Construcción Ciudadana

Esto no es lo que parece

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Atrapados por la “infodemia” –este término que ahora se utiliza para definir el exceso de información, no siempre útil, sobre un tema específico–, surgió hace unos días una medición sobre la forma en que percibimos la realidad y si ésta es congruente con los hechos que ocurren. El nombre del estudio, conducido por la empresa Ipsos, es peculiar: “Los peligros de la percepción”. Desde 2012 miden la coincidencia entre lo que realmente sucede, contra lo que interpreta una muestra de la población –200 mil personas– en más de 40 países.

Este estudio refleja las ideas que los encuestados tienen acerca de temas tan cruciales como el cambio climático, el número de migrantes en sus naciones, causas de fallecimientos más comunes, la sobrepoblación en las prisiones, entre otros tópicos de interés.

Esta prueba de esfuerzo a la “sabiduría convencional” que nos hace opinar de muchas cosas, aunque no tengamos suficiente información o datos confiables al respecto, exhibe el origen de nuestras decisiones a través de presunciones que no siempre están apegadas a la verdad, no sólo de las cifras, sino de la realidad cotidiana.

Es, por definirlo de alguna manera, la forma en que decidimos interpretar lo que nos sucede, la manera en que nos convencemos de esa imagen y cómo tomamos decisiones con base en lo que parece que es.

infodemia e informacion
Imagen: César Mejía

Por lo tanto, si recientemente hemos visto a alguien con un cubrebocas mal puesto o de plano sin uno, hemos leído en redes sociales teorías diversas sobre todo tipo de conspiraciones –la última el descubrimiento de reliquias mayas que comprobaban la existencia de vida extraterrestre–, o conocemos a una persona que asegura el peligro que hay en ponerse una vacuna, entonces hablamos de lo que explica este análisis.

Este año, el indicador de “percepción errónea” abarcó cuestionarios en 32 naciones y versó sobre las causas de mortalidad que existen y las que la gente cree que existen; un asunto muy relevante en un difícil año como éste.

Saber qué piensa la gente sobre casi cualquier cosa permite entender las razones por las cuales se preocupa de algunos temas y no de otros, por qué rechaza o adopta soluciones o los motivos que provocan una reacción tardía o una respuesta rápida y comprometida.

Son esos datos, que se transforman en ideas, que cambian hasta hacerse verdades y convertirse en costumbres, los que permiten mover a amplios sectores de la población para, por ejemplo, guardar una cuarentena ante un virus desconocido, altamente contagioso y con una tasa de letalidad relevante. ¿Suena conocido?

Si la mayoría comparte o rechaza, con base en esa certeza general, una conducta o un hábito, será mucho más sencillo corregir o fomentar cambios que permitan resolver problemas como la contaminación, el uso de combustibles fósiles, el lavado de manos, el uso de gel antibacterial o la prohibición de fumar en lugares cerrados.

infodemia y salud en mexico
Imagen: El País.

De regreso al estudio de Ipsos, las enfermedades del corazón y el cáncer son las dos causas por las que se pierden más vidas al año en los países encuestados, seguido de los desórdenes neuronales, la neumonía y las enfermedades respiratorias crónicas. La diabetes y las afecciones renales continúan en la lista, así como los padecimientos digestivos, accidentes como ahogarse y las lesiones en el transporte.

A pesar de que, en promedio, las dos primeras causas representan alrededor de la mitad de los fallecimientos en esos países, sus poblaciones las desestiman casi en la misma proporción, mientras que sobreestiman el riesgo de morir por lesiones, terrorismo, violencia y adicciones.

Estoy seguro que el estudio no significa que hay razones menos importantes que otras, simplemente que la realidad y los números señalan que existe un riesgo enorme de morir por una falta de cuidado de nuestro corazón o por algún tipo de cáncer, antes de por un accidente o abuso de sustancias, en promedio.

Esta subestimación generalizada podría coincidir con nuestros hábitos alimenticios, nuestra tendencia al sedentarismo y hasta la manera en que pensamos que nos relajamos, dormimos y descansamos. No por nada, México pelea los primeros lugares mundiales de obesidad, falta de ejercicio y consumo de calorías por habitante.

En un rango de 15 a 49 años, el cáncer es la primera causa de muerte, seguido de enfermedades del corazón y del suicidio. No obstante, la mayoría de los encuestados no relacionan a ese segmento de edades con esos padecimientos y se preocupa mucho más por la pérdida de vidas que resulta de la violencia, el VIH o una sobredosis de alguna droga –que en el caso de México no es menor en lo que toca a los homicidios o al uso de algún estupefaciente–.

salud en mexico
Ilustración: Cecilia Martínez.

Esta percepción hace, por increíble que se lea, que las personas no consideren alarmante el número de decesos anuales por cáncer y por afecciones cardiacas, lo que en sí se traduce en una sociedad que no ve ambas causas y por ello no toma medidas comunitarias para corregirlas.

Empatar la percepción que tenemos sobre nuestros problemas, con la realidad de los mismos, es indispensable para corregir y mejorar. No hacerlo es vivir con una venda en los ojos y tapones en los oídos.

En el ranking, México ocupa los lugares de media tabla –sitio 16 de 32 en general– y el denominador común de esa desinformación nace en lo que vemos diariamente en los medios de comunicación y en las redes sociales, lo que nos conduce a llegar a conclusiones que coinciden con nuestras propias explicaciones sobre las principales causas de decesos en nuestro país.

Aunque hay ciertos consensos en nuestra percepción, que se moldea de la información que recibimos todo el tiempo, quienes sufren de una enfermedad o pierden a un ser querido por suicidio, son menos propensos a especular o a suponer sobre el lugar que ocupan en las causas que provocan una muerte. Es decir, tenemos una opinión, más o menos general que coincide con la de la mayoría, hasta que sufrimos en carne propia algún padecimiento o tragedia, ahí hacemos tristemente conexión con la dura realidad.

Ahora que nos enfrentamos a vivir en medio de la pandemia, a la espera de una vacuna, y con un mar de datos parciales, cifras puestas en duda y una desconfianza abierta hacia muchas instituciones, vale la pena estudiar, reflexionar, analizar y pensar en la información que nos llega y en la que compartimos. Todos tenemos derecho a emitir nuestra opinión, es la base de la libertad de expresión, pero no sin antes investigar un poco, documentarnos lo más que podamos, y teniendo la certeza de que estamos haciendo lo necesario para ayudar a mejorar a la sociedad a la que pertenecemos. De lo contrario viviremos siempre de espejismo en espejismo.

¿Cuántos de nuestros líderes y políticos harían lo mismo?


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Y ahora qué sigue para México

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El tráfico de las calles ya es el mismo, salvo porque las escuelas siguen cerradas y varias oficinas mantienen una ocupación moderada. Se percibe que regresamos a una nueva realidad, pero bajo muchas de las costumbres y malos hábitos de siempre.

¿Qué viene para nosotros en los próximos meses? ¿Habremos aprendido algo de esta pandemia o la olvidaremos tan pronto como lleguen las fiestas de diciembre o antes?

Confío en que no, aunque la interrogante sobre qué nos traerá el futuro inmediato se mantiene y debemos estar preparados para tomar medidas que aminoren el impacto de este año complejo que seguirán afectándonos durante mucho tiempo más.

incertidumbre mexico
Imagen: El Cronista.

Arranca octubre y es indispensable vacunarse contra la influenza, otra enfermedad letal que cobra la vida de más de 28 mil personas al año, y que se va a juntar con esta nueva cepa de coronavirus que ya se acerca a los 80 mil fallecimientos, lamentables cada uno de ellos.

Cualquier argumento para no vacunarse para la temporada de influenza carece de sustento científico y de evidencia. No es un asunto de que a uno le “caiga mal” la vacuna o que tenga miedo de contraer la enfermedad, todo lo contrario, en el último tramo del año resultará vital para superar esta emergencia sanitaria y económica. Es decir, casi con la misma urgencia, vacunémonos, de paso, en contra de rumores, mensajes y supuestas afirmaciones que son solo noticias falsas.

La siguiente medida en lo inmediato es continuar con las previsiones de higiene, sana distancia y resguardo. Todavía no hemos librado la pandemia, no fue una experiencia difícil, es aún un periodo crítico y necesitamos colaborar socialmente para que el primer semestre de 2021 no sea el de un rebrote que resultaría catastrófico en más de un sentido.

A pesar de que los indicadores económicos señalan que la mayoría de los mexicanos fuimos prudentes con nuestros gastos, hay que insistir en la prudencia, el apoyo a los pequeños negocios cercanos y a limitar las deudas de cualquier tipo, al tiempo que ahorramos.

Podemos debatir semanas enteras sobre el crecimiento perdido y las consecuencias del frenón económico que inició en marzo, sin embargo, la realidad es que no veremos mejores momentos si no modificamos nuestra manera de interactuar con los pocos o muchos recursos que tengamos disponibles.

union social
Imagen: IADB.

Evitar gastos innecesarios y enfocarnos en garantizar las condiciones de bienestar mínimas para nuestras familias y para nosotros es lo que hará que resurjamos como país después de esta pandemia inédita en un siglo.

Como entraremos a un periodo electoral, y también electorero, es nuestra obligación unirnos en comunidad, construir tejido social y estar pendientes de las promesas, a evaluación de resultados y las propuestas que nos harán para obtener nuestro voto en unas elecciones que se anticipan muy complejas.

Los cambios reales sólo se logran desde la ciudadanía y esa idea debe ir acompañada de diálogo, tolerancia e intercambio de propuestas, no de protestas. En México cabemos todos y quienes afirman lo contrario nutren, o se nutren, de la falsa polarización que asegura que no podemos ponernos de acuerdo.

Nada más equivocado. Aquí podemos convivir con puntos de vista distintos, pero no tienen ninguna relación con los acuerdos fundamentales que necesita un país para progresar: salud, educación, seguridad, paz, Estado de Derecho, oportunidades de desarrollo y atención a todos los segmentos de la población, desde nuestros adultos mayores, hasta los jóvenes, niñas y niños.

Lo demás se vuelve parte de la politiquería que aleja a los que se supone trabajan para los ciudadanos y nos crea una apatía para participar como una sola sociedad, junta en lo fundamental y abierta para llegar a consensos.

apatia politica
Imagen: Eulogia Merle.

Éste es el momento crítico para intentar lograrlo y dudo que haya muchos hacia adelante. Ésta es una oportunidad también única de enfocarnos en lo primordial y dejar a un lado los intereses creados y la grilla que todo lo empaña.

Hagamos el esfuerzo en la salud y en la construcción social de un equilibrio nacional para eliminar lo que no nos sirve y empezar a seguir conductas que nos favorezcan en lo colectivo, en lo familiar y en lo individual.

Y no bajemos la guardia. No es la hora. Faltan meses, muchos, para cantar victoria sobre este nuevo virus, sin olvidar que vivir en este planeta representa estar preparados para la siguiente crisis, sea sanitaria, medioambiental o provocada por nuestro desmedido orgullo, que a veces nos hace creer que somos dueños de un mundo que, cada vez con mayor frecuencia, nos pide humildad y respeto.


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Necesitamos a nuestras escuelas de regreso

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Con escenas variadas a lo largo de mundo, la mayoría de los países que iniciaron de nuevo el ciclo escolar de manera presencial avanzaron hacia una nueva realidad que preserva el valor de la educación en los salones de clase y la seguridad sanitaria de niñas, niños, jóvenes, profesores, directivos y personal de los planteles.

No ha sido fácil, pero conforme la pandemia también prosigue entre nosotros, las medidas de higiene, protección y sana distancia en áreas comunes, aulas y espacios de convivencia, comenzamos lentamente a ver un progreso para que la educación de millones no se viera comprometida.

Por su parte, México se mantiene en la dirección hacia un cambio de semáforo epidemiológico que concluirá en la decisión de las autoridades federales y locales para retornar a una ansiada vuelta a clases, no sólo por los responsables de crianza (mamás, papás y tutores), sino de maestras y maestros comprometidos que han hecho auténticos milagros para suplir temporalmente el proceso educativo presencial con el virtual.

Durante dos semanas tuve la oportunidad de recibir muchos comentarios acerca de este tema de profesionales de la educación, directivos de planteles y responsables de crianza que me compartieron muchos de los retos que han tenido que vencer para brindar la enseñanza de manera remota y las difíciles condiciones de miles de estudiantes para asistir a clases en esta modalidad.

clases a distancia
Imagen: elobservadoredomex.com.mx.

Desde el problema de espacio en departamentos y casas, hasta la conectividad a internet y el acceso a computadoras personales o tabletas, los cursos a distancia se han sostenido en un dudoso modelo de contenidos y presentaciones por televisión que sigue sin estar a la altura de las necesidades que nos impuso la pandemia para no retrasar el progreso académico de millones de niñas, niños y jóvenes.

 Pese a su alcance y número de aparatos por domicilio (94% de los hogares, según cifras oficiales), las clases por televisión abierta son todavía un paliativo frente a la continuidad que se requiere en un ciclo escolar atípico, pero que tendrá que retomar su cauce en cuanto tengamos una estabilidad en los contagios, la ocupación hospitalaria y el arribo de la ansiada vacuna, que no hará milagros, aunque permitirá que esa nueva realidad se parezca a la convivencia social e intelectual que sólo se logra en las escuelas.

Europa, por ejemplo, que sufrirá de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud una nueva oleada de infección por coronavirus entre octubre y noviembre, ha tenido un desempeño sanitario aceptable en esta primera quincena de regreso a clases, gracias a las disposiciones que establecieron y a un aprendizaje en el día a día que favoreció buenas prácticas que se extendieron rápidamente a todos los grados.

brecha digital internet
Imagen: Universidad de Chile.

Esas lecciones las debemos aprender si queremos recuperar la actividad escolar presencial y salvaguardar, al mismo tiempo, a los estudiantes durante los meses de otoño e invierno, donde tendremos la llegada de la temporada de influenza, que se sumará al coronavirus.

Con todo, debemos impulsar el regreso seguro de nuestras niñas, niños y jóvenes, porque es posible que nos encontremos a medio camino entre salvar el curso o enfrentar una ola de deserción por cuestiones económicas, familiares y hasta de falta de colaboración social para que nadie se quede fuera de su escuela.

Tan sólo por este riesgo es importante que mamás, papás, tutores y responsables de crianza empiecen a organizarse con profesores y directivas para impulsar el modelo de salud en la escuela que se tendrá que seguir y darle la confianza a todos de que habrá una supervisión minuciosa para que los planteles sean un ejemplo de seguridad sanitaria. En ello también jugará un papel muy importante el mantenimiento de las instalaciones, el acceso a agua y la ventilación constante de aulas y espacios comunitarios.

Lo que está en riesgo es la educación, en particular en los segmentos de nuestra sociedad que son el último, o uno de los últimos, bonos demográficos que tendremos y sin ésta no hay país que pueda crecer, mucho menos progresar.

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Imagen: La Tercera.

Ahora que los pronósticos económicos son sombríos y que las variables de medición del crecimiento están en duda, los indicadores educativos no están a discusión porque señalan con exactitud la relación directa entre una población educada correctamente, con oportunidades de desarrollo intelectual y de construcción de valores, y la consolidación de un Estado de Derecho auténtico, de instituciones fuertes y de una sociedad activa en todos los sentidos.

No obstante, la reapertura debe ser en el momento adecuado, ni muy pronto como ocurrió en Israel, ni muy tarde como podría ocurrirnos a nosotros. Nuestra población y las limitaciones que ya conocemos, tampoco nos igualan a Suecia (que nunca cerró las escuelas, aunque tuvo brotes de contagios controlados y pocos casos en niñas, niños y jóvenes) o a Japón que aplicó medidas restrictivas severas aún para la famosa disciplina que caracteriza a su sociedad, con pocas incidencias que fueron aumentando con el tiempo y obligaron a modificar el plan de regreso original.

De fondo, bajo el principio de la sana distancia y del uso de cubrebocas, necesitamos a nuestras escuelas de regreso. Si, como informan las autoridades de nuestro país a diario, llevamos varias semanas ya con un descenso en casos positivos por este tipo de coronavirus, nos acercamos a un regreso, urgente, vital, para que millones de niñas, niños y jóvenes recuperen el tiempo presencial, sustituido por el remoto, así como el valor implícito que tiene la educación en el futuro de todas y todos nosotros.


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Apenas este martes, millones de niñas, niños y jóvenes, regresaron a sus salones de clase en varios países de Europa, una de las primeras regiones más afectadas por la pandemia por esta nueva cepa de coronavirus, con diferentes medidas sanitarias, un monitoreo riguroso para evitar brotes y un objetivo común: no perder el ciclo de aprendizaje que sólo se logra dentro de la comunidad escolar de manera presencial.

Desde el inicio de esta pandemia se nos ha repetido en muchas ocasiones que los contagios aparecieron en diferentes momentos en amplias zonas del planeta, a partir del surgimiento del virus en Wuhan, China; por lo que, también de manera escalonada, regresaremos eventualmente a las aulas en los diferentes grados académicos.

¿Por qué es importante retornar pronto a los salones de clase? En primer lugar, el sistema de enseñanza remota, y por televisión, no puede sustituir la convivencia y el impacto que tienen los maestros en la formación de sus alumnos. Es el contacto directo lo que constituye el centro del aprendizaje que no sólo es la transmisión de datos e información, sino la relación social que solamente puede construirse en comunidad.

Varios países llegaron a esta conclusión y diseñaron diversas estrategias que, eventualmente, podemos adoptar en México para que el regreso de los estudiantes sea seguro.

educacion en tiempo de covid
Imagen: Juan García.

Italia, por ejemplo, aprobó a inicio de agosto pasado el protocolo para que niños de 0 a 6 años asistieran de nuevo a guarderías, preescolar y escuelas primarias, con un número fijo de alumnos por salón, que convivirán siempre en la misma aula y con los mismos profesores, una especie de “burbujas” similares a las que emplearon algunas ligas profesionales deportivas para mantener a sus comunidades sanas, aunque aisladas todavía.

En este sentido, tanto el material didáctico, como los juguetes y los enseres –mochilas, cubiertos, loncheras, entre otros– son exclusivos de cada grupo y el ingreso a los comedores del plantel se hace por turnos, después de limpiar a profundidad.

Aunque fue uno de los países que resintieron con mayor fuerza los efectos del virus, Italia no impuso el uso de cubrebocas o la toma de temperatura a los estudiantes o al personal del colegio, pero nadie puede acudir si presenta síntomas, sospecha de un contagio en casa o tiene algún otro padecimiento respiratorio. Las pruebas serológicas también son voluntarias entre los trabajadores del sector educativo.

Por su parte, más de tres millones de niños de cero a 6 años emprendieron el regreso a clases en Francia. Los menores de 11 años no llevarán cubrebocas y no se contempla sana distancia de metro y medio; sin embargo, todos los adultos, incluidos los profesores, deben usar cubrebocas en cualquier espacio del plantel.

A las niñas y niños franceses se les pide lavado de manos continuo y la aplicación de gel antibacterial se hace con la supervisión de un adulto –por la base de alcohol que podría ocasionar un accidente entre los más pequeños–.

nino con cubrebocas
Imagen: iStock.

La capacidad de los salones está limitada a 24 alumnos y para evitar saturación, el gobierno francés contrató recientemente a unos 1,600 profesores nuevos para atender a los estudiantes de preescolar y primer grado, de acuerdo con la información que se ha hecho pública en aquella nación.

En Alemania –uno de los países que ha manejado mejor la crisis sanitaria– estudiantes y maestros deben portar el cubrebocas en zonas comunes, incluyendo sanitarios, salas, pasillos, comedores, entre otros, con excepción de los salones de clase. Si los padres lo acuerdan o lo piden a la directiva, los maestros deben usar cubrebocas también durante la impartición de los cursos. Tampoco en los planteles alemanes hay distancia mínima requerida y ante cualquier síntoma, la persona debe aislarse y no regresar hasta que pase su cuarentena.

Portugal determinó desde mayo circuitos de entrada y salida en las escuelas, en el acceso a las aulas y a los espacios comunes, además de horarios fijos por grupos para evitar aglomeraciones. La sana distancia tampoco es obligatoria, al igual que la división por grupos específicos, debido a la oposición de padres y tutores por falta de espacio y de recursos para reducir el número de alumnos; algo muy semejante a lo que podemos enfrentar en México.

Una diferencia en el sistema escolar portugués será la obligación de quitarse los zapatos al entrar y usar un par sólo para el plantel, además de que los juguetes fueron prohibidos; tanto el material como los útiles deben ser desinfectados continuamente a lo largo del día y al final de la jornada. Aquí, sólo los profesores y los empleados de las escuelas deben portar cubrebocas todo el tiempo y en cualquier sitio. Se espera que menos de la mitad de los alumnos en preescolar regresen a clases, lo que será un punto de referencia importante por la amenaza latente de la deserción escolar.

Los llamados Países Bajos abrieron sus planteles a partir de un cuestionario para identificar si entre sus alumnos existen contagios, han tenido algún miembro de su familia enfermo, o ellos mismo han experimentado síntomas, lo que evita que acudan a la escuela hasta cubrir la cuarentena correspondiente.

revision de ninos
Imagen: Laura Kammermann.

De la misma forma, la sana distancia no es requisito entre ellos o durante la clase. No obstante que, los profesores, empleados y padres de familia sí deben observar el metro y medio, o más, recomendado para reducir la posibilidad de contagio.

Ventilar las áreas comunes y los salones es obligatorio, así como el lavado frecuente de manos, la desinfección de útiles y juguetes, el estornudo y toser en el hueco del antebrazo. Tampoco los cubrebocas son forzosos y sólo un adulto puede dejar en la puerta del colegio al estudiante. Se pide que las niñas y los niños de cero a 4 años no visiten a sus abuelos o cuidadores, mientras que de 4 a 12 años pueden moverse con mayor libertad en ausencia de casos en su entorno cercano o en ellos mismos.

Otra nación golpeada por este tipo de coronavirus, Reino Unido, aplicó medidas más estrictas, a pesar de que el uso de cubrebocas tampoco es obligatorio para profesores y directivas escolares y cada plantel determina las acciones adicionales que necesite para regresar a clases.

El gobierno británico ha iniciado una campaña para motivar a las mamás, papás y responsables de crianza a que lleven a sus niñas y niños a la escuela, pero la última decisión está en ellos. No hay cupo máximo en los salones y se espera que únicamente la mitad de los estudiantes en grados preescolar y primaria retornen en el corto plazo.

Como podemos apreciar, vencer el temor del regreso forma parte no sólo de un acuerdo social, sino de la prevención que toman las autoridades para no romper el ciclo de aprendizaje, lo cual representa un costo altísimo para cualquier nación que busca mantener su nivel educativo y su progreso.

materiales educacion
Imagen: CNN.

Similar a los retos que tendremos en México –falta de espacio, problemas de acceso a la tecnología, contenidos insuficientes en calidad y cantidad, presentadores por televisión sin experiencia previa para enseñar, entre muchos otros–, otras naciones concluyeron que seguir con clases a distancia perjudicaría, más de lo que ayuda, incluso cuando la pandemia sigue activa.

Iniciamos la segunda semana de un proceso de educación inédito que todavía genera muchas dudas sobre sus consecuencias. Necesitamos mejorar mucho para que las lecciones por televisión abierta o por medio de plataformas digitales estén a la altura de la eficiencia que tiene la convivencia en la comunidad escolar.

Sin embargo, ya hay caminos recorridos en países que pueden servirnos de ejemplo y de buenas prácticas para que retornar a los salones de clase sea un proceso seguro en todos los sentidos y permita que uno de los valores que más necesitamos en ese momento, la educación de nuestras niñas y niños, no sufra de retrocesos y del estancamiento que hemos observado en estos difíciles meses de confinamiento.

Nos encontramos en el umbral de tomar estas decisiones y muchas más relacionadas con la educación de niñas, niños y jóvenes, aprovechemos ese tiempo para adoptar lo que funciona y no incurrir en errores que serán graves y costosos para nuestro futuro.


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Acción civil en la pandemia

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Con mayor frecuencia conforme pasan las semanas y esta pandemia sigue adelante, mientras tratamos de adaptarnos a una nueva realidad, que no es otra cosa que la convivencia diaria con el virus hasta que llegue un tratamiento efectivo y una vacuna, me preguntan qué podemos hacer en estos tiempos de incertidumbre generalizada.

Aquí van algunas sugerencias:

Es momento de asumir un papel mucho más activo como ciudadanos, vecinos y colegas de trabajo, es decir, ante la confusión de cifras, pruebas y formas en las que se ha enfrentado esta inédita crisis sanitaria, que ya lleva a una crisis económica, no podemos bajar la guardia y debemos hacer obligatorias en nuestro entorno todas las medidas de higiene que ya conocemos; no más debate sobre el uso de cubrebocas, la sana distancia o el lavado de manos y la desinfección constante en casa. Si lo hacemos juntos, podremos salir (también nosotros) más rápido de esta grave contingencia.

Evitar la desinformación, venga de donde venga. Frente a la desconfianza que priva en cualquier fuente sobre lo que ocurre para resolver esta pandemia, tenemos el deber civil de verificar cada dato que nos llega o que pensamos enviar de manera directa o por redes sociales. El consenso científico se expresa todos los días en los medios de comunicación serios y cada quien tiene su preferencia, aunque recomiendo que se consulten más de dos al día. Sitios de internet validados y canales de información seguros son otra opción para que cada miembro de nuestro círculo cercano pueda acceder a lo que realmente ocurre. Si hay duda de la información, no comparta, así de sencillo.

accion civil pandemia
Imagen: Dinero.

Será una vacuna, no un pasaporte para hacer fiestas, salir de viaje transatlántico o pensar en unas vacaciones como la terrible imagen de la celebración en Wuhan, China, con alberca y concierto incluido. Necesitamos seguir en casa el mayor tiempo posible, los que puedan, y evitar aglomeraciones para quienes deben salir todos los días a las calles y a espacios cerrados, en particular el transporte público. Lograr que alguno de los proyectos de vacuna sea eficiente tardará varias semanas; producirla y ponerla a disposición masiva, varios meses; y aplicarla a la mayoría de las y los mexicanos es un escenario para el primer semestre del próximo año, así que nadie cante victoria aún.

La salud es nuestro valor más preciado y eso contempla la física y la mental. Si no hemos cambiado hábitos de alimentación, ejercicio constante, horas de sueño, entre muchos otros, llegó la hora. No es opcional, ni un asunto de moda, se trata de preparar nuestra mente y nuestro cuerpo para meses, quizá años, de convivencia con un nuevo virus, del que seguimos aprendiendo y cuyas consecuencias en el proceso pueden ser fatales.

Y hablando de salud, podemos agregar a la financiera como uno de los factores que nos permitirá seguir adelante. Pocas o ninguna deuda, ahorro constante, restricciones de gastos superfluos, son más que buenas costumbres económicas, son normas que debemos mantener en casa y en familia. Planear muy bien el destino del dinero y cuidar, ahora sí, cada peso, serán fundamentales para sobrellevar el peso de esta crisis de liquidez, de consumo y de inversión.

Ayudar a alguien más no sólo es una manera de apoyar el punto anterior, sino una forma de ayudarnos a nosotros mismos teniendo empatía, una cualidad que está comprobado que apoya a quien recibe y a quien presta auxilio. Si estamos en contra de la manera individualista en que nos hemos comportado como sociedad, fijarnos el objetivo de ayudar realmente en cada círculo en el que nos movemos, hallaremos un propósito y una tarea solidaria que es una inversión segura para una mejor sociedad.

vacuna coronavirus
Imagen: Medium.

Lograr el equilibrio entre los aspectos que nos cuidan ahora y los que nos permitirán superar esta emergencia en los próximos meses es una acción civil en la que debemos participar todos, no importa la edad o las tareas que desarrollamos en familia, en comunidad o en el trabajo.

Es la corresponsabilidad, hacer lo que nos toca, la cualidad que más resultados nos pueden traer si cambiamos nuestro papel ciudadano y empezamos a tomar decisiones que nos permitan salir bien y fortalecidos de esta difícil situación sanitaria y económica.

Nada, reitero, regresará a ser como antes y tardará mucho en parecerse a lo que vivíamos antes de marzo de 2020. Es un parteaguas, donde muchas familias habrán sufrido la irreparable pérdida de un ser querido y por ello jamás podrán reponerse a cabalidad de esta pandemia. A quienes nos hemos mantenido sanos y tenemos el privilegio de seguir con todos los nuestros, bien y unidos, nos corresponde impulsar un cambio civil, con nuevos hábitos costumbres y medidas de higiene física y mental que hagan de este complejo periodo una oportunidad para crecer.

Y una última recomendación: no olvidemos, puede que pasado un tiempo podríamos poner en un rincón de nuestra memoria estos meses y los que vienen, eso sería un error. Entre más recordemos lo que nos ha pasado, mejor preparados estaremos para la siguiente crisis, que seguramente vendrá porque estamos en un planeta inestable y lleno de riesgos, y tendremos las soluciones, la confianza, la voluntad y el compromiso, que tristemente nos han faltado mucho en esta ocasión.


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Crisis de suicidio y depresión que debemos evitar

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De acuerdo con los registros de atenciones que nos han llegado al 5511-8575-55 y por mensaje directo al 5523-2303-03, que son las principales vías de contacto de Confianza e Impulso Ciudadano A.C., organización que tengo el privilegio de encabezar, el aumento de casos de intento de suicidio, pensamientos suicidas –ideación le llaman los especialistas– e indicadores de riesgo en una persona, ha sido notable durante los meses de esta terrible pandemia.

Desde inicios de marzo –el primer contagio reportado fue el 28 de febrero pasado, una fecha que hoy vemos muy lejana– que habilitamos la línea de Confianza para atender preguntas y posibles padecimientos emocionales por esta inédita pandemia, los números han coincidido con las cifras internacionales que advierten de una oleada de problemas psicológicos frente al aislamiento voluntario, la llamada “nueva normalidad” y una realidad totalmente distinta a la que conocíamos antes, cuando salimos o nos quedamos en casa en medio de la incertidumbre.

Para contextualizar, a través de los diferentes medios de contacto –que también incluyen las redes sociales de nuestra organización @ConfianzaMx, FB: ConfianzaMx, IG: ConfianzaMx– hemos atendido, de marzo a julio, 260 casos de suicidio que pudimos evitar, gracias a la intervención gratuita de especialistas que brindan primeros auxilios emocionales a la persona involucrada y después consulta permanente a toda su familia.

Ello representa dos casos diarios en promedio durante las Jornadas de Sana Distancia y de la denominada “Nueva Normalidad” que han determinado las autoridades federales y algunas estatales.  

Además, hemos asistido en 427 casos de atenciones por ideas suicidas de personas que en su mayoría hablan o se ponen en contacto directamente, ante la posibilidad de atentar contra sí mismos en cualquier momento.

suicidio depresion pandemia
Ilustración: Stela Bonova.

Estos son tres casos al día, en promedio, durante este difícil periodo de cinco meses de pandemia. Cuando logramos establecer un puente de confianza, establecemos un “contrato de vida” para que, junto a sus familiares, iniciemos el proceso de atención psicológica.

En total, durante la jornada de 9 a 18 horas que opera la línea de Confianza, y las 24 por medio de redes sociales, chat y correo electrónico, hemos apoyado en cinco casos diarios de intento o de ideas suicidas, lo que significa un caso evitado y atendido cada dos horas.

A estas atenciones debemos sumar 390 consultas que se hicieron y fueron identificadas por los especialistas como de riesgo de posibles ideas suicidas o de un probable intento si no se brinda atención. Éstas significan un promedio de tres personas diarias más que también son atendidas.

En resumen, durante los más de 150 días que llevamos de pandemia se han brindado 1,077 intervenciones relacionadas con suicidio, que son siete casos al día, uno cada hora realmente, en promedio, en que la línea y el chat están en operación, y que incluye también a los otros medios de comunicación.

Imaginemos que, sin este esfuerzo ciudadano de profesionales comprometidos, estas personas no hubieran encontrado una opción rápida de ayuda, lo peor hubiera pasado o pasaría cada 30 minutos, sin que nadie hubiera podido evitarlo.

Sin embargo, como en otras crisis, la ciudadanía bien organizada puede resolver problemas complejos, añejos, que empeoran cuando los sistemas de salud deben priorizar como en este momento, entre atender a pacientes de Covid-19 o abrir espacios para todo lo demás.

suicidio depresion pandemia
Ilustración: Sy Tat.

En este esfuerzo, que es un caso de éxito de la sociedad, debo reconocer la valiosa participación de Twitter y sus hashtags #HayAyuda y #HablemosDeSaludMental que automáticamente enlazan desde el teléfono celular con la línea de Confianza e Impulso Ciudadano. Así, muchas personas han entrado en contacto casi de manera instantánea cuando han buscado información o han deletreado un conjunto de palabras que denotan pensamientos suicidas y que todos los días son revisados por los especialistas de Confianza y los ingenieros de esta importante red social.  

A nivel internacional, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó sobre cerca de 800 mil suicidios al año en su último reporte de 2019. De acuerdo con la OMS, es la tercera causa de muerte para jóvenes entre 15 y 19 años, la mayoría usuarios de redes sociales y propietarios de un teléfono móvil.

El 79% de suicidios se cometen en países con ingresos bajos y medianos como el nuestro, y por cada uno hay varios intentos que aumentan el riesgo, lo cual comprobamos con los porcentajes que tenemos de ideas y de riesgos identificados en los medios de atención. Cada 40 segundos hay una persona que se suicida en el mundo, según la OMS.

En México, la tasa de suicidio fue de 5.2 por cada 100 mil habitantes y la población entre 20 a 24 años ocupa el segmento con mayor incidencia –9.3 por cada 100 mil en esas edades– y 15.1 por cada 100 mil son hombres.

El suicidio ocupa el lugar 22 entre las principales causas de muerte en la población mexicana, y es entre los 15 y 29 años la segunda causa de muerte en el país para ese segmento productivo y joven de nuestra población. Los datos los hizo públicos el INEGI el 10 de septiembre de 2019, que es el Día Mundial para Prevenir el Suicidio y son con base en estadísticas de mortalidad de 2017.

Ya viene un aniversario más, que se nos juntará no sólo con la suspensión de las clases presenciales, sino con una apremiante situación económica que apenas ve algunas señales de mejorar. Si sabes o conoces de algún caso cercano de depresión o ansiedad, es vital que compartas este artículo o los números y medios de contacto. Hemos salvado muchas vidas en este lapso, pero esto, tristemente, apenas empieza.


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La diferencia entre una contingencia y una crisis es que estabas preparado para la primera y no lo estabas para la segunda. Cuando contamos con buena información y con previsiones para diversos escenarios de riesgo, entonces una situación inesperada, por grave que sea, se puede mantener como una contingencia, es decir, un periodo específico de emergencia en el que se siguen varios pasos para tener bajo control el evento no programado que nos afecta.

Una crisis, por el contrario, nos toma por sorpresa, sabemos cuándo inicia, pero no cuándo termina, porque no tuvimos forma de prepararnos para enfrentar su aparición y tampoco contábamos con una secuencia de acciones que permitieran mitigar sus consecuencias.

Nadie es culpable de la causa de una crisis natural, aunque hay muchas que nosotros los humanos provocamos sin ninguna ayuda. En el caso que nos mantiene a sana distancia, en casa si es posible, y a la espera de un cambio en los semáforos epidemiológicos (además de una vacuna en tiempo récord), fue una cepa desconocida de un virus que provoca una enfermedad para la cual no hay tratamiento efectivo todavía.

crisis 2020
Ilustración: Tokokoo.

A ese desconocimiento sobre el comportamiento de este tipo de coronavirus debemos sumarle que México es un país con una población especialmente susceptible a los daños que provoca la enfermedad COVID-19 por los altos índices de obesidad y diabetes que padecemos. Por si esto fuera poco, el sistema de salud pública, y también el privado, tampoco estaba listo para una pandemia inédita que detuvo por meses al planeta entero.

Las naciones que han logrado salir con menos daños de estas condiciones han sido las que sí contaban con protocolos y medidas ya ensayadas para transformar rápidamente una crisis en una contingencia que durara el menor tiempo posible.

Otros países, como el nuestro, tuvieron que reconvertir la mayoría de sus áreas médicas en unidades de atención, adquirir con velocidad los insumos necesarios y adaptar las carencias para que hubiera suficiente espacio para atender a las personas contagiadas. No había nada que pudiera preparar al sistema sanitario mexicano para un virus de este tipo y menos con tan poco tiempo.

Coincido en que se aprovecharon algunos meses previos al decreto de pandemia para resistir el impacto del coronavirus en la República. Fue un lapso valioso, sin duda, pero que ha cobrado muchas vidas en el proceso de descenso, el cual no se ve que sea pronto y podría extenderse hasta octubre, lo que significa que 2020 será un año de confinamiento, caída económica y riesgo de salud para todos; en resumen, una crisis.

crisis 2020
Ilustración: Ileana Soon.

Hemos perdido tiempo valioso politizando la crisis, en lugar de discutir las formas en que debemos mejorar el sistema de salud pública, al tiempo que adaptamos el sistema privado para poder contar con planes y pasos eficaces que la conviertan en una contingencia, porque hemos llegado a acuerdos para establecer procedimientos, ensayos, programas y estrategias que se traduzcan en una cultura de prevención que funcione.

Pasan las semanas, y la pandemia se extiende, con señales lentas de que ceda, y deberíamos estar organizándonos desde nuestras casas para dar los pasos necesarios que nos permitan estar listos para lo que venga en el futuro inmediato.

Para ilustrar lo que escribo tomo como ejemplo el simple hecho de ponerse bien un cubrebocas, una medida que nos cuesta mucho trabajo adoptar, aunque queda clara su función, su utilidad y sus beneficios.

Pero no es la única. No salir más que a lo indispensable, mantener la sana distancia, no hacer reuniones, y usar gel antibacterial, también son decisiones que generan resistencia, lo que agrave la crisis, porque no hay voluntad social suficiente para convertirla en una contingencia.

En este momento creo que hemos pasado la etapa en la que los gobiernos nos tienen que decir cómo cuidarnos, ante la avalancha de información que hemos recibido acerca del virus y de la enfermedad, y estamos ante la posibilidad de que, juntos, podamos transformar esta crisis generalizada en la primera contingencia civil de nuestra historia.


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Disciplina

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Llegó el momento en el que la sociedad mexicana da el paso siguiente en una situación de crisis, o como ocurre en este momento, los pasos hacia atrás para quedarse en casa y lograr que la curva de contagios por coronavirus pueda descender de una vez y por todas.

No es sencillo, menos en una sociedad poco propensa a seguir reglas, colaborar con la autoridad o hacer lo que se considera necesario frente a lo que se estima urgente para sobrevivir y permanecer.

Nuestra historia como nación respalda nuestra falta de disciplina y nuestra proclividad a vivir en el aquí y en el ahora, porque pocas veces tenemos la certeza sobre cómo será el día de mañana.

Enfocados en el hoy, en el instante, en lo inmediato, los mexicanos desarrollamos una solidaridad notable, mucho más en el seno familiar, pero que no cuenta con la planeación necesaria para establecer hábitos que ayuden a enfrentar eventos inesperados que nos sacan de rutinas que ya ni cuestionábamos antes de que llegara el COVID-19.

Disciplina en pandemia
Ilustración: Creative Gaga.

No planeamos porque no tenemos confianza en el futuro y así es muy difícil establecer normas de beneficio general, aunque sean órdenes de aquellos a quienes hemos elegido como nuestras autoridades.

Hoy, con la pandemia a cuestas y con una dolorosa recuperación económica hacia adelante, es momento en que los ciudadanos tomemos las riendas para disciplinarnos y disciplinar a otros para que nuestro bien más grande –la salud– se mantenga protegida en beneficio de todos.

La disciplina es un simple ejercicio permanente de las acciones que debemos asumir para lograr un objetivo, es la suma de comprometerse con una meta y tener la voluntad de repetir lo que es necesario para tener el resultado que deseas.

Pero tener disciplina es complicado y la persistencia no es una de nuestras cualidades sociales, simplemente porque para ser constantes, también debemos tener un sentido de equilibrio y seguridad en el desarrollo de nuestras vidas y esa estabilidad no es el denominador común en México.

Nuestra desconfianza en prácticamente todo, hasta en nosotros mismos, impide que podamos delegar en otros, o en instituciones formadas por otros, las diferentes certezas que necesitamos para adquirir una disciplina social que se convierta en normalidad para la mayoría.

Disciplina y sociedad
Ilustración: Vipin Mohan.

Apenas estamos saliendo a la falsa seguridad del semáforo epidemiológico y las calles, espacios públicos y hasta los centros comerciales se abarrotan de personas sin sana distancia, con cubrebocas mal colocados o sin ellos y una sensación de que el coronavirus, al igual que las reglas más elementales, no les afectará a ellas y a ellos.

Pero si algo ha dejado claro esta pandemia es que la enfermedad que produce no hace distinciones de ningún tipo y tratar de desafiarla es un volado con una moneda cuyo riesgo es tan alto, que ambas caras podrían significar la muerte.

Por eso el llamado a que nosotros empecemos a tomar decisiones personales, familiares, vecinales y comunitarias, para no contagiar y no contagiarnos. Si pudimos pasar por el trago amargo de más tres meses de confinamiento, podemos establecer con base en el convencimiento, la razón y la vergüenza social; esas normas que nos permitan estar sanos y recuperarnos en todos los sentidos que sean necesarios.

Sin embargo, esto ya no es un asunto de autoridades y gobernados, ni de preferencias políticas o intereses económicos, es la salud social (física y mental) la que está en riesgo si salimos del desconfinamiento de manera irresponsable, no nos quedamos en casa mientras podamos y olvidamos que somos un solo conjunto de individuos que deben cambiar de mentalidad frente a una emergencia.


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