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Estabilidad versus Evolución en la Cuarentena

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Escucho muchas veces durante estos días de resguardo en casa, la frase “esperamos a que todo vuelva a la normalidad”, y no dejan de sorprenderme estas palabras por varias causas:

Aún no tenemos claro cuándo regresaremos a las actividades laborales plenas.

No sabemos la forma en que se dará el regreso a las actividades.

Desconocemos si las condiciones laborales después del regreso serán similares.

Es muy probable que los hábitos y conductas se modifiquen en alguna forma.

¿Entonces esperan que todo se mantenga igual?

Sin embargo, hay otro grupo de personas que dicen “estamos aprovechando este momento para innovar y plantear soluciones diferentes” y me hacen reflexionar:

Aun sin saber cuándo se regresará a la actividad laboral plena, están ellos plenos de actividad diferente, adicional a la que usualmente tenían.

Desconocen la forma y las condiciones laborales del regreso, pero están proponiendo alternativas.

No conocen las circunstancias futuras, pero están analizando mucha información y preparándose para la incertidumbre.

¿Están construyendo ellos su propia circunstancia?

cerebro, consciencia, relojos de arena
Imagen: El País.

El dilema es sencillo, ¿espero a que regresen las circunstancias que conozco o preparo escenarios futuros que tal vez no se den?

Dependiendo de nuestras particularidades, elegiremos cuál de estas alternativas deseamos que suceda y plantearemos nuestros argumentos.

Si soy una organización poco movible, con mercados y productos que el cliente conoce y demanda, personal altamente entrenado y especializado, elegiré regresar a una situación conocida. Donde me sienta cómodo, mi eficiencia y rentabilidad fortalecen la supervivencia y el desarrollo, mis programas de expansión y crecimiento están sustentados en mi fuerza de marca, mis valores agregados, cultura y hábitos de mis consumidores, o la dificultad de sustituirme.

Por otro lado, una organización con enfoque de innovación, que busca y promueve la obsolescencia anticipada, gusto por el riesgo o necesidad de hacerse un espacio en el mercado, buscando nichos diferenciados, programas de expansión y desarrollo fundamentados en el cambio de hábitos y consumo, elegirá y usará esta circunstancia para analizar y promover propuestas diferentes.

antes y despues de la pandemia
Ilustración: Vior (El Clarín).

Ambos planteamientos tienen sus defensores y detractores, tienen argumentos válidos, conocimiento claro de sus fortalezas y debilidades, con el cual defienden su postura y esgrimen discursos. Sin embargo, la respuesta correcta no dependerá de sus percepciones, dependerá del correcto análisis de información en cuanto a:

Cómo se modificarán las necesidades de los consumidores o usuarios.

Qué tan sustituibles son.

Cuánto entienden las necesidades que se tendrán.

Los especialistas seguramente agregan variables; capacidad de inversión, comunicación, fuerzas de marca, de mercado, grado de satisfacción, capacidad de los equipos de trabajo, etc., pero en realidad todo tendrá que ver con las tres principales mencionadas anteriormente.

crisis psicologica pandemia
Imagen: The Journal.

Se tiene que voltear a ver a la sociedad que, durante estas semanas se mantiene encerrada en sus casas, ha demostrado una evolución que deberá ser analizada en el futuro, da paso a la creatividad y demuestra un uso diferente de las herramientas para solucionar los problemas cotidianos, las mecánicas e interacciones cambiaron y entendieron que se puede hacer “de otra forma”; y cuando las personas entienden que hay alternativas y las aprenden, cambian en sus “modos”. Hoy las personas han aprendido que hay mas vías, tenemos que estar atentos para que estos cambios no nos superen como organización.

Estas condiciones serán válidas para las organizaciones privadas, las ONGs, asociaciones y partidos políticos, instituciones de educación, inclusive en la forma de gobernar. Más allá de defender o promover una de estas dos ideas, es importante entender las circunstancias de la organización que lidero o participo, porque lo complicado será no saber mi propia condición y no estar preparado para lo que vendrá.

Por ello…

Con visión de futuro a corto plazo, ¿cuál de estos escenarios estás promoviendo en tu organización?


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Tolerancia y paciencia tras la mascarilla contra el virus

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Sé flexible como un junco, no tieso como un ciprés.
Talmud (Texto principal del judaísmo).

Seguimos siendo presa entre realidades y supuestos. La realidad es que con el virus del COVID-19, el mundo va a pasar por situaciones nunca antes vistas. Lo que veo es que requerimos, sí, de cuidados físicos, pero más aún, el trabajo en la evolución de nuestro yo en tolerancia y paciencia.  

Soy de los convencidos que tanto cualitativa como cuantitativamente, si nos apegamos a la historia, el mundo ha estado en situaciones peores. Hoy contamos con mayor tecnología, mayor movilidad, mayor información; y, por supuesto, el mundo tiene mayor cantidad de gente que cuando las siete plagas en Egipto, o la Peste Negra en Europa, por allá de 1347.

Son 673 años desde entonces en los que ha sucedido de todo. El “descubrimiento de América”, las guerras mundiales, los grandes inventos, el acortamiento de las distancias con los medios de transportes, la incursión del espacio, y por supuesto las herramientas de comunicación e información, por decir algunos factores.

De manera que, aunque el mundo está siendo presa, una vez más, de las necesidades que tiene el propio mundo de oxigenarse, también es cierto que estamos ante la posibilidad de salir menos traumados que cuando otras pandemias en tiempos antiguos, en esa realidad objetiva de enfermedades y de miedo.

peste negras y epidemias
Ilustración: Palabras Hoy.

Pero no quisiera con toda intención hablar de ello. Mi invitación es revisarnos desde adentro en un “detengámonos un instante”, para examinar la trayectoria que traemos, cuyo equivalente es el negativismo proliferado asfixiante. Es como estar nadando un tramo muy largo que, agotados sin oxígeno, buscamos la forma de respirar ante la falta de aire. Así me suena este tiempo cargado de pesadez.

En tanto ello, un factor con el que tendemos a estrellarnos es con la intolerancia. Mientras más intolerantes, más posibilidades de disgusto existen con quienes nos rodean. No hay otra forma de medir el nivel de tolerancia y paciencia sino hay un motivo. Así llegado el momento en que asoma una circunstancia de molestia, si la superamos, es porque fuimos tolerantes.

Muchas cosas nos hacen ruido, justo lo que dicen y hacen los demás. No nos agrada y por lo tanto nos molesta porque en el fondo nos creemos mejores, incluso una supuesta perfección que no es otra cosa que soberbia, incluso envidia.

Si fuéramos capaces de aceptar a aquellos en sus defectos seguramente seríamos mejor nosotros, pero siendo todo lo contrario, al no ver su bondad ni el bien que pueden hacer, nos hace a nosotros peor que ellos. Porque nos vuelve intolerantes.

En una ocasión, leyendo la Oración de la Rana de Anthony de Mello, cuenta que “una mujer al borde de un colapso cardiaco dijo a Dios gritando: ‘¡Señor dame paciencia, ya no tolero a mi esposo, sólo ve las cosas que hago mal!’. Y él le respondió: ‘Entonces, ¿cuándo vas a tener paciencia si no lo toleras?’”.

paciencia y tolerancia
Ilustración: Shutterstock.

Ante el flagelo mundial, estamos siendo abrazados por una particularidad. Es la existencia uno de los granos de arena en la inmensa playa de la vida. Pero estamos anclados en ese grano que vemos como una gigantesca piedra que nos aplasta y destruye.

Sin embargo, paradójicamente, muchos granos de arena (muchos), amalgamados debidamente –con cemento y agua, por ejemplo– sirven para edificar; que es lo mismo que construir. Pero vivimos un latente destruir en vez de construir. La intolerancia destruye.

Yo soy de los que me siento muy mal cuando exploto. Y vaya que exploto. No es regular, pero sí sucede. Parezco el Popo en su mejor momento de expulsión de piedras volcánicas incandescentes con toda y lava. Si no así tal cual, casi. ¡Qué mal se siente uno cuando no puede evitar tranquilizar los impulsos!

El caso es que todos sabemos que estamos en una recomposición de las relaciones familiares, producto de que –entre otras razones– la mayoría de la gente estaba más afuera de la casa que adentro; que más compartía con los compañeros de trabajo, de escuela, amigos, que con las familias. Ahora estamos en una especie de reculturización de las relaciones familiares. Es decir, de aceptarnos como somos.

Porque resulta que, por el trabajo y la pérdida de valores como el compartir, el respeto, la solidaridad, entre otros, ya casi no hay comunicación. Dije comunicación, no información. Y es que estamos muy informados y desinformados al mismo tiempo –por el uso de la tecnología y los medios digitales–, la verdad es que hay poca comunicación sustantiva. Un mal de nuestros tiempos, es el virus de los virus.

paciencia en familia
Ilustración: Agata Nowicka.

Según yo, la comunicación plena sólo se da cara a cara. Sin embargo, si no se comparte lo suficiente, ¿cómo puede haber comunicación? Y si no hay ésta tampoco hay tolerancia ni paciencia.

Parece que no, pero de no manejar bien este reencuentro familiar se puede convertir en desencuentro. Es el peligro en el que hoy muchas familias están expuestas. Los memes no están lejos de la realidad. Observo que en broma y en serio se están diciendo cosas que obligan a pensar en ese otro virus.

Decimos que es la oportunidad de la recomposición, no obstante, estamos sensibles. Ya muchos estaban hechos a la cultura de la convivencia a distancia. El estar juntos por la cuarentena, que al principio lo disfrutaban, ya muchos tienen comezón en los pies y se sienten presos.

Ahora que estamos juntos con nuestros seres amados, hagamos espacio en nuestro espacio; demos tiempo, verdadero tiempo al encuentro, y saquemos mejor provecho de la pandemia porque, detrás de cada limpia, queda todo cepillado para un nuevo impulso de vida.

Mientras tanto… ¡Cuidado con el virus de la intolerancia y de la impaciencia!


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Encontremos nuestro propósito

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Entramos a la fase más delicada de esta pandemia que nos ha cambiado la vida por completo y hoy, más que nunca, mantenernos en casa, aislados, es una cuestión de salud o de grave enfermedad.

En estas condiciones creo que empezamos a sentir que muchas cosas pierden sentido: el tiempo, las rutinas que teníamos, la vestimenta o hasta la higiene personal, pero aquí no perder la brújula será la diferencia para superar esta crisis y las que vengan.

Por eso es importante pensar en el presente, resolver lo que podemos ahora, reforzar nuestros lazos familiares y de amistad vía remota, y reflexionar sobre cómo podemos aprovechar el tiempo que tenemos en las manos.

sin proposito
Ilustración: Brett Ryder.

Si ya nos sentimos aburridos o desesperados tomemos en cuenta que nuestras vidas muchas veces son un camino de superación de obstáculos y que esas hazañas que hoy apreciamos a través de las enfermeras, los doctores, los policías o los bomberos, entre muchos auténticos héroes durante esta pandemia, son realizadas por personas igual a nosotros y que las han venido haciendo mucho antes de que surgiera este tipo de coronavirus.

Reconocer que somos capaces de sobrepasar lo que parece imposible es un rasgo de la especie humana. También lo es rectificar y mejorar todo aquello que nos impedía tener un buen y bien vivir; esa oportunidad la tenemos ahora que debemos quedarnos en casa.

Aquí es donde pensar de manera diferente para inspirar, crear, prevenir y construir liderazgo, se vuelven actividades que cualquiera puede hacer empezando consigo mismo y extendiéndolo a la familia, a los amigos, a nuestra comunidad inmediata.

Muchas de las grandes ideas, de los conceptos que transforman nuestra existencia, surgen de los momentos más complicados. Lo que muchos podían considerar impensable en tiempos de calma y estabilidad, se convierte en el cimiento de nuevas formas de pensar y de actuar que nos ayudan a vivir en mejores condiciones.

union social
Ilustración: Quartz.

Sin embargo, no es sencillo; la historia de nuestras comunidades así lo demuestra, porque la resistencia al cambio es poderosa y, sobre todo, brinda comodidad. Salir de nuestra zona de confort nunca es fácil, ya que nos da una falsa sensación de seguridad, aunque nada en esta vida lo sea.

Hoy enfrentamos un reto enorme, semejante sólo a lo que algunos de nuestros abuelos vivieron y que en muchas partes de nuestra historia está relatado: peligros que nos acechan e impulsan al mismo tiempo a encontrar maneras en las que podamos aportar en beneficio de la mayoría.

Una frase que escuché hace poco pone el ejemplo del que hablamos: “si no sabes para qué vives, todavía no has vivido” (Rav Noaj Weinberg). Hallar sentido es primordial para atravesar por estos momentos, y si ya sentimos que esta situación inédita nos rebasa, pidamos ayuda y cambiemos malos hábitos.

Para ello reiteramos constantemente que tenemos a disposición de todos el 5511-8575-55, la línea de auxilios emocionales de Confianza e Impulso Ciudadano A.C., sus redes sociales y vía WhatsApp el 55-2323-0303.


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Lo único urgente es esperar

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¿Qué es lo urgente hoy y qué es lo importante para mañana? Cada persona y cada sociedad podrá hacer una lista de lo que parece crucial en estos tiempos. En principio, en lo que probablemente todos coincidamos es en que frenar al COVID-19 y todos sus satélites consecuenciales aparece como una tarea común para toda la humanidad. Ahora bien, el enclaustramiento en que nos encontramos, que no es, desde luego, sólo espacial, sino también mental, nos ha venido mostrando cada semana que transcurre, con mayor nitidez, nuestra falta de capacidad para estar solos, de suspendernos y observar. 

Salir del ritmo cotidiano de acontecimientos y procesos en que las sociedades se desenvolvían, está resultando particularmente complejo para la mayoría de la población. Durante décadas se funcionó con un movimiento relativamente constante. Más allá de los diversos eventos que aparecían en el camino, el tren en que nos encontrábamos sostenía su paso. Claramente existía un ritmo, una cadencia subyacente que permitía que la actividad continuara, se tenía la percepción que las distintas metas que nos proponíamos se iban alcanzando de un modo u otro y, que, si no se podían lograr, podían ser reemplazadas por sucedáneos que nos otorgaban una sensación de contentamiento parcial. Desde luego, esto no significaba que no existiera una frustración asociada; de hecho, una buena parte del manto de malestar, insatisfacción y rebeldía que venía cubriendo a cada vez más naciones en los últimos años daba cuenta de ello. 

urgencia de esperar
Ilustración: @giuliajrosa.

Pero todo lo anterior se daba desde el movimiento y en movimiento. En cierto sentido, vivíamos y funcionábamos en modo gerundio. Estábamos y no estábamos en la acción al mismo tiempo, teníamos percepción de lo que hacíamos y nos ocurría, pero no nos sentíamos en control real de nuestro devenir. Sin embargo, nos desplazábamos y transitábamos de estación en estación; eso nos calmaba ya que reconocíamos normalidad en esa cotidianidad

El momentum lineal (momento lineal) o ímpetu es una magnitud física que describe el movimiento de un cuerpo en cualquier teoría mecánica. El momentum, que es un número definido, es el producto de una masa por su velocidad en un instante determinado. Este valor se mantiene constante debido a una ley de conservación que indica que la cantidad de movimiento total en un sistema cerrado no puede ser cambiado y se mantiene constante en el tiempo, a no ser que se ejerza una fuerza externa o fuerzas internas disipadoras lo alteren. 

Si aplicamos este concepto a la forma en que vivíamos hasta hace algunos meses, nos damos cuenta de que el COVID-19, actuando como una fuerza externa, ha obligado al tren de nuestra cotidianidad a alterar su marcha y a detenerse de un modo completamente imprevisto, lo que nos está haciendo percibir de pronto y sin previo aviso todo el peso de lo que hemos venido cargando en el tiempo. Como pasajeros nos hemos resistido, sintiendo el empuje de la inercia que quiere mantener su movimiento, arrojándonos hacia adelante. Aturdidos, desorientados y hasta agobiados, buscamos respuestas y fórmulas para recuperar la normalidad, para volver a estar en movimiento pronto. 

urgencia en esperar
Ilustración: Raquel Feria Legrand.

No reconociéndonos en esta suspensión, algunos se declaran esperanzados que algo nuevo y mejor surgirá cuando volvamos a entrar en actividad; otros plantean que estamos obligados a repensar la globalización y el capitalismo liberal, que estamos en un punto de inflexión histórica; hay también quienes suponen que esto es sólo un paréntesis, como el producido tantas veces en la historia de la humanidad por guerras y grandes pestes y que, más allá del esfuerzo y dolor que suponga, el sistema se reorganizará y volverá a ordenarse y a autoconservarse.  

Llevamos semanas tratando de entender qué pasó y haciendo cálculos de cuándo y cómo esto terminará. Las respuestas están aun construyéndose. ¿Qué es lo urgente hoy y qué es lo importante para mañana?, no está muy claro; tal vez pese a lo arriesgado que nos pueda parecer, vale la pena aceptar el quiebre de nuestro momentum y aceptar que, por ahora, lo único urgente es esperar.


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Autodidaxia, cibersociometría y otros paradigmas post COVID-19

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Una nueva condición de la vinculación social está emergiendo, la cibersociometría y la autodidaxia cunden a la par que la pandemia COVID-19 y a un ritmo que ya habrían querido los fracasos del boom del dot-com al comienzo del siglo.

Algunos estudios demuestran cómo es que la productividad aumenta hasta en 13% en las actividades de home office, una nueva confianza y ética de las relaciones virtuales está haciendo aparición y su consideración mueve inversiones y genera nuevas oportunidades.

Las ventajas ergonómicas se reflejan directamente en la productividad y el confort de los individuos. Haciendo el trabajo desde casa, crea una mejor atmósfera laboral. Una más eficaz supervisión basada menos en actitudes y más en resultados, está tomando lugar. Desde el punto de vista ergonómico, el diseño más vanguardista de oficinas no puede compararse con el espacio diseñado, ajustado y concebido por el propio individuo que es en casa un especialista en el uso del espacio.

Algunos problemas ligados al ambiente laboral simplemente no tienen cabida en el ejercicio del teletrabajo –abusos sexuales, agresiones, discriminación, etc.–. Los fenómenos concomitantes telepresencia y teleacción son una función de la conectividad, por lo que en este sentido puede haber diferencia en el sistema de supervisión y de trabajo en equipo, pero no en la productividad general como lo demuestran diversos estudios.

autodidaxia y teletrabajo
Imagen: Marketing Directo.

La telepresencia, teleacción o presencia a distancia, es decir, la presencia vicaria y acción presente de cosas ausentes, la representación por el producto del trabajo materializado, por una parte, o de la instrucción expresada por medios mecánicos o electrónicos, son consecuencia lógica de la nueva condición productiva. Dos condiciones nuevas aparecen, las materiales e impersonales de supervisión y performance, y las inmateriales, como la percepción y los estados anímicos. 

El mayor riesgo de empleabilidad se presenta para los funcionarios de nivel medio. Los llamados gerentes o supervisores cuya función tiende con el teletrabajo a desaparecer, los altos mandos y los trabajadores de menor rango están obligados a producir, los primeros porque un componente importante de su ingreso está en la productividad, ligada está al performance en las ventas, y los segundos porque su pendular se juega entre tener y no tener trabajo.

Uno de los problemas, sin embargo, que se perciben en el trabajo domiciliado sobre todo en países del primer mundo, es el relativo a la falta de socialización de las personas, “me siento solo(a)” es una referencia si no generalizada, sí recurrida. En todo lugar el hacinamiento puede ser también un problema, “no tengo espacio para trabajar”, “hay mucho ruido-ambiente”.  

Sin embargo, la relativamente nueva condición que aparece con el aumento y la confiabilidad en las redes y en la calidad de las conexiones, implica también nuevas conductas. Trabajar a distancia permite distanciarse del lugar de trabajo y encontrar mejores condiciones de hábitat.

autodidaxia y confinamiento
“Interior con una chica dibujando”, Pablo Picasso, 1935.

Por otra parte, los sistemas de conectividad, la calidad de la óptica, los estudios ergonómicos están siendo integrados por compañías especializadas en la provisión de servicios. Estos ejercicios están dando resultados y creciendo exponencialmente en todo el mundo.

La reciente reunión extraordinaria del G-20 fue llevada a cabo en una de estas plataformas y funcionó muy bien logrando que los Jefes de Estado se sintieran más a gusto con su uso que en los constreñidos espacios oficiales, e híper-mediados de los centros de conferencias, u hoteles en donde por lo general se llevan a cabo. Al término de esta pandemia –porque debe tener un fin– el mundo tecnológico habrá dado un giro importante, orientándose ahora paralelamente a las comunicaciones interpersonales para favorecer las grupales. Esto está muy caliente; durante el fin de semana he recibido varios mensajes de advertencia con relación a las fragilidades en seguridad de la plataforma Zoom, por ejemplo, que he estado utilizando para algunas de mis comunicaciones de trabajo y alternándola con Avaya Spaces, que siendo más robusta para presentaciones, es todavía menos amigable para las conversaciones que no requieren la constante consulta a documentos, archivos o imágenes.

Esto sugiere que hay paralelamente al uso de las plataformas, una guerra industrial desatada, voraz a veces en la industria y que algunas apps serán nulificadas o compradas por terceros más robustos y ágiles. Nada sorprendente en un mercado canibalizado y dominado por los grandes productores que están atentos siempre a la orientación de los mercados.

Otra de las tendencias mayores que hemos resentido en este período sui generis que acusa, entre otras cosas, la fragilidad biológica de la especie, es la tendencia a la autodidaxia. Durante mucho tiempo la educación, muy importante, había sido dejada en manos primero del clero y otras instituciones religiosas como la yeshiva o la madrassa, luego del Estado y más tarde de la industria privada que ha sabido desarrollar enormes consorcios y franquicias. Hoy, sin embargo, las personas están tomando en sus manos su formación y al hacerlo descubren su valor, se sorprenden de su potencial abriéndose a un nuevo mercado laboral. Los educandos están reconociendo que son la punta sumatoria de las fuerzas que animan sus vectores individuales, asumiendo con sorpresa a veces su diferenciación y las posibilidades que ésta les ofrece.

autodidaxia y confinamiento
Ilustración: Dribbble.

Así, vemos proliferar los cursos en línea, las charlas cortas como las que está proponiendo Air B&B sobre los más diversos temas, las que ofrecen individuos o consorcios como Khan o como Tedd, o más estructuradas didácticamente como las sugeridas por The Big Canvas. Así las cosas, veremos también después de la pandemia una fuerte tendencia a la autodidaxia, a la autoformación, las escuelas estarán más orientadas a la provisión de mecanismos de amalgamamiento del conocimiento decidido por los individuos, la educación será la forma y no el contenido del proceso de enseñanza-aprendizaje.

La empleabilidad de las personas está pasando así por un proceso de autogestión a partir de la autoevaluación. En este período se ha acentuado la conciencia de los aprendizajes realmente adquiridos, bien cimentados y sobre todo el reconocimiento de las propias capacidades e intereses.  Paralelamente a la conciencia de identidad, que ya hemos discutido en otros artículos, está la conciencia de las capacidades reales de las personas, ligada a una mejor percepción de las destrezas específicas que los sistemas tradicionales de evaluación y sanción de la educación tienen dificultad para reconocer.

La educación digital se hace esencial para la puesta en valor de las propias capacidades y para el acceso a la formación continua, la teleacción y las oportunidades. Hay un nicho importante entre el coding y los usos que no están siendo debidamente atacados, y que parte de la necesidad de proveer respuestas tangibles a problemas reales a partir de las propias capacidades de navegación en el ciberespacio.

En lo sucesivo hay un nuevo código cibernético de los valores, “ciber-honor”, es honrar los compromisos del espacio virtual de la misma forma que se honran los compromisos del mundo analógico. Hay aquí menos pretextos, “temprano es a tiempo, a tiempo es tarde”. Hay un costo temporal de la puesta en plataforma que debe ser considerado y que es menos propenso al accidente del tráfico de vehículos y los transportes públicos. La palabra empeñada en el ciberespacio es también palabra de honor.

home office
Imagen: Freepik.

Quizá las plataformas digitales sirvan particularmente a la cultura mexicana de negocios tan proclive a la procrastinación que hace perder recursos económicos y temporales. Decir no es tan apreciado como decir sí. Ambas condiciones implican un involucramiento de las personas y en ambos casos la relación personal debe quedar inafectada. Business as usual y tan amigos como siempre.

Está emergiendo una nueva sociometría donde el terreno se ha emparejado, en la red son menos eficaces las miradas inquisidoras y más recurridos los métodos productivos y objetivos; menos jerarquía y más eficacia parece ser la regla. Esto deberá beneficiar en gran medida a nuestro país tan proclive al boato, a la cursilería jerarquizante, heredada de épocas coloniales, ahora el “mande usted”está siendo remplazado por fórmulas menos entreguistas e igualmente respetuosas de la persona. Una cibersociometría vinculada al carisma y al conocimiento, a la solidez ética y moral aparece así, imponiéndose a las pirámides de autoridad.


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Héroes sin capa

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En estos días de pandemia han surgido muchos héroes, en primera instancia y sin duda alguna, los médicos y enfermeras que se encuentran en la línea de combate, pero seguramente hay más que no alcanzamos a ver. Pienso en todo el personal hospitalario que, eventualmente no pensamos en ellos, me refiero a conductores de ambulancias, trabajadores sociales, paramédicos, camilleros, el personal de intendencia, cuya labor ahora es mucho más valiosa, pues al hacer el aseo de hospitales o centros de salud, evitan que se propague la infección.

No sé, seguramente también están contribuyendo con su trabajo todo el personal administrativo, que termina siendo el soporte, precisamente del personal sanitario. Todos ellos son héroes, unos más visibles que otros pero héroes, que luchan por el bienestar de los mexicanos.

Hay otros, sin embargo, que muy probablemente son más invisibles, en ese grupo de personas podríamos incluir a quienes nos atienden en las tiendas de conveniencia, a los despachadores de gasolina, a los cajeros en los bancos o en los grandes supermercados, o incluso quienes manejan la bodega de esos establecimientos.

medico como heroe
Ilustración: Isidora S.

Por otra parte, están policías, bomberos, gente de la Cruz Roja, el Ejército, todos indispensables en estos momentos. Imaginemos por un instante qué pasaría si ellos nos abandonaran a nuestra suerte. Insisto, todos son héroes, unos más evidentes que otros, pero todos héroes.

Y qué me dicen de quienes hacen posible que siga funcionando el Internet, o los empleados de la compañía de luz, qué pasaría si se nos deja de suministrar energía eléctrica, Internet, agua o cualquiera de esos servicios indispensables. Atrás de todos estos servicios también hay héroes invisibles.

También están esos choferes que hacen que las mercancías lleguen a su destino, los conductores de los camiones de pasajeros, o los taxistas. La gente de UBER y UBER EATS, quienes jugándosela por nosotros nos allegan mercancías a domicilio; pienso también en la gente que trabaja para la plataforma Rappi, los de DHL y demás compañías de mensajería, y así podría continuar con un largo etcétera. Nuevamente, todos ellos son héroes sin capa que se la están partiendo por nosotros.

servicios
Fotografía: Reporte Índigo.

Se encuentran, además, las personas que recolectan la basura, ¡¿qué haríamos sin ellos?!, imaginen el caos si estos héroes tan incomprendidos e infravalorados, dejaran de trabajar.

En fin, este virus, esta pandemia, me hace revalorar muchas cosas, me hace apreciar actividades que quizá hemos menospreciado. De igual forma, me pregunto por qué todos estos verdaderos héroes son tan mal pagados y muchos, particularmente los políticos, tienen ingresos bastante extraordinarios.

Esta crisis debería obligarnos a replantearnos muchas cosas, ¿no creen?

Nota aclaratoria. Estoy seguro que se me escapan muchos otros héroes, ya sea por mi propia ignorancia o descuido, pero a todos ellos: Gracias, mil gracias por ser el soporte vital en crisis como la que ahora atravesamos.


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Fragilidad, incertidumbre y un enemigo invisible

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Ha quedado demostrada la fragilidad de las sociedades, aún las más desarrolladas, frente a un microscópico pero devastador enemigo, que va cobrando vidas por miles y expandiendo, silenciosamente, la fatalidad, la desolación y el terror social.

La amenaza del patógeno lejos está de constreñirse al ámbito de la salud, su impacto se deja sentir, de manera contundente, en prácticamente todo tipo de actividades. Las personas se han recluido, los espectáculos masivos han sido suspendidos, las oficinas han cerrado, los vuelos han sido restringidos al mínimo o de plano cancelados, se cierran fronteras, se aíslan territorios enteros, se suspende el rodaje en la industria cinematográfica, se ralentiza la función pública y se confina a sanos y enfermos, ancianos y niños, el bicho no discrimina… todo un panorama de guerra.

Los mensajes que fluyen con abundancia, esa sí, indiscriminada, con pavorosos contenidos e imágenes tétricas, contribuyen a la viralización del miedo, quizás más pernicioso que el aterrorizante, diminuto e invisible asesino.

Se han establecido ya, en países y regiones del mundo moderno, restricciones a la movilidad con penas pecuniarias extremas, toques de queda, sanciones carcelarias y condiciones de excepción para tratar de evitar la expansión del contagio, pero todas las medidas de control social adoptadas van teniendo un impacto directo en la economía, en la política, en la ciencia y en el intercambio social, con repercusión y proporciones aún impredecibles.

incertidumbre y crisis
Ilustración: @mel.artanddesign.

La pandemia tomó al mundo por sorpresa. Quienes primero reaccionaron con razonable éxito, fueron los que primero sufrieron el embate contagioso y lograron, no sin grandes pérdidas de vidas, ir recuperando paulatinamente la normalidad. Pero aquellos escépticos que esperaron a recibir las primeras oleadas del embate virulento pronto perdieron el control y se vieron rebasados en sus capacidades con el saldo fatal que ya se conoce, con la desolación de sus calles y sus plazas y una dolorosa estela de muerte.

El temor ha cundido con la saturación de todo tipo de mensajes en las redes sociales que no hablan de otra cosa que no sea la enfermedad y difunden tal cantidad de información, las más de las veces sin sustento, que sólo contribuye a incrementar la angustia.

La especulación no ha estado ajena, se habla de conspiraciones de corte maltusiano, de proyectos secretos para reducir la población mundial, de guerra bacteriológica, de la dispersión del virus de manera deliberada con fines hegemónicos o de errores en el manejo de experimentos de laboratorio. Por supuesto que ninguna de las teorías conspirativas puede ser, a la ligera, descartadas, aunque ello suponga una conducta perversa de los entes de poder a escala global, difícil de asimilar.

Para el caso mexicano, dadas las condiciones políticas, económicas y sociales, el agente invisible nos embiste en mal momento y se va apropiando de nuestra libertad y de nuestro optimismo poco a poco, tornando día con día, más crítica la situación.

INCERTIDUMBRE
Ilustración: @zelina.world.

 La expectativa no es alentadora, el avance del contagio, que se percibe inevitable, someterá a duras pruebas las capacidades de la administración para manejar el asunto, las infraestructuras críticas instaladas en materia de salud y las medidas adoptadas hasta hoy en cuanto a higiene y aislamiento. Pero quizás la más dura prueba se tendrá en el sector económico por los efectos directos en la productividad y el empleo, que no son meros efectos colaterales. No debe obviarse, por otra parte, el alto índice de informalidad, cercano al 60% según cifras oficiales, que ya existe actualmente en nuestro país y que será impactado con mayor fuerza por la contingencia.

El fenómeno que nos acecha es un particular reto para la estructura y modelo de convivencia de la sociedad mexicana. Se acude a la solidaridad, a la familia, a las tradiciones, con objeto de frenar en lo posible el avance de la enfermedad y cuidar de los mayores, pero lo previsible es que conforme pase el tiempo, se requerirá, obligadamente, además de solidaridad y unión, de disciplina social, ingrediente fundamental para el mantenimiento del orden y la razonable estabilidad ante la crisis. Por desgracia, ya se han comenzado a registrar convocatorias al saqueo y actos delictivos contra establecimientos comerciales. No será extraño que, en un futuro muy próximo, esto se replique.

Nos encontramos en el umbral de una sala oscura, sin la certeza mínima de lo que podemos esperar al atravesarlo.

La incertidumbre no es buena guía ni consejera.

Esperemos lo menos peor.


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¿Estás presente o ausente en esta crisis?

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Hoy la crisis por el COVID-19 nos encierra y separa físicamente y nos enfrenta a una decisión importante: ¿Me preocupa sólo de lo que tiene que ver conmigo o me abro también a lo de los demás?

Si la crisis del coronavirus nos ha enseñado algo, es que cada uno de nosotros, por separado y en conjunto, podemos cambiar el sistema en el cual vivimos. Hace apenas un par de meses veíamos al virus de Wuhan muy alejado de nuestra realidad y hoy lo tenemos enfrente. Esto nos muestra cómo es que todos estamos interconectados, por ello, actuar unidos nos puede abrir las posibilidades para cambiar el sistema.

En México apenas empezamos, así que nuestro mayor reto es que podamos construir un contra-sistema en donde juntos, gobierno y sociedad, tomemos consciencia de lo importante que es lo que estamos enfrentando. Si no entendemos esto, sería como correr con los ojos vendados.

ausentes para estar presentes
Ilustración: Monkc.

Es momento de disminuir la velocidad, hacer una pausa y quitarnos las vendas de los ojos para ver qué está pasando. Todos debemos compartir información de manera transparente y lejos de la polarización. Nuestra oportunidad es que avancemos juntos de manera más consciente y más intencional, para que los resultados positivos ante la crisis impacten colectivamente y por ende aprendamos.

Este momento de disrupción nos enfrenta a tomar una decisión que puede venir del ego o de la consciencia. Dependiendo de esto es que podríamos re-programar el sistema o quedarnos en donde mismo. Si viene del ego, nos enfocaremos a cerrarnos, alejarnos de los demás, y preocuparnos únicamente por nosotros mismos. Si viene de la consciencia, nos abriremos para avanzar hacia los demás, apoyar y consolar a quienes necesitan ayuda. Por lo tanto, aunque el distanciamiento social físico es necesario ahora, no significa que nuestra condición interior deba cerrarse.

Es momento de observarnos en autoreferencia para darnos cuenta en lo individual si estamos ausentes o presentes. No importa si en este momento la mayoría está ausente por enfrentar la crisis desde el miedo, enojo, ambición o nuestras reacciones inconscientes de supervivencia. Lo importante es hacerlo consciente para entonces asumir nuestro lugar y decidir pasar al estado presente.

sociedad ausente
Imagen: El Sol de México.

Hoy tenemos la oportunidad de reinventarnos y dejar atrás lo que se cae a pedazos de nuestro sistema. Será duro enfrentar lo que nos impacta a la humanidad en temas de dolor y angustia, sin embargo, esto podrá suceder de forma distinta si nos hacemos presentes. Durante este duro trayecto que sigue a caminar, hay que preguntarnos conscientemente ¿cómo es que queremos vivir y trabajar juntos el día de mañana?, ¿cómo podemos rediseñar nuestros sistemas de aprendizaje que integren la mente y al ser humano?, y ¿qué vamos a reconstruir en el planeta y para las próximas generaciones?

No cabe duda que la decisión que tomemos hoy comprometerá el futuro de la humanidad. Si seguimos ausentes continuamos con la des-humanización, si decidimos estar presentes nos re-humanizamos. Al final todo converge en un solo punto, empujar o restringir la evolución consciente del ser humano.

Para entender todo lo que está sucediendo y obtener una visión integral, es necesario detenernos, observar sin juicio y sin desasociar nada. Al hacerlo en autoreferencia podemos descubrir en dónde tenemos las posibilidades para estar presentes dentro de la fórmula de una sola humanidad.

Cada uno decide en qué momento integrarse a la ecuación para que ésta cambie el sistema en el que vivimos. El tiempo y resultado dependerá de la respuesta en lo individual al preguntarnos: “¿Decido estar presente o ausente en esta crisis?”.


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