Estoy convencida de que una de las más nobles y enriquecedoras vocaciones está en la enseñanza. En lo personal, es una actividad que me apasiona realizar, porque me permite aprender más de lo que comparto y me llena de satisfacción la conexión que se logra con las personas, cuyas aportaciones están llenas de riqueza.
La educación es un proceso que nos transforma al adquirir conocimientos, habilidades, capacidades y valores, que inciden en la conformación de sociedades inclusivas, justas y sostenibles. En particular para las niñas y las mujeres, tener la oportunidad de prepararse les da la posibilidad de ser autónomas e independientes, de exigir sus derechos, de dedicarse a lo que les gusta, de tener mejores ingresos; y les permite combatir y separarse de entornos tóxicos, de discriminación, abuso o violencia.
Si bien en el ciclo escolar 2019-2020, del total de estudiantes matriculados en las instituciones de educación superior mexicanas (4 millones 93 mil 200) predominó la modalidad escolarizada (82.3%) sobre la mixta (10.3%) y a distancia (7.4%); a partir de la pandemia se ha modificado esta tendencia, pues el sector educativo ha continuado valiéndose de las tecnologías de la información y comunicación (TIC).
La educación digital contribuye a reducir la desigualdad en general, pero en específico, la brecha de género, entendida como la diferencia entre mujeres y hombres reflejada en los logros sociales, políticos, intelectuales, culturales o económicos.
Si bien en México se ha avanzado en favor de la igualdad sustantiva, aún no es una realidad plena. De acuerdo con el Foro Económico Mundial en su “Informe de la Brecha Global de Género 2020”, en nuestro país, dicha separación se redujo del 72% al 75.4% de 2018 a 2020. No obstante, hemos cerrado nuestra brecha en participación económica de las mujeres sólo un 57.4%.
Al respecto, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) de noviembre de 2020 del INEGI, muestra que la población económicamente activa y ocupada en México fue de 53 millones de personas, de los cuales, 32.5 millones (61.4%) fueron hombres y 20.5 millones (38.6%) mujeres.
El Índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza del CONEVAL, al cuarto trimestre de 2020, señalaba que, en nuestra nación, en promedio, los hombres ocupados percibían un ingreso laboral de $4,633.59 y las mujeres de $3,777.07, marcando una diferencia de $856.52 que representa un 18.48%.
Según el estudio de McKinsey Global Institute “The power of parity: How advancing women’s equality can add $12 trillion to global growth” de 2015, en un escenario de potencialidad plena en el que las mujeres desempeñemos un papel idéntico que los hombres en el mercado de trabajo, para 2025 podrían agregarse 26% al PIB mundial.
De acuerdo con el INEGI, al 2018, había poco más de 752 mil las personas ocupadas relacionadas con las TIC en el país, de las cuales, 83% eran hombres y 17% mujeres. Según estimaciones del Instituto Federal de Telecomunicaciones, en el estudio de 2018, “Adopción de las TIC y usos de internet en México”, la probabilidad de que un hombre usara una computadora era mayor en 4 puntos porcentuales a la de una mujer.
Dado el auge que ha tenido la enseñanza virtual, en el marco del Día Internacional de la Mujer, desde el área de capacitación del INFO-CDMX, llevamos a cabo una mesa de diálogo sobre “Educación digital para combatir la brecha de género”, en la que participaron las Comisionadas del INAI, Blanca Lilia Ibarra Cadena –presidenta del Instituto–, Norma Julieta Del Río Venegas y Josefina Román Vergara; junto con el Dr. Eduardo Peñalosa Castro, Rector General de la Universidad Autónoma Metropolitana. En sus exposiciones hubo coincidencia en que la apropiación de las TIC por parte de las mujeres desde que son pequeñas, teniendo un manejo consciente y seguro de su empleo, puede potenciar su crecimiento.
Las plataformas educativas digitales nos brindan alternativas para desarrollar competencias y habilidades, formarnos en nuevos campos de estudio, crear recursos, y encontrar nuevas actividades profesionales, laborales y de emprendimiento. Asimismo, impulsan la generación de mujeres líderes y nos dan espacios para informarnos, expresarnos, intercambiar ideas, debatir y promover acciones colectivas.
Malala Yousafzay, Premio Nobel de la Paz 2014, afirmaba que para hacerse poderosa sólo necesitaba una cosa: educación. La educación digital puede ayudar a las niñas y a las mujeres a aprender a empoderarse, y con ello, a diseñar y dirigir su vida tal como anhelan construirla.
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