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Cuento para una noche de cuarentena. El hombre que subió la montaña

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#NocheDeCuarentena #ElHombreQueSubioLaMontaña

Había una vez un hombre que se vistió y salió de su casa con dirección a la montaña. Desde muy joven la había visto y siempre soñó con llegar a su cima. Esa vez que se vistió y trató de llegar a ella, estuvo a punto de lograrlo y, sin embargo, diferentes obstáculos se interpusieron entre él y su meta. A esa punta de la montaña sólo podría llegar uno, y en esta ocasión no pudo ser él.

Pasaron seis largos años y aquel hombre, durante todo ese tiempo, suspiró por llegar a la cima de montaña. La veía desde lejos. La estudiaba desde diferentes ángulos. Ideaba estrategias para subir de forma exitosa, incluso pensaba en alianzas con otros hombres para que le ayudaran a cumplir su destino. En esa ocasión, ni siquiera se dio cuenta en qué momento fue rebasado por otro hombre que subió más rápido; incluso se encontró a una mujer que, durante buena parte del trayecto, corría detrás de él. Cuando tomó aire para alcanzarlos, su fuerza y empeño le dieron el impulso para alcanzar a la mujer e incluso pasarla, sin embargo, el otro hombre ya estaba muy arriba y le fue imposible alcanzarlo.

Aquel hombre tesonudo no se desanimó, y después de otros seis largos años, volvió a emprender el camino. Esta vez, aunque maduro y golpeado por el paso de los años, se le veía más fuerte que nunca. Traía un ritmo muy por encima de los demás y con el caminar se entusiasmaba más y más al sentirse cada vez más cerca de la meta. Siempre había querido llegar a la cima de la montaña. Era el objetivo más importante en su vida. Todo el tiempo se había preparado para lograr la gran hazaña y ahora parecía el momento de la gloria. Todo indicaba que llegaría por fin a esa cima anhelada; que sería el que llegaría allá arriba, allá donde solo llegaba uno cada seis años. Ese lugar que parecía de tan difícil acceso y por el que tuvo que sacrificar tantas cosas. Llegar a esa cima le implicó enemistarse con mucha gente, ser atacado por muchos adversarios –e incluso correligionarios– y sortear miles y miles de trabas. El esfuerzo había sido tremendo, pero estaba por llegar.

En algún momento el hombre dudó y volteó hacia atrás para ver si los otros hombres le seguían de cerca. Se encontró tranquilizado al ver que no se veían por ningún lado.

Por fin, una tarde de julio, aquel hombre llegó a la cima. Volteó a su alrededor y se encontró solo. Una ráfaga de viento le golpeaba la cara, y el sonido del viento era lo único que se escuchaba en ese infinito silencio. Se sentó entonces y con un dejo de emoción dijo para sí mismo:

—“¡Lo logré, ya estoy aquí!” (y el silencio y la soledad lo inundaron y un escalofrío le estremeció por un momento).

En efecto, aquel hombre estaba ahí, pero la felicidad que sentía semanas atrás, cuando veía que su escalada incansable por fin lo llevaría a la cima, se había desdibujado. El hombre no era feliz. No sabía qué hacer. Se trazó un objetivo claro que era llegar a la cima de la montaña. Por años se fijó ese objetivo y se había preparado para alcanzarlo. ¡Lo había logrado! Entonces, ¿por qué se sentía tan solo y triste?, ¿por qué no había experimentado satisfacción alguna desde que había llegado a la cima?, ¿por qué lo embargaba esa frustración en todo momento?

El hombre dejó pasar el tiempo. Se mantuvo caminando en esa cima, dando vueltas y vueltas. Seguía sintiendo el viento golpeándole la cara. A veces por un lado, a veces por otro. Otras veces el viento frenaba y el frío, penetrante, se apoderaba de todo. Aquel hombre trataba de calentarse, de moverse, pero el frío no lo dejaba. A veces, lo que desesperaba a aquel hombre, era el silencio. ¡¡¡No podía más!!! Su desesperación era tal, que todo le estaba saliendo mal. Si el día era cálido y debía aprovechar las bondades del sol, salir a sentirlo, a vivirlo, él se agazapaba y titiritaba de frío. Si el frío azotaba, él no lo percibía de esa forma y se quitaba la camisa para quedar con el torso descubierto. Ya no identificaba nada, ya no entendía nada. Estaba al borde de la locura. En su desesperación creciente miró al cielo y gritó:

—¡Dios!, ¿por qué subí hasta la cima?, ¿por qué?

Lo que aquel hombre no esperó es que Dios le contestara súbitamente. La voz era de un estruendo ensordecedor. Dios le dijo al hombre:

—Hombre soberbio y orgulloso, has estado tantos años planeando llegar a la cima y ahora que estás en ella, ¿te preguntas por qué?

El hombre, asustado, cayó al piso perplejo por lo que acababa de oír. Un largo silencio se apoderó del ambiente, para ser roto por otra frase que, al sonar, parecía la voz del Dios del trueno, de un megáfono cósmico interestelar que le hablaba del más allá y que le dijo:

—La pregunta que te debes hacer no es “por qué” sino “para qué”.

El hombre se quedó solo en la cima, sentado, abrazando con los brazos sus rodillas y meciéndose hacia adelante y hacia atrás. Tendría cinco largos años para descifrarlo, por lo que entre más rápido lo hiciera, más rápido saldría de esa angustia, soledad y desesperación que le causaba estar en la cima de aquella montaña.

Fin.


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Escribir en el apando

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Es más largo que la Cuaresma el inventario de escritores y luchadores sociales que a lo largo de la historia han conocido la hospitalidad y el confort de cárceles y sentinas por cortesía de padres de la patria, de hombres fuertes o de indulgentes caudillos preocupados por resguardar la pureza de sus pueblos.

Entre esta pléyade de tanto en tanto encontramos un tipo de prisionero especial: el que encuentra en la paz de la cárcel el ambiente para escribir, ya sea obra literaria, científica o política. Los 27 años de encarcelamiento de Nelson Mandela y su incansable lucha contra el apartheid lo convirtieron en un símbolo que lo condujo de la condición de ex presidiario a la de galardonado con el premio Nobel de la Paz. Su libro autobiográfico El largo camino a la libertad fue concebido entre los muros de su celda.

Desde el gran Galileo, condenado a cadena perpetua por el Santo Oficio en 1633 por apóstata, hasta los cientos de periodistas y escritores que hoy purgan condenas en muchas cárceles del mundo contemporáneo, incontables obras han sido paridas tras barrotes.

Incluso el sanguinario cabo del bigote ridículo dictó al obtuso y cejudo Rudolf Hess su Mein Kampf cuando purgaba prisión de 1923 a 1925, luego del fracaso del golpe de Estado conocido como el “Putsch de Munich”.

galileo en la carcel
“Galileo en prisión”, Carlo Piloty (1870).

En el caso de Galileo, de 1633 a 1642, año de su muerte, su obra se desarrolló técnicamente bajo la condición de encarcelamiento, pues se encontraba en lo que hoy llamaríamos arresto domiciliario. En esos nueve años el pisano escribió su Discursos sobre dos nuevas ciencias donde se ocupa de los fundamentos de la mecánica, piedra angular de los desarrollos posteriores en física.

La Inquisición llevó a la cárcel a Fray Luis de León, el religioso agustino renacentista, poeta y humanista, por traducir a la lengua vulgar el Cantar de los Cantares, arrebatador pasaje que da ñáñaras a la ortodoxia clerical, espantada de la sensualidad que el maligno coló en El Libro. Durante los años que Fray Luis de León estuvo encarcelado escribió De los nombres de Cristo y otros poemas. Se dice que antes de dejar la cárcel consignó a la pared la siguiente décima:

Aquí la envidia y la mentira / me tuvieron encerrado /
¡Dichoso el humilde estado / del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado / y con pobre mesa y casa,
en el campo deleitoso / con sólo Dios se compasa
y a solas su vida pasa / ni envidiado ni envidioso!

Utilizar las paredes de la chirona como cuaderno es algo muy extendido. Acá en tierra santa el cura Miguel Hidalgo y Costilla plasmó en los muros del Colegio de los Jesuitas en Chihuahua –habilitado como cuartel y cárcel–, dos décimas dedicadas a sus carceleros Ortega y Melchor por haberle brindado un trato comedido y respetuoso a pesar de órdenes al contrario.

Activistas políticos que realizaron valiosas aportaciones a la teoría social las trabajaron en muchas ocasiones confinados a una mazmorra. Un caso emblemático es el del teórico marxista italiano Antonio Gramsci, quien fue encarcelado en 1926, tomando como pretexto un atentado sufrido por Mussolini.

En el momento de su detención Gramsci era diputado al Parlamento, pero esto a don Benito no le importó. De paso disolvió los partidos políticos de oposición y canceló la libertad de prensa. Por cierto, Il Duce se llamaba Benito en honor a nuestro Juárez, a quien su padre admiró profundamente.

carcel de gramsci
Representación de Antonio Gramsci (Ilustración: Wiaz).

Gramsci era periodista además de teórico. El ministerio público que pidió 20 años de cárcel para él, dijo en el juicio que se debía “impedir a ese cerebro funcionar” por lo menos durante ese tiempo. Casi 24 meses tomó a Gramsci lograr que le dieran papel y pluma, con lo que el creador de conceptos como “bloque histórico” e “intelectuales orgánicos” pudo plasmar su legado a las ciencias sociales en los famosos Cuadernos de la cárcel.

En México, un ejemplo de persistencia periodística al servicio de la lucha política fue Ricardo Flores Magón. Regeneración, el periódico que fundó junto con sus hermanos y con Librado Rivera, literalmente iba a donde iba Flores Magón, incluso la cárcel, lugar que pisó en numerosas ocasiones y que fue también escenario de su muerte.

El escritor ruso Isaac Bábel fue víctima de las purgas con las que el padrecito Stalin intentó acallar a muchos intelectuales que ponían en tela de juicio su particular concepción revolucionaria.

Daniel Defoe, el autor de Robinson Crusoe, estuvo encarcelado por sus actividades políticas y especialmente por haber escrito El medio más eficaz para con los disidentes, un texto irónico, y por ello más leído, sobre el combate a la disidencia. Fue sentenciado a la picota, que en la Pérfida Albión servía para exponer al escarnio público a los condenados. Defoe, lejos del arrepentimiento, escribió un poema llamado “Himno a la picota”, porque cuando estuvo expuesto, los curiosos le arrojaban flores en lugar de piedras como era la costumbre.

Cervantes comienza el Quijote en la prisión de Sevilla en 1597. Miguel Hernández, víctima del franquismo, escribe “Nanas de la cebolla” cuando preso se entera que su mujer y su hijo no tenían más alimento que cebolla y pan. Oscar Wilde escribe De profundis en su celda.

daniel defoe en la carcel
“Daniel Defoe in the pilory”, Crowe Eyre (1824-1910).

El poeta colombiano Álvaro Mutis estuvo encarcelado en México por una acusación que surgió en su tierra natal cuando trabajaba para la petrolera Esso por haber destinado recursos a obras culturales en lugar de hacerlo para obras de caridad. En prisión recurrió a la prosa para escribir Diarios de Lecumberri.

Otros han hecho coincidir el trabajo político con el literario, como el caso de José Revueltas, quien preso por su participación en las movilizaciones del 68, escribió El apando, novela que describe una de las partes más oscuras del sistema penitenciario mexicano.

Ezra Pound, quizá el mayor poeta en lengua inglesa del siglo XX,fue acusado de propagandista de Benito Mussolini. Durante su estancia en la cárcel escribió parte de sus Cantos. Después de la guerra el ejército yanqui lo tuvo seis meses encerrado en una jaula con un foco encendido, una cubeta y dos sábanas. Luego lo declararon peligroso y loco y lo confinaron en el hospital psiquiátrico Saint Elizabeth de Washington D.C. durante 14 años. Es decir, igual que Alexander Solzhenitsyn en su Archipiélago Gulag, el mentor de James Joyce tuvo su propio archipiélago a orillas del Potomac, en donde ondea Old Glory.

El escritor uruguayo Mauricio Rosencof, preso político de 1973 a 1984 narró, en un texto publicado en 1988 en el suplemento México en la cultura de la revista Siempre, la experiencia de crear en la cárcel, donde escribió la obra de teatro Y nuestros caballos serán blancos. Rosencof describe la cotidianeidad de la falta de información que por aquel tiempo padecían los presos políticos y los recursos para suplirla.

Los libros de Ngugi wa Thiongo fueron prohibidos en Kenia en 1977 por el “padre de la patria” Jomo Kenyatta y su vicepresidente Daniel arap Moi, y el escritor fue gentilmente confinado a una celda, en donde sobre pedazos de papel sanitario escribió la primera novela moderna en kikuyu, su idioma materno: Caitaani Muthara-ini (Diablo crucificado). Ecos del Knut Hamsun de Hambre y del Julius Fucik del Reportaje al pie de la horca. 

Esta lista no se agota aquí por desgracia. Todavía son muchos los periodistas y escritores que sufren cárcel por su obra o sus actividades. Ante esta realidad parecen nada los miles de años transcurridos desde que los gobernantes griegos encarcelaron y condenaron a muerte a Sócrates acusado de no creer en los dioses atenienses y corromper a la juventud.

Juego de ojos.

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Esperanza cristiana para los creyentes como virtud teologal

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La espiritualidad como hemos visto con anterioridad es la energía que nos permite manifestarnos, misma que conviene coordinar con pensamientos correctos para reconocer los recursos internos con los cuales ya contamos, examinar las posibilidades que nos ofrece el entorno y establecer las estrategias pertinentes para lograr nuestro objetivo.

En el artículo anterior mencionaba la conveniencia de apoyarse en la propia creencia religiosa o espiritual para enfrentar la cuarentena. En este texto quiero hacer referencia específicamente a un aspecto fundamental de la fe cristiana: la esperanza.

La esperanza es una forma adaptativa presente en los humanos proveniente de la tristeza. La tristeza es una de las cinco emociones primaria que sirven como registros fisiológicos de supervivencia cuya función es identificar de manera precisa qué corresponde hacer frente a estímulos y fenómenos del entorno. En este sentido, no existen emociones positivas o negativas, éstas son simplemente funcionales, por ello, reconocerlas adecuadamente y fluir con aquello que indican, incrementan la calidad de vida en las personas.

esperanza cristiana
Ilustración: Sonya Korshenboym.

La tristeza indica la necesidad de retirarnos frente a situaciones de pérdida. En efecto, la vida no ha sido, ni es, ni será nunca exactamente como la deseamos. Constantemente nos enfrenta con circunstancias adversas, contrarias a las expectativas y nos reta a vivir en condiciones desagradables. Ante estas realidades la tristeza permite precisamente desprendernos y alejarnos de aquello que ya no es para poder contemplar las múltiples oportunidades que proporciona lo existente. Este proceso toma tiempo, el cual varía de acuerdo a las circunstancias específicas de los acontecimientos y de las habilidades propias de la persona misma. La esperanza se relaciona precisamente con esta espera, con este lapso de adaptación íntimamente ligado con la paciencia.

Como virtud teologal, la esperanza cristiana impulsa al creyente a sostener la tensión de su presente gracias a la promesa de felicidad, que si bien se identifica como plena y absoluta después de la muerte, durante su vida la encuentra en la confianza de que Dios tiene la capacidad de hacer nuevas todas las cosas y el fiel de percibirlo y llevarlo a cabo, es decir, en transformar una realidad adversa en un espacio de encuentro con el misterio divino que despierta nuevas posibilidades en su propio ser y le impulsa a elegir y guardar tesoros que los ladrones no hurtan, ni el tiempo corroe (cf. Mt 6,19-21).

La esperanza cristiana permite enfrentar la calamidad con la certeza que tiene fin y que mientras eso llega se está sostenido por Dios. Además, unida a otra de las virtudes teologales, la caridad, motiva a ver y reconocer las afectaciones y el sufrimiento de otros y a solidarizarse con ellos.

esperanza cristiana
Ilustración: Lou.

La esperanza cristiana se fortalece con la oración; con ese momento de intimidad en donde el creyente puede reconocer con toda libertad su limitación, experimentada como miedo, enojo, dolor, frustración, angustia, etcétera, lo pone en manos de su creador y al hacerlo encuentra consuelo en su incertidumbre, orientación y fortaleza para enfrentar el momento, confianza en sus habilidades y sobre todo paz interna para sobrellevar cualquier circunstancia.

La esperanza cristiana transforma el corazón y sostiene la vida a pesar de las adversidades; permite ilusionarse por la vida y descubrir en ella el misterio de amor que inunda la realidad entera y se manifiesta de forma concreta en hombres y mujeres que buscan consolar, sostener, animar y cuidar de otros.

La esperanza cristiana impulsa a la persona a descubrir nuevos horizontes y nuevas posibilidades allí donde se creída todo perdido. Lo impulsa a crear nuevos mundos, nuevas relaciones, nuevas oportunidades en donde amar amando y servir sirviendo a los demás.


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La mordaz crónica de Carlos León

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El 17 de abril me percaté que el periodista capitalino, Carlos León, hubiera cumplido 110 años –y que se nos adelantó en el paseíllo de la vida en 1981–, entonces me pareció oportuno recordar a una de las plumas privilegiadas de la crónica taurina. Como buen escritor, incursionó en diferentes giros literarios. Fue epigramista, guionista de cine y autor de diálogos en las películas de Mario Moreno “Cantinflas”, entre otras, “El Padrecito”.

Hoy por la extensión de sus crónicas, los días de corridas, tal vez sería imposible que le cedieran el espacio en los diarios, como el que ocupaba desde su fundación en el diario Novedades, haciendo crónica primero en el Toreo de la Condesa –hoy El Palacio de Hierro Durango–, ocupando un lugar en el palco de Maximino Ávila Camacho –hermano del presidente Manuel–, y  posteriormente en La México, así como ocasionalmente en Cuatro Caminos –hoy terminal del Metro–, destacando por su elegancia al vestir, inefable bigote, nariz aguileña y mirada gélida.

De profesión fue abogado, pero nunca ejerció. Fue caricaturista en El Universal y con algunos más y otro gran caricaturista, Ernesto “Chango” García Cabral, fundó la revista “Don Timorato”. Tradujo obras de teatro y escribió el guion “Yo Colón” en 1953, que por mucho tiempo presentó “Cantinflas” en el Teatro Insurgentes.

La que fuera esposa de Justino Compéan, Hilda O’Farril, socia en su tiempo del Novedades, leí que lo describía como “implacable en sus escritos”. Su crónica semanal, “Cartas boca arriba”, tenía la característica de dirigirse a alguna persona y por ahí creo que aprovechaba para tener listo mucho del contenido, e iba tramando la crónica después de la corrida, con gran chispa y conocimiento, no sólo en el tema taurino, sino en el político y social, con su colaboración dominical “Titirimundi”.

Fueron públicos sus diferencias con Carlos Arruza, Manuel Benítez “El Cordobés” y Manolo Martínez, al que le colgó el mote de “Manolo Telones”. También, por dar idea a un subalterno y hombre de la confianza de “El Ciclón” –conocido así Carlos Arruza–, le dedicó las siguientes líneas: “Salta un sapo a la arena; no perdón, es Cerrillo vestido de verde” –refiriéndose al banderillero Javier Cerrillo–.

Curiosamente en los años 50 del siglo pasado, pedía que se retirara Luis Procuna y el día de su despedida, el 10 de marzo de 1974, tituló la hazaña del torero: “Procuna en la despedida, da la tarde de su vida”. En carta que le dedicó a Esperanza Tapia, dueña de Las Delicias en el centro capitalino. Fue la tarde de esa fecha, con Chucho Solórzano y Eloy Cavazos en el cartel con toros de Mariano Ramírez.

Antes, tuvo una diferencia pública con Curro Rivera, al que le puso primero “Curro Cantinflas”. En la temporada 1970-71, y a sugerencia del mismo torero, quedó en “Currinflas”, porque le hizo más gracia al torero, e incluso le comentó por escrito que a su hijo así lo apodaban en la escuela.

Lo anterior se recoge en una carta que envió Curro a Carlos León en noviembre de 1972, donde afirma eso porque esa temporada que comenzaba le llamó “Paspartout” Rivera, y lo felicita en la misiva; incluso le comentó “se voló la barda” y le pide que “siga a mi persona con ese sobrenombre” y, además, le dedicó su actuación próxima en La México.

La presentación de la carta la titula con gran guasa: “Niega Curro ser del ‘Gang’ de Manolo Telones”, refiriéndose a un boicot para que Paco Camino no torease en México, y se refiere a Manolo Martínez y al periodista del Esto, Francisco Lazo.

Al domingo siguiente de publicar la carta de Rivera, titula su crónica “La regó Santaclos Dávila; oreja de aguinaldo para Rivera”. En carta que dirige a Salvador Allende, en aquel momento presidente de Chile.

paco camino
Paco Camino, torero español retirado (Fotografía: Todo Colección).

Una de dulce para Manolo Martínez fue el 23 de diciembre de 1979, después de la gran faena a un toro de bandera de San Miguel de Mimiahuapám, de nombre “Amoroso”, titulando la crónica: “Con el soberbio Amoroso Manolo estuvo en coloso”;  y subtituló “Apoteosis de Manolo y Baillères”, que en carta la remite a Pedro Illana, quien fuera dueño del Tío Luis, restaurante de La Condesa, y a quien nombra “Rey del Pollo”.

Y cierro porque habrá que hacerlo, recordando la tarde de la larga cordobesa de Alfonso Ramírez “Calesero”, del 10 de enero de 1954 que tituló: “El Calesero saturó de arte la Plaza México, cortó una oreja pero mereció el premio Nobel de la torería”. Esa imagen por muchos años la vimos en el programa de Toros y Toreros del Canal 11, y cuando estuve ahí, al verla me provocaba el deseo de gritar, y ahora cuando la visualizó en la mente, digo “¡Olé!” para mis adentros. Cada que tenía la oportunidad de apretar la mano del artista, se lo decía.

A la semana siguiente del triunfo en una gran fiesta, Carlos León inventó el Premio Nobel del Toreo para otorgárselo en medio de grandes honores.

Es pues justo recordar a uno de los cronistas taurinos más importantes de México y más aún que acaba de pasar el aniversario de su nacimiento.

Y así me podría seguir, pero es momento de desear que estén bien y hacer un recuerdo a quien recientemente partió a la Gloria; me refiero a Alejandro Algara, que de muy niño conocí, pues Arenero le dio clases de toreo de salón a uno de los mejores intérpretes de Agustín Lara; se llevaban muy bien según recuerdo. A sus seres queridos, un abrazo con gran afecto.


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La honestidad y el fin del mundo

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¿Hace cuántos minutos dijiste una mentira?

Si todas las personas fuéramos honestas y dijéramos lo que en realidad pensamos, el mundo se acabaría en un día. Pero sería un día real, auténtico.

¿Valdría la pena, o es que es mejor vivir en un lugar de hipocresía del que todos formamos parte?

24 horas ininterrumpidas en las que expresáramos nuestros pensamientos de manera libre y espontánea, sin restricción alguna.

Como si regresáramos a ser niños otra vez y contestáramos las preguntas que nos hacen con la más absoluta verdad y sin pena alguna.

honestidad y mentiras
“Beautiful Lies” – George Kordis.

¿Seríamos capaces de soportar que nos llamen tontos, incompetentes, feos, gordos, chaparros, insoportables…?

¿Podríamos escuchar verdades que duelen y lastiman sin hacer nada al respecto?

¿Perdonaríamos a quienes nos hacen sentir así?

Yo creo que no. No es que no sepamos lo que somos o cómo nos vemos, sino que a nadie le gusta oír lo que le incomoda.

Entonces pienso que después de atacar verbalmente a las personas que nos agreden con sus comentarios, probablemente nos iríamos a los golpes y sería difícil detenernos hasta que pudiéramos saciar nuestra ira, y para entonces, uno o más terminaríamos muertos.

Seguro es más agradable que en tu casa te digan que te ves muy bien con la ropa que te pusiste; que te aman más de lo que te amaban ayer; que valoran el trabajo que haces dentro o fuera de la casa.

honestidad y mentiras
Ilustración: Unbabel.

Que en el trabajo te feliciten por esas ideas tan brillantes que tienes; que contar contigo les da tranquilidad y certeza de que las cosas se harán bien.

También tus amigos, imagínalos diciéndote que eres el mejor amigo que alguien podría tener; el más inteligente.

Y así, mucha gente, los empleados de la tienda, en restaurantes, cine, teatro, o cualquier otro lugar que visites, al verte sonrían diciendo lo afortunados que son al tenerte con ellos en ese momento.

Que en los periódicos, revistas, programas y noticieros se hable de lo bien que está el mundo; que todo es perfecto y somos la mejor sociedad.

Entonces, ¿existen mentiras que aunque sepamos que lo son, en realidad lo que hacen es ayudar a mantener el orden de las cosas?


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La antigua legua y recuerdos de una época taurina con Arenero

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Una de las conversaciones de niños con mi padre, José Luis Carazo “Arenero”, era escuchar los mil y un avatares que habían ocurrido en sus años de maletilla en los que intentó ser figura del toreo; fueron de todos sabores y colores en la época de los cuarenta y cincuenta del siglo pasado, cuando prácticamente en todos los pueblos taurinos se celebraban festejos con toros cebús y a veces con toros de lidia.

Distinto desde pasada la década de los setenta, hoy en día en muchas poblaciones como las de Hidalgo, Morelos o las de Jalisco, entre otros, se presentan corridas de toros y muy pocas novilladas, con el modelo actual de que la mayoría de los toreros se forman en las escuelas taurinas.

El llamado toro de once –por a esa hora ser lidiado–, era generalmente de media casta y  decían que con piloto, pues iba el toro montado por un jinete; así se formaban los toreros.

La “legua” le decían, por lo que implicaba ir por esos caminos de Dios con su hato, los llamados “maletillas”, donde además de sus viejos avíos, guardaban las ilusiones de llegar a ser figuras y que tenían al “Tupinamba”, el café de la calle de Bolívar como recinto sagrado del toreo y junto al “Cantonés”, más barato, para informarse dónde y cuándo iba a darse la próxima toreada.

carazo arenero
Representación de José Luis Carazo Vega “Arenero” (Pintura de Antonio Navarrete).

El Bardo de la Taurina mantiene vivo el primer nombre y Luis Spota retrata con fidelidad aquél mundo de la legua, inspirado en las vivencias de Jesús “Ciego” Muñoz en su gran novela Más cornadas da el hambre, que concluye con el novillero, listo para partir plaza, en el túnel que conduce a la puerta de cuadrillas de La México.

En fin, recuerdos de niñez y de quien lo vivió a plenitud, por ello me es entrañable aquél mundo de soñadores de gloria y al adelantarse en el paseíllo hace unos días Don Pedro Moreno. Lo recuerdo y platico de quien conocí hace algunos años en las barreras de La México, durante la celebración de un festival donde actúo su hijo Pablo y, entre otros, Sergio Hernández Weber.

Al saludarlo me dijo, “Te voy a platicar algo sobre tú papá que probablemente desconoces”. Intrigado le pedí de favor que me lo contará, y antes de la anécdota me preguntó: “¿Sabes que José Luis toreó mucho en Puente de Vigas?”. Le dije que sí habíamos escuchado de aquella plaza que se ubicaba en el Estado de México y hoy es parte de la mancha urbana extendida de la ciudad capital.

Luego respondió: “entonces oyeron el nombre de Guillermo Martínez ‘El Pilón’”. “Su empresario, Don Pedro”, le comenté. En alguna corrida que se dio en la Plaza Norte cuando escaseaban los festejos en la capital, Pepe San Martín en los ochenta le había organizado un homenaje, y ese día nos lo había presentado “Arenero” con mucho cariño.

“Pues ahí te va”. Y parece que estoy escuchando sus palabras nostálgicas: “En aquella época no había celulares y cuando me hablaron que toreaba en Puente de Vigas, me vine de Guadalajara el sábado para estar listo el domingo y ese día me presenté en la puerta de cuadrillas, sólo para enterarme que no me tocaba ese día, sino hasta el siguiente domingo”.

Ya te imaginas la cara que puse y en eso tu papá, me dijo: “Venga, te dejo un quite, para que no hayas venido de balde”; detalle que nunca se me ha olvidado, y hoy que finalmente te conozco puedo platicártelo, como uno de la legua”.

Desde entonces le guardo un gran afecto a quien me dio semejante regalo sucedido en una plaza de toros dedicada a Esteban García, novillero rival de Carmelo Pérez, el hermano de Silverio y que trágicamente se fue a la gloria, por una cornada el 2 de noviembre de 1929.

La plaza fue inaugurada el 8 de febrero de 1942 con una novillada lidiada por Miguel Uribe, Alfredo González, Enrique Carreño y Franklin Domínguez “El Yucateco”. Los novillos fueron de la ganadería de Cerro Viejo.

toros y toreros
Abel Flores “El Papelerito” (Fotografía: La Aldea del Tauro).

Atraía a la afición por su cercanía a la Ciudad de México y finalmente desapareció, dejando anécdotas como la que me relató Don Pedro, pues también me dijo que ahí había alternado con Joselillo, de quien fue muy amigo. Por cierto, Guillermo Martínez “El Pilón” –empresario del redondel de Cerro Viejo–, fue apoderado de Abel Flores “El Papelerito”. Pero es otra gran historia.

Pedro Moreno debutó en la Plaza México la tarde del 12 de octubre dentro de la decimonovena novillada de la temporada de 1950, cuando alternó al lado de Fernando Brand de Aguascalientes,  y el costarricense Rafael Mata, quienes lidiaron ejemplares de Milpillas.

Fue promotor taurino y, sobre todo, una persona de carácter, tuvo diez hijos, con uno de los cuales tengo muy buena amistad, mi estimado Pablo; socio de Casa Toreros. Es un momento duro para todos los que le conocimos y nos tocó la fibra, siempre lo vamos a recordar con su pasión y amor, por la más bella de todas las fiestas.


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Crónicas del coronavirus desde el sector primario

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Escribí esta crónica para un amigo que vive en España. Él escribe desde allá y yo desde la cuarentana en Jalisco. Más adelante se unirá un colega desde China.


Querido Juan Patricio:

Te cuento un poco cómo se vive en este pueblo de Jalisco la pandemia. Como bien sabes, Estipac vive básicamente de la agricultura, sobre todo del cultivo de caña. Y el campo no puede cerrarse, así que los trabajadores llegan a la misma hora de siempre, hacen sus labores y se van a sus casas. Lo que sí se ha cerrado es la iglesia, la delegación, varios comercios y todos los balnearios de la zona. El gobernador de Jalisco tomó medidas muy pronto y creo que la gente se siente más protegida que en la CDMX, por ejemplo, en donde fue la ciudadanía la que hizo un esfuerzo por actuar a tiempo, a pesar del silencio de la Jefa de gobierno y de los absurdos de López Obrador.

Estipac pertenece a la delegación de Villa Corona y me parece que el presidente municipal ha actuado con responsabilidad. Estamos bien informados y, aunque muchos jóvenes van y vienen por las calles, la cancelación del tianguis y el cierre de los lugares de reunión ayudan a que haya menos aglomeraciones. Los estudiantes tienen cursos en línea y, los que no tienen manera de conectarse o carecen de computadora, hacen tareas asignadas antes de empezar la cuarentena. El cura abrió una página de Facebook y sus mensajes son los de un hombre responsable.

cronicas del sector
“Orange Rain Over Truchas”, Sally Delap-John.

¿Hay miedo? Sí, se nota cierta tensión, principalmente por el alto índice de obesidad, diabetes e hipertensión de la población. También, claro, por la incertidumbre, pero estar aquí es más llevadero que en la ciudad. Puede ser que se oigan menos risas, no sé, a lo mejor es sólo una impresión mía. Lo que llama la atención es la falta de música. Estipac es un pueblo ruidoso. Si no está tocando la tambora, hay un altavoz en la delegación con toda clase de música o cuetes para que llueva, para conmemorar a un santo o por alguna fiesta. Ahora, sólo se oyen pájaros. Una gran cantidad.

Algo muy agradable de pasar aquí la cuarentena es que no tenemos televisión, ni radio o periódico. Así es un poco más fácil detener las especulaciones. Porque nada más de pensar en el sistema de salud de la zona, dan escalofríos. No es que corra el riesgo de colapsar, hace mucho que lo está. La última vez que fui a la clínica del Seguro Social de Villa Corona, lo único que había era un termómetro en un vaso con Isodine. Difícil de creer, pero real.

            ¿Por allá, qué tal?

            Te mando un abrazo y espero tus noticias.

            Susana.


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¿Sabes quién eres?

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¿Eres, quien eres, o en quien te convertiste con el paso del tiempo?

La mayoría de las personas hemos dejado de ser quienes éramos para convertirnos en lo que somos.

Cuando somos niños, tenemos el mejor regalo del mundo, un regalo que no cuesta nada y que nos mantiene por siempre felices. Ese regalo es el de la inocencia.

Bendita inocencia que nos protege de todo lo malo que existe, y que nos permite creer que las cosas y los acontecimientos diarios son mágicos y perfectos.

¿Por qué hemos cambiado y abandonado a nuestra mejor versión?

Cuando vamos creciendo y nos convertimos en adolescentes, vemos cómo la realidad nos arrebata esa inocencia y nos obliga a abrir los ojos y aceptar que las cosas son como son y no como quisiéramos que fueran.

quien eres
Ilustración: Anna Goodson.

Conforme seguimos avanzando en la vida y empezamos a pensar en formar una familia propia, nos encontramos con la dificultad de conseguir un trabajo que nos permita sobrevivir y al mismo tiempo que no sea tan demandante de nuestro tiempo, para que podamos convivir en casa con nuestros seres más queridos.

Aparecen los hijos –lo más importante del mundo– y con ellos, junto con la alegría y las ganas de vivir y ser felices, también se incrementan los gastos y las preocupaciones, y emergen todo tipo de cuestionamientos:

¿Podré mantener a mi familia?

¿Seré capaz de darles todo lo que se merecen?

¿Tendré suficiente tiempo, energía y amor para darles? (…)

Y esto pensando que tenemos un trabajo, porque si no lo tenemos:

¿Qué haríamos para salir adelante? (…)

Pues haríamos todo lo necesario, y esto implica que no habría límites morales ni legales para lograrlo.

quien eres en realidad
Ilustración: Emily Wren.

Pasan los años y después de un gran esfuerzo para mantener a la familia unida y a los hijos estudiando y fuera de peligro –claro, en caso de haberlo logrado–, llega el tiempo para que ellos mismos decidan qué hacer de su vida y comiencen a trabajar y a formar su propia familia.

Si tenemos la fortuna suficiente, nuestros hijos nos convierten en abuelos y nos llenamos una vez más de energía, deseos e ilusión de vivir y seguir luchando.

Después, llega el momento en que nuestros nietos forman su propia familia, y para entonces, ya somos gente de edad avanzada y en la parte final de nuestra vida.

Ya no tenemos la misma fuerza, la misma energía, ni somos los mismos soñadores que alguna vez fuimos.

Por nuestra edad, es cada vez más difícil conseguir un trabajo o mantener el que tenemos, y entonces empezamos a depender de nuestros hijos para que ayuden con dinero para poder tener un techo en el cual vivir y alimentarnos.

Esto siempre y cuando sigamos en contacto con ellos, y si lo estamos, dependemos de que estén en una buena posición económica y de que nos quieran o puedan ayudar.

saber quien eres
Ilustración: Wenjia Tang.

Claro que también –si no hemos muerto por algún accidente– existe la posibilidad de que surja alguna enfermedad mortal que termine con nosotros y deje a nuestros hijos y familia en la pobreza económica –al destinar su dinero para pagar clínicas, hospitales, doctores, enfermeras, medicinas, ayuda–, y con una gran tristeza.

Pero la vida sigue para los que se quedan un rato más en ella, mientras se siguen esforzando para intentar ser felices y salir adelante junto con su familia.

Así es que la pregunta del principio, regresa a ser la pregunta del final:

¿Eres, quien eres, o en quien te convertiste con el paso del tiempo?


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