todos indispensables en estos momentos. Imaginemos por un instante qué pasaría si ellos nos abandonaran a nuestra suerte. Insisto, todos son héroes, unos más evidentes que otros, pero todos héroes.

Y qué me dicen de quienes hacen posible que siga funcionando el Internet, o los empleados de la compañía de luz, qué pasaría si se nos deja de suministrar energía eléctrica, Internet, agua o cualquiera de esos servicios indispensables. Atrás de todos estos servicios también hay héroes invisibles.

También están esos choferes que hacen que las mercancías lleguen a su destino, los conductores de los camiones de pasajeros, o los taxistas. La gente de UBER y UBER EATS, quienes jugándosela por nosotros nos allegan mercancías a domicilio; pienso también en la gente que trabaja para la plataforma Rappi, los de DHL y demás compañías de mensajería, y así podría continuar con un largo etcétera. Nuevamente, todos ellos son héroes sin capa que se la están partiendo por nosotros.

servicios
Fotografía: Reporte Índigo.

Se encuentran, además, las personas que recolectan la basura, ¡¿qué haríamos sin ellos?!, imaginen el caos si estos héroes tan incomprendidos e infravalorados, dejaran de trabajar.

En fin, este virus, esta pandemia, me hace revalorar muchas cosas, me hace apreciar actividades que quizá hemos menospreciado. De igual forma, me pregunto por qué todos estos verdaderos héroes son tan mal pagados y muchos, particularmente los políticos, tienen ingresos bastante extraordinarios.

Esta crisis debería obligarnos a replantearnos muchas cosas, ¿no creen?

Nota aclaratoria. Estoy seguro que se me escapan muchos otros héroes, ya sea por mi propia ignorancia o descuido, pero a todos ellos: Gracias, mil gracias por ser el soporte vital en crisis como la que ahora atravesamos.


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Fragilidad, incertidumbre y un enemigo invisible

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Ha quedado demostrada la fragilidad de las sociedades, aún las más desarrolladas, frente a un microscópico pero devastador enemigo, que va cobrando vidas por miles y expandiendo, silenciosamente, la fatalidad, la desolación y el terror social.

La amenaza del patógeno lejos está de constreñirse al ámbito de la salud, su impacto se deja sentir, de manera contundente, en prácticamente todo tipo de actividades. Las personas se han recluido, los espectáculos masivos han sido suspendidos, las oficinas han cerrado, los vuelos han sido restringidos al mínimo o de plano cancelados, se cierran fronteras, se aíslan territorios enteros, se suspende el rodaje en la industria cinematográfica, se ralentiza la función pública y se confina a sanos y enfermos, ancianos y niños, el bicho no discrimina… todo un panorama de guerra.

Los mensajes que fluyen con abundancia, esa sí, indiscriminada, con pavorosos contenidos e imágenes tétricas, contribuyen a la viralización del miedo, quizás más pernicioso que el aterrorizante, diminuto e invisible asesino.

Se han establecido ya, en países y regiones del mundo moderno, restricciones a la movilidad con penas pecuniarias extremas, toques de queda, sanciones carcelarias y condiciones de excepción para tratar de evitar la expansión del contagio, pero todas las medidas de control social adoptadas van teniendo un impacto directo en la economía, en la política, en la ciencia y en el intercambio social, con repercusión y proporciones aún impredecibles.

incertidumbre y crisis
Ilustración: @mel.artanddesign.

La pandemia tomó al mundo por sorpresa. Quienes primero reaccionaron con razonable éxito, fueron los que primero sufrieron el embate contagioso y lograron, no sin grandes pérdidas de vidas, ir recuperando paulatinamente la normalidad. Pero aquellos escépticos que esperaron a recibir las primeras oleadas del embate virulento pronto perdieron el control y se vieron rebasados en sus capacidades con el saldo fatal que ya se conoce, con la desolación de sus calles y sus plazas y una dolorosa estela de muerte.

El temor ha cundido con la saturación de todo tipo de mensajes en las redes sociales que no hablan de otra cosa que no sea la enfermedad y difunden tal cantidad de información, las más de las veces sin sustento, que sólo contribuye a incrementar la angustia.

La especulación no ha estado ajena, se habla de conspiraciones de corte maltusiano, de proyectos secretos para reducir la población mundial, de guerra bacteriológica, de la dispersión del virus de manera deliberada con fines hegemónicos o de errores en el manejo de experimentos de laboratorio. Por supuesto que ninguna de las teorías conspirativas puede ser, a la ligera, descartadas, aunque ello suponga una conducta perversa de los entes de poder a escala global, difícil de asimilar.

Para el caso mexicano, dadas las condiciones políticas, económicas y sociales, el agente invisible nos embiste en mal momento y se va apropiando de nuestra libertad y de nuestro optimismo poco a poco, tornando día con día, más crítica la situación.

INCERTIDUMBRE
Ilustración: @zelina.world.

 La expectativa no es alentadora, el avance del contagio, que se percibe inevitable, someterá a duras pruebas las capacidades de la administración para manejar el asunto, las infraestructuras críticas instaladas en materia de salud y las medidas adoptadas hasta hoy en cuanto a higiene y aislamiento. Pero quizás la más dura prueba se tendrá en el sector económico por los efectos directos en la productividad y el empleo, que no son meros efectos colaterales. No debe obviarse, por otra parte, el alto índice de informalidad, cercano al 60% según cifras oficiales, que ya existe actualmente en nuestro país y que será impactado con mayor fuerza por la contingencia.

El fenómeno que nos acecha es un particular reto para la estructura y modelo de convivencia de la sociedad mexicana. Se acude a la solidaridad, a la familia, a las tradiciones, con objeto de frenar en lo posible el avance de la enfermedad y cuidar de los mayores, pero lo previsible es que conforme pase el tiempo, se requerirá, obligadamente, además de solidaridad y unión, de disciplina social, ingrediente fundamental para el mantenimiento del orden y la razonable estabilidad ante la crisis. Por desgracia, ya se han comenzado a registrar convocatorias al saqueo y actos delictivos contra establecimientos comerciales. No será extraño que, en un futuro muy próximo, esto se replique.

Nos encontramos en el umbral de una sala oscura, sin la certeza mínima de lo que podemos esperar al atravesarlo.

La incertidumbre no es buena guía ni consejera.

Esperemos lo menos peor.


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¿Estás presente o ausente en esta crisis?

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Hoy la crisis por el COVID-19 nos encierra y separa físicamente y nos enfrenta a una decisión importante: ¿Me preocupa sólo de lo que tiene que ver conmigo o me abro también a lo de los demás?

Si la crisis del coronavirus nos ha enseñado algo, es que cada uno de nosotros, por separado y en conjunto, podemos cambiar el sistema en el cual vivimos. Hace apenas un par de meses veíamos al virus de Wuhan muy alejado de nuestra realidad y hoy lo tenemos enfrente. Esto nos muestra cómo es que todos estamos interconectados, por ello, actuar unidos nos puede abrir las posibilidades para cambiar el sistema.

En México apenas empezamos, así que nuestro mayor reto es que podamos construir un contra-sistema en donde juntos, gobierno y sociedad, tomemos consciencia de lo importante que es lo que estamos enfrentando. Si no entendemos esto, sería como correr con los ojos vendados.

ausentes para estar presentes
Ilustración: Monkc.

Es momento de disminuir la velocidad, hacer una pausa y quitarnos las vendas de los ojos para ver qué está pasando. Todos debemos compartir información de manera transparente y lejos de la polarización. Nuestra oportunidad es que avancemos juntos de manera más consciente y más intencional, para que los resultados positivos ante la crisis impacten colectivamente y por ende aprendamos.

Este momento de disrupción nos enfrenta a tomar una decisión que puede venir del ego o de la consciencia. Dependiendo de esto es que podríamos re-programar el sistema o quedarnos en donde mismo. Si viene del ego, nos enfocaremos a cerrarnos, alejarnos de los demás, y preocuparnos únicamente por nosotros mismos. Si viene de la consciencia, nos abriremos para avanzar hacia los demás, apoyar y consolar a quienes necesitan ayuda. Por lo tanto, aunque el distanciamiento social físico es necesario ahora, no significa que nuestra condición interior deba cerrarse.

Es momento de observarnos en autoreferencia para darnos cuenta en lo individual si estamos ausentes o presentes. No importa si en este momento la mayoría está ausente por enfrentar la crisis desde el miedo, enojo, ambición o nuestras reacciones inconscientes de supervivencia. Lo importante es hacerlo consciente para entonces asumir nuestro lugar y decidir pasar al estado presente.

sociedad ausente
Imagen: El Sol de México.

Hoy tenemos la oportunidad de reinventarnos y dejar atrás lo que se cae a pedazos de nuestro sistema. Será duro enfrentar lo que nos impacta a la humanidad en temas de dolor y angustia, sin embargo, esto podrá suceder de forma distinta si nos hacemos presentes. Durante este duro trayecto que sigue a caminar, hay que preguntarnos conscientemente ¿cómo es que queremos vivir y trabajar juntos el día de mañana?, ¿cómo podemos rediseñar nuestros sistemas de aprendizaje que integren la mente y al ser humano?, y ¿qué vamos a reconstruir en el planeta y para las próximas generaciones?

No cabe duda que la decisión que tomemos hoy comprometerá el futuro de la humanidad. Si seguimos ausentes continuamos con la des-humanización, si decidimos estar presentes nos re-humanizamos. Al final todo converge en un solo punto, empujar o restringir la evolución consciente del ser humano.

Para entender todo lo que está sucediendo y obtener una visión integral, es necesario detenernos, observar sin juicio y sin desasociar nada. Al hacerlo en autoreferencia podemos descubrir en dónde tenemos las posibilidades para estar presentes dentro de la fórmula de una sola humanidad.

Cada uno decide en qué momento integrarse a la ecuación para que ésta cambie el sistema en el que vivimos. El tiempo y resultado dependerá de la respuesta en lo individual al preguntarnos: “¿Decido estar presente o ausente en esta crisis?”.


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Y de nuevo, la recesión económica no es a causa del virus

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Mientras estamos invadidos por el miedo al contagio del COVID-19, y la gran prensa y gobiernos culpan al virus de la recesión económica y de la crisis financiera que se asoma, se van poniendo en marcha planes de rescate de empresas con montos billonarios jamás antes vistos.

Nunca antes hubo nada parecido a la derrama de cinco billones de dólares acordada por el G-20; tan sólo a la economía de Estados Unidos se le inyectarán este año dos billones de dólares “y lo que haga falta” en apoyos fiscales, crediticios y subvenciones.

Para tener la dimensión de lo que son dos billones de dólares, considérese que rebasan en 25% el PIB mexicano –1.6 billones de dólares en 2019–; son también el doble en proporción del PIB estadounidense (9%) que el 4.5% del programa con el que Obama rescató a los bancos de la crisis de los títulos hipotecarios chatarra.

Según el sapo es la pedrada; según la recesión son los estímulos con que se intenta superar la caída en 30% del PIB mundial que se espera en los dos primeros trimestres del año.

recesion economica
Ilustración: Vecteezy

Tan colosales estímulos se justifican políticamente mejor, culpando al virus que analizando las causas de una recesión que, aunque de menor profundidad, de todos modos iba a ocurrir como parte de los ciclos capitalistas.

Ya venían desacelerándose las 15 economías más grandes de los países miembros de la OCDE, que en promedio sólo alcanzaron una tasa de 1.4% anual del 2000 al 2009 y de 1.2% del 2011 a 2018; de 1990 a 1999, antes de la crisis financiera de 2008, habían promediado 2.3%.

El magro crecimiento tuvo como principal soporte el crédito con dinero muy barato, pero en vez de estimular masivamente las inversiones productivas, a falta del estímulo de la demanda solvente de los mercados, las corporaciones duplicaron su endeudamiento, y no para hacer crecer la maquinaria productiva.

Buena parte del crédito barato hizo crecer especulativamente los precios de las acciones bursátiles, hasta crear una burbuja que reventó el lunes negro del 9 de marzo y, al menos en Estados Unidos, otra parte sirvió para pagar jugosos dividendos a los accionistas de las corporaciones más grandes, y para mantener a flote a las medianas y pequeñas –muchas de ellas, consideradas empresas zombi–.

En conjunto, la deuda de las corporaciones de Estados Unidos pasó de 3.2 billones de dólares en 2007 a 6.6 billones en 2019. La urgencia de transferirles recursos se debe a que la recesión dificultará el pago de esa deuda a los bancos, con riesgo de colapso del sistema financiero.

Las corporaciones más grandes y consolidadas tienen menor riesgo de impago, pero la posibilidad es grande entre las llamadas zombis. Por alguna razón, de los dos billones de dólares del plan estadounidense, a las primeras se les apoyará con 500 mil millones y a las medianas y pequeñas con 360 mil millones.

recesion economica
Ilustración: Diario del Sureste.

Previendo que esos montos no sean suficientes, el consejo de la Reserva Federal se comprometió a “crear” –el término es correcto– tanto dinero como haga falta para mantener el flujo del crédito, lo cual seguramente requerirá más billones de dólares.

La Reserva Federal estadounidense ha sido la única en el mundo en mantener esta prerrogativa, desde la separación del dólar del patrón oro en 1973, simplemente imprimiéndolo sin más respaldo que la obligación de los países importadores de petróleo de pagar en dólares –de la que China, segundo importador mundial del hidrocarburo, se está apartando–, y la disposición del resto del mundo en aceptar dólares como dinero universal.

El Banco de México no tiene esa prerrogativa de “crear” dinero, lo que deja al gobierno mexicano con menores opciones para dar apoyo financiero y fiscal a empresas y trabajadores, pero las hay y debería potenciarlas cuanto antes. Las opciones son contrarias a la ortodoxia en política económica para tiempos normales.

Para amortiguar la recesión y tratar de superarla lo más pronto posible, se tiene que aumentar la capacidad fiscal de apoyos, créditos y subvenciones a la planta productiva; lo primero es abandonar la consigna del superávit primario, asumir un déficit fiscal mayor y contratar deuda externa. Lo otro y muy importante, financiera y simbólicamente, sería que el presidente López Obrador anunciara la decisión de posponer las obras de la refinería en Dos Bocas y del Tren Maya; ni modo, el aeropuerto de Santa Lucía no se puede suspender.


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Retos en tiempos de crisis

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Hoy quiero compartir con ustedes una reflexión sobre dos retos que, entre muchos, se nos presentan en estos momentos de crisis. El primero tiene que ver con una situación de carácter estructural que como sociedad hemos padecido desde tiempos remotos. El segundo resulta de la respuesta que como individuos podemos tener frente a escenarios críticos.

1. El fin del mundo en un país desigual

El primer reto se nos presenta por la desigualdad en la que como país vivimos. He aquí imágenes contrastantes que nos hablan de ello.

En un puesto de tianguis de algún rincón del país se lee “Seguiremos atendiendo hasta que el coronavirus nos mate”; en una calle de la Ciudad de México el señor que recoge la basura le dice a un vigilante “¿tú qué prefieres: morirte de hambre o de la enfermedad?”; mientras, en un pueblo distante, internado en la sierra, los habitantes aún no se enteran de la emergencia sanitaria que azota al mundo. Estas imágenes contrastan con aquellas que, en días previos, vimos en supermercados de las grandes ciudades mexicanas donde se agotó el papel de baño y los productos antisépticos y de limpieza.

crisis humanitaria
Ilustración: Pinterest.

Así es México. Un país con realidades contrastantes donde miles pueden correr a comprar todo aquello para “el fin del mundo”, pero también un país donde millones viven al día porque para ellos diariamente es el fin del mundo. Vivimos en un país donde la mitad de la población sobrevive en un fin del mundo cotidiano; y, ahora, con la crisis sanitaria que nos ha traído el COVID-19, vivimos frente al temor de una pandemia que en la mente de muchos se asemeja a un inminente fin del mundo.

Esta situación nos muestra la realidad de México, un país que dentro del 25% con mayores niveles de desigualdad en el mundo alberga al hombre más rico de América Latina junto con más de 50 millones de personas pobres (Oxfam). Es decir, un país donde 52.4 millones de mexicanos viven en pobreza: 41.9% de la población nacional; 9.3 millones se mantienen en pobreza extrema, lo que equivale al 7.4% del total nacional; mientras que 28 millones de personas, 22.4% del total nacional, tienen carencia alimentaria (Coneval, 2018).

Sin duda, esta situación se nos presenta como un reto el cual, lamentablemente, no podremos atender si no es con acciones compensatorias de gobierno, empresa y sociedad, las cuales procuren a quienes menores oportunidades tienen para hacer una cuarentena y, con ello, librarse del contagio masivo, no tener que salir a las calles a ganarse el pan de cada día. Una acción compensatoria podría ser que los empresarios permitan a sus trabajadores no asistir con goce de sueldo durante un mes –o el tiempo que dure la fase de mayor contagio–. Otra opción es que quienes tenemos empleados en nuestros hogares hagamos lo mismo: que dejen de asistir con el pago correspondiente. Asimismo, el gobierno tendría que pagar, a quienes no tienen un empleo formal, por el trabajo que no realizarán durante el tiempo que dure la emergencia sanitaria.

crisis de corona
Ilustración: South China Morning Post.

2. Lo peor de nosotros mismos

Si bien las crisis pueden sacar lo mejor de nosotros mismos, tal como ocurrió en los sismos de 1985 y 2019, donde la solidaridad y la valentía de muchos permitieron ayudar a quienes más lo necesitaban; también los escenarios críticos pueden sacar lo peor de nosotros. Para ilustrar esto presento dos situaciones en las que bien podemos encontrar correlatos en nuestras propias vidas.

Hace unos días se difundió en redes sociales la forma en que un hombre que se había contagiado de coronavirus y fue presa de discriminación en su propia residencia. Los vecinos del edificio donde habita rociaron cloro en su puerta y el personal de vigilancia no quería dar acceso a quienes intentaban llevarle víveres para pasar su cuarentena.

Otro ejemplo lo tenemos también en un vecindario donde la administración, siguiendo las recomendaciones del gobierno federal, cerró las zonas comunes y, entre ellas, las áreas de juego. Ahí, una niña de dos años, sin entender por qué si el sol brilla y los pájaros cantan, ella no puede entrar a jugar como siempre lo ha hecho. Su insistencia hace que momentáneamente entre a los columpios, pese a la reprimenda de su madre. Frente a ello una de las vecinas grita: “si pusieron la cinta es para que los niños no entren”.

coronavirus crisis
Ilustración: Ann Kiernan.

Estas imágenes muestran cómo el temor y la intolerancia pueden hacer que las personas actúen irracionalmente y culpen a los enfermos, la inocencia infantil o la “irresponsabilidad” de los padres. Esta crisis hace que vecinos, quienes otrora se saludaban cordialmente, ahora se sientan amenazados por los demás. Si en momentos de crisis a veces podemos ponernos en el lugar de los otros, de los que sufren y padecen, para tratar de aliviar su pena con nuestra ayuda solidaria; también en escenarios críticos, sobre todo cuando nos sentimos amenazados, somos incapaces de sentir empatía para comprender la situación de los otros.

En suma, esta emergencia sanitaria nos dejará lecciones para tratar de convivir –con-los-otros– frente al riesgo y la amenaza, así como a comprender que nuestra riqueza y nuestras oportunidades pueden representar la pobreza y falta de oportunidades de otros, por lo que debemos procurar acciones individuales y colectivas que contribuyan a generar una justicia social en la que todos, medianamente, tengamos la misma posibilidad de vivir con dignidad.


Fuentes:
Coneval. Medición de la pobreza en México. 2018, disponible en https://bit.ly/2UCOttZ.
Oxfam, “México justo: Políticas públicas contra la desigualdad”, disponible en https://bit.ly/2JAS71q.


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Memorias con César Pelli en la Ciudad de México

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Era una fría y lluviosa tarde del mes de septiembre de 2003 en la tumultuosa y exótica sala de llegadas internacionales del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, donde siempre que iba a recogerlo llegaba con mucho tiempo de anticipación, ya que mi percepción y fama de la puntualidad constantemente ha sido cuestionada por los que me rodean. Quería que todo estuviera controlado y nada saliera mal, caminaba de un lado a otro invadido por los nervios tan sólo de pensar en un nuevo encuentro con él y la agenda tan amplia que tendríamos.

Respiraba hondo con cierta ansiedad sin quitar la vista ni un minuto a aquellas puertas corredizas, esperando que se abrieran y ver ante mí la distinguida e inconfundible figura de gran porte, para llamarle con gran vivacidad y potente voz  “¡César!”, quien al verme levantó su mano y con una sonrisa de carcajada maravillosa, saludándome se acercó a paso acelerado. Luego me abrazó efusivamente, aunque con cierta rigidez motriz, al mismo tiempo que decía “mi protector”, como él se refería a mí todo el tiempo porque le hacía de su chofer personal, de cliente, de organizador, de guarura y cómplice para rescatarlo de los eventos tumultuosos y encuentros sociales llenos de excentricidades mexicanas.

César Pelli y José Serur
César Pelli y José Serur en el Castillo de Chapultepec (Fotografía: Archivo Ideurban).
cesar pelli y jose serur cababie
César Pelli, José Serur y Fred Clarke (Fotografía: Archivo Ideurban)

Invariablemente lo acompañaba su sencillo portatrajes negro y su pequeña maleta de mano llena de sorpresas con sus materiales de “arquitecto”, y a la que se aferraba casi obsesivamente a todo lugar donde llegáramos. En realidad, para ser sincero, también, entre otras cosas, siempre me ofrecí de chofer y asistente del maestro César Pelli, ya que con su agenda de celebridad tenía la oportunidad de platicar muchísimos temas que disfrutábamos durante las horas que pasábamos en el “bellísimo” y eterno tráfico vehicular de la Ciudad de México. Como era su costumbre, tenía un lenguaje sumamente académico, educado, expresaba frases amables y pausadas con su muy fino y elegante acento argentino-americano, tan peculiar en él.

Su riqueza cultural e intelectual era evidente, recuerdo que en una ocasión charló de temas memorables cuando transitábamos en los carriles centrales del Viaducto Miguel Alemán, y que anoté esa misma noche en uno de mis diarios. Nuestras conversaciones giraban en torno a México y su cultura, la guerra o mal llamado conflicto en Chiapas y el Comandante Marcos, el EZLN (Ejercito Zapatista de Liberación Nacional), de su infancia en Argentina y el peronismo, de la familia de mis abuelos sefaraditas, y de los grandes arquitectos con quienes colaboró, y que dejó testimonio en su libro Observations –que publicara unos años antes–, escrito para aconsejar a los jóvenes arquitectos universitarios en temas de cultura general, arte y sabiduría práctica. He de confesar que fui testigo de su fascinación por los tacos de bistec con queso y poca salsa verde; se deleitaba al comerlos, y solía hacerlo de contrabando ya que nunca estaban programados en la agenda, pero eran forzosamente obligatorios siempre en una taquería de las Lomas de Chapultepec, entre charcos y ranas, y que posteriormente se convertiría en delicados cisnes en el lago.

Torre Liberta, Mexico
Torre Libertad (Fotografía: Archivo Ideurban).

En la mayoría de sus visitas a la Ciudad de México vino acompañado de su distinguido y entrañable amigo y socio el arquitecto Fred Clarke, un tipo muy amable de semblante afable, preciso, carismático, que por mucho era su hombre corporativo y el que hacía que todo sucediera; ambos demostraban su erudición en las múltiples juntas de trabajo que teníamos, especialmente por su profesional trato, firmeza y respeto por el trabajo de sus equipos de ingenieros, arquitectos y técnicos mexicanos, sin duda alguna la sencillez en su manejo con los clientes conquistaba todos los corazones. Para César Pelli, México le resultaba un país enigmático que le reflejaban sus orígenes latinoamericanos, se sentía “hechizado por México” como lo repetía constantemente en sus conferencias.

Siempre quiso hacer arquitectura en México, pues nos consideraba como potencia cultural mundial y símbolo de la influencia arquitectónica latinoamericana, incluso llegó a afirmar que México es el país más cálido del mundo para trabajar, por la calidad y talento de su gente, sus albañiles y obreros. César Pelli estaba muy familiarizado y respetaba el trabajo de diversos arquitectos mexicanos como Luis Barragán, Ricardo Legorreta, Abraham Zabludovsky, Teodoro González de León y don Mario Pani, de quien se maravillaba del proyecto de Tlatelolco como un símbolo poderoso del modernismo mexicano. Se presentó en varias ocasiones en abarrotados auditorios de diversas universidades de la ciudad como la Universidad Anáhuac (mi alma mater) y en la UNAM, por mencionar algunas, alentando a los jóvenes a “amar” los valores culturales y arquitectónicos mexicanos.

El Palacio de Bellas Artes fue escenario de dos memorables conferencias y recuerdo perfectamente las filas que se hacían sobre el gran atrio del acceso con cientos de estudiantes, arquitectos, periodistas y personas de diversos ámbitos para tomarse fotografías –en un tiempo que las selfies no eran moda–, y el maestro Pelli repartía autógrafos en libros y programas que hizo con una cordialidad y paciencia inaudita. En todo momento fue recibido como una gran celebridad por intelectuales, maestros, empresarios y dirigentes políticos.

Cesar Pelli, rascacielos
César Pelli en el Palacio de Bellas Artes (Fotografía: Archivo Ideurban).

Siempre orgulloso de sus orígenes argentinos y latinoamericanos, César nació en la provincia de San Miguel de Tucumán, noroeste de Argentina, el 12 octubre de 1926. Estudió arquitectura en la Universidad Nacional de Tucumán durante los años de 1944 a 1949, posteriormente realizó estudios de posgrado en la Universidad de Illinois (1952-1954) donde se destacó, llevándolo después al despacho del gran maestro del movimiento moderno, el finlandés Eero Saarinen, durante los años de 1954 a 1964, y a quien siempre consideró su maestro y mentor. Años más tarde, en 1984, Pelli fue decano de la Universidad de Yale en New Haven, Connecticut, donde fundó su firma Cesar Pelli architects en un edificio contiguo al campus, y que luego cambiaría su nombre a Pelli Clarke Pelli Architects hasta su muerte el 19 de julio de 2019.

Su legado y despacho continúa hasta el día de hoy con su socio Fred y sus hijos Denis y Rafael Pelli. La obra arquitectónica de César Pelli en la Ciudad de México fue muy prolífica, significativa e icónica para un arquitecto extranjero de su generación que data desde principios de los años 90 con el proyecto “Del Bosque”, desarrollado por un consorcio de varias empresas llamado Grupo Metrópolis. Hacia los principios del nuevo milenio diseñaría la “Torre Libertad” que albergaría el hotel San Regis, desarrollado por Grupo Ideurban, y luego trabajaría en la conceptualización del plan maestro y diseño de la “Torre Mitikah” en el sur de la ciudad, en colaboración con Grupo Ideurban y Azar Arquitectos para el desarrollador Prudential Capital, que a la postre vendería el proyecto a la Fibra Uno y que actualmente se encuentra en construcción.

Toda la historia comenzaría para mí en el mes de marzo del año de 1992 con una mortal desvelada, acompañada con música de Joan Manuel Serrat en un sábado por la noche cuando trabajaba en una frenética entrega, típica “de lunes”, de diseño arquitectónico de séptimo semestre, y que tenía que entregar a mis venerables maestros Jose Greenberg y José Luis Calderón, cuando de pronto… mi padre, el Ing. David Serur, se acercó cauteloso con semblante de lástima a mi recámara, la cual parecía zona de desastre, a ofrecerme ayuda en temas estructurales de ingeniería sabiendo que era mi debilidad.

Intercambiamos algunos puntos y me comentó que había tenido una junta por la mañana con algunos de sus colegas –entre ellos estaban Roberto Trad Aboumbrad, Jorge Trad Aboumbrad, Alfredo Elías Ayub y el desarrollador texano Gerald Hines; quienes más adelante conformarían Grupo Metrópolis–, donde habían comentado que necesitaban evaluar algunos arquitectos con cierto prestigio, de fama nacional e internacional que hubieran diseñado algunos edificios altos residenciales y de oficinas, con la intención de ser contratado para un proyecto que estaban planeando desarrollar frente al Bosque de Chapultepec en la calle de Rubén Darío.

Recuerdo que saqué dentro de los escombros de papeles tirados, botes de tinta china vacíos y pedacerías de papel batería, algunos libros de la obra de varios arquitectos nacionales y extranjeros, entre ellos el famoso libro “naranja” de César Pelli de la casa editorial Rizzoli que, sin duda, era de mis favoritos, y que en ese momento mi padre hojeó con gran interés y me pidió llevárselo –junto con otros más– a su próxima reunión que tenía programada el mismo lunes. Para mi sorpresa, ese lunes por la tarde mi papá me comentó que de la oficina de Gerald Hines conocían bien a Pelli y que habían trabajado con él anteriormente, por lo que sería un buen candidato para el proyecto, de modo que concertarían una cita en las próximas semanas para visitarle todo el equipo. Sin más preámbulo, fui incluido en la comitiva, la cual significó una emoción indescriptible para mí, ¡era como conocer a Maradona en privado!

César Pelli, Arq. Pedro Ramírez Vázquez y Arq. Arturo Aispuro Coronel
El Arq.César Pelli, Arq. Pedro Ramírez Vázquez y Arq. Arturo Aispuro Coronel (Fofografía: Archivo Ideurban).

El plazo llegó y viajamos a Nueva York para dormir una noche, al día siguiente partiríamos en un viaje por tierra de dos horas a New Haven, Connecticut, donde se encontraba el estudio de César justo enfrente de la Universidad de Yale, su alma mater, y en la que era docente de cátedra regularmente. Subimos por una escalera exterior de un edificio de usos mixtos de tres niveles y entramos por una discreta puerta en la segunda planta que decía en pequeñas letras “Cesar Pelli Architects”. Confieso que mi corazón se aceleraba y mis manos sudaban al cruzar esa puerta, porque no se podía creer la magia que había tras ese umbral. Fuimos recibidos muy cálidamente por su staff, entre ellos por Fred Clarke y su muy simpático arquitecto  Roberto Espejo, quienes nos dieron un breve tour por todo el despacho, mostrándonos varios proyectos que estaban en proceso y la metodología racional que utilizaban para trabajar de esa manera.

Cesar Pelli y su obra
Fotografía: República.com.

También nos presentaron a muchos miembros del equipo, arquitectos y colaboradores de más de veintitrés nacionalidades distintas, luego nos condujeron a una gran sala de juntas donde sería nuestra reunión. César, con su enorme sonrisa, entró a los pocos minutos por una puerta privada contigua saludándonos uno a uno con mucho respeto y calidez, mi emoción era inaudita, por fin tenía enfrente a un personaje del cual había visto sus fotos en la biblioteca, había leído todos sus libros, y era una fuente de inspiración del movimiento moderno en mi carrera universitaria.

Todos tomamos nuestros asientos en una gran mesa de tamaño considerable de mármol beige, sencilla y elegante que le daba un toque más suntuoso y formal al aire del momento. César tomó la palabra, y “rompiendo el hielo” de inmediato, bromeó que en dónde firmaba el contrato ya que por fin se le haría el sueño de trabajar en México. Este gesto de parte de él nos hizo sentir muy cómodos porque no estábamos seguros que lo convenceríamos y le confirmamos la firme intención para contratarle un anteproyecto conceptual. Posteriormente le introdujimos a las generalidades del proyecto, como información del terreno, fotografías del entorno y enfatizamos la importancia de las vistas al Bosque de Chapultepec. Recuerdo que en ese momento se dirigió a las paredes de la sala donde existían varios lienzos en blanco, tomó algunos plumones y comenzó a dibujar algunas ideas de edificios escandalosamente circulares sin pensarlo demasiado, y que a la postre sería el modelo arquitectónico seleccionado por todos.

Ing. David Serur y Arq. César Pelli (Fotografía: Archivo Ideurban).

Después de un merecido lunch de sándwiches preparados por el restaurante de abajo, acordamos que visitaría la Ciudad de México a la brevedad porque para él era muy importante y vital conocer tanto el terreno como el entorno para poder desarrollar una idea más clara. De manera que así sucedió, convenimos una fecha, “nos dimos la mano”, y ahí en ese preciso momento comenzó la magia y la aventura de una relación de trabajo productiva, llena de cordialidad y cariño, que duraría por más de 27 años ininterrumpidos hasta el último día de su vida.


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México y el TPP: tradicional torpeza

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Ellos se ríen de mí porque soy diferente.
Yo me río de ellos porque todos son igualitos.
Anónimo.

Desde que los altísimos funcionarios mexicanos anunciaron que deseaban negociar el acceso de nuestro país al TPP, mi oposición fue total debido a que los antecedentes que teníamos con los 48 países con los que habíamos firmado un TLC no eran satisfactorios, pues cada día era mayor el número de naciones con los que registrábamos un déficit y, mucho peor, que este déficit era creciente, con decreciente valor agregado de las exportaciones en nuestro territorio.

En el caso del TPP, se daba la circunstancia aún más desfavorable desde que, en 1999, la competitividad de México había sido decreciente de tal manera que en ese año el Foro Económico Mundial (WEF) ubicó a México en el 34º lugar mundial y en el 2019 nos remitió hasta la 48ª posición.

tabla del tpp-11

Haciendo un poco de historia, me permito comentar que el 23 de junio de 2015 correspondí a una invitación del Subsecretario de Comercio Exterior, Dr. Francisco de Rosenzweig, que tenía como objetivo conocer el motivo de mi férrea oposición a la negociación y firma del TPP por parte de México, y al respecto señaló que cuando tomó posesión de su cargo (sin que nunca antes hubiera tenido contacto con el comercio exterior según se puede en su CV), le extrañó ver que siendo el TPP el proyecto de comercio internacional más grande del mundo, no fuera parte de la “estrategia” de México en su proceso de internacionalización por lo que me comentó que él, inmediatamente, promovió la participación mexicana en dicho Acuerdo.

Mi respuesta fue simplemente que el nivel de competitividad de México era pésimo, por lo que se había generado una estructura de nuestra planta productiva y una exportación muy débil, razones por las que no podríamos tener resultados positivos con la firma del TPP, a lo que respondió que eso prácticamente estaba subsanado pues ya se habían aprobado las reformas estructurales mismas que nos harían un país muy competitivo.

Al respecto, le señalé que esa era una situación totalmente quimérica debido a que algunas de esas “reformas” no se podían calificar como tal, sino que más bien eran un conjunto de buenos deseos y que, adicionalmente, ninguna de las “reformas” había sido complementada ni instrumentada con políticas públicas realistas que incidieran positivamente en el desarrollo económico de México.

Así podemos ver que de un total de 140 variables que miden la competitividad de México en relación con nuestros competidores del TPP-11, sólo tenemos ventaja en 18 y  desventaja total en 122.

tpp-11 torpeza

Asimismo, señalé que esa situación era empeorada porque la mayor parte de los funcionarios que estaban a cargo del diseño de la política y la estrategia de comercio exterior, eran burócratas improvisados habilitados como expertos en comercio internacional que diseñaban programas y firmaban TLC’s sin conocer la estructura de la planta productiva, de la oferta exportable, de la operación real de comercio internacional y del comercio exterior mexicano, situación que quedó asentada en un artículo que en su momento elaboré con el título de “Funcionarios mexicanos en la luna”; y que complementé con otros escritos que incluyen “México: más teoría y nada de práctica”; “México: los funcionarios no entienden el Comercio Exterior” y “México, inversión extranjera, Kafka y la luna”, mismos a los que hice referencia en mi anterior artículo sobre México y las joyas de la exportación mexicana: cerveza, refrigeradores y aguacate.

En este contexto, el que fuera Secretario de Economía, Ildefonso Guajardo también cuestionó mi oposición y señaló que “de cualquier manera debíamos participar en dicho proyecto porque siendo Estados Unidos nuestro principal socio, era necesario que estuviéramos presentes para defender nuestros intereses y orientar las negociaciones a nuestro favor.

Lo más sorprendente fue que, cuando Donald Trump canceló la ilógica participación de la nación estadounidense en el TPP, nuestro exsecretario se sacó de la manga una “extraordinaria razón” de gran fondo y sustancia para continuar con ese proyecto, ya que “mucho se había trabajado y gastado en las negociaciones y había que aprovechar lo que se había avanzado”.

Hoy, a más de un año de la entrada en vigor del TPP-11, con motivo de la inauguración del Seminario T-MEC TIPAT, el Director de Bienes Agroalimentarios y Pesqueros de la SE, Arturo Juárez, habló de las bondades enormes del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífica (TIPAT o TPP-11), señalando que:

México ganó mayor porcentaje para exportar productos sin arancel a diferencia de las mercancías que ingresarían al país… comentando que…  en promedio, 90% de las mercancías (de exportación) quedaron libres de arancel al momento de entrar en vigor ese tratado, creemos que son las oportunidades que México tiene hacia esos mercados, que son de alto poder adquisitivo, un mercado que representa más de 500 millones de consumidores.
Por el contrario, sólo el 77% del total de los  productos que entran a México bajo el beneficio de este tratado lo pueden hacer sin pago de arancel.

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Sin duda, esto es un manejo perverso de la situación y las cifras que en nada reflejan la realidad que había en relación con esos países pues, en principio, para promover la firma del Tratado hablaban de más de 500 millones de consumidores de 11 países que integran el TTP-11, incluyendo en este caso a México.

Sin México, el mercado del TPP sólo es de 378 millones de habitantes y para evitar el manejo distorsionado de las cifras, también debemos de excluir a Canadá, Chile, Japón y Perú que en conjunto representan un mercado de 214 millones de habitantes, y con los que ya teníamos un TLC.

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Imagen: Código.

Así, la dimensión real del mercado constituido por los 6 nuevos socios sería de sólo 164 millones de habitantes de los cuales, 36 millones corresponden 4 países: Australia, Brunéi, Nueva Zelanda y Singapur, con un elevado nivel de ingresos de 55,097 millones US.

Por el contrario, tanto Malasia y Vietnam, con 127 millones de habitantes, es decir, el 78% del nuevo mercado prometido, tiene ingresos promedio muy bajos de 4,629 US, debiendo señalar que el ingreso de los 32 millones de malasios es de 10,704 US en tanto que el de 95 millones de vietnamitas es de 2,553 US, nada más.

Y si eventualmente se hubiera considerado al volumen de población de los nuevos socios del TPP-11 como un mercado atractivo, en la realidad es un mercado accesorio que por sus características intrínsecas no es atractivo para México, además difícil de penetrar por México debido la nula competitividad de nuestro marco sistémico y por la carencia de una estrategia como ha sucedido con la firma compulsiva e irresponsable de numerosos TLC’s.

Con Canadá y Estados Unidos se firmó el TLCAN porque conjuntamente constituían el socio más importante que tenemos; que era nuestro mercado más próximo; porque es el mercado más grande del mundo; porque tiene un muy elevado nivel de ingresos; porque es el principal importador del mundo; porque somos muy complementarios en muchos aspectos, especialmente en la dotación de factores de la producción y, sin duda, porque por la destreza que México tenía en el proceso de manufactura se le consideraba un socio estratégico en ese sector, desgraciadamente, ninguna de las ventajas señaladas fue aprovechada por nuestro país.

Como resultado de la carencia de una estrategia que considerara estos elementos, los retrocesos de México en todas sus variables económicas especialmente en el periodo 2001-2018 en que han estado en vigor los TLC’s que firmaron con 48 países, fueron enormes.

A pesar de estos antecedentes negativos, los teóricos y altísimos funcionarios mexicanos insistieron en la firma del TPP-11, un tratado que desgraciadamente resultará muy negativo para nuestro país pues, contrariamente a lo que teníamos como ventajas en el TLCAN, en el TPP-11 representan desventajas, ya que al ser mercados muy lejanos y atomizados, por sus características resultan un mercado accesorio –especialmente por su bajo nivel de consumo– que tienen un marco sistémico mucho más competitivo que el nuestro, puesto que no son complementarios con nuestra planta productiva sino todo lo contrario, pues son competidores directos nuestros, especialmente en bienes manufacturados de los cuales éramos grandes productores y exportadores como son los casos de confección, electrónicos, calzado y café.

tabla wef tpp-11

Y si durante los 26 años en que nuestros funcionarios han llevado a cabo una apertura comercial basada en la firma de TLC’s y una desgravación unilateral totalmente incoherente, con los 6 nuevos socios del TTP-11 acumulamos un déficit de -172,292 millones US; en el primer año de vigencia del TPP-11, los resultados también fueron catastróficos pues a pesar de las supuestas ventajas adquiridas en la  negociación con el 90% de las mercancías libres de arancel, nuestras exportaciones disminuyeron en -540 millones US en tanto que las importaciones se incrementaron en 2,652 millones US de tal manera que nuestro déficit aumentó en -3,192 millones US, siendo los más beneficiados con esta negativa evolución de nuestro comercio exterior, Malasia y Vietnam, países manufactureros por excelencia.

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Apuntes finales

Durante los 26 años más recientes, el comercio exterior mexicano se ha caracterizado por un esquema de simulación e improvisación que, únicamente, ha arrojado resultados negativos mismos que se manifiestan en los enormes retrocesos de las principales variables de nuestra economía.

Los teóricos del comercio exterior han realizado una apertura de nuestra economía totalmente ilógica, basada en la firma compulsiva de TLC’s y una desgravación unilateral totalmente incoherente, pensando que eso haría a la economía mexicana más competitiva pues “los precios internos necesariamente se tendrían que alinear con los externos”, sin que hubiera complemento alguno que realmente favoreciera los ajustes y las mejoras.

Además, insistieron en la promoción internacional abriendo oficinas por todo el mundo, sin considerar que el principal problema del comercio exterior mexicano no es la promoción internacional sino la oferta nacional.

 Para esos teóricos, bastaba tener una oficina en el extranjero, con un monito que dijera que todo en México está bien, que queremos vender nuestros productos en ese mercado y que somos muy buena onda, por lo sería bueno que invirtieran en nuestro país.

Hay que recordar que el Foro Económico Mundial señala que la baja competitividad de México es originada por la pésima calidad de las instituciones públicas y la actuación del sector público, lo que implica la muy reducida capacidad de esas instituciones para definir una estrategia que incida positivamente en el desarrollo económico de nuestro país.

El primer año de vigencia del TPP-11 sólo es un avance de lo que podemos esperar para el mediano y el largo plazo debido a la improvisación y la ligereza que ha caracterizado al sector del comercio exterior, y si no se logra definir una estrategia realista que incluya competitividad, fomento, promoción de exportaciones y de inversiones con programas, proyectos y políticas públicas realistas.


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