El Riesgo en la Cotidianidad

Empatía o resquebrajamiento

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Hace pocos días durante una conversación se mencionó la palabra “empatía”, como tantas otras que se suceden durante un diálogo no se aquilata pronto el peso individual de su significado.

La empatía es el sentimiento de identificación con algo o alguien, es la capacidad de identificarse y compartir los sentimientos.

Lo anterior es muy poderoso, implica involucramiento emocional para entender y compartir lo que siente, es algo complejo. Empatar las emociones implica una correlación y comunión no sencilla de establecer y si es difícil entre un par de individuos, ¿cuán más será en un grupo de personas? Pero, por encima de todo, ¿qué implicaciones tiene no ser empático como líder?

Establecer nexos emocionales positivos entre las personas y las sociedades es fundamental para la subsistencia y desarrollo de cualquier ente social, no podemos esperar que una persona se identifique con un proyecto o una idea si no tiene una implicación emocional positiva. Incluso, aun teniendo desventajas, si es emocionalmente relevante, se logrará el compromiso de involucramiento y participación constructiva.

empatia y trabajo
Imagen: Pinterest.

Las emociones negativas, por lo contrario, provocarán un riesgo relevante para las sociedades, las personas verán como una amenaza cualquier plan o proyecto y tratarán de que fracasen. Desviarán procesos y ejecutarán actos de deterioro al patrimonio o la seguridad de la institución, en forma discreta al principio y conforme vayan integrando adeptos, se presentarán conductas de rebeldía.

Provocar empatía no es un don de nacimiento, es una conducta aprendida que se fortalece con el éxito en la ejecución, se descubre en edades tempranas y conforme se va logrando alcanzar lo que se desea, madura y perfecciona. Los líderes empáticos entienden las necesidades de la gente y saben que tocando las fibras sensibles del miedo y la esperanza, son capaces de conseguir sus objetivos. Los grandes hombres en este proceso construyen, los mezquinos se aprovechan de la condición de las personas para su beneficio.

Podemos inferir que la empatía es algo muy poderoso en las manos adecuadas para guiar a las sociedades en un camino de evolución y felicidad, un estadista pensará más allá de él, visualizará qué pasará cuando no esté y cómo la sociedad puede avanzar por sí misma, tomará decisiones difíciles y entenderá sobre todo el riesgo en cada una de ellas. Esas personas trascienden, por lo que son capaces de bien hacer por sus semejantes.

Pero ¿qué pasa cuando la empatía se usa con fines perversos cuando la ignorancia prevalece, cuando el líder no escucha, cuando la visión no es correcta? ¡El resquebrajamiento! Las decisiones erráticas prevalecen, los caminos son confusos y la sociedad no entiende cómo actuar para contribuir al bienestar y crecimiento común. La percepción domina por encima de la razón, las personas se confrontan sobre asuntos que no tienen control o suficiente información, el miedo aparece, cada persona intenta salvaguardar su posición ante una amenaza no clara, pero no menos real.

manipulacion
Imagen: BBC.

La esperanza se convierte en el hilo conductor del discurso y la gente se aferra a él ante el vacío que implica que no exista, alimentado por los sentimientos de cercanía y la empatía existente, ante esa falsa sensación de que el líder me comprende o entiende.

Al final la historia es diferente al estadista que construye sociedades, en el resquebrajamiento no hay construcción, queda desolación y se cosechan cenizas, los sobrevivientes tienen que redoblar esfuerzos para retomar los caminos que una vez fueron los cursos sobre los cuales se avanzaba.

Las sociedades debemos tener cuidado con aquellas voces que nos hablan de empatía, cuando lo único que se busca son las consecuciones personales, el riesgo que se tiene por no entender lo que pasa en nuestro entorno social, político, económico y de seguridad; estos no se pueden prever o imaginar.

Podemos saber dónde empieza el caos, pero no podemos predecir hasta dónde va a llegar y siempre se puede estar peor.


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Decisiones y consecuencias

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Los seres humanos ordenamos nuestras ideas a través de un conjunto de reglas, todo lo que percibimos a través de nuestros sentidos o de la memoria por la interacción con el medio que nos rodea, le damos una estructura para poder comprender y tomar decisiones. En esta vía elegimos primordialmente guiados por nuestras emociones, por aquello que nos ha proporcionado mayores beneficios y menor dolor.

Al decidir, nuestra mente no le da importancia al largo plazo, prioriza el gozo de la inmediatez, son resabios de nuestro yo primitivo que tenía expectativas de vida cortas. Esto nos coloca frecuentemente en dilemas de valores y tendemos a ajustar la moral de nuestros actos.

Lo anterior sucede para todos los seres humanos, en toda la vida y en cada una de las elecciones que realizamos. Por tanto, somos hoy la consecuencia infinita de combinaciones de variables, del cúmulo de cada elección realizada y las posibilidades futuras dependerán de lo que hagamos en cada instante, ligado con el siguiente de nuestra existencia.

toma de desiciones
Imagen: 123rf.

Elegir entonces en un acto simple de ejecutar, pero muy profundo para llegar a la opción seleccionada, el cómo ordenamos los hechos que recibimos condiciona nuestras respuestas. Sin embargo, ajustaremos siempre la realidad en términos de aquello que nos es conocido y que podemos solucionar con las herramientas mentales que tenemos. Así, nuestra versión de la realidad no corresponde en la mayoría de los casos con la forma en que suceden los eventos. Sólo una mente abierta a nuevas experiencias es capaz de entender, aprender y comprender sin apegos nuevas realidades

La moral de las decisiones y sus consecuencias

Debemos entender que la moral de las personas está sujeta a dimensiones individuales, aquello que es para una persona “moralmente aceptable” no necesariamente lo es para el resto. Cuando tomamos una decisión que cuestiona nuestra moral, la justificamos y nos perdonamos. Argumentaremos que si no hubiéramos actuado así, las consecuencias hubieran sido más graves.

Conforme avanzamos en nuestras decisiones, flexibilizando las referencias de aquello que consideramos correcto, será menos complicado extender nuestras fronteras morales e iremos adquiriendo una inmunidad mental, caracterizada por la soberbia y el menosprecio a las personas que se sujetan a patrones de conducta diferentes a la nuestra, ahondado por sentimientos de culpa que se buscarán esconder. Pero se continuará en la justificación hasta llegar a un punto donde no podamos actuar conforma a patrones sociales de sana convivencia y viviremos en continuo conflicto.

toma de decisiones
Imagen: Silk.

Las decisiones de las personas tienen impacto en el círculo que los rodea y ese círculo se va extendiendo conforme nuestro nivel de influencia, autoridad o poder es más grande, eso conlleva una gran responsabilidad, ya que los actos afectan la vida de aquellos que se están al alcance y en muchas ocasiones más allá; construyendo o destruyendo con las decisiones que tomamos debemos elegir con estructuras morales y conciencia.

Debemos asumir la responsabilidad de nuestros actos y asumirlo, no hacerlo nos vuelve tiranos e insensibles. Las personas que tienen niveles de influencia relevante deben saber que sus actos afectan en maneras que no imaginan e independientemente de aquellas que visualizan. Las personas que no acatan las normas, normalizando esas conductas, es difícil que retomen cursos morales de convivencia cívica. Debemos cuidar, entonces, que tales personas no aborden nuestros círculos familiares, sociales o laborales, porque las consecuencias siempre son desafortunadas.

Las personas no se convierten en quebrantadores en forma espontánea, son procesos de diversa dimensión temporal, donde la constante es que no fueron contenidos o enfrentaron responsabilidad por los actos cometidos. No es un asunto de bien o mal, es el daño o beneficio que causo a las personas, que afecto con mi elegir; actuar en la moral y la normatividad es fundamental para el buen cauce social y el desarrollo de las sociedades.


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Encerrado en la mente por el COVID-19

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El 23 de marzo del 2020 inicia en México la Jornada Nacional de Sana Distancia, el resguardo para algunas personas comienza unas semanas antes o después, pero en general, una gran parte de las personas de este país ha permanecido muchas semanas o meses confinada dentro de sus casas. Este llamado significa un cambio en la rutina y hábitos de las personas, por la restricción de permanecer dentro del hogar o por la incertidumbre ante el posible contagio al salir a la calle.

Diversos estudios señalan que el aislamiento tiene efectos negativos: depresión, ansiedad, estrés, bajo estado de ánimo o la ira. Debido a que somos seres sociales requerimos la interacción para desarrollarnos, la comunicación y el trabajo conjunto son fundamentales en nuestra especie para evolucionar y mantener nuestra estructura social. Hoy vemos cómo lo anterior se manifiesta en rasgos de intolerancia y violencia en los miembros de la familia, entre otras cosas.

Las dinámicas por permanecer en casa o por salir a trabajar en escenarios diferentes implican un violento y profundo proceso de adaptación como especie y sociedad. La falta de certidumbre por la estabilidad del hogar, el trabajo y entorno, nos muestran de frente un rostro que no estamos acostumbrados a ver: la fragilidad y vulnerabilidad de la vida.

encierro en la mente
Ilustración: Tim Mack.

La fragilidad y vulnerabilidad la enfrentamos todas las especies cada día, es el rasgo más primitivo de todo organismo. “La Subsistencia de la Especie” lo hacemos adaptándonos a nuestro entorno. El virus COVID-19 pone a prueba la capacidad de nuestro sistema inmune y es parte de esa capacidad de adaptación; es el resultado de millones de años de evolución y no es algo que podamos controlar, se va construyendo en cada generación. Sin embargo, las condiciones actuales de interacción están poniendo a prueba otro de los elementos de adaptación que nos ha permitido subsistir: nuestra mente.

El verdadero encierro no sucede dentro de los muros de nuestra casa, el verdadero encierro lo estamos viviendo en nuestra mente. La forma en que decidimos y reaccionamos se construye por la acumulación de conocimiento y experiencias vividas, actuamos en función de lo aprendido, tomamos decisiones con referencia sobre aquello que nos ha funcionado y nos ha sido positivo. Hoy no tenemos experiencia o referencias positivas por estar confinados en un espacio único con el mismo núcleo social, por tanto, reaccionamos negativamente a aquello que no conocemos y es amenaza para la subsistencia. Hablamos de la parte basal de nuestras emociones, no hay expresiones de inteligencia o raciocinio, sólo emociones primitivas.

Existen varias clasificaciones para las emociones básicas, pero un buen compendio contempla las siguientes: miedo, rabia, alegría y tristeza; al ser basales se originan en las partes más primitivas del cerebro y son difíciles de controlar por las funciones superiores del pensamiento. Las emociones básicas afloran principalmente cuando el individuo sufre alguna condición de vida que afecta la estabilidad de su proceso de vida diario, lo que podemos definir como nuestra normalidad. Cuando ésta cambia nos vemos expuestos a estos impulsos que se generan en los primeros rasgos evolutivos del ser humano.

encerrado en la mente
Ilustración: Anton Finch.

Los cambios y alteración de la normalidad como la conocíamos provocan que las emociones básicas afloren sin control, al ser exacerbadas nos llevan a rangos de conductas patológicas entre las personas que conviven por periodos prolongados. El estar encerrados con nuestra mente es por mucho, más expuesto y peligroso que algunas condiciones de riesgo físicas, nuestra mente es capaz de ajustar la realidad a una ficticia y provocar que las percepciones de lo que sucede a nuestro alrededor se vea en ópticas amenazantes o surrealistas que no son ciertas. El cómo procesamos los acontecimientos puede hacernos pensar –desde una consciencia primitiva– que la subsistencia de nuestra forma de vida se ve amenazada y por eso reaccionamos instintivamente. Esto es más común de lo que pensamos, la súbita irritabilidad, depresión o euforia sin motivo forman parte de estos rasgos, son las reacciones que estamos viendo en la sociedad cada día.

Mucha información y artículos relevantes nos dan consejos sobre cómo sobrevivir el encierro, el astronauta retirado de la NASA, Scott Kelly, enumera siete importantes: seguir un horario, tomar pausas, salir del espacio de las paredes, tener un hobby, estar en contacto con otras personas, escribir un diario y escuchar a los expertos. Estos pasos o similares son importantes para llevar en forma sana el proceso de resguardo que se puede prolongar.

Sin embargo, el factor más importante que debemos considerar para poder salir avante de este gran reto social y personal que implica el encierro, es estar consciente de:

Aceptar la nueva realidad, no volveremos en el corto plazo a la normalidad como la conocíamos y tal vez nunca suceda.
Entender, racionalizar y aceptar aquellas condiciones que nos preocupan más y tratar de buscar opciones.
Adaptarse, ante un entorno cambiante las especies que subsisten son las que mejor se adaptan.
Buscar apoyo, ser escuchado y escuchar otras perspectivas nos ayudará a encontrar soluciones.
Actuar, la inacción no va a resolver nada.


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Tres enormes retos hacia el fin del 2020

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Pocas veces en la historia de la humanidad enfrentamos problemas que pongan en vilo la existencia del hombre y el futuro de la sociedad como la conocemos, trascendiendo fronteras, ideologías, riqueza, en fin, todas las condiciones y cualidades que apreciamos. Habiendo cruzado el meridiano de un año que señala el inicio de una década, no podemos sustraernos del pensamiento optimista que marcan los comienzos. Sin embargo, en esta ocasión el 2020 está siendo retador, por decir lo menos.

Un año del cual no podríamos haber imaginado nunca cómo se ha desarrollado, con situaciones comunes para todo el mundo y una falta de unidad para resolverlos; cada nación, cada estado, cada ciudad y cada hogar viendo para sí mismo, sin entender que la solución se encuentra en la adecuada coordinación de Estado y sociedad.

mirada aguda, distancia
Ilustración: Fidel Sclavo (El Clarin).

Enfrentamos tres sucesos que se están agravando por la interconexión que tienen:

*Salud.

*Economía.

*Seguridad.

En los próximos 18 meses tendrán deferentes comportamientos y resultados, dependiendo de las decisiones que se han tomado durante los últimos 90 días.

Salud

El gran reto mundial de la salud lo encabeza la pandemia de COVID-19 y aun cuando no es la única enfermedad que nos asola, sí es la que representa el riesgo más grande de corto plazo. No es posible prever lo que sucederá con su evolución, todas las esperanzas están puestas en una vacuna efectiva, pero sabemos que éstas no son muy eficaces cuando se trata de enfermedades virales, la respuesta autoinmune de nuestro organismo sigue siendo el factor crítico para resistirla y superarla. La falta de información clara y precisa sobre lo que podemos esperar, provoca que las reacciones de las personas sean diversas y aumenten los factores de riesgo… La incertidumbre prevalece.

Economía

El mundo ha entrado en una crisis económica de proporciones descomunales, el desempleo y el cierre de negocios han sido los factores más importantes que han impactado. La pandemia fue el elemento que la desencadenó, sin embargo, ya existían muchas voces que alertaban sobre la inminencia de su llegada. No sabemos la duración que tendrá, tampoco la profundidad que alcanzaremos, pero sí podemos estar seguros de que aquellos elementos económicos que hoy no producen, no formarán parte de la recuperación, esto sólo provocará que sea más lenta. Cuando no se toman las decisiones adecuadas para proteger las bases de la generación de la riqueza, ésta se consume. Cuando existe riqueza hay posibilidades que de ésta se distribuye, si no existe, no hay nada que distribuir… La incertidumbre prevalece.

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Ilustración: info Libre.

Seguridad

En todas las sociedades en toda la historia de la humanidad ha existido siempre el crimen, los factores que lo provocan son diversos y las caras que tiene son infinitas, pensar en extinguirlo es un sueño imposible. Por eso cada gobierno elige el punto en el cual puede sentirse cómodo para que la sociedad no se sienta desprotegida, pueda maniobrar y desarrollarse, pero el crimen es un ente que tiene comportamientos que no se ciñen a las formas y normas que conocemos, ellos tienen sus propios intereses, reglas que no son necesariamente consistentes con el resto de nosotros. Cuando las crisis se presentan el crimen se fortalece, porque se convierte en un refugio o porque no son prioridad de solución. Hoy la inseguridad en la sociedad está en vilo, se ha salido de control y tratar de ordenar esta medusa va a requerir un esfuerzo descomunal, pero el tiempo para iniciar este trabajo ya debería haber comenzado y no parece que así sea… La incertidumbre prevalece.

mar de incertidumbre
Ilustración: lonedain.

Hoy se abren espacios en los liderazgos mundiales fallidos que serán ocupados por visionarios de la oportunidad, no quiere decir que las personas que vayan a ocupar estos limbos sean estadistas proclives al bienestar social, el poder ausente va a ser arrebatado y peleado palmo a palmo. Los líderes que acechan estas oportunidades parecen pertenecer a corrientes nacionalistas y populistas que se van a presentar como redentores de nuestros miedos y refugio de nuestras esperanzas. Es nuestra responsabilidad como sociedad participar en la construcción de aquello que perdimos en los últimos meses y encontrar esas formas nuevas, cuidando a nuestro prójimo y nuestra libertad.

Cada día en nuestro futuro próximo es crítico para resolver estos tres grandes retos, si nos mantenemos al margen el camino será en declive, porque siempre se puede estar peor.


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Hay una famosa frase popular que reza “más vale prevenir que lamentar”, porque ya hemos vivido en múltiples ocasiones el arrepentimiento que provoca no haber contemplado y tomado medidas sobre aquello que sabíamos podía ocurrir, sin hacer algo por evitarlo. Aún cuando la mayor parte de los eventos catastróficos no podemos evitar que sucedan, la realidad es que sabemos que existe la posibilidad de que sucedan y solamente esperamos que no sea así.

Como especie humana tenemos una gran capacidad intelectual para evaluar el riesgo, medir la posibilidad de que algo pase y sus consecuencias, pero no está sujeta solamente a nuestro potencial de raciocinio, la mayor parte de nuestras decisiones las tomamos en función de las experiencias vividas y la esperanza de que los eventos siempre sean como los imaginamos. Damos más valor a la percepción que al pensamiento.

cambio de pensamiento
Imagen: Página 12.

Sin embargo, en cualquier forma siempre evaluamos dos aspectos:

*Posibilidad: aquello que puede suceder.

*Impacto: efecto que tiene un evento.

Si queremos decidir tomando como base el pensamiento racional, tendremos al menos que evaluar con datos, la posibilidad y el impacto de aquello que es posible que suceda. Empero, la mayor parte de las veces no sucede así, decidir con base solamente a las percepciones es muy peligroso.

Hoy el mundo vive las consecuencias de no calcular en forma adecuada el impacto de un evento, de no tener consistencia en las medidas que deben tomarse en conjunto por todas las naciones, y de no tomar las precauciones necesarias para prevenir lo que vivimos hoy. Pero, además, hay algo que resulta imprescindible para analizarse y no se ha hecho en forma adecuada; más allá de lo obvio de declarar que siempre es mejor “prevenir que lamentar”, hoy sufrimos el impacto de algo que se esconde sutilmente debajo de esta crisis, de cambios en la perspectiva, en el enfoque de la salud, hoy no sólo debemos evaluar el costo social de la salud, tenemos que medir el Valor Social de la Salud.

ojo que vigila pandemia
Imagen: El País.

Nos preocupa el costo de la salud, de los servicios, de mantener el personal en los hospitales o sistemas de salud, de aquellas enfermedades incapacitantes, de todos aquellos elementos que merman las capacidades físicas e intelectuales de las personas, siempre bajo restricciones presupuestales. Sin embargo, el valor social de las cosas que suceden se convierte en una catástrofe.

Hoy tenemos una pandemia que, sin haber incapacitado a las personas desde el punto de vista de salud, ha inmovilizado al mundo. Restringe la movilidad, los trabajos, disminuye la productividad, el consumo, nuestra normalidad. Hoy vivimos un impacto brutal en diversos aspectos:

*Crisis económica.

*Violencia doméstica.

*Cambio en los hábitos de comportamiento social.

*Disminución de la movilidad.

*Percepción de la vulnerabilidad.

vagabundo, sin casa, desempleo
Imagen: Revista Paula.

El valor social de la salud es mucho más grande que su costo, el no haber tomado las decisiones oportunas de prevención, no medir en forma adecuada la posibilidad e impacto de la ocurrencia de los eventos nos lleva a enfrentar lo siguiente:

*Repercusión en la riqueza desde las personas, hasta las naciones.

*Deterioro del tejido social.

*Nuevas formas de relacionarnos, trabajar, consumir, etc.

*Replantear la necesidad y formas de movilidad.

*Enfrentar nuevos enemigos.

No evaluar las condiciones de riesgo en forma adecuada (posibilidad e impacto) en todos los ámbitos de la sociedad, financieros, sociales, de seguridad, de gobierno, es devastador. Hay que tomar las decisiones y acciones oportunas para evitar el daño que hoy sufrimos. Porque es seguro que ocurrirán en algún momento en el futuro.

Tenemos que capacitar y aportar conocimiento veraz a las personas que nos rodean, que haya gente bien informada y motivada en nuestra sociedad, y quienes usualmente son, y por mucho, más efectivas y poderosas que un grupo de trabajo, sometido a un sistema, ignorante y vigilado.

Pensemos, ¿qué condiciones de riesgo tenemos en nuestro ámbito personal que no hayamos pasado por el tamiz “probabilidad e impacto”?


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Escucho muchas veces durante estos días de resguardo en casa, la frase “esperamos a que todo vuelva a la normalidad”, y no dejan de sorprenderme estas palabras por varias causas:

Aún no tenemos claro cuándo regresaremos a las actividades laborales plenas.

No sabemos la forma en que se dará el regreso a las actividades.

Desconocemos si las condiciones laborales después del regreso serán similares.

Es muy probable que los hábitos y conductas se modifiquen en alguna forma.

¿Entonces esperan que todo se mantenga igual?

Sin embargo, hay otro grupo de personas que dicen “estamos aprovechando este momento para innovar y plantear soluciones diferentes” y me hacen reflexionar:

Aun sin saber cuándo se regresará a la actividad laboral plena, están ellos plenos de actividad diferente, adicional a la que usualmente tenían.

Desconocen la forma y las condiciones laborales del regreso, pero están proponiendo alternativas.

No conocen las circunstancias futuras, pero están analizando mucha información y preparándose para la incertidumbre.

¿Están construyendo ellos su propia circunstancia?

cerebro, consciencia, relojos de arena
Imagen: El País.

El dilema es sencillo, ¿espero a que regresen las circunstancias que conozco o preparo escenarios futuros que tal vez no se den?

Dependiendo de nuestras particularidades, elegiremos cuál de estas alternativas deseamos que suceda y plantearemos nuestros argumentos.

Si soy una organización poco movible, con mercados y productos que el cliente conoce y demanda, personal altamente entrenado y especializado, elegiré regresar a una situación conocida. Donde me sienta cómodo, mi eficiencia y rentabilidad fortalecen la supervivencia y el desarrollo, mis programas de expansión y crecimiento están sustentados en mi fuerza de marca, mis valores agregados, cultura y hábitos de mis consumidores, o la dificultad de sustituirme.

Por otro lado, una organización con enfoque de innovación, que busca y promueve la obsolescencia anticipada, gusto por el riesgo o necesidad de hacerse un espacio en el mercado, buscando nichos diferenciados, programas de expansión y desarrollo fundamentados en el cambio de hábitos y consumo, elegirá y usará esta circunstancia para analizar y promover propuestas diferentes.

antes y despues de la pandemia
Ilustración: Vior (El Clarín).

Ambos planteamientos tienen sus defensores y detractores, tienen argumentos válidos, conocimiento claro de sus fortalezas y debilidades, con el cual defienden su postura y esgrimen discursos. Sin embargo, la respuesta correcta no dependerá de sus percepciones, dependerá del correcto análisis de información en cuanto a:

Cómo se modificarán las necesidades de los consumidores o usuarios.

Qué tan sustituibles son.

Cuánto entienden las necesidades que se tendrán.

Los especialistas seguramente agregan variables; capacidad de inversión, comunicación, fuerzas de marca, de mercado, grado de satisfacción, capacidad de los equipos de trabajo, etc., pero en realidad todo tendrá que ver con las tres principales mencionadas anteriormente.

crisis psicologica pandemia
Imagen: The Journal.

Se tiene que voltear a ver a la sociedad que, durante estas semanas se mantiene encerrada en sus casas, ha demostrado una evolución que deberá ser analizada en el futuro, da paso a la creatividad y demuestra un uso diferente de las herramientas para solucionar los problemas cotidianos, las mecánicas e interacciones cambiaron y entendieron que se puede hacer “de otra forma”; y cuando las personas entienden que hay alternativas y las aprenden, cambian en sus “modos”. Hoy las personas han aprendido que hay mas vías, tenemos que estar atentos para que estos cambios no nos superen como organización.

Estas condiciones serán válidas para las organizaciones privadas, las ONGs, asociaciones y partidos políticos, instituciones de educación, inclusive en la forma de gobernar. Más allá de defender o promover una de estas dos ideas, es importante entender las circunstancias de la organización que lidero o participo, porque lo complicado será no saber mi propia condición y no estar preparado para lo que vendrá.

Por ello…

Con visión de futuro a corto plazo, ¿cuál de estos escenarios estás promoviendo en tu organización?


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He seguido con particular interés el debate entre las personas, cuya postura es que la parálisis económica es más grave que los decesos que pueda causar la pandemia provocada por el COVID-19, ambas situaciones requieren análisis por parte de las personas e instituciones encargadas de orientarnos en esta grave situación, algo más sólido e informado que las opiniones que escuchamos en las redes sociales y los medios de comunicación. Es muy grave opinar sin conocimiento. 

Reflexionemos lo siguiente.

11 de marzo de 2020. El director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, anuncia que han evaluado que el COVID-19 puede caracterizarse como una pandemia.

27 de marzo de 2020. La directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, anuncia que la economía mundial entró en una recesión debido a los efectos de la pandemia del COVID-19.

La pandemia se define por eventos impredecibles, pero recurrentes, que pueden tener consecuencias graves para la salud humana y el bienestar económico mundial. Sin embargo, no menciona la falta de servicios de atención médica y la imposibilidad de atender a los enfermos, la desesperación, el dolor, el sufrimiento por familiares enfermos y los decesos de seres queridos.

economia y covi
Ilustración: El Economista.

En el caso del COVID-19, el FMI menciona que éste ha sido el detonante que provoca la recesión en la que estamos, aun cuando varios especialistas insisten en que la economía del mundo se encontraba en una situación muy frágil y que una recesión mundial era inminente.

Una recesión se caracteriza por el empeoramiento de la economía durante al menos dos trimestres consecutivos, suele acompañarse de disminución del consumo, de la inversión, de la producción de bienes y servicios. Lo cual provoca, a su vez, que se despidan trabajadores. No se ve en esta definición el dolor, la desesperación de las cabezas de familia que no pueden llevar comida a sus hogares, las pérdidas de vivienda, del sacrificio de bienes y ahorros, la pérdida de oportunidades de estudio de los jóvenes, de patrimonios esfumados, de sueños sin cumplir, y más situaciones terribles.

Algunos líderes dicen que unos miles de muertos son mejoresque enfrentar una recesión, para ello sostienen que 21,000 muertos entre 450,000 infectados (4.7%) –cifras al 27 de marzo de 2020 a nivel mundial– es un daño menor al impacto de las consecuencias por los problemas en la disminución del ritmo económico mundial, además hay otras enfermedades que provocan muchas más muertes.

Según la OMS, las cuatro principales causas de fallecimiento por temas de salud en el mundo son:

1. Cardiopatía Isquémica y el Accidente Cerebrovascular: 15.2 millones de personas (2016).
2. Enfermedad Pulmonar Obstructiva: 3 millones de personas (2016).
3. Cáncer de Pulmón, Tráquea y Bronquios: 1.7 millones de personas (2016).
4. Diabetes: 1.6 millones de personas (2016).

oms
Imagen: Cuba Hora.

Bajo este argumento, 21,000 (4.7%) muertos sobre 450,000 infectados parecen cifras pequeñas. Insensible, pero contundente. Sin embargo, veamos más a detalle.

Se estima que el porcentaje de la población mundial que puede resultar infectada por COVID-19 es del 70%; sobre una población mundial actual de 7,625 millones de personas, el 70% de la población infectada sería de 5,337 millones y con un factor de deceso de 4.7%, estamos hablando de 250,086,250 muertos, ¡son cifras alarmantes! No podemos permitir la muerte de tantos seres humanos. No existe evento en la historia de la humanidad que sume tal cantidad de muertos.

Además, no conocemos el impacto futuro del COVID-19 o de sus posibles curas, no tenemos suficiente información de una enfermedad que se detectó por primera vez el 1º de diciembre del 2019, ¡nos falta conocimiento! Por ejemplo:

· Aún no nace la primera generación gestada bajo los efectos del COVID-19 y no sabemos qué pueda pasar.
· Desconocemos si las personas infectadas asintomáticas en el futuro puedan desarrollar síntomas o secuelas.
· Tampoco conocemos el comportamiento del virus en menores de edad y qué consecuenciasfuturas tendrán.
· No sabemos los efectos que puedan tener las ulteriores vacunas en el largo plazo al ser desarrolladas a toda velocidad y sin ser probadas en forma exhaustiva.

economia y poblacion
Ilustración: El Colombiano.

Podría mencionar muchas más variables que no podemos predecir, ¡sabemos muy poco de este enemigo!

No es sensato e inteligente hacer menos la pandemia por COVID-19, ¡las consecuencias pueden ser catastróficas!

Lo que enfrentamos es diferente, festejo las buenas intenciones y ocurrencias por los señalamientos de remedios y soluciones a base de platillos gastronómicos, limpias, imágenes religiosas, curas en los medicamentos genéricos o anuncios de que por tener dinero o no en el banco se es inmune, así como tampoco creo que la recesión se solucione saliendo a la calle a comprar todo lo que podamos en abonos.

Los problemas complejos no tienen soluciones únicas, los problemas complejos requieren análisis, conocimiento y múltiples soluciones; se requiere la participación y compromiso de todos, por supuesto que habrá dolor y sacrificio, se necesita liderazgo e innovación ante un mundo que es diferente a partir de ya. 

Aunque no queramos, todo cambió y debemos enfrentarlo.


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Liderazgo e inteligencia por favor

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Nunca en la historia de la humanidad hemos enfrentado un enemigo común en tal magnitud donde el COVID-19 nos plantea un reto de evolución y subsistencia. En esta lucha no existe distinción entre color de piel, cultura, dinero, ideología, fronteras, género, religión o poderío bélico, tampoco existen ambiciones o deseo de imponer nada, ni siquiera se le considera un organismo vivo, sólo hace en forma constante, eficiente e implacable, aquello para lo que está diseñado: infectar; no existe negociación.

En este escenario es fundamental entender cómo se puede combatir un enemigo de esta naturaleza y posteriormente cómo construir los caminos de recuperación a realizar, para regresar a una normalidad de vida ¡que será diferente! Las grandes guerras han demostrado que después de ellas el mundo que resurgió no era igual, este caso no será la excepción. Las medidas para combatir al COVID-19 y después reconstruir las sociedades, son dos, el liderazgo y la inteligencia.

            Revisemos el primero, el liderazgo:

La pandemia a la que nos enfrentamos ha dejado al descubierto fracturas en las instituciones, que no son evidentes hasta que se ponen a prueba, la OMS no ha logrado establecer un liderazgo que ordene el quehacer de todas las naciones, algunas han seguido sus recomendaciones y otras sencillamente han preferido sumar infectados y muertos. Por otro lado, cada uno de los líderes de las naciones ponen sus agendas de salud con una visión más de economía y política, que con una visión de resguardo social. Consecuencia de ello, sumar más infectados y muertos.

liderazgo en covid
Ilustración: Asian Scientist Magazine.

En algunas naciones vemos decisiones de sus líderes que nos parecen aberrantes por su falta de sensibilidad, donde el imperio de la demagogia priva por encima del bienestar social, sin entender que las consecuencias van a ser catastróficas. Por no entender que prevenir siempre será más eficiente y barato que enfrentar consecuencias.

En otras naciones vemos líderes que atienden las recomendaciones de las instituciones responsables de esta circunstancia, de los jugadores sociales, y llegan a consensos justos, donde se busca mitigar el impacto de esta batalla y principalmente el involucramiento de todos.

            Revisemos el segundo, la inteligencia:

Las decisiones más eficientes están basadas en el conocimiento tecnológico y científico, aquellas que se toman fundamentadas en el análisis de datos y el correcto planteamiento de los problemas, aquellas personas que se encargan de plantear, recopilar y analizar los datos son gente que por la experiencia y el estudio se les considera expertos en cualquier área del conocimiento. Dejar de escuchar a estas personas argumentando percepciones o ideologías es peligroso, porque los expertos tienen el conocimiento para prospectar comportamientos o tendencias.

Ellos, en la figura de organismos internacionales, instituciones especializadas, universidades, etc., son los que deben señalar los caminos más eficientes para combatir esta crisis y las mejores formas de recuperación económica y social.

inteligencia en tiempos de covid
Ilustración: Behance.

            Sumemos el liderazgo y la inteligencia:

Cuando un líder a nivel institución global, nación, división geográfica, empresa, entidades sociales, de seguridad o iglesias suman a sus decisiones información científica y datos de cada uno de los factores involucrados, dejando a un lado percepciones individuales, podremos estar seguros de que esas decisiones serán las mejores que podrán tomarse en ese momento y en tales circunstancias. Si a lo anterior se agrega la participación de todas las estructuras sociales, se logrará que estas decisiones funcionen, y para ello es fundamental, además, tener credibilidad.

Estamos ante una situación única en la historia, de esta batalla resurgirá una sociedad diferente, donde todos los participantes habrán evolucionado por la imperiosa necesidad de sobrevivir. Hoy más que nunca necesitamos líderes y decisiones inteligentes, menos que eso será iniciar esta nueva época con desventaja.


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