pandemia

La comunicación en tiempos de coronavirus

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En memoria de Enrique Loaeza y Alejandro Nadal,
grandes amigos y distinguidos mexicanos.

Hace tres meses propuse la creación de un CHAMBATEL para lidiar con los problemas de desempleo derivado de la 4T. Nunca, en mis 20 años de articulista, recibí tantos comentarios; algunos de ellos celebrando mi ensayo; otros criticando lo que veían como injustas o prematuras críticas a la 4T;  y muchos envíos de CVs de personas que tomaron muy en serio mi humorística convocatoria a presentar ofertas imaginativas de servicios en la hora del cambio. Hoy quisiera subrayar la necesidad, no de un CORONATEL para atender y diluir mecánicamente nuestras necesidades de información, sino la importancia de revalorar los lazos y encuentros personales para enfilar y dar respuesta a nuestras demandas de comunicación certera, transparente, oportuna y confiable. Es la calidad de la comunicación humana; no la cantidad lo que importa a la larga y en particular en tiempos de crisis. 

Ante la avalancha de mensajes serios, bromas, estadísticas, estudios científicos, quejas y reclamos que hoy escuchamos en los medios tradicionales y en las redes sociales en razón o sin razón de la pandemia del coronavirus, no puedo resistir la tentación de  hablar de la importancia del teléfono y de la voz humana en tiempos de crisis.

cuarentena
Ilustración: India Startups.

El lunes 16 en la noche regresé a México de Río de Janeiro, después de un involuntario fin de semana largo en esa bellísima ciudad, a la que había llegado con el propósito de iniciar un crucero que me llevaría hasta otra de los más bellos puertos del mundo: Ciudad del Cabo. Poco después de llegar –mal dormidos– a nuestro hotel, mi esposa se encontró con una inesperada grabación de la empresa de cruceros, informando que por la emergencia sanitaria, se cancelaba el nuestro. Quise llamar a esa voz para protestar y refrescarle… el  inenarrable viacrucis recorrido para conseguir las visas indispensables desde un México que sólo tiene 8 embajadas en los 54 países de África. Sin embargo, una voz grabada del otro lado me remitió a un “call center” donde una voz electrónica –como la del Waze– me sugirió “llamar más tarde, pues todos nuestros ejecutivos están ocupados”.

Afortunadamente no salió el barco y no me quedé atrapado en Gambia o Togo; en cambio pude nadar en las playas de Ipanema, encontrarme con amigos para tomar caipirinhas y visitar el jardín botánico de la ciudad –uno de los más bellos y ricos en diversidad en Latinoamérica–. Afortunadamente también logramos conseguir boletos de regreso a México para el lunes en Aeroméxico, antes de que se comenzara a aplicar una esta restrictiva en los vuelos al exterior del Plan de Contingencia en Brasil. 

Desde este lunes 16, cuando llegué a México, me recluí responsablemente en casa –por si alguna brasileña me hubiera contagiado en la Avenida Atlántica con su coqueta mirada– y empecé a “chatear” por WhatsApp con familiares y amigos. Continué también mi lectura y reenvío de sesudos análisis de todas partes del mundo sobre  estadísticas, probables causas, retos, implicaciones, posibles soluciones, aciertos, errores y omisiones de los gobiernos –incluyendo, por supuesto, el mexicano; y hasta  las  oportunidades que ofrece la pandemia para el desarrollo personal y la búsqueda de un nuevo cauce de desarrollo, más amigable con la naturaleza y la sociedad–, una vez que pase la crisis.

comunicacion y aislamiento
Ilustración: Cronista.

Sin embargo, hoy después de mi sesión acostumbrada de yoga, de los jueves, descubrí que ya estaba cansado de ver películas en Netflix y leer periódicos, y que algo me estaba faltando urgentemente: escuchar más la voz humana. Además recordé que hace un par de semanas había comido con  Enrique Loaeza, mi amigo recién fallecido, y otros tres amigos, y él me había sugerido escribir algo sobre la comunicación en tiempos de crisis del coronavirus.

Lo primero que hice fue llamar a mis tres hijos por mi teléfono fijo –sí, mis viejos  aparatos telefónicos fijos de teclas–, descubriendo que sólo uno funcionaba y con dificultad; se atoraban las teclas por falta de uso. Tuve que recurrir a los móviles que no encontraba por la casa; uno de ellos estaba muerto por baja de baterías. Me encantó escuchar las voces de mis hijos y, de pasada, las de mis nietos más pequeños,  que casi pude ver brincar junto a mi hijo, desesperados de no ir a la escuela y alguno de ellos ronronear mocoso por una influenza común, de la que estaba acabando de salir. Acto seguido me piqué y decidí llamar a uno de mis mejores amigos para comentar nuestro frustrante y luego reconfortante viaje a Río.

Me contestó su esposa, amiga de antaño, con quien entablamos una conversación de más de 40 minutos sobre nuestras aventuras y desventuras en tiempos de coronavirus.

Nos carcajeamos y criticamos a tirios y troyanos, comenzando por los excesos de los defensores y detractores de AMLO y los comentaristas “sabelotodo”, quienes ahora resulta que desde endenantes han sido expertos en epidemias sanitarias y hoy se han convertido en jueces políticos y agoreros de tragedias inevitables si no se adopta ésta u otra medida como los chinos, los coreanos o los estadounidenses; olvidándose de las idiosincrasias de un México pobre, desigual, que tiene el 40% de sus trabajadores en la economía informal, muchos viviendo al día, un país que abandonó sus inversiones preventivas en salud desde hace tres décadas, confiándolas al abasto internacional y hoy carece de capacidades propias de investigación, desarrollo tecnológico y productivo en muchas áreas: energía, alimentos y salud –incluyendo la producción de vacunas–, que constituyen en otros países renglones de seguridad nacional, que exigen “niveles mínimos críticos de auto-abastecimiento” (ONU). No obstante recordábamos, nuestro país mantiene todavía fresca su exitosa capacidad y experiencia para enfrentar la crisis del H1N1 en 2009.

comunicacion y coronavirus
Ilustración: Nebrija.

Llegó el mediodía y una llamada esperada a mi celular para una entrevista de la Revista Comercio Exterior sobre el T-MEC y los retos y oportunidades de la industria farmacéutica mexicana. Mi entrevistador no me escuchaba bien en el celular. Sugerí llamar a mi teléfono fijo. Lo hizo y fue la solución. Charlamos con gran claridad por más de una hora, con un rico sonido de por medio que ya había olvidado, sobre las positivas enmiendas, impulsadas de última hora por los congresistas demócratas, que dieron un respiro a las empresas mexicanas con aspiraciones de innovación y abastecimiento nacional a precios reducidos de productos biológicos anticancerígenos y antivirales.

Mi conclusión: una de las muchas lecciones que estamos aprendiendo en este apartheid sanitario involuntario, generado por el coronavirus, es que transcurrida esta crisis, cualquiera que sea el tiempo que tome, no podemos ni debemos volver a “la normalidad”, a la rutina tradicional política, económica y social de los últimos 70 años tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Los poderes relativos políticos, económicos y tecnológicos, han cambiado entre países y dentro de ellos, y México tiene retos sociales y de salud distintos de China, Corea del Sur o Alemania; pero más importante aún –querámoslo o no–, hemos entrado a una nueva era en que las demandas y las posibilidades de desarrollo humano incluyente y sustentable en el planeta, exigen recuperar la capacidad de diálogo entre naciones, entre grupos sociales y de persona a persona, más allá de lo que el cambio tecnológico nos imponga o facilite.

No necesitamos un deshumanizado CORONATEL, que nos conteste robóticamente nuestras viejas y nuevas preguntas con un “espere en la línea…”. Tenemos que diseñar y construir nuevas visiones compartidas de largo plazo en México y en el planeta, e incorporar a ellas una renovada conectividad y un Nuevo Trato Verde Humano.  


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La pandemia del inconsciente

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¿Podrías creer que en este momento hay algo que se contagia más rápido que el coronavirus y no es una enfermedad? Sí, el miedo. Todos lo hemos mencionado aunque en el fondo, quizás no lo entendamos realmente.

No nos hemos dado cuenta de que después del contagio del miedo estando en medio de una pandemia, se abren más posibilidades a que todo termine peor. Las compras de pánico tienen como resultado la escasez de medicamentos, kleenex, cubrebocas, geles y productos antibacteriales, que por comprar en exceso no alcanza para todos.

¿Y el papel higiénico? Éste es un miedo instalado en nuestro inconsciente por la época de los 70 cuando se vivió una crisis parecida y este producto junto a otros estuvo en escasez. El pánico hace que ni siquiera nos detengamos a observar este tipo de fenómenos que terminan hoy en memes sin ningún entendimiento. El papel es más barato que el kleenex y en aquella época no existían tantos fabricantes ni la logística que hoy tenemos en el planeta para tener mejor disponibilidad. Hoy el primer ministro de Inglaterra les comunicó a sus ciudadanos que no se preocuparan, hay papel para 10 años más.

incosciente y cubrebocas
Ilustración: Joseflee

En la mayoría de los casos ni siquiera sabemos definir a qué le tenemos miedo. ¿A enfermarnos? ¿A no tener papel para ir al baño? ¿A morir? Y mientras, las redes sociales siguen en su juego mostrándonos nuestro inconsciente colectivo. Podemos ver cómo seguimos polarizados y de eso no nos damos cuenta. Inclusive con videos “fake” y chats con documentos editados para desprestigiar a las autoridades o simplemente generar más miedo en la sociedad. La gente enviando mucha información falsa sin revisar su fuente. ¿A dónde vamos con todo esto? ¿Por qué no paramos un momento?

Otro tema que podemos observar en esta contingencia, es cómo estamos desconectados en el día a día de los demás. Nos conmueven acciones colectivas de cantos, porras y felicitaciones en videos de otros países y, esto, no es más que una forma de decirnos que vivimos dormidos de la vida que nos rodea. ¿Y si aplaudiéramos a los médicos y enfermeras que día a día se la juegan en los hospitales sin necesidad de estar en una pandemia? ¿Y si le dejamos un pastel en la puerta a aquella señora de la tercera edad que vive sola el día de su cumpleaños? Nunca se nos hubiera ocurrido. Pero eso sí, pagamos millones de nuestro dinero e idolatramos a personajes públicos que sólo nos traen entretenimiento y nos olvidamos de quienes realmente cada día luchan por mejorar o cuidar este planeta así como de los que viven a nuestro alrededor.

En el 2015 cuando Bill Gates compartió que no nos preocupáramos por una guerra de armas sino por una pandemia, pocos le entendieron. Hablaba de estar listos para enfrentarlo y no se hizo nada. Hoy necesitamos hospitales y equipos especializados que estén presentes en todo el mundo así como una cultura global consciente para prevención y reacción inmediata. Una cultura sustentada en la calidad humana que integre prácticas que nos permitan atender las necesidades principales de la sociedad para que nadie se quede a la deriva. Ahora que estamos frente a la prueba de la pandemia es momento de preguntarnos, ¿qué podemos hacer hoy?, y ¿qué vamos a hacer después de librarla para no regresar al pasado?

coronavirus y el inconsciente
Ilustración: South China Morning Post.

Nadie se salva de tener que hacer algo ya sea en la prevención o en la reacción. Lo que se requiere hoy son liderazgos que se encarguen de mantener la calma y a su vez que construyan una sola voz que permita dar a conocer y ejercer las medidas pertinentes. Líderes que organicen a la sociedad para que sea mínimo el porcentaje de personas lastimadas en cuanto a pérdida de empleos, alimento y atención médica.

Lo que sí es seguro es que tendremos que aprender a hacerlo juntos y trabajarlo conscientemente después de la pandemia. No dejarlo como un simple motivador de unión de los malos tiempos, sino también en los buenos tiempos, ya que no para todos son siempre buenos y eso se nos olvida cuando, en colectivo, no estamos viviendo un miedo como el que hoy existe. Sería lamentable que todo esto se quedara como algo del pasado sin aprendizaje consciente.

Observémonos cada uno en autoreferencia para entender de dónde viene el miedo y darnos cuenta de que lo abonamos cada día con tanta información. Lo importante es enfrentar a esta pandemia cuidando que el inconsciente deje de motivarnos al miedo y enfocarnos en abrir la conciencia. Ya sabemos cómo prevenir su esparcimiento y no necesitamos ir muy lejos de donde residimos para ayudar. Hay muchas personas a nuestro alrededor que no la pasarán bien y que serán el claro reflejo de lo que al final decidamos al actuar conscientemente, o si nos quedamos sumergidos en el miedo. Tú, ¿estás dispuesto a aprender de la pandemia o requieres otra prueba más?


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¿Podrá ampararnos el Corazón de Jesús?

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Pues sí… fue así, mientras México enfrenta el temor y la falta de preparación de los servicios de salud ante la pandemia del COVID-19 y la población aterrada inicia una cuarentena forzada, con la ausencia del PRI, PAN y PRD, en el Congreso aprovecharon para aprobar reformas que permitirán que los actuales senadores y diputados puedan hacer campaña para reelegirse mientras siguen ganando su sueldo y puedan permanecer hasta por cuatro periodos más, mientras los ciudadanos les pagamos su enorme esfuerzo. PRI, PAN y PRD se vieron totalmente omisos, pues mientras se realizaba este atraco, no asistieron a la sesión por temor a contagiarse de Coronavirus.

A su vez, el dólar se disparó arriba de al nivel histórico de $24.62 por cada peso y esos mismos diputados aprovecharon la sesión para modificar la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria y la Ley Federal de Deuda Pública que permitirá al Gobierno Federal adquirir deuda inmediata para un fondo de Prevención y Atención de Emergencias –no hay que ser pesimistas–, para que en el poco probable caso de que la crisis mundial nos obligue a necesitarlo.

estampas del corazon de jesus
El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador con estampas del Sagrado Corazón de Jesús (Fotografía: Record).

Mientras las cifras de contagios diarios en Italia, Francia y España se suman por centenas, acá seguimos con la política de lavarnos las manos y cada vez hay más llamadas de auxilio de lo imposible que resulta realizarse la prueba del COVID-19. Pero calma muchachos, respiremos profundo y con alivio, no habrá problemas con la economía, ni reducción de impuestos ni creación de nuevos, la salud y, con el cierre de fronteras, todo está bajo control –ya hasta Cuauhtémoc Blanco anunció la suspensión de todas sus actividades públicas, cosa que a los morelenses ya se habían acostumbrado–.

El presidente Andrés Manuel López Obrador fue generoso y nos confió su escudo, dos amuletos: un dólar que le regaló un migrante y que hoy está bastante revaluado, y una estampita del Sagrado Corazón de Jesús, e incluso nos confió la contraseña secreta: “Detente enemigo que el corazón de Jesús está conmigo”.

Así que ya sabe: olvídese de que le regalen el billete, pero consígase su estampita que seguro a partir de hoy se venderá por miles en el Zócalo y repita la frase durante todo el día hasta que se convenza de que en nuestro México, “todo está bajo control”.


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Mirar hacia adentro

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#MirarHaciaAdentro #Introspeccion

Esta semana, todos los que de alguna u otra manera nos enteramos de lo que pasa en el mundo, ya sea a través del Internet, las redes, la televisión, la radio o los periódicos, estamos preocupados por un tema que no entendemos, que no conocemos sus alcances, que veíamos lejano y que ahora es una realidad en México: el virus COVID-19, que ha provocado una pandemia y nos ha puesto a prueba. ¿Por qué a prueba? Porque hoy se vive algo desconocido para muchos de nosotros, que nos provoca miedo y nos limita para llevar nuestras vidas de una forma “normal”. ¿Es normal vivir como vivimos? ¿La prueba tiene que ver en si ahora sabremos vivir con poco movimiento, con pocas salidas, con falta de abrazos a los amigos y de conciertos masivos? La prueba parece fácil de superar porque todos tenemos claro que este problema del Coronavirus (como mejor se le conoce en el país) es temporal. Pero… ¿qué no lo es? Yo ya aprendí que la expresión “para siempre” no es aplicable a nada. Ni bueno ni malo. Todo es por un tiempo, y así será la pandemia que hoy nos azota. Entonces, la respuesta es sí. Sí pasaremos la prueba y casi todos seguiremos con nuestras vidas. Sólo algunos morirán y entonces, aquellos pocos cercanos a esos muertos, jamás olvidarán lo qué pasó cuando nos visitó el nuevo virus.

“Seguir con nuestras vidas” cuando termine la pandemia, es una oración seca, poco clara y puedo decir que hasta vacía. Si tratamos de darle una interpretación muy simplista, “seguir con nuestras vidas” será vivir exactamente como lo hacíamos antes de que llegara el coronavirus. Yo invito a mis lectores, aprovechando el poco movimiento, las pocas salidas y la poca socialización, a que en estos días reflexionemos, precisamente, sobre “nuestra vida” y cómo la queremos vivir. Nadie tiene una respuesta correcta o errónea. Todos somos constructores de nuestra vida y la edificamos como queremos o podemos. Nadie puede vivir por nosotros. La vida es de las pocas cosas que son indelegables. No hay sustituto para Pepe Elías, ni lo hay para cada uno de ustedes. Aunque esto que acabo de decir parece una obviedad, nunca nos ponemos a pensar en ello.

El estilo de vida de los habitantes de este planeta, en el siglo XXI, está caracterizado por seguir patrones irreflexivos de conducta que vienen siempre del exterior de nuestro ser. Es decir, lo que pasa afuera dicta nuestro comportamiento. Cada vez hay menos introspección. La dinámica social del siglo XXI es de hacer contacto con miles de personas en las redes, para no contactar nuestro ser interno. Las tecnologías para el desarrollo del transporte de personas por cielo, mar y tierra, hace que los seres humanos puedan estar del otro lado del mundo en menos de 24 horas, que conozcan puertos en diferentes países en cuestión de días o que manejen por todos los caminos en ciudades y campos. Creemos que eso es lo “normal” y no paramos. Pero ese personaje único, que somos cada uno de nosotros, ahora mismo está en un conflicto porque, por lo menos en la parte de movilidad, tendremos que hacer un alto. Debemos dejar de viajar, dejar de salir y estar más con nosotros mismos. Podemos seguir desperdiciando nuestra oportunidad de mirar hacia adentro, conectados todo el día con el exterior a través de las redes y los medios, o en ese alto forzado en el camino, hacer una verdadera introspección de quiénes somos y qué vida tenemos, para así reflexionar sobre la vida que queremos.

Mirar hacia adentro es descubrirnos vulnerables, mortales y miedosos. Probablemente eso no nos guste, pero por lo menos sabremos lo que no nos gusta de nosotros mismos. La gran ventaja es que, al mirar hacia adentro, también descubriremos nuestras pasiones, nuestra creatividad y todas las cosas que realmente amamos y que muchas veces ni siquiera nos habíamos dado cuenta.

Yo deseo, con todo el corazón, que estos días extraños, en los que todo parecerá un caos –la salud, la economía, el empleo, la movilidad y un sinnúmero de etcéteras–, les traiga en su vida interior, certidumbre de quiénes son, paz, armonía y amor. La realidad del ser humano está ahí, en su ser interior.

Dice la Kabbalah que el 99% de nuestra realidad no está en el exterior, pero que vivimos como si ese 1% fuera realmente lo importante. Meditar, leer, crear, es sin duda lo mejor que podemos hacer en estos momentos, en vez de seguir “conectados” con el mundo exterior. Nada nos desconecta más de nosotros mismos que esa falsa conexión. Con la única persona que estamos 24 horas al día es con nosotros mismos, y si nunca nos miramos hacia adentro no podremos realmente “seguir con nuestra vida” cuando la crisis virulenta termine. Si no lo hicimos antes, es el momento de hacerlo. Yo no creo que estas calamidades vengan nada más porque sí. Hay mucho que aprender de ellas, pero sobre todo, hay mucho que aprender de nosotros mismos cuando estamos en esas pruebas. No las reprobemos y mejor saquemos mención honorífica.

La vida la tenemos para vivirla a plenitud, pero es plena cuando la vivimos de adentro hacia afuera, no al revés.

Que tengan buena semana y manténganse seguros y reflexivos.

¿Lloramos o vendemos pañuelos? Cómo enfrentar la pandemia

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El miedo de contagiarnos, el miedo de que se contagie alguien de nuestra familia, algún amigo… Las compras de pánico, la escasez de productos, el pánico bancario… ¿Qué estamos haciendo para evitar que ocurra lo mismo del cuento Algo muy grave va a suceder en este pueblo de Gabriel García Márquez?

Según el cuento, un día cualquiera, una mujer se despierta con la sensación de que algo malo ocurrirá en el pueblo donde vive. Se lo comenta a sus hijos y uno de ellos hace el comentario a un amigo, quien le comenta a otra persona y a su vez, ella lo comenta al carnicero del pueblo, por lo que le pide más carne “por si algo malo ocurriera” (…) él se lo dice a otros clientes y el pánico comienza a apoderarse del pueblo. Compran más insumos, se dan cuenta que no pasa nada, pero “hace más calor” y estalla el miedo colectivo. Un vecino toma la iniciativa para mudarse del pueblo, y para que la desgracia no lo siga, decide prenderle fuego a su casa. Al ver esto, todos los habitantes hacen lo mismo y dejan el pueblo vacío, con incendios por todas partes y, al final, la señora que había iniciado la cadena de histeria va clamando “Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca.”

pandemia
Ilustración: Asis.

Como en el cuento, lo que ha ocurrido en los últimos días parece ficción. Sin ser experto en la materia y opinar más allá de lo que estamos viviendo en el sector empresarial, es uno de los más grandes retos que tenemos los que generamos empleos y contribuimos con la economía en México, sea formal o informal. Como el mismo Einstein decía es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias… Así que, antes de parar todo en el país, debemos sí o sí, pensar en este tiempo para superarnos a nosotros mismos y salir más fuertes de lo que en realidad creemos que somos.

Las pandemias no son nuevas en la historia de la humanidad. De hecho, se tienen registros de enfermedades como la peste bubónica en Europa, en 1606, cuando se prohibieron las reuniones y los espectáculos teatrales en una cuarentena obligatoria. Mientras los artistas se desesperaron, William Shakespeare dedicó el tiempo a escribir tres obras literarias que hasta la fecha siguen montándose con éxito: “Antonio y Cleopatra”, “El Rey Lear” y “Macbeth”.  Por otro lado, pensemos que históricamente los grandes males nos han impulsado a investigar más sobre las epidemias: tenemos la suerte de vivir en una época donde la malaria, el cólera y la viruela tienen menos víctimas mortales gracias a los medicamentos que han sido descubiertos y distribuidos en beneficio de las poblaciones vulnerables.

crisis coronavirus
Ilustración: New Scientist.

Consideremos que la verdadera epidemia es y será la desinformación. La gente puede morir de miedo, más que de la enfermedad. Está comprobado que si nos cuidamos y nos quedamos en casa por unos días podemos ayudar a bajar el número de contagios. Recordemos que el momento de la crisis es un momento sin igual, donde nuestra creatividad debe fluir y enfocarse en el modo del cómo sí podemos salir adelante.

Aprovechemos estos días de incertidumbre para crear soluciones emprendedoras, premiemos la innovación y compartamos ideas en nuestra comunidad para cuidarnos, sin información falsa, sin compras de pánico, sin emprendimientos “indeseables” o subiendo el precio de los productos que vendemos. Al contrario, busquemos cómo ayudar a la gente en tiempos de crisis, sigamos produciendo soluciones en beneficio de todos y creemos conciencia demostrando que hoy más que nunca somos mexicanos y que la base de nuestra magia radica exactamente en ver la oportunidad en cada calamidad.


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Negligencia de probabilidad

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Sea ambicioso cuando los demás tengan miedo.
Warren Buffett.

La emoción (positiva o negativa) opaca la probabilidad

En este momento, nadie puede conocer la magnitud de la amenaza del coronavirus. Pero una cosa está clara: muchas personas están más asustadas de lo que deberían, tienen un sentido exagerado de su propio riesgo personal. Esta situación se conoce como “Negligencia de Probabilidad”, y se explica y demuestra de la siguiente manera: Suponga que un resultado potencial se apodera de sus emociones, ya sea por ser peligroso o por ser maravilloso, solemos entonces concentrarnos en él y prestamos mucha menos atención de la que debería a una pregunta crucial: ¿Qué tan probable es que ocurra?

Christopher K. Hsee de la Universidad de Chicago y Yuval Rottenstreich de la Universidad de California en San Diego, llevaron a cabo una investigación preguntando a un grupo de personas “¿cuánto pagarían para evitar una probabilidad del 1% de una ‘descarga eléctrica no peligrosa’?”. También preguntaron a otro grupo similar de personas “¿cuánto pagarían para evitar una probabilidad del 99% por el mismo evento?”. La diferencia entre las probabilidades es enorme, sin embargo, la gente no registró esa diferencia. Para evitar una probabilidad del 1% de una descarga eléctrica, la cantidad promedio que las personas estaban dispuestas a pagar fue de $7 dls., mientras que para evitar una probabilidad del 99%, el número era de $10 dls. ¡No es mucho más alto!

probabilidad
Ilustración: Coursera.

El resultado demuestra que cuando se perciben fuertes emociones, las personas tienden a no pensar mucho sobre la probabilidad sino únicamente en el resultado. Algo similar sucede cuando un resultado desencadena fuertes emociones positivas. Ésta es una razón por la cual las loterías ganan tanto dinero. La probabilidad de ganar es bajísima, pero al considerar las cosas que pueden hacer los ganadores de la lotería, entonces participan, haciendo que mucha gente desperdicie su dinero en boletos de lotería.

Si usted no es chino y tiene menos de 60 años no se preocupe

En el tema de estos días del coronavirus sucede lo mismo. A menos que la enfermedad se controle pronto, provocará más miedo, y se asociara a mayores problemas en la economía, pues muchas personas están tomando medidas preventivas –cancelar vacaciones, negarse a volar, evitar lugares concurridos, etc.–, incluso si no hay una razón adecuada para hacerlo, propiciando algo que no debía haber sucedido.

Nuestro punto de vista es que la mejor respuesta al miedo excesivo es analizar realmente el tema de la probabilidad. Suponga usted que los habitantes de una ciudad están alarmados por el riesgo, tal vez porque los rumores falsos se propagan en mayor proporción y velocidad por las redes sociales; tal vez porque una persona ha sido diagnosticada con el coronavirus. Es probable que, para los residentes, el riesgo de infección sea muy bajo y mucho menor que los riesgos a los que están acostumbrados en la vida cotidiana (contraer gripe, neumonía o faringitis). Es probable que informar a las personas sobre este hecho calme a las personas.

probabilidad de infeccion
Ilustración: Axios.

El peor día de decesos en China por el Coronavirus fue el pasado 10 de febrero con 108. Ese mismo día en el mundo más de 27,000 personas murieron por cáncer, más de 25,000 por ataques cardíacos, más de 7,000 por diabetes y más de 3,000 por suicidios. Actualmente, si usted no es chino y tiene menos de 60 años la probabilidad de morir por el COVID-19 es del 0.2%. La mortandad del virus es sólo 2.0% vs. 10% del SARS en su momento. Las personas lo entenderán más adelante, como en otras ocasiones, pero entonces los mercados y los precios de las acciones se habrán recuperado de manera importante y muchos habrán dejado ir una oportunidad que no sucedía hace 10 años.


Carlos Ponce B. Es Socio Fundador de SNX, Constructores de Patrimonio. Puedes escribir tus comentarios y dudas al correo cponce@snxsinexcusas.com


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Coronavirus desde mi visión y una posible conspiración

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Leo en el resumen de Times que llega todos los días a mi computadora, lo siguiente:

Más recientemente, en Seattle, la doctora Helen Y. Chu, experta en enfermedades contagiosas, libraba otro tipo de batalla: tenía acceso a miles de muestras de pacientes que podían ayudar a comprender el coronavirus cuando apenas había aterrizado en Estados Unidos, pero un laberinto burocrático le impedía estudiarlas. Así que ella y sus colegas empezaron a hacerlo sin autorización:“Sentíamos que estábamos de brazos cruzados, esperando a que la pandemia surgiera”, recordó Chu antes de que la OMS declarara que el brote es ahora una pandemia. —Elda Cantú.

Desde un comienzo, o más bien cuando comenzó a tener eco público la existencia del coronavirus, mi enfermedad de la conspiración me llevó a pensar que esto no es algo casual y que fue premeditadamente liberado de algún laboratorio. La idea se hizo más fuerte cuando estudié un poco más qué se sabe sobre la ciudad de Wuhan y, sin duda, ella tiene la capacidad para desarrollar el virus y, aparentemente, suficientes extranjeros para propagarlo por el mundo.

El médico que lo descubrió en un paciente ya murió, pero él mismo estuvo amenazado por publicar la existencia del virus, y su colega en el hospital, también murió. ¿Puede ser que los mataron?:

De la nota extraigo: A principios de enero, el doctor Li fue interrogado por funcionarios hospitalarios y por la policía después de que el 30 de diciembre advirtió a un grupo de compañeros de la Facultad de Medicina sobre un brote viral que, dijo, parecía similar al SARS. La policía lo conminó a firmar una declaración donde decía que su alerta era un rumor infundado e ilegal.

coronavirus y guerra biologica
Imagen: Economic Times.

Me pregunto ahora por qué en Estados Unidos no permitieron investigar el coronavirus. ¿Quién se encuentra detrás de esta guerra mundial que está paralizando al mundo? Recientemente, justo China publica que fue Estados Unidos quien insertó el virus en el país asiático y eso coincide con una noticia de hace varios días, en la cual se publicaba que el virus se desarrolló en laboratorios de Estados Unidos y Reino Unido.  Esta noticia se desmintió en varias oportunidades y se manifestó que es diferente el virus desarrollado en esos países.

No comparto enlaces sobre notas de conspiración pues hay muchas y posiblemente varias tampoco sean muy serias. Todo lo que yo digo no es más que una suposición personal y no científica, aunque considero que es seria. Por las dudas, llenaremos las alacenas de la casa, esperando que aquí no se despierte aún la histeria. He visto imágenes y relatos que en Estados Unidos hay grandes colas en los supermercados e incluso ya están faltando productos, como decían en un video, “ya se parece a Venezuela”.

Aparentemente la mortalidad no es tan grande y los más afectados son las personas mayores, en especial, los que tienen alguna enfermedad crónica. ¿No es acaso uno de los problemas del mundo actual, especialmente el occidental, la prolongación de la vida y el envejecimiento de la población que se convierten en una carga a los sistemas de pensiones, a los sistemas de salud, etc.? No es agradable y, hasta inhumano, lo que pienso, pero la sensación es que parece un programa de sanidad global. La participación de los políticos en manifestar que hacen todo lo posible para evitar la propagación de la enfermedad, no siempre es confiable. No les creo, nunca les creo; ésa es mi verdad.

Sí quiero agregar que he leído que no se hace todo lo posible para evitar la propagación en Israel, por eso se fortalece mi idea de que los gobiernos son partícipes de este “programa”; también acabo de ver un video de España donde un médico dice que tampoco se hace algo. Estamos ante un “sálvese quien pueda”, yo mismo estoy feliz de estar en Barranquilla con 28° a las 10:44 de la mañana.

coronavirus en Israel
Coronavirus desde Israel.

Sabemos por experiencia o por imaginación, o sencillamente por ver muchas películas, que todo es posible. La acusación de China que el virus lo propagó Estados Unidos es probable, tan probable como intentar que otros tengan la culpa es siempre una primera y mejor solución. En realidad, para mí no es importante, pues siempre somos utilizados por los regímenes y, tanto los unos como los otros, utilizan armas químicas, biológicas y atómicas para cuidar sus intereses. Nunca sabemos cuáles son “sus intereses”. ¿Quiénes están incluidos en “sus”? Veamos qué dice la Doctora Chu en un reportaje, y copio la cita textual marcado en negritas:

Do you think there could have been previous deaths from coronavirus that were not recognized as due to the virus?

Yes. Now that we’re pretty certain that coronavirus was here from January up until now probably circulating in the community, I think we’ll start getting a better understanding of what else it was causing. In our study we have samples that we’ve saved over the last two years. We’ll be able to get some information from those.

La expansión en el mundo fue en realidad a fines de enero, en Corea se identificó el primer caso el día 20 y en Italia el 31. Un enlace del 21 de enero de 2020 manifiesta que ese día se denunció el primer caso en Seattle, en un viajero que venía de China. Seguramente llegó de China, lo que no sabemos es el número de cuántos enfermaron antes que él en la zona de Seattle. Recordemos que los primeros enfermos de Estados Unidos precisamente eran del estado de Washington. Todo esto –incluido el siguiente enlace– para manifestar que puede ser un nuevo virus que irrumpe en nuestra vida, pero también puede ser un virus de laboratorio, siempre quedará la duda: se escapó solito o le abrieron la puerta. Tanto a China como a Estados Unidos, y otras potencias en el balance de alertas mutuas, les conviene que se piense que ellos pueden liquidar millones de personas.

sospechas coronavirus
Ilustración: Adolfo Arranz.

Como todas las guerras, estamos en una que es económica y desde hace tiempo se menciona la guerra comercial que, sin duda, es parte de ella el coronavirus COVID-19.  La suspensión de la actividad económica causará muchos más muertos que el COVID-19 y realmente afectará al mundo entero. ¿Habrá un nuevo orden mundial? Reducción del consumo, menos turismo, desarrollo de industrias locales. No lo sé, tampoco sabemos quién ganará esta guerra. Por lo pronto, los precios de las acciones han bajado mucho y es posible que bajen más, y el que tiene dinero puede comprar empresas con “poca plata”.

Los chinos, gracias a sus exportaciones, tienen mucho efectivo y seguramente se apropiarán de varias empresas. Hay un encarecimiento general del dólar, efecto que aumenta el precio de los productos de Estados Unidos y baja su competitividad en los mercados. La reducción del precio del petróleo sin duda es parte de esta guerra, ya que las empresas que lo producen en el país estadounidense, producen un petróleo caro porque utilizan la tecnología del fracking, mientras que a Arabia Saudita le resulta muy barato explotar las reservas. Así, supuestamente la guerra es entre Rusia y Arabia Saudita, ya que la primera desea reducir la producción para incrementar los precios y la segunda incrementó la producción a cantidades récord. El petróleo siempre fue parte de las guerras, en 1973 la OPEP –Organización de Países Exportadores de Petróleo– decidió no vender a los países que apoyaban a Israel, decisión que les dio muchas ganancias.

El Vaticano permanecerá cerrado para los turistas y así también el Louvre; la suspensión del futbol y otros espectáculos multitudinarios causarán un paro a la economía. Es de estimar que Netflix y otros medios florecerán en el corto plazo, pues la gente estará en casa más tiempo que el habitual. Obviamente los centros comerciales se verán afectados.

Por supuesto, me acompaña lo que tranquiliza a las personas optimistas: A mí no me pasará nada y creo que a la mayoría de los que sufren de hipocondría tampoco les sucederá.


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Al borde de la pandemia, se suspenden las corridas de toros

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El modelo de negocios de los toros depende principalmente de la asistencia del público a las plazas y, a diferencia de los deportes profesionales, el toreo obtiene muy poco dinero de los patrocinios por diferentes motivos, lo cual hace más compleja la continuidad en el momento que vivimos en el planeta, con el toro del coronavirus embistiendo descompuesto.

Por ello fue muy significativa la corrida que se celebró el domingo 15 de marzo en la plaza El Pinal, en la serranía poblana en la bella población de Teziutlán, Puebla, organizada por la empresa de los López Lima, padre e hijo, y Óscar Sierra, y que el propósito fue celebrar 478 años de fundación de la población que muchas veces convive con las nubes.

En ese lugar se recuerda a hombres ilustres como los Ávila Camacho y a Antonio Espino, mejor conocido como “Clavillazo”; Maximino Ávila Camacho fue socio de Neguib Simón Jalife en la construcción de La México, ganadero y empresario taurino; por su parte, “Clavillazo” fue torero cómico y dueño de un cortijo La Movida en la zona de Satélite.

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Diego Silveti Del Bosque, torero mexicano (Fotografía: Ángel Sainos).

La plaza es muy bella y tiene como cada una su sello, a la cual acuden de lugares circundantes como es el caso de muchos ganaderos tlaxcaltecas que asistieron a la que sería la última corrida antes de la cuarentena que debemos guardar para protegernos.

La plaza es techada y fue hasta principios de los años 60 cuando para cubrirla se colocó una lona, teniendo como atractivo principal de cartel al matador español Manuel Benítez “El Cordobés”, alternando con el mexicano Raúl García. El nombre de la plaza, El Pinal, se debe a que la zona donde fue construida predominaban los árboles de pino.

En la corrida del 15 de marzo de 2020, en la suerte suprema arriesgó Diego Silveti y como premio le otorgó el juez de plaza dos trofeos, mientras que por la misma “El Zapata” solamente obtuvo uno, y Luis Ignacio Escobedo puso voluntad sin que le acompañara el éxito.

La corrida se celebró con astados de la ganadería hidalguense de Torreón de Cañas y uno de Las Huertas que sustituyó al primero de la ganadería titular que me pareció emotivo. Los de Julio Uribe resultaron en conjunto potables y de pintas variadas; destacándose por sus cualidades de embestida, el segundo de pelaje y nombre Carbonero, muy bien toreado, especialmente con la mano izquierda por Diego Silveti.

Sin embargo, falló en la suerte suprema con “Carbonero”, pero en su segundo, supo enderezar una faena con tandas largas emocionando a la concurrencia, que asistió en buen número. Cuando al encuentro, realizó en corto y por derecho la suerte suprema, logró una gran ejecución, aun con el riesgo inminente de una cornada; el público emocionado demandó dos trofeos y el juez los otorgó, para que al finalizar del festejo se fuera cubierto por su capote guadalupano en hombros de los aficionados del bello coso de la sierra poblana.

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Diego Silveti Del Bosque, torero mexicano (Fotografía: Ángel Sainos).

“El Zapata” demostró gran variedad en su toreo y por la suerte suprema no compartió la salida en hombros con Diego. En su segundo se prodigó en los tres tercios hasta lograr entusiasmar a la parroquia y solamente por la suerte suprema su premio fue uno.

Luis Ignacio Escobedo esforzado, sigue en busca de continuidad en sus actuaciones que son escasas y, a punto estuvo de sufrir un grave percance del que se libró, a Dios gracias.

Fue en Teziutlán, en un mano a mano con Manolo Martínez el 13 de agosto de 1987, cuando Miguel Espinosa “Armillita” obtuvo una pata, además de los máximos trofeos de un toro de La Venta del Refugio. Vale la pena, por tanto, acudir a su feria que se celebra entre julio y agosto de cada año, en una plaza de prosapia.

En fin, así las cosas, se cierra el toreo, mientras capeamos el temporal de la pandemia, deseamos que al regreso, todos gocemos de salud y nos congratulemos. Que así sea.


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