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El Tren Maya, bienestar para el sureste mexicano

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Desde mi punto vista la construcción del Tren Maya, en el sureste mexicano, es mucho más que una gran obra de ingeniería, representa la transformación de México y el repunte económico de esa zona otrora vez olvidada por administraciones del pasado.

Y deseo destacar que este proyecto da inicio a una nueva etapa donde el gobierno, encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, reivindica a los mexicanos de Campeche, Quintana Roo y Yucatán al saldar la deuda histórica que México ha tenido con esa región.

Anteriores gobiernos impulsaron el desarrollo económico de otras zonas del país, dejando en el olvido a la Península. Tuvieron que pasar muchas promesas olvidadas en cada cambio de sexenio mientras el sureste permanecía casi aislado del resto del territorio.

Y en lo particular sostengo que, con el Tren Maya, el jefe de Ejecutivo Federal no sólo ratifica el compromiso y gran conocimiento que tiene del potencial de México y sus necesidades específicas; también ha logrado conjuntar las fuerzas de los factores de la producción.

En el 2020 se estimó que la construcción del Tren Maya generará poco más de 80 mil empleos, lo que significa que esta mega obra se ha posicionado como fuente del sustento de miles de familias involucradas con la construcción del mismo.

Los 4 años de construcción del Tren Maya generarán empleos necesarios para poner al país en las vías de la recuperación económica tras la pandemia de COVID-19 que aún enfrentamos.

Hago un profundo reconocimiento a las empresas que están cuidando a los trabajadores a través del cumplimiento de los protocolos sanitarios que estipulan las autoridades de salud, así como también están enfocadas en respetar la riqueza natural y cultural de la zona; de esa manera el Tren Maya está logrando consolidar un nuevo polo de progreso y justicia.

Y en mi opinión, autoridades, empresarios y trabajadores estamos escribiendo –juntos– una nueva historia desde el sureste mexicano.


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Días de innovación: una transformación digital inclusiva y centrada en el ser humano

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Se llama Mariya Gabriel. Nació en Bulgaria. Desde el 1 de diciembre de 2019 es la comisaria de Innovación, Investigación, Cultura, Educación y Juventud, de la Comisión Europea. Tenía 10 años cuando cayó el Muro de Berlín.

A Gabriel ha correspondido la organización, en condiciones radicalmente distintas una de otra, de las dos ediciones llevadas a cabo hasta ahora de un evento ambicioso y de amplio espectro: The European Research & Innovation Days.

Hace unos días apenas, del 22 al 24 de septiembre, en condiciones absolutamente inéditas, se ha llevado a cabo por segunda vez esta iniciativa que busca conjuntar los alcances del conocimiento aplicado con las necesidades que marcan el trazo de un horizonte de futuro.

En esa dirección, al inaugurar la segunda edición de The European Research & Innovation Days, Gabriel subrayaba que se trata no sólo de ciencia, sino de hacer a nuestras sociedades más inclusivas, más comprometidas con el medio ambiente, más resilentes.

La generación de conocimiento, su aplicación, el desarrollo de nuevas tecnologías debe apuntar a buscar el equilibrio entre el desarrollo personal y el general, entre el desarrollo y el entorno natural del planeta.

Mariya Ivanova Gabriel
Mariya Ivanova Gabriel, política búlgara de Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria (Imagen: EPP Group).

Así, bajo el signo de la crisis ambiental y la emergencia sanitaria, The European Research & Innovation Days, vino a reiterar una verdad que no por sabida, no debe ser remarcada tanto como sea posible: nada podrá hacerse como antes, nada es ya como antes.

Marcado, pues, de modo indeleble por la amenaza del Coronavirus, sacudido por los estragos económicos de las medidas paliativas, el evento insignia de la Comisión Europea en materia de Investigación e innovación, lejos de abandonar temas precedentes, pareciera caminar hacia su reforzamiento.

 El Pacto Verde (The Green Deal), en sentido, sigue siendo para el entorno europeo la parte central de su ruta de navegación.

Ciertamente, se han desplazado hacia el centro de esta hoja de ruta, temas que estaba ahí de modo latente, y que hoy son inaplazables: el teletrabajo y la teleeducación, por mencionar dos.

A la par del Green Deal, Europa tiene claro que la sociedad digital ha de avanzar de modo más rápido, justo e inclusivo hacia ese nuevo estadío.

Lo digital, es claro, para la UE no se refiere sólo al acceso de ciertas tecnologías para algunos, sino de construir una base que apuntale las nociones de ciudadanía, tolerancia, equidad, entre algunas de ellas.

politicas sustentables
Imagen: Feed Navegator.

Como presentes han estado, también, de modo transversal, a lo largo de estos dos días de sesiones virtuales, los elementos y desafíos que conforman los Objetivos del Desarrollo sustentable (ODS), que impulsa la Organizaciones de las Naciones Unidas desde hace un par de años.

Ya antes de su inicio los I&R Days, por su nombre abreviado, anunciaban su convicción de que Europa debe encabezar “una transformación digital inclusiva y centrada en el ser humano”.

Para luego asentar que “la digitalización puede permitir el empoderamiento generalizado de los ciudadanos, ayudar a desarrollar nuevos conjuntos de habilidades para adaptarse a las necesidades laborales futuras y luchar contra la desinformación y los prejuicios étnicos y de género”.

La convicción europea es que la digitalización, como ellos llaman a esta enorme transformación en cuanto ámbito de la vida social existe, “impulsa la innovación en todo, desde la infraestructura y las redes hasta la conservación del patrimonio cultural”.

“La tecnología digital también es clave para garantizar que Europa cumpla sus compromisos en materia de medio ambiente, clima y sostenibilidad”.

Y aún más, se dice, de cara a la crisis sanitaria y a su resolución en un marco de fortalecimiento de las sociedades democráticas.

innovacion digital
Imagen: Financial Times.

“Protege y promueve los valores y procesos democráticos e impulsa la revolución de los datos en el corazón de los descubrimientos científicos innovadores, como durante la crisis del Covid-19”.

Ha sido ésta, la pandemia, desde luego, una de las grandes protagonistas del encuentro. El uso de la Inteligencia Artificial y la telemedicina se discutieron no como hechos por venir sino como realidades de hoy.

Del mismo modo que el manejo de datos personales se ha entrecruzado, en los debates suscitados, con la imprescindible edificación de una ética del tiempo digital.

Pero no sólo ello, cómo mitigar los sesgos por género o etnicidad, cómo instrumentar los nuevos entornos laborales robotizados sin que amenacen lo humano, cómo transitar hacia las nuevas habilidades que se requieren para los nuevos tiempos, han sido algunos de los tópicos sobre los que han girado los debates en el ámbito de la sociedad digital.

Al final de estos tres días intensos, los resultados son alentadores. Más de 35 mil participantes de 188 países. Mucho más allá del propio ámbito europeo. 146 sesiones de discusión, reflexión y llamado a tomar acciones.

La pequeña niña búlgara de diez años que miraba derrumbarse el Muro en Berlín, y con él un mundo, al cabo de muy pocos años, le ha tocado en suerte convertirse en una de las grandes promotoras de la edificación impostergable de las bases de una nueva era. Todo ha sido muy rápido.

Lo será aún más.


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¿Qué he hecho yo para merecer esto?

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Más de siete mil millones de personas se hacen esta pregunta, como espejos, unos frente a otros, otras miles de veces a lo largo de sus vidas, ¿qué he hecho yo para merecer esto?, ¿por qué a mí?, ¿cuál es el sentido de todo esto? 

Exigimos explicaciones en tiempos difíciles y dolorosos, desde luego, pero también lo hacemos en momentos de alegría y bienestar. Creamos hipótesis sencillas y teorías rebuscadas, indistintamente, para entender, superar, terminar o mantener lo que nos está ocurriendo. Todo sirve: Dios, el destino, la suerte (buena o mala); atributos o culpas personales, la naturaleza, teorías conspirativas, factores externos; la propia historia y la de quienes nos rodean, nuestras parejas o la ausencia de ellas; socialismo, capitalismo, nacionalismo, cualquier -ismo sirve; el trabajo que tenemos; la (in)justicia humana o divina, la familia en que nacimos, la salud física y emocional; la situación económica personal o del país en el que habitamos, nuestros padres –desde luego–, ¿quién no ha culpado a sus padres por lo que es? Y ahora último, cómo no, la peste del nuevo milenio.

Vivimos tiempos únicos. Tiempos de profunda incertidumbre, de quiebres de paradigmas, de desorientación temporal, de pérdida de brújula. 

dios del dinero, capitalismo
Ilustración: Maguma.

Un torbellino llamado COVID-19 nos atrapó, arrasando con nuestra noción de normalidad y nos lanzó hacia el siglo XXI, hacia no la “nueva normalidad”, sino hacia una “nueva realidad”.  

Mientras todo se sacude en nosotros y alrededor nuestro, no como un terremoto de unos pocos minutos, sino como un movimiento simultáneo, oscilante, centrípeto, centrífugo y parabólico, de meses de duración y sin un final claramente determinado, nosotros nos preguntamos casi al unísono: “¿Qué he hecho yo para merecer esto?”.

Sin duda, estamos siendo protagonistas del fin y el comienzo de una forma de vida.  Nunca la humanidad había sido alineada para vivir, al mismo tiempo, una transformación social, política, económica, cultural y, sobre todo, tecnológica, como la que estamos experimentando.

Vemos y somos protagonistas de un reality show y no, no somos Truman, somos nosotros, no es una película, vivimos nuestro propio Día de la marmota.  Los que estamos en cuarentena y los que han salido de ella, todos sabemos que esto no ha terminado. Y nos volvemos a preguntar una y otra vez: “¿Qué he hecho yo para merecer esto?”.

reality show, truman show
Fotograma de la película The Truman Show.

Lo que viene nos dará la respuesta, no será un concepto único, será, que duda cabe, un arcoíris de nuevas maneras de continuar la cadena evolutiva del ser humano.  No seremos peores, ni mejores que en ese pasado, que ya nos parece, tan lejano. Seguiremos siendo ambiciosos y creativos, miserables y geniales, atormentados y vengativos, lúdicos y soñadores, valientes y tozudos para intentar quebrarle la mano al destino, a la naturaleza y a nuestras pulsiones. 

A veces echaremos de menos el impresionante siglo XX en el que la mayoría de nosotros nacimos. Lo haremos con nostalgia y alivio.  Lloraremos a los familiares y amigos que habrán sido víctimas de esta pandemia; haremos el duelo con cada una de sus etapas: negación, rabia, tristeza, negociación y aceptación. Visitaremos recursivamente cada una de ellas, hasta que de pronto miraremos a nuestro alrededor, nos sentiremos nuevamente en casa y asombrados y esperanzados diremos: “¿Qué he hecho yo para merecer esto?”.


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No hay excusas para seguir separados

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Estamos viviendo una crisis integral que está guiando a la humanidad hacia un nuevo paradigma para rediseñarse.

El mayor reto que enfrentamos va más allá de lo que ya sucede frente a nosotros como experiencia física. Es momento de pasar de la era de la supervivencia a la era de la consciencia. Hoy contamos con la oportunidad de pasar del piloto automático hacia las acciones conscientes que nos permitan reconstruir nuestro ambiente.

Cuando vivimos una experiencia disruptiva, como lo que enfrentamos hoy, es una señal de que debemos parar y dejar de “descargar” los patrones del pasado. Si no lo hacemos, estamos construyendo una realidad predecible y cíclica de nuestras experiencias. Pasamos por lo mismo una y otra vez, por lo que no existe transformación alguna que nos permita acceder a nuevas posibilidades.

Tenemos el poder de elegir si avanzamos con voluntad, abiertos de mente y corazón, o si nos alejamos de la posibilidad de transformarnos al actuar por ignorancia, odio y miedo. Cuando logremos rescatarnos en lo individual, entonces podremos hacerlo en lo colectivo. Es una decisión de querer pasar del estado inconsciente de separación en que nos encontramos, hacia un reconocimiento consciente para vivir interconectados.

consciencia del mar
Imagen: Opener.pl.

¿Para qué llegar a este estado de consciencia? ¿Realmente podremos rediseñar un mejor sistema de vida en nuestro planeta? Aunque parezca simplista, si vivimos en la consciencia de la interconexión con el planeta y los seres vivos que lo habitamos, seguro cambiaríamos las prácticas auto-destructivas que hoy tenemos.

Podemos iniciar observando el daño que nos hemos hecho como un ente integral. El impacto y huella ecológica que hemos ido dejando en nuestro caminar por el consumismo es un ejemplo claro, al igual que la guerra del racismo que hoy sigue en pie en el mundo o la desigualdad humanitaria que promueve el hambre y la pobreza. Si realmente nos sintiéramos interconectados seguro nada de esto sucedería.

Lo más importante es que esto ya comenzó. De alguna forma la crisis que vivimos ahora nos ha permitido voltear a ver a la persona o familia que está pasando por peor momento que nosotros para tenderles la mano. Hemos visto la valentía de los que se han lanzado a enfrentar las mentiras de los que hoy tienen el control del planeta. Se ha mostrado el desacuerdo por el racismo después de haber gritado por el maltrato a la mujer. Se empieza a construir una consciencia colectiva que, si queremos, puede llegar a ser la próxima súper potencia mundial.

seguir separados
Imagen: La Opinión de Murcia.

Esto no sucederá de la noche a la mañana, pero si no lo aprovechamos hoy, se nos estaría desvaneciendo la oportunidad real para transformarnos y re-humanizarnos de una vez por todas. Es momento de tomar consciencia de las reglas que rigen nuestro comportamiento colectivo y darles la vuelta. Al tomar acciones desde lo individual en el día a día, podremos hacer surgir un nuevo patrón de acción colectiva que opera desde una consciencia del todo.

Vienen tiempos aún más severos para todo el planeta que tendremos que enfrentar. Éste es el futuro predecible que podemos observar por nuestros comportamientos. La única forma de crear un nuevo futuro no proviene de lo que hemos hecho antes para salir de las situaciones que hemos vivido, sino de una ruta alterna que no depende de lo que ya sabemos. Unámonos a esta nueva aventura con la conciencia como nuestra guía.

No hay excusas para seguir separados viviendo en la competencia por la supervivencia. Empecemos contestando individualmente la pregunta: ¿Estoy dispuesto a despertar y abrazar un nuevo futuro para la humanidad?


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Sostener y sostenerse en el desarrollo espiritual

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El aspecto espiritual de la persona, así como el físico y el mental, necesita de prácticas específicas para desarrollarlo y mantenerlo en buen estado.

Con relación al desarrollo de la persona, el saber humano ha propuesto diversas teorías basadas en el interés propio de la disciplina, de la pregunta a resolver o del interés particular del investigador/autor. Todas ellas iluminan la comprensión humana y sirven para ampliar el conocimiento de la complejidad existencial de los individuos y la corresponsabilidad de todos en la formación de hombres y mujeres.

Para el desarrollo ideal del aspecto físico y mental del ser humano se cuenta con diversas propuestas concretas, pero en el caso del aspecto espiritual aún queda limitada su comprensión y preguntas relacionadas con el cómo, cuándo y para qué en la generalidad de la población quedan poco claras.

Si bien hay disciplinas que establecen el desarrollo espiritual como una transformación que ocurre propiamente a partir de los 42 años y la asocian con la etapa final en la vida de las personas, otras promueven su desarrollo desde las más tempranas edades. Ambos extremos miran la espiritualidad como un algo superior en el ser humano, el cual para desarrollarse debe someter otros aspectos más físicos y mundanos o esperar a que pasen a segundo término.

desarrollo espiritual
Ilustración: Todd Davidson.

Sin embargo, como hemos planteado desde el principio, el aspecto espiritual en el ser humano de suyo no es bueno, no necesita negar otras dimensiones humanas, tampoco actúa al margen de la totalidad de la persona ni es independiente de la relacionalidad que nos constituye como seres existentes. Esto implica que su sano desarrollo es una constante que dura toda la vida y en la cual vale la pena reflexionar.

Ciertamente la espiritualidad es el aspecto más sólido del ser humano, pues es capaz de sostener a la persona aun cuando ésta se encuentre disminuida física y/o mentalmente y contribuye a la plenitud cuando en el individuo existe un auténtico cuidado por la totalidad de sus dimensiones y su aspecto relacional. Impulsar intencionalmente su desarrollo supone reconocer la existencia de esta dimensión humana, así como su importancia para el bienestar personal y comunitario.

En efecto, las personas pueden simplemente dejar que la vida transcurra y considerar que la salud en todas sus dimensiones y la calidad de sus relaciones depende de la suerte, o tomar la responsabilidad de su existencia y dirigir la propia vida. En el segundo caso es necesario conocer qué nutre y qué destruye cada una de los aspectos para elegir aquello que favorece y evitar lo que destruye.

desarrollo espiritual
Ilustración: Hao Hao.

Promover una espiritualidad sana implica moverse hacia una vida de calidad por medio de contemplar y analizar la realidad como se presenta, registrar el potencial, el límite, el riesgo y el beneficio real que contiene, y reconocer las herramientas internas y externas con las cuales se cuenta en un momento dado para hacer uso de ellas. Esto responde al para qué, es decir, la espiritualidad sana produce arraigo a la vida real porque vale la pena vivirla en una disposición de hacerla valiosa y eficaz para uno mismo, para el entorno y para los demás.

El cuándo siempre corresponde al eterno presente, pues sólo en el presente se actúa, el pasado y el futuro sólo son pensamientos. El cómo no tiene respuesta única, las posibilidades son infinitas, por lo mismo, si un intento no da los frutos esperados, simplemente se analiza qué sucedió, se reconoce la participación propia en los resultados fallidos, se deja en el pasado y se intenta algo diferente.

Sostener y sostenerse en la espiritualidad implica, en todas las etapas de la vida, la sensibilización hacia uno mismo junto con todo lo existente, además de reconocer la responsabilidad de brindarse y brindar al entorno la mejor versión posible para contribuir a la existencia y al desarrollo propio, de todo, de todos y de todas.


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¿Podemos cambiar el futuro de nuestra historia?

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Si la humanidad ha entrado a un sistema autocreado de forma inconsciente y en el que se vive en piloto automático día a día, es claro también que debe haber una salida.

Hemos creado un sistema en donde nosotros mismos nos atropellamos. La depresión, la ansiedad y  el miedo colectivos se han convertido en un statu quo que nos mantiene en un estado alejado al propósito por el que estamos aquí, que es disfrutar la vida. No debemos aceptar las enfermedades comunes como algo normal y menos aún quedarnos con los brazos cruzados esperando a que alguien nos diga cuánto durará la pandemia. Es momento de mirar al interior de nosotros mismos para encontrar un mejor camino para la humanidad.

Augusto Cury
El psiquiatra Augusto Cury, (Imagen: Periodista Digital).

En la película “El vendedor de sueños” basada en la novela homónima de Augusto Cury, existe una frase que empata perfectamente con lo que estamos viviendo: “Te regalo una coma para poder parar y que sigas escribiendo la historia de tu vida”. ¿Será momento de parar en nuestras vidas? ¿Tendremos la valentía de hacernos responsables de todo lo que sucede sin culpar a los demás? ¿Estamos dispuestos a cambiar de un sistema inconsciente a un presente consciente?

Si seguimos en la carrera de la vida, persiguiendo la “zanahoria de la felicidad”, ciclados y repitiendo los mismos patrones, estaremos claramente destinados a crear un futuro predecible. Lo que pensamos, sentimos y actuamos es lo que va sembrando el camino, por lo tanto, no requerimos de catástrofes como una pandemia para darnos cuenta de que algo está mal en el sistema. Darnos cuenta de que tenemos el verdadero poder de crear desde un presente consciente, nos permite crear un nuevo futuro.

máscaras, consciente
Ilustración: Kathia Recio (Nexos).

Es momento de tomar en serio a la humanidad y dejar de buscar una razón para querer entenderla. El poder de transformarse y sumar para lograr cambios colectivos existe en cada ser humano; es tan simple que no lo queremos ver. El paradigma describe que las transformaciones se ubican en el futuro y se requiere que pase mucho tiempo para ello. Hablar del futuro es hablar de algo que aún no existe. Pensar en el futuro se convirtió en algo tan importante para la humanidad que ha tenido diferentes representaciones en el contexto histórico.

El sociólogo André-Clément Decouflé comparte tres formas de cómo el futuro fue atendido desde diferentes prácticas según la época. En la Antigüedad, desde el contexto mágico-religioso, surgieron las prácticas de la adivinación y profecía ligadas a la imagen de futuro como destino. En el contexto literario ligado al advenimiento de la sociedad industrial y el auge de la idea del progreso, plantearon la posibilidad de usar la imaginación para crear futuros distintos teniendo como imagen el porvenir. Finalmente, a partir del siglo XX los científicos, filósofos y tecnócratas crean los estudios incorporando el largo plazo y de acuerdo a datos históricos para darle al futuro la imagen de devenir.

Si cada una de estas representaciones del futuro ha tenido su tiempo de vida y se ha ido incorporando a las demás, ¿por qué no hemos podido crear uno mejor para todos?, ¿estamos en el momento de re-significar este concepto? Si el sistema en que vivimos nos mantiene creando futuros que no nos gustan, ¿será que no debiéramos mirar hacia él?

camino y el futuro
Imagen: SKF Evolution.

Estas respuestas son clave para que, desde hoy, podamos decidir de forma más consciente un camino para la re-humanización. Esto significa que nos descubramos como un solo clan que ha venido a co-crear y colaborar para disfrutar cada momento de nuestra vida en el planeta. Por esto, es importante priorizar la consciencia del presente. Lejos de la inteligencia que creemos tener para construir el futuro. La oportunidad está en saber que el camino nos llevará a un destino, pero lo importante será poder caminar.

Sí es posible crear un nuevo futuro que deje de ser predecible por el pasado. El reto está en romper con nuestra idea de destino, porvenir y devenir. Pasar a un nuevo paradigma que nos permita disfrutar el presente y que nuestro futuro se construya desde ahí. El inicio del camino está en abrazar la incertidumbre y convertirla en la gran aventura de nuestras vidas. ¿Estás listo para cambiar el futuro de nuestra historia?


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Hablar, escribir; pensar, leer en la Era Digital

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Hablar, escribir; pensar leer en la Era Digital. Tal es el título que esta semana ha comenzado a circular.

Diez ensayos sobre el cambio de época. Dirigidos a los cuatro ámbitos básicos que hacen que miremos la realidad de la manera en que lo hacemos.

Acompañado del subtítulo: Nuevas herramientas, nuevos paradigmas, el libro ha sido escrito en coautoría con mi admirada amiga Hilda Gómez González. Quien, entre otras cosas, fue la responsable en los últimos años de los Programas Académico de vanguardia de la Bienal Internacional de Radio, el evento más importante en su tipo, en lengua hispana en el mundo. 

Se trata de una indagación a dos plumas, que se aboca al centro de la transformación digital contemporánea: el cambio profundo e irreversible en nuestra manera de comprender el mundo.

Comparto con mucho gusto algunos fragmentos del texto introductorio, con la convicción de que ha de motivar la reflexión sobre el verdadero centro del cambio digital: las personas.

portada libro

Cuando desde AlfabetizaDigital afirmamos que Lo Digital Es La Experiencia, divisa que distingue la labor que llevamos a cabo, lo que estamos tratando de subrayar es, justamente, que nos encontramos frente a una revolución de las mentalidades en la que la configuración de nuestras experiencia, aun las más sencillas y cotidianas, se halla en un proceso de cambio radical.

Es la manera de encarar esas tareas, el modo en que nos relacionamos con los objetos y la forma en que estas nuevas prácticas recalan asimismo en nuevos espacios de interacción y de simbolización, lo que hace que las personas desplacen sus nociones anteriores hacia lo digital.

Se trata, entonces, de un triple movimiento en el que las herramientas digitales participan, sí, sin duda, pero en el que el motor de esta transformación en las nociones básicas de las prácticas y las representaciones, descansa, más bien, en la disposición de modificar nuestra manera de pensar y de experimentar el mundo.

De ahí, también, que el punto de arranque al hablar de la noción que durante los últimos dos mil años se enraizó de escritura, y confrontar cómo en el mundo del presente el dilema entre la fijación como aporte esencial de lo escrito y la permanencia en el interior de lo experimentado, como reclamaban los detractores de la escritura, toma formas inesperadas, marcadas por lo híbrido, en el mundo que habitamos.

Habla, escritura; lectura, pensamiento se configuran en lo que podríamos determinar como la primera mitad de las disertaciones, como las coordenadas que habrá que seguir en los textos que conforman la segunda parte de lo que se presenta. Justo ahí donde las características, saldos, desafíos, alcances de lo que solemos considerar lo propiamente digital toma sitio dominante.

era digital
Imagen: Deloitte.

Los trazos generales de la Cuarta Revolución Industrial se engarzan de este modo con la idea de que habla, escritura, lectura y pensamiento forman parte de un proceso de eslabonamiento en el que la percepción de las modificaciones puede impactar sobre los demás.

Las transformaciones que con el mundo digital han aparecido respecto a qué herramientas utilizamos para escribir o para leer, o en relación con los lugares en que hacemos una u otra actividad, no son por lo tanto simplemente cambios de soporte que no tengan mayor impacto sobre la actividad misma y el modo en que la representamos en el orden de las ideas.

Muy por el contrario, si las nociones de tiempo y espacio se han modificado radicalmente con el advenimiento de lo digital, estas nociones se hallan, asimismo, vinculadas en un proceso de mutua transformación, con la escritura, la lectura y el habla.

Del orden vertical que privó y estructuró la representación del mundo a los nuevos paisajes signados por la horizontalidad colaborativa el hacer y el pensar, concebidos antes como dos procesos distanciados, cuando no antagónicos, se anudan, se entrecruzan, se alimentan y energizan mutuamente.

La ahora casi legendaria conjunción de las 5 C´s que acompañan el mundo contemporáneo, esto es, “Colabora-Comparte-Comunica-Crea: Comunidad”, ha encontrado para AlfabetizaDigital suelo fértil y entusiasta participación.

“Nadie puede actuar en un mundo que no comprende”, ha sentenciado el filósofo francés Paul Ricoeur con la lucidez que acompañó siempre su pensamiento como acción y su acción como pensamiento.

conectividad
Imagen: One.

A la comprensión de que es fundamental alentar el pensamiento, la reflexión, el entendimiento de las nuevas circunstancias de este nuevo mundo que habitamos, debe apuntar la nueva comprensión que exigen los procesos de hablar, pensar, leer y escribir en la Era Digital.

Hablar, escribir, pensar, leer. Cuatro actividades esencialmente humanas. Cuatro actividades sobre las que se puede reflexionar por separado.

O bien, como en el caso de este libro, como un proceso interrelacionado, como un proceso que corre y se entrelaza sobre una red de complejas interacciones.

La premisa básica para una nueva comprensión y comprehensión de este tiempo es que Lo Digital reside en la experiencia de las personas y no en los artefactos que utilizan.

Tal cosa, la experiencia de un nuevo mundo es lo que importa.

El libro Hablar, escribir; pensar, leer en la Era Digital, se encuentra disponible en el siguiente enlace: http://ow.ly/fy5a50z8XNi.


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