confinamiento

¿Quién quiero ser después de esta pandemia?

Lectura: 5 minutos

Para mi nieta Andrea.

Estoy sentada frente a mi computadora, mi herramienta de trabajo, mi conexión con mis consultantes, mis amigos, mi familia y mis amores. Mi ventana al mundo de afuera, al mundo que dejamos, del que no estamos presentes.

Estos meses me han llenado de diferentes emociones, dudas, miedos, incertidumbre tristezas y muchos duelos, también he disfrutado del cambio de ritmo, de la tranquilidad de no estar corriendo, de no estar en el tráfico, aunque debo de confesar que extraño escuchar mis podcasts, una acción que empecé a realizar para hacer más llevadero el tráfico de la Ciudad de México y que se ha vuelto una de mis más grandes pasiones, escuchar a mis mentores, hombres y mujeres que admiro y que siguen regalándome su sabiduría; soy de las personas a las que les gusta que les hablen mientras maneja… sé que hay otras a quienes les gusta que les canten.

Mucho ha cambiado, algunos de mis compañeros y amigos de Diálogos en Confianza ya no están, todo en el canal es diferente, el foro, los ritmos, las reglas, el programa, yo no he faltado ni un día desde enero y, aunque para mí los cambios fueron paulatinos, hay días que me siento desconcertada y triste y otros llena de energía.

aislamiento pandemia
Imagen: Kunal Krishna.

Comencé mi proyecto “El arte de ser feliz” que tenía años “macerando”, me cuestioné muchísimo si era el momento adecuado o no para hacerlo, pero ya nada podía detenerme, mis ganas de llevarlo a cabo eran enormes. El resultado me ha llenado de satisfacciones, alegrías y muchísima felicidad, por mi plataforma han pasado generosamente mis colegas y amigos, dejando a su paso su sabiduría, su verdad, su expertise, su corazón. Uno de ellos me felicitó por estar haciendo una “Videoteca” virtual tan importante.

De este proyecto está naciendo “Código Felicidad”, nuestra A.C. Éste sí fue un regalo del universo que no me esperaba pero que recibo con los brazos abiertos y llena de humildad, orgullo y anhelo por ayudar a muchísimas personas, nuestro lema es: “La felicidad va de la mano de la salud mental”, buscamos ayudar a las personas acercándose a profesionales de la salud mental para poder resolver sus problemas y encontrar la felicidad.

Los días han pasado, las semanas, los meses y el COVID nos alcanzó, llegó a nuestra casa, entró por la ventana y nos asustó, ahora nos deja una gran lección. Me di cuenta que una vez más el dinero hace la diferencia y esto es realmente triste, tener acceso a las medicinas, los médicos, el oxímetro, el termómetro. Es toda la diferencia; es un alto porcentaje de probabilidad de que no llegues al hospital si lo atiendes a tiempo, de la manera correcta, con las medicinas y los médicos. No voy a dejar de decir que también influye en un alto porcentaje tu salud en general, haber tenido acceso a vitaminas, alimentos de buena calidad, buenos hábitos de comida, que se traducen en un sistema inmunológico fuerte.

Como todos los que hemos tenido COVID, también sufrimos el rechazo, los amigos y familia que saben que lo tienes, se alejan y no los culpo, seguramente yo hubiera hecho lo mismo, tenemos miedo, no sabemos cómo nos va a atacar, pero sentir el rechazo duele, el alejamiento, la falta de contacto, justo lo que más necesita uno en momentos vulnerables, es el abrazo, la caricia, el apapacho, el miedo al COVID nos lo quita, nos priva de sentir el amor que es tan necesario. No podía dejar de pensar… ¿y si me pongo mal y ya no recibí ningún abrazo? ¿Y si es la última vez que veo a mis hijos, mi esposa, mis hermanas y mi papá?

miedo al covid
Imagen: Somewan.

Qué horrible pandemia, qué cruel, yo decidí desde el principio de la pandemia no vivir con miedo y creo que en la mayoría del tiempo lo he logrado, sí me cuestione cómo quería vivir mis últimos días si es que moría de COVID y decidí que no dejaría que el miedo fuera mi compañero, decidí seguir viviendo con alegría y tomando un día a la vez.

En medio de esta pandemia recibí la mejor de las noticias, mi nieta Andrea, viene en camino, mi hija Ximena y mi yerno Rodrigo están esperando su llegada y con ellos toda la familia, es hermoso cómo la vida sigue y mejora con nuevos anhelos, esperanzas y amores.

Esta dimensión nueva de ser abuela me llena de felicidad, quiero conocer a mi nieta, ser testigo de su vida, me encanta ver a mi hija y mi yerno formando su familia, con la emoción y el miedo que implica ser primerizos. Sé que van a ser fantásticos.

¿Quién quiero ser después de esta pandemia? Quiero seguir con este ritmo más pausado y sin estar corriendo.

Espero haber entendido varias lecciones, la fragilidad de la vida, que el tiempo es oro, la importancia de estar cerca de las personas que amas, de los amigos, de la familia. Lo vital que es un abrazo, la falta que nos hacen las caricias, la alegría del reencuentro, el valor de la salud.

abrazos en pandemia
Imagen: Eleni Kalorkoti

Quiero preocuparme menos y disfrutar más, quiero seguir construyendo y aprendiendo, quiero seguir trabajando en convertirme en la mejor versión de mí misma.

Quiero trabajar con mis manos, además de mi mente, quiero seguir jugando y riendo a carcajadas.

Quiero sentirme ligera y dejar atrás las cargas, los pleitos y los malos entendidos, quiero aprender a vivir con desacuerdos y no ser tan necia, cultivar la armonía, ejercitar la paciencia, vivir en el aquí y en el ahora.

Quiero la humildad como parte central de mi vida, quiero que lo que me mueva sea el amor, el amor a mí misma, el amor a los otros, el amor a la vida.

Quiero que el mundo al que llega mi nieta Andrea sea más generoso, compasivo, comprometido, incluyente, cuidadoso, amoroso y con más conciencia, para eso trabajo todos los días.

Quiero salir de esta pandemia más sabia y feliz.

¿Tú quién quieres ser después de esta pandemia?

Esto es para ti, mi amada Andrea, bienvenida.

Y también para ti, que siempre estás del otro lado leyéndome.

Gracias y bendiciones.


También te puede interesar: Seguimos creciendo.

El sonido del eufemismo

Lectura: 3 minutos

Se oye el bajar de las cortinas de metal de los negocios pequeños que pugnan por continuar en funciones. En el horario “normal” (el de invierno), la ciudad parece dormir, a eso de las 20:00, al menos en algunas colonias. Por la mañana, desde las 5:00, todo vuelve a la “nueva normalidad”: se oye el metrobús, mi edificio de agita por los camiones de carga pesada que pasan a unas cuadras… Pero se oyen también ambulancias, casi tantas como en mayo. Los sonidos revelan la funcionalidad, pero sabemos que no es así: son eufemismos.

Aparentemente todo ha cambiado y nada ha cambiado. Los que trabajan en negocios, platican con el cubrebocas a media asta en las afueras del local en lo que llega algún parroquiano (sinónimos de una protección y de una esperanza eufemísticas). Quienes trabajamos a distancia, seguimos silenciando el micrófono cuando pasa la camioneta con el pregón: “se compran colchones…”; algo que parece ser la música de fondo de todas las reuniones virtuales, todavía nos hace decir “perdón” y esperar unos segundos a que el ruido se aleje (eufemismo de un pretendido profesionalismo desde el hogar).

También se han sumado pregones nuevos. Recontados en redes sociales, los músicos de la legua del siglo pandémico –los que no tienen eventos sociales en dónde tocar su repertorio versátil– salen a las calles con bocina y pista a destantear a los vecinos que, al escuchar de lejos, no saben si se trata de una fiesta censurable, máxime en las cercanías de diciembre (eufemismo del desempleo).

sonidos de la calle Mexico
Imagen: Milenio.

Uno de esos pregones que se han sumado al ruido cotidiano reza: “Mami, mami, cómprame unos tamalitos de elote”. Otra hija secunda la moción y la madre asiente, diciendo: “está bien hijas, vamos por unos tamalitos de elote. Al fin sólo cuestan siete pesitos” (eufemismo de la pobreza). A fuerza de oírlo a diario desde la temprana tarde, no pude más que terminar detestándolo y analizando por qué todos los pregones de compra se dirigen primordialmente a las mujeres . “Señora, señorita, ya llegaron los bísquetes…” ¿Es que acaso los hombres no constituyen un mercado? ¿Es que las mujeres salen corriendo atrás de la bicicleta para que el “señor” no se moleste? Al mismo tiempo, echa en cara esta detestable costumbre de los diminutivos que tenemos en algunos países de América Latina: no porque sean “pesitos”, valen menos, aunque quizá el tamaño de los tamalitos no sea una pura fórmula de lenguaje. Malditos sean los eufemismos.

Otro sonido que se hizo más presente en nuestro encierro es la campana de la basura. Sus sempiternos ecos son un referente auditivo de esta ciudad. No obstante, el hecho de salir a trabajar nos sustraía de su esfera. Ahora es una marca de tiempo, un aviso, una convocatoria a encontrarse con vecinos que, igual que yo, salen arreglados de la cintura para arriba y ostentan un pantalón de estampado escandaloso, lo mismo que tenis o chanclas. Es decir, un eufemismo de la vestimenta laboral: esa coraza que hoy se convirtió en media armadura para los que no tenemos que salir a ser vistos de cuerpo entero.

colchones y fierro viejo que vendan
Imagen: El Sol de Toluca.

Sin duda, la pandemia nos ha hecho sensibles a muchas cosas. Ha visibilizado (y hecho audible) todo un mundo que teníamos soterrado en la prisa de salir corriendo a trabajar todos los días. Las comunicaciones de las “cifras oficiales” son un eufemismo: sabemos de la tapadera, de la minimización que se lleva a cabo para que la vida y la economía no se detengan, a pesar de que se lleven a muchos entre las patas. Medir el impacto de la pandemia en términos de la ocupación de camas es un eufemismo; quizá ninguno tan necio como el “semáforo naranja con alerta”, que eufemiza a un rojo solferino. Si eufemizar nos ha constituido culturalmente y nos ha hecho familiares con el habla en diminutivo, no creo que nadie esté conforme con que nos minimicen el número de muertos por la pandemia, ni el de desempleados, ni tampoco el nulo crecimiento de la economía con discursos “tranquilizantes” cada mañana. Son eufemismos, en el mejor de los casos. Crímenes en el peor. ¿Podremos con el eufemismo de la “nueva normalidad”?


También te puede interesar: Tragando camote.

Expulsando al acoso de nuestras aulas

Lectura: 3 minutos

Aún con la pandemia, las escuelas en México han continuado su labor formativa con las niñas, niños, adolescentes y jóvenes, trasladando sus actividades presenciales al espacio virtual, valiéndose de diversas tecnologías de la información y comunicación (TIC) para asegurar su derecho a la educación.

No obstante, ni las autoridades escolares ni el profesorado han sido los únicos que trascendieron las barreras físicas, sacando ventaja de las TIC, también lo han hecho los acosadores, colándose en los hogares de sus víctimas.

De acuerdo con el “Protocolo de actuación en situaciones de bullying”, elaborado por la UNICEF en 2015, el acoso escolar es una forma de violencia, discriminación y negación de derechos, que implica comportamientos de abuso efectuados de manera intencional y reiterada, por uno o varios estudiantes hacia otro u otros a quienes se perciben vulnerables o desprotegidos, por sus características o formas de vida (discapacidad, preferencia sexual, condición socioeconómica, entre otras).

ciberacoso
Imagen: Mimi N.

Cuando dicho acoso se realiza utilizando las TIC, a través de mensajes de texto, redes sociales, Internet, teléfonos móviles, chats, fotos o videos, estamos frente al denominado “ciberbullying”.

Basta conocer algunos de los datos contenidos en el Módulo sobre el Ciberacoso 2019 del INEGI, para comprender la magnitud de este problema. En México, el 23.9% de la población de 12 años y más que navegó en Internet en los últimos 12 meses fue objeto de ciberacoso, lo que representa 17.7 millones de personas (9.4 millones de mujeres y 8.3 millones de hombres). De ellos, el 10.4% fue acosado por un compañero(a) de trabajo o escuela.

Si bien es cierto que el ciberacoso existía antes de la crisis sanitaria, el confinamiento lo ha acentuado, ya que es a través de los dispositivos electrónicos que las chicas y chicos pueden relacionarse, estando conectados más tiempo.

Cada vez es más común leer noticias sobre violencia física y digital en el entorno escolar en contra de quienes contrajeron el virus o por el simple hecho de pertenecer a un determinado grupo racial.

Así, por ejemplo, de acuerdo con el reporte de abril de 2020, “Rising Levels of Hate Speech & Online Toxicity During This Time of Crisis” de L1ght, de diciembre de 2019 a marzo del presente año, los mensajes de odio en Twitter hacia China y personas de origen chino se incrementaron en un 900%, y hubo un aumento del 70% en los casos de incitación al odio entre niños y adolescentes en los chats.

acoso y pandemia
Imagen: NPR.

Cada primer jueves de noviembre conmemoramos el Día internacional contra la violencia y el acoso en la escuela, incluido el ciberacoso, cuya atención nos corresponde a todos, pues son realidades con efectos devastadores en la vida de millones de infantes y jóvenes, y en muchas ocasiones el origen de tragedias.

Garantizar que nuestra población estudiantil se desarrolle libremente y con dignidad, protegiendo su intimidad, privacidad y datos personales, es parte de los desafíos que tenemos que afrontar como sociedad en esta crisis.

Decía Benjamín Franklin que “educar en la igualdad y el respeto es educar contra la violencia”. Cada uno de nosotros puede contribuir a expulsar cualquier forma de acoso de nuestras aulas, sean virtuales o presenciales, no siendo indiferentes cuando seamos testigos de abusos, y tratando de ser mejores personas, preparándonos e informándonos para lograrlo.


También te puede interesar: Ciudades resilientes para ser sostenibles.

Sálvese quien pueda

Lectura: 3 minutos

Es innegable que vivimos en una cultura culpígena. Nos ha costado terapia, análisis y miles de narraciones hacernos cargo de eso, pero todavía no podemos darle la vuelta. Es tan ominoso y excesivo como el hablar en diminutivo. Quien tiene la culpa es causante de algo. Para algunos, por ejemplo, Colón tiene la culpa de la colonización y de la explotación de los indígenas americanos. Austria tiene la culpa de que el pueblo mexicano no pueda disfrutar de la contemplación de las glorias del “penacho de Moctezuma”. Quienes no se apegaron al confinamiento de marzo tienen la culpa de que hayan continuado los contagios de COVID-19; las autoridades tienen la culpa de que no salgamos de una eterna meseta, porque no obligaron al confinamiento, pero la voluntariedad del mismo obedece a no querer ser culpables de parar la economía al 100%, porque el gobierno no apoyó con recursos a las familias y porque ¿cómo le íbamos a hacer?

Las autoridades tienen la culpa de que los padres de familia se tiren de los pelos porque ya no saben qué hacer con sus vástagos en encierro, pero si volvieran a clases, tendrían la culpa de una oleada masiva de contagios y de miles de muertes. Los asintomáticos tienen la culpa de andar por ahí ignorando su enfermedad y regando gérmenes; los que ya tuvieron COVID no se ocupan de los que no, porque “ya les dio” y se creen inmunes. El gobierno tiene la culpa de las muertes porque no hace pruebas masivamente y porque el manejo de la pandemia ha sido mentiroso, discrecional y timorato; todos tenemos la culpa si contraemos COVID-19 y contagiamos a nuestros familiares y amigos, porque nos dio culpa faltar a una reunión de cumpleaños/bautizo/boda pequeña (total, esto va a durar mucho tiempo, ¿no?).

sentimiento de culpa
Imagen: The New York Times.

Yo tengo la culpa de parecer un espantajo por cortarme el pelo a mí misma, así como de no reactivar la economía de mi peluquera por miedo a que me contagie, pero si recurro a sus servicios y me contagia, tendré la culpa de ser el foco de contagio de las pocas personas a las que veo. Los que en estos días se fueron a apiñar afuera de las iglesias para festejar a San Juditas tienen la culpa de los contagios en sus colonias, pero si no van, son culpables ante sí mismos de alterar el orden cósmico; lo mismo los que van a restaurantes y dicen “pero si ya se podía, ¿no?”. Si no vamos, seremos culpables de la debacle económica de las familias que viven de eso, y de las ventas. Pensar en la vuelta al semáforo rojo nos da culpa también, pues la economía del país no se va a reactivar sola, pero tampoco vemos a veces alternativas al repunte de contagio… y sentimos culpa por no tomar acciones decisivas.

Y, sin embargo, la culpa es cómoda. Es cómoda porque podemos depositar la responsabilidad de nuestras desgracias en algo exterior. No culpar es un acto disruptivo y de resistencia, porque implica hacerse responsable uno mismo. Y vaya que quizá necesitamos esa autoconsciencia cuando vivimos en el régimen liberal del “sálvese quien pueda”, porque en este país no podemos confiar en la institucionalidad. No incurrir en culpa, para uno mismo, implica autocontrol.

laberinto, preguntas
Imagen: Marketing Directo.

Quien se responsabiliza, toma decisiones. Y las decisiones, siempre excluyen otras opciones. Así, por ejemplo, la decisión de López Obrador de ficcionalizar en sus discursos matutinos, de minimizar los efectos de la pandemia y de construir continuamente cortinas de humo implica una estrategia consciente. Distraer, quizá disminuye la culpa. Pero recordemos que la culpa es cómoda: está en nuestro ser histórico. “Es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja a que entre un rico al reino de los cielos”. “Bienaventurados los pobres”. Yo nomás digo que, ante esta herencia sin criticidad y ante el gobierno que tenemos, la única herramienta es la responsabilidad y el autocontrol. Sálvese quien pueda.


También te puede interesar: El pedestal vacío.

Encerrados en la nueva normalidad

Lectura: < 1 minuto

Ante el rebrote de Covid-19 que se vive en diversos países, nacionalidades del Viejo Continente vuelven al encierro y México podría ser uno de los primeros países latinoamericanos en volver de nueva cuenta al confinamiento. Autoridades de la Secretaría de Salud informan que una segunda ola de contagios podrían llevar a varios estados a semáforo rojo.

Psicología médica

Lectura: 4 minutos

Desde las últimas décadas del siglo XX, la salud mental fue evolucionando y transformando, de manera importante, su rol en el ámbito médico-hospitalario. Fue así como una nueva manera de entender a las enfermedades somáticas hizo que psicólogos y psiquiatras extendieran su intervención al tratamiento integral de patologías, tales como el cáncer, el sida, el lupus, la diabetes y la esclerosis múltiple. Una nueva visión integral del proceso salud-enfermedad, donde los factores biológicos interaccionan con los psicológicos, sociales y medioambientales, hizo que surgieran múltiples aproximaciones terapéuticas para el apoyo multidisciplinario de pacientes con enfermedades médicas complejas.

Prueba de la importancia de esta nueva forma de abordar la salud, fue la aparición paulatina, pero sostenida, a partir de los década de los 70, de diferentes disciplinas como la Medicina Comportamental, la Salud Comportamental, la Psicooncología y finalmente, la Psicología Médica. Todas estas especialidades centraron la aplicación de los conocimientos de la psicología sobre el comportamiento humano a los contextos médicos, poniendo énfasis en el cuidado integral del paciente y en el mejoramiento de su calidad de vida, más allá de los pronósticos estadísticos de la enfermedad de base tratada.

Con poblaciones cuyas expectativas de vida crecen en forma significativa año a año, las causas de muerte han ido variando en el tiempo. Más allá de la actual pandemia por Covid-19, es evidente que, en los últimos treinta años, se ha producido un descenso enorme en las tasas de mortalidad por enfermedades infecciosas, pero al mismo tiempo ha ocurrido un incremento exponencial de patologías como cáncer, enfermedades coronarias, obesidad, diabetes, etc. Si se analiza, desde el punto de vista etiológico y evolutivo, la causalidad de esta progresión, queda claro que, en gran medida, la mayoría de las dolencias que afectan a la humanidad están relacionadas con el comportamiento y estilos de vida de la población, antes que agentes patógenos.

depresion y pandemia
Imagen: Sasha Seraia.

Por otra parte, los avances de la medicina han conllevado una serie de repercusiones en la práctica de la misma. Con anterioridad al desarrollo de fármacos eficaces, la figura del médico, y anteriormente la del curandero, basaba buena parte de su intervención, en la empatía, la compasión y la transmisión de sentimientos de esperanza hacia los enfermos. En muchos casos, esa praxis psicológica primaria constituía, con pocas excepciones, la única terapia que los cuidadores de la salud pudieron ofrecer durante cientos de años a los enfermos. Sin embargo, los avances científicos del siglo XX hicieron que se olvidaran estos importantes aspectos de la relación médico-paciente, y que ésta, junto con los aspectos psicológicos de la enfermedad, se desatendiera enormemente.

Todavía mayor fue la pérdida de esta perspectiva cuando a principios del siglo XX se inició lo que se denomina “medicina especializada”, que provocó que los estudiantes de medicina fueran instruidos en el tratamiento de enfermedades concernientes a determinados sistemas u órganos corporales, con poca o ninguna integración de conocimientos que facilitase la atención integral del paciente.

En otras palabras, esta especialización, junto con la posibilidad de mejores y más completos diagnósticos y tratamientos, fue acompañada de una pérdida en la utilización de aquellos elementos terapéuticos asociados con el conocimiento y la compresión del paciente como ser humano multidimensional. De este modo, factores familiares, económicos, ocupacionales, culturales y de personalidad, fueron completamente ignorados durante la mayor parte del siglo pasado, dominando una visión unicausalista de la enfermedad, a la que se dio en llamar “teoría del germen infeccioso”, según la cual, la condición necesaria y suficiente para el desarrollo de una enfermedad era la presencia de un agente patógeno.

sentados en sillas, rojo, aislamiento
Ilustración: Damián Lluvero (Forbes).

Sin embargo, el nuevo panorama epidemiológico ha traído consigo la reconsideración de esos otros factores implicados en la salud humana, propiciando así la aparición de una nueva comprensión de la enfermedad como un fenómeno plurideterminado, en el que los factores biológicos, conductuales y ambientales (físicos y sociales) cobran una gran importancia.

Ello no se debe únicamente a la comprensión de elementos asociados al desarrollo de las principales enfermedades del mundo moderno, sino también al cambio en los objetivos que la práctica médica se plantea con respecto al tratamiento de dichos trastornos. El objetivo, en la mayoría de las ocasiones, ya no es la curación, sino que, por el contrario, en gran parte, de los trastornos crónicos (enfermedad de Crohn, fibromialgia, parkinson, alzheimer, etc.) lo que se persigue es el aumento en la calidad de vida del paciente. Este nuevo objetivo requiere del aporte de profesionales pertenecientes a diferentes disciplinas, que contemplen al paciente en su totalidad y atiendan las repercusiones que la enfermedad puede suponer para éste en diferentes contextos. Así, conceptos como estrategias de afrontamiento de la enfermedad o adhesión terapéutica, han ido cobrando cada vez más relevancia. Es así como, desde hace ya muchos años, la salud se entiende como “el estado de completo bienestar físico, mental y social y no la mera ausencia de enfermedad”.

psicologia medica
Imagen: Patrycja Podkościelny.

Debido a esto, la intervención psicológica actual no se reduce a ser exclusivamente clínica en el sentido tradicional, sino que contempla unos objetivos más amplios, abarcando también la prevención y la promoción del bienestar físico y mental. Se entiende, por lo tanto, que el individuo debe ser visto no como un ser aislado, sino como un sujeto inmerso en un contexto social, por lo que se refuerza el punto de vista de que los factores socioambientales desempeñan un papel fundamental en la génesis y evolución de una patología y la respuesta al tratamiento de la misma.

Con la inclusión de parámetros emocionales, en el tratamiento de las enfermedades médicas de características crónicas, una nueva manera de trabajar multidisciplinariamente se ha iniciado. El reconocimiento de la importancia de la salud mental en la vida de las personas sanas o enfermas, desde el punto de vista orgánico, ha abierto un nuevo ciclo en la historia de la medicina. La psicología médica constituye no sólo un enfoque revolucionario, sino que también señala el inicio del desarrollo de mejores herramientas de prevención y tratamiento de enfermedades crónicas. En definitiva, si vamos a vivir más, debemos, sobre todo, vivir mejor.


También te puede interesar: No tengo pruebas, pero tampoco dudas.

El año que cambió al mundo y será recordado por siempre

Lectura: 5 minutos

Este 2020 será sin duda un año que recordará toda la humanidad, y pasará a la historia ya que como si hubiera sido sacado de la mejor novela futurista, escrita por una mente brillante, jamás pensamos ni podemos dar crédito lo que pasó, pasa y pasará. Quién se hubiera imaginado ver al mundo, casi toda su población, recluida en sus casas para evitar la propagación del COVID-19. Algunos habrán logrado convivir sanamente, en armonía, pero cuántos no habrán caído en la agresión intrafamiliar, depresión, trastornos emocionales y mentales, mismos que en ocasiones llevaron o motivaron a intentar o a quitarse la vida. Algunas familias se habrán reencontrado, desde luego, pero otras más, por desgracia, se habrán fracturado, ya que la convivencia no se dio y sólo acentuó la inminente separación y terminación de ese núcleo familiar.

Las empresas (las que pudieron) se vieron obligadas a mandar a su personal a sus casas y recurrieron al home office, dando crecimiento y obligando a muchas industrias a adaptarse a ese nuevo modo de vida, es decir, empezaron a utilizarse plataformas para el uso de video conferencias y seguir con el trabajo de oficina, pero ahora desde casa, saliendo al mercado un buen número de estas plataformas que ayudaron a continuar con la operación de varias industrias, empresas, etcétera.

covid 2020
Imagen: Ale Giorgini.

También hubo un crecimiento en las plataformas de entrega a domicilio ya fuera de comida preparada –para los restaurantes que se negaron a cerrar definitivamente y encontraron esta forma de, cuando menos, conservar parte de sus empleados y fuentes de trabajo –, así como la suma de supermercados que te llevaban los víveres hasta la puerta de tu casa; y qué decir de las farmacias, también lo lograron, evitando con esto exponerse fuera de la casa, con excepción de los bancos, sólo en este caso sí fue necesario salir con las debidas precauciones y consideraciones.

Pudimos ser testigos de ver las calles prácticamente vacías, sólo con los pocos trabajadores que viven al día porque de alguna forma tenían que llevar el alimento a sus familias. No todos fueron tan afortunados de conservar su fuente de ingresos, mucha gente fue despedida, varias empresas cerraron definitivamente, y con ello, sus empleados se quedaron sin trabajo, lo que representa un gran reto para los gobiernos en la creación de fuentes de empleo lo más pronto posible.

Es un hecho que lo que afectó a la mayoría, benefició a una minoría, recordando que, en toda crisis, se abren posibilidades, oportunidades y hay que tomarlas y aprovecharlas.

Posterior al levantamiento de la cuarentena –la cual desde luego afectó a más de uno–, la gente empezó a salir y se les vio con caretas, cubrebocas, “los ordenados y obedientes”, guardando la distancia con los demás para evitar un posible contagio de algo “desconocido” (claro, estoy hablando de los países de primer mundo, no del nuestro). Hasta ese momento no importa cómo apareció, si fue creado, impulsado, etc., no, lo más importante es que mantuvo a la gran mayoría viviendo con miedo, en la incertidumbre, y es lógico porque nadie sabía ni imaginaba qué pasaría el día de mañana.

pandemia 2020
Imagen: Kasia Kozakiewicz.

Las economías se pararon, algunas otras, por desgracia, colapsaron. El daño económico será muy fuerte y nada exclusivo de algún país o región. Obviamente los que lograron manejar de mejor forma la pandemia del COVID-19, saldrán avante antes que otros, pero también habrá a quienes les cueste mayor tiempo la recuperación de su economía, con todo lo que esto conlleva, desempleo, caída de su PIB, hambrunas y tal vez por este tema, algún brote de un nuevo virus. La incógnita es grande y no se debe ni puede tratarse con indiferencia o indolencia, desde luego que no, en la medida de lo posible es necesario adelantarse al hecho. Es inminente el apoyo mundial y por parte de los gobiernos que permita la creación de empleos de forma rápida y eficaz, el personal desempleado es muy alto y de alguna forma tendrán que llevar lo indispensable a sus familias, dentro o fuera de la legalidad, esto es un tema muy importante y debe ser tratado con la atención y respeto indicado, evitando el crecimiento de la delincuencia.

Comentaba que la situación parece sacada de un perfecto guion futurista, pues es cierto, nadie pudo imaginar estar viviendo y conviviendo con personas con la cara semi-tapada, sin poder reconocerse, tratando de guardar un orden diferente, ya que prácticamente en todo el mundo se están tomando las medidas necesarias para evitar que vuelvan a aparecer nuevos brotes, es decir, la entrada a los supermercados, bancos, restaurantes, etc., se hace de forma adecuada, tantas personas entran que deben ser más o menos las mismas que salen, no sin antes de entrar, que el personal de seguridad te revise la temperatura corporal y te ofrezca gel antibacterial.

En el caso de los pocos restaurantes que ya operan, es lo mismo, te ves rodeado de mesas vacías y todo el personal con su cubrebocas y algunos con careta. En este punto no sé si con tan pocos comensales sea rentable la operación, pues si bien es cierto que en otros países hay apoyos a este tipo de negocios, en el nuestro no existe, de manera que ya se verá cuántos logran sobrevivir con tan poca afluencia.

covid 2020
Imagen: Rachel Sawyer.

Dentro de las afectaciones, también se encuentran las líneas aéreas, ya que se detuvieron por completo los viajes y ahora que se están abriendo, vemos con curiosidad que los  pasajeros todos portaran su cubrebocas, incluso algunos caretas, pero el personal del aeropuerto, desde afanadores, guardias, etc., usan el cubrebocas protegiendo sólo la boca y no la nariz –esto por más que se ha publicado, difundido, nuestra gente no lo entiende y mucho menos respetar “su sana distancia”–.

Con todas estas medidas de seguridad da la impresión de estar en una película, todo mundo comportándose de una forma diferente, portando el cubrebocas, pero te da la impresión como si se estuvieran escondiendo de alguien o algo. Las medidas de sanitización implementadas por las líneas aérea son bastante adecuadas tanto para pasajeros, personal de la aerolínea, sobrecargos, pilotos, etc. 

No hay duda de que el mundo cambió, las costumbres, en algunos países las leyes, ya que impusieron multa a quien no utilice el cubrebocas. Creo que esto no debería ser exclusivo de una zona del mundo, sino tendría que aplicarse para todos, ya que está en todos nosotros cuidar de todos –“yo te ayudo, tú me ayudas”–, para poder salir lo antes posible de este confinamiento, puesto que al menos en nuestro país, no hemos logrado el famoso aplanamiento de la curva de contagio y seguimos sugiriendo que si no hay necesidad de salir de casa, evitar hacerlo, sobre todo las personas de mayor riesgo, ya sea por edad, condición física, enfermedades previas, etc., sólo deseando y a la espera de que la famosa vacuna llegue a nuestro país lo antes posible, para evitar mayores sensibles defunciones, las cuales al día de hoy ya sobrepasan las 73,000 (en cifras oficiales). Pero tal pareciera que a nadie le importa, la situación ya la hemos empezado a ver de forma normal, qué pena por nosotros y más, por las autoridades, ¿no creen?

Si gustan, nos seguimos leyendo.


También te puede interesar: No aprendimos nada del encierro, ¿verdad?

Advierten riesgos de un segundo confinamiento para la economía

Lectura: 2 minutos

La economía mexicana no aguantaría un segundo confinamiento generalizado. La Concamin estima un escenario catastrófico en caso de un segundo rebrote del COVID-19.

Los rumores sobre un rebrote del coronavirus en México toman fuerza a medida en que se acerca la temporada invernal y se presenta una nueva ola de contagios en Europa y Asía. Ante este escenario, el riesgo de que el Gobierno mexicano decida regresar a rojo el semáforo epidemiológico es palpable, lo que obligaría a un segundo confinamiento social, cierre de negocios y otro freno en las actividades económicas.

Ante un caso así, la Confederación de Cámaras Industriales de México (Concamin) advirtió que, de no haber un manejo distinto, con bases más científicas y profesionales que eviten otro cierre de actividades productivas, la economía mexicana no soportará y podría costar hasta un 2 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del 2021.

“El impacto de una segunda ola dependería de las medidas que se tomen, un cierre similar sería inadecuado; sin embargo, con una segunda ola, una estimación modesta es que en lugar de crecer 3.5 por ciento como se espera en 2021, el PIB caería 2 por ciento sobre la caída de 8.5 por ciento que estimamos en 2020”, dijo José Luis de la Cruz, presidente de la Comisión de Estudios Económicos de la Concamin.

“Nos volvería a llevar a terreno negativo considerando que los sectores estratégicos ya están definidos y ya se aprendió que se debe considerar ciertas cadenas de valor”, agregó el empresario en un evento realizado por los industriales sobre el COVID.

“Si hubiera un rebrote de contagios por Covid-19, se estima un impacto, en lugar de crecer ese 3.5 por ciento que se suponía como escenario base, la economía podría volver a caer en el 2021 alrededor de un 2 por ciento.”, dijo.

Las autoridades sanitarias en México han advertido a la población mantener las medidas sanitarias ante un posible rebrote del virus SARS-CoV-2 que al 24 de septiembre ha cobrado la vida de más de 75 mil personas en el país.

La disyuntiva del Gobierno mexicano es impulsar una vigorosa reactivación de la economía ante una caída estimada en 8 por ciento para el cierre del año, sin permitir una reactivación de las actividades productivas hasta que las condiciones epidemiológicas permitan cambiar el semáforo a verde.

La Concamin señaló que, según su sexta encuesta entre sus socios, a seis meses del inicio de la Jornada de Sana Distancia y el confinamiento impuesto para contener la propagación de la pandemia, el 1 por ciento de las empresas del sector industrial se vieron obligadas a cerrar.

De manera paulatina, la reactivación escalonada ha permitido una recuperación de las actividades industriales en alrededor del 60 por ciento de su capacidad productiva total, un proceso de recuperación que se frenaría con mayor impacto ante un segundo confinamiento.

La recuperación referida por la Concamin toma relevancia ante las cifras referidas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) sobre la actividad económica para el mes de julio.

El INEGI señaló que en el séptimo mes del año las actividades secundarias, retrocedieron 11.6 por ciento, pero con ganancias de 6.9 por ciento en el sector industrial.