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Ante la crisis sanitaria: un gobierno profesional

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La crisis también es una oportunidad. Y cuando una crisis se presenta a escala nacional es una oportunidad para el país. Una oportunidad para el aprendizaje; para valorar lo que tenemos y reconocer lo que nos falta. En síntesis: una oportunidad para aprender y ser mejores.

Actualmente, en la coyuntura de la crisis sanitaria ocasionada por el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS, por sus siglas en inglés) COVID-19, se ha hecho patente la debilidad del Estado mexicano para enfrentar una crisis de esta magnitud.

Si bien es cierto, como lo señalan los especialistas, que ante una crisis de esta envergadura, no hay ningún país con un sistema de salud suficiente para atenderla. También es cierto el notable contraste de la cultura cívica y las capacidades institucionales desplegadas por los diferentes países ante un mismo evento. Asunto que merece una breve reflexión.

salubridad en crisis
Fotografía: Infobae.

En México, históricamente, y con el tiempo, se ha demostrado que no importa el partido que se encuentre en el poder, el gobierno es el villano favorito, el enemigo interno más popular. Lo que hace que sea impopular defender las acciones por parte del gobierno, prácticamente en cualquier contexto. Es más, en tiempo del caos social, es probable que ante la pregunta: ¿A quién prefiere usted que se linche en la plaza pública, a un político o a un narcotraficante? Estoy cierto que el porcentaje de respuestas que preferiría linchar a un político sería, al menos, significativo. Preocupante, ¿no lo cree?

Incluso, no puedo olvidar el airado comentario de una persona cercana a mí que sostuvo que “el mejor gobierno es el que no existe”. Escuché escandalizado el comentario, por el aprecio intelectual que tengo de esa persona, y le respondí: Anarquía se llama lo que propones. Es un concepto utópico, concebido por Joseph Proudhon. Menciona una sola nación, en cualquier tiempo o lugar, que haya florecido sin un gobierno. A lo que siguieron a manera de respuesta, una serie de justificaciones sobre la corrupción y las distorsiones del mal gobierno, de las que tenemos muchos ejemplos en México. No me enganché en esa discusión, sólo le comenté lo siguiente: Un amigo recién regresa de Haití, a donde fue como voluntario para atender la crisis ocasionada por el huracán Matthew que ha barrido con aquel país con más de un millón de desaparecidos, presuntamente muertos. ¿Sabes qué fue lo que más le impactó? La ausencia de gobierno.

EN PERSPECTIVA, en México, con todos sus defectos, tenemos gobierno, son 4.2 millones de servidores públicos que trabajaban en 2016 en las diferentes instituciones de las administraciones públicas de México, según el Instituto Nacional de Geografía y Estadística. En 2017 más de 60% de la población manifestó confiar en las instituciones públicas de educación, salud, el Ejército y la Marina; alrededor de 2 de cada 10 personas expresó tener confianza en los partidos políticos o en los diputados y senadores.

salud en crisis
Fotografía: Headtopic.

No obstante, esta crisis ha hecho evidente que necesitamos más gobierno, más Estado, encarnado en médicos, enfermeras, policías y personal del sistema de justicia. En otras palabras, necesitamos crecer la nómina de servidores públicos, más gasto público corriente, pero con personal profesional con capacidades técnicas certificadas. La honestidad no es suficiente a la hora que una sociedad enfrenta una crisis. La incompetencia es frecuentemente más costosa que la deshonestidad. Lo que no significa que debamos aceptar esta última, tipificada como delito y debe ser castigada fuertemente sin distinción. Sin embargo, miente quien sostiene que la honestidad es la única virtud (que no competencia) necesaria para ser servidor público. No debemos dejar la conducción del país en manos de personal improvisado e insuficiente.

O usted ¿qué opina, estimado lector? ¿Le asignaría usted la responsabilidad de piloto al más honesto entre las personas que viajan en el avión, o preferiría usted al más competente, aunque su honestidad sea cuestionada por algunos?


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Héroes sin capa

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En estos días de pandemia han surgido muchos héroes, en primera instancia y sin duda alguna, los médicos y enfermeras que se encuentran en la línea de combate, pero seguramente hay más que no alcanzamos a ver. Pienso en todo el personal hospitalario que, eventualmente no pensamos en ellos, me refiero a conductores de ambulancias, trabajadores sociales, paramédicos, camilleros, el personal de intendencia, cuya labor ahora es mucho más valiosa, pues al hacer el aseo de hospitales o centros de salud, evitan que se propague la infección.

No sé, seguramente también están contribuyendo con su trabajo todo el personal administrativo, que termina siendo el soporte, precisamente del personal sanitario. Todos ellos son héroes, unos más visibles que otros pero héroes, que luchan por el bienestar de los mexicanos.

Hay otros, sin embargo, que muy probablemente son más invisibles, en ese grupo de personas podríamos incluir a quienes nos atienden en las tiendas de conveniencia, a los despachadores de gasolina, a los cajeros en los bancos o en los grandes supermercados, o incluso quienes manejan la bodega de esos establecimientos.

medico como heroe
Ilustración: Isidora S.

Por otra parte, están policías, bomberos, gente de la Cruz Roja, el Ejército, todos indispensables en estos momentos. Imaginemos por un instante qué pasaría si ellos nos abandonaran a nuestra suerte. Insisto, todos son héroes, unos más evidentes que otros, pero todos héroes.

Y qué me dicen de quienes hacen posible que siga funcionando el Internet, o los empleados de la compañía de luz, qué pasaría si se nos deja de suministrar energía eléctrica, Internet, agua o cualquiera de esos servicios indispensables. Atrás de todos estos servicios también hay héroes invisibles.

También están esos choferes que hacen que las mercancías lleguen a su destino, los conductores de los camiones de pasajeros, o los taxistas. La gente de UBER y UBER EATS, quienes jugándosela por nosotros nos allegan mercancías a domicilio; pienso también en la gente que trabaja para la plataforma Rappi, los de DHL y demás compañías de mensajería, y así podría continuar con un largo etcétera. Nuevamente, todos ellos son héroes sin capa que se la están partiendo por nosotros.

servicios
Fotografía: Reporte Índigo.

Se encuentran, además, las personas que recolectan la basura, ¡¿qué haríamos sin ellos?!, imaginen el caos si estos héroes tan incomprendidos e infravalorados, dejaran de trabajar.

En fin, este virus, esta pandemia, me hace revalorar muchas cosas, me hace apreciar actividades que quizá hemos menospreciado. De igual forma, me pregunto por qué todos estos verdaderos héroes son tan mal pagados y muchos, particularmente los políticos, tienen ingresos bastante extraordinarios.

Esta crisis debería obligarnos a replantearnos muchas cosas, ¿no creen?

Nota aclaratoria. Estoy seguro que se me escapan muchos otros héroes, ya sea por mi propia ignorancia o descuido, pero a todos ellos: Gracias, mil gracias por ser el soporte vital en crisis como la que ahora atravesamos.


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Fragilidad, incertidumbre y un enemigo invisible

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Ha quedado demostrada la fragilidad de las sociedades, aún las más desarrolladas, frente a un microscópico pero devastador enemigo, que va cobrando vidas por miles y expandiendo, silenciosamente, la fatalidad, la desolación y el terror social.

La amenaza del patógeno lejos está de constreñirse al ámbito de la salud, su impacto se deja sentir, de manera contundente, en prácticamente todo tipo de actividades. Las personas se han recluido, los espectáculos masivos han sido suspendidos, las oficinas han cerrado, los vuelos han sido restringidos al mínimo o de plano cancelados, se cierran fronteras, se aíslan territorios enteros, se suspende el rodaje en la industria cinematográfica, se ralentiza la función pública y se confina a sanos y enfermos, ancianos y niños, el bicho no discrimina… todo un panorama de guerra.

Los mensajes que fluyen con abundancia, esa sí, indiscriminada, con pavorosos contenidos e imágenes tétricas, contribuyen a la viralización del miedo, quizás más pernicioso que el aterrorizante, diminuto e invisible asesino.

Se han establecido ya, en países y regiones del mundo moderno, restricciones a la movilidad con penas pecuniarias extremas, toques de queda, sanciones carcelarias y condiciones de excepción para tratar de evitar la expansión del contagio, pero todas las medidas de control social adoptadas van teniendo un impacto directo en la economía, en la política, en la ciencia y en el intercambio social, con repercusión y proporciones aún impredecibles.

incertidumbre y crisis
Ilustración: @mel.artanddesign.

La pandemia tomó al mundo por sorpresa. Quienes primero reaccionaron con razonable éxito, fueron los que primero sufrieron el embate contagioso y lograron, no sin grandes pérdidas de vidas, ir recuperando paulatinamente la normalidad. Pero aquellos escépticos que esperaron a recibir las primeras oleadas del embate virulento pronto perdieron el control y se vieron rebasados en sus capacidades con el saldo fatal que ya se conoce, con la desolación de sus calles y sus plazas y una dolorosa estela de muerte.

El temor ha cundido con la saturación de todo tipo de mensajes en las redes sociales que no hablan de otra cosa que no sea la enfermedad y difunden tal cantidad de información, las más de las veces sin sustento, que sólo contribuye a incrementar la angustia.

La especulación no ha estado ajena, se habla de conspiraciones de corte maltusiano, de proyectos secretos para reducir la población mundial, de guerra bacteriológica, de la dispersión del virus de manera deliberada con fines hegemónicos o de errores en el manejo de experimentos de laboratorio. Por supuesto que ninguna de las teorías conspirativas puede ser, a la ligera, descartadas, aunque ello suponga una conducta perversa de los entes de poder a escala global, difícil de asimilar.

Para el caso mexicano, dadas las condiciones políticas, económicas y sociales, el agente invisible nos embiste en mal momento y se va apropiando de nuestra libertad y de nuestro optimismo poco a poco, tornando día con día, más crítica la situación.

INCERTIDUMBRE
Ilustración: @zelina.world.

 La expectativa no es alentadora, el avance del contagio, que se percibe inevitable, someterá a duras pruebas las capacidades de la administración para manejar el asunto, las infraestructuras críticas instaladas en materia de salud y las medidas adoptadas hasta hoy en cuanto a higiene y aislamiento. Pero quizás la más dura prueba se tendrá en el sector económico por los efectos directos en la productividad y el empleo, que no son meros efectos colaterales. No debe obviarse, por otra parte, el alto índice de informalidad, cercano al 60% según cifras oficiales, que ya existe actualmente en nuestro país y que será impactado con mayor fuerza por la contingencia.

El fenómeno que nos acecha es un particular reto para la estructura y modelo de convivencia de la sociedad mexicana. Se acude a la solidaridad, a la familia, a las tradiciones, con objeto de frenar en lo posible el avance de la enfermedad y cuidar de los mayores, pero lo previsible es que conforme pase el tiempo, se requerirá, obligadamente, además de solidaridad y unión, de disciplina social, ingrediente fundamental para el mantenimiento del orden y la razonable estabilidad ante la crisis. Por desgracia, ya se han comenzado a registrar convocatorias al saqueo y actos delictivos contra establecimientos comerciales. No será extraño que, en un futuro muy próximo, esto se replique.

Nos encontramos en el umbral de una sala oscura, sin la certeza mínima de lo que podemos esperar al atravesarlo.

La incertidumbre no es buena guía ni consejera.

Esperemos lo menos peor.


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Retos en tiempos de crisis

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Hoy quiero compartir con ustedes una reflexión sobre dos retos que, entre muchos, se nos presentan en estos momentos de crisis. El primero tiene que ver con una situación de carácter estructural que como sociedad hemos padecido desde tiempos remotos. El segundo resulta de la respuesta que como individuos podemos tener frente a escenarios críticos.

1. El fin del mundo en un país desigual

El primer reto se nos presenta por la desigualdad en la que como país vivimos. He aquí imágenes contrastantes que nos hablan de ello.

En un puesto de tianguis de algún rincón del país se lee “Seguiremos atendiendo hasta que el coronavirus nos mate”; en una calle de la Ciudad de México el señor que recoge la basura le dice a un vigilante “¿tú qué prefieres: morirte de hambre o de la enfermedad?”; mientras, en un pueblo distante, internado en la sierra, los habitantes aún no se enteran de la emergencia sanitaria que azota al mundo. Estas imágenes contrastan con aquellas que, en días previos, vimos en supermercados de las grandes ciudades mexicanas donde se agotó el papel de baño y los productos antisépticos y de limpieza.

crisis humanitaria
Ilustración: Pinterest.

Así es México. Un país con realidades contrastantes donde miles pueden correr a comprar todo aquello para “el fin del mundo”, pero también un país donde millones viven al día porque para ellos diariamente es el fin del mundo. Vivimos en un país donde la mitad de la población sobrevive en un fin del mundo cotidiano; y, ahora, con la crisis sanitaria que nos ha traído el COVID-19, vivimos frente al temor de una pandemia que en la mente de muchos se asemeja a un inminente fin del mundo.

Esta situación nos muestra la realidad de México, un país que dentro del 25% con mayores niveles de desigualdad en el mundo alberga al hombre más rico de América Latina junto con más de 50 millones de personas pobres (Oxfam). Es decir, un país donde 52.4 millones de mexicanos viven en pobreza: 41.9% de la población nacional; 9.3 millones se mantienen en pobreza extrema, lo que equivale al 7.4% del total nacional; mientras que 28 millones de personas, 22.4% del total nacional, tienen carencia alimentaria (Coneval, 2018).

Sin duda, esta situación se nos presenta como un reto el cual, lamentablemente, no podremos atender si no es con acciones compensatorias de gobierno, empresa y sociedad, las cuales procuren a quienes menores oportunidades tienen para hacer una cuarentena y, con ello, librarse del contagio masivo, no tener que salir a las calles a ganarse el pan de cada día. Una acción compensatoria podría ser que los empresarios permitan a sus trabajadores no asistir con goce de sueldo durante un mes –o el tiempo que dure la fase de mayor contagio–. Otra opción es que quienes tenemos empleados en nuestros hogares hagamos lo mismo: que dejen de asistir con el pago correspondiente. Asimismo, el gobierno tendría que pagar, a quienes no tienen un empleo formal, por el trabajo que no realizarán durante el tiempo que dure la emergencia sanitaria.

crisis de corona
Ilustración: South China Morning Post.

2. Lo peor de nosotros mismos

Si bien las crisis pueden sacar lo mejor de nosotros mismos, tal como ocurrió en los sismos de 1985 y 2019, donde la solidaridad y la valentía de muchos permitieron ayudar a quienes más lo necesitaban; también los escenarios críticos pueden sacar lo peor de nosotros. Para ilustrar esto presento dos situaciones en las que bien podemos encontrar correlatos en nuestras propias vidas.

Hace unos días se difundió en redes sociales la forma en que un hombre que se había contagiado de coronavirus y fue presa de discriminación en su propia residencia. Los vecinos del edificio donde habita rociaron cloro en su puerta y el personal de vigilancia no quería dar acceso a quienes intentaban llevarle víveres para pasar su cuarentena.

Otro ejemplo lo tenemos también en un vecindario donde la administración, siguiendo las recomendaciones del gobierno federal, cerró las zonas comunes y, entre ellas, las áreas de juego. Ahí, una niña de dos años, sin entender por qué si el sol brilla y los pájaros cantan, ella no puede entrar a jugar como siempre lo ha hecho. Su insistencia hace que momentáneamente entre a los columpios, pese a la reprimenda de su madre. Frente a ello una de las vecinas grita: “si pusieron la cinta es para que los niños no entren”.

coronavirus crisis
Ilustración: Ann Kiernan.

Estas imágenes muestran cómo el temor y la intolerancia pueden hacer que las personas actúen irracionalmente y culpen a los enfermos, la inocencia infantil o la “irresponsabilidad” de los padres. Esta crisis hace que vecinos, quienes otrora se saludaban cordialmente, ahora se sientan amenazados por los demás. Si en momentos de crisis a veces podemos ponernos en el lugar de los otros, de los que sufren y padecen, para tratar de aliviar su pena con nuestra ayuda solidaria; también en escenarios críticos, sobre todo cuando nos sentimos amenazados, somos incapaces de sentir empatía para comprender la situación de los otros.

En suma, esta emergencia sanitaria nos dejará lecciones para tratar de convivir –con-los-otros– frente al riesgo y la amenaza, así como a comprender que nuestra riqueza y nuestras oportunidades pueden representar la pobreza y falta de oportunidades de otros, por lo que debemos procurar acciones individuales y colectivas que contribuyan a generar una justicia social en la que todos, medianamente, tengamos la misma posibilidad de vivir con dignidad.


Fuentes:
Coneval. Medición de la pobreza en México. 2018, disponible en https://bit.ly/2UCOttZ.
Oxfam, “México justo: Políticas públicas contra la desigualdad”, disponible en https://bit.ly/2JAS71q.


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Después del coronavirus

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Yuval Noah Harari publicó en el Financial Times del 19 de marzo uno de los más lúcidos y sugerentes artículos en torno a la pandemia que tiene al mundo con el Jesús en la boca. Al día siguiente, Matilde Sánchez, de la Revista Ñ del bonaerense Clarín, reprodujo porciones comentadas.

Hoy comparto con los lectores de Juego de Ojos, un extracto del texto de Matilde. La visión del autor de 21 Lecciones para el Siglo XXI nos mueve a profundas reflexiones. (El artículo completo en inglés se encuentra aquí.

Las decisiones que tomen los gobiernos y pueblos en las próximas semanas probablemente darán forma al mundo que tendremos en los próximos años. No sólo formatearán nuestros sistemas de salud, sino también nuestra economía, la política y la cultura; debemos actuar con presteza y decisión.

Yuval Noah Harari
Yuval Noah Harari, historiador y escritor israelí.

En El mundo después del coronavirus, Harari advierte que el primer dilema es entre la vigilancia totalitaria y el empoderamiento ciudadano; el segundo desafío es entre el aislamiento nacionalista y la solidaridad global.
Harari sostiene que la tormenta de la pandemia pasará, sobreviviremos pero será otro planeta, dado que muchas de las medidas actuales de emergencia tendrán que establecerse como rutinas fijas: ‘tal es la naturaleza de las emergencias, aceleran los procesos históricos en fast forward’. Las decisiones que en tiempos normales llevan años de deliberación se toman en pocas horas –explica–. Las tecnologías peligrosas e inmaduras entran rápidamente en vigor porque los riesgos de la inacción son peores. Países enteros funcionan ya como conejos de indias de experimentos sociales a gran escala. ¿Qué pasa cuando todos trabajamos en casa y sólo tenemos comunicación a distancia? ¿Qué ocurre cuando todas las escuelas y universidades trabajan online? Ésas son preguntas que la población mundial se hace a estas horas, desde el médico hasta el oficinista, desde el empresario hasta el maestro.

covid prevencion
Fotografía: Infobae.

Hablamos de un control biológico a esta altura, según él, una ‘vigilancia subcutánea’ para detener la epidemia. Por primera vez en la historia, hoy los gobiernos tienen la capacidad de monitorear a toda su población al mismo tiempo y en tiempo real, dispositivo que ni la KGB soviética consiguió en un solo día. Los gobiernos de hoy lo consiguen con sensores omnipresentes y poderosos algoritmos, tal como lo demostró China, al monitorear a la población a través de los celulares y las cámaras de reconocimiento facial. La pregunta, nos alerta, es si los datos de sus reacciones serán luego empleados políticamente para saber cómo responden las emociones del electorado a ciertos estímulos: en otras palabras, para manipular a grandes masas. Ahora diversas apps en China advierten al portador de un celular que se encuentra cerca de un infectado: ¿de qué supuesto peligro podrían alertarnos también? Este tipo de tecnologías no se limitan a Asia. Nos recuerda Harari que recientemente el Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, autorizó a la Agencia de Seguridad a emplear tecnología antes restrictiva para combatir terroristas con la finalidad de rastrear enfermos de coronavirus; lo hizo a través de un terminante ‘decreto de emergencia’ que desestimó de cuajo las objeciones de la oposición en el Parlamento.
En otras palabras, la tecnología de vigilancia masiva que antes espantaba a muchos gobiernos, podría ser de empleo regular: ya no un control ‘sobre la piel’ sino ‘debajo de la piel’. Los políticos tendrán mucha información ante qué cosas nos provocan tristeza, hastío, alegría y euforia. Eso representa un poder sobre las poblaciones, inédito y riesgoso.

el gran hermano covid
Fotografía: The Star.

Por otra parte, sin embargo, se ha demostrado que el monitoreo centralizado y el castigo severo no son la manera más eficaz de conseguir el acatamiento a las normas que nos pondrían a salvo. Una población motivada en su propia salud y bien informada es la única clave. De hecho, ésa es la gran enseñanza de la política del uso del jabón, que no requiere de un Gran Hermano mirando a toda hora: el  hábito del jabón precede todas las reglamentaciones, es una especie de legado familiar de largo ciclo histórico.
El historiador adquiere su rango de filósofo al insistir en la centralidad de los relatos comunes a las civilizaciones, por ejemplo, de las costumbres higiénicas. Para conseguir ese nivel de cumplimiento y colaboración en el bien común se necesita confianza: en la ciencia, en las autoridades públicas y en los medios. ‘En los últimos años, políticos irresponsables socavaron deliberadamente la confianza en la ciencia, las autoridades y los medios –afirma–. Ahora esos mismos políticos podrían tentarse de tomar el camino más expedito hacia el autoritarismo, con el argumento de que no se puede confiar en que el público haga lo correcto’, advierte. ‘En lugar de edificar regímenes de vigilancia, no es tarde para reconstruir la confianza del pueblo en la ciencia, las autoridades y los medios’.
Definitivamente debemos emplear las nuevas tecnologías también. Pero éstas deberían empoderar a la ciudadanía. ‘Estoy muy a favor de monitorear mi temperatura corporal y presión arterial pero esta data no debe ser usada para crear un gobierno todopoderoso, sino que debe permitirme tomar decisiones personales mejor informadas, y también debería hacer que el gobierno dé cuenta de sus decisiones –escribe–. Si yo pudiera controlar mi estado clínico las 24 horas del día, podría saber si me he convertido un riesgo para los demás y también saber cuáles hábitos ayudan a mi salud.
En el tramo más vibrante de su artículo, Harari exhorta a que tengamos un plan global. Su segunda premisa nos exige elegir entre el aislamiento nacionalista y la solidaridad global. Dado que tanto la epidemia como la consiguiente crisis económica son globales, sólo se podrán resolver con cooperación global, ‘Para derrotar la pandemia debemos compartir globalmente la información, y ésa es la gran ventaja de los humanos sobre los microorganismos. China puede enseñarle mucho a Estados Unidos sobre cómo combatirlo. Mientras el dubitativo gobierno británico se decide entre privilegiar la economía sobre la salud pública, los coreanos tienen mucho que aleccionar sobre la lucha contra el coronavirus. Pero ésta no puede conseguirse sin compartir la información. ‘Necesitamos un espíritu de cooperación y confianza’, nos alerta. Y también la plena disposición internacional para producir y distribuir equipamiento médico, como kits de tests y respiradores. Así como los países internacionalizan sus principales industrias durante una guerra, el combate contra el coronavirus requiere ‘humanizar las industrias comprometidas en el bien común’.

harari covid
Fotografía: Ruptly

Un protocolo global debería permitir que equipos muy controlados de expertos sigan viajando, científicos, médicos políticos y empresarios deberían poder desplazarse, regresar a casa con la experiencia adquirida y la ayuda dispensada. Los líderes del G7 lograron hace pocos días finalmente organizar una videoconferencia pero no consiguieron ponerse de acuerdo. La parálisis parece haber ganado a la comunidad internacional.

La actual gestión en Estados Unidos ha declinado su rol como líder global –fustiga Harari–. Ha dejado en claro que le importa mucho más la grandeza de Estados Unidos que el futuro de la humanidad. Abandonando incluso a sus mejores aliados, escribe, el gobierno de Trump escandalizó al mundo al ofrecerle mil millones a un laboratorio alemán para hacerse del monopolio de la fórmula para una vacuna.

Si el vacío dejado por Estados Unidos no es ocupado por otro país, será más dificil todavía detener la pandemia. La humanidad está ante un desafío histórico, ¿adoptamos el camino de la solidaridad global o el de la desunión, que sólo prolongará la crisis?

Juego de ojos.

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Liderazgo universitario ante el COVID-19

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Ante la pandemia del coronavirus (COVID-19), a nivel internacional las universidades han tomado el liderazgo para enfrentarla. Las instituciones educativas han tomado medidas drásticas para proteger a sus comunidades académicas y, por ende, a la sociedad en general.

Estados Unidos, Reino Unido, España y México, son algunos ejemplos de cómo las universidades se adelantaron a los gobiernos centrales en tomar medidas de distanciamiento social. Las universidades de estos países actuaron de manera urgente, pertinente y con audacia, contrario al escepticismo y lentitud que han mostrado algunos gobiernos nacionales ante la emergencia global.

El 10 de marzo, 12 universidades de Estados Unidos anunciaban que cambiarían las clases presenciales por cursos en línea; universidades como Harvard, Columbia University, Princeton, Stanford, Ohio State University, University of Southern California y University of Washington anunciaron sus medidas de distanciamiento. Donald Trump declaró la emergencia nacional hasta tres días después.

En España, desde el 9 de marzo, las universidades comenzaron a desarrollar una estrategia para el desarrollo de las actividades académicas no presenciales, para el 11 de marzo la mayoría de las universidades ya habían enviado a sus estudiantes a casa; el Real Decreto de Alarma para la Gestión Sanitaria llegó tres días después. En dicho Decreto se anunciaba la suspensión de las actividades educativas presenciales de todos los niveles, incluyendo instituciones públicas y privadas.

liderazgo y educacion
Ilustración: NPR.

Un caso controversial y muy criticado fue el de Reino Unido, ya que fue hasta el 18 de marzo que el Primer Ministro, Boris Johnson, ordenó cerrar las escuelas en todos los niveles educativos, medida que sería aplicada a partir del 20 de marzo. No obstante, una semana antes, universidades como London School of Economics, Oxford, Bristol y Nottingham, entre otras, ya habían suspendido clases presenciales para evitar la propagación del virus. La postura del gobierno británico ante esas medidas universitarias fue de dura crítica y el 13 de marzo, Gavin Williamson, Secretario de Educación, solicitó a las universidades británicas permanecer abiertas y continuar con normalidad sus actividades educativas. Afortunadamente, pocas le hicieron caso.

En México, entretanto, en medio de la alerta global y la incertidumbre por la falta de acción y respuesta del gobierno, el Tecnológico de Monterrey no titubeó en implementar medidas drásticas. El 12 de marzo y con sólo 15 casos confirmados de COVID-19 en el país, canceló las clases presenciales y anunció que toda la docencia se impartiría en línea. Un día después, la Universidad de Guadalajara (UdeG) –la segunda universidad más grande del país– tomó las mismas medidas y mandó a clases en línea a sus 290 mil estudiantes y 19 mil profesores.

Las universidades han actuado de manera pertinente y responsable ante la crisis y la coyuntura también está imponiendo grandes retos educativos. El COVID-19 ha provocado una disrupción universitaria global, el “Tipping Point”, el punto de quiebre donde los cambios son inaplazables y deben ser rápidos. Si los horizontes de transformación de muchas universidades alrededor de mundo eran, por decir, de 10 años, ahora son de 10 meses.

Como lo advierten los especialistas del Boston College, Philip Altbach y Hans de Wit, crear ambientes de aprendizaje efectivos en la virtualidad no es cosa fácil –mis respetos para los expertos en ello–. Después del COVID-19 las universidades no se volverán online. Sin embargo, la universidad tradicional exitosa será aquella capaz de impartir educación mixta (blended learning); y aquella que pueda hacer un “switch” a la virtualidad de manera inmediata, cuando la próxima pandemia lo amerite. Los expertos dicen que podría ser pronto.

liderazgo y covid
Ilustración: Columbia.

Sin duda, el rol de las universidades en esta crisis mundial ha sido crucial, no sólo por sus medidas para reducir la propagación del virus y el radical cambio en la forma de dar clases, sino también por su liderazgo en investigación, como se ha demostrado con la creación de grupos de trabajo y salas de situación con expertos en biología molecular, epidemiología, estadística y grandes datos. La UNAM y la UdeG han desarrollado modelos para proyectar la evolución de la epidemia, lo cual ha sido una herramienta valiosa para la toma de decisiones. En particular, la UdeG ha trabajado en estrecha coordinación con el gobierno de Jalisco para proveerle de la información científica necesaria para la toma de decisiones.

El COVID-19 es la mayor prueba que enfrentan los líderes políticos alrededor del mundo, cualquiera que sea su ideología. Seguramente les irá peor a los países cuyos liderazgos han desestimado la ciencia y la evidencia. Una realidad objetiva tan grave y de dicha magnitud no puede ignorarse, ni mucho menos combatirse sólo desde el voluntarismo y el liderazgo moral. Se requieren acciones contundentes basadas en evidencia; acciones muchas veces impopulares. Pero ello entraña el arte y la ciencia de gobernar.

Las universidades no han estado exentas de críticas por las medidas tomadas de manera anticipada a sus gobiernos, pero, y como lo manifestaron recientemente los rectores de Harvard, MIT y Stanford: Dado lo que hemos aprendido en las últimas semanas, estamos convencidos de que tomar estas precauciones ahora, por el bien colectivo, significará el regreso a la normalidad en las próximas semanas con la menor cantidad de amigos y colegas a quienes guardarles luto.

Las decisiones han sido difíciles y controvertidas, pero correctas. Hagamos caso a la ciencia, escuchemos a las universidades. El tiempo les dará la razón.  


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“Mafias en tiempos de coronavirus”

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A estas alturas de la pandemia, poca duda queda de que el coronavirus ha modificado un sinfín de dinámicas sociales alrededor del mundo. Paul Noth, caricaturista para The New Yorker, publicó un hilarante cartón en medio de la pandemia. En él se aprecian a cuatro presuntos mafiosos sentados alrededor de una mesa. Uno de ellos se dirige al resto, y les enuncia: “Por razones de salud y seguridad, haremos una transición hacia el ciber-crimen”. Los tiempos de la globalización homogeneizan prácticas, flujos y dinámicas –la pandemia, por ejemplo–. Sin embargo, algunas otras las diversifica, resaltando así el peso de lo local en momentos donde parece que todo es o tiende a ser global. Es el caso de los grupos criminales alrededor del mundo.

mafias y covid 19
Ilustración: Paul Noth.

El cartón de Noth, divertido y agudo, refleja lo que seguramente pasará con algunas mafias y en general con algunos mercados ilegales globales. El desarrollo de las policías cibernéticas alrededor del mundo dan cuenta del desarrollo de este peculiar espacio como una extensión virtual y real de actividades ilícitas. Sin embargo, no es una regla universal. En el contexto de la actual pandemia por coronavirus, grupos criminales alrededor del mundo serán afectados homogéneamente; no obstante, el tipo de afectaciones, reacciones y adaptaciones serán profundamente heterogéneas. De qué dependen, así como el tamaño y características de esas variaciones, son preguntas todavía muy difíciles de responder.

En Brasil, por ejemplo, presuntos narcotraficantes han salido a las favelas de Río de Janeiro para anunciar la imposición de toques de queda. La razón: asegurar el resguardo de la población en casa para evitar la dispersión del contagio del virus. A través de patrullajes, el toque de queda se anuncia, junto con la advertencia de que nadie puede salir de casa después de las ocho de la noche. Mientras tanto, el presidente brasileño Jair Bolsonaro se enfrenta con Twitter y otras plataformas de redes sociales por bajar sus videos en donde promueve que la gente continúe con sus actividades normales. “Los traficantes están haciendo esto porque el gobierno está ausente”, le dice un habitante de las favelas a periodistas del diario inglés The Guardian.

mafias en desuso
Ilustración: Leslie Herman.

A casi nueve mil kilómetros de distancia, en el sur de Italia, las “pérdidas” económicas de las mafias locales ascienden cerca del 80%. Según un reporte de Antimafia Duemila, esta reducción de ingresos se da básicamente por la baja incidencia en casos de robo y extorsión a comercios. Sin embargo, autoridades locales como Leoluca Orlando, el famoso alcalde antimafia de Palermo, advierte del riesgo de que la mafia resurja en el contexto de la crisis sanitaria, aprovechando las tensiones sociales de pobreza y marginación históricas en ésta y otras partes del país. El riesgo de que organizaciones criminales capitalicen el descontento social producto de la emergencia sanitaria es, por decir lo menos, real.

¿Qué pasa en México? Si en otros contextos cualquier respuesta es aún prematura, en nuestro país lo es todavía más, considerando que los estragos de la epidemia apenas se avecinan –incluso en un escenario en donde se logre la tan deseada aplanación de curva de infectados–. Artículos de Alejandro Hope en El Universal y Deborah Bonello en Vice, ya desarrollan hipótesis derivadas de la escasez de precursores para la elaboración de metanfetaminas en México, así como sus implicaciones comerciales y de mercado. Es una variable indispensable. Falta averiguar cómo reaccionan los grupos criminales al margen –o paralelamente– a sus pérdidas comerciales. Los casos de Brasil e Italia sugieren que los contextos de crisis –sanitarias o económicas– potencialmente arrojan a los grupos criminales a reivindicarse como autoridades legítimas. Son lecciones de profunda relevancia para los gobiernos mexicanos. Mejor no ignorarlas.


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Sexo y coronavirus

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El sexo es congénito a los seres vivientes y entre los humanos es la base de la procreación para la preservación de la especie. La diferencia es que hombres y mujeres son conscientes de ello, y las demás especies lo hacen sólo por instinto. Pero en la pandemia del coronavirus las relaciones sexuales entre matrimonios y parejas no surgen como un tema esencial en las campañas para evitar contagios. El gobierno en México –ni hasta ahora la Organización Mundial de la Salud– en sus tres niveles, dentro de las atribuciones correspondientes establecidas en sus propias Constituciones, permanecen silenciosos ante lo que pudieran considerar materia reservada a la intimidad de las personas.

En otros países, como en Estados Unidos de América, más abiertos en estas delicadas cuestiones, y en específico la ciudad de Nueva York, donde la epidemia ha causado más de un centenar de muertos, a través de su Departamento de Salud ha emitido algunas recomendaciones sobre el caso a fin de tener relaciones sexuales “seguras”. Llaman la atención aquellas que indican que el virus no es trasmisible mediante el semen o los fluidos vaginales, que el sexo más seguro es la persona con la que se vive cotidianamente –esposa o pareja–, aunque la abstinencia sexual no se descarta. Obviamente prohíbe los besos en la boca porque la saliva sí es un trasmisor; así como sexo grupal y prácticas para evitar las heces fecales porque las de personas infectadas son propicias al contagio; y finalmente advierte que “Usted es su pareja sexual más segura”, recomendando con ello la masturbación.

sexo y covid
Ilustración: Paula de la Cruz.

Otras recomendaciones de medios informativos extranjeros señalan que aquellas personas que padecen enfermedades pulmonares, cardíacas, cáncer o enfermedades del sistema inmune, deben abstenerse de mantener relaciones sexuales, pues pueden atraer fácilmente el coronavirus. El periódico inglés The Guardian, por su parte, en entrevista con tres expertos señala que no se puede trasmitir sexualmente ya que la principal vía de contagio es la respiratoria, seguida de tocar superficies contaminadas;  que el sexo es una buena manera de divertirse y liberar la ansiedad durante una época muy estresante, pero aconseja no tener sexo con nuevas parejas en este proceso, y la tercera recomendación es que hay una buena oportunidad para conectar con posibles parejas sexuales a través del sexting, o sea sexo virtual, que al igual  que el Tinder –sitios para hacer citas con personas desconocidas–, aunque ambas están plagadas de contingencias azarosas.

Algunos expertos en México comentan que no tiene sentido restringir las relaciones sexuales, mientras se atiendan las medidas de protección que se han emitido las últimas décadas para ejercer la sexualidad libre y responsable; otros señalan que puede tener riesgo con una persona que sale del hogar a comprar comida, llevar ropa a lavar, etc., y tener sexo sobrelleva ciertos riesgos. En realidad, afirma un epidemiólogo, los besos son más peligrosos que la penetración, pues la transmisión del virus es mediante la saliva, si se trata de una relación fuera de pareja o matrimonio, o entre estos, si existe riesgo de infidelidad o haber tenido acercamiento con personas contaminadas del coronavirus. Por ello el acto de hacerlo boca a boca, de boca a nariz y ojos representan mayor peligrosidad. Y para los solteros la mejor forma de preservarse del contagio es la abstinencia.

sexo y covid
Ilustración: Janet Sung.

Hay quienes afirman que el sistema inmune es el mejor medio de resguardar nuestros cuerpos de los elementos patógenos, como la bacteria causante de la enfermedad que hoy aqueja a la humanidad. Por lo que una mujer española en un video que se ha hecho viral, enfermera ella o al menos así viste, dice que tener sexo dos veces por semana es saludable por la hormona de oxitocina, y los neurotransmisores como la dopamina, la serotonina y endorfina que se producen en el acto sexual, derivado a un estado de felicidad y relajamiento contra la angustia y la ansiedad. Sin embargo, esto no tiene todavía sustento científico.

Finalmente, Cesare Pavese, escritor italiano, dice que “si el sexo no fuese la cosa más importante de la vida, el Génesis no empezaría por ahí”.


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