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¿Habilidades del siglo XX para encarar el siglo XXI?

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¿Se puede sobrevivir en el siglo XXI con habilidades del siglo XX? Sí. Sobrevivir, por un tiempo, sí; abrirse camino, comprender e incorporarse a las nuevas realidades, claramente no.

El siglo XXI está aquí. Insertarse en él a partir de los principios que legó la centuria anterior, solo ahondará el desastre.

La incomprensión no es innocua.

La pandemia es el punto más alto, el más dramático, pero no el único. Señales de toda índole venían anunciando el tránsito inexorable entre una época y otra.

No hay vuelta atrás, no hay manera de restaurar las certezas del siglo XX.

Las nuevas coordenadas para comprender la realidad emergente se afirman, al tiempo que irán relegando a quienes no comprendan la mutación de los entornos.

Por eso, cuando se habla de ser competentes, implica la capacidad de comprender, y ésta se intersecta con todos los ámbitos de la vida de las personas.

era digital, internet
Imagen: Forbes España.

No comprender, no entender qué sucede y por qué, cuál es la dimensión de lo que se transforma y dónde están sus anclajes claves, equivale a mantenerse debajo del gran techo de la época anterior mientras se desmorona.

Ya en 2010, la oficina de la UNESCO en Bangkok, planteaba algunos de los desafíos en materia de nuevas líneas educativas que hoy vemos materializarse marcados por el signo de la urgencia.

Bajo la responsabilidad del investigador Jonathan Anderson, y con el título: ICT transforming education: a regional guide, el volumen de la UNESCO advertía la necesidad de que el mundo llevara las oportunidades educativas más allá de las aulas.

Una tendencia clave que caracteriza el entorno más allá del aula es el crecimiento exponencial de la información y el conocimiento. Cada año, la oferta de información del mundo casi duplica la del año anterior, señala Anderson.
El investigador continúa, en un período de tiempo bastante corto, las TIC han tenido un efecto marcado en las escuelas, en la enseñanza y en el aprendizaje... De muchas maneras, las herramientas TIC están resultando indispensables para hacer que la administración escolar sea más eficiente y responda a las necesidades de la comunidad.
cambio de posición
Imagen: Pinterest.
Asimismo, en relación, no sólo con las escuelas, sino con las habilidades que hoy se requieren para insertarse plenamente en el siglo XXI, se diría, sin dudar, que las TIC juegan un papel central. 
Mas, nos estaremos equivocando de modo rotundo, si consideramos que son los artefactos o la infraestructura, el punto nodal de la cuestión.
Las habilidades que el siglo XXI pone sobre la mesa están más en el orden del pensamiento que de la pericia técnica en el manejo de herramientas, plataformas o aparatos.
La clave de la transformación digital se halla en el orden de las mentalidades, antes que de saber dónde se pone off, o cómo se pega una imagen. 
Esta cuestión es particularmente ostensible en cuanto a quienes están a cargo de los procesos de enseñanza y formaron su idea del mundo, de ellos mismos y del mundo en el siglo anterior.
No se trata de tomar cursos de capacitación para manejar los aparatos que manejan con insuperable destreza las y los estudiantes, sino de comprender qué y cómo piensan.
cambio y brecha digital
Imagen: PMFarma.
Transitar hacia las formas de pensamiento digital es el verdadero reto. 
Saber leer y escribir, antes que una habilidad en sí, es, fue, la puerta de entrada a una forma de relacionarse con la realidad. 
No sucede de modo distinto con la alfabetización digital a la que el siglo XXI convoca. 
Alfabetización digital que debe ser concebida, por supuesto, en principio, como la capacidad para pasar de un pensamiento lineal y jerárquico, a un pensamiento caracterizado por los continuos desplazamientos de centro, y la habilidad de conectar puntos en red.
Al cobijo de esta concepción básica, entonces sí, podrán florecer el resto de las habilidades y destrezas que asoman aparejadas con la nueva época.
Tal es el caso de la iniciativa internacional conocida por sus siglas en inglés como ATC21S, y que tiene el propósito de proponer maneras distintas de evaluar y enseñar las competencias del siglo XXI.
redes sociales, conducta de la gente
Imagen: Revista Telos.
De acuerdo con este proyecto, patrocinado por los grandes corporativos Intel, Cisco y Microsoft, las habilidades de la nueva era se habrían de dividir en cuatro rubros.
La modificación en la manera de pensar (1), las herramientas para trabajar (2), las maneras de trabajar (3), y las maneras de vivir en el mundo (4), constituyen los ejes sobre los cuales se mueve el empuje innovador del ATC21S.
Hoy en día, el capítulo latinoamericano del proyecto reside en Costa Rica, cuyo Ministerio de Educación ya trabaja sobre el impulso de los ámbitos que constituyen cada uno de los cuatro ejes propuestos.
Así, por ejemplo, el estímulo a las nuevas maneras de pensar ha de ser visto en intersección permanente con el desarrollo de habilidades tales como: la autonomía, el pensamiento crítico, el pensamiento visual, la toma de decisiones, el pensamiento computacional y la resolución de problemas.
Encarar el siglo XXI con herramientas, estructuras y nociones del silo XX lejos de regresarnos al pasado, augura algo peor: la ruina del futuro.
En el presente.

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Pocket Classroom: Propuesta Innovadora para la eEducación

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La teleducación o eEducación, contrario al sistema clásico en que profesores y estudiantes concurren a un espacio físico para el aprendizaje y la enseñanza, refiere al proceso de desarrollo de actividades escolares o académicas remotas, efectivamente cada uno estando en lugar distinto, pero interconectados a través de un medio virtual.

En su acepción y aplicación más reciente, se requiere y hace uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) para la interacción efectiva y en tiempo real de profesores y estudiantes en dicho proceso educativo, mediante el uso de herramientas y dispositivos de transmisión de sonido, video y datos.

La eEducación es una entreteja de elementos donde participan los estudiantes, los profesores, los padres de familia, las autoridades educativas, los planes de estudio, y los materiales, todos comunicados por la trama tecnológica, a saber, la conectividad, los dispositivos para crear y consumir contenidos, las habilidades digitales y los contenidos virtuales para un aprovechamiento académico efectivo.

De manera creciente, se ha buscado avanzar hacia su implementación eficaz, ya sea como modalidad o de manera complementaria al sistema de enseñanza tradicional, para hacer frente a las barreras de espacio y en tiempo en el proceso formativo de niños y jóvenes. Durante la presente pandemia, toma especial relevancia su aplicación, al imponerse el aislamiento y distanciamiento social.

eEducación en México

Desde finales de la década de los noventa, es posible identificar líneas de acción de política pública educativa enfocadas en el uso de las TIC en el proceso educativo en México.

Entre 1997 y 2012, tuvieron lugar esfuerzos orientados, especialmente, a equipar aulas con infraestructura y equipamiento tecnológico. Se instalaron desde pizarrones interactivos, hasta conectividad y computadoras personales en los salones.

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Ilustración: Freepick.

Aunque varios de estos esfuerzos contemplaban esquemas de difusión de los contenidos educativos e implicaban mecanismos de evaluación y capacitación para alumnos y maestros, terminaron por enfocarse en la provisión de equipamiento.

Al final de este periodo, si bien todavía se registraron esfuerzos de equipamiento de aulas, se implementó el primer esquema de entrega de dispositivos como computadoras portátiles a los estudiantes.

De 2013 a 2015, las políticas en este ámbito se enfocaron en la entrega de tabletas, con un limitado alcance, apenas llegaron a escuelas de 15 entidades federativas. Un elemento interesante de este periodo es la creación de la Coordinación @prende dentro de la Secretaría de Educación Pública (SEP), que es el corpus institucional para el desarrollo de políticas educativas orientadas a la adopción y apropiación de las TIC.

Posteriormente, se transitó a un diseño integral que requería el desarrollo de contenidos, la tenencia de dispositivos por estudiante, aulas equipadas, conectividad, capacitación para profesores y otros eslabones de la educación a distancia. Sin embargo, no contó con financiamiento suficiente y finalizó con la administración presidencial en 2018.

Finalmente, en la contingencia pandémica actual y el consecuente aislamiento social trajeron consigo la necesidad de implementar un sistema de educación a distancia: Aprende en Casa, programa que utiliza las telecomunicaciones y la radiodifusión como elementos clave para la formación educativa.

Estos esfuerzos se pueden ver apoyados por la democratización de las tecnologías móviles, tal que 98.1% de la población en México cuenta con una línea celular, mientras que 9 de cada 10 de estas operan ya en teléfonos inteligentes o smartphones con plena capacidad de transmisión de voz, datos y video.

Pocket Classroom: propuesta de eEducación móvil

Este escenario ha derivado en el desarrollo de una propuesta en la que, aprovechando la creciente tenencia de smartphones, conectividad y habilidades digitales, se haga uso de estos dispositivos como un salón de clases o un Pocket Classroom para coadyuvar el proceso educativo.[1]

pocket classroom

Efectivamente, estos elementos ya son una realidad aprovechable. En México, el padrón de smartphones alcanza prácticamente a la totalidad de la población, al contabilizar 111.1 millones de estos dispositivos, que representa que 87.8% de la población tiene la posibilidad de contar con un Pocket Classroom.

En cuanto al contenido educativo, Pocket Classroom propone adicionar el uso de videojuegos, al demostrarse su eficacia para el desarrollo de habilidades creativas, sociales, intelectuales e incluso motrices.

Una razón fundamental para incorporar los videojuegos como contenido relevante es su amplia difusión entre las personas en edad formativa. En México, existen 72.3 millones de jugadores, entre estos 21.6 millones (29.9% del total) tienen menos de 16 años, mientras que 10.1 millones (14.0% del total) tienen entre 16 y 20 años. Ambos grupos etarios registran una adopción y uso intensivo de videojuegos.

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Adicionalmente, el dispositivo preferido para el acceso a juegos es el smartphone, tal que 72% de los videojugadores hace uso de estos. Ello, evidencia la relevancia de utilizar estos dispositivos como la vía óptima de propagación de los contenidos educativos.

Conectividad: eslabón fundamental

Un reto fundamental para la efectividad de una estrategia como Pocket Classroom es eliminar la brecha en el acceso a la conectividad a Internet.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y de Geografía y Estadística (INEGI), sólo 56% de los hogares cuentan con una conexión a internet. Asimismo, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) indica que 77 de cada 100 personas acceden a Internet a través de servicios móviles.

Al respecto, existen algunos mecanismos para aproximar al anhelado escenario de conectividad universal. Por ejemplo, el cobro revertido de datos, un esquema similar al que aplica en las llamadas a números 1-800, por el que los estudiantes tendrían acceso móvil a recursos educativos de internet.

Esto es sólo un esbozo de lo que Pocket Classroom representa. También se sugiere la aplicación de la Inteligencia Artificial, Realidad Virtual y Realidad Aumentada que cuentan con un probado impacto positivo en el acceso de contenidos, especialmente, rico en estímulos visuales.

Esta propuesta de la mejora del proceso educativo con herramientas tecnológicas se basa en el aprovechamiento de los videojuegos y en los smartphones, a partir de su amplia disponibilidad, tendencia y uso entre niños y jóvenes en edades formativas.

Si bien, la experiencia de política educativo-tecnológica es abundante en nuestro país, se presenta una oportunidad única, ante la emergencia sanitaria, para proponer el uso de tecnologías que abonen a mejorar los esfuerzos de teleducación y los contenidos educativos existentes.

Finalmente, la tecnología al servicio de la educación es el propósito de Pocket Classroom, a partir de la reconceptualización de los teléfonos móviles como pequeños, pero efectivos salones de clases que caben en nuestro bolsillo.


Notas:
[1] Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM)-División Académica de Ingeniería y The Competitive Intelligence Unit (The CIU), “Pocket Classroom: Desarrollo de Videojuegos Móviles para la Educación”, ITAM-The CIU Working Paper Series. Disponible en: https://bit.ly/2MHBS48.


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Docencia digital: incentivar pensamiento, el compromiso básico

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Ha iniciado el irrevocable proceso de la generalización de la docencia digital. De aquí en adelante, nunca más se volverá a enseñar de la manera como se hacía.

Figura tutelar en la formación y transmisión de valores, visiones del mundo, ideas, tradiciones, y un amplio repertorio de todo aquello que nos constituye como sujetos, el educador ha ocupado un lugar central en todas las sociedades.

Cuesta trabajo pensar en una figura que pudiera tener un mayor reconocimiento y aprecio social, que la de quien educa.

La remuneración es otro tema y otra cosa. No se dice aquí que no importe. Sólo se subraya que la valoración social tiene innumerables formas y expresiones.

Los docentes han sido a lo largo de las historia de las sociedades de todos los tiempos, protagonistas de la hazaña que ha sido enseñar a leer y escribir a un porcentaje muy alto de la población mundial.

Por razones que competen a la propia lógica de las herramientas y tecnologías de la información, los docentes no han jugado ese mismo papel respecto a las herramientas y plataformas digitales.

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Ilustración: Working Solutions.

La irrupción de la Era Digital ha traído consigo a los usuarios multipantalla y multitarea. Mas no sólo eso. Ha traído también aparatos en los que de manera cada vez más acentuada predomina para su uso lo intuitivo.

No es que niñas y niños “nazcan sabiendo de computadoras y celulares”, como suele decirse coloquialmente.

Lo que ocurre, más bien, es que esos artefactos están diseñados de acuerdo con los procesos simples de exploración, prueba y error, y rutas marcadas por la intuición. Esa misma de la que, con todo arrojo y alegría, la niñez es el reino.

Si hubiera que trasladar, pues, la lógica de la primera alfabetización, la que enseñó a leer y escribir, ¿qué tocaría entonces enseñar a los docentes de nuestro tiempo, dado que pareciera que los aparatos se aprenden a usar solos?

La pregunta es simple, la respuesta no. Es simple porque el lugar que la Era Digital tiene deparado para los docentes, podría decirse, es el mismo: ayudar a comprender el mundo, acompañar en el tramo de la vida que corresponda.

Sin embargo, la respuesta al nuevo sitio que toca a ocupar a educadoras y educadores, no es sencilla, ya que el cambio de época implica nuevas formas de configuración del pensamiento.

No estamos solamente frente al cambio de ciertas tecnologías por otras. Lo que hoy se vive es la traslación de todo un sistema de valores, representaciones, ideas y prácticas sociales y culturales, desde un sitio a otro.

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Ilustración: Whashington Post.

Lo digital que la nueva época implica, no reside en los objetos y sus usos, lo hemos dicho una y otra vez.

Lo digital, el arribo personal a la nueva Era supone la asunción vital y puesta en práctica desde lo propio, de las nuevas experiencias que suponen un mundo en Red.

Pensar y relacionarse en RED va mucho más allá, entonces, de conectarse o no a Internet o de la habilidad que se tenga, por ejemplo, para usar Zoom.

La configuración de un horizonte cognitivo y representacional en RED trae aparejado el desplazamiento de las nociones de liderazgo típicas del autoritarismo vertical, por sólo poner un ejemplo.

La autoridad tendrá que ser construida, en este marco de lo digital, no por la acumulación y dosificación de la información, sino por la capacidad para acompañar al otro a valorarla y organizarla, por citar otro aspecto de fondo que aparece en la agenda de retos de los docentes de nueva época.

La pandemia, sin duda, ha sido la coyuntura que ha venido a acelerar la adopción masiva de tecnologías digitales de uso educativo.

Habrá que considerar, empero, que no ha sido el confinamiento social el punto de partida de la enseñanza digital, sino más bien un catalizador que ha marcado un punto de no retorno.

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Ilustración: Ioewenberg.

Valores como la empatía, que ya estaban ahí, en la tarea docente cotidiana, ha tomado nuevas formas y se han adaptado a una situación de emergencia planetaria, valiéndose de plataformas digitales que pasaron de ser auxiliares a ser la base de la posibilidad de mantener el contacto con los educandos.      

Quien esté pensando que el regreso a las aulas físicas será un punto y seguido del mundo que quedó suspendido con la pandemia, se equivoca rotundamente.

No hay nueva ni vieja normalidad. La normalidad es y ocurre en el presente continuo. Es un río en cauce que, desde Heráclito hasta nuestros días no ha dejado de cambiar y permanecer.

La normalidad de los días por venir supondrá, por eso, sin duda, nuevos compromisos básicos de los docentes.

Facilitar el desarrollo de competencias, tal y como demanda el presente, y demandará con aún más ahínco el futuro cercano, implicará para los docentes reafirmar su papel como incentivadores del pensamiento.

Convocar a elaborar procesos de comprensión y resolución de situaciones desde y hacia el orden de lo complejo, es hoy, más que nunca, la tarea.

El compromiso básico.


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La revolución digital de la enseñanza: albores de una nueva era

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Tuvieron que contagiarse 4 millones de personas en el planeta y morir más de 250 mil para que la universidad se planteara en serio superar las clases magistrales y masificar el uso de la tecnología digital.

Carlos A. Scolari.

La enseñanza en línea, aprendizaje a distancia, educación no presencial, formación digital, como se le quiera nombrar, representa la transformación más radical de los últimos 500 años en el proceso de transmisión del conocimiento.

Hasta finales de marzo, según datos de la Unesco, casi mil 400 millones de estudiantes en todo el mundo recibían clases mediante plataformas multimedia.

Distribuidos en 138 países, tres de cada cuatro estudiantes estaban recibiendo clases fuera de sus escuelas, cerradas por la pandemia.

Por su parte, más de 60 millones de docentes, a lo largo y ancho de todo el planeta, tuvieron que mudar sus estrategias y contenidos a plataformas no presenciales. Muchos de ellos, sin un entrenamiento o ni siquiera un proceso de familiarización digital previo.

Presenciamos, así, una verdadera revolución en términos de la historia cultural. La magnitud de esta transformación es, desde luego, aún incalculable.

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Ilustración: Alexandra Shigina.

Como suele suceder con las transformaciones culturales, los visos de una nueva época se advierten, primero, en la forma. Las formas. Mas, evidentemente, no se agotan en ellas.

Ya los años sesenta se había mostrado como una época fértil en términos de repensar la manera en la que se educaba hasta entonces.

El centro de las nuevas pedagogías recayó en la crítica a lo incuestionable de la figura de autoridad, así como a incentivar las formas de trabajo colaborativo y el pensamiento crítico.

Si hoy tenemos como las habilidades de mayor valoración justamente competencias que tienen que ver con resolver problemas, creatividad y criticidad, es en buena medida herencia de aquellos que en los sesenta comenzaron a fracturar la voz vertical y férrea del fono-logo centrismo.

Rastrear la palabra cátedra da una idea del fundamento de esta capacidad para hacer pasar el saber de una generación a otra.

Asociada en su origen con la forma de una silla especial, tan robusta y magnificente como se imaginaba el acto de enseñar, la palabra cátedra refiere al sillón de brazos, desde que los obispos dictaban lo que podían del saber de los otros.

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Ilustración: Realisto.

En un juego de implicaciones simbólicas, cátedra era una silla especial, diferenciada claramente de la silla normal (sella), pero sobre todo del banquillo (subsellium), reservado, por supuesto, a los estudiantes.

Aún más, cátedra es la palabra que se asocia no sólo al acto de dar clases, sino además a la propia condición del docente y a un puesto fijo, laboral y socialmente así reconocido.

La silla frente al banquillo, digámoslo de esa forma, el saber fijo frente al no saber de condición endeble como el banquillo mismo, ha dado lugar a una expresión más que revela la profundidad cultural de esta representación.

Referirse a que una persona se expresa ex cathedra, es una forma que subsiste de decir que habla con toda propiedad y conocimiento. Mismo del que, por contraste, carecen quienes le escuchan, obviamente.

Estamos, pues, frente a una práctica cultural que data, en su forma y representación, al menos de la Edad Media.

La transmisión del conocimiento, en la forma de quien da a saber a otro, de quien revela a otro un saber o una información, no se ha modificado sustancialmente en los últimos cinco siglos.

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Ilustración: Dribbble.

Hay un sitio para la cátedra (el aula), una silla especial para el catedrático y una serie de banquillos para los que recibirán la enseñanza.

El lugar, pero especialmente, los objetos que lo componen, el tipo de silla, despliegan su halo simbólico sin dejar duda de qué representa cada cosa y cada participante.

De San Agustín a las Cátedras Magistrales de nuestros días, la dinámica física impuesta por esta concepción se ha mantenido en términos generales inalterada.

Como inalterados, sin moverse, deben permanecer los que no saben. El catedrático es el único que puede deambular, moverse, levantarse, caminar, por el espacio de la cátedra.

Si en este escenario de las representaciones, se quieren más datos aún, sólo piénsese en la implicación simbólica que puede significar la vigencia en el uso de la frase: dar la palabra.

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Ilustración: Craig Frazier.

Resulta por demás curioso, pero revelador al mismo tiempo, que una de las cosas que con mayor frecuencia se registren hoy, es que los docentes se ven obligados a trabajar sobre plataformas digitales, sea, justamente, al manejo de los micrófonos.

De igual forma, las quejas de los docentes noveles en la enseñanza digital, suele poner más atención de la que merecería al hecho de que los estudiantes (osan) apagar sus cámaras.

La pérdida del control sobre lo que dicen y hacen –micrófonos y cámaras, apagadas, de por medio– quienes están en el banquillo, no podía simbolizar mejor la remoción que han de significar los nuevos tiempos digitales.

Estar y dar, dos verbos claves en la (ahora) vieja manera de transmitir el conocimiento.

“Estar” –a la vista– y “dar” –la información a los que están ahí sin moverse– son desplazados por un nuevo ámbito en el que la pérdida del control de parte de quien ostenta el saber (la cátedra), es la marca del nuevo tiempo.

Nuevo tiempo de nuevas mentalidades.

Libertarias, críticas, inasibles. 


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Educación en línea, teletrabajo y las competencias profesionales desde casa

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#EducaciónEnLínea, #TeleTrabajo, #YoMeQuedoEnCasa

La contingencia del COVID-19 no sólo ha expuesto las deficiencias y fortalezas de nuestros sistemas sanitarios, económicos, sociales, científicos, profesionales y académicos, sino que también ha sacado a relucir oportunidades en torno a la forma que tenemos de relacionarnos, comprar, estudiar y trabajar.

Dentro de las oportunidades mencionadas, el trabajo, es posiblemente el ámbito de oportunidad que más cambios sufrirá por su impacto en la sociedad. Si bien, el ámbito profesional se ha mantenido intacto con el paso del tiempo, llegándose a convertir en un parámetro de referencia para nuestras actividades, ahora se encuentra en una situación de disrupción.

En este sentido, la contingencia sanitaria ha roto con esa rigidez, obligándonos a cambiar nuestra percepción y valorar nuevas formas de trabajar, poniendo sobre la mesa que los perfiles profesionales del futuro requerirán de competencias que, hoy en día, no se están desarrollando del todo en los sistemas educativos.

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Ilustración: Andrea Tobar.

Según Thomas Frey, conferencista y autor del libro Communicating with the Future, el 60% de los perfiles profesionales que se necesitarán en los próximos diez años no tiene aún un programa formal de formación académica diseñado. Situación compleja y preocupante, si entendemos los escenarios y niveles de competitividad en que se mueven las organizaciones.

Partiendo de esta situación, algo que podemos visualizar con base a la contingencia sanitaria, las tendencias tecnológicas y las necesidades de las organizaciones, son las características que deberán tener tanto los nuevos perfiles como los más tradicionales, ya que la coexistencia entre ambos deberá ser sinérgica.

En primer lugar, los puestos de trabajo se convertirán en espacios de trabajo variables y con horarios flexibles, es decir, posiblemente hoy nos encontremos trabajando en México y mañana en China, o bien, desde la comodidad de casa con personas que se encontrarán en la misma ciudad o al otro lado del mundo, sin llegar a estar encasillados en el horario tradicional de 8 o 10 horas laborales continuas.

teletrabajo y educación a distancia
Ilustración: Behance.

Esto obviamente traerá consigo cambios en la propia actitud de las personas, ya que los profesionales de mañana deberán pasar de estar enfocados en los procesos rígidos y coordinados por un responsable, a ser sus propios líderes, trabajar por objetivos y resultados, aportando una mayor capacidad de adaptación, así como una vocación por la innovación. Además, el profesional de mañana tendrá que convertirse en una persona que promueva la creación de entornos de trabajo dinámicos, donde se comparta el conocimiento y se creen de forma constante oportunidades de crecimiento profesional –para todos, dentro o fuera de la propia organización–.

En conclusión, es aquí donde tenemos la oportunidad de generar una ventaja competitiva, sólo si somos capaces de planificar estos nuevos perfiles desde la lógica de la colaboración, haciendo que la sociedad, la industria, la universidad y el gobierno actúen de manera conjunta para anticiparse a las demandas del futuro, diseñando una oferta formativa que propicie el desarrollo profesional y personal adecuado a las necesidades locales, regionales y globales. Finalmente, está claro que invertir en las personas y actualizar nuestras competencias debe ser una prioridad si pretendemos posicionar al talento mexicano y, por ende, a México como un país dinámico y competitivo.

Levantemos la cabeza y miremos al futuro pensando en todo lo que necesitamos para ser y seguir siendo competitivos. No duden en seguir haciéndome llegar sus comentarios y recomendación al correo electrónico ricardolopezrobles@outlook.com o vía Twitter a @rlopezrobles, y #YoMeQuedoEnCasa.


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Ante la pandemia: la sociedad, la gran protagonista

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La pandemia, ésta, al menos acabará algún día. Será entonces momento de verdaderamente evaluar. A nivel de crisis global y en el horizonte de las respuestas globales. Quién reaccionó adecuadamente y quién lo hizo con desdén o franca irresponsabilidad.

Una mirada de conjunto, y microscópica, a la vez, que nos dé una idea más precisa de las fases que la crisis fue tomando, de sus causas, de los factores que pudieron preverse y de los que no.

Luego de la movilización mundial cada gobernante, lo quiera o no, deberá ser evaluado en su actuación. Ésa es parte de la naturaleza de su encargo. Estar sometido al escrutinio, a la rendición de cuentas y el análisis público de sus acciones y los resultados.

Aunque hay países que ante la ausencia de estrategias digitales nacionales –al menos ha descubierto la televisión a estas alturas del siglo XXI–, la respuesta de la sociedad ante la necesidad de contar con herramientas de educación no presencial, ha sido más efectiva y rápida.

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Imagen: El País.

Se avizoraba ya desde antes que el siglo XXI sería el siglo de la Sociedad. Ha quedado de manifiesto de manera más que contundente. Es la sociedad la gran protagonista de esta fase de la historia.

Si el siglo XIX fue el siglo de la formación de las naciones y la exaltación de los nacionalismos; si el XX lo fue de las instituciones y la expansión del Estado; el XXI tiene en la sociedad a su actor fundamental.

La irrupción a principios del XXI de las herramientas digitales había dado ya paso a que quienes antes eran consumidores de contenidos, pasaran a ser también productores de los mismos.

El filósofo y tecnólogo social argentino, Alejandro Piscitelli, acuñó, entre la primera y segunda década de esta centuria, el concepto de “prosumidor”.

Hablar de “prosumidores” se volvió entonces una forma de caracterizar esa nueva práctica social en la que la generación, intervención y multiplicación de contenidos puede hacerse en segundos.

prosumidor sociedad
Imagen: Fundación Telefónica.

La primera pandemia de la globalización, por paradójico que parezca, la afirma. Un mundo abierto e interconectado, cruzado por un sistema de redes complejas, es y será el nuevo escenario de cualquier acción a cualquier nivel.

Es claro que cuando la emergencia haya pasado tendremos frente a nosotros la semilla de un nuevo orden internacional, pero no, eso no, el retorno al siglo XIX y sus nacionalismos, ni al XX y sus loas al Estado todopoderoso.

Una vez superada la emergencia, retornaremos a una normalidad restaurada, pero nunca, jamás, al punto en que la normalidad de antes se quebró de modo irreversible.

La experiencia pasará factura. Particularmente en dos ámbitos, el de la evaluación que se haga de la forma como quienes tenían deberes de liderazgo y reaccionaron, por un lado.

Y por el otro, en cuanto a la forma como a partir del restablecimiento de cierta normalidad restaurada, se habrá de forjar el nuevo tipo de interacciones humanas.

Para cuando la crisis haya pasado, por ejemplo, será extraño para algunos volver a decir: nos vemos para afinar el proyecto, cuando durante las cuatro o cinco semanas anteriores trabajaron a distancia.

Tan raro como será para ciertos estudiantes, aquellas, aquellos que muestren mayor capacidad de adaptación y capacidad de reinvención ante la dificultad, volver a sentarse salón como si nada hubiera pasado.

interconectividad, sociedad
Imagen: Research Gate.

Quedarse ahí sentado, escuchando pasivamente, tal y como se pretende que suceda, a estas alturas de la historia, en los países en los que a las niñas y niños se les ofrece ver por la tele, sentados y callados, la escuela que no tienen.

La transformación radical en las interacciones, particularmente en las que tienen que ver con la educación y la formación, provendrá, nuevamente de la sociedad.

Será ella, la sociedad, la que en conjunto e individualmente reclame y afirme el nuevo tipo de interacciones sociales ya avizorada con el surgimiento de los prosumidores y asentada en esta crisis.

Así, por ejemplo, por centrarnos sólo en el campo de la educación por ahora, frente a quien insista en no comprender la dimensión del cambio en el ámbito de las mentalidades, los estudiantes harán saber que en las semanas precedentes han aprendido a aprender de otra manera.

Ingenuidad mayúscula suponer que una vez pasada el cataclismo todo volverá al orden anterior. Si lo que los cataclismos hacen, justamente, es arrasar con el orden anterior. Afirmar uno nuevo.

Un aprendizaje autónomo, a ritmo propio, contrastar la información “oficial” de la figura de autoridad, lo cambiará todo.

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Imagen: Mobi Health News.

Y en el centro de esta transformación radical de las formas del pensamiento, la acción y la interacción entre los sujetos, aparecerá como si fuera el pivote de una granada, el acto de evaluar.

Si en algún punto la educación digital se erige como una forma distinta, es precisamente, sobre el terreno de las formas de evaluación.

Evaluar, evaluarse, lo aprendido, el desempeño; la evaluación, está llamada a ser el gran aprendizaje de la experiencia digital de este tiempo.

A lo que se hizo bien; a las irresponsabilidades, a los engaños, aguarda una sociedad ya diferente.

Su evaluación.


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