salud mental

Sostener y sostenerse en el desarrollo espiritual

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El aspecto espiritual de la persona, así como el físico y el mental, necesita de prácticas específicas para desarrollarlo y mantenerlo en buen estado.

Con relación al desarrollo de la persona, el saber humano ha propuesto diversas teorías basadas en el interés propio de la disciplina, de la pregunta a resolver o del interés particular del investigador/autor. Todas ellas iluminan la comprensión humana y sirven para ampliar el conocimiento de la complejidad existencial de los individuos y la corresponsabilidad de todos en la formación de hombres y mujeres.

Para el desarrollo ideal del aspecto físico y mental del ser humano se cuenta con diversas propuestas concretas, pero en el caso del aspecto espiritual aún queda limitada su comprensión y preguntas relacionadas con el cómo, cuándo y para qué en la generalidad de la población quedan poco claras.

Si bien hay disciplinas que establecen el desarrollo espiritual como una transformación que ocurre propiamente a partir de los 42 años y la asocian con la etapa final en la vida de las personas, otras promueven su desarrollo desde las más tempranas edades. Ambos extremos miran la espiritualidad como un algo superior en el ser humano, el cual para desarrollarse debe someter otros aspectos más físicos y mundanos o esperar a que pasen a segundo término.

desarrollo espiritual
Ilustración: Todd Davidson.

Sin embargo, como hemos planteado desde el principio, el aspecto espiritual en el ser humano de suyo no es bueno, no necesita negar otras dimensiones humanas, tampoco actúa al margen de la totalidad de la persona ni es independiente de la relacionalidad que nos constituye como seres existentes. Esto implica que su sano desarrollo es una constante que dura toda la vida y en la cual vale la pena reflexionar.

Ciertamente la espiritualidad es el aspecto más sólido del ser humano, pues es capaz de sostener a la persona aun cuando ésta se encuentre disminuida física y/o mentalmente y contribuye a la plenitud cuando en el individuo existe un auténtico cuidado por la totalidad de sus dimensiones y su aspecto relacional. Impulsar intencionalmente su desarrollo supone reconocer la existencia de esta dimensión humana, así como su importancia para el bienestar personal y comunitario.

En efecto, las personas pueden simplemente dejar que la vida transcurra y considerar que la salud en todas sus dimensiones y la calidad de sus relaciones depende de la suerte, o tomar la responsabilidad de su existencia y dirigir la propia vida. En el segundo caso es necesario conocer qué nutre y qué destruye cada una de los aspectos para elegir aquello que favorece y evitar lo que destruye.

desarrollo espiritual
Ilustración: Hao Hao.

Promover una espiritualidad sana implica moverse hacia una vida de calidad por medio de contemplar y analizar la realidad como se presenta, registrar el potencial, el límite, el riesgo y el beneficio real que contiene, y reconocer las herramientas internas y externas con las cuales se cuenta en un momento dado para hacer uso de ellas. Esto responde al para qué, es decir, la espiritualidad sana produce arraigo a la vida real porque vale la pena vivirla en una disposición de hacerla valiosa y eficaz para uno mismo, para el entorno y para los demás.

El cuándo siempre corresponde al eterno presente, pues sólo en el presente se actúa, el pasado y el futuro sólo son pensamientos. El cómo no tiene respuesta única, las posibilidades son infinitas, por lo mismo, si un intento no da los frutos esperados, simplemente se analiza qué sucedió, se reconoce la participación propia en los resultados fallidos, se deja en el pasado y se intenta algo diferente.

Sostener y sostenerse en la espiritualidad implica, en todas las etapas de la vida, la sensibilización hacia uno mismo junto con todo lo existente, además de reconocer la responsabilidad de brindarse y brindar al entorno la mejor versión posible para contribuir a la existencia y al desarrollo propio, de todo, de todos y de todas.


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Jugaremos en la casa mientras el virus afuera está

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Desde 1998, el 28 de mayo se propuso celebrar el Día internacional del Juego a iniciativa de la maestra Freda Kim y de la Asociación Internacional de Ludotecas. Con esta iniciativa se hace eco de lo que ya se afirmaba una década antes en el Artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas: jugar es un derecho.

La intención de mi reflexión en torno a esto es recordar que, sobre todo ahora en la situación crítica que vivimos donde nuestra vida cotidiana se ha visto afectada por el confinamiento y el miedo a la enfermedad del COVID-19, jugar es un derecho en la infancia y es indispensable en otras etapas de la vida. Es importante pensar en el juego como una posible solución para mejorar nuestro confinamiento: “Jugar es una fuente inagotable de placer, alegría, descubrimientos, reto y satisfacción, que permite un crecimiento equilibrado del cuerpo, la inteligencia, la afectividad, y la sociabilidad. Ahora y siempre el juego es y ha sido un elemento fundamental en el desarrollo de las personas” (Politécnico Colombiano).

¿Pero, podemos jugar en una situación tan crítica como la actual?

Por supuesto que sí. Incluso, yo sería enfática para decir que debemos hacerlo. Hace unos días una querida amiga que se dedica al coaching emocional compartió conmigo una infografía sobre “¿Quién quiero ser durante la COVID-19?”. En un esquema muy didáctico se plantean escenarios de vida mediante zonas: una zona de miedo, una zona de aprendizaje y una de crecimiento. Como parte de la última se traza la posibilidad de mantener un estado emocional alegre con el que, además, la persona contagia esperanza. Al ver este diagrama pensé en las opciones que tenemos a la mano para mantenernos alegres y sobrepasar el miedo, la ansiedad, la desesperanza o la falta de empatía con lo demás pese a estar aislados socialmente y, a veces, sobrepasados por la realidad que vivimos.

estres en pandemia
Ilustración: Dionne Kitching.

Con la presencia de dos pequeños en casa, me vino a la mente el juego. Los niños disfrutan de la vida mediante el juego; aprenden y conocen el mundo a partir del juego, socializan a través de él. Los adultos dejamos de jugar hace mucho tiempo, creyendo que “eso es cosa de niños”. Pero si usted lector, lectora, tiene cerca infantes podrá asentir conmigo que jugar, si bien puede ser extenuante físicamente, es altamente gratificante para las emociones. Mediante el juego, los adultos podemos olvidar, al menos por un rato, las preocupaciones, las frustraciones o los miedos que podemos estar cargando en nuestra cotidianidad. Haga la prueba y verá que después de jugar y disfrutar de la vida lúdicamente, seguramente podrá afrontar los problemas que le aquejan en su vida adulta de mejor manera.

Si usted vive sólo, pero tiene posibilidad de conectarse de manera virtual con familiares o amigos, intente jugar con ellos por esta vía; si no, tal vez encuentre algunas opciones de juego en solitario. Si en su casa hay más adultos, juegue con ellos. Si hay niños, aproveche esta gran oportunidad y sumérjase en su mundo lúdico para olvidar los pesares que a veces hacemos más grande por pensar sólo en ellos. Juegue, diviértase, redescubra el mundo pese a las adversidades.

Y los niños confinados en casa, ¿a qué juegan?

Ahora bien, si usted tiene chiquitines en casa, cuide y procure juegos que contribuyan al buen vivir presente y futuro. Los niños son creativos e inquietos, por lo que buscarán distintas opciones para entretenerse. Los juegos dirigidos son los mejores para los más pequeños, mientras que el juego supervisado es preferible para los grandes. Si los niños no tienen este acompañamiento, en breve buscarán opciones de juego que tal vez no sean las mejores. Si bien, como adultos de pronto es fácil dejar a los niños jugar solos, o bien “conectarlos” en pantallas de televisores, computadoras, tabletas o celulares y que, con ello, se entretengan durante largas horas del día o la noche, con ello estamos creando malos hábitos en los pequeños. Es indispensable variar los escenarios de juego y no propiciar enajenación mental como la que producen los videojuegos.

juegos en pandemia
Ilustración: David Sierra.

Asimismo, es recomendable que cuidemos la alimentación de los niños durante sus momentos de juego. El consumo de comida chatarra –botanas, dulces, galletas, pastelillos– también puede ser un mal compañero de juego. Si bien lo niños pueden adorarlos, es mejor evitarlos o, en todo caso, controlar su consumo. Mientras los niños juegan, sobre todo si el juego implica una actividad física, los niños consumen mucha energía que, pronto, querrán recuperar. Ofrecer alguna fruta y agua simple puede ser una buena opción. No propiciemos que en estos momentos ellos consuman comida chatarra. Insistamos, justo cuando ellos tienen necesidad de azúcar, que prueben frutas o verduras frescas. Además, si los niños hacen una colación de fruta o verdura, no será difícil convencerlos de que después del juego viene la hora de comer o cenar porque seguramente tendrán suficiente hambre.

En suma, y para concluir esta reflexión, lo invitaría a que usted mismo cuide su alimentación en este aislamiento. En el esquema que antes mencionaba sobre quién quiero ser durante esta crisis sanitaria, en la zona de miedo hay un escenario donde la persona acapara y consume compulsivamente comida y bebidas poco saludables. El juego no enajenante puede ser una opción para controlar este comportamiento. Juegue en lugar de consumir comida chatarra o alcohol. Con el juego –al igual que con el ejercicio o el baile– estará produciendo endorfina, dopamina y serotonina, las hormonas de la felicidad que lo harán sentir mejor.


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Espiritualidad y el cuidado integral de la persona en medio de la pandemia

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El bienestar de una persona depende mucho más de los cuidados que intencional y conscientemente pone en ello, que de las condiciones externas que encuentra a su alrededor. En efecto, este giro en la comprensión de la realidad asegura mayor adaptabilidad, mejores condiciones existenciales y la hace dueña de su propia existencia.

Las diferentes espiritualidades proponen variadas conceptualizaciones. Para algunas, el tiempo, el lugar y las situaciones que se experimentan a lo largo de la vida se explican como decisiones previas que la misma conciencia toma antes de encarnarse para avanzar en su proceso de aprendizaje, otras, lo asumen como deseo divino o ni siquieran lo preguntan. No es necesario intentar descubrir en este momento quién tiene la razón. Lo significativo está en que sin importar a cuál de los tres grupos se pertenezca, el secreto del bienestar se encuentra en enfrentar el reto de existir asumiendo el control de la interpretación y la respuesta a los eventos adversos.

Conservar el bienestar en medio de la emergencia sanitaria provocada por el COVID-19, es el reto que en este momento nos toca enfrentar, de aquí la importancia de establecer estrategias pertinentes en todos los aspectos de la persona que nos lleven a sobrellevar y superar esta crisis de la mejor manera posible.

cuidado integral en la pandemia
Ilustración: Owen Davey.

A nivel fisiológico tres son los pilares a cuidar: la alimentación, el ejercicio y el descanso para fomentar un cuerpo saludable y alerta. La alimentación hay que entenderla como la mejor medicina a la cual tenemos acceso. Contemplar todos los grupos de alimentos en las proporciones que nuestra edad requiere para obtener todos los nutrimentos que necesita nuestro organismo, preferir comestibles lo menos procesados posibles, eliminar azúcares y carbohidratos refinados y tomar suficiente agua son medidas sencillas, accesibles a todos que contribuyen a nuestra salud.

El ejercicio diario, por su parte, gasta las calorías extras que consumimos, oxigena mejor el cuerpo, estimula el sistema inmune y tranquiliza la mente. Por último, en el sueño nuestro ser se repara a sí mismo, de aquí la importancia de cuidar el número suficiente de horas de descanso nocturno y, si es posible, una pequeña siesta al día ayuda a recuperar fuerza y ánimo. Estas sencillas prácticas, contribuyen a mantener al sistema inmunológico activo y al cuerpo sano.

Cuidar el nivel psicológico es fundamental para mantener la paz dada la relación existente entre los pensamientos y los sentimientos. En efecto, los pensamientos dominantes provocan las sensaciones y los sentimientos correspondientes. Situaciones de emergencia y de incertidumbre como la pandemia actual pueden desencadenar estados de malestar general, tristeza, miedo, enojo, angustia, ansiedad, etcétera. Leer un buen libro, escuchar conferencias y pláticas motivacionales además de música, mantener la mente en el presente, la meditación, los ejercicios de relajación, la risa, así como evitar la sobre exposición a las noticias y a informaciones catastróficas, son algunas de las prácticas que ayudan a mantener la armonía. Si a pesar de ello la intranquilidad se mantiene, conviene buscar apoyo de un profesional para recuperar el equilibrio y la armonía interna.[1]

El nivel espiritual proporciona en estos momentos una vía fundamental para enfrentar la crisis. Por un lado, apoyarse en la propia tradición religiosa o filosófica orienta la existencia y, por el otro, el apoyo concreto a otros en la medida y con las herramientas que cada uno posee, cambia el foco de atención y estimula el deseo de estar bien para poder atender las necesidades de otros.

ejercicios y cuidados
Ilustración: Christel Saneh.

El nivel relacional incluye tanto el entorno físico como el social. El primero influye directamente de forma sutil, pero constante en el ánimo, por tal razón es necesario adecuarlo con esto en mente de tal manera que al mirarlo genere emociones agradables. En este sentido, es importante subrayar que el contacto con la naturaleza de suyo genera esta armonía y bienestar por lo cual hay que procurar diariamente dedicar tiempo a mirar el cielo, observar las plantas y contemplar seres vivos incluyendo los cinco sentidos.

El entorno social cobra hoy en día un significativo reto frente a las diferentes formas que toma a causa del confinamiento y el aislamiento que van desde no tener contacto físico con nadie hasta estar demasiadas personas en un espacio limitado. Dependiendo de la circunstancia concreta es indispensable establecer estrategias que permitan sobrellevar la situación para estar en contacto cuando se está aislado, y para promover una convivencia armónica cuando se está acompañado al reconocer las necesidades y el espacio de todos los miembros.

Si bien la vida presenta circunstancias ajenas totalmente a nuestro control, el cómo enfrentarlas y qué hacer con ellas es un bien ya presente en todo ser humano. Esta crisis nos empuja hoy a sacar lo mejor que hay dentro de nosotros, ya está en nuestro interior, sólo hay que sacarlo y ponerlo en operación.


Notas:
[1] Distintas Universidades, asociaciones privadas y organismos gubernamentales proporcionan gratuitamente servicio de apoyo psicológico y en algunos casos también espiritual. Entre otros Locatel 55 5658 1111, Educatel 55 3601 7599 y 800 288 66 88, UNAM 55 5025 0855, UIA 55 4172 0417, UVM con números y horarios varios y la Arquidiócesis de México 55-2122-9725.


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Corona para docentes

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Por Paulina Latapí.

Escribo estas líneas con el corazón en la mano, exhausta, tras pasar 14 horas en línea, conversando con jóvenes, a modo de cierre de la primera semana de total incorporación a la escuela en modo virtual autoconfinado. Y lo hago en un contexto en el cual –se dice–: es necesario disminuir la exigencia académica –pobres chicos–, realizar y aplicar las evaluaciones según ellos deseen, se está exacerbando la exclusión…

Hemos de reconocer que estamos confundidos. Este texto pretende sintetizar algunas ideas basadas en mi experiencia de vida docente y en literatura especializada. Ello con el afán de intervenir de manera reflexiva siguiendo una sola premisa: los estudiantes no deben ser depositarios de que, por la emergencia, ensayemos con ellos modalidades de enseñanza a base de prueba y error. Los docentes trabajamos con personas, no con productos industriales. Menos ahora que nunca se nos puede pedir que ejerzamos nuestro oficio bajo una presión desmesurada.

Partamos de lo que vivimos docentes y estudiantes. No sobregeneralizar. Es un hecho que cada persona experimenta la actual crisis de manera distinta según su psique, el lugar donde está, el ambiente que permea su confinamiento, el momento de su vida, entre otros muchos factores. Como toda acción educativa, también la actualmente virtual conjuga los factores del educando, los del educador y los de la situación. Y dicha triada genera estrés. Por ello debemos estar especialmente atentos a los sentimientos suscitados y por suscitar. Y mediar su expresión. Que le pongan palabras a la vivencia. Ayer, por ejemplo, me dijo una alumna: “Abro la computadora para hacer tarea, y lloro; siento que no puedo”. Y otra expresó unas diez veces: “Estoy más o menos”.

Hoy tenemos la posibilidad de escucharnos tanto de manera escrita como oral, y la empatía que manifestemos constituye la base para una buena mediación. Llevarlo a cabo implica no emitir juicios y tener la firme intención de comprender a nuestras(os) estudiantes. Es una ganancia que nos brinda el tiempo presente conforme a la máxima de que, como adultos, como guías, nos hacemos cargo de nuestros propios sentimientos y brindamos una base segura a nuestros alumnos y alumnas.

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Ilustración: Nath Thomas.

Ante estudiantes que se sienten muy confundidos, es momento de abrirles posibilidades para descifrar sus pensamientos. Que aprovechen la oportunidad: quizás inspirados por José Saramago encaren su vivencia como “El caos es un orden por descubrir”. Bajar el volumen al ruido, procurar espacios de autoobservación, efectuar pausas a lo largo del día, escuchar el lenguaje interno, resultan –sin lugar a dudas– de mucho beneficio para comprender las complejidades propias y aceptarse hoy y respecto de sus metas futuras, las cuales, por cierto, son sustantivas para trascender la incertidumbre del presentismo.

 Los docentes no somos psicólogos. Si identificamos una situación crítica en alguno de nuestros estudiantes debemos remitirlo con el especialista indicado. Tengamos bien claro que nuestra función es la del acompañamiento académico. En diversos medios se ha hablado de la necesitad de bajar la exigencia académica ante los primeros efectos de la educación en línea. Me parece entendible, como una medida de ajuste en la emergencia, pero necesitamos, en medio de la tormenta, alzar la mirada y considerar a la enseñanza como lo que es: una experiencia vital y –de acuerdo con la mayoría de los planes y programas de estudio– un conjunto de saberes que se construyen y deben ser “útiles para la vida”. Justo en este punto brota la pregunta: ¿Bajar la exigencia académica es formativo? Considero que tal interrogante debe pensarse y decidirse con cuidado.  Lo dijo Epicuro: “Los grandes navegantes deben su fama a las tormentas”. No se trata de bajarnos del barco. Imposible. Imposible también cambiar de barco.  Se trata de adecuar los contenidos y medios a la situación actual.

Consideremos inicialmente a los contenidos. Algunos pueden ser abordados muy bien, de manera directa en el momento actual; otros no. Respecto de los primeros, cada profesor o profesora, en relación con sus alumnos y su asignatura, puede promover las relaciones. Yo sí creo en la suerte. El taller de cuento histórico, que imparto desde hace diez años, este semestre augura unos cuentos fabulosos. Sin embargo, cuando la relación de las asignaturas con lo que se vive no es directa, han de idearse maneras de hacerlas realmente significativas; de lo contrario, será muy complicado lograr la motivación y concentración necesarias para su estudio. En todo caso, alertamos a toda costa sobre el gran riesgo de disminuir los contenidos esenciales que enseñan a los estudiantes a remar, a hacerse al timón, a henchir las velas trabajando en equipo, a dar mantenimiento a la embarcación, a construir –por qué no– motores sustentables remotos; disminuirlos, a mi juicio, sería un fraude cometido por nosotros los educadores en perjuicio de nuestros educandos, la sociedad y el mundo.

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Ilustración: Nick Lowndes.

Con relación a los medios, ponderemos lo virtual. En estas circunstancias hemos de elegir con cuidado las plataformas: que éstas se adecuen a los saberes y no al revés. Tener muy claros los objetivos: los qués y para qués en cada sesión, módulo, bloque o curso para elegir los cómos. En el mediano plazo hemos de trabajar en conjunto desarrolladores, expertos en educación, docentes y alumnado. Que las TIC se adapten a lo educativo, que sean seguras, propias y de ayuda para contextos diversos, y no al revés. La mediación con las tecnologías debe ser equilibrada y gozosa. Si tanto alumnos como muchos padres, madres y docentes lo sufrimos como lo estamos sufriendo en estos precisos momentos, la mejor plataforma resulta totalmente inútil para los verdaderos fines educativos. “Me parpadea el ojo”, “Me duele mucho la espalda”, “Estoy rebasada pues me piden mil cosas en cada materia”, son experiencias por anotar en nuestra libreta de aprendizajes, para no replicarlas más adelante. No revivamos ahora, pantallas de por medio, lo que Paulo Freire alertó hace más de medio siglo: que las clases no se conviertan en canciones de cuna.

El no relajar la exigencia académica ayuda a contribuir, de la mano con los estudiantes, a que se forjen la estructura fuerte y flexible que necesitan hoy y que les será indispensable para encarar el mañana. Requieren horarios que los obliguen –no tengamos miedo a esta palabra– a salirse de la comodidad y a no caer en el letargo de levantarse tarde por quedarse viendo series hasta entrada la madrugada. Recordemos constantemente que están en proceso de maduración. Y construirse en medio de tal proceso una estructura propia, resulta la herramienta esencial para ir tomando decisiones con conocimiento de causa. Lo expresó ayer un alumno: “Por lo menos así tenemos noción del tiempo”. Que lo hagan de manera integral, con espacios para todo: comida, ejercicio, quehaceres domésticos, estudio, relajamiento, cultivo de sus vínculos afectivos, esparcimiento… Si lo consiguen, la vivencia de la reclusión responsable quedará inscrita en sus vidas como un momento de un gran crecimiento personal. Se han realizado investigaciones sobre el narcicismo juvenil y las redes sociales: ¿Podría esta crisis promover salir del egocentrismo y educar la mirada para ver al otro, a quien la está pasando muy mal? ¿Tal vez llegar a la compasión solidaria en la enseñanza de las ciencias sociales, acerca de la cual está trabajando Keith Barton desde la Universidad de Indiana en Estados Unidos? Ello sólo se logra a través de acciones educativas intencionadas.

Como en todo, la situación actual ha visibilizado mucho en lo cual no habíamos reparado ni en lo individual ni en lo colectivo. Ya en otra parte he documentado que, en nuestro país, en la educación escolarizada –sobre todo en el nivel básico– y aun en otros espacios educativos, como son los museos, ha prevalecido un modelo de educación conductista en el cual la dinámica se centra en objetivos rígidos, homogeneizadores –aunque les llamen competencias– que privilegian los logros individuales mediante motivadores externos. La virtualidad bien puede seguir este modelo transmisivo, pero también –si nos detenemos a trabajarlo con la seriedad requerida– puede efectuar cambios que muchos y muchas docentes ya realizan basando su praxis en modelos educativos distintos, como lo son el de procesamiento de la información, el de interacción social y el centrado en la persona.

educacion y docente
Ilustración: Jackson Joyce.

Del modelo de procesamiento de la información es posible retomar adecuadamente lo hoy sostenido por las neurociencias. El doctor Ignacio Morgado, director del Instituto de Neurociencias de la Universidad Autónoma de Barcelona, eminencia en el campo investigativo y gran docente –lo digo con conocimiento de causa pues me asesoró cuando cursaba el doctorado–, ha escrito que ante la virtualización de los cursos sus alumnos le pedían que subiera videos y actividades –seguir recibiendo información como si fueran depósitos que la devolvieran en una evaluación–, pero que a nivel neuronal ello resulta perjudicial. Al contrario, su propuesta es aprovechar la situación excepcional para cambiar formas de aprendizaje poco eficaces por otras más activas. La red neuronal y la memoria se beneficiarían mucho. Una manera concreta de alcanzarlo es el aprendizaje mediante preguntas con base en las cuales el alumno o alumna compare, contraste y pondere diversas fuentes de información para construir su propio conocimiento y –agrego yo– para formular en lo individual y en lo colectivo preguntas inteligentes.

Del modelo de interacción social habrá que retomar la parte sustantiva de que aprendemos en relación con otras y otros, a fin de no incurrir en el riesgo de promover mayormente el trabajo individual. En el momento actual el modelo centrado en la persona es fundamental. Ya sé, habrá quien diga que resulta imposible a consecuencia de lo numeroso de los grupos y de pesadas cargas de trabajo. Se habrá de promover la figura de tutores auxiliares y otras modalidades con el objetivo de un verdadero acompañamiento individual. Para identificar el modelo preponderante en toda acción educativa, vale bien lo que recomiendo en mis cursos de formación docente: dime cómo evalúas y te diré quién eres, qué modelo aplicas…

Gracias a ajustes como los anteriores, la libertad y la capacidad del propio docente frente a un grupo, puede diseñar e implantar estrategias educativas acordes a su propia experiencia, y así este coronavirus podrá coronar con una corona de oro, a las instituciones, a las profesoras, a los profesores y al alumnado que lograron salir avante de la tormenta y con una satisfacción que, aun sin corona, colma el ser docente y el ser alumno.


* Paulina Latapí es docente investigadora de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).


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Cómo enfrentar la crisis en el trabajo frente al COVID-19

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Por el Maestro Antonio Horacio Gamboa Chabbán.


Cuando el estrés en el trabajo se presenta por el riesgo de perder el bien superior que es la vida o de contraer el COVID-19 y dejar expuestos al contagio a nuestros familiares por la convivencia que tenemos en el día a día, resulta indispensable que los centros de trabajo de actividades esenciales en esta etapa que se encuentran en circunstancias de operación, garanticen a sus colaboradores la posibilidad de gozar de salud mental.

En esta circunstancia se encuentran empresas que por la actividad estratégica que desarrollan, resultan esenciales para garantizar que la sociedad estará en condiciones de mantener algún grado de estabilidad, tal es el caso del suministro de alimentos, ya sea por tratarse de productores, agroindustria, comercialización de alimentos, supermercados o algunos otros que se consignan en el Acuerdo del Secretario de Salud publicado el pasado 31 de marzo en el Diario Oficial de la Federación, mediante el cual se establecen medidas para atender la emergencia sanitaria generada por el virus SARS-CoV-2, entre las que destacan la mención de actividades esenciales que podrán continuar su funcionamiento.

En dicho acuerdo se mencionan los sectores fundamentales de la economía como son la distribución y venta de energéticos, gasolineras y gas, generación y distribución de agua potable, industria de alimentos y bebida no alcohólicas, mercados de alimentos, supermercados, tiendas de autoservicio, abarrotes y venta de alimentos preparados, servicios de transporte de pasajeros y de carga, producción agrícola, pesquera y pecuaria, agroindustria, industria química, productos de limpieza, ferreterías, servicios de mensajería, guardias en labores de seguridad privada, guarderías y estancias infantiles, asilos y estancias para personas adultas mayores, refugios y centros de atención a mujeres víctimas de violencia, sus hijas e hijos, telecomunicaciones y medios de comunicación, servicios privados de emergencia, servicios funerarios y de inhumación, servicios de almacenamiento y cadena de frío de insumos esenciales, logística (aeropuertos, puertos y ferrocarriles), entre otros.

mascara pandemia
Ilustración: El Comercio.

De igual manera, aquellos necesarios para la conservación, mantenimiento y reparación de la infraestructura crítica que asegura la producción y distribución de servicios indispensables como el agua potable, energía eléctrica, gas, petróleo, gasolina, turbosina, saneamiento básico, transporte público, infraestructura hospitalaria y médica, etcétera.

Por supuesto y con especial énfasis aquellos establecimientos que son directamente necesarios para atender la emergencia sanitaria, como son las actividades laborales de la rama médica, paramédica, administrativa y de apoyo en todo el Sistema Nacional de Salud. El abasto, servicios y proveeduría, entre los que están el sector farmacéutico, tanto en su producción como en su distribución, en específico las farmacias, la manufactura de insumos, equipamiento médico y tecnologías para la atención de salud, los involucrados en la disposición adecuada de residuos peligrosos biológicos-infecciosos, así como la limpieza y sanitización de las unidades médicas en los diferentes niveles de atención.

Por último, todo lo relacionado con la seguridad pública y protección ciudadana, defensa de la integridad y la soberanía nacionales, la procuración e impartición de justicia así como la actividad legislativa en los niveles federal y estatal.

Especial mención las miles de mujeres y hombres profesionales de la salud que están en el frente de batalla en nuestra realidad nacional, mi más amplio reconocimiento a ellas y ellos que sin descanso procuran la salud y mantener la vida de los demás sin anteponer sus intereses personales.

crisis en el trabajo
Ilustración: Canarias 7.

En materia de salud mental, una parte de los procedimientos que se pueden mejorar entre los miembros de las organizaciones, está el corregir aquellas prácticas ineficientes de comunicación y gestión, en este entorno de crisis, la manera de adoptar las mejores decisiones que resulten eficientes no tan sólo para la organización correspondiente sino para el entorno general de la población.

En circunstancias de crisis como las que vivimos es deseable revisar de manera profesional, los horarios de trabajo, su flexibilidad y encontrar a partir del análisis individual, la cohesión de los equipos de trabajo, para brindar mejores resultados para la colectividad.

Diseñar e implementar unas políticas de prevención de riesgos psicosociales representan en estas circunstancias el establecimiento de un código ético de conducta entre patrones y trabajadores, generando las mejores condiciones para el desarrollo de las actividades cotidianas, disminuyendo los riesgos que se generarán de manera inevitable por el entorno generalizado de peligro y confusión en todas las sociedades del mundo.

La economía en una guerra tiene un comportamiento completamente diferente a la economía tradicional que conocemos la mayoría de los que vivimos y nos hemos desarrollado en diversos entornos económicos de las realidades mexicanas.

Nuestra empresa ofrece a las empresas de todo el país como entes productivos, especialmente a las que desarrollan actividades esenciales, un servicio que permitirá aceptar y enfrentar en las mejores condiciones de salud mental de todos sus colaboradores, los efectos de una pandemia que está paralizando las actividades del ser humano, por lo que a partir de el bienestar mental de todas y todos, estaremos buscando fortalecer la esencia del ser humano y con ello, los nuevos retos como organizaciones que prestan servicios esenciales a la población y que de esa manera contribuyen en favor de la población, generando algunos factores de estabilidad.

Sin duda, enfrentar la crisis es tarea de todos y lo mejor que podemos hacer es enfrentarla en las mejores condiciones de salud mental, y con ello evitar daños que en el futuro pueden alterar nuestra estima, reconocimiento y fortaleza ante la vida.


Sobre el autor:

Director General de Evidens

Antonio Horacio Gamboa Chabbán es Maestro en Derecho Público y Administración Pública. Actualmente es Director General de Evidens, S.C., y Presidente del Colegio de Abogados de América Latina (COTAL), A.C.


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Hablemos de salud mental

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#HablemosDeSaludMental

Una de las crisis adicionales que se avecina será la de salud mental y no estamos preparados para ella, ni contamos con los especialistas suficientes o las instalaciones necesarias para enfrentarla.

Igual que ha sucedido con la pandemia que hoy nos mantiene en nuestras casas, durante muchos años gobiernos e instituciones privadas han obviado la salud mental de la misma forma en que lo han hecho con la física, y en momentos inéditos como los actuales, las carencias del sistema sanitario se han hecho evidentes.

No es novedad que el aislamiento social y el confinamiento, voluntario o forzado, afecta eventualmente el estado emocional y las conductas de cualquier individuo, lo que puede derivar en padecimientos psicológicos diversos y en depresión en diferentes grados, que son actualmente condiciones sanitarias que afectan a millones de mexicanas y mexicanos.

salud mental con pandemia
Ilustración: The Daily Best.

Como nadie pudo prepararnos para un escenario de contingencia, todavía no sabemos cuál será el impacto psicológico de estas semanas que nos hemos quedado en casa. El tiempo que tardamos en elaborar nuevas rutinas, adaptar nuestras actividades al encierro y hasta desarrollar nuevos hábitos comunitarios con nuestra propia familia, influirán en la forma en que podremos mantener una salud mental óptima, lista para volverse a ajustar una vez que podamos salir nuevamente, aunque bajo medidas de separación y de prevención que jamás hemos vivido en México.

Por eso, en esta semana, Twitter lanzó una iniciativa con el hashtag #HablemosDeSaludMental no sólo como una conmemoración del día en que recordamos la importancia de mantener un buen estado emocional, al mismo tiempo y con la misma relevancia de contar con un buen estado físico, sino también por la necesidad de prestarle atención a muchos factores de tensión y ansiedad que nos afectan en esta crisis y que pueden provocar consecuencias sociales que aún no podemos anticipar.

Tomemos un ejemplo: los homicidios dolosos que no parecen frenarse ni con el COVID-19. Durante casi una década, hasta 2017 donde empezó un cambio leve en la tendencia, 8 de cada 10 crímenes de este tipo eran entre ciudadanos por riñas, venganzas personales, y motivos pasionales. Hoy estos números se encuentran en una proporción de 6 a 7 de cada 10, lo que deja sólo tres homicidios a manos de la delincuencia.

encierro y violencia en pandemia
Ilustración: Florencia Capella (Agencia Presentes).

Existen varios elementos que detonan la violencia, pero en el caso de los homicidios son dos los que aparecen de manera casi absoluta: abuso en el consumo de alcohol y violencia social, con antecedentes de agresión a la pareja, a la familia o a cualquier persona alrededor. Otro factor presente en la mayoría de los homicidios entre particulares eran las disputas de fin de semana por los resultados de la liga de futbol, pero como no tenemos  torneo desde hace dos meses, es poco probable que ésa sea una afirmación que pueda sostenerse.

La mezcla de armas de fuego en casa, con el alcohol y la violencia cotidiana, representa a la fecha, la mayoría de los asesinatos que se cometen diariamente y que, en los últimos tres meses, han sido la causa de que sean considerados como los más violentos en periodos iguales.

¿Qué piensan de nosotros los delincuentes cuando entienden que somos tan violentos como ellos y por razones que no son las del simple negocio? Ésa es una reflexión que todavía no procesamos adecuadamente en la sociedad mexicana y seguimos tratando de convencernos que somos ciudadanos pacíficos y controlados, cuando en realidad podemos estallar de la misma forma que el peor de los asesinos si se nos dan las herramientas (armas) y las excusas (la violencia) para atacar a otro ciudadano.

lo que escuchamos en pandemia
Ilustración: Eduard Taberner Pérez (Vice).

Ahora, traslademos esa realidad que ya existía a un contexto nuevo, inesperado, que seguramente tendremos en cuanto podamos regresar a ciertas actividades públicas. ¿Cuántos problemas emocionales llevaremos a las calles, al trabajo y con cuántos regresaremos a casa, después de que terminemos horarios laborales cargados de ansiedad porque debemos estar con cubrebocas y alejados para evitar un contagio? Y si eso no ocurre, ¿porque, tristemente, perdemos nuestro empleo o negocio?

Así que #HablemosDeSaludMental y empecemos a prepararnos mentalmente para recuperar nuestra salud emocional, y si no podemos hacerlo por cualquier razón, marca 551185-7555 o manda un mensaje directo al 552323-0303 para entrar en contacto gratuito con un profesional de Confianza e Impulso Ciudadano (@ConfianzaMx) y recibir primeros auxilios psicológicos.

Lo que hagamos por nuestra salud mental ahora nos permitirá seguir adelante en los siguientes meses de esta pandemia y durante mucho tiempo más en que la incertidumbre será parte de nosotros y de nuestra vida cotidiana.


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Las bondades de la meditación en tiempos de coronavirus

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La meditación es una práctica milenaria con más de 5,000 años de antigüedad, asociada principalmente a prácticas religiosas orientales de India, China y Japón, y que también ha estado presente en otras tradiciones como el cristianismo. Los registros escritos más antiguos se encuentran en Los Vedas –libro sagrado del hinduismo; en la actualidad encontramos infinidad de textos que nos introducen a su conocimiento y nos instruyen en su ejercicio–.

La práctica de la meditación se ha extendido vinculada a tradiciones religiosas o de forma independiente a las mismas como medio para fomentar la experiencia religiosa, eliminar la causa del sufrimiento, incrementar la expansión de la consciencia, promover el dominio de sí mismo y, en gran medida, por los beneficios que proporciona a las personas como lo muestran recientes investigaciones médicas y psicológicas que la aplican a poblaciones concretas con situaciones específicas.

Existen múltiples tipos de meditación: shamata, vipassana, tántrica, zen, compasiva, mindfulness, etcétera. En los entornos médicos se aplican principalmente dos clases de meditación: la meditación de concentración y la meditación de conciencia plena. En el primer caso, la atención se enfoca hacia un objeto específico que puede ser la propia respiración, una imagen, un mantra, una emoción, entre otras. Si la mente se dispersa, simplemente se regresa al objeto de meditación hasta completar el tiempo de práctica. En el segundo, se busca un estado relativamente estable por medio de la respiración y se observan desprendidamente los eventos físicos y mentales que surgen sin juzgarlos, evaluarlos ni sostenerse en ellos; simplemente se dejan pasar.

meditacion
Ilustración: Cyril Rolando.

Independientemente del tipo de meditación, todas ellas contribuyen a estabilizar los sentimientos extremos que rompen la armonía y favorecen la salud integral de las personas. Por tal razón, dedicar unos minutos al día a la práctica meditativa, especialmente en estos momentos de alteración de la realidad como la conocíamos, es una herramienta eficaz para conservar la salud emocional y contribuir a la salud física.

En efecto, la constancia en la disciplina meditativa produce beneficios perenes en el practicante relacionados principalmente con tres aspectos:

1) La aceptación de la realidad tal cual se presenta, sin adhesiones enfermizas, aversiones destructivas, expectativas condicionantes ni decepciones dolorosas;
2) La permanencia en el tiempo presente para evitar posponer el bienestar, dejar de padecer remordimientos o añorar el pasado vivido e impedir temer a un futuro que aún no llega; y
3) La reinvención de la persona misma gracias al desarrollo de mejores herramientas para enfrentar la existencia.

bondades de la meditacion en tiempos de coronavirus
Ilustración: Claire Elan.

Como cualquier otra actividad, la meditación requiere, además de la disciplina y la constancia, destinar un tiempo, así como un espacio adecuado para facilitar su práctica. En un principio, sentarse en una posición cómoda que mantenga la espalda recta, de preferencia sin recargarla, relajar paulatinamente el cuerpo, concentrarse en la respiración y repetir un mantra o una frase inspiradora durante 10 minutos es suficiente para desarrollar el hábito y observar sus frutos.

Para sostener la práctica, las facilidades tecnológicas que proporciona esta época a pesar del confinamiento permiten aproximarse y avanzar en la disciplina. En línea se encuentran múltiples cursos de iniciación para principiantes a bajo costo o incluso gratuitos. De igual forma, existe una gran variedad de meditaciones guiadas y música adecuada útiles para todos, además de la posibilidad de unirse a grupos ya establecidos para mantenerse vinculado a una comunidad y perseverar en el entrenamiento.

La meditación equilibra la tensión existente entre las demandas del entorno y la armonía interior; por ello, ante a la presión e incertidumbre provocada por la aparición del coronavirus, esta práctica es un medio accesible a todos para enfrentar este reto extraordinario con el cual hay que coexistir y superar.


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Estrategias de autoayuda frente a la crisis sanitaria

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Impacto emocional del COVID-19

A causa de la crisis global generada por la pandemia del COVID-19, datos de una encuesta de opinión pública (Buendía & Laredo, 2020) nos muestran que, entre los mexicanos, “impera el pesimismo sobre el futuro inmediato”. Así, el 70% espera una disminución en su ingreso familiar, 69% supone que algún miembro de su hogar pierda su empleo, 62% considera probable que haya desabasto de alimentos en algunas zonas del país, mientras que 33% piensa que es probable que algún miembro de su hogar contraiga el virus.

Desesperanza, angustia y hasta desesperación son algunos de los sentimientos que nos despierta el encierro del hoy y la incertidumbre del mañana. Hay quienes viven este aislamiento con tal miedo que su vida se ha tornado insoportable. Es por ello que los gritos de auxilio se han multiplicado. Especialistas en psicoterapia y coaching emocional me comentaron recientemente que estos días han incrementado las llamadas de ayuda de quienes no logran mantenerse a flote. También, en las redes sociales se multiplican los tips para que la gente logre calmar su miedo con meditación, pensamientos positivos, rutinas de ejercicios o bien con consejos para seguir con la vida a pesar de las condiciones adversas. De igual forma, hay datos que muestran que quienes antes acudían a terapias emocionales y psicológicas, ahora acuden a libros de autoayuda (El Comercio, 2020).

ninos en reclusion
Ilustración: El Sol de Mazatlan.

En marzo pasado, la Organización Mundial de la Salud ya había alertado sobre el impacto emocional del COVID-19: “El aislamiento, el distanciamiento físico, el cierre de escuelas y lugares de trabajo, son desafíos que nos afectan, y es natural sentir estrés, ansiedad, miedo y soledad en estos momentos”. Éstas fueron las palabras de Hans Kluge, jefe de la OMS para Europa, durante la rueda de prensa del 25 de marzo. Mujeres embarazadas, adultos mayores y niños son la población más vulnerable frente a los posibles efectos emocionales de la emergencia sanitaria (DW, 2020).

La autoayuda frente a un grito de auxilio

El 23 de marzo se celebró el Día Internacional del Libro y el 30 de abril festejamos en México el Día del Niño. Difícil festejar a los niños durante el aislamiento obligado; pero parece fácil leer un libro en el encierro –si es que nos queda tiempo después de que la cuarentena nos ha multiplicado las labores domésticas y de cuidado–. Editoriales, librerías y autores han facilitado publicaciones y libros electrónicos de manera gratuita. También en redes sociales se muestran distintas formas de celebrar a los niños en casa. Seguramente este encierro ha obligado a muchos a buscar en las redes sociales estrategias para sobrevivir el encierro, calmar el estrés y animar a los niños.

Sin duda, también obligará a muchos a buscar soluciones en libros de autoayuda y eso no es extraño. La autoayuda como género literario surgió en la década de los treinta del siglo pasado, justamente después de la Gran Depresión de 1929 (Papalini, 2015). De hecho, uno de los primeros libros que hicieron de este género una industria por sus vastas ventas alrededor del mundo fue el que publicara en 1936 el empresario estadounidense Dale Carnegie, Cómo ganar amigos e influir sobre las personas. Entonces, no será extraño que después de la crisis que estamos viviendo, este género -el cual, se ha expandido desde 1990- gane mayor auge.

libros de autoayuda
Ilustración: Trendsmap.

Ya estamos viendo cómo la biblioterapia se presenta como una herramienta para sortear la angustia y el miedo actuales; y, sin duda, una vez que termine el periodo de aislamiento, las personas seguirán acudiendo a los libros y manuales de autoayuda para mejorar la situación anímica o económica en la que cayeron. Si bien, como en todo género literario, hay buenas y malas obras, el de autoayuda no es la excepción. No obstante, en diversas investigaciones (véase, por ejemplo, Montes de Oca y McLean, 2019) se ha mostrado que algunos de los libros de autoayuda, sí ayudan; además de que hacen que los lectores reflexionen, asimilen y adapten los contenidos a sus propias experiencias. En otras palabras, los lectores toman lo que les conviene para solucionar sus problemas.

Ya veremos cómo después de la crisis del COVID-19, por una parte, se multiplican las publicaciones y, por otra, crecen los lectores de un género que en México gana preferencia, ya que en 2017 casi el 30% de quienes habían leído un libro el último año, había preferido este género (Montes de Oca y McLean, 2019).


Referencias
~ Buendía & Laredo, 2020, Encuesta Nacional de Opinión Pública COVID-19.
~ DW, 2020, “OMS: el impacto psicológico del COVID-19 en la sociedad no debe ser ignorado”, 26 de marzo.
~ Diario El Comercio, 2020, “Autoayuda, un género que crece en el aislamiento”.
~ Montes de Oca, Laura y Scott McLean, 2019, “Entender la autoayuda. Claves interdisciplinarias para analizar una práctica cultural en expansión”, Revista Interdisciplinaria de Estudios Latinoamericanos, año 3, núm. 3, septiembre-diciembre, disponible en: https://bit.ly/3bRUeKK.
~ Papalini, Vanina, 2015, Garantías de felicidad. Estudio sobre los libros de autoayuda, Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora.


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