Se escuchaban los pájaros al amanecer, mientras las luces se encendían más temprano de lo que había sido normal en los últimos meses. Todos teníamos un plan: salir de la guarida que nos había transformado en alguien diferente.
Una mayoría salió a la calle a cruzar las miradas con sus vecinos. Las lágrimas derramadas mostraban el duro pesar que se había cargado por el miedo y la incertidumbre. Ahora nos podíamos ver y reconocer que todos habíamos cambiado. Algunas familias contaban con menos miembros y aun así salían a buscar un abrazo para sentir el apoyo y consuelo que no tuvieron.
Mientras el tráfico regresaba a la “normalidad”, se observaba que las sonrisas eran más comunes que antes de la pandemia. Algo había diferente en eso. Los niños veían a los pájaros y saludaban por las ventanas de los autos con una gran emoción. Algunos de los puestos de comida no estaban más. Ese día Don Juan, el de los jugos, no regresó a su esquina a regalar sonrisas. Antes de la cuarentena él sabía que sus jugos no eran lo más importante, sino un momento de alegría que el mundo necesitaba.
Algunos comercios ya no estaban abiertos. Se veía algo de basura en las calles y a su vez gente deteniéndose a recogerla. Nadie quería regresar a una ciudad sucia después de haber terminado la guerra contra el virus y todo lo que trajo con él. Éste era un gran día y nada podría opacarlo.
Ese sábado no era precisamente un día para trabajar aunque muchos necesitaban de ello. Algunos salieron a las calles sólo para ver si era cierto que todo había terminado. Una mayoría fue a visitar a su familia y amigos. Se veían sonrisas y lágrimas por todos lados, mientras algunos tenían que pasar a reclamar los cuerpos de sus fallecidos para cerrar su ciclo en paz.
La tecnología y redes sociales servían ahora para mostrar fotos de encuentros y registro de lo que ya no se encontraba dentro de aquella “normalidad” que había cambiado por completo. Se acabaron los encuentros digitales y comenzaron de nuevo los físicos. Seguían los cuidados de distanciamiento social, aunque en este momento eso no era tan malo.
Las emociones eran muchas y nos enfrentábamos a una nueva realidad. Para aquellos que habían salido heridos de la batalla, sin empleo o negocio existía una tristeza que a su vez se convertía en empuje para buscar un nuevo comienzo. La sorpresa fue encontrar que había más seres humanos queriendo ayudar a los que más lo necesitaban. Algunos compartiendo alimento, otros trabajo, unos más orientación y apoyo para dar la mano a los menos privilegiados. Había incrementado la presencia del ser humano consciente en la sociedad. Ese día empezaba un nuevo ciclo para todos.
Durante las primeras horas, las personas pudieron ver más claramente qué sucedió mientras estuvieron en confinamiento. Había verdaderos líderes que fueron un barco para muchos que lo necesitaron mientras se cruzaba el mar de la incertidumbre durante la guerra. Se podía distinguir muy bien entre los empresarios que tuvieron miedo o ambición y los que hicieron la diferencia para mostrar que sí hay esperanza para llegar a un futuro mejor cuando vamos todos juntos.
Los políticos estaban claramente identificados entre los que usaron la pandemia para campaña personal, aquellos que se corrompieron o los que hicieron algo diferente por la gente. Salieron a relucir los mentirosos, los que jugaban con los medios para atraer seguidores y los que sólo estaban ahí para llenarse las bolsas de dinero. Todo se podía ver de manera notable y eso no lo esperaban.
Los temas económicos eran poco alentadores. En algunas regiones había grandes manifestaciones contra los gobernantes y empresarios que no supieron hacer bien las cosas. Surgieron los nuevos líderes. El mundo podía ver diferente y ahora el planeta estaba en un punto de inflexión para cambiar el rumbo de la historia. Aun y que los ciudadanos se sentían con menos poder que antes frente a los cambios de regulaciones y el compromiso adquirido de los apoyos recibidos por algunos gobernantes, había algo en los corazones que les decía que esto no podía seguir igual.
El primer gran cambio para la transformación humana había sucedido. Estábamos en un momento en donde la consciencia estaba más presente y el ego más ausente. Se notaba que había más unión y la gente ya no estaba dispuesta a dejarse controlar.
Se podían observar los nuevos perfiles de las personas transformadas que se enfocaban en reconstruir y no en seguir destruyendo. Circulaban por las calles ayudando, dando esperanza y sumándose a una nueva guerra contra la deshumanización. El consumismo ya no era la regla, por lo tanto los animales y áreas verdes estaban por recibir ese regalo. Se gestaba una nueva clase de ser humano que daba el primer paso hacia una consciencia colectiva.
Ese día por la noche se pudo dormir mejor sabiendo que empezaba una transformación hacia la re-humanización en nuestro planeta y esto se convirtió en una esperanza para todos.
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