De Economía Varia

La educación a distancia en México: ¿una oportunidad desperdiciada?

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El Covid-19 ha traído a la palestra a nivel mundial el tema de la educación y el trabajo a distancia. En el caso de México, tal tema y práctica parecen haber emergido inopinadamente, olvidándose el pasado mediato y la experiencia nacional en la materia reconocida, en su momento, a nivel mundial. En todo caso, el Covid-19 ha evidenciado que México ha desperdiciado años exitosos en materia de educación a distancia.

En 1968, en tanto en el Reino Unido (UK) se inauguraba la Open University, México ponía en funciones la Telesecundaria. Mientras en UK se buscaba atender la demanda de educación superior y atender la necesidad de mano de obra y personal capacitado, México acometía la atención de la demanda creciente del nivel de educación secundaria, especialmente en poblaciones dispersas. Así, cada caso se enfocó a los problemas y prioridades públicas.

Ambos programas gubernamentales se sustentaban inicialmente en el uso de la televisión como medio para llevar contenidos educativos e instruccionales. En UK ello se hizo usando la televisión pública, existente prácticamente a manera de monopolio, y en México por medio del Canal 5, de carácter privado, de lo que ahora es Televisa. De igual forma, en el primer caso, el uso de la televisión se realizaba al final del día de transmisiones normales y en México de la mañana hasta el mediodía.

educacion a distancia
Imagen: Proyecto Puente.

La experiencia acumulada de UK ha llevado a que la Open University sea una de las universidades más grandes del mundo, tanto en el número de alumnos, como en cobertura geográfica. Con servicios en el África y en algunos países del sudeste de Asia. Asimismo, hoy es reconocida como una universidad de gran calidad en UK. La experiencia mexicana, por otra parte, se fue consolidando a lo largo de los años, tanto en sus contenidos como en la tecnología utilizada.

A mediados de 1990 se estimaba que México contaba con uno de los acervos video gráficos más importantes del mundo, particularmente de carácter cultural y educativo. A la par, la Telesecundaria había migrado de la televisión analógica del Canal 5 hacia el servicio satelital, vía lo que se conoce hoy como Edusat, alcanzando una huella satelital desde Alaska hasta la Patagonia.

El cambio tecnológico mexicano posibilitó abrir la transmisión satelital pública a canales como el Canal 22, entre otros, que fue distinguido internacionalmente como el mejor canal cultural del mundo. De igual forma, fue posible crear la Red Escolar, que se esperaba fuera el eje de la convergencia tecnológica de transmisión y comunicación educativa, que en ese momento emergían a nivel mundial. México logró, así, ser pionero en tan trascendente innovación, al menos en América Latina.

Bajo el paraguas de esta capacidad de transmisión se puso en marcha el Programa Nacional de Educación a Distancia, que integraba, entre otras iniciativas, la creación de la Videoteca Nacional. La Red Escolar, como parte del Programa, además de modernizar y mejorar los contenidos de los programas para la Telesecundaria, difundidos a sus escuelas a través de la Videoteca Escolar, posibilitó desarrollar programas emblemáticos, como el de la migración de la Mariposa Monarca, que conectó a escuelas de Canadá y Estados Unidos de Norteamérica con escuelas secundarias generales de México. 

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Imagen: Flickr.

De igual forma, gracias al Programa se abordó el desarrollo de la enseñanza de las matemáticas a distancia y la computación. En la enseñanza de la computación en las escuelas de educación básica destacaron Tlaxcala, Hidalgo, entre otras entidades, habiendo sido una experiencia reconocida por expertos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Ya para entonces, Edusat también era utilizado para fines de capacitación, particularmente de dependencias e instituciones públicas. 

Como iniciativa de política exterior, México compartió el modelo y la imagen de la Telesecundaria con los países centroamericanos, para sus propios fines educativos.  Posteriormente, a promoción del BID los países centroamericanos rediseñaron el modelo de la telesecundaria, especialmente del sistema unitario escolar al servicio de educación netamente abierta, particularmente para adultos, utilizando el formato de videos. En el mismo sentido, desde México el Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa (ILCE), centro del diseño e instrumentación del Programa de Educación a Distancia, comenzó a impartir los cursos de educación a distancia, incluyendo los niveles de maestría, a los que accedían estudiantes de diversos países de Sudamérica.  

El proyecto del Programa de Educación a Distancia en su diseño, acción y concreción fue realizado por el ILCE, organismo internacional regional, cuya sede se encuentra en México con sostenimiento de la Secretaría de Educación Pública. Así, la visión primaria de utilizar a Edusat como eje de la convergencia tecnológica, incluida la Internet, emergió de esta institución internacional regional. El reconocimiento mundial del ILCE en materia de educación a distancia quedó de manifiesto en la reunión de los ministros de educación en el pleno de la Unión Europea, a inicios del 2000, en la que Guillermo Kelley, entonces Director General del ILCE, disertó sobre la educación a distancia y los logros alcanzados por México.

El Programa de Educación a Distancia de México y el uso de EDUSAT fue iniciado en 1996, en plena crisis bancaria nacional y austeridad presupuestal pública, lográndose resultados tangibles e internacionalmente reconocidos. A partir del 2000, en un periodo de ingresos extraordinarios públicos, se pusieron en marcha programas asociados a la educación a distancia, orientados a introducir físicamente equipos y tecnología en las aulas, para fomentar su uso por los estudiantes.  

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Imagen: Pinterest.

Los dos programas más cuestionados y sorprendentes de esa década fueron el de pizarrones electrónicos y la distribución directa de “Tablets” a los estudiantes de educación secundaria. En el primer caso se equiparon aulas que carecían de la infraestructura básica para tener pizarrones electrónicos. En el segundo caso, en mercados y tianguis terminaron siendo comercializadas la “Tablets” distribuidas por la SEP.

Hoy, ante la emergencia desatada por el Covid-19 se ha regresado al uso online de la TV privada para fines educativos y para la intercomunicación del gobierno. Las experiencias elementales de la Telesecundaria y del acervo de sus contenidos parecen olvidados. Al tiempo que la capacidad satelital de Edusat parece seguir dándole vueltas al mundo y esperando ser recordada por la autoridad educativa nacional. Tal capacidad podría cumplir con el compromiso de llevar internet a las comunidades más aisladas de la geografía nacional.

Obviamente recuperar las experiencias pasadas en materia de educación a distancia y poner en uso la capacidad de transmisión satelital implica presupuesto y gasto público, que siendo realmente inversión sería marginal. En todo caso, ello es asunto de evaluar el costo beneficio de pagar un servicio o aprovechar una inversión relativamente vigente. En esa tesitura de racionalidad financiera, se estima que el gasto en los años 2000, en aras de la educación a distancia pudo haber ascendido al orden de 100,000 millones de pesos. Cifra muy acorde a los ingresos extraordinarios del petróleo. 

La educación a distancia en México terminó siendo sepultada por los excesos de los ingresos públicos pasados y, probablemente, por su desviación, siendo hoy olvidada tal experiencia educativa y capacidad de transmisión pública por la austeridad de visión que prevalece.


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Tiempos de pandemia y de desventuras

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Cuando el COVID-19 haya menguando y las angustias se tornen a su  nivel cotidiano, habremos de apreciar las conductas y desventuras sociales a las que la pandemia nos llevó. Unos seguirán en búsqueda del business as usual, otros seguirán en su lucha grotesca por la política a la carta y otros esperando la economía pública de gasto y más gasto sin prioridades generales y valederas. La triste realidad es que habrán de asumirse pérdidas, luchar por recomponer buena parte de lo destruido y volver la vista a ver el tren que ya venía.

La política, la sociedad y la economía habían entrado desde inicio del siglo en un rápido cambio que en varios casos llevó al desastre y en otros agudizó la necesidad de un cambio con rumbo y destino. La política del entretenimiento, de las celebridades, del fake news ya había estado presente allá, acullá y aquí. La fiesta de los años locos de la abundancia de los menos y de las carencias de los más, habían llevado a la voracidad y al desengaño. Los intentos de justicia social eran escarceos iniciales que habríamos de ver destruidos antes ser coronados.

El capital financiero había sido ya desinflado con las dot.com, su desgobierno, las ilusiones vanas de casas e hipotecas habían afectado el empleo de millones, y la supuesta recuperación económica infló un enorme balón de especulación. Ya sabíamos que era tiempo de pagar deudas espurias y de excesos.

covid y medios, estadistica
Imagen: Voz de Guanacaste.

Así, con el COVID-19 en sus consecuencias, entenderemos que ha sido un simple catalizador que puso en evidencia un fin de ciclo. Para unos del mismo capitalismo, y para otros de una segunda muerte del laissez-faire, como sucedió en el 1929. Todo habrá que cambiar, no como cada quien quisiera o como cada quien deseara, sino de manera institucionalizada y con acuerdos políticos generales. Será entonces más necesaria la política y el Estado, so pena de desgarrarnos y terminar bañados en sangre y más dolor.

Un siglo después de otra pandemia que fue acompañada de la emergencia de una nueva realidad, tenemos la oportunidad de crear un mundo con una realidad diferente, en justicia, equidad, inclusión, donde el interés general esté por encima del interés particular y de los grupos que han terminado abusando de todos. Un mundo democrático en donde nadie goce del derecho de abusar de los demás. Ése es el reto y la base de una nueva y diferente realidad.

No hay tiempo para fantasías y vanas utopías. El reinicio del siglo XXI nos marca la oportunidad de una normalidad diferente, deseada por los más.


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De Argentina y Chile a la “imposible trinidad”

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Los problemas financieros y económicos de Argentina y Chile han recientemente ocupado de manera extensiva los titulares de los medios de comunicación, causando sorpresa a legos y comentólogos, tanto en su entendimiento, consecuencias y medidas resolutivas. Ello, sin terminar de aceptar que el mundo y la realidad económica es otra a la que nos imaginamos y pretendemos explicar, tal como desde los años sesenta visionariamente Robert Mundell y Marcus Fleming formularon para explicar el posible caso de las economías abiertas, con el modelo hoy identificado como la “imposible trinidad”. De entonces a la fecha, mucha agua ha pasado por abajo del puente, pero el instrumental teórico sigue siendo en general pertinente.

El modelo Mundell-Fleming implica la conjetura de que es imposible que un país pueda tener un control sobre la tasa de interés, manteniendo un libre movimiento de capitales y un tipo de cambio fijo. De acuerdo a este planteamiento, según Paul Krugman, “no se puede tener todo: un país debe elegir dos de tres objetivos de política. Puede fijar su tipo de cambio, pero sólo mediante el mantenimiento de controles sobre los flujos de capitales, o puede permitir la libre movilidad de capitales manteniendo la autonomía monetaria (tasa de interés), pero sólo a expensas de dejar flotar el tipo de cambio (como Gran Bretaña o Canadá), o… permitir el libre movimiento de capitales y estabilizar la moneda, pero a costa de abandonar la posibilidad de ajustar las tasas de interés para combatir la inflación o la recesión (como la Argentina de 2002)” (https://bit.ly/2PfG4sG).

Así, tanto Argentina como Chile han pretendido mantener la ilusión de que es posible tener el control del tipo de cambio, la soberanía sobre la tasa de interés y dejar vigente el libre movimiento de capitales. Ilusión que ha resultado vana para Argentina que, después de elevar sustancialmente la tasa de interés local y agotar prácticamente sus reservas monetarias y la línea de crédito del Fondo Monetario Internacional (FMI) por más de 44 mil millones de dólares, hoy es una de las economías emergentes más endeudadas del mundo en un muy corto plazo (https://bit.ly/2rhKIyj).

Además, como resultado de las recetas convencionales del FMI, de contraer la demanda agregada nacional, se encuentra en una grave crisis económica de acelerado empobrecimiento de la población (https://bit.ly/2DRreU2). 

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Ilustración: Podvitski.

Recientemente (a raíz de sus disturbios sociales) Chile ha comenzado, al igual que Argentina, a inyectar reservas-dólares para contener la depreciación acelerada de su moneda y estabilizar la tasa de interés. Al 27 de noviembre, el peso chileno llevaba una pérdida cambiaria del orden de 15%, en un periodo de menos de 40 días (https://bit.ly/2DRnCBn). 

En este contexto, Chile ha bajado su tasa de interés acorde con el comportamiento internacional, esperando reactivar la economía local, dado que se espera una recesión técnica el próximo año, como consecuencia de sus problemas sociales (https://bit.ly/36ha2DF).  Expectativa que se agudizará ante la aplicación ya anunciada de la contracción del gasto público, en línea con las prescripciones sempiternas del FMI.

Argentina y Chile obviamente no corresponden a la naturaleza de las economías de los grandes países desarrollados, cuya moneda puede ser regionalmente dominante, así como de aceptación generalizada y, por lo tanto, no verse totalmente constreñida por su tipo de cambio y los movimientos de capitales. De esta manera, la “imposible trinidad” resultaría más aguda para los pobres y en desarrollo para los fines de la política económica. 

Sin duda, el caso de México debe ser juzgado a la luz de los acontecimientos internacionales y las características de mercado de su moneda. De otra manera, seguiremos bordando en un mundo que ya no existe. Un mundo en el que se reconoce que hay hechos monetarios asociados a monedas dominantes como el dólar y otras monedas de mercado internacional, como el caso de México. La moneda mexicana es posiblemente la cuarta divisa del mundo que por su alta liquidez se utiliza para fines de contratos y de coberturas a nivel mundial. Por lo que su tipo de cambio no necesariamente es el resultado de sus fundamentos económicos reales, dado que se encuentra altamente extrovertido en el mercado internacional, con un alto riesgo de especulación. 

El riesgo que ello implica puede acrecentarse si no se maneja adecuadamente y se establecen las medidas preventivas para evitar la volatilidad y sus consecuencias sobre el mercado de capitales. La antigua idea de la soberanía de la moneda nacional y del banco central no ha existido más para México casi desde fines de la última década del siglo pasado. México, monetaria y financieramente, es una casa con todas las ventanas abiertas. La experiencia argentina y chilena nos deben alertar. 

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Imagen: Cámara mexicana-chilena.

Cuando Argentina comenzó a tener problemas con el tipo de cambio hace casi dos años, su relativo déficit en cuenta corriente era menor al mexicano. A pesar de ello, se desató una embestida especulativa contra su moneda, por lo que la línea de crédito flexible de apoyo del FMI los mercados pronto la evaporaron. No se entendió que la línea crediticia estaba diseñada para apagar el incendio, no para prevenirlo.  Hoy Chile va por un camino ya conocido. Si comienza a inyectar dólares para mantener bajo control el tipo de cambio de su moneda, no parará hasta agotar reservas y terminará pidiendo auxilio al FMI.  

En una economía abierta, para atemperar los efectos adversos de la “imposible trinidad”, pareciera recomendable tomar las medidas preventivas para evitar la volatilidad de la cuenta de capitales, a fin de actuar tempranamente contra una crisis especulativa del tipo cambio y por ende en la tasa de interés. El riesgo de México es alto si no se acepta esta realidad económica, máxime que el país se debate en un ambiente político y económico de incertidumbre nacional y de ajustes económicos internacionales propicios para la especulación financiera.

Así, en la interacción de países, instituciones financieras y mercados internacionales de capital, baste saber que la línea de crédito flexible de México con el FMI, originalmente por 74 mil millones de dólares, fue limitada a 61 mil millones de dólares (https://bit.ly/2PhV0GM) como consecuencia de los recursos que el organismo había otorgado previamente a Argentina y por los riesgos que presenta el país, tal como oportunamente informó el subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio (https://bit.ly/2YiUR9Y).

Declaración oportuna y hecho final que parece contravenir la versión oficial de que México pidió la reducción de la línea de crédito. ¿El que presta manda?

El estado del malestar

Lectura: 3 minutosDesde 2008 el mundo occidental ha manifestado un malestar ciudadano generalizado contra el sistema capitalista vigente. En los países desarrollados esto se inició con las afectaciones inmobiliarias y bancarias que la crisis en sí generó; dando paso a quiebras y niveles de desempleo no vistos desde la gran depresión de 1929. Millones de estadounidenses y europeos vieron perdidas sus viviendas y se enfrentaron con obligaciones crediticias imposibles de cubrir. En los países en desarrollo, como los latinoamericanos, la crisis financiera al haber afectado la producción y el empleo de los países desarrollados generó una caída en el precio de materias primas y el comercio, subiendo el desempleo y abatiendo los ingresos fiscales, además de perpetuar con ello la pobreza a ciudadanos.

La atención de la crisis conllevó a socializar las pérdidas financieras en Estados Unidos y Europa, al salvar a las instituciones financieras, abultando así sustancialmente las deudas públicas. En los países como el nuestro de pronto se descubrió una deuda pública que había venido incrementándose conforme se creyó que la expansión económica y el aumento de la demanda de materias prima era infinita. Hoy, después de la voracidad en el gasto, hay que enfrentar la trampa de la deuda, que se ha obviado con relativo éxito, en tanto se mantengan las tasas de interés a la baja y los bancos centrales de los países ricos sigan inyectando dinero. Si los ingresos crecen menos que las deudas habrá la eventualidad de repudiarlas o no pagarlas; una trampa recién vivida con la crisis inmobiliaria y sufrida en México en 1995.

Deuda.
Ilustración: El País.

El malestar social ha mudado a la esfera política, alentando las promesas de las soluciones fáciles, pero que son irrealizables o más costosas a lo esperado. Ello explicaría el neopopulismo que se ha generalizado en el discurso y acción por doquier, agudizando las carencias sociales e incrementando aún más el desencanto ciudadano, no sin antes polarizar a la sociedad.

Cuando haya que pagar las deudas, en una condición de actividad económica a la baja y altas tasas, como en México, se descubrirá el elefante que se crio y alimentó en la cocina desde antes de la crisis. La única solución es sacar de la cocina al elefante muerto, que fue prohijado desde el capital financiero y el gobierno, alentando la inequidad y la pobreza. La solución para un fin de ciclo es iniciar otro ciclo. Los paliativos sólo elevarán los costos ciudadanos e incrementarán su malestar.

Migrantes.
Fotografía: SWI.

El Estado del malestar sufrido en los pasados 10 años, ha migrado en la identificación original de sus causas. “Los otros, no nosotros, han sido y son los culpables”, pareciera el regreso a solucionar el pasado. Los migrantes que hacen perder el trabajo; los que producen y nos venden ilegalmente desde el extranjero sus productos; los políticamente contrarios que abusaron del gobierno lapidando las arcas públicas y engañándonos; son los culpables de nuestros males pasados, presentes y de los que pronto vendrán.

El adagio al ladrón ha sido siempre una buena estratagema para buscar culpables y crear distracciones. La otredad siempre será la culpable de todos nuestros males. Mientras la domeñamos para resolver la crisis se incrementan las deudas sociales y monetarias, e impávidos comenzamos a ver el tsunami que no escuchamos a tiempo por el clamor de nuestros malestares y la abulia de nuestros desencantos. ¿Mal de muchos, consuelo de tontos? O ¿aviso de nuevos males?

Ante el abismo de la recesión

Lectura: 2 minutosLa reactivación económica a partir del 2009 y la prevención de su contracción posterior generó, por primera vez en la historia moderna del capitalismo, aplicar una política monetaria no convencional, lo cual consistió en inyectar dinero directamente por la FED de Estados Unidos y por el Banco Central Europeo, sin que a esto fuera Japón ajeno. En algunos casos iniciales se hicieron préstamos directos a grandes empresas y frenéticamente se hicieron líquidos activos de un buen número de instituciones financieras.

A la par, y como consecuencia relativa de ello, la tasa de interés prácticamente llegó a cero. El resultado fue, por una parte, que el Sistema de la Reserva Federal (FED, por sus siglas en inglés) terminó en cuentas por recuperar del orden de 4 billones de dólares y, otro tanto, en euros por el Banco Central Europeo, cuyo proceso de inyección de dinero relativamente continúa. Por otra parte, la misma tasa baja y la inyección de dinero, vía las instituciones financieras, generó un flujo de inversiones en bolsa hacia los países en desarrollo, apreciando las monedas locales que infló los activos financieros como acciones y bonos en buena parte del mundo.

Recesión.
Ilustración: Lugram Prius.

Así, la salida de la crisis se abordó como un asunto esencialmente monetario y la prevención de su recaída como un problema financiero. Grave error que hoy habrá que pagar, ya que el problema era y es un problema económico real, relacionado con la producción y el empleo. Por eso, en el caso de Estados Unidos, el poder adquisitivo de los salarios no mejoró, aun en circunstancias de baja inflación, al unísono de empeorarse la distribución del ingreso. En el caso de Europa, el desempleo siguió siendo alto en países como España e Italia, afectándose los servicios sociales para sanear las cuentas públicas, sólo por dar dos ejemplos. En Japón terminó pavimentándose hasta las playas, manteniendo la deflación, la caída de precios, y el estancamiento productivo secular.

Hoy que los espíritus animales se han despertado por las disputas comerciales, especialmente con China, y un ciclo largo de producción en Estados Unidos, el mundo despavorido se ve ante el abismo de la recesión. ¿Se probará una vez más lo que no parece haber funcionado? ¿Tasas más bajas y más inyección de moneda? Bien decía Milton Friedman, no hay que pedirle más a la política monetaria de lo que puede dar. La política de gasto público espera su turno, pero debe ser activa, racional y estratégica. De otra manera significará más deuda improductiva y mayor astringencia financiera para las familias y empresas vía los impuestos. Las recetas convencionales de impuestos y el gasto improductivo son artilugios del siglo pasado. Los cínicos dirían, que son asignables al milenio pasado. Ojalá y ello se llegase a entender en estos lares.

México y el diferendo con Estados Unidos: ¿Quid pro quo?

Lectura: 5 minutosLa relación México con Estados Unidos ha entrado, en los hechos y aceleradamente, en un claro proceso de Quid pro quo, alocución latina que significa “quid en lugar de quo”, la sustitución de una cosa por otra, es decir, “algo por algo”.  Proceso que contraviene el marco de principios en los que se deben inscribir las relaciones internacionales y que degrada la soberanía nacional, violentando tratados internacionales. Mayormente ofende la dignidad entre pueblos hermanos y somete a México a externas desventuras y a tener presente sus mediatos olvidos.

Sorprendentemente, Estados Unidos aplica ya a México un trato como a cualquier otro país con el que tiene no sólo un déficit comercial significativo, sino una real rivalidad económica, tecnológica e ideológica. Pareciera que México se encuentra a miles de millas náuticas de California, Texas, Nuevo México, sólo por dar algunos ejemplos de estados vecinos de la Unión Americana.

México y Estados Unidos están vinculados por la historia, por sus padres fundadores y por las gestas heroicas de grandes hombres. Indefectiblemente las fronteras los unen, sus orígenes van juntos y hoy, de ambos lados de la frontera, están nacionales de unos y otros. Los amigos centroamericanos, de común origen y cultura que los mexicanos, razón aparente de la controversia migratoria, fueron separados artificialmente de México por la misma independencia, como otros por razones de apetitos territoriales quedaron allende la frontera del norte. México inexcusablemente ha aceptado siempre esta realidad. Una realidad de respeto y comprensión de las circunstancias históricas que han hecho vivir y convivir juntos a todos los vecinos.

Frontera norte.
Fotografía: eju.tv.

Por ello, el “pro quo” que hoy pretende imponerse a México para mantener el respeto a la soberanía nacional, resulta inaceptable. Sería violar las normas mexicanas, pretendiendo mantener las normas norteamericanas impolutas, ante el rechazo de sus poderes legislativo y judicial.  Por ello, si hay un cambio en México, legal, jurídico, constitucional, entonces debería haber el cambio correspondiente en Norteamérica para transitar hacia el nuevo paradigma que hoy se pretende imponer en materia comercial, con el pretexto de atender el problema de la inmigración de la región. De otra manera, más adelante, habrá sin duda, nuevas supuestas negociaciones, como fruto de veleidades políticas y electorales de los vecinos del norte.  Con el conocimiento de que hay hechos que atan a toda la región inmediata más allá de las circunstancias políticas electorales nacionales y prevalece una dependencia comercial y económica importante.

De acuerdo a las estadísticas oficiales, para sorpresa de muchos, en 2018 el superávit comercial de México con Estados Unidos fue de 142 mil millones de dólares, diez mil millones más que lo alcanzado un año antes. Cifra que por sistema de registro norteamericano ronda por los 60 mil millones de dólares, y que fue alegato electoral del presidente Trump contra México.

En 2017, de los 50 principales productos de exportación mexicana a ese país, un total de 26 fueron productos de consumo, por un total de 97,272 millones dólares, en tanto que sólo 11 productos procedentes de Estados Unidos por un total de 10,890 millones (Arnulfo R. Gómez, junio, 2019) compró México. Dentro de estos últimos se encuentra el maíz, nativo de México, del que se importó del orden de 15 millones de toneladas en 2017 (La Competitividad del sector agroalimentario de México, noviembre 2018). Por el contrario, 24 productos mexicanos por un valor de 69,436 millones de dólares fueron insumos, en tanto que 39 productos norteamericanos, por un total de 57,771 millones de dólares, también fueron insumos, siendo los tres principales productos importados: gasolina, gasóleo y gas natural (Arnulfo R. Gómez, El Semanario).  Es decir, productos energéticos.

Consumo de maíz.
Fotografía: Expansión.

Este panorama muestra que la dependencia alimentaria mexicana es un gran negocio para Norteamérica, como lo es la importación de energéticos, esenciales para mantener a la planta productiva nacional en operación. Ello sin olvidar que las exportaciones de maíz de Estados Unidos a México conllevan un enorme monto de subsidio, significando un comercio desleal y que la importación de insumos y bienes semi-terminados resultan de gran importancia para la economía y consumo de los Estados Unidos de Norteamérica. Hechos, estos últimos, que han sido reconocidos por el propio país vecino, especialmente por la industria automotriz, tan importante para ambos lados de la frontera norte.

Con el TLCAN, aún hoy vigente, México careció de una política agropecuaria que asegurara la alimentación nacional, y de una política industrial que permitiera cumplir con los objetivos del Tratado para crear un mercado regional, que potenciara la producción y la creación de empleo.  Por ello es posible decir que estructuralmente el gran perdedor del TLCAN fue México.  Como simple paralelismo industrial y comercial histórico, hay que tener presente que en 1991 China contribuía con el 2.6% del valor agregado de la manufactura a nivel mundial y México representaba el 1.3%, significando el 50% del país asiático.  Para 2015, China alcanzó 23.9% y México el exiguo 1.8%, en plena vigencia del Tratado de Libre Comercio (IDIC, 2019), por lo que terminó asumiendo su rol de maquilador para la economía norteamericana.

En este contexto, habiendo ocupado México en 1998 el lugar 39 en competitividad (WEF), pasó al lugar 51 en 2017.  En tanto que entre 2001-2017 el PIB per cápita en dólares a nivel mundial creció 390%, en México sólo lo hizo en 123%, doscientos por ciento menos que el referente global, por lo que pasó de ocupar del lugar 41, al 71 (FMI).

Trump.
Fotografía: The Japan Times

México hoy vive las consecuencias de sus olvidos en medido de sus desventuras. Lo más sorprendente es que, en materia de lo que ha sido el chantaje comercial del gobierno vecino, parece que gubernamentalmente se sigue pensando en el regreso al pasado, como si éste fuera un promisorio futuro. Más allá de las declaraciones oficiales, no parecen haber acciones ni resultados en materia alimentaria y mucho menos sobre una política y estrategia industrial que tanto necesita el país.

Un nuevo tratado toca a nuestras puertas del país, y todo deja indicar que los que gobernaron y dirigieron la política económica internacional desastrosa siguen a cargo del timón, en plena tormenta sobre la que sólo se ha ganado tiempo para paliarla. Tratado que se aprobaría en un contexto de alta incertidumbre por la conducta del vecino del norte y por la circunstancia política electoral que se le avecina.

Hay que aceptar que por precipitaciones, México rompió reglas multilaterales en materia de comercio establecidas hace más de dos décadas y entró, como se dijo en el Senado mexicano, en una dependencia de camino que lo llevará por un derrotero de más desventuras, como se ha aceptado y anunciado.

En ese mismo recinto se enfatizó que “no hay tiempo que sobre cuando de antemano se sabe lo que pasará”. Por lo que México debe actuar sobre lo trascendente, más que sobre lo inmediato, considerando que “el valor de un costo no puede ser mayor que el menor costo de evitarlo. El costo de la prevención no puede ser mayor que el de la solución”. México debe actuar con patriotismo, principios y con grandeza de miras.

¿Cuentos chinos?: El regreso al vecindario

Lectura: 8 minutosLa disputa comercial entre Estados Unidos y China tiene casi veinte años, aunque se crea que comenzó con Trump. Tal disputa se ha agudizado en el contexto del cambio estructural económico, financiero y comercial del mundo, particularmente a raíz de la crisis financiera de 2008 y de las políticas proteccionistas que dio paso.  El diferendo políticamente se hizo evidente desde el gobierno de George Bush, entonces con el reclamo de la manipulación del tipo de cambio a la baja del yuan frente al dólar, que permitía abaratar las importaciones procedentes de China. Posteriormente, el ex presidente Obama creyó que era fácil disciplinar comercialmente a China y fallidamente trató de evitar las prácticas comerciales desleales de ese país asiático.

Finalmente, Trump ha aplicado la vieja técnica de aranceles a las importaciones para lograr un mejor equilibrio del comercio exterior de Estados Unidos, relevantemente con China, con el que mantiene un déficit de más de 400 mil millones de dólares. Así, la profundización de las acciones comerciales de Estados Unidos contra China ha generado amplia preocupación internacional.  No tan sólo por sus repercusiones sobre el volumen del comercio, sino también por el cambio de paradigma económico hasta 2008 imperante.

En estos más de cuatro lustros han corrido historias y cuentos haciendo olvidar razones y factores económicos evidentes en las relaciones comerciales entre Estados Unidos y China. En estas tribulaciones, México ha perdido la visión de ser parte del vecindario de Estados Unidos y las oportunidades enunciadas por el cambio económico estructural vivido a partir de la crisis financiera. Por lo que un poco de historia y de identificación de carencias en las entendederas nacionales podría dar luz sobre las oportunidades mexicanas normalmente desperdiciadas, frente a la tan traída y llevada disputa comercial entre Estados Unidos y China.

Obama y Bush.
Los ex presidentes Barack Obama (izquierda) y George Bush (derecha) (Fotografía: The Hill).

Las Naciones Unidas (NU) dieron a conocer en su informe 2013 sobre la inversión extranjera directa (IED), elaborado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y Desarrollo (UNCTAD), un hecho y una posibilidad comercial e industrial favorable para México, entonces y ahora. El informe presentó hallazgos sorprendentes para los países en desarrollo y un cambio estructural en materia industrial que se esperaba tendría profundas repercusiones para Estados Unidos y China, así como posiblemente para México, durante los siguientes veinte años.  Mismos de los que ya han transcurrido casi la tercera parte.

De acuerdo a la UNCTAD, la “inversión extranjera directa declinó en 2012, principalmente debido a la continuada fragilidad macroeconómica (internacional) y a la política de incertidumbre para los inversionistas”, siendo el pronóstico que la inversión a nivel mundial aumentaría de manera moderada en los siguientes dos años (World Investment Report 2013, Global Value Chains: Investment and Trade for Development, UN).  La IED global cayó en 2012 en 18%, por lo que se pronosticó que en 2013 se mantendría por arriba de $1.45 billones de dólares.

El informe enfatizó que la situación global enmascaraba la fotografía real de los cambios mayores que se habían generado; en 2012 por primera vez los países en desarrollo absorbieron más inversión extranjera directa que los países desarrollados.  Situación que marcó un punto de inflexión en los flujos de capital por el crecimiento de los países en desarrollo frente a las escuálidas tasas de crecimiento de los países desarrollados. En contraste, también los países en desarrollo generaron la remisión de casi una tercera parte de los flujos globales de inversión extranjera directa, continuando una tendencia creciente que se estimaba continuaría. Al tiempo que los países en desarrollo recibían en conjunto crecientes montos de inversión extranjera directa, también eran fuente de inversión extranjera hacia otros países. Hecho que hoy es manifiesto ante las inversiones externas de México en otros países y la remisión de utilidades.

En el Informe se indicó que la definición de las políticas nacionales de inversión se dirigió hacia nuevas estrategias para facilitar la inversión extranjera como un medio para crear capacidad productiva y desarrollo sostenido. Numerosos países reforzaron el ambiente regulatorio de la inversión extranjera, haciendo mayor uso de políticas industriales en sectores estratégicos. En este contexto se explica la reforma energética aplicada por Enrique Peña Nieto, aun cuando México desde 1992 se ha carecido de una política industrial integral, habiendo seguido en su lugar una política comercial alienada de apertura del mercado interno.

Caida libre.
Imagen: Raconteur.

Emblemáticamente, en el Informe se afirmó que el nearshoring para México estaba en aumento, entendido como la práctica de traer las operaciones de manufactura más cerca de los mercados domésticos, en este caso de Estados Unidos. Al nearshoring, también denominado retorno al vecindario (“La inversión de ida y vuelta”, Jorge Eduardo Navarrete, La Jornada, jueves 4 de julio, 2013), en México levantó ímpetu para que más compañías manufactureras buscaran vías para reducir costos, operando más cerca del mercado de Estados Unidos, incluidas las compañías coreanas y chinas.

El proceso de nearshoring, de acuerdo al Informe, se debió a tres factores fundamentalmente relacionados con China.  Un factor fue el rápido crecimiento del costo de la mano en China que hubo hecho menos atractivo industrialmente a ese país, después de haber significado la más grande relocalización de “offshoring” (trasplante) industrial del mundo. El segundo factor fue el elevado y volátil costo del petróleo, que hizo que el transporte de bienes en el Océano Pacífico resultara menos atractivo. Baste recordar que a fines de la década de los 90 del siglo pasado, el precio del barril de petróleo estaba un poco por debajo de los diez dólares y que antes de la crisis financiera rondaba arriba de los noventa dólares, casi 10 veces más, estando ahora en el rango de los 60 dólares. Finalmente, el tercer factor identificado en el Informe fue la apreciación del yuan chino contra el dólar.

Con el nearshoring México resultaba, se decía, el país más favorecido para la nueva localización de manufacturas, aún más que Estados Unidos en sí mismo. Tal situación favorable podría haberse reducido entre los dos países por los costos de transacción de la economía mexicana, sus costos de financiamiento y la energía.  Ahora la afectación por la política proteccionista de Estados Unidos pregonada por el presidente Trump, que explica la revisión del TLC en su afectación al sector automotriz.

Dentro de esta tendencia y ambiente de cambio industrial global presentado en el Informe, se destacó que México aún mantenía un retraso en relación a China, en términos de las opciones de la localización manufacturera.  En tanto China ofrecía, como hasta hoy, la importante ventaja de una cadena de oferta más profunda, en México las compañías internacionales siguen teniendo problemas para encontrar proveedores locales de partes y empacado.  Además, contrario a lo que sucede en China, en donde el gobierno identifica “industrias pilares” y las apoya, en México las pequeñas compañías que están ansiosas de iniciar o hacer crecer sus negocios y establecer relación con compañías extranjeras sufren la falta de acceso al financiamiento, capacitación y orientación. Hecho reconocido ahora públicamente por el presidente de la República y el secretario de Hacienda y Crédito Público.

Fotografía: T21.

Si el informe pudo dejar un claro mensaje para México, es que las compañías manufactureras internacionales estarían más enfocadas regionalmente a diversificar su presencia manufacturera y servir a los mercados regionales, dados el incremento en el costo de transporte y el tipo de cambio y no sólo el costo de la mano de obra.  Los mercados, así se infería, se irían enfocando regionalmente, por lo que México siempre tendría la ventaja de su proximidad geográfica y la preeminencia de un acuerdo de comercio con Estados Unidos. Por lo que era dable decir, hace más de un lustro, que sólo le faltaba hacer a México su tarea que tanto ha sido postergada, y aprovechar las decisiones de política económica que Estados Unidos anunciaba ya con respecto a China.

En el contexto netamente de Estados Unidos, desde el inicio de 2012 el ex presidente Barack Obama en el discurso de State of the Nation se comprometió paradigmáticamente a lograr una economía reconstruida sobre las manufacturas americanas. Con tal pronunciamiento, como fue consignado oportunamente en este medio, sin ambages Obama señaló que “tenemos la enorme oportunidad, en este momento, de regresar la manufactura” al país. Tal como lo hizo a lo largo de su discurso, se mandó el claro mensaje de que la dependencia de importaciones de Estados Unidos con respecto a China disminuiría, significando la clara voluntad política de buscar una reindustrialización americana. Tal dependencia era desde 1986 ya evidente, cuando China era el tercer exportador de importancia a Estados Unidos.  El compromiso de Obama debió haber parecido a muchos inalcanzable y sumamente pretenciosa. Sin embargo, dados los cambios económicos internacionales que han ido aparejados con la crisis iniciada desde 2008, tales palabras fueron estructuralmente concretándose lentamente.

Así, no debemos dejar de tener presente que de 1994 a la fecha el paralelismo entre China y México evidencia un éxito y una fallida oportunidad económica y comercial.  En tanto México con Tratado de Libre Comercio México resultó ser simplemente un país maquilador, China aprovechó industrialmente su apertura al exterior. El enorme superávit comercial que México tiene con Estados Unidos, del orden de $150 mil millones de dólares, prácticamente se ha diluido con los crecientes déficits que enfrenta con China y otros países, especialmente del sudeste asiáticos, tales como Corea, Vietnam, Tailandia, sólo para dar tres ejemplos emblemáticos (Arnulfo R. Gómez, diversos ensayos).

Ello se explica al considerar que en tanto en 1991 el valor agregado nacional de la manufactura en México era de 1.3% y China alcazaba 2.6%, en tanto para 2015 tales proporciones alcanzaron 1.85% y 23.9%, respectivamente (José Luis de Cruz Gallegos, IDIC, abril 2019). Obviamente China desarrolló una manufactura con mayor contenido nacional y México se tornó en un país maquilador.

Guerra comercial.
Imagen: DF. El Diario de Finanzas.

Por la falta de una clara estrategia económica e industrial, México se volvió un gran país maquilador y una economía dependiente. Para China, Estados Unidos se volvió su gran comprador y México también. Por ello es factible preguntarse si el vecindario del sur no terminó siendo realmente un caballo de Troya para la economía norteamericana. Es claro para México que necesita una política integral, comenzando por el financiamiento para aprovechar el nuevo tratado: política comandada por el nearshoring. A ello habría que agregar la infraestructura de parques industriales, comunicaciones y energía, sin olvidar la capacitación y asesoramiento empresarial por parte del gobierno.

De hacerse así, la mitad de la tarea, la política industrial, estaría ya resuelta por el lado de la demanda de Estados Unidos, dado que México ha sido desde 1995 reacio a establecer una política específica en la materia y de aprovechamiento de sus ventajas comparativas dinámicas. Los afanes de no intervención económica, producto del blackboard econonomics, de que los mercados operan “automáticamente”, han sido finalmente obviados después del gobierno de Enrique Peña Nieto. Únicamente queda, por lo tanto, que la llamada “Cuarta Transformación” asuma el reto de promover realmente el crecimiento y el empleo nacional, de manera racional.

Con el nearshoring el rumbo y destino económico para México parecían al inicio de los 2010 estar resueltos, sin embargo, ello no aconteció así. Una década perdida más. Ante las nuevas circunstancias económicas, hoy se debería asumir razón y lógica económica para aprovechar de una vez por todas las ventajas históricas y las ventajas comparativas dinámicas que significa estar geográficamente al lado de Estados Unidos y tener en ciernes un nuevo Tratado comercial con la economía más grande del mundo.

Guerra comercial.
Imagen: NAI México.

Hagamos votos porque nuestros gobernantes así lo consideren, ante el evidente regreso industrial al vecindario y las políticas comerciales asumidas por el presidente Trump frente a China.  Frente al nuevo Tratado, que para los Estados Unidos es un Acuerdo, es obvio que el regreso al vecindario estructuralmente es una ventaja que México debería aprovechar.

La “guerra” comercial de Estados Unidos con China tendrá repercusiones instrumentales que habrán de llevar años dirimir y resolver. ¿Dónde están los parques industriales y agroalimentarios mexicanos para aprovechar la circunstancia económica regional? ¿Cuál es la política energética y de disponibilidad de agua para tales fines? ¿Dónde está la banca de desarrollo que permita financiar el cambio económico de México?

En tanto nos sacudimos las entendederas públicas y privadas, debemos ser pragmáticos y entender que la política industrial y de innovación de Estados Unidos debe ser de free rider (aventón gratuito) para México. Esta nueva oportunidad histórica no debe ser desperdiciada, frente a las tribulaciones nuestras y los enconos que todos los días alientan al fracaso.

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Publicado originalmente en El Semanario en 2014, como la “Inversión Extranjera y el Regreso al Vecindario.”

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Interacción global y el interés en México

Lectura: < 1 minutoEn la economía se establecen los análisis sobre bases reales, es decir, de producción y de empleo, y las monetarias, relacionadas con la tasa de interés y los precios. Siempre se usan dos o tres variables que expliquen el mayor porcentaje del fenómeno o variable explicada, de otra manera se vuelve el análisis espurio. En la econometría puede ser irrelevante agregar más variables para explicar lo que puede ser explicado significativamente de manera concreta. Dadas las noticias internacionales, es conveniente considerar que, por la globalización, la tasa de interés e inflación permiten vincular el comportamiento monetario interno y el externo de manera directa. Ello con las repercusiones correspondientes sobre la economía real, especialmente la cuenta corriente, y el presupuesto público, en lo relativo a su costo financiero.

Así, de mantenerse la tasa externa baja y lograr bajar la inflación nacional, es posible disminuir la tasa de interés interna. O bien, es posible mejorar el tipo de cambio con el efecto adverso de más importaciones y menos exportaciones. De esta manera se pueden considerar tales posibilidades de manera excluyentes, pero pueden ir en tándem. Sin embargo, bajar la tasa interna ayudaría sustancialmente a disminuir el costo de financiamiento público y, de ser el caso, el costo de financiamiento al conjunto de la economía.

Esto ayudaría a mantener bajo control el déficit público y alentar el crecimiento económico general. Pero ello sólo es posible con una política monetaria más creativa y realista, post crisis internacional, que lleve a bajar relativamente la tasa de interés en México. Lo que significaría una política monetaria que aliente la producción y el empleo, y deje la vieja política del Banco Central y su debate estéril en los libreros de la historia de las últimas décadas del siglo XX.