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Niveles y equilibrios sociales

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No debería ser noticia que nuestro sistema económico efectivamente es una pirámide y que, quienes engrosan su base, no están ahí por gusto o por una tradición de sufrimiento, sino porque las oportunidades y el acceso a mejores condiciones de vida los han eludido durante al menos 50 años.

Este deterioro provocó uno de los índices de desigualdad más grandes que existen en el continente y creó una impresión de que, para que en México funcionaran las cosas, se necesitaba de la corrupción y de su fiel compañera, la impunidad.

Malcolm Gladwell, el célebre autor de varios libros acerca de la ciencia detrás del éxito y de la percepción humana, describe en una de sus obras más famosas que para lograr el surgimiento de esos “fuera de serie” que cambian economías y crean adelantos inimaginables se necesita un medio ambiente que favorezca el aprendizaje, la competencia y el acceso a educación suficiente.

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Imagen: Nexos.

Tristemente, México siguió una ruta distinta y se concentró en deshacerse de activos públicos para dejarlos en manos de mercados que rápidamente se orientaron al monopolio o a una reducción drástica de la competencia, único motor de la innovación. Pasa en las mejores naciones, pero nuestro ejemplo es un paradigma sobre cómo la concentración afecta las posibilidades de que esa famosa pirámide se achate.

Para quienes hemos tenido la oportunidad de ser empresarios (en mi caso, tercera generación) sabemos que el factor más importante de cualquier negocio es la gente y no el cliente. De hecho, Richard Branson, otro famoso emprendedor mundial, ha dicho que son los propios colaboradores los que trataran bien a la clientela, si se les trata bien a ellos primero.

Cuando uno se comporta de manera correcta con otras personas, las personas tienden a corresponder de la misma manera. Es una regla en los negocios y lo es en la vida. Pensar que las personas más desfavorecidas coquetean con la tragedia por humildad o modestia es no entender que la mayoría de nosotros sólo busca una oportunidad, y cuando ésta surge, la aprovechamos al máximo.

¿De qué otra forma podríamos entender el monumental esfuerzo de los millones de mexicanos que viven y trabajan en Estados Unidos para apoyar con su dinero a sus familias que se quedan en México? ¿O qué somos de los países que más horas trabajamos en el mundo y que en esta pandemia ahora también uno de los más productivos?

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Imagen: Víctor Solís.

Se hizo fácil machacarnos con la idea de que somos una sociedad floja y mal hecha, precisamente porque eso permitía que la reducción de la punta de la pirámide fuera más rápida y constante. Esa concentración de todo, en unos cuantos intereses, se fundamenta en la noción de que no importa qué hagamos, siempre lo haremos mal o buscaremos maneras de reducir el esfuerzo que se necesita para prosperar.

No digo que ya seamos una sociedad modelo en lo que se refiere a la cooperación social, pero tampoco nos pueden hacer creer que la pobreza es producto de la indolencia o de un destino manifiesto del que sólo pueden escapar unos cuantos.

Es lo contrario, este país es rico en todos los sentidos, en particular en lo que se refiere a su gente. La supuesta división que nos aparta es superficial si se mira con detenimiento a miles de empresas pequeñas y medianas (la mayoría de la iniciativa privada nacional) y a una fuerza laboral de las más capaces del planeta. 

Tal vez lo que nos falta es conciencia sobre quiénes son los demás, quiénes somos nosotros y qué representa exactamente ver desde la punta de la pirámide a quienes la sostienen en una base que todos los días sale a dar todo su esfuerzo no para escalarla en solitario, sino para achatarla y hacer que el piso esté más parejo. Este país podría ser eso y mucho más.


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Cardenal Carlos Aguiar Retes y sus retos

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Hace tres años, el 5 de febrero, un día especial para la Iglesia en México y, especialmente, para la Arquidiócesis Primada. En esta fecha se celebra al primer mártir mexicano, San Felipe de Jesús, martirizado en Japón con un gran grupo de sacerdotes y fieles laicos. En una fecha como ésta, también el Cardenal Aguiar comenzó su ministerio en esta gran ciudad como Arzobispo Primado de México.

D. Carlos, después de haber estado en Texcoco y luego en Tlalnepantla, llega a la Arquidiócesis de México siendo una de las más pobladas de la cristiandad. Los retos no eran pocos después de haber sido gobernada durante 22 años por el Cardenal Norberto Rivera con su estilo propio de gobierno y con no pocos problemas, tanto en el clero como en la misma administración.

La Arquidiócesis estaba dividida en ocho zonas pastorales o vicarías como se le conoce a la jerga clerical. Al frente de cada Vicaría estaba encargado un obispo auxiliar que prácticamente fungía como autónomo en su propio territorio y con el consiguiente aparato burocrático y administrativo. Si bien este modelo administrativo daba ciertas ventajas al obispo encargado de la zona y al mismo clero, también creaba una falta de identidad dentro de la Arquidiócesis. Con la llegada de Carlos Aguiar, muy pronto se dio a la tarea de hacer consultas entre los mismos obispos auxiliares, el clero, vida consagrada, así como organizaciones eclesiales y civiles. Todo ello con la finalidad de crear tres nuevas diócesis y reestructurar los órganos administrativos para una mejor atención de los files y evitar una burocracia innecesaria.

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Imagen: Cuartoscuro.

Con el consentimiento casi unánime de los consultados y después de pedir la anuencia del Episcopado Mexicano, el Santo Padre, el papa Francisco dio el consentimiento de crear las diócesis de Xochimilco, Iztapalapa y Azcapotzalco. Con ello, se pretendía que las familias, jóvenes, niños y adultos mayores tuvieran una mejor atención espiritual y pastoral. Creadas estas nuevas diócesis, la Arquidiócesis Primada queda con una población de cerca de cinco millones de habitantes. De este modo, se podía administrar y dirigir los destinos de la Iglesia acorde con los postulados del papa Francisco.

Las prioridades del Cardenal han sido la formación de los futuros sacerdotes, por lo que los primeros cambios significativos los hizo en el Seminario Conciliar de México, buscando que los jóvenes, que sienten la llamada a ser sacerdotes, tengan  un ambiente donde no sólo aprendan Filosofía y Teología, sino que aprendan a ser pastores según el corazón de Dios, mediante una formación integral, en donde desarrollen su crecimiento humano y espiritual y aprendan una aplicación de la Teología en la vida de la Iglesia. Por lo que los seminaristas que cursan la última etapa, ahora llamada Etapa de Configuración con Cristo Buen Pastor, viven en parroquias acompañados por un párroco y un sacerdote formador; pero no sólo por ellos, sino por la comunidad parroquial, en donde comiencen a vivir y participar de los procesos pastorales, participen y acompañen los grupos parroquiales y el consejo pastoral, toquen la iglesia viva de un modo constante y  no sólo en apostolados o actividades de un fin de semana.

También la implementación de un año donde los jóvenes que concluyen sus estudios de filosofía, etapa de Discipulado, después de vivir la experiencia de la comunidad del seminario por tres años, donde se adquieren convicciones propias, salen y viven con sus familias, buscando un trabajo para mirar y vivir la experiencia de la vida cotidiana de todo hombre o mujer que se tiene que ganar su propio pan para vivir. No es un año de prueba o un receso de formación, sino un momento personal donde el joven seminarista debe de entrar en un discernimiento profundo de su vocación, confrontando su propia vida con las exigencias de la vida sacerdotal.

En la formación sacerdotal, D. Carlos ha puesto mucho énfasis tanto en la formación del clero como en el seminario, subrayando la “tolerancia cero”. Es decir, erradicar y en su caso denunciar todo abuso que algún sacerdote pudiera cometer con menores. Así mismo, se creó una comisión diocesana interdisciplinaria para atender a las víctimas de abuso sexual y a sus familias.

Las parroquias en las grandes ciudades se enfrentan a muchos retos para que los laicos participen en las actividades parroquiales y se identifiquen con su comunidad y puedan recibir una sólida formación bíblico-teológica. Para facilitar todo esto ha propuesto la creación de unidades pastorales, o sea, agrupar tres o cuatro parroquias vecinas, con identidad social, donde la feligresía desarrolle su conciencia de pertenencia a la iglesia, se facilite su participación; unificando fuerzas con agentes de pastoral suficientes para atender las diferentes áreas y servicios con mayor facilidad y eficacia.

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Imagen: Cuartoscuro.

Ante los desplazamientos constantes de las familias, las largas jornadas de trabajo, etc., hacen casi imposible que muchas familias acudan a su parroquia. Por eso ha creado las así llamadas “parroquias personales” en algunas empresas para atender a los empleados en su lugar de trabajo.

Para que una diócesis funcione bien, es necesario tener una administración transparente y una economía solidaria. Por eso desde su llegada, D. Carlos se dio a la tarea de reorganizar las dimensiones de la administración. Tarea nada fácil en el ambiente clerical pero que con constancia y perseverancia, poco a poco, se puede crear una estructura que, si bien los frutos son lentos, en un futuro cercano se verán los beneficios para que los sacerdotes tengan una jubilación adecuada a las circunstancias, atención médica y otras prestaciones que les ayuden a tener seguridad en su futuro tanto personal como pastoral.

La pandemia que estamos viviendo por COVID-19 también en la iglesia ha causado muchos estragos. Iglesias cerradas y sacerdotes contagiados. No por ello, D. Carlos estuvo ajeno a los problemas de las familias y ordenó prestar asistencia social en las zonas más pobres de la diócesis. Asimismo, se crearon también centros de escucha para ayudar  a las personas que habían caído en situaciones de depresión y desánimo.

El Cardenal Aguiar no es un hombre de “reflectores”, al contrario, prefiere el anonimato y lo que busca es que, tanto los sacerdotes como los fieles laicos, den lo mejor de sí buscando siempre la espiritualidad de la comunión para que con su servicio contribuyan a hacer de esta sociedad un mundo más humano y justo.

En estos tres primeros años de su ministerio episcopal en la Arquidiócesis de México, además de felicitarlo, queremos que todas sus iniciativas de evangelización contribuyan a hacer un modelo de vida pastoral, espiritual y humana.

Que el Señor lo bendiga en su labor.


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Crimen y oxígeno

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Alrededor de las 16:30 del pasado martes, sujetos armados interceptaron y robaron un camión con cinco tanques de oxígeno en el municipio de Ecatepec, en el Estado de México. Momentos después, autoridades locales capturaron a los delincuentes y recuperaron el botín. Tal y como reporta el diario Reforma, los cinco tanques robados estaban vacíos. El caso es todo menos un evento aislado. Los robos de este tipo de contenedores en carreteras se han vuelto frecuentes en zonas variadas de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, y en general en la región centro del país y algunos otros estados. Además, la prensa reporta un robos a comercios especializados como en el ocurrido hace una semana en la alcaldía Miguel Hidalgo, así como incontables casos de fraudes a través de sitios de venta en línea y redes sociales.

El fenómeno tiene una explicación relativamente simple basada en una explicación de mercado: ante la urgencia y angustia de quienes cuentan con seres queridos enfermos de Covid, la demanda de oxígeno ha aumentado (alrededor de 700%, según datos de la PROFECO) y el producto, en consecuencia, encarece. Tal encarecimiento produce la oportunidad de ganancias extraordinarias de un bien que, normalmente, no ofrece esas “posibilidades”. En efecto, el encarecimiento es un hecho. El diario Excelsior asegura que el precio del oxígeno se ha triplicado al pasar de 7 mil a 30 mil pesos. Es una estimación razonable pero empírica en función de los casos conocidos. En todo caso, detrás de la relativamente sencilla explicación de mercado, existe una explicación mucho más compleja que se relaciona con la formación y auge de mercados ilegales.

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Imagen: Cuartoscuro.

Natalie Kitroeff y Óscar López publicaron en el New York Times una crónica tan fabulosa como estremecedora sobre el calvario que ha sido conseguir oxígeno en la Ciudad de México durante los últimos meses. “Los niños llaman rogando por oxígeno para sus padres”, comienza el texto, “Los ancianos llaman rogando por aire a mitad de la noche. Sin dinero, las personas ofrecen pagar con sus autos”. El drama y la desesperación alimentan el encarecimiento. Son variables difíciles de medir en términos económicos, pero sustantivas para explicar lo que está ocurriendo. La aparición de un mercado ilegal supone, por un lado, una relación directa con el contexto específico de un bien o mercancía en un momento determinado; pero también, y por otro lado, con la forma activa o reactiva en la que la autoridad lidia con el problema de crimen e ilegalidad.

Ricardo Sheffield, titular de la PROFECO, afirmó que, ante este nuevo fenómeno delictivo, la Guardia Nacional está trabajando en coordinación con empresas de proveeduría de oxígeno para ubicar y capturar a los involucrados en estos robos. Sumar a la Guardia Nacional eleva el problema a un asunto de seguridad propio de mercancías ilícitas. Además, apenas el 9 de febrero, el Senado de la República publicó un boletín donde se detalla la presentación de una Iniciativa para adicionar, en la Ley General de Salud, “sanciones específicas para el robo de vacunas, insumos y tanques de oxígeno medicinal, así como para imponer 15 años de prisión cuando este delito sea cometido por un servidor público”.

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Imagen: Cuartoscuro.

Sanciones y vigilancia para evitar este crimen son deseables, si no es que indispensables. Sin embargo, de fondo está el tamaño de la crisis que ha producido la pandemia y el manejo que las propias autoridades han hecho de ella. En otras palabras, ¿qué tan rentable sería el negocio de la venta de oxígeno robado, o de los fraudes por este bien, si la demanda no fuese tan trágicamente elevada como producto de un manejo distinto de la pandemia? ¿Tendrá alguna relación que México sea el país con la segunda peor tasa de mortalidad a nivel mundial por la pandemia? El oxígeno no es ni será una mercancía ilícita, pero sí se ha convertido en una profundamente escasa ante un contexto de pandemia que, literalmente, consume el oxígeno de quien enferma. Es responsabilidad de quien gobierna reducir los espacios y posibilidades para que el drama de uno sea el lucro de otro.


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Curiosidad, perseverancia, creatividad; navegar un siglo incierto

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Tan pequeñas como su propio país. Manzanas. Diminutas manzanas brotando de un árbol nacido en un tubo de ensayo. Un manzano en flor en miniatura.

Ésa fue la idea que a sus escasos 18 años llevó hace unos años al lituano Mata Navickas a ganar el premio europeo para jóvenes promesas de la ciencia.

El experimento, exitoso, consistió en hacer germinar, en un tubo de ensayo, un manzano capaz de producir rojas manzanas de más o menos un centímetro de diámetro.

Era el mundo de antes de la pandemia. Aquel en el que no solo nadie hablaba de enfermedades contagiosas que podían expandirse por todo el orbe, sino en el que nadie imaginaba siquiera que una cosa fuera posible.

Claro que en ningún momento el joven Navickas habla de la correlación, sutil y quizá solo figurada, entre su fascinación por lo pequeño y la trágica disparidad de tamaños entre Lituania, una de las tres repúblicas bálticas, su país, y el vecino siempre acechante, la Rusia de afanes imperiales.

Pero la curiosidad, al igual que los árboles minúsculos del lituano, encuentra su propio modo de germinar y rendir sus frutos.

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Imagen: Andrew Kolb.

El propio joven aspirante a científico, investido del optimismo de sus 18 años, se lanza a proponer a la curiosidad como la semilla de todo lo demás.

En el siglo en donde todo por hacerse de nuevo, y qué bueno, como gustaba de pregonar el gran filósofo francés, Michel Serres, el joven lituano da en el clavo.

La curiosidad es la estrella del norte en el mar de lo incierto que se cierne sobre lo que resta de esta centuria. La historia, empero, no siempre ha estado del lado de la curiosidad como un valor a enaltecer.

Por el contrario, por largo tiempo, ser (demasiado) curioso mató al gato, para recuperar el adagio que quiere advertir, con toda su carga didáctico moralizante, la curiosidad como un signo contrario a la fortaleza de carácter.

El muy brillante divulgador de la ciencia británico, Phlip Ball dedica las páginas de su libro Curiosidad: por qué todo nos interesa, justamente a analizar cómo ha ocurrido ese tránsito entre el denuesto y la exaltación.

En ese camino, Ball traza una ruta que toca el corazón mismo de la manera cómo esta época se mira a sí misma. Un tiempo en el que la competencia tiene como motor de éxito a la innovación, según se sostiene ampliamente.

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Imagen: Lea Vervoort.

No obstante, muchos de los adelantos de los que la sociedad goza, dirá siguiendo a Stephen Hawking, se basan en realizaciones científicas cuyos resultados prácticos no estaban previstos, y cuyo impulso antes que al lucro se debió al aliento creativo de una curiosidad ilimitada.

A contracorriente de todo dogma, ya fuese religioso o ideológico, Michel Foucault se sumará pronto a este sumario de elogios a la curiosidad que Ball recoge.

Me gusta pensar en la curiosidad, asevera Foucault (porque) “evoca intranquilidad; la preocupación que se tiene por lo que existe y por lo que podría existir; la disposición a encontrar extraño y singular lo que nos rodea; una cierta ansiedad por desligarnos de nuestras familiaridades y ver los objetos cotidianos bajo otra luz…”

Una fuerza radical, un impulso por entender, la nombra Ball, él mismo físico y químico formado en las universidades más prestigiadas de Gran Bretaña. Y al centro de esa fuerza radical, la capacidad para preguntarse por el mundo, escribe.

El estudio de Ball es tan fascinante como extenso. Va de Hobbes a Leonardo da Vinci y de este a la Revolución industrial pasando por el Acelerador de partículas. Un tour de forcé por la historia misma de nuestra relación con esa extraña pasión (Hobbes, dixit) que es tratar de comprender.

Acepción ambigua y acaso hasta contradictoria en autores claves en la historia del pensamiento, reconoce Ball, la curiosidad se avala en algunos casos, pero en otros, cuando se ha de cuestionar las visiones únicas, se condena o francamente se proscribe.

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Imagen: Sébastien Thibault.

Si bien el punto de inflexión se puede ubicar en el boyante siglo de la “revolución científica” del XVII, Ball admite que la fisura es más profunda que el simple recuento de las muchas realizaciones científicas de una época en particular.

Galileo, Newton, Boyle, Hooke, Van Leeuwenhoek, y el sistema heliocéntrico, la teoría de la gravedad, el fin de la alquimia, la invención del microscopio, y la indagación de los microbios, acompasados por “la innovación fundamental de la época: el método científico”, dice Ball, es apenas el síntoma.

“El puntal de todo ello fue el cambio profundo que experimentaron las preguntas que cabía formular. Nada era demasiado insignificante ni banal para ser tomado en cuenta…”.

Nada que no pueda ser indagado, puesto en duda, que no merezca la atención, tomarse el cuidado de preguntarse por su fundamento.

Nada es suficientemente pequeño ni pueril, nada escapa a quien esté dispuesto a formular preguntas, como el joven Navickas, bajo el impulso vital de la atención y el cuidado, de la puesta en duda del pensamiento o camino único.

En ello, la innovación se rehace, autoregenera; se renueva y vuelve a ser.

Curiosidad.


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Las Paredes Gritan: México… país de ¿Luis XIV?

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¿Cheque o efectivo?

No tengo duda de que las propuestas y sueños para combatir la corrupción expresadas por AMLO (como propuestas y sueños), puedan llegar a concretarse. Todos esperábamos que consiguieran su objetivo. “Pero del dicho al hecho…”.

Cito un texto periodístico de Luis Rubio: “La paradoja del poder es vieja y conocida: mientras más poder se tiene, menos se cuida su uso y, por lo tanto, mayor el riesgo de que se abuse” (Reforma, 31/I/2021).

No es la primera vez que en México se intenta “un cambio de régimen”. Ya se hizo en otras ocasiones, específicamente en los años setenta, con Echeverría y López Portillo, con resultados desastrosos, tanto en la economía como en la sociedad.

“La concentración del poder sólo es útil si se sabe a dónde se va y por qué”, nos dice Rubio. La respuesta es pragmática y muy útil para saber a dónde vamos (con lo que se está haciendo) y por qué vamos en un carril de dudosos resultados.

Pongo el ejemplo de un conocido que tiene una empresa dedicada a producir artículos para escuelas. Se trata de una empresa grande. Él podía producir cerca de dos mil sillas escolares diariamente. Más escritorios y muchos otros productos necesarios en las escuelas.

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Imagen: El Universal.

Los últimos años (igual que todos sus competidores) trabajaba siempre con facturas. Facturaba todo. Las compras. Las ventas. De forma que existiera un registro contable y confiable para el SAT (Servicio de Administración Tributaria) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).

Todo caminaba “en orden”. Todo era legal. Había muchos controles. Se trabajaba (en años anteriores) mediante concursos. Se abrían públicamente para la participación de diversas empresas para encontrar la mejor y más barata. Eso es lo que se hacía. Y, de alguna forma, funcionaba bien… Al menos eso creíamos.

Pero llegó la 4T con su propuesta de erradicar la corrupción. Se habló mal de esos concursos. Se habló mal del manejo de dinero. Se habló de corrupción. Y, sin avisar, se suspendieron.

El gobierno de la 4T (para eliminar a los intermediarios abusivos), entregó el dinero directamente a las escuelas, a los padres de familia. Así ellos buscaron los mejores precios y compraron directamente lo que necesitaban.

Así se hizo. Los padres de familia de miles de escuelas recibieron los recursos públicos en efectivo… Tuvieron el dinero para hacer sus compras.

Desde luego, no existen cientos de empresas que trabajen muebles escolares. Muchos de esos padres de familia (con el efectivo en sus manos) llegaron a la oficina de nuestro colega para pedir lo que fabricaba siempre.

Pero esta vez (con el dinero en la mano) pidieron “pagar en efectivo”, para no recibir factura, ya que, se dice, no tenían que comprobar el uso de esos recursos.

Y ahí empezaron los nuevos problemas.

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Imagen: DW.

La demanda de muebles bajó muchísimo para las empresas. Ya no podían pagar los sueldos de sus empleados. No valía desperdiciar la infraestructura de sus fábricas… Y, por si fuera poco, llegó la pandemia.

Pasó un año en las empresas pensando qué demonios hacer en este momento y con estos nuevos problemas. Los pagos de sus ventas, en general, eran en efectivo. No había facturas. Y si el SAT registraba algún error en sus declaraciones, entrarían con una auditoría.

Platicando del asunto, me comentó: “Ya decidí: voy a cerrar el negocio. Voy a liquidar a la gente que queda. Voy a vender las máquinas. Voy a vender el terreno… No vale la pena arriesgarse a otra debacle”.

Como él, he visto a muchos otros empresarios. Las cosas están muy complicadas. Y sobrevivir a estas “nuevas formas”, con “nuevas estrategias” para regresar a las “viejas crisis” que conocemos, no es lógico.

Retomo otra frase de Luis Rubio para pensar en las acciones de AMLO: “En una palabra (a AMLO), ¿le importa el futuro o, de manera consciente o no, la única guía es Luis XIV?” (Ibid).

El mundo ya cambió… Pero él cree que es el Estado.

Las dolareras

Culiacán, Sinaloa, debe tener como un millón de habitantes. Su historia es muy distinta a la de otras regiones del país. Uno de los “culichis” (como les dicen a sus habitantes) que me recibió, me dijo: “Nosotros somos extraterrestres”.

Puede ser cierto, o no. La verdad es que su historia, sus costumbres, sus hábitos, sus dichos, su forma de hablar, sus leyendas negras, su comida, sus pueblos originarios, sus héroes, sus hermosas mujeres y sus formas de percibir a los demás, son dignas de estudio.

Un caso en especial son las mujeres que se ubican en el centro de la ciudad, conocidas como las dolareras.

Son mujeres muy guapas. Dedicadas a comprar y vender dólares. Con precios muy fuera del mercado tradicional de divisas. Y, en algunos casos, también listas para la fiesta… O para agasajar a sus clientes.

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Ilustración: Katie Gorbacheva.

Tienen distintos horarios y es muy fácil verlas deambular en ciertas calles ya establecidas con la policía local.

Con la producción de droga en Sinaloa, pensemos en la cantidad de negocios que se generan a su alrededor.

La nueva Ley Banxico, que obliga al Banco Central a convertirse en barredera de dólares dentro de nuestro territorio, puede resultar en un grave problema.

Banco Azteca, de Ricardo Salinas Pliego, cuenta con más de 23 sucursales en Culiacán. Una de sus mayores coberturas.

Afuera del Banco de México pronto aparecerá un nuevo letrero que diga: “Banco de México… y Lavandería”.

¡50 mil millones de pesos!

La federación gastó 50 mil 822 millones de pesos en 2020… Pero no precisó en qué se gastaron. ¿Dónde están sus principios contables? ¿En dónde quedaron las “viejas reglas” de las obligaciones fiscales? O, ¿Ya no son importantes nuevamente?… NPI.

La 4T implicaría “profesionalizar” la administración pública. Otra muy distinta, significa el “inventar” nuevos resultados cuando no es posible comprobarlos.

¿En dónde estamos?… En la 4T.

La Cueva Del Delfín

Que rico es tu Curp Curp… Sabroso tu Curp Curp… Si ya logró “meterlo para conseguir la vacuna”, lo felicito… Porque había sido: ¡Imposible!… Ojalá que la vacunación rebase la pandemia… ¿O no?

¡Vientos huracanados!, si no me piden registrar a las dolareras nos veremos por acá la próxima semana


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Estancamiento peligroso

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México no sólo tiene encima a la pandemia del COVID-19 y una severa crisis económica, también se suman asuntos de alto impacto como es el incumplimiento de compromisos internacionales en materia de cambio climático, actuar en contra de acuerdos comerciales internacionales y golpear a los inversionistas privados. 

Las reformas a la Ley de la Industria Eléctrica, que el presidente Andrés Manuel López Obrador envío al Congreso el pasado lunes 1 de febrero, son una clara muestra de una política cerrada, dañina y torcida que atenta contra compromisos de aumentar el uso de las energías renovables. La Comisión Federal de Electricidad (CFE) resultó ser una de las beneficiadas con esta iniciativa, pues seguirá produciendo energía eléctrica con carbón, combustóleo (que ha sido retirado del sistema eléctrico en muchos países por dañar la salud y el ambiente), y gas natural. Es decir, se le premia por ser más contaminante y cara para el Estado, y se condena de paso con falsedades de que el sector privado genera energía más cara.

La oposición en el Senado, principalmente de los legisladores panistas, ha calificado la la reforma en este sector eléctrico como violatoria de la Constitución y de tratados internacionales firmados por nuestro país, y las consecuencias serán muy graves para la nación y la población.

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Imagen: Camacho.

Entre esos acuerdos internacionales se encuentra el T-MEC, en el que se estableció no privilegiar los monopolios de las empresas del Estado, y en el que dichos legisladores junto con expertos advierten que a corto plazo habrá aranceles a los bienes y servicios que se produzcan con energía sucia, de la CFE.

En el Acuerdo de París (firmado por 188 países en 2016 y con metas para 2030), el gobierno mexicano se comprometió a elevar la generación de energías limpias para lograr en 2014 un nivel del 35% del total producido. Y cuando inició el gobierno de López Obrador el índice se ubicaba en 25%, pero todo se detuvo y el odio del tabasqueño al sector privado congeló el compromiso del país con el planeta.

Desde el inicio del gobierno de López Obrador planteó una política de que todo en materia energética debe ser controlado por el Estado; el discurso agresivo y descalificador del presidente contra inversionistas privados nos hizo recordar los oscuros pasajes de las dictaduras de izquierda de los hermanos Castro, en Cuba, y de Chávez-Maduro, en Venezuela. Además, el golpe al ambiente marcó su preferencia de privilegiar el uso de combustibles fósiles –que generan el calentamiento global–, y cuya utilización a nivel mundial empiezan a marcar un claro descenso.

La empresa petrolera Pemex ha torcido esquemas legales para evitar que entren en funcionamiento normas ambientales como es el caso de la regulación de las emisiones de metano en el sector de hidrocarburos (gas de efecto invernadero más agresivo en la atmósfera que el dióxido de carbono, CO2). La llamada Agencia Nacional de Seguridad Industrial y Protección al Ambiente (Asea) se ha encargado de beneficiar –desde una posición de veleta–, a Pemex con los incumplimientos. En otras palabras, la ley se ajusta al interesado sin importar los daños que provoque al ambiente, la salud y a la economía.

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Imagen: Nexos.

López Obrador presume el proyecto de la refinería Dos Bocas, en Tabasco, cuando a nivel mundial están desechando dichos bienes por el descenso en la demanda. Simplemente la producción de automóviles eléctricos e híbridos a escala internacional es cada día más elevada, así como la generación de energía eléctrica con sistemas solares y eólicos. Mientras que el gobierno federal sigue con la visión de seguir empleando los combustibles fósiles como estandarte de soberanía nacional.  

Tan mal se están haciendo las cosas en México, que hasta el editorial de un influyente medio global británico Financial Times calificó las políticas de López Obrador como una “peligrosa adicción” por los combustibles fósiles, cuando la tendencia mundial es intensificar el uso de energías limpias o renovables.

El medio inglés le reclamó al gobierno federal que las reformas a dicha ley abren una puerta a la expropiación de los 17 mil 600 millones de dólares de inversión privada en el sector eléctrico lo que traería costos a clientes y empresas, tal y como lo ha denunciado el Consejo Coordinador Empresarial (CCE).

Además, la editorial advierte que la política del gobierno hacia el sector eléctrico, revertiría sustancialmente la reforma energética pionera de 2013-2014, la cual estableció a tomar primero la energía más barata.

El presidente cada vez más cerrado en su política lleva al país a escenarios de demandas y juicios de alto costo para el Estado, y lo más grave es que México contribuirá de forma agresiva con el calentamiento global y con elevados picos de contaminación atmosférica.


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La pandemia y los nuevos límites del consumo cultural

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¿A usted le parece que el consumo digital es democrático? Podemos conservar la pregunta sobre la mesa para plantear una serie de cuestiones. Recientemente se presentaron los resultados de la encuesta de consumo cultural que realizó la UNAM y que fue respondida por 8,780 personas. Si bien, el sesgo es claro (principalmente jóvenes, consumidores habituales de contenidos culturales), los resultados permiten reflexionar en las posibles orientaciones de los productos que los miembros del sector podrán tomar, de cara a una recuperación económica de la industria. Ahora bien, ¿cómo plantear la recuperación de un sector cuyos productos se consumen, en mayor medida, si son gratuitos?

La encuesta de consumo cultural durante la pandemia sugiere la posibilidad de diseñar nuevos estudios, más específicos, que arrojen resultados para orientar la toma de decisiones, tanto por parte de los productores que ofrecen contenidos gratuitos, como la propia UNAM o los museos públicos, como por parte de quienes viven de esa producción (artistas en general). El desarrollo de la plataforma Contigo en la distancia permitió la captación de varios usuarios, quienes se buscaron el tiempo para participar en conferencias o cursos en línea, cuando normalmente no lo hubieran podido hacer si se hubieran tenido que desplazar hasta una sede. Algo que debe llamar la atención de los desarrolladores de contenidos es, por un lado, lo que ya sabemos todos: que el Zoom llegó para quedarse y que la producción de videos, recorridos o podcasts que se pueden ver en forma asincrónica permite ampliar el rango de consumidores; por otro lado, que el dispositivo favorito para el consumo cultural en la pandemia es el smartphone. Esto implica desafíos de diseño (engagement, formato, atención) que eventualmente, todos los que nos dedicamos a la producción de contenidos vamos a tener que afrontar.

consumo digital de la cultura
Imagen: Ana Galvañ.

Los retos no son menores: vivimos en un país que ha recortado en grado extremo el presupuesto para el sector cultura. Los recintos públicos se encuentran cada vez más limitados para llevar a cabo producciones ciertamente costosas, como exposiciones internacionales, si no tienen un patronato o asociación civil que los respalde. Estas asociaciones normalmente no acometen con sus donativos los gastos operativos de los recintos, ni tampoco el pago, en forma consuetudinaria, de los colaboradores especializados.

La encuesta de consumo cultural arroja que la mayoría de los participantes no se muestra tan entusiasmada por los recorridos virtuales a museos o a exposiciones en específico, pero sí espera la apertura de actividades para volver a los recintos. La experiencia de visitar una muestra o un sitio arqueológico es insustituible y, pese a que los museos mexicanos no desarrollaron esfuerzos de particular monta para no perder la fidelidad de sus públicos durante la pandemia (los esfuerzos se concentraron en charlas y cursos en línea, como ya dije), el público que habitualmente visitaba museos está ansioso de volver a hacerlo. Hay recintos privados en peligro de desaparición, como Papalote Museo del Niño, quien tuvo que lanzar una campaña desde su sitio web para recaudar 50 millones de pesos, suma que destinará al pago a colaboradores y a los gastos derivados del mantenimiento del museo. No obstante, la producción de contenidos digitales es mucho menos costosa que la de una exposición internacional, por ejemplo, el presupuesto siempre es requerido y resulta muy incómodo operar con los mínimos.

Aunque los recintos permanezcan cerrados, a causa de la crisis de salud que ha dejado la pandemia, los gastos no se interrumpen, como en el caso de las oficinas: las colecciones y los inmuebles siguen ahí y requieren de mantenimiento, limpieza, rotación, procedimientos de conservación preventiva, restauración. Esto quiere decir que hay que seguir operando a pesar del cierre y de la distancia de los públicos, y que el salario de los empleados especializados que se ocupan de las colecciones y recintos sigue y seguirá siendo necesario.

consumo digital
Imagen: The Objective.

Ahora, retomemos la pregunta de inicio: ¿es más democrático el consumo cultural digital? Si bien, sabemos que la oferta asincrónica en diversas plataformas permite un mayor número de visitas, también sabemos que un gran porcentaje de la población no cuenta con internet estable o plan de datos que le permita tener acceso a actividades culturales. También sabemos que hay quienes tienen un smartphone pero no por ello consumirán contenidos culturales, sino comerciales. Ahora bien, hay otro factor a considerar: la oferta gratuita ciertamente es un beneficio para muchos, pero no por eso se debe generalizar la idea de que la cultura “no cuesta”. La producción de lo que se ofrece, la preparación de los conferencistas, los derechos de reproducción de las imágenes, requieren dinero. La única manera de reactivar las industrias culturales es generando derrama económica y haciéndole entender al gobierno federal que, sin impulso presupuestal a la creación, a los espectáculos y a los recintos museísticos, este país está en riesgo de demeritar -hasta perder- sus instituciones culturales.

Más allá de la pregunta por la democratización, lo cierto es que los resultados de la encuesta de consumo cultural permiten detenerse a pensar en cómo será la oferta que preparemos en el futuro. Partiendo de la premisa de que hay experiencias presenciales insustituibles, los museos, por ejemplo, tendrán que comenzar a problematizar sus vocaciones y a abrir el panorama para incluir contenidos para comunidades remotas. Si se le da la vuelta mediante distintos discursos a las mismas piezas, lo más seguro es que la oferta presencial termine por gastarse, ante la imposibilidad de contar con obras u objetos procedentes de otras colecciones que despierten de nuevo el interés. Y aquellos recintos que no poseen piezas en custodia la tienen todavía más difícil.

¿Por qué íbamos al museo o a un espectáculo de danza o teatro? No era solamente para matar el tiempo: estábamos dispuestos a pagar por una experiencia transformadora, trascendente. Quizá el confinamiento le puso a muchos la alternativa de vincularse con la cultura como una manera de pasar los días, pero quizá también les hizo ver que puede ser una experiencia que salva. ¿Tiene el formato digital esa posibilidad de apelar a lo más profundo de la emoción y de la psique de un espectador? El reto está interesante, sobre todo, si se piensa que la vuelta a las actividades presenciales no está a la vuelta de la esquina ni será como antes de los confinamientos.


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Hablar de Dios sin hablar de Dios

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Para algunos sectores de la sociedad hablar de Dios es una prohibición porque crecen en una época donde negarlo era el concepto preponderante. Efectivamente, más allá de las experiencias y reflexiones, las argumentaciones del entorno influyen en los conceptos que se comparten comunitariamente.

Ciertamente, la negación de la existencia de Dios no es un dato de los últimos siglos. Desde la antigüedad hubo quienes cuestionaron su existencia, como también la insistencia de otros en afirmar su realidad. Ambos extremos tienen sus razones de ser. El escucharlos y profundizar en ellos permite de suyo la expansión de la consciencia, como capacidad de darse cuenta, y de la conciencia, como herramienta valorativa de la realidad.

Se puede decir que la negación de Dios en ciertos tiempos corresponde más bien a la comprensión de su misterio que se hace en las diferentes épocas y regiones; en ese sentido, el rechazo no corresponde precisamente a Dios, sino al discurso y la institucionalización que lo contiene, es decir, a las estructuras sapienciales, éticas y celebrativas propias de las religiones.

hablar de dios
Imagen: Skander Khlif.

Sin embargo, eso que llamamos Dios se encuentra mucho más allá de cualquier definición, estructura o sistema que pretenda abarcarlo total y definitivamente, por ello, separar el Misterio que da origen, sustento y sentido a la realidad de la idea institucionalizada provoca deserciones religiosas, pero no necesariamente carencia o alejamiento de experiencia espiritual.

En efecto, la realidad está rodeada de algo que le da fundamento, cohesión y sentido a toda la existencia. Fluir en ella es aceptar el origen, alimentarse de él, tomar lo nutritivo y eliminar el resto, integrar en sí mismo aquello que se es, con luces y sombras, con capacidades y limitaciones, con aciertos y errores para armonizar el propio ser sin engaños, ni falsas expectativas, es aceptar el futuro dirigiendo la vida en aquella dirección que de vida en plenitud porque se entrega la vida para que otros la tengan.

Esta realidad espiritual, buscada, reconocida y experimentada, que subyace en la experiencia de todo ser humano, necesita ocupar un lugar específico en la vida de cada persona para generar los frutos que posee y que benefician por igual a quien los recibe como a quien los aporta.

camino de dios
Imagen: Tijana D.

Así, el sentido más profundo de este misterio se encuentra en la cohesión que hace de todo lo existente, en esa articulación que va más allá de las individualidades, en la regeneración constante, en la armonía que suscita, en la belleza que provoca. En toda la creación esto funciona mecánicamente, como respondiendo a un programa pre-establecido que la observación y el conocimiento humano va descubriendo paulatinamente. Así se descifra que la existencia particular sólo cobra sentido en la medida que existe para el entorno.

En el caso de las personas, la capacidad de vinculación, el reconocimiento tanto del otro como de lo otro y el papel que se ocupa en el orden cósmico no son el producto de un programa al que se está condicionado, sino el resultado de decisiones y acciones que pasan por la intención y la voluntad.

El alcance de esta capacidad se manifiesta desde formas muy sutiles hasta las más grandes y heroicas manifestaciones, la tarea conjunta de todas ellas sostiene y hace más llevadera la existencia propia y ajena, por ello, más allá de la creencia religiosa que se tenga, el efecto de este misterio en la vida cotidiana de una persona evoca, provoca y convoca; se percibe, su ejemplo inspira, su modelo contagia y sobre todo abre el horizonte a la esperanza personal y comunitaria.


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