Escucho muchas veces durante estos días de resguardo en casa, la frase “esperamos a que todo vuelva a la normalidad”, y no dejan de sorprenderme estas palabras por varias causas:
–Aún no tenemos claro cuándo regresaremos a las actividades laborales plenas.
–No sabemos la forma en que se dará el regreso a las actividades.
–Desconocemos si las condiciones laborales después del regreso serán similares.
–Es muy probable que los hábitos y conductas se modifiquen en alguna forma.
¿Entonces esperan que todo se mantenga igual?
Sin embargo, hay otro grupo de personas que dicen “estamos aprovechando este momento para innovar y plantear soluciones diferentes” y me hacen reflexionar:
–Aun sin saber cuándo se regresará a la actividad laboral plena, están ellos plenos de actividad diferente, adicional a la que usualmente tenían.
–Desconocen la forma y las condiciones laborales del regreso, pero están proponiendo alternativas.
–No conocen las circunstancias futuras, pero están analizando mucha información y preparándose para la incertidumbre.
¿Están construyendo ellos su propia circunstancia?
El dilema es sencillo, ¿espero a que regresen las circunstancias que conozco o preparo escenarios futuros que tal vez no se den?
Dependiendo de nuestras particularidades, elegiremos cuál de estas alternativas deseamos que suceda y plantearemos nuestros argumentos.
Si soy una organización poco movible, con mercados y productos que el cliente conoce y demanda, personal altamente entrenado y especializado, elegiré regresar a una situación conocida. Donde me sienta cómodo, mi eficiencia y rentabilidad fortalecen la supervivencia y el desarrollo, mis programas de expansión y crecimiento están sustentados en mi fuerza de marca, mis valores agregados, cultura y hábitos de mis consumidores, o la dificultad de sustituirme.
Por otro lado, una organización con enfoque de innovación, que busca y promueve la obsolescencia anticipada, gusto por el riesgo o necesidad de hacerse un espacio en el mercado, buscando nichos diferenciados, programas de expansión y desarrollo fundamentados en el cambio de hábitos y consumo, elegirá y usará esta circunstancia para analizar y promover propuestas diferentes.
Ambos planteamientos tienen sus defensores y detractores, tienen argumentos válidos, conocimiento claro de sus fortalezas y debilidades, con el cual defienden su postura y esgrimen discursos. Sin embargo, la respuesta correcta no dependerá de sus percepciones, dependerá del correcto análisis de información en cuanto a:
–Cómo se modificarán las necesidades de los consumidores o usuarios.
–Qué tan sustituibles son.
–Cuánto entienden las necesidades que se tendrán.
Los especialistas seguramente agregan variables; capacidad de inversión, comunicación, fuerzas de marca, de mercado, grado de satisfacción, capacidad de los equipos de trabajo, etc., pero en realidad todo tendrá que ver con las tres principales mencionadas anteriormente.
Se tiene que voltear a ver a la sociedad que, durante estas semanas se mantiene encerrada en sus casas, ha demostrado una evolución que deberá ser analizada en el futuro, da paso a la creatividad y demuestra un uso diferente de las herramientas para solucionar los problemas cotidianos, las mecánicas e interacciones cambiaron y entendieron que se puede hacer “de otra forma”; y cuando las personas entienden que hay alternativas y las aprenden, cambian en sus “modos”. Hoy las personas han aprendido que hay mas vías, tenemos que estar atentos para que estos cambios no nos superen como organización.
Estas condiciones serán válidas para las organizaciones privadas, las ONGs, asociaciones y partidos políticos, instituciones de educación, inclusive en la forma de gobernar. Más allá de defender o promover una de estas dos ideas, es importante entender las circunstancias de la organización que lidero o participo, porque lo complicado será no saber mi propia condición y no estar preparado para lo que vendrá.
Por ello…
Con visión de futuro a corto plazo, ¿cuál de estos escenarios estás promoviendo en tu organización?
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