Desde la Socioeconomía

Se consolida China como el segundo socio comercial de México en 2020

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Con base en la reciente información elaborada por Banco de México, China se consolida como el segundo socio comercial de México ante un complejísimo 2020: pandemia, caída de la economía y del comercio, guerra comercial y tensiones EE.UU.-China y otros aspectos elaborados puntualmente en esta columna. En 2020 China representó el 10.19% del comercio exterior de México, por primera vez por encima del 10%, con el 1.91% de las exportaciones y el 19.21% de sus importaciones en 2020. Si bien el comercio exterior de México en 2020 cayó -12.6% (en -9.3% en sus exportaciones y en -15.8% en sus importaciones), las exportaciones a China aumentaron en 11.7% (como único entre los principales socios de México) y las importaciones provenientes de China cayeron en -11.4%. Como resultado, en 2020 el coeficiente importaciones/exportaciones fue de 9/1 y por debajo de niveles de 14 o hasta 16 a 1 en la última década. No obstante, el déficit comercial fue, por mucho, el mayor de México, de -65,640 millones de dólares en 2020.

La información comercial recientemente publicada permite al menos tres grupos de reflexiones.

Por un lado, destacar una relativa estabilidad –con tendencia a la baja– de la presencia comercial de los países de la Unión Europea (UE) en el comercio de México: su participación cayó del 9.41% del comercio de México en 2008 al 7.83% en 2020, particularmente en el rubro de las importaciones mexicanas provenientes de la UE, del 5.93% al 4.97% para el mismo período.

En segundo lugar, el drástico cambio del comercio exterior de México con su principal socio comercial, Estados Unidos: si en 1999 el 81.03% del comercio exterior se realizaba con ese país, en 2020 cayó al 63.31%; en 2020 por primera vez en el período aumentó del 62.94% al 63.31%, como resultado de la “guerra comercial” entre Estados Unidos y China y la señalada pandemia. La tendencia de largo plazo es clara: México disminuye sus importaciones e insumos provenientes desde Estados Unidos (del 74.68% en 1997 y del 43.79% en 2020) y mantiene su participación en las exportaciones con este mismo, aunque con tendencia a diversificarlas (del 88.73% en 2000 al 81.21% en 2020).

comercio entre México y China
Imagen: El Financiero.

Tercero, el caso de China. La presencia de China en el comercio exterior de México se ha incrementado abruptamente en las últimas dos décadas y particularmente vía sus importaciones: el 19.21% de las importaciones mexicanas provienen de China –todavía lejanas al 43.79% de las de EE.UU.– pero con una clara tendencia a la alza incluso en 2020. Si bien China es el tercer destino de las exportaciones mexicanas –y con un importante incremento en 2020–, siguen siendo reducidas y secundarias ante las masivas importaciones provenientes de China.

Las tendencias recientes anteriores nos llevan a un grupo de reflexiones adicionales.

Por un lado, a considerar que la República Popular China está ya plenamente integrada en las cadenas globales de valor de México –por ejemplo, en autopartes, automotriz, electrónica y telecomunicaciones, entre muchas otras–, y más allá de las tensiones entre Estados Unidos y China. Por el momento –y a diferencia de Brasil en cuanto a la implementación de la 5G por ejemplo– México pareciera estar exento por el momento de los debates en torno a la “competencia entre grandes potencias” (great power competition).

Por otro lado, particularmente el sector en México tiene la aparente esperanza de verse beneficiado de la “guerra comercial” entre Estados Unidos y China: ni la información pública comercial, ni de Inversión Extranjera Directa (IED) de China, Estados Unidos, ni de México, parecieran verificar por el momento esta tendencia. La IED de China, por ejemplo, sigue representando menos del 0.5% de la IED de México acumulada hasta 2020, según la Secretaría de Economía, y con fuertes oscilaciones en la última década y sin tendencia a incrementarse.

En recientes debates en torno a que países como Vietnam y México pudieran verse “automáticamente y masivamente” beneficiados de las tensiones entre Estados Unidos y China, crecientemente aparece una tercera opción: el que las empresas trasnacionales opten por la estrategia “China + 1”, es decir, que decidan continuar sus actividades en China –por su mercado, dinamismo, proveeduría, etc.–y que busquen realizar adicionales inversiones en otros países, que no necesariamente Vietnam o México.

Instituciones como la Secretaría de Economía y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público deberán abordar la temática puntualmente ante la falta de los esperados “automatismos”.


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China-Estados Unidos: competencia en innovación tecnológica

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La competencia entre Estados Unidos y China –analizada desde múltiples perspectivas en esta columna– sigue viento en popa: como ejemplo, y según estimaciones propias con base en el banco de datos del COMTRADE de las Naciones Unidas, el escalamiento tecnológico del comercio de China ha sido espectacular. Si hasta 1996 más del 50% de las exportaciones chinas –el principal exportador global– fueron bienes de consumo, los bienes de capital aumentaron su participación de niveles inferiores al 10% en la década de los noventa al 26.05% en 2018. Este proceso también se ha reflejado con socios comerciales: en 2018 el 30.91% de las exportaciones chinas a Estados Unidos fueron bienes de capital (y menos del 10% hasta la década de los noventa); para el caso de México, las importaciones de bienes de consumo provenientes de China cayeron del 32.98% del total importado desde China en 2000 al 14.72% y, como contraparte, se observa un drástico incremento en los bienes de capital, del 23.33% en 2000 al 32.80% en 2019.

Los aspectos son relevantes para comprender el reciente documento del United States Patent and Trademark Office (USPTO) sobre China publicado en enero de 2021. El documento es significativo en cuanto a que reconoce el esfuerzo de China sobre marcas registradas y patentes a nivel global –tema analizado a detalle en la Red Académica de América Latina y el Caribe sobre China– y en su competencia con Estados Unidos: en 2019 en China se recibieron 7.8 millones y 1.5 millones de registros de marcas registradas y patentes, respectivamente; las solicitudes de patentes en 2019 fueron por primera vez superiores a las estadounidenses, lo reconoce la USPTO. Desconcierta a la USPTO la dimensión y dinámica de las marcas registradas y patentes chinas.

Desde la perspectiva de la USPTO los avances chinos son relevantes, pero cualitativamente cuestionables: su escalamiento tecnológico –en términos de marcas registradas y patentes– es particularmente resultado (sin mayor distinción cualitativa o cuantitativa) de “factores no-mercantiles” (non-market factors). La USPTO critica la cantidad de marcas registradas y patentadas de China –y mayor a la estadounidense– por los subsidios otorgados por parte del sector público, las directrices por parte del sector público a sus empresas –casos recientes en donde se les exige a las empresas públicas aumentar en un 50% las solicitudes de marcas registradas–, las solicitudes de “mala fe” –mediante las cuales las empresas no buscan su efectivo uso o incluso distinguirse de sus aparentes productos o servicios originales– y, por último, el registro de marcas registradas que no se utilizan por parte de empresas legítimas (unused trademarks): empresas chinas y transnacionales que registran en múltiples ocasiones sus marcas y patentes ante posibles diferencias (se señala el caso de Sony que solicitó en varias ocasiones en China su marca registrada).

china innovacion
Imagen: China Link.

El debate anterior es de la mayor relevancia desde múltiples perspectivas. Por un lado, refleja el reconocimiento y preocupación por parte de Estados Unidos de la creciente y efectiva competencia por parte de China: la competencia es de la mayor relevancia ante el aparente liderazgo estadounidense y depende de cadenas globales de valor específicas en las que China pudiera tener liderazgo (autopartes, electrónica, baterías eléctricas, proyectos de infraestructura, inteligencia artificial, etc.) vs. en otras donde el liderazgo estadounidense todavía es relevante (cadenas globales de valor como el financiero y crediticio, automotriz y otros). No menor es la falta de reconocimiento de un modelo de crecimiento y desarrollo en China con base en su propio sector público bajo el liderazgo del Partido Comunista de China –y en un proceso de competencia entre empresas del gobierno central, provincias y estados– que representan alrededor del 45% del PIB de China. Es decir, no es posible imaginarse una República Popular China sin la omnipresencia del sector público en China, ni en la generación de empleo, PIB, CyT, innovación ni registros de marcas ni patentes.

Lo anterior nos invita a reflexionar sobre procesos de innovación –marcas registradas y patentes en este caso– a nivel global y los debates actuales entre Estados Unidos y China y de la mayor trascendencia para América Latina y el Caribe y México. Pareciera que para la USPTO el único criterio de generación de innovación es el mercado y en contraposición a la experiencia China; ojalá y algún país latinoamericano se acercara a la innovación china en cantidad y calidad, incluso en términos agregados regionales.

Los aspectos anteriores, por otro lado, no son sólo conceptuales y de la mayor trascendencia en la región y en México en cuanto al potencial del sector público (más allá del mercado). ¿Sólo el mercado genera innovación, marcas registradas y patentes? El caso chino pareciera discrepar.


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China-Estados Unidos: ruptura financiera

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En el transcurso de 2020 hemos examinado en esta columna las profundas implicaciones de las tensiones y creciente “ruptura” (decoupling) entre las principales economías del mundo, desde 2018 abiertamente en los terrenos del comercio, la tecnología y las inversiones bilaterales. Ya a mediados de 2020 adelantábamos tensiones en el ámbito financiero que, ahora a finales de 2020, se ha concretado: la creciente ruptura financiera entre China y Estados Unidos.

El tema es de particular importancia considerando la rapidez con la que los capitales privados y públicos pudieran reaccionar ante las recientes medidas –y generando una generalizada incertidumbre global–, pero también con impacto en el largo plazo: los vínculos entre ambas economías en el sector financiero y en los flujos de capital –inversión extranjera directa, compra de bonos estadounidenses por parte de China, etc.– son enormes y con capacidad de desestabilizar a sus respectivas economías y a terceros vía el incremento de la tasa de interés y tipo de cambio, entre otras variables.

ruptura comercial
Imagen: Lau Kakuen.

¿Qué ha cambiado a finales de 2020?

Apenas el 3 de diciembre de 2020, la Cámara baja de Estados Unidos (House of Representatives) aprobó la Ley de Responsabilidad de las Empresas Extranjeras (The Holding Foreign Companies Accountable Act); en mayo 20 ya lo había confirmado el Senado. En los dos casos la ley fue legislada unánimemente por ambos partidos. La nueva ley –con explícita posdata hacia las empresas chinas– exige que toda inversión extranjera en las Bolsas de Valores (IPO) debe permitir el irrestricto acceso a la información de las propias empresas a las autoridades estadounidenses (PCAOB, Public Company Accounting Oversight Board); la ley rige para las nuevas inversiones en forma inmediata y en un máximo de tres años para las inversiones ya existentes. La Ley de Valores de China, por otro lado, prohíbe proveer esta información a contrapartes extranjeras y ha permitido el intercambio en casos específicos, por lo que se prevé la inmediata cancelación del financiamiento de las empresas chinas en Estados Unidos; las Bolsas de Valores de Hong Kong y Europa –y particularmente las chinas como las de Shanghai y Shenzhen– bien pudieran canalizar estas transacciones en el futuro. Las contrapartes chinas (Comisión Reguladora de Valores en China en China Daily del 4 de diciembre de 2020) destacaron que estas medidas generarán “severos daños” para inversionistas globales y que la ley “claramente discrimina” en contra de empresas chinas. Por el momento no se han discutido públicamente contramedidas chinas, aunque no se descartan.

Las salidas de las empresas chinas a las Bolsas de Valores en Estados Unidos iniciaron en 2014 con Alibaba y han acumulado unos 37,000 millones de dólares en Nueva York y casi cuatro veces más en Hong Kong, convirtiéndose en una forma interesante de financiamiento para las empresas chinas, pero no significativa en comparación al financiamiento interno de las propias empresas; múltiples tenedores de acciones chinas y sobre todo los institucionales estadounidenses, es de preverse, también buscarán deshacerse de las acciones de empresas chinas; es muy probable que las propias empresas chinas compren sus propias acciones en aras de no desestabilizar sus cotizaciones.

negocio alibaba
Imagen: Wall Street Journal.

Estas medidas financieras –adicionales a las tomadas en noviembre de 2020 por la administración Trump en contra de las empresas chinas incluidas en las listas con conexiones militares según el Departamento de Defensa de Estados Unidos–profundizarán la generalizada ruptura entre Estados Unidos y China: si bien no se esperan abruptas salidas de capital y por el momento tampoco contramedidas por parte de China en contra de las inversiones estadounidenses, al igual que resultado de las medidas tecnológicas en contra de China y sus “listados” de empresas –por ejemplo las estrictas medidas en contra de Huawei para su proveeduría de semiconductores excluyendo software e insumos para su fabricación–, justificarán una “sustitución de importaciones” y medidas para el fomento de las empresas chinas en China; Hong Kong y otras Bolsas de Valores internacionales bien pudieran verse beneficiadas.

Más allá del tema financiero, las medidas reflejan la profundización de la ruptura de largo plazo entre ambas potencias y que muy difícilmente podrá ser sobrellevada por la nueva administración de Biden, considerando que las medidas contaron con el explícito y mayoritario apoyo demócrata: empresas e inversionistas en China, Estados Unidos y terceros países deberán responder rápidamente ante sus potenciales costos.


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China: estrategias y planes para 2025 y 2035

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China, la primera economía del mundo desde 2014 según el Fondo Monetario Internacional y calculado mediante la paridad de poder adquisitivo (PPP), tomó a finales de octubre de 2020 iniciativas y medidas cruciales para 2025 y 2035. En América Latina y el Caribe, así como en México, pocos medios informaron al respecto: seguimos ensimismados en nuestro vecino del norte y con poca capacidad institucional de comprender a la República Popular China.

El 29 de octubre culminó la quinta sesión plenaria del XIX Comité Central del Partido Comunista de China (PCC) concluyendo sobre objetivos de largo plazo (2035) y propuestas para el XIV Plan Quinquenal para 2021-2025. Los resultados son relevantes globalmente y para México.

En el largo plazo (2035) –y con base en planteamientos de Xi Jinping en 2017 de “básicamente realizar la modernización socialista”, “alcanzar los niveles de países moderadamente desarrollados” en 2035 y “desarrollar a China en un gran país moderno y socialista” en 2049 (coincide con los 100 años de la fundación de la República Popular China)– destacan los objetivos de profundizar la “modernización socialista” y convertirla en un “líder global en innovación” (sin definir metas de crecimiento económico, aunque con un crecimiento entre el 5% y 6% anual pudiera duplicar el PIB per cápita a más de 20,000 dólares en 15 años), incluyendo objetivos ecológicos y de cooperación global, entre otros.

Xi Jinping
Xi Jinping, presidente de la República Popular China (Imagen: Ok Diario).

En el mediano plazo (2025), y en el marco del XIV Plan Quinquenal, enfatiza un “nuevo paradigma de desarrollo” con base en su economía de mercado socialista y el concepto de “circulación dual”, es decir, reconociendo la relevancia de los factores económicos que llevaron a su crecimiento vía exportaciones, pero ahora destacando también su mercado doméstico. En ambos escenarios la “reunificación nacional” con respecto a Hong Kong y particularmente Taiwán, son elementos indispensables. De igual forma, la cooperación con el mundo –“una comunidad con un futuro compartido para la humanidad”– sigue siendo un aspecto crucial en el proceso de “globalización con características chinas” propuesto desde 2013.

¿Qué implicaciones tienen estos planteamientos de mediano y largo plazo para países como México?

Por un lado, comprender que China buscará un cambio “cualitativo” en su crecimiento económico y desarrollo, en el cual por ejemplo el medio ambiente –así como la erradicación de la pobreza y la disminución de las brechas entre el campo y las ciudades–jugará un papel de creciente importancia. A diferencia de las décadas anteriores, China enfatizará la calidad de su desarrollo e incremento en la calidad de su población, sin descartar el objetivo de un sustantivo incremento en el PIB per cápita hasta 2035. La comprensión e integración por parte de México a estos objetivos específicos –por ejemplo en términos del comercio, la inversión y/o el turismo– serán fundamentales: no se trata de propuestas abstractas, sino sumamente concretas y puntuales, como lo son las iniciativas y medidas de China para 2025 y 2035.

china y mexico
Imagen: El CEO.

Desde una perspectiva mexicana –y considerando las crecientes tensiones de Estados Unidos con China– es crucial el énfasis en el mediano y largo plazo y de que China se convierta en un “líder global en innovación”, es decir, continuará escalando procesos y productos en segmentos de cadenas globales de valor como autopartes, automotriz, electrónica, robótica, telecomunicaciones y nuevos servicios (como la inteligencia artificial y nuevos medios de distribución). Lo anterior es relevante en su relación con ALC –la brecha tecnológica en el comercio bilateral seguramente continuará ensanchándose– y particularmente con Estados Unidos, Japón y la Unión Europea: las “tensiones” en torno al liderazgo tecnológico y en la innovación continuarán in crescendo en el futuro –y más allá de futuras administraciones en Estados Unidos–: de la 5G a semiconductores y al transporte autónomo, la robotización, Inteligencia Artificial y el e-commerce (Alibaba, entre otros), China profundizará su presencia e independencia tecnológica.

Para terceros países como ALC y México, lo anterior planteará un creciente dilema, ya que las tensiones entre Estados Unidos y China no se esfumarán, sino que crecerán en todos los ámbitos imaginables y requerirán de constantes decisiones ante respectivas presiones: de la 5G, automóviles eléctricos, proyectos de infraestructura, inversiones, intercambios culturales y académicos (…); en todos estos casos el concepto de “nuevas relaciones triangulares” será fundamental, es decir, reconociendo la todavía hegemonía estadounidense será innegable la competencia china y su incentivo –tecnológico, de precio, calidad, etc.– ante múltiples presiones.

Sólo nos resta estar preparados para un “ambiente denso” en el mediano y largo plazo (2025, 2035), ¿será?


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Comercio México-China en 2020

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Hemos recientemente examinado en esta columna con detalle las tensiones en el comercio entre Estados Unidos y China desde 2017 y uno de sus principales resultados: México se ha convertido desde 2019 en el primer socio comercial de Estados Unidos, proceso que se ha consolidado durante 2020, particularmente ante el desplome del comercio entre Estados Unidos y China. En este contexto, ¿se ha modificado el comercio entre México y China recientemente y en 2020?

Un par de aspectos son significativos. Primero. Existen diferencias significativas en el registro de las estadísticas del comercio bilateral según las fuentes oficiales de China o de México, como se ha analizado con detalle en los últimos 15 años por parte del Centro de Estudios China-México de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México: para 2019 las fuentes mexicanas registraron exportaciones e importaciones con China por 6,854 y 83,052 millones de dólares, mientras que fueron de 14,337 y 45,875 millones de dólares por parte de las fuentes chinas (o casi un 110% de diferencia en el caso de las exportaciones mexicanas a China). Segundo, históricamente, el déficit comercial de México con su segundo socio comercial desde 2003 se ha incrementado en forma significativa en los últimos años y ha sido el mayor de México, representando casi 76,000 millones de dólares en 2019 (o una relación de 12:1 en su relación de exportaciones-importaciones). Tercero, China se ha convertido recientemente en el cuarto destino de las exportaciones mexicanas en 2019 (con apenas un 1.45% del total) y después de Estados Unidos, Canadá y Alemania); la participación de las importaciones chinas ha sido mucho más significativa y representó el 17.77% de las importaciones totales en 2019. Cuarto, la información del Cechimex refleja que las importaciones mexicanas provenientes de China se concentraron en 2019 en electrónica y autopartes, con un 61% del total; las exportaciones mexicanas, por el contrario, se concentraron en petróleo y diversos minerales (43% del total), así como autopartes y productos electrónicos (28%). Por último, y no obstante las masivas importaciones y el déficit comercial, históricamente más del 91% de las importaciones chinas fueron de bienes intermedios y de capital, es decir, insumos y capital relevante para el aparato productivo y su manufactura, ya sea para su consumo interno o para las exportaciones.

Mexico y relaciones entre EU y China
Imagen: Expansión.

En este contexto, el INEGI presenta la información comercial por países, por el momento hasta agosto de 2020. Los resultados son significativos desde múltiples perspectivas. En primer lugar, el comercio exterior de México en 2020 (siempre acumulado hasta agosto y en comparación con agosto de 2019) –y también como resultado de la pandemia del Covid-19– ha caído abruptamente, con un -18.7% para el total y del -18.9% y -13.7% para Estados Unidos y China, respectivamente. Desde una perspectiva mexicana los principales cambios hasta agosto de 2020 se presentaron en el crecimiento de sus exportaciones (8.1%, y sobresaliente ante masivas caídas entre sus principales destinos) y las caídas de las importaciones de Estados Unidos con un -24.3% y China con -15.5%. Como resultado de estas tendencias las participaciones de Estados Unidos y China representaron su mínimo y máximo histórico en el comercio exterior de México hasta agosto de 2020, respectivamente, con un 62.89% y 10.21%.

El tema es de la mayor relevancia ya que incluso en 2020 China continua profundizando su presencia comercial en México, y a diferencia del desempeño del comercio entre Estados Unidos y China desde 2017. De confirmarse estas tendencias para 2020 y en el corto plazo, generarán con certeza, “suspicacias” y debates en Estados Unidos. Lo anterior considerando que en México, como estrategia general, desde 1994 –e incluyendo la actual administración– se ha priorizar la relación con Estados Unidos, apenas en 2020 con la firma del T-MEC y su capítulo 32.10 que excluye negociaciones de libre comercio con economías que no fueran de mercado, léase la República Popular China. Al menos tan importante será evaluar cómo las empresas mexicanas y particularmente las de la cadena autopartes-automotriz, sobrellevarán las reglas de origen (que aumentaron con respecto al TLCAN) ante el aumento de las importaciones (no-regionales) de China.

comercio, China, Mexico
Imagen: puertasautomaticasediciones.mx.

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Hemos insistido en esta columna sobre el dramático escalamiento de las tensiones desde 2018 entre Estados Unidos y China, siendo que la Administración Trump y varios de sus halcones –destacando Mike Pompeo y Peter Navarro– no sólo han logrado cuestionar prácticamente la totalidad de las relaciones bilaterales –hasta un posible punto de no retorno–, sino que también poner en jaque a todo un grupo de instituciones multilaterales (como la Organización Mundial del Comercio, la propia Organización Mundial de la Salud, y compromisos internacionales ambientales, entre otras).

Es importante señalar que en los últimos días –más allá del escalamiento en el ámbito financiero para que empresas chinas que no fueran auditadas según las normas y leyes estadounidenses no pudieran obtener financiamiento en Estados Unidos–, la potencial amenaza del Comité sobre Inversión Extranjera de EU (CFIUS) en afectar adquisiciones de Tencent en Estados Unidos, en un reporte del Tesoro de EU de diciembre de 2020 que impactará a bancos chinos y de Hong Kong vinculados con funcionarios sancionados de Hong Kong, así como probables medidas del Departamento de Defensa en contra de Semiconductor Manufacturing International Corp –uno de los fabricantes más importantes de semiconductores en China–, la Administración Trump pareciera adquirir una actitud “magnánima”: aceptó que las operaciones en Estados Unidos de TikTok (propiedad de ByteDance) fueran parcialmente adquiridas por Oracle (con el 12.5%) y Walmart (7.5%), es decir, ByteDance continuará concentrando el 80% de TikTok y sólo restringió a la aplicación WeChat para que no fuera bajada en Estados Unidos, ambos casos muy por debajo de las iniciales amenazas hace algunas semanas.

China y USA
Imagen: The Verge.

Al respecto, ¿es realista pensar que con una administración demócrata bajo el presidente Joe Biden, la relación entre las principales dos economías cambie cualitativamente? Existen diversos análisis recientes explícitos del propio Biden y varios asesores en Foreign Affairs y Foreign Policy, así como un detallado análisis del New York Times del 6 de septiembre de 2020, entre otros.

Por un lado, el candidato Biden se ha visto presionado por el propio Trump –y el 71% de los estadounidenses que cuenta con una opinión negativa sobre China– de ser al menos tan crítico como Trump con respecto a China, además de iniciativas lidereadas por el propio Partido Demócrata: hace apenas unos días el Senado estadounidense –con mayoría demócrata– anunció una iniciativa denominada America LEADS Act por 350,000 millones de dólares y con el objetivo de apoyar un grupo de cadenas globales de valor específicas (particularmente de la salud y nuevas tecnologías como la 5G y la Inteligencia Artificial), específicamente ante la competitividad china.

elecciones Estados Unidos
Ilustración: El Nuevo Mundo.

El candidato Biden conoce a China desde hace más de 40 años y se ha encontrado en múltiples ocasiones con el presidente Xi Jinping en los últimos años. Si bien históricamente Biden buscó activamente la integración entre ambos países, recientemente acusó a Jinping como un líder autoritario y un “matón” (thug), destacando que Estados Unidos debiera ser más duro ante China. ¿Una futura administración demócrata sería entonces una continuación de las políticas de Trump? Los diversos recientes escritos de Biden y sus colaboradores parecieran indicar un grupo de sensibles diferencias, más allá de la “competencia entre grandes potencias” en el largo plazo:

1. Una administración Biden buscaría enfatizar el fomento de la producción y competitividad estadounidense –como el America LEADS Act–, más allá de su relación con China.

2. Una diferencia significativa radicaría en la búsqueda de “socios” y alianzas internacionales –en la Unión Europea, Asia, América Latina, etc.– en su política hacia Asia y China; aunque por el momento Biden no se ha comprometido a participar en el CPTPP (Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico) o el TPP (Tratado de Asociación Transpacífico), originalmente concebido bajo la vicepresidencia de Biden.

3. En múltiples ocasiones en las últimas décadas, Biden ha destacado el tema de los derechos humanos y laborales en China como un aspecto crucial en la relación bilateral y respectivas sanciones en caso de no cumplir con las exigencias estadounidenses. El tema pudiera convertirse en un nuevo frente crucial entre ambas potencias.

4. Pareciera que Biden también pudiera buscar la cooperación con China –y en paralelo a las diversas tensiones arriba señaladas– en ámbitos internacionales como el medio ambiente, la salud y crisis nacionales o regionales específicas, además del apoyo al sistema de las Naciones Unidas.

Joe Biden y Donald Trump
Imagen: Courier Newsroom.

Todo lo anterior avizora que la relación EU-China –con Trump o con Biden– continuará siendo profundamente tensa como resultado de su efectiva competencia por el liderazgo tecnológico, productivo y financiero. Las diferencias fundamentales parecieran radicar en el estilo de la relación y políticas específicas, y con la expectativa de permitir un escenario internacional de mayor certidumbre ante la búsqueda de nuevas alianzas (en contra de China); habrá que conocer si China estuviera interesada en opciones de cooperación bilateral ante una estrategia estadounidense tan adversa en el corto, mediano y largo plazo.

Terceros países –explícitamente México– debieran estar generando escenarios y políticas explícitas ante los posibles resultados de las elecciones de noviembre.


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Como hemos insistido en diversas ocasiones, desde 2018 y particularmente en 2020, las tensiones entre Estados Unidos y China se han incrementado hasta un punto en la actualidad en el que incluso un presidente como Biden poco podrá hacer para “normalizar” las relaciones con China en 2021. Mucho se ha destacado el caso del comercio; menos, pero igual de importante son los aspectos de instituciones culturales, diplomáticas y medidas en el ámbito del control de las exportaciones, de productos tecnológicos y las amenazas hacia fondos de inversión que incluyeran a empresas chinas, así como la amenaza de que empresas chinas que no cumplieran con las normas de auditorías estadounidenses, no pudieran cotizar en Estados Unidos, entre varios otros.

El caso de Huawei es emblemático para comprender la profundidad de la ruptura entre ambos países y, al menos tan importante, las implicaciones para terceros países: Estados Unidos pudiera hoy en día tomar medidas semejantes en contra de cualquier otra empresa y país, con o sin tratados.

Huawei restricciones USA
Imagen: Pasion Movil.

Veamos el caso de Huawei, una de las empresas emblemáticas del desarrollo tecnológico chino y, por el momento, con inigualable capacidad de ofrecer en la actualidad el servicio de 5G (en términos de costos y calidad). Desde 2018 la Administración Trump exigió la extradición de Meng Wanzhou –hija del fundador de Huawei– a Canadá, el proceso sigue en pie todavía. En noviembre de 2019 Estados Unidos pareciera haber cambiado su postura hacia Huawei –probablemente también considerando los servicios que ofrecen sobre todo a las zonas rurales en Estados Unidos–, al ofrecer una Licencia General Temporal para realizar importaciones de componentes estadounidenses requeridos para los múltiples productos de Huawei. En el transcurso de 2020 –y conforme se acercan las elecciones estadounidenses en noviembre de 2020– la postura de la administración pareciera haberse endurecido significativamente de nuevo: su reiterada aparición en las las listas de empresas monitoreadas (entity list) y la exigencia de que estas empresas inicialmente sólo pudieran utilizar insumos y compontes estadounidenses, desde julio incluso que utilizaran software estadounidense, sólo pudiera sobrellevarse si reciben un permiso explícito para cualquier proveedor de Huawei.

Este lunes 17 de agosto el Departamento de Comercio de Estados Unidos escaló aún más el caso de Huawei: ningún proveedor de Huawei podrá ofrecer sus servicios, partes y componentes a Huawei si utiliza software y/o partes y componentes estadounidenses sin contar con el permito del propio Departamento de Comercio. Es decir, Huawei no podrá comprar prácticamente ningún componente o servicio internacional desde el 20 de agosto de 2020 –prácticamente todos incluyen algún componente of software estadounidense, incluyendo fabricantes de semiconductores como TSMC y SMIC– sin el permiso explícito del Departamento de Comercio de Estados Unidos.

conflicto China y Estados Unidos
Imagen: El Cronista.

El caso de TikTok –de la empresa ByteDance– no es de menor relevancia: en cuestión de días la Administración Trump decidió que TikTok también pudiera convertirse en una amenaza para la seguridad nacional estadounidenses, a menos de que fuera adquirida –particularmente sus actividades en Estados Unidos– por Microsoft.

No es difícil imaginarse que la contraparte china tomará respectivas medidas en contra de empresas estadounidenses que China considerara estratégicas.

Estas tendencias, sin lugar a dudas, dan pie a múltiples reflexiones. Me permito aquí sin embargo, llamar la atención sobre el “silencio” de toda una serie de funcionarios, consultores y académicos en México resultantes del período 1988-2019: cientos de directores generales, subsecretarios, secretarios, consultores y demás aduladores de irrefrenables procesos de apertura, libre comercio y liberalización a ultranza en el campo, la energía, manufactura y servicios, ni hablar del comercio exterior. En su primera generación –y bajo el liderazgo de Pedro Aspe Armella y en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM)– todavía contaban con ciertos argumentos académicos relevantes en su momento; las posteriores generaciones se convirtieron en parte del establishment político de las respectivas administraciones y con argumentos crecientemente trasnochados y dogmáticos, con poco conocimiento y actualización en las respectivas temáticas. Pero al fin lograron justificar y defender sus “huesos”: puestos bien pagados, asesorías para el sector público y privado, ahora aprobadas por sus asistentes, etc.

TLCAN Mexico replica China
Imagen: Reporte Índigo.

Llama la atención que este significativo grupo de personas en la actualidad –relevantes en medios, consultorías, incluso en ciertas universidades y hasta secretarías (30 años no pasan en vano)– no ha levantado la voz –desde la perspectiva del libre comercio, por ejemplo–, ni ante la exigencia de la Administración Trump de renegociar el TLCAN, ni ante el “nuevo comercio administrado” impuesto por Estados Unidos desde 2018 internacionalmente y particularmente vis a vis China, y mucho menos ante estas medidas unilaterales de Estados Unidos en contra de empresas específicas en 2020 (Huawei, TikTok, etc.). Las implicaciones de estas medidas unilaterales implicarán una profunda disrupción del comercio internacional, olvidémonos del libre comercio y otros argumentos esgrimidos desde finales de 1980.

Las discusiones de estos grupos –hasta el reciente proceso de reformas energéticas– parecieran distar de interés académico y hasta ideológico y concentrarse meramente en su interés monetario y hasta personal, como lo demuestran las recientes denuncias del “Sr. L.”, ¿será?


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Hace apenas algunos días, los principales organismos empresariales del calzado (CANAICAL y CICEG) publicaron un amplio estudio sobre las nuevas condiciones, retos y oportunidades para la cadena del calzado en México, considerando escenarios post-COVID-19. El análisis nos parece relevante desde múltiples perspectivas, sólo destacaremos tres.

En primer lugar, la cadena global de valor del calzado (CGC) en México es particularmente intensa en fuerza de trabajo, generando más de 230,000 empleos directos en sus diversos segmentos y particularmente en la propia fabricación de calzado y altamente concentrado en Guanajuato. En forma importante –y a diferencia de otras CGC como la de autopartes-automotriz, electrónica o aeronáutica– en la CGC las pequeñas y medianas empresas juegan un papel crítico: con base en la información pública existente el tamaño promedio de las empresas de fabricación de calzado en México fue de 17 personas ocupadas por unidad en 2014, es decir, pequeñas empresas. El tema es significativo para México ante la pandemia del COVID-19: según el último informe de gobierno de 2019, la población ocupada de las pequeñas y medianas empresas representaron 13.6 millones de población ocupada o el 29.6% del total, sin incluir al ámbito agropecuario.

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Fotografía: Medios.

Las diversas medidas tomadas en abril por el gobierno federal en México en contra de la pandemia, sin embargo, se orientan exclusivamente hacia las micro y muy grandes empresas: 25,000 pesos para las microempresas y por montos sin establecerse para las empresas que cotizan en México e internacionalmente otorgados por la Secretaría de Economía y Banxico, respectivamente. Estas medidas, sin embargo, y como se analiza con detalle en el diagnóstico de la CICEG, no son relevantes para las pequeñas y medianas empresas: ni cotizan en México o internacionalmente, y 25,000 pesos son insuficientes para el pago de la fuerza de trabajo de una semana, en algunos casos incluso de un día. Es indispensable, desde esta perspectiva, que las medidas del gobierno federal integren explícitamente a este estrato de empresas sin incurrir necesariamente en una masiva socialización de las pérdidas, como se indica en el estudio.

Segundo. El análisis de la CICEG examina que más allá de las promesas del gobierno federal, es indispensable entrar en materia puntual: a finales de 2018 el actual gobierno federal aceptó la integración de México al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (CPTPP, por sus siglas en inglés) que, en términos prácticos, implica un acuerdo de libre comercio con sus otros 10 países, particularmente con Vietnam. La Secretaría de Economía y la Cámara de Senadores no han cumplido, por el momento, con su compromiso de monitorear y evaluar al CPTPP en caso de que las Cadenas Globales de Valor presenten “daños graves o amenaza de daño” desde entonces. Es indispensable, y particularmente ante la pandemia actual, que tanto la Cámara de Senadores como el Ejecutivo, puntualmente la SE, cumplan con su inmediatamente compromiso.

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Fotografía: Revolución 3.0.

Tercero. El análisis de la CICEG destaca importantes potenciales de la CGC para México en la actualidad, considerando también propuestas para 2019-2024. Destaca el enorme potencial de transferir plantas y empleos desde Guanajuato hacia el sur del país, así como la atracción de inversión extranjera directa, concretamente de Asia y de China, para sustituir importaciones asiáticas que se realizan en la actualidad. Sin embargo, por el momento, la propia Secretaría de Economía no ha logrado concretar proyectos de inversión de China en México: acaba de realizarse la reunión del Grupo de Alto Nivel de México y China –en breve nos enteraremos de los esfuerzos de la SE en materia de inteligencia comercial– sin referencia a la CGC. El Ejecutivo y el Legislativo en México –tanto en el ámbito del CPTPP y del TMEC– debieran comprender que la economía mexicana e incluso el sector exportador, es mucho más que la cadena autopartes-automotriz y la aeronáutica; por cierto, con menor incidencia en el empleo de México que otras cadenas como la del calzado e hilo-textil-confección.

Urgen medidas concretas para éste muy significativo segmento de las empresas mexicanas, así como no continuar con la abstracción –que a veces ignorancia– de las MiPyMEs: las diferencias entre las micro y grandes empresas, con las pequeñas y medianas, son considerables y, por el momento, no han recibido atención en el marco de la pandemia global durante 2020.


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