El próximo 6 de junio se realizará la elección más grande en la historia de México, se elegirán 15 gubernaturas, más de 21,368 espacios de representación popular a nivel Federal y local; 1,063 diputaciones locales; 1,926 presidencias municipales y alcaldías; 2,122 sindicaturas; 15,107 regidurías y 635 juntas municipales, concejales y presidencias de comunidad, además 500 diputados federales.
Nunca antes había sucedido que se juntaran tanta cantidad de cargos de elección popular en disputa. Por si fuera poco, existen dos factores que hacen de la elección que viene sea muy sui generis, por un lado, es una elección intermedia, es decir, a mitad del camino del gobierno de la 4 Transformación encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, que plantea un cambio de régimen en la sociedad debido principalmente a que no es un gobierno de continuidad con lo que venían realizando los gobiernos anteriores del PRI y del PAN; por otro lado, es una elección que se llevará a cabo en medio de la pandemia del coronavirus que nadie en ningún país del mundo esperaba y, claro está, que en México tampoco.
Dadas las características anteriores, la elección que viene, si bien no es la madre de todas las batallas como luego se suele decir, sí es una elección importante para el destino político, económico y social del país. La mayoría de las empresas encuestadoras con prestigio dan cuenta que si hoy fueran la elección de esa inmensa cantidad de cargos populares, Morena y sus aliados sumarían el 40% de las preferencias en la renovación del Congreso, mientras que la alianza del PAN, PRI y PRD obtienen juntos el 24% y en el caso de las gubernaturas es posible que Morena se lleve la mayoría, hay que señalar que de las 15 gubernaturas en disputa electoral, al momento Morena sólo gobierna una.
Ahora bien, la pandemia del coronavirus ha provocado la muerte de familiares y amigos, los contagios siguen siendo altos, y seguimos en emergencia sanitaria. En materia económica su impacto está golpeando la ya de por sí frágil economía de los mexicanos, y si además tomamos en cuenta los antecedentes de la poca participación ciudadana de ejercer su voto en elecciones intermedias en donde no está en juego la presidencia de la República. Todo indica que podemos tener una elección el próximo 6 de junio donde el abstencionismo sea mayoría y, por lo tanto, una escasa participación en el ejercicio del voto en urnas. Así que el panorama público puede empeorar.
En momentos pre-electorales ningún partido político está a salvo de inconformidades, y divisiones internas o de la posibilidad de elegir candidatas o candidatos con un perfil no adecuado a lo que exige ser un representante popular. Morena está en una etapa en donde tendrá que elegir sus mejores mujeres y hombres como candidatos para afrontar el reto de seguir siendo mayoría en el Congreso Federal, y ganar el mayor número de municipios y alcaldías y gubernaturas. Asunto nada fácil para la Comisión Nacional Electoral de Morena, es noticia en medios de comunicación y redes sociales de precandidatos objetados y señalados con antecedentes de corrupción o de violencia de género. Sin embargo, todo debe quedar definido para arrancar campañas electorales a principios de abril próximo.
Morena, hasta hoy, cuenta con el respaldo mayoritario de la gente no obstante la resistencia de otros sectores al cambio. Todo puede suceder en un México tan en disputa y sobre todo por los efectos tan lamentables que va a seguir ocasionando la pandemia del coronavirus. En ese sentido, el partido con mayor respaldo de la población y que gobierna este país tiene la gran responsabilidad de fomentar las acciones necesarias para que la elección que viene sea con una mayor participación ciudadana posible, tiene que seguir dando mensajes claros al sector privado y más que eso, tiene que pasar a crear políticas públicas para detonar el crecimiento y bienestar en el México post-covid-19.