Al inicio del 2020 México ya arrastraba un pasado con un peso extra del cual no éramos conscientes. Veníamos forjando como sociedad un futuro predecible al no contar con la capacidad de detenernos, observar minuciosamente y detectar que poco a poco nos alejábamos de las ganas de participar y vivir en comunidad. El deseo por ganarle al otro se había programado tan profundamente en nuestra mente que la separación en la sociedad tomaba su peor camino hacia un estado cada vez más fuerte en la polarización.
Nos encontrábamos escribiendo el guion de nuestra película y proyectándola en una gran pantalla colectiva. Nuestro miedos y emociones de baja energía (como la culpa, el orgullo y la apatía) nos mantenían escribiendo las escenas que proyectábamos en esa realidad. El momento de la sorpresa, en esta narrativa que construimos, llegó con la pandemia y todo lo que trajo con ella. Parecíamos sorprendidos de no haber hecho nada por prepararnos para contrarrestar con anticipación lo que se veía venir claramente. Al final nos llevó a recluirnos en nuestras casas y nos inundó con esa incertidumbre en la que vivimos hasta el día de hoy.
¿Recuerdas esos días en que nos asombrábamos porque los animales andaban en libertad por las ciudades? La separación física nos estaba mostrando lo que teníamos a nuestro alrededor. Ríos y mares empezaron a limpiarse en muchos lugares no industriales bajo la contaminación en las calles. El planeta estaba respirando y mostrándonos que todo lo que veíamos en nuestras pantallas individuales y colectivas se hallaba lejos de lo que podemos visualizar para construir un mejor futuro para todos.
Nos mostró también lo lejos que nos encontrábamos de algunos familiares y amigos. Nos trajo un capítulo a nuestra película en el que pudimos observar que al no tenerlos cerca empezábamos a necesitarles. Llevábamos años deshumanizándonos, sin darnos cuenta de que todo era parte de la construcción de lo que hoy estamos viviendo y que tristemente poco a poco está regresando a la vieja normalidad. No hubo aprendizaje.
La gran oportunidad que tenemos para proyectar y crear un mejor futuro es alejarnos del pasado para romper con ese “futuro predecible” que siempre teníamos seguros y a la vista. Esto no sólo es un tema de buenos deseos ni positivismo, es un acto consciente de ponernos en acción hacia un nuevo destino. Hay que verlo y hacerlo. Es claro que hay que cambiar paradigmas ya establecidos en nuestra cultura e instalar los nuevos que requerimos para que nuestra pantalla cambie. Sabemos que esto no se construye de la noche a la mañana, pero no deberíamos esperar más para empezar conscientemente.
Veamos un México unido, sano y abundante para todos; construyámoslo desde cada uno. Acumulemos y sumemos emociones de energía alta como el amor, la paz y el agradecimiento en vez de priorizar la competencia y la razón que sólo alimentan al ego. Esto se debe hacer desde la consciencia y comprensión de que la responsabilidad es de todos. Debemos tener claro que, si lo seguimos haciendo como antes, nuestra pantalla estará llena de lo mismo y obtendremos igualmente los mismos resultados; esos que desafortunadamente no suman para construir un mejor país y un mejor planeta.
Esta pandemia nos ha mostrado tantas cosas que es momento para aprovecharlas. Escribamos las escenas que queremos vivir en el futuro y actuemos coherentes a ello. Dejemos de meternos en la vida de los demás de forma destructiva y construyamos estructuras positivas desde nuestra vida para los demás. Las posibilidades pueden cambiar muy rápido si vamos despertando del sueño en que nos hemos dormido esperando a que las circunstancias cambien mientras no se hace nada y responsabilizamos a los demás.
Aún existen muchas personas con el deseo de regresar a lo mismo de antes, por salir del momento que estamos pasando, y es entendible. Esto no permite que la pantalla colectiva cambie tan rápido, pero sí podemos estar seguros de que si seguimos sumando mexicanos conscientes a una nueva pantalla para México, poco a poco podremos proyectar un país más equilibrado y mejor para todos.
Al final son las pantallas individuales las que se suman para construir la colectiva. Hay que empezar desde nuestra propia vida preguntándonos ¿Qué estoy proyectando en mi pantalla? ¿Cómo estoy aprovechando el aprendizaje de todo esto que estamos viviendo? ¿Sigo criticando o culpando a los demás o ya escogí el camino de sumar en vez de separar? ¿Mis deseos traen resultados también para una mejor sociedad? ¿Estoy creando un futuro predecible o un nuevo futuro?
La actuación de cada uno en esta gran pantalla colectiva determinará el siguiente episodio de nuestra película llamada México. ¿Estás consciente de la siguiente escena que quieres producir en esta película o dejarás que otros la proyecten sin ti?
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