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La información como eslabón para romper el círculo de la pobreza

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Todos los días presenciamos la profunda inequidad de oportunidades que enfrentan millones de personas, pese a tener los mismos derechos humanos consagrados en la ley.

Amartya Sen, Premio Nobel de Economía, considera a la pobreza como “la privación de capacidades básicas y no sólo como la falta de ingresos”. Se trata de un fenómeno complejo y multidimensional, que muestra la expresión más drástica de la desigualdad, y que va más allá de la escasez de recursos.

Dicha privación puede expresarse en términos de desnutrición, falta de atención médica, analfabetismo, brechas de todo tipo. La pobreza representa un obstáculo para el disfrute de las libertades fundamentales que permitan tener una vida con bienestar.

Las personas que viven en pobreza experimentan múltiples carencias y adversidades que atentan contra su dignidad, como habitar viviendas inseguras e insalubres, tener condiciones de trabajo deficientes y peligrosas, ser más propensas a enfermedades, estar en situaciones de mayor vulnerabilidad, sufrir discriminación y estigmatización.

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Imagen: Rita Almendra Romero.

En México, de acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), en 2018, el 41.9% de la población se encontraba en situación de pobreza (52.4 millones).

Cada año en el mes de octubre se conmemora el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza (17 de octubre), con el fin de generar conciencia sobre las necesidades para mitigarla en el mundo hasta llegar a su eliminación.

La actual pandemia de COVID-19 representa un gran desafío para el objetivo de desarrollo sostenible de la Agenda 2030 relativo a poner fin a la pobreza. Según el CONEVAL con datos al segundo trimestre de 2020, el impacto económico de la crisis sanitaria en nuestro país podría incrementar la pobreza por ingresos entre 7.2 y 7.9%, es decir, que alrededor de 8.9 y 9.8 millones de personas podrían sumarse a la población con recursos insuficientes para adquirir una canasta alimentaria, bienes y servicios básicos.

La misma agenda mundial prevé que para alcanzar un desarrollo sostenible es clave tener instituciones eficaces y transparentes que rindan cuentas; y asegurar el acceso público a la información. De ahí la importancia de que los órganos garantes de transparencia incidamos en el combate a los principales problemas nacionales, como es la pobreza y la desigualdad.

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Imagen: Hilal Özcan.

El derecho de acceso a la información, que nos permite decidir mejor y potenciar otros derechos, debe jugar un papel transformador para aminorarla y mejorar la vida de las personas en su educación, salud, trabajo, economía, cuidado del ambiente, para avanzar en la inclusión social.

En ese mismo sentido, la educación también es un factor clave contra la pobreza. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en su informe Reducir la pobreza mundial a través de la educación primaria y secundaria universal, de 2017, estimó que, de alcanzarse la universalización de la enseñanza secundaria en la población adulta, más de 420 millones de personas podrían salir de esta condición de indigencia, es decir que, en una generación, se podría reducir en más de 50% la pobreza a nivel mundial.

Nelson Mandela afirmaba que: “erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia”. En tiempos tan inciertos con desafíos mayúsculos a enfrentar, aprender a maximizar el uso de la información de calidad en beneficio de las personas, en lo individual y colectivo, puede fungir como eslabón para romper el círculo de la pobreza.


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Premio para Programa Producción para el Bienestar en el campo mexicano

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El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) reconoció las buenas prácticas en políticas públicas de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural por la mejora en sus acciones de aplicación, medición y evaluación del programa prioritario Producción para el Bienestar.

En encuentro virtual el próximo 5 de noviembre, en el marco de la premiación en Buenas Prácticas en Políticas Públicas 2020, el Coneval otorgará el reconocimiento a la SADER la generación y uso de evidencia para la toma de decisiones a favor del desarrollo del campo y de la sociedad rural mexicana.

El reconocimiento busca impulsar y difundir las mejores prácticas en materia de monitoreo y evaluación en la mejora continua de políticas públicas y programas sustantivos.

A la Secretaría se le otorgará el reconocimiento por presentar un mecanismo para la identificación y validación de siembra en los predios inscritos en el padrón del programa Producción para el Bienestar mediante el empleo de técnicas de percepción remota, análisis geoespacial y trabajo en campo.

Este mecanismo contribuye a la mejora del programa al lograr dos acciones relevantes: identificar la siembra de los predios beneficiados y detectar inconsistencias en la operación y brindar elementos para su corrección oportuna.

Si bien el procedimiento para la supervisión de los programas de Agricultura tiene años funcionando, la innovación aplicada –que contribuyó a recibir este reconocimiento— corresponde al uso de imágenes satelitales para corroborar la siembra de los predios.

Otra actualización está en el desarrollo de aplicaciones informáticas, lo que permite sustituir el uso de papel por el llenado remoto de información para la supervisión, ambas llevadas a cabo por el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), mediante la coordinación de la Dirección General de Operación y Explotación de Padrones y bajo el marco normativo de la supervisión, emitido por la Dirección General de Planeación y Evaluación.

En el 2019 Agricultura fue galardonada por el “Monitor SADER”, herramienta informática mediante la cual se visualiza con detalle el seguimiento estratégico de los programas y acciones de la dependencia federal.

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Alternativas prácticas para evitar una tragedia de desempleo y pobreza

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A pesar de la tragedia económica que, además de la contingencia sanitaria, enfrenta México por el impacto de la recesión global y nacional, persiste una paradójica política de “austeridad republicana” mezclada con la confusión de la idea de rescatar empresarios con el apoyo a empresas, sobre todo Pymes, para preservar el empleo.

Como ha puesto de relieve el ex Secretario Ejecutivo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), Gonzalo Hernández Licona, hoy Director de la Red Global de Pobreza Multidimensional, para saber qué ocurrirá con la pobreza ante la crisis sanitaria y económica, la clave está en lo que pasará con el trabajo.

Las crisis exacerban el desempleo y la pobreza. Por eso alarma el dato de que en el primer cuatrimestre de 2020 se perdieron cerca de 494 mil plazas formales, de las cuales, más de 67% corresponde a empleos permanentes. Los pronósticos para el año estiman entre uno y dos millones de empleos formales perdidos, todo lo contrario a los supuestos dos millones de empleos que el gobierno generaría, aunque nadie sabe en qué.

Hay que considerar que, en paralelo a la pérdida de empleos formales, la Organización Internacional del Trabajo estima que ingreso de quienes están ocupados en la informalidad podría caer 60%, y más de 30 millones de mexicanos están en esa condición.

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Ilustración: iStock.

Como precedente, la crisis de 1994, que desembocó en una caída del PIB de -6.29% al año siguiente, provocó que la población en pobreza alimentaria pasara de 21% en 1992 a casi 38% en 1996. Sólo hasta inicios de los 2000 pudimos volver a los niveles previos. Tomemos en cuenta que los pronósticos para este año apuntan a una contracción de -7%, pero varios analistas los llevan hasta niveles de dos dígitos.

De ahí la importancia de utilizar las facultades y capacidades del Estado, que justamente es el instrumento de la sociedad para atender los problemas colectivos, para contener su efecto corrosivo y facilitar la recuperación. Y de hacerlo ahora que se necesita y puede tener un mejor impacto, no cuando sea ya tarde.

Como dijo la nueva Economista en Jefe del Banco Mundial, Carmen Reinhart, especialista en crisis financieras que ha analizado a profundidad las causas y efectos de catástrofes económicas a lo largo de los siglos junto con su colega Ken Rogoff: Este es un momento de hacer lo que sea necesario en políticas fiscales y monetarias a gran escala, fuera de la caja. En su visión, (primero) te preocupas de ganar la guerra y luego te preocupas de cómo pagas la deuda.

¿Endeudarse a cambio de nada?

La receta no es más austeridad. No en esta coyuntura, y menos debería serlo para un gobierno que se refiere a sí mismo como lo contrario al “modelo neoliberal”. Ni siquiera es buena prescripción para evitar que la deuda aumente. De hecho, más allá de la narrativa política, sucede lo opuesto.

El Centro de Investigación Económica y Presupuestaria acaba de sacar un estudio, “Efectos del Covid-19 en la deuda pública”, con un diagnóstico que pone en claro la cuestión: Si se mantiene la política de austeridad, el saldo de la deuda pública podría incrementarse 15% real respecto a 2019, alcanzando niveles históricos como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB), llegando a 103 mil 549 pesos por persona. Esto es sólo por la caída de los ingresos presupuestarios y el efecto de la depreciación del peso. Mientras que, aplicando una política fiscal contracíclica, mediante un aumento del gasto público en 2.6% del PIB, el saldo de la deuda tendría un crecimiento real de 21%, llegando a 108 mil 653 pesos por persona.

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Ilustración: Pinterest.

¿No es mejor endeudarse para salvar empleos y a la propia economía que endeudarse sin obtener nada a cambio, salvo mantener una idea de “austeridad” que se parece más a las teorías de Friedman que a las de Keynes?

De lo que se trata es de evitar que el shock de liquidez en la economía se vuelva una crisis de solvencia que dispare un círculo pernicioso en que todos pierden: las empresas cierran, sus empleados y proveedores se quedan sin ingresos, la capacidad de consumo general se estrecha, el Estado cobra menos impuestos con lo que su capacidad de gasto se contrae y se complica incluso el fondeo de los programas sociales para los grupos más vulnerables.

Podemos tener una respuesta fiscal más robusta a la emergencia sin incurrir en riesgos financieros que comprometan la sustentabilidad de las finanzas públicas. Por supuesto, siempre que haya transparencia y responsabilidad.

Una alternativa sería postergar proyectos que no son indispensables, mucho menos en un momento como el presente, como el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas, y usar el dinero público en lo que sí urge. Pero también hay margen para recurrir a deuda y así incrementar una inyección contra cíclica y subsidiaria del Estado mexicano en una proporción de entre 6 y 8 por ciento del PIB. Hoy, entre los anuncios oficiales de apoyos con política fiscal, a duras penas llegamos al 1%, cuando en países como Alemania o Italia la relación está en niveles de 30% del PIB. Incluso a nivel América Latina, estamos en el fondo de la lista en este punto.

Con ello se sentarían las bases para una recuperación más vigorosa, además de mitigar el golpe a la economía y a millones de familias que enfrentan una situación complicada aquí y ahora, además de la angustia por lo que vendrá en los próximos meses.

Si hay un momento para incurrir en déficit, ése es ahora. Con la ventaja adicional de que esto podría dar paso, cuando superemos la tormenta inmediata, a una necesaria reforma hacendaria integral. Preparar el terreno para los cambios que se necesitan a fin de tener un Estado más fuerte fiscalmente junto con una economía en crecimiento: impulso a la actividad económica, mayor recaudación, eficiencia en el gasto.

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Ilustración: El Colombiano.

Como recomendó Alejandro Werner, Director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional, lo procedente sería que el Gobierno Federal diseñara apoyos fiscales y que, en ese marco, planteara una reforma fiscal para financiarlos de manera saludable. Desde postergación de impuestos a trasferencias de efectivo a los afectados, lo mismo adelantar aguinaldos que subsidios al empleo y seguro de desempleo.

Destaquemos la prioridad: “En el corto plazo los programas se deben enfocar en proteger el empleo, el ingreso de las familias y también las empresas”.

¿Qué sí funciona?

México tiene programas sociales para atender a sectores vulnerables, como adultos mayores y familias en extrema pobreza. Su funcionamiento y resultados serían motivo de otro análisis; la cuestión es que hay millones de personas que están fuera de esos esquemas, y no hay algo específico para abordar el problema de millones que están viendo cómo desaparecen o disminuyen drásticamente sus ingresos.

Ahí habría que concentrar esfuerzos con dinero suficiente y programas bien enfocados y armados. En términos cuantitativos, como hemos comentado, hay margen para la acción. En lo cualitativo, la clave está justamente en el enfoque, y para ello podemos aprender de lo que están haciendo en otros países, entre lo que parece funcionar mejor.

Un buen caso de referencia es lo que ocurre en Estados Unidos, donde se han perdido ya 38 millones de empleos en nueve semanas, y no se ve una mejoría sustantiva ni con los trillonarios programas de apoyos federales, ni por el comienzo de la reapertura de actividades económicas. Todo apunta a que lo que está funcionando no es entregar apoyos directos a quienes se quedan sin trabajo, sino, primero, evitar que se pierdan esos empleos.

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Ilustración: Ciper.

Así se reporta en Wall Street Journal (“Europe’s Economic Recipe for the Pandemic: Keep Workers in Their Jobs”): Algunos formuladores de políticas dicen que Estados Unidos debería seguir el enfoque europeo de los programas de subsidio salarial. Estados Unidos y Europa están luchando para proteger a los trabajadores de las consecuencias de la pandemia de coronavirus. Pero mientras Estados Unidos está tratando de suavizar el golpe para millones de personas que ya han perdido sus empleos, Europa está adoptando un enfoque diferente: evitar que las personas sean despedidas en primer lugar.

Según ese diario, los gobiernos europeos han implementado nuevos programas, o ampliado los existentes, para subsidiar la nómina de trabajadores inactivos, permitiendo a los empleadores mantenerlos en sus puestos, incluso si no hay trabajo para encargarles. Tiene sentido, y según se entiende por notas periodísticas, así lo han visto congresistas tanto demócratas como republicanos en la evaluación de por qué no han “jalado” lo suficiente sus esquemas de ayuda a negocios, en comparación con la fórmula que han elegido otros países, lo mismo Canadá y Francia que Alemania y Corea del Sur, donde el incremento del desempleo no ha sido abrupto como en Estados Unidos.

De tal forma, las nuevas iniciativas que se discuten en el Capitolio tienen que ver precisamente con un programa de subsidio salarial basado en subvenciones –no préstamos– en hasta 80% de los costos de nómina por trabajador.

Si tiene lógica allá, también la tiene para nuestro país. Aquí, la iniciativa privada es responsable de nueve de cada 10 empleos, y de estos 75% corresponden a las Pymes. Es en ese ámbito donde los problemas de liquidez pueden volverse de supervivencia del negocio y fuente de ingresos de cientos de miles de trabajadores y empresarios.

Con ese antecedente referimos y recomendamos considerar dos propuestas muy concretas: la del Salario Solidario, de Coparmex, y la del gobierno como comprador de última instancia, desarrollada por los economistas Emmanuel Saez, Director del Center for Equitable Growth de la Universidad de California-Berkeley, y Gabriel Zucman, profesor de esta misma institución.

Urge reaccionar. No es momento de atarse a guiones ideológicos. Pensemos en lo atinado de la famosa frase atribuida a Keynes: Cuando las circunstancias cambian, yo cambio de opinión.

salario solidario

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La pobreza por covid-19 y los otros datos

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AMLO duda incremento de pobreza en México por coronavirus

Si algo ha caracterizado al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es su retórica al ser cuestionado sobre cifras y estimaciones que contradicen sus metas en México, haciendo referencia a ‘sus otros datos’.

En medio de la crisis por la pandemia del coronavirus cuestionó un informe del Coneval que pronosticó que el coronavirus podría arrastrar a millones de mexicanos a la pobreza extrema en la segunda economía más grande de América Latina.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), un organismo oficial que mide la pobreza, dijo en un reporte publicado esta semana que entre 6.1 y 10.7 millones de mexicanos podrían integrarse a las filas de la extrema pobreza solo en 2020.

“Ellos hablan de que con el coronavirus va a aumentar el número de pobres en 10 millones, según entendí, nosotros estamos trabajando para que esto no suceda”, afirmó el mandatario en su habitual conferencia de prensa diaria.

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López Obrador aseguró que su gobierno está trabajando en un documento que explicará la estrategia de su administración para proteger a los mexicanos, especialmente a aquellos más pobres.

“A lo mejor las proyecciones, el pronóstico del Coneval lo hace a partir de los supuestos de antes o pensando en los planes que se aplicaban antes; ahora es distinto”, dijo.

Analistas esperan que el Producto Interno Bruto local se contraiga hasta un 10% este año; cuando la economía mexicana podría perder 1.2 millones de empleos formales, según un reporte de Bofa Merrill Lynch divulgado el miércoles.

Coneval dijo en un correo electrónico enviado a Reuters que “genera información para los tomadores de decisiones. Nos parece relevante que el documento haya sido consultado por la Presidencia de la República”.

“Hoy estamos ante una ventana de oportunidad para actuar en los tres niveles de gobierno, de lo contrario podría perderse una década de desarrollo social”, agregó el organismo.

Pobreza laboral en puerta

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Riesgos de pobreza laboral en México por coronavirus

El freno económico que sufrió México por la pandemia del coronavirus tendrá consecuencias catastróficas para todos los niveles sociales y de producción, generando una ola de despidos que podrían alimentar la pobreza laboral del país.

De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) revelados el lunes 11 de mayo, hasta 10.7 millones de personas podrían caer en pobreza laboral al cierre del segundo trimestre 2020 ante la contingencia sanitaria generada por el coronavirus y sus potenciales consecuencias económicas, lo que significa un riesgo para la profundización de la pobreza y la desigualdad.

El consejo anticipa aumentos “preocupantes” en la pobreza por ingresos, la pobreza laboral (población que no podría adquirir una canasta alimentaria con su ingreso laboral) y el riesgo de que, en ausencia de políticas públicas orientadas a esta población, las condiciones de vida de los grupos de ingreso medio enfrenten condiciones de pobreza.

En el reporte “La política social en el contexto de la pandemia por el virus SARS-CoV-2 (COVID-19) en México”, el consejo presenta estimaciones de la pobreza bajo dos escenarios:

En el primero se considera una contracción económica de 6 por ciento y se simula una caída generalizada en el ingreso equivalente a 5 por ciento y, en el segundo, se simula una caída promedio en el ingreso de 5 por ciento, considerando mayores afectaciones a la población en función del ingreso y de la incidencia de pobreza urbana.

Los resultados permiten identificar que, en ambos escenarios, el total de personas en situación de pobreza por ingresos (las personas cuyo ingreso es insuficiente para adquirir una canasta alimentaria, bienes y servicios básicos) se incrementaría entre 7.2 y 7.9 puntos porcentuales, es decir, entre 8.9 y 9.8 millones de personas.

Sin embargo, la cifra de pobres por ingresos aumenta si se considera solo la capacidad para adquirir la canasta alimentaria; en este caso el número total de personas en situación de pobreza extrema por ingresos (las personas cuyo ingreso es insuficiente para adquirir una canasta alimentaria) se incrementa entre 4.9 y 8.5 puntos porcentuales, es decir, entre 6.1 y 10.7 millones de personas.

Como resultado de este ejercicio, Coneval prevé que la población en pobreza laboral se ubique en 45.8 por ciento en el segundo trimestre de 2020, lo que representa un aumento anual de 8.5 puntos porcentuales desde la proporción de 37.3 por ciento registrada al cierre de 2019.

“Es el aumento es incluso mayor a lo observado en la crisis de 2009”, sentenció el Consejo que encabeza José Nabor Cruz.

De hecho, la población en pobreza laboral registró en 2019 su menor nivel en diez años, es decir, al cierre del año pasado más personas pudieron comprar con su ingreso laboral la canasta alimentaria debido al aumento del salario mínimo y la baja inflación observada.

El Coneval dijo en su reporte que al aumento de los pobres por ingresos se suman otros posibles escenarios a partir de los datos de pérdida de empleos formales e informales y, por lo tanto, un aumento en la pobreza laboral significativamente mayor que lo que supone la estimación anterior.

“Sin políticas públicas que atiendan a la población con ingreso medio la cantidad de personas en situación de pobreza por ingreso puede aumentar. La crisis puede cambiar las condiciones de ingresos de la población”, sostuvo.