Juego de Ojos

El género del silencio

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El 15 de mayo de 1939, Isaac Bábel, un escritor cuyo prestigio le había ganado el privilegio de una dacha rural, fue arrestado en Peredelkino e internado en la prisión moscovita de Lubianka, sede de la policía secreta. Sus escritos fueron confiscado y destruidos –entre ellos textos a medio terminar, obras de teatro, guiones cinematográficos y traducciones. Seis meses después, al cabo de tres días y noches de inmisericordes interrogatorios, se declaró culpable de un falso cargo de espionaje. Al año siguiente fue sometido a un breve juicio clandestino en las últimas horas del 26 de junio. Bábel se retractó de su confesión inicial y clamó inocencia. A la 1:40 de la madrugada siguiente, fue ejecutado sumariamente por un pelotón de fusilamiento. Su última súplica no fue en su beneficio, sino por el poder y la verdad de la literatura: “¡Permítaseme terminar mi trabajo!”


Éste es el estremecedor párrafo inicial de la introducción de Cynthia Ozick a las Obras Completas de Isaac Bábel aparecidas gracias al amor e incansable energía de Nathalie Bábel, la hija del escritor que debió vivir en el exilio, pues su permanencia en la URSS en los aciagos días de la construcción del socialismo y como hija de un contrarrevolucionario, la hubiera llevado al mismo fin que su padre.

La versión oficial soviética hasta antes del derrumbe de la cortina de hierro sostuvo que Bábel falleció en un campo de concentración en Siberia el 17 de marzo de 1941. Pero en realidad fue ejecutado en la oscuridad. Se confirma que los fascistas son grandes cobardes: ni siquiera pueden asumir la responsabilidad de sus brutalidades.

isaak con su familia
Fotografía: Socialist Party.

(¿Recuerda el lector el caso de Alfredo Astiz, el rubio milico argentino de ojos claros demencialmente llamado “Ángel de la Muerte”? En las mazmorras de la dictadura aplicaba la picana a mujeres, niños y monjas atados de pies y manos. En las Malvinas fue el primero en rendirse sin soltar un tiro cuando estuvo frente a una compañía de soldados ingleses. Hoy gimotea en los rincones de su celda por que sus “derechos humanos” fueron “violentados”.)

Obras Completas de Isaac Bábel reúne todos los textos publicados del escritor e incluye algunos que fueron recuperados del olvido, retraducidos todos nuevamente del ruso por Peter Constantine, lo cual da al volumen una coherencia estilística que engrandece a uno de los mayores autores rusos de todos los tiempos a poco más de 80 años de su asesinato.

Bábel fue una entre millones de víctimas del padrecito Stalin, el zafio y brutal georgiano que de la mano de su alma gemela Lavrenti Beria se propuso edificar el socialismo mundial con una argamasa de sangre, lágrimas, dolor y carne de sus compatriotas.

La última fotografía de Bábel fue tomada por un comisario en la prisión de Lubianka poco antes de que fuera fusilado. En el pequeño cuadro a blanco y negro vemos un rostro mofletudo que enmarca una expresión serena, tal vez desencantada. Ni el temor ni la derrota se insinúan en esa expresión. Al contrario, encuentro en ella un gesto de compasión por sus verdugos.

La paciente labor del poeta Vitali Shentalinsky permite reconstruir los interrogatorios que padeció Bábel. El poeta se declara culpable de los más horrendos crímenes: alejamiento de las masas populares, conspiración contra el socialismo, banalidad artística y espionaje a favor de Francia reclutado por Malraux.

isaak babel  como prisionero
Fotografía: Homo Literatus.

Además delata a sus co-conspiradores, entre ellos una mujer con la que sostenía una relación amorosa, en una extraordinaria redacción de su propia mano que hoy podemos leer en su verdadera intención como un documento destinado no a los fiscales, sino a ojos de tiempos posteriores:

“En lo que respecta a mis Cuentos de Odesa, estos reflejaban sin duda el mismo deseo de alejarme de la realidad soviética, de contraponer a la cotidiana labor de edificación el pintoresco mundo, casi mítico, de los bandidos de Odesa, cuya descripción romántica incitaba involuntariamente a la juventud soviética a imitarlos […] Nuestro amor por el pueblo era retórico y nuestro interés por su destino una categoría estética. No teníamos raíces en el seno del pueblo, y de ahí provenía la desesperación y el nihilismo que propagábamos.”

Poco antes de su ejecución, Bábel intentó cambiar sus confesiones y desmentir las “denuncias” que había formulado bajo la inimaginable presión y tortura a la que fue sometido, pero no antes de haber escrito escalofriantes delaciones:

“[…] abrí el frente de la literatura soviética a los estados de ánimo decadentes y derrotistas, turbando y desorientando así al lector, convirtiéndome en testimonio vivo de la teoría de la conspiración de saboteadores y provocadores en el declive de la literatura soviética. Unas cuantas frases no sirven para medir mi trabajo de destrucción, pero ahora percibo sus verdaderas dimensiones con una claridad insoportable, con dolor y arrepentimiento […] La Revolución me abrió el camino de la creación, el del trabajo feliz y útil. Mi individualismo, las opiniones literarias erróneas, la influencia de los trotskistas bajo la cual caí desde el comienzo de mi trabajo, me desviaron de ese camino.”

isaac babel
Fotografía: Literatura.us.

Durante aquellos días y noches los interrogadores transmutaron los viajes de Bábel al extranjero en expediciones subversivas, las fiestas y eventos literarios en reuniones de conspiradores contra el paraíso de los trabajadores y la relación con artistas y escritores en conjuras contra el Estado. Así, Malraux pasó de ser escritor a promotor de la sedición.

La monstruosidad se acrecienta, si ello fuera posible, porque Bábel, igual que Gorki, fue un decidido partidario de los bolcheviques desde 1917 y durante la guerra civil fue comisario político en el ejército rojo. De hecho Caballería Roja, publicado en 1926, está basado en sus experiencias de guerra de aquella época. Los Cuentos de Odesa aparecieron al año siguiente. Sus obras de teatro Zakat y Mariya aparecieron respectivamente en 1928 y 1935.

Isaac Bábel nació el 13 de julio de 1894 en el puerto ucraniano de Odesa, hijo de un tendero judío. De pequeño la experiencia de vivir un pogromo lo dejó profundamente impresionado. Ya mayor se mudó a Kiev en donde eventualmente conoció y fue protegido por Máximo Gorki, quien publicó dos de sus cuentos en la revista Letopis.

La censura soviética consideró que esos cuentos contenían una carga erótica (Eros… bête noire de la represión) y procesaron a Bábel bajo el artículo 1001 del código criminal. Quizá por ello y sin duda por un creciente desencanto por el rumbo que tomaban los ideales de la Revolución, Bábel se fue alejando del régimen y se convirtió en un crítico de Stalin. En represalia los censores se encargaron de que no pudiera publicar. Durante la primera asamblea de la Unión de Escritores Soviéticos en 1934, Bábel exclamó ante la asamblea: “He inventado un nuevo género… ¡el género del silencio!

Más de ocho décadas después, el amor de una hija redime al padre. Obras completas de Isaac Bábel confirma que la palabra es luz que vence a las tinieblas del silencio.

Juego de ojos.

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La peste

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Entre febrero y julio de 1348, Eduardo III celebró su victoria contra los franceses y la toma de Calais con torneos de caballería a lo largo y ancho de Inglaterra. La realeza competía para deslumbrarse entre sí e impresionar a la gleba que se desgañitaba de admiración y aullaba de placer por las viandas, las bebidas y el desfile de atuendos a cuál más espectacular. Un cronista de la época describió ajuares confeccionados con tres kilos y medio de oro de Chipre, tres kilos de seda escarlata y tres mil laminillas de oro.

Como consignó un cronista a propósito de festejos semejantes, “avia dentro tanta abundancia de coetes y fuego que no pareçía realmente sino fuerça que la entravan los enemigos, tan grandes eran los truenos y tan espesos los coetes que subían por el aire con grandísimo estruendo de atanbores y tronpetas en toda aquella plaça”.

Unos meses después, en abril de 1349, más de la mitad de los miles que se habían congregado para glorificar las proezas militares del Rey, yacían en fosas comunes o desbordaban los cementerios, mientras que multitudes abarrotaban los templos y nutrían las procesiones que rogaban la clemencia y protección del Altísimo ante la guadaña de la peste que arrasaba al país sin distingo de edad, sexo o clase social.

 Las verbenas imperiales fueron el caldo de contagio de la pandemia bautizada “muerte negra”, lo mismo que las turbas en los santuarios y en las peregrinaciones. Las pulgas portadoras de la bacteria tomada de ratas probablemente infectadas en Asia y transportadas en barcos a Europa en 1347, no tenían que brincar lejos para saciar su hambre y propagar la plaga.

victimas de la peste
Ilustración: Leonard Dupon.

Eduardo III probablemente sabía de la peste que ya entonces asolaba a Italia. El arzobispo de Canterbury alertó a los curatos sobre “la pestilencia e infección que amenazan al mundo”. Pero ni el monarca ni su corte ni la alta clerecía iban a tener el mal gusto de privar al populacho de su pan y circo.

La alucinante jornada de hace setecientos años que describe el historiador Richard Barber, es sólo uno de cientos de episodios letales que ha capeado nuestra especie desde su aparición en la tierra.

Justiniano vio descompuesto su imperio por la pandemia del 541. Los conquistadores trajeron consigo enfermedades que diezmaron a las poblaciones del Nuevo Mundo.

En su Decamerón, Bocaccio describió escenas de la peste: “Cuando todas las sepulturas quedaron llenas, se excavaron enormes fosas alrededor de las iglesias en donde los muertos eran colocados por cientos como si se almacenaran en la sentina de un barco, unos sobre otros”. Y, nos dice el sienés Agnolo di Tura, “tantos murieron que todos creían llegado el fin del mundo”.

En 1606 la peste azotó de nuevo a Inglaterra. En Londres, los moribundos eran acuartelados con sus familias y se expidió un decreto para cerrar los teatros, los burdeles y los corrales de peleas de osos. Shakespeare escribió sonetos sobre la plaga.

ilustracion de la peste
Ilustración medieval sobre la peste negra.

Además de las guerras y de los abismos económicos, incontables olas de enfermedad han amenazado a la humanidad a lo largo de la historia. A principios del siglo pasado, “El jinete pálido”, la gripe española, cobró alrededor de 100 millones de vidas, la mayor matanza desde la peste negra del medievo y cambió la historia del mundo. En nuestros días el Ébola, el SARS, el SIDA, el H1N1 y el COVID-19, entre otras pandemias, son espadas sobre el cuello del hombre y cambiaron la sociedad de formas que apenas comenzamos a comprender.

Espanto, miedo, terror, desolación, desesperanza… los adjetivos son tantos como las amenazas. Pero lo cierto es que hay un patrón en estos capítulos: siempre los hemos sobrevivido, pero nunca hemos salido iguales: a la plaga siempre ha seguido el peligro mayor de la desigualdad, la opresión, el control y la pérdida de las libertades.

Cuando las poblaciones se recuperaron después de las plagas de Justiniano, la peste negra y las pandemias americanas, el historiador de Stanford Walter Scheidel nos hace notar que siempre la consecuencia fue una mayor concentración de riqueza y poder en las élites y la pauperización de las masas. “Los registros históricos demuestran que en la Edad Media las élites no cedieron terreno ni bajo la presión de las pandemias […] En otras regiones la represión fue el sello del día; desde Prusia y Polonia hasta Rusia, los nobles se coludieron para llevar a la servidumbre a las masas y monopolizar la fuerza de trabajo. […] Más al sur, los mamelucos de Egipto […] organizaron un frente común para conservar el dominio de la tierra y continuar explotando al campesinado”.

En el actual peligro no se puede perder de vista que acecha una amenaza mayor, de la que ya alertan algunas voces: para mantener la unidad frente al amago de coronavirus, estamos cediendo libertades que el autoritarismo rampante de la era está controlando y difícilmente cederá pasada la emergencia.

policia coronavirus
Ilustración: Lucas Varela.

Se centraliza el control de los movimientos individuales, se pide la adecuación de las leyes y el aumento de los poderes ejecutivos, se fortalece la autoridad de las fuerzas militares y policiacas, se pide el control del tesoro público para una burocracia autoritaria y se adecuan otras medidas que juzgamos “razonables” ante la magnitud de la amenaza.

Mas no debemos perder de vista que en el horizonte se avizora el rostro de una plaga más letal, la del autoritarismo, el control social y la represión. En un artículo en el Financial Times el pasado 19 de marzo, Yuval Noah Harari hace una advertencia que no debe pasar desapercibida:

“Por primera vez en la historia, hoy los gobiernos tienen la capacidad de monitorear a toda su población al mismo tiempo y en tiempo real, dispositivo que ni la KGB soviética consiguió en un solo día. Los gobiernos de hoy lo consiguen con sensores omnipresentes y poderosos algoritmos, tal como lo demostró China, al monitorear a la población a través de los celulares y las cámaras de reconocimiento facial. La pregunta es si los datos de sus reacciones serán luego empleados políticamente para saber cómo responden las emociones del electorado a ciertos estímulos: en otras palabras, para manipular a grandes masas”.

Vaya, hasta Herr Professor Henry Kissinger, quien detenta un rosario de virtudes más largo que la Cuaresma, entre ellas autoritario, déspota, arbitrario, opresor, cacique intelectual y otras más, está preocupado. Y esto, por lo menos para mi, es motivo de susto.

opresion pendemia
Ilustración: Blower.

En su columna del 3 de abril en el Wall Street Journal titulada “La epidemia de coronavirus alterará el orden mundial para siempre”, este sujeto que recibió el Premio Nobel de la Paz después de haber organizado el golpe en Chile, el asesinato de Allende y el encumbramiento de Pinochet, entre otras faenas de ingeniería social, advierte:

“Ningún país, ni siquiera Estados Unidos, puede en un esfuerzo puramente nacional superar el virus. Abordar las necesidades del momento debe, en última instancia, combinarse con visión y programas de colaboración global. Si no podemos hacer ambas cosas a la vez, enfrentaremos lo peor de cada una.

La leyenda fundadora del gobierno moderno es una ciudad amurallada protegida por poderosos gobernantes, a veces despóticos, otras veces benevolentes, pero siempre lo suficientemente fuertes como para proteger a las personas de un enemigo externo. Los pensadores de la Ilustración reformularon este concepto, argumentando que el propósito del Estado legítimo es satisfacer las necesidades fundamentales de las personas: seguridad, orden, bienestar económico y justicia. Las personas no pueden asegurarse esos beneficios por sí mismas. La pandemia ha provocado un anacronismo, un renacimiento de la ciudad amurallada en una época en que la prosperidad depende del comercio mundial y el movimiento de personas. Las democracias del mundo necesitan defender y sostener los valores de la Ilustración. Un retiro global del equilibrio del poder con legitimidad hará que el contrato social se desintegre tanto a nivel nacional como internacional. Sin embargo, esta cuestión milenaria de legitimidad y poder no puede resolverse en simultáneo con el esfuerzo por superar la pandemia”.

Amén.

Juego de ojos.

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El incidente de Tampico

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Con este nombre se conoce el evento que llevó a la ocupación del puerto de Veracruz por la armada y marines yanquis el 21 de abril de 1914, un martes, hace 106 años.

El saldo de esa agresión fue de 19 gringos muertos y 71 heridos. En la defensa se perdieron 126 vidas, entre ellas las de jóvenes cadetes de la Academia Naval. Hubo 195 heridos.

Me parece oportuno recordar la fecha, que este año pasó desapercibida en el calendario cívico nacional, en beneficio de los ingenuos que creen que con los vecinos se pueden tener acuerdos razonables y civilizados. Lo dijo hasta el cansancio el hermano Dulles: Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses.

Hasta la primavera de 1914, Tampico estuvo a salvo de las hostilidades de la Revolución. El 5 de abril fuerzas revolucionarias atacaron a la guarnición federal estacionada en la ciudad y buques yanquis fondeados en el Golfo frente a la ciudad se aproximaron para evacuar a empleados de las compañías gringas.

El día 9, un esquife del USS Dolphin se internó en una zona restringida del puerto. El piquete de marinos fue detenido, interrogado durante media hora y liberado con la advertencia de no aventurarse de nuevo en la franja.

uss dolphin en tampico
Fotografía: Library Congress.

El incidente fue tan menor que debió olvidarse ahí mismo, pero se convirtió en un incidente internacional. El arrogante almirante de la flota, Henry T. Mayo, montó en cólera por el “insufrible insulto” a su bandera. Exigió castigo para los mexicanos y un “desagravio” de 21 cañonazos para Old Glory.

Las autoridades mexicanas se negaron terminantemente. La noticia llegó a Washington e incendió los ánimos. Desde la tribuna del Congreso un senador girtó: “¡Yo los haría saludar a la bandera aunque tuviésemos que reventar todo el lugar!”.

Washington ordenó a su flota del Atlántico, con los acorazados Kansas, New York y Florida al mando del buque insignia Wyoming y un nutrido convoy de logística y apoyo, poner proa al puerto de Veracruz. El martes 20 en Washington, algunos legisladores subieron a la tribuna del Congreso para exigir una declaración de guerra a México, moción que fue derrotada y sustituida por la de tomar Veracruz.

El ataque comenzó el 21 y en menos de 24 horas tres mil marines habían ocupado la ciudad.

¿Todo por la detención –legal, además de respetuosa, como se ha documentado– durante media hora, de una decena de marinos? ¿Perdieron la razón los diputados y senadores de la patria jeffersoniana? ¿Enloqueció el doctor en ciencias políticas, ex profesor y ex rector de la Universidad de Princeton, Woodrow Wilson, presidente de Estados Unidos?

woodrow wilson
Woodrow Wilson, ex presidente de Estados Unidos (Fotografía: Inside Hook).

Las preguntas sencillas, siguiendo el principio de la Navaja de Ockham, ayudan a comprender hechos a primera vista inexplicables. Y la tentación de releer a Dumas (padre) y retraducir su apotegma, es irresistible: “Cherchez le pétrole!”.

Las circunstancias del “incidente” de Tampico dan pie a suponer que fue un pretexto fabricado en la mejor tradición del militarismo que no osa decir su nombre, para justificar la toma del puerto.

Y como descubrieron los españoles en 1812, los franceses en 1830, Winfield Scott en 1847 y Maximiliano de Habsburgo en 1863, los jarochos no dan la bienvenida a invasores extranjeros y en 1914 tomaron las armas en defensa de la ciudad.

Sin previa declaración de guerra, cuarenta y un barcos comandados por el contralmirante Frank Friday Fletcher bombardearon el puerto de Veracruz aquel 21 de abril. A las once y media de la mañana los primeros yanquis iniciaron el desembarco.

Desde Washington se expidió una “justificación”: detener un cargamento de armas destinado al gobierno de Victoriano Huerta y favorecer a los carrancistas en su lucha libertaria. Wilson estaba tan seguro de que los jarochos recibirían con cánticos y flores a los marines que, está documentado, tuvo un desvanecimiento al enterarse de la carnicería.

marines en tampico
Fotografía: Center of International Maritime Security.

El ejército federal al mando del general huertista Gustavo Maas, evacuó la plaza, pero los alumnos de la Escuela Naval, alentados por el comodoro Manuel Azueta, organizaron la defensa. Improvisaron barricadas y cada cadete recibió 250 cartuchos. El fuego se generalizó a la una de la tarde.

La escuela fue bombardeada desde el barco Prairie y ametrallada desde lanchas. A las cinco, los invasores llegaron al centro de la ciudad y a las siete, la escuela fue evacuada ante el avance incontenible del enemigo.

Herido, el teniente José Azueta, de 19 años, enfrentó a los marines con una ametralladora. El cadete Virgilio Uribe recibió una bala que le destrozó el cráneo y murió instantáneamente. Hubo víctimas y civiles heroicos, entre ellos José Gómez Palacio y Cristóbal Martínez. Después de varias horas de combate, las fuerzas invasoras ocuparon completamente la ciudad. El contralmirante Fletcher decretó la ley marcial, intervino los servicios públicos y ocupó la aduana.

Al otro día, 22 de abril, los barcos San Francisco y Chester bombardearon nuevamente la escuela naval. Fletcher, enterado de que José Azueta agonizaba, envió a un médico. Pero el joven marino rechazó la ayuda. “¡Que se larguen esos perros, no quiero verlos!”, murmuró. Moriría el 10 de mayo siguiente.

Como quinta columna, ese mismo año de 1914 las compañías petroleras también lucharon contra el pueblo de México. En la zona petrolera de Tamaulipas y Veracruz, Manuel Peláez se alzó en armas, pagado por las empresas. Aunque negaron entonces y después haber financiado los alzamientos armados, la historia las pone en su lugar.

defensa de tampico
Fotografía: La brújula verde.

Tenemos el testimonio del general brigadier Smedley D. Butler, el yanqui más condecorado de todos los tiempos: “Pasé 33 años y cuatro meses en servicio militar activo y durante ese periodo la mayor parte del tiempo fui un golpeador de lujo al servicio de los grandes negocios, de Wall Street y de los banqueros. Para expresarlo brevemente, fui un mafioso, un gángster del capitalismo. Ayudé a que México, y en especial Tampico, fuera un lugar seguro para los intereses petroleros estadounidenses en 1914”.

Y está también el recuerdo del embajador gringo en México durante el cardenismo, Josephus Daniels: “En aquellos días durante la Primera Guerra Mundial, B.M. Baruch, entonces jefe de la Comisión de la Industria Militar, me dijo que algunos petroleros intentaron convencer a nuestro gobierno de que era necesario ocupar la parte de México en donde estaban localizados los grandes pozos petroleros”.

En 1914, hace escasos 106 años, el ejército invasor aguardaba impaciente la orden de avanzar al altiplano para de nuevo colocar a “Old Glory” en la astabandera del zócalo de la Ciudad de México.

Uno de los corresponsales de guerra describió así el ambiente en una carta fechada el 8 de mayo: “Hoy, cuando Wilson ordenó (sic) a Huerta no bloquear Tampico, lo que era un insulto a los negociadores y el acto de un rufián y cobarde, Y UNA (sic) declaración de guerra, todos ensillamos nuestras monturas para avanzar. Luego llegó la noticia de que Huerta no llevaría a cabo el bloqueo de Tampico. Es como vivir en una casa de locos. Todos tenemos la esperanza de que los negociadores se rehúsen a continuar las pláticas. Si tienen respeto por sí mismos, eso es lo que harán”.

Lo dijo el gran George Santayana y no seré yo quien se resista al cliché: quien no conoce la historia está condenado a repetir sus errores.

Servidos, señores.


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Escribir en el apando

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Es más largo que la Cuaresma el inventario de escritores y luchadores sociales que a lo largo de la historia han conocido la hospitalidad y el confort de cárceles y sentinas por cortesía de padres de la patria, de hombres fuertes o de indulgentes caudillos preocupados por resguardar la pureza de sus pueblos.

Entre esta pléyade de tanto en tanto encontramos un tipo de prisionero especial: el que encuentra en la paz de la cárcel el ambiente para escribir, ya sea obra literaria, científica o política. Los 27 años de encarcelamiento de Nelson Mandela y su incansable lucha contra el apartheid lo convirtieron en un símbolo que lo condujo de la condición de ex presidiario a la de galardonado con el premio Nobel de la Paz. Su libro autobiográfico El largo camino a la libertad fue concebido entre los muros de su celda.

Desde el gran Galileo, condenado a cadena perpetua por el Santo Oficio en 1633 por apóstata, hasta los cientos de periodistas y escritores que hoy purgan condenas en muchas cárceles del mundo contemporáneo, incontables obras han sido paridas tras barrotes.

Incluso el sanguinario cabo del bigote ridículo dictó al obtuso y cejudo Rudolf Hess su Mein Kampf cuando purgaba prisión de 1923 a 1925, luego del fracaso del golpe de Estado conocido como el “Putsch de Munich”.

galileo en la carcel
“Galileo en prisión”, Carlo Piloty (1870).

En el caso de Galileo, de 1633 a 1642, año de su muerte, su obra se desarrolló técnicamente bajo la condición de encarcelamiento, pues se encontraba en lo que hoy llamaríamos arresto domiciliario. En esos nueve años el pisano escribió su Discursos sobre dos nuevas ciencias donde se ocupa de los fundamentos de la mecánica, piedra angular de los desarrollos posteriores en física.

La Inquisición llevó a la cárcel a Fray Luis de León, el religioso agustino renacentista, poeta y humanista, por traducir a la lengua vulgar el Cantar de los Cantares, arrebatador pasaje que da ñáñaras a la ortodoxia clerical, espantada de la sensualidad que el maligno coló en El Libro. Durante los años que Fray Luis de León estuvo encarcelado escribió De los nombres de Cristo y otros poemas. Se dice que antes de dejar la cárcel consignó a la pared la siguiente décima:

Aquí la envidia y la mentira / me tuvieron encerrado /
¡Dichoso el humilde estado / del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado / y con pobre mesa y casa,
en el campo deleitoso / con sólo Dios se compasa
y a solas su vida pasa / ni envidiado ni envidioso!

Utilizar las paredes de la chirona como cuaderno es algo muy extendido. Acá en tierra santa el cura Miguel Hidalgo y Costilla plasmó en los muros del Colegio de los Jesuitas en Chihuahua –habilitado como cuartel y cárcel–, dos décimas dedicadas a sus carceleros Ortega y Melchor por haberle brindado un trato comedido y respetuoso a pesar de órdenes al contrario.

Activistas políticos que realizaron valiosas aportaciones a la teoría social las trabajaron en muchas ocasiones confinados a una mazmorra. Un caso emblemático es el del teórico marxista italiano Antonio Gramsci, quien fue encarcelado en 1926, tomando como pretexto un atentado sufrido por Mussolini.

En el momento de su detención Gramsci era diputado al Parlamento, pero esto a don Benito no le importó. De paso disolvió los partidos políticos de oposición y canceló la libertad de prensa. Por cierto, Il Duce se llamaba Benito en honor a nuestro Juárez, a quien su padre admiró profundamente.

carcel de gramsci
Representación de Antonio Gramsci (Ilustración: Wiaz).

Gramsci era periodista además de teórico. El ministerio público que pidió 20 años de cárcel para él, dijo en el juicio que se debía “impedir a ese cerebro funcionar” por lo menos durante ese tiempo. Casi 24 meses tomó a Gramsci lograr que le dieran papel y pluma, con lo que el creador de conceptos como “bloque histórico” e “intelectuales orgánicos” pudo plasmar su legado a las ciencias sociales en los famosos Cuadernos de la cárcel.

En México, un ejemplo de persistencia periodística al servicio de la lucha política fue Ricardo Flores Magón. Regeneración, el periódico que fundó junto con sus hermanos y con Librado Rivera, literalmente iba a donde iba Flores Magón, incluso la cárcel, lugar que pisó en numerosas ocasiones y que fue también escenario de su muerte.

El escritor ruso Isaac Bábel fue víctima de las purgas con las que el padrecito Stalin intentó acallar a muchos intelectuales que ponían en tela de juicio su particular concepción revolucionaria.

Daniel Defoe, el autor de Robinson Crusoe, estuvo encarcelado por sus actividades políticas y especialmente por haber escrito El medio más eficaz para con los disidentes, un texto irónico, y por ello más leído, sobre el combate a la disidencia. Fue sentenciado a la picota, que en la Pérfida Albión servía para exponer al escarnio público a los condenados. Defoe, lejos del arrepentimiento, escribió un poema llamado “Himno a la picota”, porque cuando estuvo expuesto, los curiosos le arrojaban flores en lugar de piedras como era la costumbre.

Cervantes comienza el Quijote en la prisión de Sevilla en 1597. Miguel Hernández, víctima del franquismo, escribe “Nanas de la cebolla” cuando preso se entera que su mujer y su hijo no tenían más alimento que cebolla y pan. Oscar Wilde escribe De profundis en su celda.

daniel defoe en la carcel
“Daniel Defoe in the pilory”, Crowe Eyre (1824-1910).

El poeta colombiano Álvaro Mutis estuvo encarcelado en México por una acusación que surgió en su tierra natal cuando trabajaba para la petrolera Esso por haber destinado recursos a obras culturales en lugar de hacerlo para obras de caridad. En prisión recurrió a la prosa para escribir Diarios de Lecumberri.

Otros han hecho coincidir el trabajo político con el literario, como el caso de José Revueltas, quien preso por su participación en las movilizaciones del 68, escribió El apando, novela que describe una de las partes más oscuras del sistema penitenciario mexicano.

Ezra Pound, quizá el mayor poeta en lengua inglesa del siglo XX,fue acusado de propagandista de Benito Mussolini. Durante su estancia en la cárcel escribió parte de sus Cantos. Después de la guerra el ejército yanqui lo tuvo seis meses encerrado en una jaula con un foco encendido, una cubeta y dos sábanas. Luego lo declararon peligroso y loco y lo confinaron en el hospital psiquiátrico Saint Elizabeth de Washington D.C. durante 14 años. Es decir, igual que Alexander Solzhenitsyn en su Archipiélago Gulag, el mentor de James Joyce tuvo su propio archipiélago a orillas del Potomac, en donde ondea Old Glory.

El escritor uruguayo Mauricio Rosencof, preso político de 1973 a 1984 narró, en un texto publicado en 1988 en el suplemento México en la cultura de la revista Siempre, la experiencia de crear en la cárcel, donde escribió la obra de teatro Y nuestros caballos serán blancos. Rosencof describe la cotidianeidad de la falta de información que por aquel tiempo padecían los presos políticos y los recursos para suplirla.

Los libros de Ngugi wa Thiongo fueron prohibidos en Kenia en 1977 por el “padre de la patria” Jomo Kenyatta y su vicepresidente Daniel arap Moi, y el escritor fue gentilmente confinado a una celda, en donde sobre pedazos de papel sanitario escribió la primera novela moderna en kikuyu, su idioma materno: Caitaani Muthara-ini (Diablo crucificado). Ecos del Knut Hamsun de Hambre y del Julius Fucik del Reportaje al pie de la horca. 

Esta lista no se agota aquí por desgracia. Todavía son muchos los periodistas y escritores que sufren cárcel por su obra o sus actividades. Ante esta realidad parecen nada los miles de años transcurridos desde que los gobernantes griegos encarcelaron y condenaron a muerte a Sócrates acusado de no creer en los dioses atenienses y corromper a la juventud.

Juego de ojos.

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Retorno a Macondo

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A media tarde del jueves santo de 2014, se apagó la vida de Gabriel García Márquez y arrancó el lento proceso de su canonización literaria. Siempre reportero, Gabo tuvo la cortesía de morir a una hora apropiada para las ediciones del día siguiente –como lo hicieran Marcel Proust y Walt Whitman– aunque supongo que hubiera preferido evaporarse y transformarse en una neblina amnésica para no transitar el camino de Cortázar, a cuya muerte en 1984 escribió: “Si los muertos se mueren, debe estarse muriendo otra vez de vergüenza por la consternación mundial que ha causado su muerte. Nadie le temía más que él, ni en la vida real ni en los libros, a los honores póstumos y a los fastos funerarios”. Creo que al hablar del Gran Cronopio, García Márquez pensaba en sí mismo.

Pero como nadie tiene control de lo que pasa cuando ya no está, aquel viernes santo aparecieron los diarios con extensas crónicas –algunas bastante buenas– en reseña de la vida y obra del aracataqueño, mientras que en la radio y la televisión, los críticos y analistas se disputaban ferozmente el espacio para relatar experiencias, anécdotas y vivencias al lado de quien ya no podía defenderse.

Con la celeridad del caso, of course, se anunció el imprescindible homenaje en Bellas Artes que, imagino, su familia no tuvo más remedio que aceptar. Y hasta mi hogar medio derruido por el temblor, llegó el siseo de los declarantes profesionales rumiando la mejor sentencia para postular como el encabezado o bite más recordado. Vaya, hasta yo mismo, que por entonces no daba golpe por motivos existenciales, reclamé mi cachito de Gabo, transmutado en un muro de Berlín literario sobre el que se abalanzaban los cazadores profesionales de mementos.

gabo
Fotografía: Paris Review.

Sucede que alguna noche compartí mesa con él y con Fuentes, y tengo fotos para probarlo. Sucede que le mandé ejemplares de mis libros. Sucede que su secretaria se comunicó conmigo para decirme, palabras más, palabras menos, que o los recogía o serían regalados (no dijo a quién). Resulta que eso me encabritó, pero resulta también que recordé que a los autores hay que leerlos, no tratarlos, pues si quisieran ser populares se dedicarían a las telenovelas. Y resulta también que el sepultado por las alabanzas nunca pidió mis libros, aunque uno de ellos sin duda lo hubiera atrapado, sospecha que pude casi confirmar después de leer Vivir para contarla, la extraordinaria memoria que para mi es lo mejor después de la saga de los Buendía.

En aquel libro regalado-a-quién-sabe-quién, doy cuenta de una conversación con Edmundo Valadés en la que confesó con gran remordimiento que cuando García Márquez era un desconocido, le pidió publicar en la revista El Cuento un relato de Los funerales de la Mamá Grande y Edmundo no aceptó, pues creyó que podría ofender el sentimiento religioso del pueblo. “¡Imagínate!”, exclamó entre güisquis, “¡yo hubiera sido el primero en publicarlo en México!” Pero no fue así y la Editorial de la Universidad Veracruzana, cuando era lo que fue, tuvo el honor de sacar a luz el libro… cuyos derechos perdió años después.

Ya famoso el colombiano, coincidió con Valadés en una comida en Cuernavaca, creo que en casa de Garibay. Al saludar al de Guaymas le dijo muy serio: “Veo que ha publicado usted uno texto mío en El Cuento y Carmen lo anda buscando por aquello de los derechos”. Valadés sintió la muerte chiquita. ¡La feroz Carmen Balcells lo tenía en la mira! Estaba a punto de perder el sentido cuando se dio cuenta de que García Márquez estaba chanceando. Siempre se tuvieron aprecio.

Esa fue mi aportación al tsunami memorioso de aquel año. La completé con lo que escribí en ocasión de un cumple de Gabo en donde a la vez retomé un JdO de quince años atrás.

“Dicen los diarios capitalinos, con La Jornada a la cabeza, que muy temprano en la mañana el Gabo salió a la puerta de su casa el día de su 84° cumpleaños y juguetonamente preguntó: ‘¿Por qué tanto alboroto?’, chanza que puso a danzar de gusto a los admiradores, quienes cubrieron de flores al célebre aracatecano y además le cantaron las mañanitas.
Supongo que es obligado unirse a los fastos, aunque debo confesar que si bien Cien años de soledad fue un hito en mi vida de lector, poco más hay en la obra de García Márquez que me mueva, salvo su trabajo periodístico. Así que perdonarán si en vez de fraguar ingeniosos parabienes conmemorativos, recuerdo lo que escribí hace años sobre el mismo autor.
Gabriel García Márquez detesta las entrevistas, según sé. Hace bien. Su oficio es escribir. Más libros y menos declaraciones, eso es lo que queremos sus lectores en todo el mundo.
Viene a cuento lo anterior por los borbotones de tinta que hizo brotar el triple aniversario del escritor. Cincuenta años de periodista, setenta de edad y treinta de Cien años de soledad, no son poca cosa para críticos y analistas. Son fechas mágicas.
Confieso que al ver en las secciones culturales de los diarios espacios conmemorativos brotar como hongos y escuchar en una estación sí y otra también, programas dedicados al
trianiversario, me apenó no estar sumado al homenaje. Después de todo don Gabriel nació al mundo de las letras en pañales de reportero, igualito que yo.


gabriel garcia marquez
Ilustración: @AlexoSteel.

Decidí pues, subsanar la omisión y dedicar ‘JdO’ al tema. Busqué en mi archivo, pedí libros y ensayos, hablé con expertos e intelectuales, medité, reflexioné… y recuperé un sentimiento que creía olvidado desde mi paso por las aulas: así como don Gabriel no simpatiza con las entrevistas yo no tengo maldito gusto por la hermenéutica literaria.
¿Qué es lo que realmente interesa? ¿Leer y disfrutar una obra o descubrir las verídicas o supuestas motivaciones del autor ante la página en blanco?
Con la generosidad que le es característica, Omar Raúl Martínez puso en mis manos una joya de su biblioteca para ilustrarme:
Entre cachacos-1, volumen III de no sé cuantos editados en 1983 para analizar la obra del aracataqueño. En el libro, Jacques Gilard emplea 72 de las 411 páginas, el 17.5% del texto en letra de 9 puntos, para llegar a conclusiones tan asombrosas como que don Gabriel fue en realidad muy mal crítico de cine, o que en numerosísimos textos anónimos en El Espectador de Bogotá y El Heraldo de Barranquilla, pueden detectarse indicios que eventualmente llevarían a suponer que habría altas probabilidades de que el joven Gabriel hubiese intervenido en su redacción.
O joyas como ésta (p. 53): ‘Está claro que la práctica del reportaje le sirvió (a García Márquez) como una forma de preparación antes de emprender la redacción de obras literarias’. ¡Oh!”.

Algún oscuro placer debe entrañar, supongo, el ejercicio de rastrear y recuperar textos reconocidamente menores y llegar a la conclusión de fueron justo 67 en el periodo analizado, número que crecería a 70 ‘si se tienen en cuenta dos reportajes anónimos pero atribuibles a García Márquez’. Que me maten si sé cómo tal muestra de cuestionable erudición beneficie a la obra.

Leo en ‘El Ángel’ de Reforma, el ensayo de Carlos Rubio Rosell titulado ‘Volver a la semilla’: ¿Dónde nace el mundo de Gabriel García Márquez, por qué, de qué manera y cómo se amamantó la imaginación del autor de Cien años de soledad, dónde están las claves que engendraron esa narrativa poderosa, desbordante, alucinada, del hombre?, y me pregunto: ¿tener conciencia de todo eso me haría vivir y disfrutar mejor la obra? Como diría el indeciso, quizá sí, quizá no.

gabo
Fotografía: RTVC.

En todo caso, ¿importa? Puedo citar de memoria pasajes enteros de Cien años de soledad, libro que conocí en la primera edición que llegó a México, la de Sudamericana, con la portada azul de las carabelas. El libro me mantuvo sin dormir durante meses. Lo leí y releí como creo ninguno otro desde entonces. Me enamoró fatalmente, al extremo de que no ha habido otro de don Gabriel que me haya provocado ni un pensamiento de infidelidad. ¡Al carajo las oscuras motivaciones del escribidor frente a la hoja en blanco! Choquemos las copas por la existencia de la obra entre nosotros y todo lo que ella nos dio.

El mismo Rubio Rosell nos convida con otro espléndido ejemplo de cómo se puede retroalimentar y enredar hasta que la materia del análisis quede irreconocible incluso para el autor que la parió: ‘El germen, el humus de todo ese portento (García Márquez, of course) está en sus primeros diez años de vida. Y su mundo literario no podía venir de otra cosa sino de ahí, de esos años que fueron decisivos para que surgiera el escritor que es, dice Dasso Saldívar’, quien, nos informa un poco más adelante Rubio Rosell en el artículo citado, invirtió nada menos que 20 años de su vida en una biografía de don Gabriel. Lástima que nadie le haya informado al señor Dasso que no sólo García Márquez, sino todos los humanos, tenemos el germen de nuestro humusen ese periodo crítico de la vida. En fin. Yo regreso a leer Cien años…y me vale que el mentado humushaya surgido en los diez, veinte o treinta primeros años de GGM. El libro, la obra, ya es mía.

Saludos, Gabo, en donde quiera que te encuentres. Tengo en mi despacho la foto que nos tomamos con Fuentes al salir de aquella cena en casa de Pepe Carreño. Joder, algunos de mis alumnos no los reconocen.

Juego de ojos.

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El león y el unicornio

Lectura: 6 minutos

Estoy en condiciones de garantizar a mis lectores que la revolución palaciega encabezada por los simpáticos duques de Sussex, doña Meghan y don Harry, no pone en peligro a la civilización occidental ni amenaza el Mexican way of life.

No dudo que en algunos caserones herederos del porfiriato o entre las damas de la Perpetua en donde se guarda celosamente la memoria de doña Carlota y don Maximiliano, algunas lágrimas habrán de derramarse por la infausta noticia de la valiente y, diría yo, patriótica decisión de los duques: renunciarán a sus privilegios en la casa real británica y buscarán una vida normal de trabajo en algún rinconcito de la Gran Bretaña (a punto de convertirse en la pequeña Inglaterra post-Brexit), en los United States de Mr. Trump o en alguna acogedora comarca canadiense.

¿Estará en peligro el Trono de San Jorge? ¿Qué consecuencias tendrá para para la paz mundial tan atrevida como insólita decisión? Ya SGM la Reina Madre anunció medidas de emergencia que serán analizadas en asamblea familiar.

imperio duques sussex
Ilustración: Jonathan McHugh.

En mayo del 2002 un prestigiado académico londinense sugirió que la Reina debía embarcarse en una gira mundial “para ofrecer disculpas por los pecados imperiales” y así revitalizar a la comunidad inglesa de naciones. Tal extravagancia cayó en oídos sordos. Ya se sabe que la realeza no sabe mirar pa’bajo, como nos recordó en un divertido texto en Crónica Rafael Cardona.

Nadie piense que soy un resentido social. Dios salve a las clases dominantes. Pero el caso es que ni la BBC cree en las bondades del Imperio. En el 2003 subió a su web infantil una lección de historia: “El Imperio se hizo grande asesinando a muchos pueblos pobremente armados y saqueando a sus países; después el método cambió: asesinar pueblos con ametralladoras fue la táctica favorita del ejército [misma que fracasó] gracias a personajes como Mahatma Gandhi, heroico revolucionario cercano a las necesidades de su pueblo”, según nos recuerda en su libro Niall Ferguson.

El escritor nigeriano Chinua Achebe respondió a la chocarrera sentencia de que “en el Imperio nunca se pone el sol”: “¡Eso es por que Dios no confía de ningún inglés en la oscuridad!” Y harto conocido es el lamento del mal poeta, buen cuentista y supremacista Ruyard Kipling sobre “la carga del hombre blanco”:

Llevad la carga del Hombre Blanco, / Y cosechad su vieja recompensa / La reprobación de vuestros superiores / El odio de aquellos que protegéis, / El llanto de las huestes que conducís / (¡Tan laboriosamente!) hacia la luz: / “Oh amada noche egipcia, / ¿Por qué nos librasteis de la esclavitud? /

 A los mexicanos nos ha tocado ser ese pesado fardo en más de una oportunidad. Me vienen a la memoria en este momento dos episodios.

imperio britanico
Ilustración del Imperio británico (Imagen: Biombo Historia).

En 1913 el cónsul del Imperio en México, Francis William Stronge, un anciano confuso y desaseado que acostumbraba llevar a todas partes un loro en el hombro que le picoteaba los pelos de las orejas, estuvo en la conjura encabezada por el embajador gringo Henry Lane Wilson para asesinar al presidente Francisco I. Madero. No tuvo una participación menor en este crimen y cierto estoy de que no obró sin el consentimiento de Whitehall. ¡Pesada carga para el hombre blanco británico!

En 1938, Sir Owen St. Clair O’Malley, un incivil sujeto quien en sus memorias, The Phantom Caravan, confesó haber transcurrido su estancia en México “en un estado de confusión mental”, llevó el reclamo contra la expropiación a niveles de ordinariez nunca antes vistos en el trato entre naciones civilizadas. Fue tanta la zafiedad de este hijo de la pérfida Albión, que el general Cárdenas, de ecuanimidad y serenidad legendarias, rompió relaciones con la Gran Bretaña y expulsó del país a su representante diplomático.

¡Dios bendito! Lo nunca visto. Hoy da ternura leer en la Enciclopedia Británica que “fue el Reino Unido el que rompió relaciones con México” después de la Expropiación. ¿No fue Orwell en su obra 1984 quien inventó el “Ministerio de la Verdad” en donde se rescribía la historia?

Podría extenderme casi al infinito, pero me limitaré a recordar que durante el infame comercio de esclavos, de los diez millones de seres humanos que cruzaron el Atlántico rumbo a los mercados de nuestros cristianísimos vecinos allende el Bravo, tres millones lo hicieron en naves británicas; que las corporaciones inglesas no sólo se apoderaron y saquearon a la India y parte de China, sino que organizaron con eficacia teutona el comercio internacional de estupefacientes.

Tiempo ya en que The Guardian publicó una nota titulada “Gran Bretaña destruyó huellas de sus crímenes coloniales” firmada por Ian Coban, Owen Bowcott y Richard Norton-Taylor. Ofrezco a mis lectores un extracto de la traducción de S. Seguí:

imperio britanico
Imagen: Sluggero Toole.

Miles de documentos que registraban en detalle algunos de los actos y crímenes más vergonzosos cometidos durante los últimos años del Imperio Británico fueron destruidos sistemáticamente para evitar que cayeran en manos de los gobiernos surgidos de la independencia, según ha demostrado un estudio oficial.

Los documentos que sobrevivieron a la purga fueron trasladados discretamente a Gran Bretaña donde fueron escondidos durante 50 años en un archivo secreto del Foreign Office, más allá del alcance de los historiadores y público en general, en violación de la obligación legal de ponerlos a disposición de la opinión pública.

El archivo salió a la luz cuando un grupo de keniatas detenidos y supuestamente torturados durante la rebelión Mau Mau obtuvo el derecho de demandar al gobierno británico. El Ministerio de Asuntos Exteriores se comprometió a liberar los 8,800 expedientes de 37 ex colonias escondidos en el centro de comunicaciones gubernamentales de alta seguridad de Hanslope Park, en Buckinghamshire.

El historiador designado para supervisar la revisión y la transferencia, Tony Badger, master del Clare College de Cambridge, afirma que el descubrimiento del archivo pone al Foreign Office en una posición ‘de vergüenza y escandalo.’ Estos documentos deberían haber estado en los archivos públicos desde la década de 1980, ha señalado. ‘Han retrasado este asunto por mucho tiempo.’ Los primeros documentos estarán a disposición del público en el Archivo Nacional de Kew, en Surrey.

Los documentos de Hanslope Park incluyen informes mensuales de inteligencia sobre la ‘eliminación’ de los enemigos de la autoridad colonial en la década de 1950 en Malasia; registros que demuestran que ministros británicos estaban al corriente de las torturas y los asesinatos de insurgentes Mau Mau en Kenia, incluyendo el caso de un hombre que afirman que fue ‘quemado vivo’; y documentos que detallan hasta qué extremos llegó el Reino Unido para evacuar por la fuerza a los habitantes de la isla de Diego García en el Océano Índico.

No obstante, entre los documentos hay un puñado que muestran que muchos de los documentos más sensibles de finales de la era colonial de Gran Bretaña no fueron escondidos sino simplemente destruidos. Estos documentos incluyen las instrucciones para la destrucción sistemática dadas en 1961, después de que Iain Macleod, secretario de Estado para las colonias, emitiera directivas según las cuales los gobiernos posteriores a la independencia no debían recibir ningún material que ‘pudiera poner en aprietos al gobierno de Su Majestad’ o que pudiera avergonzar a ‘miembros de la policía, fuerzas militares, funcionarios públicos u otras personas, por ejemplo informantes de la policía’, que pudieran poner en peligro las fuentes de inteligencia, o que pudieran ‘ser utilizados de manera poco ética por ministros de los gobiernos sucesores.

Pienso que los simpáticos y juveniles duques de Sussex, doña Meghan y don Harry, lo que quisieron fue poner tierra de por medio antes del derrumbe de la casa imperial, desmoronamiento que pudiera ser acelerado cuando los plebeyos comiencen a sufrir las consecuencias del Brexit puesto en marcha por el mentecato de Cameron, hijo en línea directa de Chamberlain, primo hermano de Boris y pariente de Donald.

Juego de ojos.

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Después del coronavirus

Lectura: 5 minutos

Yuval Noah Harari publicó en el Financial Times del 19 de marzo uno de los más lúcidos y sugerentes artículos en torno a la pandemia que tiene al mundo con el Jesús en la boca. Al día siguiente, Matilde Sánchez, de la Revista Ñ del bonaerense Clarín, reprodujo porciones comentadas.

Hoy comparto con los lectores de Juego de Ojos, un extracto del texto de Matilde. La visión del autor de 21 Lecciones para el Siglo XXI nos mueve a profundas reflexiones. (El artículo completo en inglés se encuentra aquí.

Las decisiones que tomen los gobiernos y pueblos en las próximas semanas probablemente darán forma al mundo que tendremos en los próximos años. No sólo formatearán nuestros sistemas de salud, sino también nuestra economía, la política y la cultura; debemos actuar con presteza y decisión.

Yuval Noah Harari
Yuval Noah Harari, historiador y escritor israelí.

En El mundo después del coronavirus, Harari advierte que el primer dilema es entre la vigilancia totalitaria y el empoderamiento ciudadano; el segundo desafío es entre el aislamiento nacionalista y la solidaridad global.
Harari sostiene que la tormenta de la pandemia pasará, sobreviviremos pero será otro planeta, dado que muchas de las medidas actuales de emergencia tendrán que establecerse como rutinas fijas: ‘tal es la naturaleza de las emergencias, aceleran los procesos históricos en fast forward’. Las decisiones que en tiempos normales llevan años de deliberación se toman en pocas horas –explica–. Las tecnologías peligrosas e inmaduras entran rápidamente en vigor porque los riesgos de la inacción son peores. Países enteros funcionan ya como conejos de indias de experimentos sociales a gran escala. ¿Qué pasa cuando todos trabajamos en casa y sólo tenemos comunicación a distancia? ¿Qué ocurre cuando todas las escuelas y universidades trabajan online? Ésas son preguntas que la población mundial se hace a estas horas, desde el médico hasta el oficinista, desde el empresario hasta el maestro.

covid prevencion
Fotografía: Infobae.

Hablamos de un control biológico a esta altura, según él, una ‘vigilancia subcutánea’ para detener la epidemia. Por primera vez en la historia, hoy los gobiernos tienen la capacidad de monitorear a toda su población al mismo tiempo y en tiempo real, dispositivo que ni la KGB soviética consiguió en un solo día. Los gobiernos de hoy lo consiguen con sensores omnipresentes y poderosos algoritmos, tal como lo demostró China, al monitorear a la población a través de los celulares y las cámaras de reconocimiento facial. La pregunta, nos alerta, es si los datos de sus reacciones serán luego empleados políticamente para saber cómo responden las emociones del electorado a ciertos estímulos: en otras palabras, para manipular a grandes masas. Ahora diversas apps en China advierten al portador de un celular que se encuentra cerca de un infectado: ¿de qué supuesto peligro podrían alertarnos también? Este tipo de tecnologías no se limitan a Asia. Nos recuerda Harari que recientemente el Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, autorizó a la Agencia de Seguridad a emplear tecnología antes restrictiva para combatir terroristas con la finalidad de rastrear enfermos de coronavirus; lo hizo a través de un terminante ‘decreto de emergencia’ que desestimó de cuajo las objeciones de la oposición en el Parlamento.
En otras palabras, la tecnología de vigilancia masiva que antes espantaba a muchos gobiernos, podría ser de empleo regular: ya no un control ‘sobre la piel’ sino ‘debajo de la piel’. Los políticos tendrán mucha información ante qué cosas nos provocan tristeza, hastío, alegría y euforia. Eso representa un poder sobre las poblaciones, inédito y riesgoso.

el gran hermano covid
Fotografía: The Star.

Por otra parte, sin embargo, se ha demostrado que el monitoreo centralizado y el castigo severo no son la manera más eficaz de conseguir el acatamiento a las normas que nos pondrían a salvo. Una población motivada en su propia salud y bien informada es la única clave. De hecho, ésa es la gran enseñanza de la política del uso del jabón, que no requiere de un Gran Hermano mirando a toda hora: el  hábito del jabón precede todas las reglamentaciones, es una especie de legado familiar de largo ciclo histórico.
El historiador adquiere su rango de filósofo al insistir en la centralidad de los relatos comunes a las civilizaciones, por ejemplo, de las costumbres higiénicas. Para conseguir ese nivel de cumplimiento y colaboración en el bien común se necesita confianza: en la ciencia, en las autoridades públicas y en los medios. ‘En los últimos años, políticos irresponsables socavaron deliberadamente la confianza en la ciencia, las autoridades y los medios –afirma–. Ahora esos mismos políticos podrían tentarse de tomar el camino más expedito hacia el autoritarismo, con el argumento de que no se puede confiar en que el público haga lo correcto’, advierte. ‘En lugar de edificar regímenes de vigilancia, no es tarde para reconstruir la confianza del pueblo en la ciencia, las autoridades y los medios’.
Definitivamente debemos emplear las nuevas tecnologías también. Pero éstas deberían empoderar a la ciudadanía. ‘Estoy muy a favor de monitorear mi temperatura corporal y presión arterial pero esta data no debe ser usada para crear un gobierno todopoderoso, sino que debe permitirme tomar decisiones personales mejor informadas, y también debería hacer que el gobierno dé cuenta de sus decisiones –escribe–. Si yo pudiera controlar mi estado clínico las 24 horas del día, podría saber si me he convertido un riesgo para los demás y también saber cuáles hábitos ayudan a mi salud.
En el tramo más vibrante de su artículo, Harari exhorta a que tengamos un plan global. Su segunda premisa nos exige elegir entre el aislamiento nacionalista y la solidaridad global. Dado que tanto la epidemia como la consiguiente crisis económica son globales, sólo se podrán resolver con cooperación global, ‘Para derrotar la pandemia debemos compartir globalmente la información, y ésa es la gran ventaja de los humanos sobre los microorganismos. China puede enseñarle mucho a Estados Unidos sobre cómo combatirlo. Mientras el dubitativo gobierno británico se decide entre privilegiar la economía sobre la salud pública, los coreanos tienen mucho que aleccionar sobre la lucha contra el coronavirus. Pero ésta no puede conseguirse sin compartir la información. ‘Necesitamos un espíritu de cooperación y confianza’, nos alerta. Y también la plena disposición internacional para producir y distribuir equipamiento médico, como kits de tests y respiradores. Así como los países internacionalizan sus principales industrias durante una guerra, el combate contra el coronavirus requiere ‘humanizar las industrias comprometidas en el bien común’.

harari covid
Fotografía: Ruptly

Un protocolo global debería permitir que equipos muy controlados de expertos sigan viajando, científicos, médicos políticos y empresarios deberían poder desplazarse, regresar a casa con la experiencia adquirida y la ayuda dispensada. Los líderes del G7 lograron hace pocos días finalmente organizar una videoconferencia pero no consiguieron ponerse de acuerdo. La parálisis parece haber ganado a la comunidad internacional.

La actual gestión en Estados Unidos ha declinado su rol como líder global –fustiga Harari–. Ha dejado en claro que le importa mucho más la grandeza de Estados Unidos que el futuro de la humanidad. Abandonando incluso a sus mejores aliados, escribe, el gobierno de Trump escandalizó al mundo al ofrecerle mil millones a un laboratorio alemán para hacerse del monopolio de la fórmula para una vacuna.

Si el vacío dejado por Estados Unidos no es ocupado por otro país, será más dificil todavía detener la pandemia. La humanidad está ante un desafío histórico, ¿adoptamos el camino de la solidaridad global o el de la desunión, que sólo prolongará la crisis?

Juego de ojos.

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Morir de amor

Lectura: 5 minutos

En El Lencero, muy cerca de Xalapa, se encuentra el casco de una hacienda que fue de Santa Anna. Es una casona bella y fresca, rodeada de jardines y un lago en el que se deslizan cisnes negros altivos y ausentes. A un costado, la capilla que El Generalísimo levantó para una de sus bodas.

El visitante que pasea por los prados o toma asiento a la sombra de una higuera centenaria, si es sensible y de espíritu abierto, puede escuchar el murmullo de voces del pasado y sentir cómo, en pequeñas pulsaciones, un efluvio de cantos apenas perceptibles le penetra e ilumina.

La alegría resultante no se explica bien a bien, pues difícilmente esa magia podría conectarse con el “seductor de la Patria”. Se sigue, entonces, que otra presencia hay entre la verdura de la comarca. Y esa otra presencia, señoras y señores, es nada menos que la de Gabriela Mistral, cuya efigie en bronce se alza al oriente del conjunto como un sentinela en perpetua contemplación de un paisaje que amó profundamente.

gabriela mistral
Gabriela Mistral, poeta chilena (Fotografía: Milenio).

Muy pocos mexicanos serán los que no hayan oído hablar de Gabriela Mistral y disfrutado su deliciosa poesía. Quizá no tantos sepan que nació en Chile como Lucila Godoy Alcayaga, quien fue la primera latinoamericana en recibir el Premio Nobel, que se sentía mexicana y que, en un sentido poético, murió de amor. Los veracruzanos y en particular los xalapeños deben celebrar que la efigie de la poeta vigile su comarca y su mirada esté siempre en ellos.

Su fama como poeta comenzó en 1914 con un premio en los Juegos Florales de Santiago por sus Sonetos de la muerte, inspirados, se dice, en el suicidio de Romelio Urieta, su primer amor. En el concurso se presentó con el seudónimo que desde entonces la acompañaría y que es un homenaje a Gabrielle d’Annunzio y Frédéric Mistral, por quienes tenía una profunda devoción. (Eso de adoptar un nom de plume es algo maravilloso, pero asusta a los espíritus chatos y a las almas pequeñas. El enorme compatriota de la Mistral, quince años menor que ella, Pablo Neruda, de quien fue mentora, había nacido como Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto y adoptó el apellido de Jan Neruda, uno de los fundadores de la lengua literaria checa, entre cuya obra se encuentra el delicioso tomo Historias de la Malá Strana, publicado en español allá por los años setenta en la desaparecida Editorial Sudamérica.)

La vida de la Mistral fue de una intensidad alucinante. A los catorce años comenzó a publicar en periódicos de su natal Vicuña, como El Coquimbo, La Voz de Elqui y La Reforma y desde el principio de su carrera se refugió en distintos seudónimos. “Alma”, “Soledad” y “Alguien”, fueron algunos con que la niña Lucía firmaba sus colaboraciones y que hoy nos hablan de la naturaleza de aquellos primeros artículos, pues esta mujer fue desde siempre un ser que vivía en y para el amor.

El padre de Gabriela era un modesto profesor rural y su hija a los 18 años abrazó esa profesión. Fue directora de varias escuelas y obtuvo reconocimiento como educadora.

gabriela mistral
Imagen: FM2.

Las aulas dejaron muchas cosas a la joven: el amor a los niños, traducido en una vasta obra poética que hoy continúa recitándose en salones de todo el continente. El amor a la educación y el amor por Romelio Urieta. Romelio se suicidó y la leyenda dice que Gabriela vivió el suicidio como una pérdida irreparable. Su propia obra sugiere tal cosa, aunque ella misma lo desestimó.

En “Ausencia” creemos adivinar el dolor profundo de la mujer que ha perdido el amor y la razón de vivir. Un fragmento:

Se va de ti mi cuerpo gota a gota. / Se va mi cara en un óleo sordo; / se van mis manos en azogue suelto; / se van mis pies en dos tiempos de polvo. // ¡Se te va todo, se nos va todo! // Se va mi voz, que te hacía campana / cerrada a cuanto no somos nosotros. / Se van mis gestos, que se devanaban, / en lanzaderas, delante de tus ojos. / Y se te va la mirada que entrega, / cuando te mira, el enebro y el olmo. // Me voy de ti con tus mismos alientos: / como humedad de tu cuerpo evaporo. / Me voy de ti con vigilia y con sueño, / y en tu recuerdo más fiel ya me borro. / Y en tu memoria me vuelvo como esos / que no nacieron ni en llanos ni en sotos. // (…) ¡Se nos va todo, se nos va todo!

En una “autobiografía” publicada en la revista Mapocho en 1988, Gabriela se encargaría de precisar el tono de su amor con Romelio:

[…] digo con la franqueza ruda con que hablo a los propios, que me cuesta un mundo entrar en un comentario amoroso de mí misma. […] se han hecho disparates tan descomunales a este respecto, que esta vez tengo que hablar y no por mí sino por la honra de un hombre muerto. […] Romelio Ureta no era nada parecido, ni siquiera era próximo a un tunante cuando yo le conocí. Nos encontramos en la aldea de El Molle cuando yo tenía sólo catorce años y él dieciocho. […] Había en él mucha compostura, hasta cierta gravedad de carácter bastante decoro. Por tener decoro se mató.

El joven trabajaba con un hermano que era el jefe de los ferrocarriles. En su ausencia, Romelio tomó un ingreso fiscal, “suma infeliz”, diría Gabriela, con la idea de restituirlo en breve. Pero…  

g mistral
Fotografía: Duna.

 […] vino un arqueo impensado de caja: el hermano andaba en Ovalle o en otro punto de la provincia y no pudieron comunicarse de ningún modo. Romelio Ureta era hombre tan pundonoroso como para matarse, antes de sufrir vivo una vergüenza. […]

Gabriela Mistral llegó a ser directora de varios liceos. Fue una destacada educadora y desde muy joven visitó México, país al que amó al grado de sentirse mexicana. Aquí fue una decidida militante de la reforma educativa de José Vasconcelos. En Estados Unidos y Europa estudió las escuelas y métodos educativos. A partir de 1933, y durante veinte años, desempeñó el cargo de cónsul de su país en ciudades como Madrid, Lisboa y Los Ángeles, entre otras.

Los poemas para niños de la Mistral se recitan y cantan en muchos países. En 1945 se convirtió en la primera latinoamericana en recibir el Premio Nobel de Literatura. Posteriormente, en 1951, se le concedió el Premio Nacional de Literatura de su país.

A su primer libro de poemas, Desolación (1922), le siguieron Ternura (1924), Tala (1938), Lagar (1954) y otros. Su poesía, llena de calidez, emoción y marcado misticismo, ha sido traducida al inglés, francés, italiano, alemán y sueco, e influyó en la obra de muchos escritores latinoamericanos posteriores, como Pablo Neruda y Octavio Paz.

Se le ha llamado escritora modernista, pero como la verdad no tengo idea de qué sea eso o cómo se lea, transcribo lo que de su obra leí en algún texto académico: su modernismo no es el de Rubén Darío o Amado Nervo, ya que ella no canta ambientes exóticos de lejanos lugares, sino que se sirve de su estética y musicalidad para poetizar la vida cotidiana, para “hacer sentir el hogar”.

Pero yo, sentado a la sombra de la higuera en El Lencero y muy cerca de su efigie en bronce, lo único que siento es que haya muerto de amor.

Juego de ojos.

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