Atravesamos un momento desconocido de la pandemia por Covid-19, en Europa existe un repunte de casos en lo que se ha llamado un rebrote, sucede prácticamente en todo el continente aunque con diferencias, mientras en Suecia, después de haber tenido un inicio fatal, ahora tiene menos casos que sus vecinos; por su parte, en España, después de haber tenido inicialmente muchos casos de contagio, fallecimientos y haber estado las unidades médicas desbordadas en la atención hospitalaria, tuvieron una remisión notable, aunque ahora tienen nuevamente varios casos con una dinámica o epidemiología diferente. La ventaja es que ahora no hay tantos fallecimientos, son mucho menos que en la primera fase, con menor necesidad de internamiento hospitalario, y al parecer la incidencia es ahora en individuos con menor edad.
Es cierto que actualmente se realizan muchas más pruebas en pacientes sospechosos y en individuos asintomáticos del entorno de los infectados, lo que les ha permitido realizar aislamientos dirigidos, sin embargo, no han podido detener el crecimiento de casos nuevos. Todo esto les ha conducido a una crisis con diferentes vertientes, por un lado, la sanitaria y, por otro, el agravamiento de las consecuencias económicas y el crecimiento de tensiones políticas ante las diferencias que surgen con el manejo sanitario.
En Estados Unidos el número de casos se acerca a los siete millones con unos 200,000 fallecimientos. En Brasil el número de casos es alrededor de los cinco millones, con cerca de 150,000 fallecimientos. En la India se encuentran en el centro de una primera ola de la enfermedad, con más de cinco y medio millones de casos y 90,000 fallecimientos. En México el número de casos es mayor a 700,000 y el número de fallecimientos se acerca a 75,000. Si bien las diferencias entre el número de habitantes de estos países hacen que la frecuencia por 100,000 habitantes y la mortalidad sean diferentes, en México el curso de la Covid-19 ha tenido diferencias notables. Desde hace muchos meses que el número de casos nuevos se ha mantenido muy alto, entre los 5,000 y 6,000 casos diarios, si bien con algunas oscilaciones, existe una meseta, alta, algo parecido sucede con las defunciones, con variaciones que tienden a presentarse los domingos y los lunes, seguramente por defectos de captura o notificación. La ocupación hospitalaria, a la que en mi opinión se le ha dado demasiado valor en la evolución de la pandemia, ha ido disminuyendo, aunque no considerablemente.
En esta semana recibí el capítulo de un libro, en éste se hace una revisión de las posibilidades terapéuticas ante la Covid-19; desafortunadamente hasta este momento ningún antiviral ha tenido eficacia comprobada, lo mismo puede decirse del tratamiento con plasma de enfermos convalecientes; han surgido notificaciones con varios tratamientos que analizan, o bien, casos aislados o series pequeñas; pero, cuando se estudian series de casos más grandes y de forma, metodológicamente, más cuidadosa, los efectos son mucho menos considerables. Los resultados con los corticosteroides y los anticoagulantes parecen ser más alentadores, pero de ninguna forma son un tratamiento específico para el padecimiento por SARS-CoV-2.
Llamó mucho la atención la declaración del presidente Trump cuando comentó que él cree mucho más en la vacuna que en el cubrebocas. Ha sido notable que en el desarrollo de su campaña electoral las reuniones multitudinarias se llevan a cabo sin la mayor precaución, sin cubrebocas, sin distancia prudente y sin medidas para el aforo de los recintos ni para la entrada ni salida de los asistentes. Como parte de esta actitud particular, quiero destacar lo sucedido durante el desfile militar conmemorativo de la Independencia de México que se llevó a cabo el pasado 16 de septiembre sin público –cuando menos masivo–. En esta ocasión el primer mandatario de la República lo presidió desde un templete a pie de calle, en lugar de hacerlo desde el balcón presidencial de Palacio Nacional, seguramente es un gesto diferente, con el que quiere destacar su cercanía con el pueblo. Lo que me parece destacable es que en las fotos el señor presidente aparece sin cubrebocas, tampoco lo lleva su esposa, ni el secretario de la Defensa ni el de Marina, tampoco ¡el secretario de Salud! Mientras tanto, la tropa que desfilaba lo hacía portando un cubrebocas y que incluso se ha adecuado al uniforme. Es conocida la reticencia del Lic. López Obrador al uso del cubrebocas, hasta ahora sólo se le ha visto usarlo cuando viaja en avión. El presidente Bolsonaro en Brasil también es un escéptico del cubrebocas.
Mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador junto con su esposa Beatriz Gutiérrez Müller.
Hace sólo unos días la OMS hizo notar que los únicos instrumentos efectivos para evitar la transmisión del SARS-CoV-2, son el distanciamiento social y el cubrebocas. Todos estamos muy esperanzados en la aparición de una vacuna eficiente, pero hay que entender que muchas están en fase II, apenas se ha aplicado la vacuna a unas cuantas decenas de voluntarios, en espera de observar primero su respuesta inmunológica, medida por la generación de anticuerpos y la no aparición de efectos secundarios. De ahí se pasa a la fase III, en la que se aplica a varios miles de voluntarios, esta vez de condiciones más diversas de edad, antecedentes de salud, equiparable en sexo, y se observa a mediano plazo otra vez la respuesta inmunológica y la aparición de complicaciones; en dos de los estudios han aparecido pacientes con complicaciones posiblemente atribuibles a la respuesta inmunológica, mielitis transversa.
En todo caso, estamos en el camino de la fase III, y después de un tiempo –que no sabemos qué largo será–, se podrá pasar a la producción masiva, a la distribución y finalmente a la aplicación amplia de la vacuna; durante un tiempo deberá observarse tanto la respuesta protectora como la aparición de complicaciones. Los políticos hablan de la ya inminente aparición de una vacuna, que además sería muy eficiente, pero esto no es totalmente cierto, las vacunas están en investigación y, desde luego, los gobiernos deberán tomar previsiones para su distribución y financiamiento. Pareciera que más de una de las vacunas en estudio han ido dando resultados que nos generan una actitud optimista, pero debemos esperar hasta que se demuestre su eficiencia e inocuidad.
En 1985 asistí a un Congreso de Inmunología donde el Dr. Patarroyo (brillante inmunólogo colombiano) fue el conferencista estelar, mostró sus resultados para una vacuna para el paludismo, la cual parecía absolutamente segura y eficiente, pero no fue así, desde entonces Patarroyo ha pasado de héroe a villano y otra vez a héroe. Ante el fracaso de su primera vacuna se le acusó de malversar fondos, de acabar con una especie de monos, que era con los que experimentaba, y después de unos años pudo volver con sus funciones.
Hace un poco más de un año, se inició una nueva etapa de vacunación en África, dentro del área subsahariana mueren de 500,000 a 700,000 habitantes anualmente, especialmente niños, la vacuna sólo tiene una expectativa de 40% de protección, y se tienen que aplicar tres dosis trimestrales seguidas de dos semestrales para obtener alguna protección, sin embargo, dada la gravedad del problema se tiene que utilizar. En la India siguen sucediendo muchos casos de paludismo, pero al no ser el plasmodium de la variedad falciparum, la mortalidad es bastante menor. La creación de una vacuna es una tarea muy compleja, y si además es para proteger una enfermedad que hasta hace seis meses era no sólo desconocida, sino probablemente inexistente, la tarea es aún más complicada. En la OMS los más optimistas piensan que al final de 2022 se podrá tener vacunada al 30% de la población mundial.
En tanto, debemos ser muy respetuosos con el SARS-CoV-2, tratar de conocerlo cada vez mejor y mientras contemos con otras o mejores herramientas, usar el cubrebocas y el distanciamiento social, son los únicos recursos que han demostrado eficiencia.
Lectura recomendada:
⋅ Suria E. Loza-Jalil, Mónica Prado-Rodríguez, Brenda L. Rocha-González. “Estrategias de tratamiento farmacológico en infección por SARS-CoV-2, en Suria E. Loza-Jalil (ed.) Terapéutica en Infectología de adultos. Facultad de Medicina. McGraw Hill. México 2020 (en prensa).
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