2020

PIB cae 8.5% y tira la “pronta recuperación” de la 4T

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México cerró el 2020 con una caída del 8.5 en su Producto Interno Bruto (PIB), la peor disminución desde 1932. Con ello quedó comprobado que la autollamada Cuarta Transformación no ha logrado una pronta recuperación económica como tanto lo presume el presidente Andrés Manuel López Obrador

Esta mañana, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publicó los resultados que tuvo el PIB a lo largo del cuarto trimestre del 2020. En este sentido, aunque presentó un incremento en los últimos meses, el país tuvo una caída anual bastante considerable. 

Y es que en un año, el PIB de las actividades secundarias tuvieron una baja de 10.2 por ciento y las terciarias de 7.9 por ciento. Únicamente las primarias crecieron en 2 puntos en todo un ciclo lleno de tensión sanitaria, financiera y de pobreza. 

PIB en el cuarto trimestre del 2020: Fuente: INEGI.

Sólo para recordar, el primer mandatario prometió al inicio de su gestión, un crecimiento económico anual del 4 por ciento. Aunque un pronóstico así sería difícil de cumplir en medio de la pandemia de COVID-19, lo descarado es que el jefe del Ejecutivo no reconoce que la economía mexicana está lejos de tener una prosperidad pronta. 

Todo lo contrario, López Obrador se ha dedicado a dar falsas esperanzas a los mexicanos. Con mensajes como “vamos bien”, “estamos saliendo de la pesadilla” o “tendremos una recuperación rápida”, el funcionario tabasqueño sólo contradice una realidad llena de pérdida de empleos, cierre de negocios y mayores índices de pobreza. 

Como prueba del cinismo del presidente de la República se encuentra la mañanera del 10 de junio, cuando aseguró que difiere de los economistas que pronostican una crisis económica en forma de “L” para México. Es decir, luego de su caída, las finanzas permanecen abajo por un tiempo prolongado —como lo están viviendo muchos de los mexicanos—. 

Desde la perspectiva del primer mandatario, quien carece de estudios especializados en materia, la crisis económica mexicana ha tenido una trayectoria en “V”. Para el servidor público, el toque de fondo de la moneda es únicamente un impulso para su salida. 

“Algunos analistas hablan de que va a hacer como una ‘L’, que caímos y estaremos en el fondo durante un tiempo. Mi pronóstico es que será como una ‘V’, que caímos, tocamos fondo y vamos para arriba”, expresó el funcionario.

Pero, lo más grave del asunto es que pese al paso del tiempo y los evidentes estragos de la pandemia de COVID-19, el líder de la autollamada Cuarta Transformación sigue haciendo declaraciones que hasta parecen burlonas.  Un ejemplo de ello fue la declaración que hizo desde Nuevo León sobre que México “ya está viendo las lucecitas para salir del túnel” que trajo consigo la contingencia sanitaria”. ¿En verdad es el fin con casi 2 millones de contagios y más de 155 mil pérdidas humanas?

Aumenta la pobreza a raíz de la pandemia

Otra de las pruebas que demuestra que López Obrador no está tan a favor de “los pobres”, se deposita en un estudio realizado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Resulta que según el análisis elaborado por el organismo, la pandemia de COVID-19 podría generar un crecimiento de hasta 7.9 por ciento de la población en condición de pobreza. Dicha cantidad, representa a alrededor de 9.8 millones de personas que ya no podrán tener ingresos suficientes para atender sus necesidades alimentarias y no alimentarias. 

Más aún, los habitantes en situación de pobreza extrema posiblemente tendrán un aumento de 4.9 puntos porcentuales, una situación equivalente a  6.1 millones de personas que serán protagonistas de tres o más carencias sociales. Estas últimas incluyen rezagos educativos, seguridad social, vivienda, salud, alimentación y acceso a servicios básicos. 

Asimismo, el Coneval alertó que la contingencia podría dejar hasta 1.7 millones de mexicanos sin empleo —41 por ciento de ellos pertenecientes al sector formal—. Tal panorama significa que un mayor número de habitantes no tendrá acceso a la seguridad social en medio de un padecimiento mortal. Pero, ¿qué ha hecho López Obrador?

El presidente del “primero los pobres” parece haber olvidado su población objetivo. Bajo la medida de entregar apoyos a adultos mayores, personas con discapacidad y becas a algunos estudiantes, cree que los esfuerzos de su administración han valido la pena. Sin embargo, no ha tomado en cuenta todos los factores que ponen en la cuerda floja a varios grupos vulnerables. 

Como ya lo ha señalado el Coneval, la pobreza es un estado multidimensional y por ende, debe ser abordado desde sus diferentes aristas. Por ello, resulta insuficiente que los “servidores de la nación “ entreguen montos económicos a quienes hayan alcanzado a censar.

En la misma dirección, medidas como la “trabajar de abajo hacia arriba” han resultado falacias en la administración de López Obardor. Esto, sobre todo si se toma en cuenta que según Oxfam México, el 1 por ciento del sector más rico del país, posee mayores recursos que los percibidos por 62 millones de habitantes pobres. 

Finalmente, las afirmaciones de esperanza emitidas a diario por el jefe del Ejecutivo son una forma de dar atole con el dedo a los mexicanos. Afirmar que la economía tiene una recuperación eficaz es tan irrespetuoso para los habitantes de la República, como decir que la pandemia de COVID-19 quedó domanda desde abril y ahora ocupa el tercer lugar en el mundo, en cuanto a número de fallecimientos.

Las Paredes Gritan: 2021… ahorcado por el 2020

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La vacuna del 2021

Qué más quisiera uno que haberse abrazado en año nuevo, brindar, cerrar los ojos e iniciar un nuevo año muy distinto al anterior. Eso, en estos momentos, es muy complicado.

El virus del COVID-19 llegó. Se reprodujo. Se extendió por todas las naciones y afectó seriamente a la raza humana. El virus nos afectó a todos aunque hayamos permanecido “guardaditos” en nuestras casas.

El hecho de contar con una vacuna en menos de un año es sorprendente. ¡Es fantástico!… Pero eso no es “un milagro” como dice AMLO.

La vacuna es uno de los mejores ejemplos neoliberales (positivos) que se tienen al contar con alianzas entre: los gobiernos, las empresas, los científicos y la sociedad civil que aceptó hacerse las pruebas para medir su eficacia.

vacunas neoliberales
Imagen: Medios18.

Atrás de la vacuna está la ciencia. Y atrás de la ciencia hay miles de científicos que trabajaron en 2020, por lo menos, en unos 200 proyectos diferentes.

Comenta Sergio Sarmiento al hablar sobre los productores de vacunas: “La competencia ha permitido, además, el desarrollo de productos con tecnologías muy distintas. Según el New York Times, 64 se encuentran ya en pruebas clínicas en humanos y 19 están en las últimas fases; por lo menos 85 están en pruebas preclínicas con animales” (Reforma, 29/XII/2020).

No todos han terminado su trabajo. Muchos de ellos siguen investigando y en este año habrá muchos otros resultados sobre las vacunas para frenar la pandemia.

Imaginemos a la población mundial: ¡Siete mil 750 millones de personas! Ahora imaginemos que las tenemos que vacunar a todas lo más pronto posible… ¡Será un gran lío! Tendrá que crearse una muy compleja red entre todos para lograrlo.

Pensemos en Europa. Para mantener su bienestar como países del Primer Mundo, ellos importan muchas de sus mercancías de otras naciones. Algunos producen café, cacao, plátanos, etc. (África, América Latina, Asia) y la Unión Europea los compra a muy buenos precios.

Lo mismo sucederá con la vacuna contra el COVID-19 en todo el mundo. Todos quieren la vacuna. Todos la demandan. Todos aspiran a conseguirla de inmediato. ¿Cómo se logrará?… NPI.

Ésa será una de las cuestiones que viviremos en 2021… Ahorcados por el 2020.

vacunas mundo
Imagen: The Conversation.

Joe Biden anunció que en los primeros 100 días de su gobierno vacunaría a 100 millones de personas y se quejó de Donald Trump: “Si continúa avanzando como ahora, va a tomar años, no meses, vacunar al pueblo estadounidense” (Bloomberg, 29/XII/2020).

Desde que se inició la vacunación hasta el 30 de diciembre, en Estados Unidos se habían aplicado 2 millones 100 mil vacunas. Y van lentos.

Por nuestra parte, en México se habían aplicado sólo ¡18 mil 529 vacunas! ¿Cómo vamos a conseguir vacunar a 130 millones de mexicanos? ¿Cuántos años va a durar esto?

Existen dos formas para distribuir las vacunas: una, implica un mercado diverso y con competencia. La otra, centraliza las decisiones.

AMLO apostó por la segunda, pero dijo que “no tiene problema si hay empresas que quieran comprar vacunas en el extranjero lo podrán hacer”. Su gobierno no puso ningún impedimento.

En el plan de AMLO serán vacunados:

Etapa 1, personal de salud en tareas del COVID-19, 125 mil personas, de diciembre 2020 a febrero de 2021;
Etapa 2, personal de salud (un millón 135 mil) y ciudadanos de 60 años o más, con 16.4 millones, entre febrero y abril de 2021.
Etapa 3, ciudadanos entre 50 y 59 años, 13 millones, entre abril y mayo de 2021;
Etapa 4, personas de 40 a 49 años, 16.3 millones, entre mayo y junio de 2021; y
Etapa 5, ¡todos los demás! O sea, 58 millones, entre junio 2021 y marzo de 2022.

Este asunto será  muy complejo. Y será largo. ¿A usted cuándo le toca?

desconfianza
Imagen: Hanna Barczyk.

Vacuna y ¿mercado negro?

La vacunación en México inició el 24 de diciembre. Se realizó dada la gran movilización que hizo la Secretaría de Relaciones Exteriores desde hace meses para conseguir un volumen importante de vacunas para los mexicanos.

Sin duda existe una demanda específica de los gobiernos y hay una larga lista de países que desean recibirlas. La existencia de las vacunas es una prueba fehaciente de “la fortaleza del libre mercado”. Las empresas que las producen son privadas y todas han tratado de salir primero para ofrecerlas.

Sin embargo, ese “mercado” está destinado en este momento sólo a los países y sus gobiernos. La producción de la vacuna es escasa todavía y no sé si llegaremos a ver una producción masiva que atienda las demandas mundiales.

Si acaso llegaran a participar empresas privadas también en la compra y distribución de las vacunas tendrían, en teoría, que esperar hasta que todos los países hayan comprado sus vacunas.

Pero las vacunas siguen las reglas del mercado. La oferta y la demanda jugarán un papel determinante. Mucha oferta bajará los precios. Mucha demanda los elevará. Eso es real.

Pregunto: ¿Habrá alguien que esté analizando la posibilidad del surgimiento de un mercado negro de vacunas?

Ya sabemos que los gobiernos empezarán comprando las vacunas. Las harán gratuitas. Establecerán sus protocolos (como en México), y si les va bien, terminarán en marzo de 2022.

Por otro lado, hay gente con los suficientes recursos para tratar de vacunarse antes que el gobierno lo haga. Con esta gente (y con los “influyentes”) surgirá una “nueva demanda”. Y quizá podrá surgir una “nueva oferta”, con tantas compañías produciendo vacunas.

¿Podrá surgir un mercado negro?… No es imposible. Y eso, sin contar a los “gandallas”.

narco vacunas
Imagen: Infobae.

Cárteles y pandemia

La llegada de la pandemia les pegó también a los cárteles mexicanos. Los cierres de frontera. Las revisiones. La falta de turismo. La vigilancia. ¿Qué hicieron?: Inventar. ¿Qué?… NPI.

Si descubren alguna forma para fortalecer el mercado negro de las vacunas se generará un grave problema adicional.

Que tenga un buen principio de año.

La Cueva del Delfín

Los años cambian… Los problemas cambian… Nuestra edad cambia… Pero los partidos políticos (incluidos los de Morena) tienen un destino común: “Ir por el poder y engañar a la gente”… ¿O no?

¡Vientos huracanados!, si no me mandan por nuevas vacunas nos veremos por acá la próxima semana.


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¿A dónde vamos?

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¿Tenemos un lugar al cual llegar todos los días?

Salimos de la casa en la mañana y nos subimos al coche, a la bici, al transporte público o caminamos, pero ¿a dónde vamos? ¿Al trabajo? ¿Todavía tenemos uno?

La mayoría –aunque ya ni tan mayoría– de nosotros vamos a trabajar varios días a la semana. ¿Por qué o para qué trabajamos?

Pues para tener dinero y después usar ese dinero para (sobre) vivir. Entonces en un día normal nos levantamos de madrugada, recorremos una gran distancia y cruzamos ciudades para llegar a nuestro lugar de trabajo. Después de unos cuantos días de trabajo recibimos un sueldo o salario, el cual nos servirá para comprar las cosas que necesitamos o queremos, hasta donde nos alcance.

Muchas veces este sueldo no es suficiente, pero es mejor que no tener nada. ¿Si tuviéramos dinero suficiente y no necesitáramos más, igual tendríamos un trabajo? Puede ser, a lo mejor para hacer lo que nos apasiona, para tener poder o para no volvernos locos.

felicidad
Imagen: Cloud Front.

Para muchos de nosotros que tenemos la necesidad de trabajar para tener dinero, pensemos por un momento ¿por qué y para qué necesitamos dinero? Para comprar agua y comida, en promedio podemos vivir 3 o 4 días sin agua y de 2 a 8 semanas sin comida. Para comprar ropa y calzado.

Para comprar o rentar una casa o un departamento en el cual vivir, dormir y protegernos del frío, de la lluvia, del calor, de la suciedad y de todas las enfermedades que ocasionan.

¿Acaso no podríamos vivir en y de la naturaleza?

En los bosques, campos, montañas, playas, lagos, ríos, etc., los cuales son gratis y no cuestan, podemos encontrar todo lo que necesitamos para vivir (agua y comida) y usar sus elementos para construir una casa o una cabaña en la cual refugiarnos.

Hace cientos, miles o millones de años, los humanos vivíamos así. Después apareció el truque y empezamos a intercambiar unas cosas por otras para tener lo necesario –como por ejemplo el cambiar un alimento por otro, o comida por recipientes y utensilios– y, finalmente, se creó la moneda o el dinero para suplir al trueque.

Esta moneda pasó de ser dientes de ballena, cacao, sal, hasta llegar al oro. Y algunos siglos después aparecieron los bancos, y con ellos aparecieron diversos instrumentos como las letras de cambio, los cheques, las transferencias; y la aceptación del dinero en todo el mundo.

Así es que con dinero se puede comprar prácticamente lo que sea, y sin dinero, no se puede comprar nada.

a donde vamos dinero
Imagen: Behance.

Tan indispensable se ha vuelto tener dinero que no hay límites para conseguirlo. Juntamos más y más dinero y lo guardamos, o compramos todo lo que se pueda comprar. Pero el dinero que tenemos de más, una o más personas lo tienen de menos, lo que ocasiona desigualdad y en ocasiones pobreza extrema al no tener ni para comprar alimentos.

Hemos puesto todo a la venta, y claro que para poder comprar, necesitamos dinero.

Si queremos luz, agua, teléfono, internet, televisión, cine, teatro, conciertos, etc., tenemos que pagar dinero, así que nos encontramos en un círculo que parece no tener final.

Pareciera que alguien nos tiene muy entretenidos trabajando para conseguir dinero, para que no nos demos cuenta de que no lo necesitamos.

¿Decidimos este sistema o nos lo impusieron?

¿Llegará el momento en el que desaparezca el dinero y regresemos a nuestras raíces?


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Fin de decenio

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En memoria de Carmelita Bello.

Me recuerda mi querido y antiguo amigo Leonardo Ffrench, que es saludable recurrir a los proverbios populares en tiempos aciagos, y que si año de pares es año de males, sin duda el año de nones que está a unas horas será año de dones.

En este espíritu, Juego de ojos despide un 2020 de pandemia y torpezas que confirmaron la sempiterna sentencia del llorado Jesús Robles Toyos, con un abanico de citas y pensamientos alejados de la política y lo político, cual ha sido el carácter de esta columna desde su nacimiento hace 28 años.

Así, escritores y poetas aparecen en escena, prestos a compartir algunas perlas que aligeren la carga del annus horribilis que se despide y algo de esperanza para un annus mirabilis que todos esperamos.

Por lo que al escribidor respecta, un voto de gratitud a los periódicos y portales que un año más dieron una generosa hospitalidad a estos textos.

Comenzamos con una fruslería shakespereana. El bardo de Stratford-upon-Avon se ha convertido en una obsesión académica de estudiosos y críticos que, sospecho, no siempre han asistido a la representación de sus obras. Pero interminables afanes de gabinete nos han dejado asombrosos datos, como los que a continuación cito.

De la pluma de don Guillermo salieron 138 mil 198 comas, 26 mil 794 punto y comas y 15 mil 785 signos de interrogación. En su obra hay un total de diez referencias a estercoleros y dos a zoquetes. Sus personajes aluden al amor en dos mil 259 oportunidades y al odio en tan sólo 183. Y nos legó un total de 884 mil 647 palabras en 31 mil 959 parlamentos a lo largo de 118 mil 406 líneas.

fin de decenio
Imagen: Deridias Designs.

¡Helas!, entre los sesudos papers publicados hay uno titulado “Entropía lingüística e informativa en la obra de William Shakespeare”. No comments!

El 6 de septiembre de 1646, Juan de Palafox y Mendoza inscribió en el opulento recinto de su biblioteca en la Puebla de los Ángeles: “El que se halle en un beneficio sin libros se halla en una soledad sin consuelo, en un monte sin compañía, en un camino sin báculo, en unas tinieblas sin guía… Eso me ha puesto en deseo de dejar la librería que he juntado […] que ya es de las mayores que yo he visto en España […] y en pieza y en forma pública y tal que pueda ser útil a todo género de profesiones y personas”.

En 1728, Benjamín Franklin compuso su epitafio: “Los restos de B. Franklin, Impresor –cual las pastas de un viejo libro, gastadas y sin brillo la tipografía– yacen aquí, alimento para los gusanos. Pero su obra no se perderá, pues volverá a ser  publicada, en una nueva y más elegante edición, revisada y corregida por el autor”.

El Nobel húngaro Imre Kertész, se preguntó para quién escribe el escritor. “Para uno mismo –respondió–. En mi caso, para estar fuera de la masa envilecida, de la Historia que nos deja sin destino y sin rostro. Para sobrevivir, para tomar conciencia existencial. Y porque 10 años después de volver de los campos de concentración nazis descubrí con horror que todo lo que quedaba de esa experiencia era una vaga impresión y alguna anécdota. Como si todo le hubiera pasado a otro”.

Víctor Hugo, el francés que nos enseñó que no hay nada más poderoso que una idea cuyo tiempo ha llegado, sentenció que si un autor escribiera sólo para su tiempo, “tendría que romper la pluma y tirarla”.

Para el español José Luis Alvite, la literatura carece de poder social. “La cultura –dijo– tiene un alcance muy limitado como factor de conmoción. Los poetas, los novelistas y los músicos pueden alentar el cambio, desearlo y poner los medios a su alcance, pero con el tiempo, incluso el intelectual más iluso se convence de que cualquier sargento de artillería es socialmente más determinante que el último Nobel. Y lo cierto, maldita sea, es que el único género literario con cierta influencia social es la pancarta”.

“Paperback writer”, Duncan Roberts (2007).

Archibald MacLeish, el enorme poeta neoyorquino hoy tristemente olvidado, expresaba su convicción de que “sólo la poesía puede lograr esa fascinación de la mente que razona, esa liberación de la naturaleza que escucha, esa solución de las deflexiones y distracciones de las superficies del sentido, mediante lo cual se admite, se reconoce y se conoce la experiencia intensa. Únicamente la poesía puede presentar las más íntimas y por lo tanto menos visibles experiencias humanas en forma tal que los hombres, al leer, puedan exclamar: ‘Sí… Sí… Así es… Es así como realmente es’”.

José Vasconcelos sostenía que hay libros que deben leerse de pie. Henry Miller dijo que el libro enriquece al que se apodera de él con toda el alma. Goethe sostenía que al leer no se aprende nada, sino que nos convertimos en algo. Edmundo Valadés vivió convencido de que el libro que uno desea con toda el alma siempre encuentra el camino hacia nosotros y, una vez hallado, nos libera para siempre de la soledad.

Máximo Gorki encontraba que al platicar sobre sus lecturas las distorsionaba y les agregaba cosas de su propia experiencia. Y ello ocurría porque literatura y vida se le habían fundido en una sola cosa. Para él un libro era una realidad viviente y parlante. Menos una “cosa” que todas las otras cosas creadas o a crearse por el hombre.

La relación de lo humano con lo escrito fue magistralmente expuesta por Federico García Lorca en septiembre de 1931 en la inauguración de la biblioteca del pueblo Fuente Vaqueros, en Granada. Medio pan y un libro, tituló la alocución en la que nos legó esta luminosa sentencia:

“No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro […] Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoievski, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: «¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!». Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida”.

Termino este último Juego de ojos 2020 con un aguinaldo navideño: “Ars Poetica” de MacLeish (1926) en la versión castellana de Benjamín Valdivia:

poema a la escritura
Imagen: Tangenter Larson.

Un poema debiera ser palpable y mudo / como un fruto redondo, / mudo / como los viejos medallones al tacto, / silencioso como la piedra gastada / de los balcones donde crece el musgo— / Un poema debiera ser sin palabras / como el vuelo de los pájaros.

Un poema debiera estar inmóvil en el tiempo / conforme sube la luna, / y dejar, como libera la luna / rama por rama los árboles enredados de noche, / dejar, como la luna tras las hojas del invierno, / recuerdo tras recuerdo a la mente — / Un poema debiera estar inmóvil en el tiempo / como la luna al salir.

Un poema debiera ser igual a: / no cierto. / Para toda la historia del dolor / un pórtico vacío y una hoja de maple. / Para el amor / los pastos inclinados y dos luces sobre el mar — / Un poema no debiera significar / Sino ser.

Después de esto dan ganas de gritar, con Shelley: Ociosos retornaron los dioses a su hogar, / el país de la poesía, inútiles en un mundo que, / crecido bajo su tutela, / se mantiene por su propia inercia.

¡Carajo! ¡Mi reino por un poema!

Juego de ojos.

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Adiós 2020, bienvenido 2021, pero… ¿cómo será?

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Estamos a días de decirle adiós a este 2020, un año muy difícil para todo el mundo, nada imaginado y que trajo consigo una de las pandemias más fuerte de los últimos años, la del COVID-19, que ha producido cerca de dos millones de defunciones en todo el mundo, atacando países grandes, pequeños, ricos, pobres, sin distinción de clase o género.

Algunos de ellos manejaron muy bien la contingencia sanitaria, aplicando medidas estrictas que evitaron mayores fallecimientos, otros no tanto muy a pesar de ser potencias. Tomaron a la ligera la protección que hoy es impuesta y castigada si no se utiliza, el famoso “cubrebocas”. Qué difícil es hacer entender a las personas que al protegerse de forma individual, lo hacen en lo general, el famoso “te cuidas tú, nos cuidamos todos”, tan simple como eso, pero como pasó, dicha medida fue desdeñada por varios mandatarios y el mensaje enviado a sus pobladores fue el de “no sirve”, “no funciona”, “no protege”.  Y así nuestro país tiene uno de los porcentajes de muertos más alto en el mundo.

También nos trajo un confinamiento tal (más de 8 meses) que afectó a miles de personas, algunas de ellas perdieron su trabajo, su modo de llevar el sustento al hogar, otros tuvieron la facilidad de poder seguir trabajando desde sus casas y mantener el ingreso, pero por desgracia muchos negocios, empresas, se vieron en la necesidad de cerrar sus puertas, dejando sin trabajo a muchas personas y, lo peor, es que no se sabe cuándo podrán conseguir otro.

Muchos no pudieron atender la sugerencia de quedarse en casa, ya que son los que llevan la vida “al día”, manteniendo el sustento en su hogar, y con ello la necesidad de salir a trabajar, exponiéndose al contagio y llevar el mismo a la familia con las consecuencia graves que esto implica.

trabajo covid
Imagen: Freepik.

En otros casos se desbordó la paciencia y la agresión intrafamiliar fue tal, que por desgracia se rompió ese núcleo y no de buena manera. En otras situaciones, las personas cayeron en una depresión que los orilló al suicidio.

Respecto al manejo en nuestro país de esta pandemia, por desgracia, somos el ejemplo ante el mundo de lo que no se debe de hacer. Como mexicano da pena la calificación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya que no se aplicaron las pruebas necesarias para la detección oportuna de la infección, se informó que teníamos camas suficientes con ventiladores para los enfermos críticos, las cuales siempre sobraron o no se utilizaron; muchos de los enfermos no han logrado llegar a las mismas, y lo terriblemente lamentable fue la pérdida de vidas en el sector salud; una verdadera tristeza que pierdas tu vida por tratar de salvar a otra y con un pobre o nulo reconocimiento.

Nos dieron pronósticos catastróficos de 60,000 defunciones y al día de este escrito, 28 de diciembre, llevamos reportadas 1´338, 434 casos confirmados, sospechosos 399,138 y lamentables defunciones 122,426 (El Reforma); tal pareciera que nos estamos acostumbrando a que haya más contagios, mayores decesos, ¿esto se ve como algo normal? Por fin se ha aceptado que estamos rebasados, que los incrementos de contagios han sido tales, que no hay camas, se vuelven a parar las empresas no esenciales y mandan a confinamiento una vez más a la población. Desde mi óptica,  se aceptó demasiado tarde. No tenemos realmente el número si es que se dieron mayores contagios en estas fiestas pasadas, partiendo de las peregrinaciones para visitar a la virgen de Guadalupe (que afortunadamente los responsables eclesiásticos y civiles, tomaron las medidas necesarias al haber mencionado que la Basílica permanecería cerrada), pero se dieron.

Después las clásicas posadas, ¿se detendrían?, la imperdible Noche Buena y Navidad, reunión que después del confinamiento, prácticamente es inevitable que la familia busque la forma de unirse para dicha celebración. Pero nos falta la última, la esperanza en familia que al sonar las 12 campanadas del 31 de diciembre, esta pesadilla se termine y para el primero de enero sea el mundo igual al que conocemos o conocimos, igual otra vez, como lo fue hasta febrero-marzo de este 2020, pero lamentablemente no será así. Si bien es cierto que para este año que inicia hay la esperanza de la vacuna, el programa de vacunación anunciado por el gobierno se extiende de 5 a 6 meses, lo que seguirá representando un peligro de posibles contagios y defunciones. Debemos tener claro que “el mundo ya cambió”, la cuestión es: ¿nosotros cambiaremos al parejo?, ¿ya nos mentalizamos para ello?

2020 pandemia
Imagen: Embl.

Espero que realmente la vacuna de Pfizer sea efectiva y no traiga daños colaterales, ya que si bien se ha demostrado ser segura, aún no se ha aplicado de forma masiva a seres humanos y las pocas que han puesto en UK han creado reacciones, dejando ver que no se le puede poner a la persona que tenga antecedentes alérgicos. No obstante, esperamos que superado esto, sea el tratamiento adecuado para la prevención del coronavirus y éste se convierta en un mal recuerdo que dejó muchos mal sabores de boca, pero que quedó en el pasado.

Considero que debemos hacer una retrospectiva de lo que fue el 2020 y sacar lo bueno de todo lo malo que dejó a su paso; lo más importante es que logramos darnos cuenta lo insignificantes que somos ante un pequeño, minúsculo virus, que mientras no se le conozca plenamente, ni se identifique, no se le podrá atacar y tener el medicamento adecuado para su cura.

Que mientras algunos hogares se destruyeron, otros en cambio, ante la queja de no pasar tiempo con la familia, lograron con la cuarentena convivir más con la familia y hacer que la misma volviera a renacer, darse cuenta de la fuerte carga de trabajo que se tiene y que era necesario un equilibrio. Que se organizaron, se dividieron las tareas y de esta forma les fue más fácil vivir en armonía.

El tráfico mismo, con todas las personas que trabajan desde sus casas, el flujo se hizo más ágil, logrando menos contaminación por los atascamientos y ahorros importantes en gastos de combustibles, llantas, mantenimiento, etcétera.

La necesidad imperiosa de que las organizaciones de salud de todo el mundo estén unidas, dispuestas al trabajo en equipo y a reaccionar ante cualquier posible brote de algún otro tipo de virus que pueda afectar seriamente al mundo una vez más.

salud 2020
Imagen: Unplash.

Nos queda demostrado que siempre en las crisis surgen oportunidades, caso claro son los cubrebocas, las empresas que estaban preparadas habrán hecho ventas superiores a sus pronósticos, y cuantas nuevas se unieron a dicha fabricación con ingenio y estilo.

Qué decir de los geles antibacteriales, lo mismo ocurrió. Las caretas, equipo de protección médico (algunos fabricantes de calidad y otros de pésima) vendieron mucho y el boom de las plataformas de videoconferencia que permitieron seguir conectados a empleados-empresas, empresas-proveedores, directivos-empleados; tecnologías que facilitaron que muchas empresas siguieran con su actividad, evitando la quiebra de las mismas.

No cabe duda de que lo que representa un problema para algunos, resulta un beneficio para otros, es ley de la vida y debemos de estar alerta ante las oportunidades.

No me resta más que agradecer a El Semanario Sin Límites, en especial a Mariana Montell por su gran apoyo, dirección y sobre todo, a ustedes que me permiten transmitir cada 15 días, mis sugerencias, comentarios y alguna recomendación, “gracias”, espero seguir haciéndolo y les deseo lo mejor para este 2021.

Nos seguimos leyendo si gustan.


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El mundo está roto

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La Navidad 2020 nos regaló una nueva oportunidad para descubrirnos como seres humanos viviendo en un sistema lleno de fragilidad.

En los años anteriores, las reuniones con familiares y amigos era lo que estábamos acostumbrados a “disfrutar” en estas fechas. El contacto físico del abrazo, compartir sonrisas e inclusive lágrimas, se convertían en el centro de los festejos. Los regalos, las reuniones y posadas, al igual que el compartir un “Feliz Navidad” se instalaron en una práctica común como parte del ambiente en esta temporada.

En el mes de diciembre subían las emociones al máximo y se creaban lazos de fraternidad en gran parte del planeta. Hasta las guerras se detenían y se convertían en un lugar de paz, como si un switch detuviera la vida turbulenta por un momento. Los humanos dábamos por hecho,  sin ponernos de acuerdo, que eran fechas en donde debíamos parar, creyentes o no; se transformaba un mundo con ganas fraternas de unirse.

No todo ha sido perfecta armonía en las pasadas épocas navideñas, también como hoy se presentaba en menor escala la tristeza por los que se habían ido, el dolor por el trabajo que se había perdido y la soledad, que sin importar el hecho de contar con la cercanía de amigos y una familia numerosa, estaba presente. Al final hemos sido parte de muchas Navidades que nos han traído de todo un poco sin darnos cuenta de que la del 2019 pudiera haber sido la última que vivimos de esa forma tradicional. Hoy sabemos que la de este año fue diferente y especial.

la ultima navidad
Imagen: Pinterest.

Nos encontramos ante un cambio de paradigma. Hoy se vivieron algunas de las experiencias anteriores ya que hubo quienes se reunieron de forma física o a través del mundo digital, sin embargo, el nuevo paradigma nos invita a empezar a reconstruirnos como humanidad. El 2020 nos mostró literalmente como seres totalmente vulnerables ante lo que hemos construido por nosotros mismos. Hoy sabemos que esto ya no podrá seguir igual.

“El mundo está roto”. Esta frase la compartió mi hija para describir que el mundo ya se encuentra así y que en el fondo no se trata de componerlo sino de aprender a vivir en él. La idea es asumir que ya lo hemos quebrado y que en medio de esta ruptura la mejor sanación es fluir dentro de él para re-humanizarlo.

El mundo está roto porque nos hemos ocupado en separarnos de todo lo que significa vivir en unidad. Podremos no estar conscientes de que somos parte de un gran universo conectado, pero lo que sí tenemos frente a nuestros ojos es un planeta disfuncional para los seres que lo habitamos. Es momento de darnos cuenta de que a la Tierra esto no le afecta. Ella sabe vivir su proceso de evolución, coherencia, transformación y reinvención sin necesidad de nuestra ayuda. Los únicos que estamos cambiando el rumbo hacia una dirección equivocada, para una vida mejor en este planeta, somos los seres humanos.

El mundo está roto porque nosotros estamos ciegos. No nos atrevemos a ver hacia nuestro interior para encontrar las respuestas. Buscamos que todo suceda afuera y esto nos pone a prueba una y otra vez, invitándonos a detenernos para observarnos en autoreferencia y aprender de ello.

reparar un mundo roto
Imagen: Pinterest.

El mejor regalo que podemos hacernos en esta época en que finaliza el 2020 es comenzar por observar sin juicios en dónde estamos parados cada uno. ¿Qué estoy sintiendo y de dónde viene esto que siento? ¿Mis pensamientos están siendo coherentes con mis deseos más profundos? ¿Qué apegos tengo que me atrapan en el mundo físico y en la separación con los demás? ¿Estoy siendo controlado por un impulso colectivo o vivo mi autentico flujo? ¿Qué he dejado de hacer o he hecho para que el mundo esté así? ¿Soy consciente de que puedo ser parte de la sanación del mundo? ¿Por qué esperar a una época en el año para buscar la unión y la paz?

El mundo está roto porque no nos hemos encontrado. Esa ruptura la podemos convertir en la puerta de la salida hacia un nuevo mundo que nace desde cada uno, convergiendo con todo el planeta que nos alimenta para acompañarnos en este trayecto de una nueva realidad. El mundo sí está roto y lo hemos hecho para aprender. Hoy no podemos dejar pasar esta oportunidad de consciencia en medio del caos que estamos viviendo, es momento de despertar sabiendo siempre que el mejor regalo está en ti y eres tú.

¿Estás list@ para descubrir la ruptura que llevas dentro?


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Mis reflexiones del año 2020 (Segunda parte)

Lectura: 3 minutos

#Reflexiones2020

Como les adelanté en mi artículo anterior –Mis reflexiones del año 2020. (Primera parte)– en esta segunda parte hablo de lo que el 2020, el Covid y la crisis sanitaria, nos dejan en lo intrínseco, en lo íntimo, en el ser con el que nos dormimos y levantamos todos los días. En ese ser que vemos en el espejo. Aquí, me parece, que el resultado es sin duda mucho más positivo (o debería serlo).

Nunca antes, la humanidad había sido tan consciente de su fragilidad. La muerte es algo que todos sabemos que existe, que es lo único que sabemos con total certeza en la vida que va a pasar (aunque nunca estamos listos para ella) y que a todos nos llegará algún día. Lo que el 2020 dejó al descubierto es que la mayoría, por instinto, naturaleza, o por lo que cada quien quiera, valora la vida y su salud. Esa fragilidad nos hizo, espero que a una buena parte de la población mundial, mucho más empáticos, solidarios y compasivos. Vimos a los demás como iguales, porque esta crisis sanitaria no distinguió entre ricos y pobres, entre letrados e iletrados o entre género o raza. Sin duda, nos pegó a todos y con todo. Nos hizo más reflexivos y más pacientes.

El confinamiento nos hizo creativos. ¿Cuántos han aprendido a cocinar, un nuevo idioma o incluso hasta a barrer? Nos hizo ser más participativos. En muchas de las casas, todos ayudaban más y tenían que combinar el trabajo remoto, el estudio y los deberes de casa porque todos compartían el mismo techo (aunque antes también lo hacían, pero no de forma tan intensiva). Aprendimos tecnología porque no nos quedó de otra. En el momento más álgido de la pandemia, la tecnología se convirtió en la forma más efectiva de comunicarse y, en muchos casos, de trabajar.

Le dimos más valor a nuestras relaciones, quizás porque ahora no podíamos estar cerca de nuestras querencias y a veces de nuestros amores. Los padres mayores estaban lejos de sus hijos, los hermanos se dejaron de ver y con los amigos se dialogaba en pantallas frías y sin el calor de un abrazo.

El 2020 nos hizo más organizados, más ahorrativos, menos superfluos. Nos hizo valorar nuestra libertad y nuestras relaciones. Sentirnos vulnerables nos hizo más humildes y eso, definitivamente, nos hace ser mejores seres humanos.

La generosidad brotó ya que nos cuidamos nosotros mismos, para estar bien, pero también para que los demás estuvieran bien. Cuando no sólo piensas en ti, eres generoso; y en la medida en que estuvimos atentos a los cuidados que debíamos tener y que sí tuvimos, nos volvimos seres mucho más cercanos a los otros (aunque estuviéramos lejos).

Entendimos que somos más fuertes unidos que desunidos y que, si de forma consciente más personas respetaban los protocolos, menor sería el contagio y los muertos.

El convivir en confinamiento con otras personas es difícil. Si en verdad aprendimos a ser tolerantes, entonces el 2020 nos dejó algo que podremos usar el resto de nuestras vidas. La tolerancia es un elemento de buen trato entre las personas y las naciones, y siempre construye.

Nos volvimos más simples. Gozamos cosas que antes dábamos por sentadas y que ya ni apreciábamos, como sentir el aire fresco en la cara, admirar un atardecer o disfrutar de una salida a caminar.

Comprendimos que todos somos iguales y agradecimos todos los privilegios que tenemos unos pocos y que muchos no tienen: una casa, la posibilidad de resguardarnos y trabajar desde el hogar, una familia que nos quiere. Sin duda eso nos hizo mucho más agradecidos.

En tiempos de crisis, si aprendemos, somos agradecidos y sensibles con los demás. Saldremos mucho más fortalecidos, con mayor grandeza y con los corazones llenos de amor, entusiasmo por la vida, y atentos por el bienestar de los demás.

A mí el 2020 me llenó el corazón de cosas buenas y me enseñó a filtrar lo que realmente vale la pena y lo que nos hace perder el tiempo. Entendí que las envidias, el resentimiento y las culpas, lo único que hacen es envenenarnos el alma. Entendí que el perdón es el mejor aliado para tener paz, y que sin amor, la vida misma no tiene sentido.

No podemos ser los mismos después de esta pandemia, no pueden volver a estar las cosas como estaban antes del 2020; sería un tiempo precioso desperdiciado, un vacío de aprendizaje cuando cada día teníamos una lección que aprender. Sería, en pocas palabras, pasar de noche por la vida misma.

Que el 2020 aleccionador nos haya preparado para ser mejores seres humanos en los años posteriores, es mi mejor deseo en estas fiestas decembrinas.

Mucha salud, mucho amor y mucha sabiduría.

¡Felicidades!


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Mis reflexiones del año 2020 (Primera parte)

Lectura: 4 minutos
#Reflexiones2020

El 2020 será recordado como el año en que el mundo se paró.

Hoy quiero compartirles unas reflexiones que dividiré en dos partes:

⋅ La primera tiene que ver con lo vivido, con los acontecimientos fuera del ser humano, de lo externo, de lo que pasa allá afuera. Lejos de nuestro pensamiento, de nuestra emoción y de nuestro espíritu.
⋅ La segunda es, precisamente, lo intrínseco, de lo íntimo, del ser. Por lo menos lo que yo reflexiono de eso. Lo que está cerca, lo que es de uno.

No hubo un rincón del planeta que no se viera afectado por el covid-19. Ese bicho microscópico que se mete en el cuerpo de los humanos y lo altera de formas tan diversas. Ese bicho que parece diseñado para matar a la gente mayor, con diabetes y con obesidad mórbida. Casualmente, tres de los sectores más costosos para los sistemas de salud del mundo.

Hay quienes, invocando teorías de la conspiración, señalan que el bicho se inventó para generar una “poda” humana, en donde sobrevivan los más dotados, porque ya no alcanza para que todos vivamos en este mundo. Será cierto o no, es difícil de responder. Todo puede ser.

Al final, el bicho –como le digo yo al temido virus– nos tomó a todos por sorpresa, nos doblegó y nos hizo pensar y repensar las cosas que son importantes en nuestra vida, empezando por la vida misma. Mientras que en China esta “enfermedad” se propagó hacia finales del 2019, al resto del mundo fue entrando como una ola que se movía hacia el occidente a Europa y hacia el oriente a América.

A México llega en marzo, y los primeros casos resonaron. Hubo ricos contagiados en Vail, murió el presidente de la Bolsa Mexicana de Valores y hubo un comentario tonto e irresponsable de un gobernador que dijo que ésta era una enfermedad de ricos. Parecía que no duraría mucho. Escuchamos que en España e Italia las restricciones se incrementaban porque la enfermedad y sus consecuencias se les habían salido de las manos, mientras que acá, en nuestro país, no nos preocupaba; o por lo menos a nuestras autoridades no les preocupaba.

México era impenetrable, o así nos lo hacían sentir. Se escuchó al presidente decir, en pocas palabras, que sólo a los malos les daba covid. “No mentir, no robar y no traicionar ayuda mucho para que no dé covid” se atrevió a decir por aquellos días de junio. Por las mismas fechas, López-Gatell, el zar anticovid, dijo que 60 mil fallecimientos por covid sería un escenario catastrófico; y luego ya no supo ni qué decir cuando día a día, mes con mes, el número subía de forma alarmante, a tal grado que ya nadie lo tomaba –ni lo toma– en serio.

El porcentaje de muertos contra el número de contagiados se volvió alarmante y, por muchos meses, nos convertimos en uno de los países con mayor índice de mortandad en el mundo (arriba del 10%). Cuando escucho que ahora hay “un repunte” me pregunto, ¿y cuándo bajó?

La sociedad vio a un país descompuesto entre la ineptitud, la irresponsabilidad, el encono y la polarización, que hasta este día persiste. Veíamos cómo países, con población cercana a la nuestra, tenían niveles de contagios mucho menores, como era y es el caso de Japón. Y una vez más quedó de manifiesto que, la razón fundamental por la que aquí no controlamos la expansión del bicho, fue porque no hubo consciencia social; y desafortunadamente no hubo esa consciencia social porque no somos un país educado.

Entre más reflexiono en mi vida sobre los problemas de México, siempre concluyo que el mayor de todos es la pobreza educativa. La gente pareciera no tener sed de aprender y, por si fuera poco, nuestros sistemas de educación no fomentan que la ciudadanía aprenda. Muchos me dicen que primero hay que alimentar para poder luego educar. Yo creo que en la medida en que pudiéramos educar a más personas, en la misma medida bajaría el hambre, la marginación y la pobreza. El 2020 nos exhibió como un país ignorante y, por lo mismo, vulnerable a una problemática como la pandemia.

Hoy todavía estamos en la incertidumbre de qué va a pasar. No se ve aún la luz al final del túnel; y los semáforos rojos y naranjas juegan con el colectivo para convivir un poquito y para cuidarnos un poquito. No hubo una política adecuada en materia de salud. La economía, que de por sí venía desacelerándose antes de la pandemia, se contrajo todavía más. Miles de empresas cerraron, varios cientos de miles de empleos se perdieron y mucha gente enfermó y murió. A tal grado que hoy, el covid, es la causa de muerte más importante.

Lo peor es que, mientras la economía sucumbía, la inseguridad y la violencia no dejaron de crecer. En un país que no crece y, además se empobrece, se pueden tener escenarios de inseguridad alarmantes.

Unos, los malosos, aprovechan el desempleo y la pobreza para reclutar entre sus filas a nuevos colaboradores quienes, ignorantes, se van con el espejismo del dinero fácil, convirtiéndose así en delincuentes.
Otros, los desesperados, delinquen porque no ven opciones. Esas opciones las tendrían, o generarían ellos mismos, si hubieran sido educados en algún momento –¿ven cómo siempre sale el tema de la educación en cualquier rubro?–. El hambre no es buen consejero y puede convertir a un buen hombre en un ladrón.

México no termina bien el 2020. Lo empezó mal y lo terminó peor. Yo, positivo por naturaleza, creo que no por eso los mexicanos estamos peor que antes. Creo que esta pandemia, esta crisis del 2020, nos da cosas muy importantes y buenas para el futuro. Herramientas útiles para la vida y para ser mejores. El verdadero valor de las personas está en lo interno y no en lo externo, y de eso hablaré en la segunda parte.


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