colaboradores

Lo que vi en Washington (Parte II)

Lectura: 6 minutos

Washington, la capital de los Estados Unidos de América, ha dejado atrás sus peores días, o todo mundo lo esperamos. El intento de golpe de Estado, la toma del Congreso, o lo que haya sido, quedará en la historia reciente de Estados Unidos como el momento más comprometido de su democracia, de la institucionalidad, y de su historia política de muchos, muchos años.

¿Qué vi en Washington? Una ciudad tomada por más de 30,000 personas de las muy variadas instituciones de seguridad de Estados Unidos, era obvia la presencia de la Guardia Nacional, de las policías locales, del Servicio Secreto, de la CIA, del FBI, muchos, muchísimos uniformados, pero también muchos que no lo estaban. Calles bloqueadas con camiones de la Guardia Nacional, patrullas de las policías, otras camionetas “casi siempre de color negro y con vidrios polarizados” que no tenían logotipo en sus puertas, y hasta camiones de carga usados típicamente en construcción. Cientos, sino es que miles de metros lineales de rejas de diversos altos, de dos y hasta tres metros, y en algunos lugares estratégicos, bardas de concreto de las que se usan para dividir los carriles en un sentido y el otro en buenas carreteras.

Las limitaciones para transitar eran muy superiores si lo hacías en auto, motocicleta y hasta bicicleta, que si lo hacías a pie. El día 19 de enero, que fui a checar el terreno y ver qué posibilidades tenía de ser acreditado como periodista, gracias a una carta que tenía de El Semanario/Voces de México, pude caminar cerca de 20 kilómetros alrededor del “Mall” y ver y entender lo que estaba sucediendo.

Se cerraron muchísimas calles a las que no había ningún acceso, como puentes que comunican la ciudad con Virginia, en otras había controles muy estrictos, y en otros un poco más laxos. Había decenas de carpas donde operaban centros de control y/o abastecimiento en las mismas calles o bien en hoteles, o en lugares públicos como la arena del centro de Washington.

En la tarde del 20, ya terminado el evento de toma de posesión del presidente y la vicepresidenta, le comenté a un agente que llevaba una placa en un Starbucks, que deberían ya sentirse tranquilos de que no había sucedido nada y simplemente me dijo “yes, so far” (Si, hasta ahora). Y es que la seguridad se quedó con el operativo completo hasta el día 22 a primera hora, e iría reduciéndose poco a poco hasta llegar a la situación que se considere conveniente.

El férreo operativo de seguridad implicó el cierre, ya de por sí restringido por las medidas para prevenir los contagios por COVID, de museos, restaurantes, parques, plazas públicas, centros culturales, etc. etc.

Un ejemplo de las medidas restrictivas implicó que se prohibió volar a los tres aeropuertos que sirven a la ciudad con armas de cualquier tipo y la posibilidad de que las autoridades aeroportuarias o quien correspondiera te pudiera pedir tus papeles y revisar tus maletas. Yo volé de México a Atlanta y de ahí al aeropuerto Dulles (IAD) y todos y cada uno de los pasajeros, incluyendo la tripulación, tuvimos que presentar un documento oficial para identificarnos y se hizo una revisión aleatoria de maletas que irían arriba en el avión.

En mi colaboración anterior señalé que existe la posibilidad de que el EXpresidente Trump, busque lanzarse en el 2024 como candidato independiente, como en su momento lo hizo el empresario texano Ross Perot, o bien, crear su propio partido político, o hasta quererse apropiar del partido republicano… De Trump se puede esperar todo.

Trump deja, sin lugar a duda, un país profundamente dividido, y para su desgracia y beneplácito de muchos de los que no lo quisimos nunca, el tema del 6 de enero en el Capitolio y su mal actuar, antes, durante y después del mismo, hizo que algunos de sus seguidores o simpatizantes dejarán de serlo, o al menos, dejarlo de ser a ciegas. Esto incluye a personajes de la política norteamericana de alto rango entre los senadores, congresistas, y gobernadores, al igual que a ciertos medios de comunicación y donantes del partido republicano y del propio Trump. Algunos de ellos, inclusive, lo han manifestado abiertamente. La base trumpista está y seguirá por mucho tiempo, me temo, pero obviamente se encuentra dañada y podría desgastarse rápidamente.

El juicio político al presidente Trump iniciará el 18 de febrero y todavía es una moneda al aire lo que sucederá, en adición al impeachment, Trump estará sujeto a otros dos o tres procesos que lo podrían alejar de la política para siempre… sería maravilloso que esto sucediera. En casi todos los casos se requiere de dos terceras partes de los votos de los senadores y, como se sabe, hoy, después de las costosísimas (se sabe que entre los cuatro candidatos se gastaron más de 800 millones de dólares) elecciones del 5 de enero de este año en el estado de Georgia, donde ganaron las dos sillas candidatos del partido demócrata, el Senado tiene 50 senadores de cada partido, aunque la mayoría demócrata, por uno de los tantos asegunes de las normas o leyes de la democracia americana.

De las muchas acciones que implementó Trump, desde medidas para combatir el cambio climático, los derechos de la comunidad LGBTTTIQA, la presencia de Estados Unidos en organismos de la ONU, migración, y otras tantas, afortunadamente podrán corregirse con la misma velocidad con la que él las implementó, al tratarse de órdenes ejecutivas. De hecho, el presidente Biden ya ha desechado una veintena de las decenas de “órdenes” que Trump impuso en su gobierno. Desde parar la obra del muro con México e iniciar una investigación profunda sobre cómo se dieron los contratos a esas constructoras. Estoy 100% convencido de que habrá muchos fraudes, malos manejos, corrupción, desvíos de recursos y otros “asuntos” en esos contratos, hasta el derecho de las personas transgénero de ser parte de las fuerzas armadas.

Pero Biden es un viejo lobo de mar de la política americana y no gobernará por medio de órdenes ejecutivas, con ellas sólo quiere acabar con el triste legado de Trump. Biden buscará con sus habilidades y capacidades hacer cambios en las leyes para que los cambios sean permanentes.

Lo que es un hecho es que Trump tiene hoy menos apoyos políticos, menos presencia en los medios tradicionales de comunicación, muchas limitaciones en redes sociales, y el alejamiento de fuertes e importantes donantes, lo que hará más difícil cualquiera de sus pretensiones y, por el otro lado, tendrá que superar muchos obstáculos legales no sólo los relacionados con el juicio político o su imposibilidad de volver a la política; sino por sus múltiples problemas fiscales, y otros procesos que se alargaron durante su mandato, gracias a los oficios de los líderes de las cámaras y a jueces y fiscales a modo.

Pero no soy iluso y también sé que Trump tiene gente que lo apoya ciegamente y políticos que le deben favores o le tienen terror, y por ello es difícil saber qué pasará, al menos en el corto y mediano plazos. Yo espero que termine en la cárcel, que es donde debió estar desde hace mucho o quizás en un hospital psiquiátrico, donde también tendría cabida.


También te puede interesar: Lo que vi en Washington en enero de 2021 (Parte I)

Agua Salada, una crónica de supervivencia (Parte III)

Lectura: 7 minutos
Día 8

Lo primero que vi cuando desperté fue a Karen sentada en la mesa del camarote escribiendo en el cuaderno. Hizo una pausa, volteó, me lo barajó para acreditar que él mismo estaba por terminar sus hojas, y me dijo que con la información que yo le había traído llevaba ya dos páginas reportándolo a los demás. Mientras regresaba a su tarea, por primera vez desde el inicio del caos, el anuncio que repetidamente daban por los altavoces –y que habíamos dejado de atender– cambió:

—“A partir de hoy, las raciones de comida y agua serán reducidas a la mitad, favor de racionarlas al máximo”.

—Karen se limitó a mirarme y decirme con un dejo de sonrisa: “no te preocupes, te daré de mi parte, yo no como demasiado…”.

Pasamos el día esperando la nueva ración y alguna noticia nueva del exterior sin sobresaltos… y sin comida. Ahondamos en conversaciones sobre nuestras vidas, nuestras familias, nuestro trabajo, nuestras expectativas y nuestros miedos. El camarote se había convertido en un pequeño reducto en el que dos personas extrañas, de puntos opuestos del mundo, flotando en medio del mar, estaban dispuestas a hacerse mutuas confesiones en busca de la liberación de cargas, de recuerdos inservibles, de culpas y de miedos.   

Al llegar la noche algo había cambiado en el barco, había cierto silencio, cierta expectación diferente a los días previos, cierta calma, y mucha hambre. La comida de todos los días no había llegado, lo cual marcaba un punto de preocupación particular. Karen sacó de algún lugar un par de barras de chocolate que había llevado consigo y que fue como una cena en el mejor restaurante del mundo. Afuera, a lo lejos, la estela de luz de la luna se reflejaba en el mar hasta nuestra mirada, sugiriendo un camino hacia un mejor lugar.

Me dispuse a dormir pesando en la suerte que habrían corrido mis compañeros de viaje, especulando furtivamente en que sería, posiblemente, una de mis últimas noches en el mundo, cuando sentí algo hasta ese momento imprevisto. El cuerpo de Karen, detrás de mí, abrazándome como mejor pudo y pidiendo permiso para acurrucarse a mi lado. “Si hay virus no te preocupes, llevo 8 días sin ver a nadie… soy covid free”.

secreto en el camarote
Imagen: Anna Hagen.
Día 9

La llegada del cuaderno, por la mañana, trajo noticias sorprendentes. Alguien de los que repartía comida había informado a uno de los vecinos que la situación era ya insostenible, que la comida se había terminado y el agua escaseaba, y que cosas muy graves sucederían en las próximas horas. Si había algún plan de escape, había que ponerlo en marcha de inmediato. El cuaderno viajó y viajó de lado a lado innumerables veces hasta lograr un consenso entre los integrantes del grupo. Todos se concentrarían en el balcón del extremo sur, para desde ahí trepar con cuerdas a uno de los botes salvavidas que se ubicaba unos 3 metros arriba, para tratar desde ahí de descolgarlo al mar y huir.

Un plan parecido al que había seguido Isabel, cuyo final desconocíamos, pero del que teníamos indicios de que habría fracasado. No habían muchas más opciones. Sin agua y sin comida lo siguiente en el barco era la anarquía total, la guerra salvaje entre grupos para tratar de sobrevivir.

En las horas siguientes nos concentramos en preparar la huida, pactada para las 4 de la mañana. Había que llevar todas las provisiones posibles, cosas para cubrirse del sol, papeles personales, cubrebocas, medicamentos, todo aquello que pudiera servir como arma, y dejar cartas explicando la decisión, para el remoto caso de que nuestros familiares pudieran algún día recibirlas.

En mi caso, tenía que intentar entrar en contacto con Juan, que debía permanecer en mi camarote, y convencerlo para tratar de escapar con nosotros. Ahora sí, el tiempo se agotaba y no se veían otras opciones. Pasé de balcón en balcón hasta el punto que consideré más cercano a mi camarote, salí y corrí por el pasillo hasta llegar al lugar. Toqué y toqué sin respuesta, traté de entrar con mi llave y estaba desactivada. Tuve suerte, no me cruce con nadie en el camino. Regresé sobre mis pasos con la zozobra de la incertidumbre.

Cuando regresé, cansado y abatido, informé a Karen sobre el resultado y me acosté a descansar para acometer el plan de escape en 3 horas más. Otra vez Karen se acomodó a mis espaldas y me reconfortó. Sin saber cómo consumimos las últimas horas en besarnos y hacer el amor hasta media hora antes de la hora final. En la vida siempre supe que cuando uno desnuda su alma ante una mujer, desnudar el cuerpo es ya solo cuestión de tiempo y circunstancias. Y Karen y yo nos habíamos desnudado por completo casi desde que nos conocimos. Fue estrujante pensar en que, para ambos, era una despedida sin tener idea de si al menos podríamos ver el siguiente amanecer.  Afuera del balcón estaba la noche, que no era el miedo en sí, sino sólo el lugar en que éste habita.

Día 10

No pudimos dormir, a las 3 de la mañana debíamos iniciar el camino entre balcón y balcón para llegar al punto desde el cual podríamos trepar hacia el bote salvavidas. Justo antes de partir cambié de opinión. No supe por qué, no tenía una razón elaborada, no hacía sentido, pero algo me decía que era mejor quedarme donde estaba. Traicionar mi intuición, que siempre me había servido, era lo único que no podía permitirme.

intuicion
Imagen: Gérard DuBois.

—Lo siento Karen, no voy, aquí me quedo, prefiero esperar.

Insistió 5 minutos y desistió, tenía que iniciar el camino o la dejarían atrás.

Nos deseamos suerte, nos cruzamos números de contacto, nos abrazamos como viejos amigos y prometimos vernos pronto en tierra, cuanto todo esto hubiese terminado. Y se fue.

Mi primera sensación fue que estaba dejando ir la única oportunidad que me quedaba de escapar de la caja flotante, pero ya era tarde, ya ni queriendo podría alcanzarlos. Me senté en el balcón, tratando de identificar diferencias entre el negro de la noche y el negro del mar, y esperando para ver si alcanzaba a identificar alguna luz o sonido del bote escapando hacia tierra segura. Nada. Me quedé esperando hasta que el amanecer me faltó al respeto con un sol quemante frente a los ojos, anunciando un día más de calor sin aire acondicionado.

Sin nada que hacer, sin comida, sin agua, sin libros, sin nadie a mi alrededor me recosté mirando al techo y sentí un mareo, algo se había movido ajeno a mi voluntad. Un primer impulso, y luego otro, y otro más. El barco, el barco se estaba moviendo. Los gritos de otros camarotes identificando el movimiento me confirmaron esa inconcebible noticia. El barco avanzaba. Salía al balcón a buscar la espuma de la estela del barco, y aunque apenas incipiente, ya se anunciaba el vaivén del casco del crucero rompiendo las pequeñas olas.

Toda mi energía, mi atención, mis pensamientos y mi voluntad estaban puestos en que el barco debía seguir avanzando. Un nuevo anuncio en los altavoces empezó a dar forma a una realidad que nos había abandonado por 10 días, el anuncio empezaba diciendo: “Les habla el capitán…”.

Sin explicar nada se limitó a decir que habíamos sido autorizados para avanzar hacia puerto en la isla de San Cristóbal y Nieves, a donde deberíamos estar llegando en aproximadamente 5 horas. Se nos pedía no salir de nuestros camarotes y esperar nuevas instrucciones. Por ningún motivo debíamos salir de nuestros camarotes. No importaba nada, la inminencia de estar en tierra en 5 horas era una información difícil de procesar. Los gritos de alegría de otros pasajeros y el llanto de otros confirmaba que no estaba sufriendo alucinaciones. Para ese momento, además, la velocidad del barco ya era notable.

Pensé en ir a mi camarote por mi maleta y ver si encontraba a Juan, pero me pareció un riesgo innecesario cuando la solución estaba a la vista. Ya habría tiempo de buscarlo, o en su caso nos veríamos “abajo”. Reparé entonces en la palabra “abajo”, que de todas las del idioma español se convertía en la más bella: “abajo”, “abajo”, “abajo”.

altoparlante del camarote
Imagen: Pinterest.

Cuando empecé a identificar, a lo lejos, el perfil de ciertas breves montañas mi corazón dio un vuelco. Era un hecho, nos estábamos acercando a tierra y podríamos salir de la trampa mortal flotante. No más hambre, no más sed, no más pensamientos suicidas. No más agua salada en la piel.

A escasos 400 metros de la orilla los altoparlantes del barco empezaron a repetir la misma instrucción hasta la saciedad.

—Nadie deberá salir de su camarote. Para abandonar el barco debemos esperar autorización de las autoridades locales, y llamaremos camarotes de dos en dos hasta desocupar el navío. Cada persona debe llevar sus pertenencias.

No importaba. Nada importaba. Después de 11 días de incertidumbre, esperar unas horas más, ya con la tranquilidad de estar en tierra era sólo un breve estirón adicional a la reserva de paciencia. Tocamos tierra, aunque me tocó del lado del barco en el que no era posible ver hacia la isla, pero podía ver el puerto y parte de la ciudad a lo lejos. De alguna manera nuestro secuestro había terminado y nos estaban liberando.

Prendí mi celular, no había señal, por lo que lo volví a apagar para no gastar lo que me quedaba de pila. Ya habría oportunidad de encontrar señal en tierra. Después de dos horas de espera, por fin la voz en las bocinas empezó a dictar los números de camarotes cuyos ocupantes podrían ya salir. Dos minutos después otros dos, y dos minutos después otros dos. Hice cuentas, con el número que tenía debían pasar unas 3 horas más para que llegara mi turno. 

A veces la voz paraba y no llamaban a nadie, lo que fue demorando la salida por horas y horas. La secuencia era extraña, porque había ciertos números de camarotes que simplemente, eran saltados. Dormitaba entre llamados y llamados, tratando de identificar una secuencia que me permitiera un mejor pronóstico de mi momento de caminar hacia la libertad.

Continuará…


También te puede interesar: Agua salada, una crónica de supervivencia (Parte II).

La nevada sin fin

Lectura: 4 minutos

Cuando empiezo a escribir este artículo, ya han pasado 10 días desde que comenzara a nevar en Madrid. El primer aviso llegó el jueves 7 de enero al mediodía. Aquel día la nieve no llegó a cuajar. El viernes por la tarde y casi todo el sábado la historia fue completamente distinta. La nieve alcanzó hasta medio metro de altura, dejando la ciudad intransitable para automóviles. Varios autobuses y coches particulares se quedaron varados en las principales vías de la ciudad como, por ejemplo, la M-30 que viene a ser el periférico local. Además, muchos árboles de hoja perenne cayeron por el peso de la nieve o, al menos, perdieron varias de sus ramas, haciendo que transitar las calles en los siguientes días, se convirtiera en una labor de riesgo. Era tanta la nieve que hubo techos que se desplomaron o perdieron sus canalones. Algunos conductores tuvieron que esperar hasta 16 horas para poder llegar a sus casas. Aquellos días se pudo ver a esquiadores recorriendo esas avenidas como si estuvieran en los Alpes. Una imagen que dudo volver a contemplar en mi vida. Posteriormente, esa nieve se convirtió en hielo.  

A partir de ahí, las autoridades y los ciudadanos han buscado quitar la nieve y las ramas caídas y retomar la normalidad en la ciudad. Por fortuna, todos los días ha lucido un sol espléndido, aunque las bajas temperaturas han impedido un mayor deshielo. Poco a poco se han vuelto a hacer transitables las principales vías de la ciudad, así como sus aceras. Sin embargo, al día de hoy son varias las calles que se mantienen cubiertas por un manto blanco. Amén del peligro que conlleva para los peatones y la imposibilidad de sacar el coche del garaje, este obstáculo deslizante conlleva otro problema de salud pública: la imposibilidad de recoger la basura.

Nieve en Madrid
Imagen: El País.

De esta forma, los contenedores se han convertido en montañas de bolsas de basura. Además, los primeros días ir al hospital era una auténtica odisea tanto para enfermos como para médicos. Por otra parte, los niños que tenían que volver a clase el 11 de enero, se han tenido que quedar en casa, lo que conlleva que al menos uno de los progenitores tenga la obligación legal de quedarse con él. Afortunadamente, en estos tiempos de pandemia se ha popularizado el teletrabajo o home office y hay mucha comprensión por parte de los patronos. Sin embargo, es un hecho, no todo el mundo puede realizar sus labores desde el hogar, lo cual es otro problema añadido.

Ante el caos ocasionado por el fenómeno atmosférico, se ha producido una competencia por parte de nuestros mandatarios, por ver cuál decía la mayor absurdidad. El alcalde de Madrid, el popular Martínez Almeida, dijo que ninguna ciudad estaba preparada para una nevada de esta categoría. Entonces, él pensará que en Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca e Islandia nadie trabaja durante el invierno y se quedan confinados en sus domicilios. El Ministro de Transportes, el socialista José Luis Ábalos, dio como única explicación que no esperaban un temporal tan fuerte. Me pregunto qué esperaba entonces el Ministro: ¿El autobús? Finalmente, la presidenta de la Comunidad de Madrid, la popular Isabel Díaz Ayuso, quien cree que la mejor defensa es siempre un buen ataque, acusó a los meteorólogos de no haber avisado de la precipitación. Lo cierto es que una semana antes del fenómeno atmosférico, ya sabíamos que iba a caer una nevada histórica.         

Nieve en Madrid
Imagen: OK Diario.

Como decía al principio de este artículo, han pasado 10 días desde que comenzó a nevar y los niños aún no han regresado a clase, la basura se sigue amontonando y muchas calles siguen tomadas por el hielo. Es cierto. Esta ciudad no está preparada para una nevada de estas proporciones y sería absurdo que se hiciese acopio de muchas máquinas quitanieves para una situación que se presenta cada cincuenta o cien años.  Sin embargo, el problema no radica en la ausencia de medios, sino en la falta de previsión por parte de los dirigentes. Dicho sea de paso, sospecho que este problema es más universal de lo que se pudiera creer a simple vista. A principios de año, cuando veíamos  cómo Italia se convertía en el principal foco de la enfermedad, el gobierno permitió el desplazamiento de aficionados del Valencia a Milán que, por aquellos días, era el lugar más castigado de Europa por la pandemia. Además, se siguieron permitiendo todo tipo de eventos deportivos y culturales, así como manifestaciones, y el transporte público continuaba atestándose un día sí y otro también. El resultado ya lo sabemos.

El problema, independientemente de lo contagioso de la enfermedad o de lo tupido de la nevada, pareciera ser la total falta de previsión por parte de los mandatarios. La impresión que uno saca de sus procederes es que esperan a que se presente el problema para reaccionar. Y claro, a esas alturas, el problema se ha multiplicado de tal manera que su solución requiere de medidas drásticas y de mucho tiempo. En el caso que nos ocupa, unas dos semanas, si los meteorólogos vuelven a acertar, y llueve a media semana.

Me despido desde estas gélidas tierras, esperando no tener que hablar en mi próximo artículo de una inundación fruto de las cuantiosas lluvias y de la inoperancia de nuestros responsables políticos.   


También te puede interesar: El loco imaginario.

Reconocimiento facial: lo que implica que se sepa quiénes somos

Lectura: 3 minutos

En la revolución digital en la que estamos inmersos, se ha vuelto común el empleo de tecnologías de reconocimiento facial para acreditar nuestra identidad, ya sea para fines de seguridad, médicos, financieros, laborales, e incluso, para interactuar en redes sociales.

A través de ella desbloqueamos nuestros teléfonos móviles, autorizamos operaciones bancarias, “etiquetamos” amistades en fotos, ingresamos a nuestros trabajos, o bien, podemos localizar personas desaparecidas o que hayan cometido un delito.

Woodrow W. Bledsoe –uno de los pioneros de la Inteligencia Artificial– en los años sesenta, desarrolló el primer sistema semiautomático de reconocimiento facial capaz de ubicar y calcular proporciones de oídos, ojos, nariz y boca en fotografías para su comparación con fuentes de datos de referencia.

¿Qué es el reconocimiento facial? De acuerdo con el Grupo de Trabajo del artículo 29 de la Unión Europea, se trata del procesamiento automatizado de imágenes digitales (fotografías, videos grabados y en vivo) que contienen rostros de personas y que sirve para identificarlas, categorizarlas o autentificar su identidad.

reconocimiento facial
Imagen: Jon Berkeley.

Esta tecnología permite reconocer a un individuo a partir de sus datos biométricos, al confrontar los rasgos físicos de su cara, como la distancia entre sus ojos, la longitud de su nariz o el ángulo de su mandíbula, con plantillas previamente registradas y relacionadas con una identidad específica.

La tecnología no es ni buena ni mala. Su ventaja está en la manera en cómo la aprovechamos, sin vulnerar derechos fundamentales. Por ejemplo, el reconocimiento facial se ha utilizado con éxito para facilitar al Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano y a otras instituciones de salud estadounidenses, el diagnóstico de la enfermedad genética Síndrome de DiGeorge, que afecta desde 1 de cada 3000 a 1 de cada 6000 niños y cuya detección es especialmente difícil en África, Asia y Latinoamérica.

El rostro es un dato biométrico porque da cuenta de las características físicas de una persona, lo que permite identificarla o hacerla identificable. Además, es un dato personal sensible, porque incide en su esfera más íntima y su uso indebido pueda causarle discriminación o ponerla en un riesgo grave.

Pero ¿qué implica que se sepa quiénes somos mediante el reconocimiento facial? Una de las principales preocupaciones es que a través de su aplicación se atente contra los derechos humanos. Por ello, su empleo debe regirse por el cumplimiento de principios y deberes del sector público y privado que garanticen la protección de los datos personales.

En 2019, la empresa VPNMentor descubrió una importante brecha de seguridad en una base de datos de la plataforma Biostar 2, que gestionaba los sistemas de seguridad de acceso a instalaciones de 5,700 organizaciones en 83 países, incluidos gobiernos, multinacionales, bancos y la policía metropolitana del Reino Unido.

rostro biometrico
Imagen: Claire Merchlinsky.

Los investigadores de la empresa tuvieron acceso a más de 27.8 millones de registros y 23 gigabytes de datos como huellas digitales, información de las caras e imágenes de los usuarios, sus nombres, contraseñas, domicilios, correos electrónicos, entre otros.

Con motivo de la firma, en 1981, del Convenio 108 del Consejo Europeo para la Protección de las Personas con respecto al tratamiento automatizado de datos de carácter personal, cada 28 de enero, desde 2006, conmemoramos el Día Internacional de la Protección de Datos Personales, para difundir los derechos que tenemos para el cuidado de nuestra información personal, y las responsabilidades de su buen manejo.

El reconocimiento facial plantea retos sobre su aplicación segura y legal en el tratamiento de datos biométricos, salvaguardando los derechos de las personas. En esa misión, los órganos autónomos guardianes de los datos personales, como el INFOCDMX, tenemos un papel esencial para garantizar su protección, sin dejar de aprovechar la tecnología.

Decía Cicerón que “el rostro es el espejo del alma, y los ojos, sus delatores”. El derecho a la protección de nuestros datos personales nos da el poder de decidir quién y cómo los trata. Nosotros decidimos quién puede ver nuestra alma y saber lo que nuestros ojos revelan sobre nuestra intimidad.


También te puede interesar: Repensar la educación más allá de la COVID-19.

Carta a un amigo

Lectura: 2 minutos

En estos días en que Don Carlos Orozco Ibarra fue requerido en la Gloria, se unieron nostalgia y cariño; se adelantó en el viaje eterno un hombre leal, generoso quien seguramente llegó en hombros de los ángeles al infinito. Acompañado por las buenas vibras de muchos que le conocimos y queremos.

Al respecto, escribí en El Universal que la amistad es una de las relaciones más agradables en la vida y afirmé que un verdadero amigo es aquél que se adhiere a veces más estrechamente que un hermano, es constante en su lealtad, siempre acude en ayuda de su compañero angustiado, y lo aconseja con fidelidad.

Agrego que como amigo uno vive como propio, los momentos de felicidad del otro, el gusto de compartir actividades, ideas, experiencias, gustos, lo que implica el interés por pasar tiempo juntos.

Se dice que un amigo es aquél que no está solo cuando las cosas van bien, sino también en momentos de dificultad y utilicé a Los Tres Mosqueteros y D’Artagnan como un ejemplo de amistades profundas.

Recordé así, a uno de los más cercanos colaboradores del Licenciado Alberto Baillères, a quien en varias ocasiones y a través de la nomenclatura de sus toros le comunicó públicamente a Don Carlos, el sentir de muchos años de trato continuado, de enfrascarse en resolver los galimatías y alegrías del corto, mediano y largo plazos en todos los rubros en los que invierte Don Alberto, incluyendo por supuesto el taurino.

Don Alberto leyó el artículo y amablemente me dirigió una emotiva carta en la que  manifestó la sensación que le produjo cuando se adelanta el amigo de muchos años, en el paseíllo de la vida, y expresó su reconocimiento hacia Don Carlos.

La reproduzco porque su contenido es muestra palpable de sentimientos que, en época tan aciaga, leerlo nos reconfortan:

Tu artículo publicado en El Universal sobre la partida de este mundo de Don Carlos Orozco es verdaderamente afortunado, así como tu descripción de la amistad y su significado en relación a lo que significó la vida de Carlos.

En estos tristes momentos que experimento un profundo dolor por la partida de mi entrañable y queridísimo amigo y colaborador, tus palabras me han conmovido y llegado a lo más profundo de mi corazón.

Bien sabes lo que Carlos te apreciaba y también conoces la íntima y profunda relación que teníamos Carlos y yo. Para mí fue un ser sumamente especial en mi vida, ¡nos identificamos como amigos, colaborados y mosqueteros! Compartimos nuestras vidas intensamente por más de 60 años, desde que éramos unos críos.

El Grupo Bal que me honro en presidir, le debe muchísimo a Carlos, sin él no hubiera sido posible el crecimiento exitoso del Grupo.

A mi querido Carlos nunca lo olvidaremos.”

Y esto último es cierto, nos deja Don Carlos un recuerdo imborrable en quienes tuvimos el privilegio de estrechar su franca mano. A Don Alberto le agradezco su emotiva misiva y lo abrazo con afecto, honran sus palabras sobre el sentido de la amistad, por todo lo alto.


También te puede interesar: En la capital poblana quieren prohibir la Tauromaquia.

Justicia “pronta y expedita”

Lectura: 3 minutos

Uno de los grandes problemas de nuestro país radica en la impartición de justicia, la que además de otros cientos de problemas, es lenta. Mis afirmaciones no son teóricas, para demostrarlo me di a la tarea de promover un juicio de amparo, respecto de diversas modificaciones a la Constitución del Estado de Nuevo León.

Para iniciar diré que el artículo 17 de nuestra Constitución Política (Nacional) establece que la impartición de justicia debe ser pronta y expedita. Esto en concordancia con el artículo 8.1 de la Convención Americana de los Derechos Humanos, donde se ordena que toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente.

En este orden de ideas, el día 12 de marzo del 2019 fue modificado el artículo primero de la Constitución del Estado de Nuevo León, dicha modificación consistió en agregar a dicho artículo, que el Estado reconocía, protegía y tutelaba el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural.

justicia pronta
Imagen: Smart MD.

En virtud de lo anterior el día 2 de abril del 2019 presenté una demanda de Amparo, argumentando entre otras cosas, que dicha modificación me causaba diversos agravios al dotar de derechos al concebido no nacido, e igualmente que la protección (constitucional), de la vida hasta su culminación por “muerte natural” vulneraba mi capacidad de autodeterminación, porque eventualmente los servicios de salud se verían obligados a prolongar innecesariamente mi vida.

Los argumentos son ciertamente mucho más extensos, pero la pretensión de este artículo no es analizar el fondo del asunto sino su forma, particularmente en lo que se refiere al derecho de todo ciudadano a una pronta y expedita impartición de justicia.

El día 3 de abril del 2019, el juez de distrito que debía analizar mi demanda de amparo, la desechó sin siquiera haber leído los argumentos que planteé en la misma. Aquí el principio de prontitud y expeditez se cumplió a carta cabal, pues sólo bastaron 24 horas para desestimar mi demanda.

Consecuentemente y dentro de los plazos que me otorga la ley, el 8 de abril del mismo 2019, presenté un recurso de queja. Dicho recurso fue admitido el 15 de abril del 2019. De nueva cuenta, podría decir que el principio de prontitud y expeditez se cumplió, ya que únicamente bastaron siete días para que el Tribunal Colegiado admitirá mi recurso.

justicia lenta
Imagen: Crimcheck.

Sin embargo, a partir de ese momento todo cambió y mis ilusiones se vinieron abajo. Una vez admitido el recurso de queja el 15 de abril de 2019, fue necesario que transcurriera casi un año, para que dicha autoridad superior (Tribunal Colegiado) pudiera emitir una resolución final. Efectivamente, la decisión final del tribunal colegiado fue emitida el 27 de febrero del 2020, decisión en la que se me daba la razón, pues el tribunal colegiado ordenó al juez de distrito, que admitiera mi demanda y que analizara el contenido de la misma.

Sin embargo, debieron transcurrir otros seis meses, para que el juez de distrito re-admitiera mi demanda, lo que sucedió el 5 de agosto del 2020. Al re-admitir mi demanda se ordenó que la Audiencia Constitucional (momento en el que se debe decidir sobre el fondo del asunto) fuera el 9 de septiembre del 2020.

Ahora bien, argumentando carga de trabajo, fue necesario que transcurrieran otros cuatro meses (de agosto a diciembre) para que el juzgado de distrito emitiera su fallo definitivo, el cual fue dado el 18 de diciembre del 2020.

Como se puede apreciar, fueron necesarios 20 meses (desde abril de 2019 a diciembre de 2020) para que finalmente el juez de distrito emitiera (a regañadientas) su fallo.

Cabe decir, para quienes no son abogados, que esta sentencia aún puedo recurrirla, lo que tomando como referencia los tiempos antes señalados, implicaría probablemente otro año o más para saber el resultado final.

Así de pronta y expedita puede ser nuestra justicia.


También te puede interesar: Si me hubieran abortado (Segunda Parte)

El panorama que se había pronosticado en México

Lectura: 4 minutos

Comentamos en este espacio que la temporada decembrina sería muy peligrosa, ya que con el confinamiento tan largo, la imposibilidad de ver a los seres queridos, ante los festejos de la Navidad y el Año Nuevo, la gente se desbordaría y haría caso omiso al cero fiestas, reuniones y visitas; aunado al frío que está pegando en todo el mundo y eso ha tenido también repercusiones en los resultados de los contagios y muertes.

En esa participación las cifras que compartimos eran: contagios 1´129,379, casos sospechosos 395,511 y lamentables defunciones 113,019; comparadas con las de ahora (21 de enero), con un incremento impresionante de contagios: 1´668,396, casos sospechosos 421,255 y lamentables defunciones 142,832.

Hoy con mucha pena vemos que los crematorios están saturados, que al fin las autoridades aceptan que los hospitales lo están también, así como el personal médico, el cual se encuentra exhausto, cansado, minimizado en su actuar, ahora que vivimos un estado de emergencia y semáforo rojo. Nuevamente las autoridades están recomendando a otro confinamiento; se nota que ellos, al menos, tienen el ingreso asegurado, y si bien están asistiendo a trabajar, no tienen el temor de que sus familiares les pidan comida y ésta no haya en la casa. Definitivamente es muy fácil decir “quédate en casa” cuando hay cinco o más bocas que alimentar y la comida no llega. ¿Qué se hace en ese momento y sin ningún apoyo gubernamental?, la situación se complica mucho sin duda alguna, veamos cómo estamos parados frente a otros países en cuanto a los apoyos financieros que se han dado a consecuencia de la pandemia.

panorama pandemia
(Fuente: Reforma).

Déjeme aclararle, querido lector, que en este momento me encuentro en Portugal, en la ciudad de Porto y pese a que aquí el uso del cubrebocas es obligatorio y sancionado al no portarlo, y que hay restricciones los fines de semana de cerrar los negocios a las 13:00 P.M., y sólo los restaurantes pueden operar con comida para llevar, nos acaban de avisar que viene un confinamiento “total” por 30 días. El tema está en que las escuelas no cerrarán y sólo se permitirá llevar a los niños a las mismas y pasar por ellos (aunque se está estudiando la situación, dado que le nueva cepa ataca a niños de 10 a 20 años de edad; por eso se verá en la semana si se cierran completamente los centros de estudio); salir a comprar la comida, medicinas o acudir al banco.

Cabe aclarar que pese a que los contagios suenan mínimos (500 a 600 por día, claro está, la población de todo Portugal es mínima, 10.295.909 personas comparada con México donde habitamos más de 120 millones de personas), el gobierno está apoyando en reducciones de tarifas de gas, luz, pago de rentas o hipotecas hasta septiembre próximo, por lo que la necesidad de salir aminora, y aun así, hay muchos negocios que decidieron no hacer caso al llamado y han abierto sus puertas; muy pocos o contados son los comercios que abrieron en los centros comerciales, pero la mayoría de los que están en las calles sí decidieron abrir porque han protestado que de no hacerlo se perderían muchas fuentes de trabajo e inversiones.

Esta reflexión no es para justificar los actos de nuestras autoridades, todo lo contrario, Pero no podemos desalentar la superación personal y la inversión formal, ya que no puede sólo permanecer en casa y esperar a que llegue el día de votaciones para elegir a quien le ofrecerá beneficios, debe buscar los medios y recursos para ganarse su sustento y el de su familia.

Mucho se ha comentado y cuestionado el actuar del Dr. Hugo López-Gatell Ramírez, sus cálculos de escenario catastrófico de 60,000 lamentables defunciones, pues llevamos mucho más que el doble y no hay ninguna acción de corrección del rumbo por parte de ninguna de las autoridades –llámese Salud, Presidencia, la que quieran–. Tal pareciera que así como lo comenté en este mismo espacio, la idea es que se vea ya tan normal que resulta lo mismo llegar a 200,000 o 250,000; total, son seres humanos, así como los homicidios dolosos que el año pasado rompió récord y eso que esta administración promovió “abrazos no balazos”, y que en el sexenio del presidente Calderón, se declaró una guerra no tan bien pensada al narco y hoy que estamos más “en paz” –supuestamente–, superamos las cifras históricas, es inexplicable e intolerable.

Las cifras no se pueden ocultar. Por mucho que se haya intentado, todos sabemos cómo  ha actuado el gobierno

Ahora se desea la desaparición del Instituto Federal Electoral, escollo final ante su afán de conservar su mayoría en las gubernaturas, diputados y senadores, pero pese a todo su ejército de simpatizantes que atacan e intentan despedazar a los que atinadamente señalan las verdades incómodas de esos resultados fatales en economía, salud, seguridad, política exterior, etc., que no dejan de atacar a los periodistas, que no aceptan sus órdenes, que están en desacuerdo con sus acciones y los exponen, pues sus reuniones de comunicación diaria son más bien tratar de justificar que “todo” está en el mal actuar de los gobiernos pasados, que él, AMLO, es un buen presidente.

Sin embargo, en lugar de limpiar la casa, ensucia mucho más con los acciones de sus familiares, con sus “aportaciones”, contratos de asignación directa con PEMEX, compras de terrenos con uso del suelo otorgado en tiempos récord para hotelería y turismo (curiosamente en tramos del famoso y tan criticado tren Maya); negocios millonarios que nacen de la noche a la mañana en fabricación de chocolatería y cervecería, escándalos de viajes por el mundo en aviones privados, gastos en los mejores hoteles, restaurantes y, lo peor, subirlos y exponerlos en las redes sociales.

¿Realmente el pueblo mexicano es tan ciego?, ¿no ve lo que no se puede ocultar?, ¿no entiende lo lógico?, ¿le conviene seguir pensando que el redentor habita en Palacio Nacional? México es más grande y su pueblo también, hay que buscar que no siga el saqueo.

Queda demostrado que criticar es muy sencillo, actuar con congruencia y honestidad se ha vuelto complicado y prácticamente imposible de aplicarlo en México.

Nos seguimos leyendo si gustan.


También te puede interesar: Y si dejamos la política por un rato y… nos dedicamos a ¡vivir!