El triunfo de Joe Biden y Kamala Harris en las elecciones presidenciales de Estados Unidos me hizo recordar la novela: “La noche quedó atrás” (Out of the Night) de Jan Valtin, sobre la derrota del fascismo y la liberación del comunismo. La victoria de Biden-Harris es de la mayor transcendencia para ese país y para el mundo. En estas recientes elecciones estuvo en juego no sólo la presidencia del que sigue siendo el país más poderoso del mundo con aún una fuerte influencia internacional.
En esta elección estuvo en juego el futuro de la democracia, del Estado de derecho, la racionalidad política y la decencia en el quehacer público. Con el triunfo de Biden-Harris se recupera la voz del conocimiento científico, el combate al cambio climático, el poner fin a la destrucción del planeta, a la sobre-explotación de los recursos naturales y la degradación de los ecosistemas.
Asimismo, en esta elección se abre la posibilidad de revisar el modelo de desarrollo global para hacerlo sustentable y así desvincular el progreso, el bienestar y la prosperidad de la destrucción de la naturaleza. De trabajar por el mejoramiento de las condiciones sociales y económicas de las sociedades sin destruir el medio ambiente y sin continuar rebasando los limites naturales del planeta. También se abre la posibilidad de revisar nuestros esquemas de crecimiento económico para lograr mayor justicia social, erradicar la pobreza y disminuir la desigualdad.
La tarea va a ser compleja. Volver a la razón y a la decencia no va a ser fácil ni en Estados Unidos ni en ningún otro país del mundo. Las sociedades de muchos países están profundamente polarizadas. El populismo, la demagogia delirante, la mentira como principio político operativo, “la verdad alternativa”, el odio, el insulto, la descalificación, la falta de respeto son prácticas corrientes en muchos países. Pero el triunfo de Biden en Estados Unidos es un principio, con impacto internacional, por la influencia de ese país.
Los demócratas vencieron a Trump, que no inventó la polarización en su país, pero que se subió en ella para exacerbarla, a través del diagnóstico fácil, de la mentira y sobre todo del odio racista. Donald Trump es la expresión del neoconservadurismo norteamericano. Es una manifestación de la tradición racista, clasista, nativista de un sector de la sociedad estadounidense. Trump es la expresión del resentimiento de blancos pobres, sin educación universitaria, de fanáticos evangélicos de las áreas rurales del país que, ante su imposibilidad de entender un mundo cambiante y crecientemente complejo, se refugian en dogmas religiosos e ideológicos simples, se apoyan en las teorías de la conspiración para rechazar y condenar lo que no entienden. Pero Trump es sobre todo la expresión de grupos económicos que promueven tendencias libertarias que en realidad únicamente tienen interés en manipular a masas ignorantes para legitimar la mayor concentración del ingreso y de la riqueza de la historia contemporánea tanto en Estados Unidos como a nivel planetario.
Donald Trump representa al grupo político que se apoderó del Partido Republicano, desde la revolución conservadora de Reagan en los años ochenta, que promovió la globalización económica y que después se distanció de la misma en la medida en la que surgió la irrupción de China y la creciente competencia comercial y tecnológica de los países del Asia-Pacífico y de Europa que han desplazado a Estados Unidos de numerosos mercados.
Biden-Harris encabezan una coalición muy variada de los demócratas que van desde el centro a la extrema izquierda y que tendrá numerosos problemas para lograr consensos. Además, enfrentarán a un poderoso partido Republicano que está lejos de colapsarse, en el que también hay numerosas contradicciones.
Hacia el interior de Estados Unidos, la labor de Biden-Harris es volver a unir a la población, de generar consensos en el centro del espectro político. El lado más positivo de la victoria de Biden-Harris es el de regresar a la racionalidad pública, de escuchar el conocimiento científico en la solución de la problemática, de volver al multilateralismo para la búsqueda de soluciones a los riesgos globales. Así, anunció el regreso de Estados Unidos al Acuerdo de París, lo cual hará posible la meta de evitar un calentamiento del planeta inferior a 1.5° Celsius o de 2° C a lo sumo. De lo contrario el planeta enfrentaría situaciones catastróficas en todos los órdenes. De igual forma, hará que Estados Unidos permanezca dentro de la Organización Mundial de la Salud (OMS), reformar la Organización Mundial del Comercio (OMC), y principalmente volver a intentar rescatar a la economía mundial de la especulación financiera que la domina y la estrangula.
En la relación bilateral de México con Estados Unidos volverán a la agenda, además de las cuestiones financieras, comerciales y de migración, los temas del respeto a la democracia, al Estado de Derecho, a la libertad de prensa, los derechos humanos, las cuestiones laborales, pero sobre todo la energía y el medio ambiente. Llegó el momento de impulsar gradualmente la transición energética.
Con la derrota de Trump se vence al fascismo post-moderno. La lucha no ha terminado, el aún presidente Donald Trump recurrirá a todas las medidas legales e ilegales, a todo tipo de trampas para revertir la decisión electoral o al menos para crear un ambiente de desestabilización, encono y violencia. Siempre ha recurrido a la mentira, lo volverá a hacer ahora más que nunca.
En un reciente conversatorio sobre las elecciones en Estados Unidos, comenté con Leonardo Curzio si éste es el inicio del fin del populismo, como lo conocemos actualmente. Lo plantee en el sentido de que con frecuencia acontecimientos como estas elecciones en Estados Unidos desencadenan tendencias globales. Curzio considera que no. Yo no estoy tan seguro. Tengo esperanzas de que esto sea el inicio de una ola que afecte a un buen número de autócratas.
“La noche quedó atrás” es el título de esta colaboración. Pero frente a las medidas que está tomando Trump, el título probablemente debía ser “¿La noche quedó atrás?”. Está claro que ésta es una lucha entre los principios democráticos y el fascismo post-moderno.
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