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8M 2021, continúa la marcha

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No fui a la marcha. Me dio miedo comprometer todo un año de confinamiento, pero también me dio mucho pesar no participar con el cuerpo. A las 6:50 del lunes, previo acuerdo en redes sociales, me uní a la iniciativa de escribir en el chat de la mañanera el de #NoSoyBotNiSoyPartido, #8M. Me sorprendió la cantidad de mensajes. Recordé lo que sucedió hace un año, las jacarandas como metáforas del color del movimiento, el calor, el sentido de unidad. Salí a caminar y me encontré con gusto y no poca sorpresa ciertas acciones, tímidos actos comunicativos, que no vi el año pasado: carteles morados en las puertas de varios edificios, calles cuyos nombres fueron modificados temporalmente por cartelitos escritos a mano, mujeres de todas edades caminando solas, como yo, pero con playeras que ostentaban los principales hashtags.

Antier, no obstante, se asistió a otra jornada histórica: la continuidad a la marcha del 8M de 2020, cuando salimos a las calles hasta las más renuentes a las participaciones de ese tipo, cuando sentimos unidad e identificación, a pesar de nuestras incontables diferencias, porque salimos a reclamar por nuestra seguridad y por la justicia que, simplemente, no llega para las víctimas de violadores y feminicidas. Dadas las condiciones del confinamiento voluntario y el peligro de contagios, me llamó la atención no recibir información desde la semana previa sobre qué haríamos para apoyar quienes decidiéramos no salir. La información tardó en llegar, pero finalmente se hizo presente, y a raudales, máxime a raíz de la colocación de las vallas en torno al perímetro del Palacio Nacional desde el fin de semana. La valla fue indignante, pero la respuesta de las mujeres fue inmejorable: la escritura de los nombres de las desaparecidas, la colocación de las flores, la creación de un memorial efímero (paradójico, pero cierto) que dio un impulso a la simbólica del movimiento y que generó, desde luego, todo tipo de reacciones adversas, pues ese aparato de “defensa y protección del patrimonio”, como se dijo que era, aparecía, en realidad, como una fortaleza de la estulticia, la necedad y la represión ciega.

8m marcha
Cortesía: Sara Baz.

Quizá los eufemismos resultaron más ofensivos y provocadores que nunca: “el muro de la paz” es una designación indignante, para propios y extraños. Lo más contrastante, después de ver la represión, fueron las declaraciones que AMLO hizo en la mañanera del 9 de marzo. Acusó a las mujeres de cometer actos de “evidente provocación”, mismas que las fuerzas del orden aguantaron “estoicamente”. Al ser cuestionado por una periodista sobre su apoyo irrestricto a la candidatura de Salgado Macedonio a la gubernatura del estado de Guerrero, AMLO manifestó que “no podemos permitir los linchamientos políticos”, ya con visible fastidio, pues las imprecaciones no han sido pocas. Si no podemos permitirlos, ¿entonces por qué sí podemos permitir la impunidad y la represión?

Cerca de 22,000 personas ocuparon el espacio público este 8 de marzo. Salieron, a pesar de la pandemia, a reclamar una agenda de derechos que, en años, no se ha visto cumplida. Salieron también en otras ciudades y sin importar su edad. Cientos se acercaron a la plancha del Zócalo, a pesar de las intimidaciones de la policía y de la presencia misteriosa e inquietante de los apostados detrás de los merlones, en el techo del Palacio. Los miembros del comando “antidrones” evocaron esa imagen terrible de los francotiradores en las fotografías del 2 de octubre de 1968. Lo sé, no es equiparable y a pesar de que ayer hubo lesionadas, no se puede (no-se-puede) ya abrir fuego contra la población civil por manifestarse. Al menos algo hemos aprendido en tantos años, quiero pensar. Pero el tejido de los imaginarios crece, se intrinca y se proyecta cada vez más rápido. Sin duda, las redes sociales y las actuales estrategias de comunicación contribuyen a ello. Desde la colocación del muro, los memes no se hicieron esperar. El meme es un articulador icónico y se dispersa en segundos. Se enriquece, se resignifica, se constituye como bandera momentánea. Me dediqué a buscar y a escuchar testimonios de participantes en la marcha, de la prensa… ¿Para qué las vallas? ¿Realmente se iban a hacer tremendas afectaciones al edificio del Palacio Nacional? ¿Más que las que sufrió en el motín de 1692? ¿Para qué protegemos el patrimonio si, justamente porque es significante, se pretende vulnerar?

8m marcha
Cortesía: Sara Baz.

Se usó gas para dispersar a las manifestantes de la primera línea, por más que el gobierno local y federal lo niegue. Se filtraron, gracias a las redes y a los medios, fotografías y testimonios numerosos que dan cuenta de que la agresión provenía del otro lado del muro. Se observaron y viralizaron actos valientes y asertivos, actos hermosos que construyen una incipiente esperanza en la continuidad de los reclamos, hasta lograr que este país sea seguro para nosotras.

Al igual que en ocasiones anteriores, vi comentarios en redes sociales que me parecieron de lo más retrógrados. No, yo tampoco soy de la idea de agarrar un bote de aerosol y un mazo, pero me avergüenza no tener los arrestos para hacerlo, máxime ahora, cuando no se ve el más mínimo camino para el diálogo, el entendimiento y la comprensión de las demandas; cuando es más importante proteger la candidatura de Salgado Macedonio, convertir en una fortaleza la casa de Andrés Roemer y blindar “el patrimonio”. Me sentí igualmente avergonzada al ver la foto de una señora mayor, con su cubrebocas, haciendo una pinta en los escudos de las policías. Esto no es de edad, ni de partidismos, es solidaridad de género. Experimenté vergüenza y tristeza al saber que muchas de mis alumnas sí tuvieron el valor de ir a la marcha, pese al COVID, y que yo fui educada para no ser violenta. Claro, dicen algunos, que la violencia engendra más violencia y que “hablando se entiende la gente”, pero este gobierno ya ha dado varias, muchas muestras de no querer hablar y de permanecer montado en su macho, literalmente. Ningún cambio sustancial en la historia se ha hecho por la buena, ya se ha dicho y las revoluciones no se hicieron en una mesa de negociación. Quizá esta situación nos obligue a pensar en cómo fuimos educadas muchas de nosotras, y en cuándo vale la pena hacer una intervención más visible en el espacio público. Espero también que todas recordemos esto el próximo 6 de junio.


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8M: El corolario de una lucha que continúa

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Este lunes, como cada año, miles de personas –en su mayoría mujeres– salieron a las calles de las grandes ciudades del mundo a exigir un trato igualitario entre los géneros, al tiempo que exigen que cese la constante de violencia que se ejerce en contra de ellas. En nuestro país, se suma una exigencia adicional: la exigencia de protección en contra de la violencia feminicida y de las incesantes desapariciones de mujeres a lo largo del territorio nacional.

En los últimos años, pese a las descalificaciones y los esfuerzos comunicativos de las instituciones gubernamentales, lo cierto es que la violencia contra las mujeres ha escalado de forma considerable; más allá de la guerra de cifras. Según varias personas expertas en el tema, la violencia ha incrementado no sólo en número sino en intensidad, debido a que existe más conciencia y menos complacencia de quienes son víctimas de estas situaciones, por tanto, la respuesta machista e inhumana es, aumentar la agresión, violencia y su contundencia.

violencia feminicida
Imagen: Camila de la Fuente.

Como lo comenté en las colaboraciones anteriores, el funesto pacto patriarcal, esa complicidad silenciosa e irresponsable de la sociedad por tolerar e ignorar la violencia de género, producto de una desviación de valores que –a su vez– formó una cadena interminable prejuicios, convencionalismos y e imposición de roles, ha gestado de un caldo de cultivo propicio para que prolifere, de forma por demás grotesca y cínica en las estructuras sociales y culturales de las sociedades, un incremento considerable de actos de violencia que van desde la agresión psicológica, emocional y económica, hasta la más funesta de todas: la feminicida.

Ese silencio cómplice, ese “voltear hacia otro lado” ante situaciones que “se resuelven en casa”, han hecho que los agresores continúen utilizando el miedo como instrumento de control sobre otro ser humano, en especial contra las mujeres. Y no hablo sólo de aquellos que cometen el delito de Trata de Personas, sino también de esos familiares que, recluidos bajo la protección de los hogares, de forma constante y permanente, agreden a las mujeres, adolescentes y niñas que ahí habitan, las someten a través del temor, el menosprecio y el abandono. Ese pernicioso terrorismo familiar que, lamentablemente, forma parte del paisaje de las sociedades desde hace siglos y que las instituciones de gobierno jamás han observado ni atendido de fondo.

La protesta sirve de mucho para visualizar un problema, pero no basta la simple denuncia ni la visualización. Hace mucha falta hacer conciencia, sororizar, solidarizarse y, sobre todo, educar en valores de respeto, equidad y –aunque pareciera idílico–fraternidad.

violencia feminicida
Imagen: Público.

La humanidad está en un punto de quiebre que requiere evolucionar. Dejar atrás el egoísmo primitivo, la cosificación de las personas y la deshumanización, para abrir paso a una nueva era en la que entendamos que la equidad es el primer paso para alcanzar una justicia que, a la sombra de pactos perniciosos, tabúes y convencionalismos verdaderamente anacrónicos, nos condena a la irracionalidad y a la pérdida de la esencia humana.

Reencausémonos en la racionalización y alcancemos la máxima democrática de libertad, igualdad y fraternidad que, hace más de tres siglos nos propusimos como parte del perfeccionamiento de las personas.


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Aunque sea mínimo

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Sin duda la pandemia ha impactado nuestros hogares, nuestra salud –mental y física–, nuestra movilidad, la interacción social, etc. –ni se diga nuestros bolsillos–. El Centro de Estudios para el Empleo Formal –CEEF– estimó el año pasado que lo sueldos promedio caerían 20% a raíz de la pandemia. Y sí, al haber más personas buscando trabajo seguramente habrán de conformarse con un sueldo menor, o trabajar más horas para mantener el que tenían. Bien es sabido que los salarios en México dejan que desear. El salario mínimo mexicano es de los más bajos de la OCDE, y según la Secretaría del Trabajo éste ha venido cayendo en comparación a otros países hasta la posición 82.

En un libre mercado laboral, la demanda –aquellos que contratan– y la oferta –aquellos que ofrecen trabajar– debieran definir un salario de equilibrio el cual minimizaría el desempleo y las vacantes. El problema está en que dicho valor de equilibrio puede ubicar a la gente por debajo o por encima de la línea de la pobreza. Por ello cobra valor la discusión acerca de si establecer o no un salario mínimo para garantizar que el ingreso de una persona sea siempre digno. El asunto está en que fijar un salario mínimo superior al del equilibrio hace que haya más personas dispuestas a trabajar que dispuestas a contratar produciendo desempleo –si a todos nos ofrecieran millones al día quién no buscaría trabajo–. Por dar un ingreso digno a algunos se les niega el ingreso a otros –quizás estos hubieran preferido el ingreso no tan digno a nada–.

salario minimo
Imagen: Benedetto Christofani.

Y claro, incrementar el salario mínimo en principio suena bien pues los que menos tienen podrán ganar más –el gobierno acaba de anunciar un incremento del 15%, ¿por qué no?–. El problema está en que la productividad de los mexicanos también es de las más bajas del mundo y el salario mínimo en realidad es fijado por el mercado y no por la ley o el gobierno. Aunque los salarios mexicanos pueden percibirse como bajos, esto no es consecuencia del salario mínimo –todas las mañanas que suena el despertador y que me tengo que salir del tamal de las cobijas también siento que gano muy poco–, sino porque desafortunadamente somos poco productivos. En realidad, en 2018-2019 éramos el último lugar de la OCDE en productividad.

Si queremos mejorar los salarios en México, el gobierno debería de estar promoviendo el empleo –para generar mayor demanda en el mercado laboral y subir el punto de equilibrio–. Debería incentivar la inversión –en vez de generar incertidumbre de hacer negocios–, incrementar el presupuesto a la investigación –no bajarlo–, fomentar la creación de empresas –dejar de pelearse con la iniciativa privada–, etcétera.

El salario mínimo provoca pasiones, discusiones, y sin duda también ayuda a evitar abusos en algunos casos. Lo malo es que en muchos casos también representa la posibilidad de perder el empleo y desafortunadamente es más usado de herramienta populista que de otra cosa –al que le quede el saco que se lo ponga–.

Hablando de mínimos, mínimo mi madre ya tiene cita para recibir la primera vacuna COVID en Campo Marte –aunque los de otros tuvieron que recurrir a Biden o de plano a ver hasta cuándo–.


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Piense como empresario

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 Las oportunidades definen nuestras vidas. Incluso las que se nos van.
 Brad Pitt.

A mayor plazo

El “Sr. Mercado” vuelve a hacer de las suyas, los precios de las acciones en semanas recientes observan una fuerte volatilidad que hacen dudar nuestras decisiones. La caída del sector tecnológico en particular (baja del 10% del índice Nasdaq) argumentando menores crecimientos en 2021, amenazas de regulación y temor por alzas en las tasas de interés como consecuencia de una mayor inflación producto de un fuerte crecimiento económico, pone a prueba nuestra paciencia y disciplina. Lo invito a retomar (recordar) la condición de Empresario en Bolsa que consistentemente le he sugerido al participar en Bolsa y que obliga a ver más allá de algunas semanas o meses. Aproveche su actuar y experiencia como consumidor para identificar oportunidades. Muchas veces no se necesita de un análisis demasiado riguroso para identificar lo que funciona y seguirá funcionando bien. Hablemos por ejemplo de los pagos digitales:

Ejemplo de pagos digitales

El apetito por ser dueño de empresas relacionadas con pagar en efectivo, cheques y tarjetas de crédito o débito era la norma antes de que Internet hiciera los pagos en línea sin problemas, pero la transformación del consumidor ha sido muy rápida. A fines de 2019, la empresa francesa de consultoría tecnológica, Capgemini, encontró que las transacciones globales no monetarias totalizaron 708,500 millones, mientras que en 2020, según Visa, todavía se gastaron aproximadamente $18,000 mdd en efectivo y cheques a nivel mundial. Mastercard señaló recientemente que el 60 de los consumidores tienen ahora una actitud más negativa hacia el uso de efectivo, mientras que el 70% de los consumidores tiene la intención de hacer más banca digital, más compras en línea y más pagos sin contacto.

piense como empresario
Imagen: Borja Bonaque.

La combinación de tecnologías móviles y de seguridad que se encuentran en los teléfonos inteligentes y las aplicaciones ha cambiado para siempre la forma en que pagamos nuestras facturas. El cambio en el comportamiento del consumidor lo está impulsando la adopción de alternativas de pago como Apple Pay de Apple, Google Pay de Alphabet, PayPal y Alipay de Alibaba, que permiten pagos en línea, móviles o en persona sin contacto mediante tarjetas de débito y crédito. Los datos de Capgemini encontraron que el 30% de los consumidores están utilizando un servicio de pago “BigTech” ofrecido por empresas multinacionales como Apple, Google, Amazon, Facebook y Alibaba.

No tengo la capacidad de identificar el momento preciso en que la volatilidad del mercado pueda terminar. No obstante, le aseguro que tarde o temprano, las empresas que participan y se benefician de esta tendencia cuya velocidad de cambio es evidente y de la que usted, los suyos y yo mismo somos participantes, serán sumamente beneficiadas independientemente del tiempo término de la pandemia. Así ha sucedido siempre a través de la historia, lo único permanente es el cambio (celulares, internet, vehículos eléctricos, e-commerce, etc.), y son quienes lo identifican y aprovechan de manera oportuna, los más exitosos.


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Un Estado fuerte: la lección que nos deja la pandemia

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El tipo de Estado que requiere nuestro país es quizá el punto de desencuentro más profundo en estos momentos. A finales de la década de los 80, el Estado mexicano entró en una fuerte crisis debido a su obesidad, corrupción, burocratismo e ineficiencia. Tanto economistas formados –sobre todo en universidades de Estados Unidos– como la propia izquierda mexicana señalaron estas deficiencias con justa razón.

Los economistas graduados en el extranjero que ganaron el poder plantearon como alternativa la reducción significativa de las funciones del Estado, por lo que impusieron por más de 30 años una serie de reformas, denominadas neoliberales, que se caracterizaron por la reducción generalizada del gobierno, una aplicación de austeridad fiscal y monetaria llevada a cabo bajo la mirada vigilante del FMI, el recorte de las importaciones y el incremento de las exportaciones; en una segunda etapa se aplicaron reformas institucionales privatizando las industrias paraestatales y el sistema bancario que había sido nacionalizado en 1982. 

Si bien estas medidas redujeron significativamente la inflación, al final los resultados del neoliberalismo en México no fueron positivos, sobre todo en términos de bienestar social: más del 45% de las familias mexicanas viven por debajo de la línea de pobreza; tanto el ingreso monetario como el ingreso por familia se deterioraron significativamente en tres décadas. Por lo tanto, podemos afirmar que el debilitamiento del Estado que dio mayor preponderancia al mercado para generar mayor crecimiento económico fue exitoso únicamente para controlar la inflación y para beneficiar a una élite económica y política, pues el resultado principal fue un aumento sin precedentes de la desigualdad de ingresos y de riqueza. Otro de los saldos negativos más evidentes de la preponderancia del mercado sobre lo público fue la pauperización de la calidad de vida de las personas, gracias al debilitamiento institucional que mermó las capacidades básicas del Estado para brindar seguridad, salud, educación y alimentación.

estado fuerte
Imagen: SCMP.

La gran muestra de las consecuencias del deterioro del Estado mexicano lo podemos ver claramente en la actual pandemia del coronavirus, que llegó casi a la par del nuevo gobierno, con un sistema de salud prácticamente colapsado. Resulta paradójico que quienes debilitaron las capacidades del Estado mexicano, a través de sus críticas por la “ausencia de contrapesos al poder presidencial” para conservar los avances democráticos y de libertades, quieran ocultar su responsabilidad en los episodios de violencia, inseguridad, saqueos y actos de corrupción vividos en las últimas décadas. No quieren reconocer que nos dejaron un Estado débil que permitió que una minoría poderosa que juega en el mercado se impusiera sobre la mayoría de los ciudadanos.

Para enfrentar el enorme espectro de carencias que ha potenciado esta pandemia es necesaria la construcción de un Estado fuerte, que sin lugar a duda es la lección más importante que nos dejado la Covid-19, al presentarnos un aumento de la demanda de los servicios de salud y la necesidad de apoyar a la población por los empleos perdidos y las fuentes de trabajo que cerraron. Según un informe del FMI, a octubre de 2020 las medidas de apoyo a la población anunciadas por el gobierno mexicana apenas alcanzaban el 1 %, mientras que el promedio de los países emergentes era del 6 %.

Sin lugar a duda, la ausencia de mayor intervención del Estado para mitigar las consecuencias de esta pandemia está relacionada directamente con una insuficiente capacidad estatal del gasto público que ha tenido que ser orientado a atacar las necesidades primarias de salud. Por ello, en la coyuntura actual, es de vital importancia para el desarrollo y crecimiento económico, la construcción de un Estado fuerte, que debe partir de contar con más recursos fiscales, con instituciones eficientes y transparentes; por supuesto tarea difícil en un México herido que no cree en nada por las pésimas experiencias que se han vivido.


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Remedios, hospitales y salud

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Darle valor principal a la salud física y a la mental debe ser uno de los mejores hábitos que saquemos de esta pandemia. Cuidarnos, procurarnos hacia adentro y afuera, vivir con moderación y en equilibrio será la diferencia para la siguiente emergencia sanitaria que nos toque.

Cualquier enfermedad, por leve que ésta sea, debe tener remedio en más de un sentido, tanto en recobrar la salud plena, como el no quebrar ante los costos que significa atenderse prácticamente del padecimiento que nos afecte.

El sistema privado de salud debe prevalecer y ofrecerlo, es una situación de mercado que, bien conducida, es conveniente para una economía sana; lo que no es posible, es que una enfermedad pueda arruinar a familias completas.

Para eso tenemos que empujar un sistema de salud pública que sea universal, de calidad y gratuito en la mayoría de sus servicios. Uno, el privado, complementa al otro, el público, con el objetivo de que, a partir de los cuidados que nosotros mismos nos debemos aplicar, tengamos vidas sanas y sin padecimientos que deterioren la vida en su último tramo.

remedios hospitales y salud
Imagen: Lorenzo Gritti.

Esta consciencia social de que la salud es fundamental (sin ella hablar de otras necesidades personales y comunitarias se vuelve irrelevante) debe comprometernos y hacernos corresponsables para impulsar el equilibrio de un sistema público y privado que no existe desde hace mucho tiempo.

Lo mismo con la información y las campañas de difusión que nos quiten el nada honroso primer lugar en obesidad infantil y uno de los primeros tres en obesidad en adultos, con un problema latente entre los jóvenes que ya llevan más de un año en casa sin actividad física necesaria.

La sabiduría convencional puede hacernos creer que, como la vida no está comprada, disfrutarla es una decisión correcta, pero hay otros datos que contradicen: vivimos más años, aunque en peores condiciones, sobre todo al llegar a la plenitud.

Desentendernos de esta realidad es formarse en una fila que tiene turnos muy ingratos para cuando nos toque recibir cuidados o depender de hijos y nietos (en caso de que ellos decidan hacerlo). Planear hacia un mejor futuro es un remedio poderoso; hacer todo lo posible porque sea con salud y con un conjunto de servicios que puedan asistirnos en el momento óptimo, es una forma de vida que garantiza la tranquilidad.

Estamos precisamente en la coyuntura ideal para que los ciudadanos empujemos esa agenda pendiente para que los gobiernos, en todos sus niveles, inviertan en infraestructura hospitalaria pública y abran nuevos espacios en la competencia privada para que los costos sean mucho más accesibles a quienes recurran a ella.

remedios hospitales y salud
Imagen: Behance.

Reactivar la economía también pasa por apostarle a la inversión de hospitales, clínicas, centros de salud que sean suficientes y estén bien aprovisionados de equipo y medicinas, además de construir la infraestructura que permita a México consolidar un pendiente: producir fármacos y vacunas nacionales.

Esa investigación científica urgente podría ayudarnos mucho para que la siguiente pandemia no nos tome en medio de una feroz negociación por vacunas que, si bien son un avance histórico gracias al conocimiento, hoy son una forma de diplomacia que busca establecer órdenes nuevos entre naciones que ya las concentran para su población y aquellas que no tienen una sola dosis hasta la fecha.

Se trata, en resumen, de la salud de la humanidad y de cómo las naciones se prepararán para nuevos casos de crisis sanitaria. La ciencia nos respondió, hubo colaboración en general, pero se nos olvidó algo que debe acompañar a cualquier remedio que esté dirigido a funcionar: el trapito. Es decir, la propuesta y la acción necesaria para que la cura se administre y funcione, junto con la prevención que es la mejor forma de obtener seguridad y también buena salud.


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Inteligencia espiritual, necesidades espirituales y vida espiritual

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¿Qué relación puede tener la vida espiritual con la llamada inteligencia espiritual o trascendente y las necesidades espirituales?

Para explicar lo anterior es necesario partir del hecho que el ser humano, a diferencia de los animales, es capaz de preguntas, operaciones y movimientos que sólo se dan en su especie y que le permiten vivir intencionalmente en el mundo. Esto le libera no sólo de los condicionamientos del instinto, sino también le permiten superar los límites propios de su historia gracias a la inteligencia espiritual.

La inteligencia espiritual es absolutamente independiente de cualquier religión, aunque no por eso las niega. En ese sentido, es importante reconocer que las religiones son una forma sistematizada y comunitaria alrededor de una creencia específica. Es decir, toda religión gira en torno de un mismo universo conceptual en el cual se comparten ideas de origen, sentido y dirección de la vida humana que generan identidad, orientación y certeza. Estas características existen en toda vida espiritual, aun cuando sus conceptos no se compartan necesariamente con otros o se mantengan al margen de una divinidad o divinidades determinadas.

necesidad espiritual
Imagen: La Mente es Maravillosa.

Así, tanto la vida espiritual como la inteligencia espiritual son propias de hombres y mujeres, independientemente de las condiciones internas y externas de las personas y de las condicionantes del entorno, es un aspecto universalmente existente en el interior humano que necesita ser desarrollado y que se manifiesta como un anhelo, aun cuando no se sea del todo consciente, de integrar a la persona consigo misma, con su entorno y con algo más que queda en el misterio.

Las necesidades espirituales, por su lado, son un conjunto de deseos ajenos al cuerpo, las emociones y la mente, aun cuando se encuentren estrechamente relacionadas con ellas. En condiciones normales emergen sutilmente a lo largo de toda la vida y su satisfacción es más profunda y de mayor duración que la complacencia de las fisiológicas o las psicológicas. En momentos límite de la existencia se manifiestan con mayor intensidad dada la vulnerabilidad humana frente al fracaso, la limitación física, la enfermedad terminal y el dolor demandando vehementemente una vía que resuelva la situación junto con el miedo, la angustia y la incertidumbre que acompaña dichos momentos.

Las necesidades espirituales responden a aspectos fundamentales de la experiencia humana como es el sentido de la vida, la integración de la propia identidad, la vinculación con todo lo existente, el reconocimiento de un orden mayor que dirige todo, la aceptación de la realidad, la reconciliación con uno mismo, con la propia historia y con les demás.

inteligencia espiritualidad
Imagen: Pinterest.

La satisfacción de las necesidades espirituales, el desarrollo de la inteligencia espiritual y la vida espiritual están íntimamente ligadas a dos sencillas prácticas: el silencio y la contemplación. Ambas presentes de manera natural en los menores de edad y que la dinámica de este tiempo perturba, oculta y modifica. En efecto, frente al mundo sobre-estimulado en el cual habita una parte importante de la población y las exigencias extremas para hacerle frente, el silencio y la contemplación aparecen como pérdida de tiempo o generan ansiedad ante la quietud. Sin embargo, superar las falsas creencias que las desacreditan, así como resistir la incomodidad de un inicio, descubren un espacio sin espacio, un tiempo sin tiempo que se abre a la eternidad y en donde se experimenta la plenitud.


*Este texto surgió gracias a la inspiración del libro de Francesc Torralba. Inteligencia espiritual. España: Plataforma, 2019.


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De los jardines. ¿Es el Edén un jardín?

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Hoy vamos a dar una vuelta por el jardín. Este jardín puede ser privado o público, sin embargo, su esencia es, desde su origen en Egipto y Mesopotamia, la misma, contar con un espacio de relajamiento que permita reposar y disfrutar de manera pacífica.

Curiosamente el origen de la palabra jardín llega a las lenguas romances a través de una adaptación del vocablo alemán “garten”. Es esta raíz la que deriva en el término “jardín” en español y el “giardino” italiano. A su vez, este vocablo proviene del franco de origen germánico –que no pasó por el francés– que significa “cercado” o “limitado por una cerca” y que, al pasar al francés, equivale al significado de “huerta”. Así se integra el concepto de un espacio limitado, donde se cultivan plantas que deleitan por sus flores, matices, aromas u otras particularidades.

jardines colgantes de Babilonia
“Jardines colgantes de Babilonia” (Imagen: Pinterest).

Las diversas culturas que han poblado la tierra han ido aportando su manera de ver y hacer la jardinería, sobre todo en respuesta al periodo que les toco vivir. Así tenemos los primeros registros de jardines, como lo había mencionado antes, entre los egipcios y los mesopotámicos.

Los jardines de Egipto y de Mesopotamia nacen cuando los seres humanos, ya sedentarios empiezan a generar espacios de satisfacción corporal y espiritual en un espacio pacífico y de recogimiento. En particular en Egipto hacían diseños geométricos en los que se ve un gran dominio de en la jardinería ya que, con las plantas y árboles que utilizaban, generaban espacios donde las palmeras se alineaban para tener sombra y ponían estanques en los que criaban peces comestibles, es decir, sus hermosos jardines ofrecían además utilidad adicional para el consumo y para el disfrute.

jardin romano
Imagen: Doms Romana.

Después tenemos los jardines de la antigua Persia. Ahí se hacían jardines-paraíso, que eran para el solaz y recreo. En una superficie cuadrada, en un espacio cerrado, y empleando redes de riego diseñaban una cruz filiar que representaba a los cuatro ríos cuyas aguas bañaban su territorio. Estos ríos, el Tigris, el Éufrates, el Guijón y el Pisón, responsables de la fertilidad de la región, daban a sus jardines un significado sagrado.

De Persia vamos a viajar en el territorio y en el tiempo hasta Grecia. La relación de los griegos con sus jardines, como espacios donde el crecimiento de la vegetación es controlado y diseñado por la mano del hombre, es social. Ellos diseñaban parques arbolados en los que se llevaban a cabo reuniones filosóficas, políticas, académicas, etc. Además agregaron elementos arquitectónicos por los que tenían una especial preferencia.

jardin romano
Imagen: Gardenia Madrid.

Por supuesto de los parques griegos tenemos que ir a los romanos. A diferencia de los jardines anteriores a la era romana, de estos jardines existen restos físicos en las ruinas de diferentes ciudades. Los romanos inventaron o incorporaron a la jardinería muchas herramientas. Además, pusieron fuentes y sistemas de riego porque tenían un enorme conocimiento de la hidráulica. Ahora bien, los romanos idearon las casas adosadas al jardín que son tan placenteras de habitar y que ellos denominaban “villas ajardinadas”.

Otro estilo clásico de jardines es el musulmán. Estos son jardínes al interior de las propiedades que lo que promovían era el recreo de los sentidos, el aislamiento y la intimidad. El elemento agua y las plantas aromáticas son distintivos de estos jardines. Plantas como el azahar, el jazmín o la lavanda son emblemáticas y, aún ahora, cuando uno tiene la oportunidad de sentarse en un jardín de naranjo y ensimismarse en la reflexión y el gozo y tranquilidad que el ambiente procura.

María en el huerto cerrado, con santos o Jardín del Paraíso
“María en el huerto cerrado, con santos” o “Jardín del Paraíso”, Anónimo, 1410.

El desarrollo de los jardines en la época medieval incluye el cultivo de productos alimenticios. Contar con un pequeño huerto, tanto en castillos como en monasterios se contaba con estas zonas de siembra de vegetales, árboles o arbustos frutales, plantas que eran utilizadas para el consumo y para la preparación de productos medicinales.

Hasta aquí el recorrido por los jardines en esta edición. En la siguiente iniciamos el paseo en el Renacimiento. Mientras, desde el encierro que esta pandemia nos exige, pensemos en nuestro jardín interior, ¿qué sembramos en nuestro corazón y nuestra alma? ¿Cómo hacemos para que nuestra vida florezca para nosotros y todos los nuestros?  


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