China

Abre México mercado de exportación de sorgo nacional a China

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Como resultado de los trabajos para diversificar las exportaciones agroalimentarias de productos mexicanos en mercados globales, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural de México (Sader) y la Dirección General de Aduanas de la República Popular China formalizaron el protocolo sanitario para la exportación de sorgo mexicano a la nación asiática, informó la dependencia federal a través de un comunicado.

Al presidir la firma del protocolo —que previamente fue rubricada por las autoridades de China—, el secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Villalobos Arámbula, subrayó que el trabajo coordinado con las autoridades sanitarias y diplomáticas de la nación asiática dio como resultado la firma de este protocolo.

Con la participación virtual de productores de sorgo y secretarios del ramo de Sinaloa y Tamaulipas, así como representantes de organismos empresariales, el funcionario federal indicó que con este acuerdo se fortalece la relación comercial entre ambas naciones y se avanza en el aprovechamiento del potencial agroalimentario de los dos países y en su crecimiento como economías exportadoras, que en el rubro agroalimentario se ha fortalecido en los últimos años.

El titular de la Sader destacó que esta relación comercial se encuentra en su mejor momento, derivado del prestigio y la confianza que tienen los alimentos mexicanos a nivel internacional, lo que ha permitido abrir el mercado chino a productos como carne de cerdo y bovino, tequila, frutillas, maíz blanco, tabaco en hoja, leche y sus derivados, así como aguacate de Michoacán, mora azul, uva, banano y, a partir de hoy, sorgo.

“En el periodo 2015 a 2019 el comercio agroalimentario y pesquero entre ambos países ha presentado una tasa media de crecimiento anual de alrededor de 18 por ciento, y las exportaciones de este sector se han incrementado considerablemente a China, al pasar de 174 millones de dólares, en 2015, a 667 millones, en 2019”, expuso.

Agregó que, en diciembre de 2019, en las oficinas centrales de Agricultura, el viceministro de la Administración General de Aduanas de China, Hu Wei, firmó el Protocolo para la Exportación de Moras de México a China en la Modalidad Tierra-Mar.

“En materia de investigación y cooperación tecnológica se ha avanzado sustancialmente en temas de pesca y acuacultura, particularmente en la tecnología de captura, y se han realizado convenios en el desarrollo de la maricultura, como en la armonización de protocolos fito y zoosanitarios”.

La firma del protocolo de sorgo estaba prevista el pasado mes de marzo, lo cual no fue posible por la pandemia por COVID-19, “no obstante se logró acordar la suscripción mediante firmas cruzadas, por lo cual me permito transmitir al director general de la Administración General de Aduanas, Ni Yue Feng, nuestro agradecimiento por haber aceptado esta modalidad”, apuntó.

“Es interés del Gobierno de México continuar con esta estrecha relación entre ambos países, a fin de concretar a la brevedad las negociaciones para aguacate de Jalisco, limón, vísceras de cerdo y, por supuesto, avanzar en aquellos productos que son de interés para China, como parte de la estrategia en la apertura de nuevos mercados que respondan a la creciente demanda de alimentos en la región asiática”, subrayó.

El embajador de la República Popular de China en México, Zhu Qingqiao, indicó que la firma del protocolo es fruto de grandes esfuerzos de colaboración entre ambos países, en el marco de esta contingencia sanitaria, con un fortalecimiento en el contacto de los presidentes de México y China, enfocado a incrementar su relación en cooperación técnica y comercial.

Precisó que en el presente año el comercio bilateral de los dos países se ha mantenido estable y en la primera mitad de 2020 las exportaciones de México hacia China aumentaron 3.4 por ciento, el comercio agropecuario y pesquero bilateral creció dos por ciento y las inversiones directas alrededor del cinco por ciento.


La subsecretaria para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos en la Secretaría de Relaciones Exteriores, Martha Delgado Peralta, precisó que el Gobierno de México reconoce el apoyo de las autoridades de China, a través de su Embajada, para lograr estos acuerdos, que coadyuvan al desarrollo del sector y del país.

La proyección que se tiene para el primer año es exportar a China un volumen de entre 50 mil y 100 mil toneladas, en la que participarían alrededor de mil 500 productores, principalmente de Tamaulipas.

Este protocolo sanitario se sumará a los ya existentes con China para exportar otros productos mexicanos, tales como plátano, mora azul, carne y vísceras de bovino, cerdo y pollo.

En años recientes, el sorgo se ha posicionado favorablemente en los principales mercados internacionales, como China, Japón y la Unión Europea, por tratarse de un producto libre de organismos genéticamente modificados (OGMs). China representa el 70 por ciento de las importaciones mundiales de sorgo, por lo que el logro de acceder a ese mercado representa una importante oportunidad para los productores mexicanos.
De acuerdo con perspectivas agroalimentarias de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en 2020, México se sitúa como la 10ª potencia mundial en producción de granos y oleaginosas, ocupando la 7ª posición en la producción de maíz, 6ª en la producción de frijol y 5ª en la de sorgo.

Estados Unidos, Nigeria, Sudán, Etiopía, México e India representan el 62 por ciento de la producción mundial.

De acuerdo con el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), se estima que en 2020 la producción nacional de granos y oleaginosas sobrepase 39.2 millones de toneladas, de los cuales maíz, sorgo y frijol ocuparán el 85 por ciento de la superficie sembrada.

Se prevé que este año la superficie cosechada de sorgo alcanzará 1.3 millones de hectáreas y el rendimiento promedio de 3.5 toneladas por hectárea, lo que representa una mejora del cinco por ciento contra 2019, y que se traducirá en una mayor cosecha para alcanzar 4.5 millones de toneladas.

Las tensiones entre China y Estados Unidos y la oportunidad para México

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El 6 de agosto, con las instrucciones emitidas por Donald Trump para prohibir cualquier transacción con TikTok y WeChat, se confirmó que las tensiones entre Estados Unidos y China no sólo están lejos de aligerarse, sino que van en franca escalada. Si la medida sorprendió por lo arbitrario, lo que vendría después, con el bloqueo a Huawei para acceder a chips que son fundamentales para su producción y operación, no se queda atrás. México no debe permanecer indiferente ante este proceso, que será una de las claves de la geopolítica en las próximas décadas.

Hay que tener bien claro cuál es nuestra posición en el mapa de las relaciones internacionales que se perfila, con un antagonismo entre dos potencias con modelos políticos muy diferentes. Sobre este escenario es preciso delimitar, con perspectiva estratégica, el análisis de oportunidades y amenazas, fortalezas y debilidades. Más aún porque, a estas alturas, es claro que nuestro país tiene una oportunidad irrepetible en esta historia: podemos atraer un volumen muy importante de inversiones a partir de las operaciones de manufactura que muy probablemente tendrán que dejar China, así como ser puente entre ese país y Estados Unidos para el intercambio comercial y sobre todo en términos de cadenas productivas.

En esta trama no sólo existe una gran proyección en tanto plataforma manufacturera y logística de exportaciones a Estados Unidos de empresas de diversos países, incluyendo chinas, sino desde el bloque T-MEC hacia China. Contamos con ventajas competitivas muy relevantes para ese propósito, incluyendo el T-MEC, pero también adolecemos de vulnerabilidades en las que hay que trabajar para estar en condiciones de realmente recibir esas inversiones.

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Ilustración: Daniel Razo.

Lo que es un hecho es que la oportunidad está ahí. Simplemente pensemos en el contexto detrás de los recientes comentarios del Presidente de la taiwanesa Foxconn, proveedora fundamental de Apple, en el sentido de que, aunque China seguirá desempeñando un papel clave en su producción, los “días como fábrica del mundo se han terminado”. No sólo están considerando alternativas para la cadena de suministro inclusive del producto estrella, el iPhone, sino en sistemas productivos regionales con cierta autonomía, lo mismo en India y el sudeste asiático que en nuestro continente.

Claves del conflicto

El antagonismo de las dos potencias se ha agudizado de manera progresiva desde la campaña presidencial de Trump, quien acusaba ya entonces a los chinos de prácticas como dumping, manipulación cambiaria, barreras no arancelarias, así como piratería y robo de propiedad intelectual.

Como recordaremos, apenas llegó a la Casa Blanca, decretó una serie de aranceles a productos de China, que en su oportunidad tomó represalias. Aunque se acordó una tregua, la mayoría de las medidas está en pie y, por el contrario, la tensión se ha extendido a otras áreas, incluyendo la diplomática, con el cierre de consulados, desencuentros sobre la situación política en Hong Kong y diferendos críticos en materia de defensa, como las operaciones en el Mar de China Meridional de ambos países.

La competencia tecnológica, cada vez más abierta y agresiva, en la que se inscribe el boicot a TikTok y el acoso a Huawei, es probablemente el signo más claro de que esta tensión bipolar seguirá en ascenso. Ocurre que China ya no es sólo “fábrica del mundo”, que accedió a ese estatus con su fuerza demográfica, incentivos a la inversión de gran impacto, como lo fueron sus Zonas Económicas Especiales, y un costo laboral inicialmente muy competitivo. Ahora también es un sólido competidor en algunas tecnologías que marcarán el futuro en varios sectores.

La competitividad emergente en tecnologías de punta le da a China un perfil de influencia global que puede contraponerse a la hegemonía estadounidense. Se agrega a una política de mayor presencia en el mundo, simbolizada por la ambiciosa iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, lanzada por Xi Jinping en el 2013. Si el diferendo tecnológico con los estadounidenses y por el liderazgo en el desarrollo de la plataforma 5G se agudiza, inclusive podríamos ir hacia un escenario de dos ecosistemas digitales separados, contrario a la tónica de integración previa.

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Ilustración: The Telegrpah.

Una nueva China

Hoy vemos dos modelos económicos diferentes con gran capacidad de influir a nivel global, con uno de ellos, el de China, en rápido ascenso para afianzar a ese país como gran potencia, con capacidad de competir con Estados Unidos y Occidente.

Puede configurarse un mundo bipolar en términos de potencia económica e incluso geopolítica, entre China y Estados Unidos. Sin embargo, no sería como en la época de la Guerra fría, pues hoy existen otros países o bloques con capacidades económicas o militares sobresalientes, en especial la Unión Europea, Rusia e India, si bien no con la preponderancia que pueden proyectar Estados Unidos y China.

El modelo chino de capitalismo de Estado se caracteriza por una mezcla pragmática de economía de mercado con la administración y planeación central del Partido Comunista. Para la conducción nacional e internacional se recarga en un sólido cuerpo técnico-burocrático, con la inspiración confuciana basada en la meritocracia, el control y la eficacia.

En cambio, el sistema estadounidense, con su conocida resiliencia sustentada en un sistema político y económico descentralizado y una sociedad más plural o democratizada, es más proclive a la entropía, pero también, y por ello mismo, a la innovación y a la flexibilidad. Sin embargo, es claro que es un país que hoy pasa por un momento difícil de polarización política y social, si bien puede superar tal circunstancia por esa misma capacidad de superar errores y escollos, aprovechar oportunidades y reinventarse.

El gobierno de Xi Jinping ha traído cambios importantes en la carrera china hacia el desarrollo económico, reforzando la autoridad del gobierno central o el Partido Comunista, la centralización y la relación entre las empresas privadas y el Estado. Hoy, cuando se piensa en competir o en alianzas con una compañía china importante, debe considerarse que, en cada vez más casos, se compite o se trabaja contra o con el gobierno chino, decidido a marcar el paso de su economía.

Los analistas consideran que el gobierno de Xi ha acotado el proceso liberalizador para inclinarse en un enfoque de planeación centralizada de la economía. Si bien éste se lleva a cabo, en gran parte, a través de las empresas y los mercados, la tendencia se ha reforzado debido a las crecientes tensiones con Estados Unidos y el éxito en el control del brote del Covid-19, lo que ha fortalecido la confianza en su sistema de gobierno.

Xi China
Ilustración: Jonathan Bartlett.

Como sea, las empresas extranjeras con operaciones en China o que buscan participar en su mercado encuentran ahora más barreras y prácticas anticompetitivas, como subsidios y reglas preferenciales, mientras que muchos chinos agradecen que con un gobierno más fuerte e intervencionista, como el de Xi, hay mayor orden en el crecimiento de su país, con más controles legales e institucionales.

Una cosa es clara: China ha entrado a una nueva etapa de desarrollo. Ya no sólo la de atraer inversiones y el énfasis en el ahorro e inversión intensiva en infraestructura: todo lo que la llevó a convertirse en el exportador número uno.

¿Y México?

La misma dinámica del comercio exterior de Estados Unidos hoy marca los efectos de estas tendencias y la oportunidad que se abre para México. A partir de este año, nuestro país se convirtió en el principal socio comercial de nuestros vecinos del norte, superando a China y a Canadá. No habíamos ocupado ese primer lugar, que tuvieron por décadas los canadienses, hasta que fueron relevados por los chinos en 2015. A nosotros ya nos habían desplazado del segundo lugar dese 2006.

Hoy se presenta una encrucijada que no deberíamos desaprovechar, y en este sentido, vale mucho la pena atender al reporte que acaba de sacar al respecto, el 3 de agosto, el influyente Instituto Peterson de Economía Internacional. No podemos ser indiferentes, desde el título: “Vietnam y México podrían convertirse en jugadores mayores en las cadenas de suministro globales”. Los llaman las “próximas estrellas en ascenso”.

De acuerdo con el reporte, la guerra comercial y la pandemia han sacudido a las multinacionales que exportan desde China. Señalan que empresas como Omnidex, GoPro, Apple, Microsoft y Google estudian planes para trasladar la producción de insumos y componentes de sus cadenas de suministro globales de China a, principalmente, Vietnam y/o México, aprovechando sus bajos costos laborales y su proximidad a los mercados chino y estadounidense, respectivamente.

En 2019, Omnidex (bombas industriales) llevó parte de sus líneas en China a Vietnam, mientras que GoPro (cámaras de imagen) hizo lo mismo, pero a Guadalajara. Esta planta jalisciense se encargaría de la proveeduría al mercado estadounidense y lo que deja en China se ocuparía del resto del mundo.

La pregunta que hacen los analistas es si estos ejemplos conducirán a una tendencia a largo plazo más amplia y profunda: una pregunta abierta que dependerá de la eficacia con que ambos países aborden la oportunidad.

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Ilustración: Dario Castillejos.

Sobre México, destacan una serie de factores que hay que tomar en cuenta para apuntalar una estrategia competitiva. De entrada, hacen hincapié en la contención de la pandemia y en que ésta puede empeorar la situación de inseguridad pública.

En esa tónica, llaman a adoptar políticas más favorables al comercio y la inversión. A la necesidad de inversiones nacionales en infraestructura y educación, para ampliar la reserva de mano de obra altamente calificada.

México ofrece gran flexibilidad para brindar servicios a las empresas y a consumidores en tres regiones clave: América del Norte, Asia y Europa. Supera a Vietnam en ello, pues el valor agregado extranjero en nuestras exportaciones proviene principalmente de Estados Unidos, China y Alemania. Ellos están más atados a su región.

En cuanto a los costos laborales, en el ramo de manufactura y por hora, para México es de 4.82 dólares y en Vietnam de 2.99 dólares (promedios), mientas que en China llegan a 6.50 dólares.

Destacan también las ventajas por acuerdos de libre comercio, en particular el T-MEC, el de la Unión Europea y la Alianza Transpacífica. Aquí también somos más competitivos que los vietnamitas: 0.1% en aranceles de importaciones desde países aliados, vs. 5% de ellos.

El dictamen del Instituto Peterson no debe minimizarse, ante el reto que del creciente proteccionismo en los principales mercados de exportación: Los dos países no tendrán más remedio que adoptar políticas favorables al comercio y la inversión, como simplificar los procesos de exportación e importación en la frontera y fortalecer la protección de los inversores, para contrarrestar las políticas de relocalización de las economías avanzadas.


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Posiciones encontradas: cooperación internacional o proteccionismo

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La pandemia no es una guerra, sin embargo, al 3 de agosto de 2020, a nivel global, las muertes acumuladas llegan a 691,738, con 18,193,291 casos confirmados, y lo más preocupantes es que en los últimos días el promedio de muertes diarias se estanca en aproximadamente 5,230 personas. Está claro que sus consecuencias y afectaciones médicas, sociales, económicas y psicológicas serán enormes y diferentes en cada país.

Por lo pronto, tenemos estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) de un decrecimiento global de 4.9% para el 2020, con un 95% de países disminuyendo su ingreso por persona y una recuperación que será lenta y dispareja.

Las estimaciones de la Organización Mundial de Comercio (OMC) son también bastante pesimistas, ya que prevén para este año una disminución global del comercio internacional, sin precedentes, de más del 18.5%.

Bajo este contexto uno se pregunta si una catástrofe de este tamaño no sería razón suficiente para que se reviva la cooperación internacional para recuperar la salud y el crecimiento económico, con posiciones de los principales líderes coordinadas para alcanzar de manera exitosa metas comunes.

Haciendo un símil con lo que pasó después de la Segunda Guerra Mundial, nuestra respuesta debería ser que, por el tamaño de la crisis y su afectación global, sería fundamental revivir la cooperación internacional, con el objetivo de recuperar la salud, el empleo y el comercio internacional.

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Ilustración: Lusmore Dauda.

Sin embargo, nos encontramos ante dos escenarios muy diferentes, por un lado, la propuesta de China bajo la iniciativa de la nueva ruta de la seda, conocida como BRI (Belt and Road Initiative), que si bien fue presentada por el presidente Xi Jinping desde 2013, ahora ha retomado mucha fuerza geopolítica hasta alcanzar el apoyo de más de 100 países y la participación de 68. Y, por otro lado, nos encontramos con el líder mundial, Estados Unidos, y otros países desarrollados buscando abandonar la globalización y regresar a temas de autosuficiencia y proteccionismo.

La propuesta del BRI se puede decir que es la fórmula que busca China para posicionarse como el futuro líder mundial. Este argumento lo soportan la creación de un número importante de instituciones para respaldar esta iniciativa, tales como el Banco Asiático de Infraestructura (AIIB), el Banco de Desarrollo de China, el Grupo Internacional de Shanghái, etc., así como una cantidad enorme de recursos destinados a apoyar y financiar este proyecto.

Como comentan Arturo Oropeza Casas y otros autores en su libro China. The Belt and Road Initiative. A Global Transformation, el gobierno chino ha indicado que todas las naciones son bienvenidas a la iniciativa, bajo un contexto de beneficios tanto para países en desarrollo como para los subdesarrollados. El BRI tiene como objetivo construir cinco rutas conectando seis corredores económicos, tanto marítimos como terrestres a través de tres continentes: Europa, Asia y África. El proyecto contempla la construcción de vías de ferrocarril, carreteras, puertos, aeropuertos, zonas libres de impuestos, etcétera.

El Economist menciona que el BRI tendrá múltiples retos que agrupan en tres categorías:

1. Estabilidad política de diferentes países,
2. Riesgos legales, principalmente en países con estado de derecho débil, y
3. Problemas financieros para pagar deudas adquiridas con las instituciones creadas bajo esta iniciativa.

Por otro lado, nos encontramos con algunos países que ven esta iniciativa con mucho recelo, entre ellos Japón, India, algunos países europeos y Estados Unidos, entre otros.

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Ilustración: Surysur.

El mejor ejemplo de este complicado tema son las declaraciones de Robert Lighthizer quien considera un tema de vulnerabilidad estratégica la dependencia de Estados Unidos con 2 trillones de dólares anuales de comercio de productos médicos, aproximadamente el 5% de su comercio internacional.

Es importante recordar que las tensiones comerciales y políticas entre China y Estados Unidos empezaron mucho antes del COVID-19. Con China tratando de ocupar los espacios de influencia que Estados Unidos ha dejado en los últimos años: la cancelación del TPP, la salida del Acuerdo de París, por tan sólo mencionar un par.  Por otro lado, vemos que desde que empezó la pandemia más de una docena de países ha impuesto tarifas y cuotas a materiales críticos.

Esta presión sobre los líderes políticos contrasta con la reacción de las naciones del G-20 después de la crisis del 2008 y 2009, que actuando de forma coordinada y de manera muy favorable restringieron el proteccionismo y favorecieron la globalización, dando como resultado un periodo de recuperación y crecimiento global importante y prolongado.

Leyendo un reporte de Stewart M. Patrick de junio 2020 en el WPR (World Politics Review), destaca que la historia nos sugiere que el desarrollo del multilateralismo dependerá de tres cosas: nuevas ideas, liderazgo político y un balance global favorable de poderes.

Creo que no está claro y ni estará, en el mediano plazo, cuál será el resultado final de esta iniciativa de China y la disputa por el poder geopolítico, pero sí debiera ser motivo de un análisis profundo para establecer cuál tendría que ser nuestra postura y estrategias de comercio en el corto, mediano y largo plazo, sobre todo bajo el contexto político actual de nuestro vecino del norte.


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¿Pandemia versus globalización?

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Más allá de los desafíos inmediatos de salud pública y para la economía, así como los relacionados con la “nueva normalidad” o “economía de bajo contacto” a corto y mediano plazos, el COVID-19 puede dejar como legado transformaciones estructurales de gran calado. Ése pareciera ser el caso del proceso de globalización, al tomar fuerza tendencias de freno o reversa que ya previamente mostraban impulso.

Se ha hablado mucho de la pandemia como botón de aceleración (fast forward), como si se adelantara el futuro. Eso ya ocurre, por ejemplo, con la incorporación acelerada a de las tecnologías de la información a todos los ámbitos de las actividades humanas. Sin embargo, las grandes crisis también pueden detonar o dar cauce a regresiones: a que se den pasos hacia atrás, como si se apretara el botón de regresar (Rewind).

Al menos desde hace cinco años eran notorias las inclinaciones nacionalistas y proteccionistas, y desde el 2018 con tensiones crecientes y abiertas entre potencias, sobre todo de Estados Unidos y China. Asimismo, ya eran frecuentes las muestras de menosprecio o abierto ataque a instituciones y organismos multilaterales y de gobernanza internacional, desde la Organización Mundial de Comercio hasta Naciones Unidas. Ahora estas actitudes se replican, como ocurre contra la Organización Mundial de la Salud, a partir de las amenazas de la administración Trump y la cancelación del pago de las cuotas de Estados Unidos.

En suma, la pandemia, que por su misma naturaleza demanda medidas de distanciamiento, se da en un mal momento para la globalización. Justamente en ese caldo de cultivo de movimientos populistas proclives al nacionalismo y al proteccionismo, en parte producto de contradicciones y problemas estructurales de la misma globalización.

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Ilustración: Zakeric.

Apenas empezaban asimilarse las consecuencias y las lecciones del crack financiero del 2008-2009 cuando nos explota una crisis aún más compleja.

En ese escenario, para un país como México, por su condición geopolítica y su exposición al mundo, es fundamental –crítico– tener una lectura completa al respecto, tanto de los retos y las amenazas como de las oportunidades. Hay mucho que perder si la visión y la respuesta son erradas, aunque también podríamos salir ganando, con la postura adecuada.

¿Adiós a la globalización?

Hoy hemos visto cómo China presiona para imponer un nuevo marco de seguridad en Hong Kong que pudiera violentar el tratado de 1984 que creó el estatus de “un país, dos sistemas”, el cual supuestamente debería extenderse hasta el 2047. Esto podría derivar en repercusiones geopolíticas y económicas de gran alcance, al estar de por medio un centro neurálgico tanto para el sistema financiero en Asia como, por la relevancia de su puerto, para el comercio global. En respuesta, Estados Unidos ha amenazado con retirar el trato especial a la ciudad. La cuestión es que esto es sólo una arista del antagonismo.

Durante la pandemia y previamente, la administración Trump lo mismo ha escalado la ofensiva contra Huawei, en una pugna cada vez más abierta por el liderazgo global en el desarrollo de las telecomunicaciones, que acusado a los chinos de una presunta responsabilidad para que el COVID-19 se propagara sin control. La competencia incluso de da en una carrera vertiginosa por el desarrollo de la primera vacuna contra el virus.

Simplemente consideremos la significación de que el Representante de Comercio Robert Lighthizer publicara en el New York Times un artículo con este título: “La era de la deslocalización de empleos de EE. UU. ha terminado” (11 de mayo). Ahí, precisamente se resalta que las crisis aceleran cambios y adelantan acciones por venir “después de derrotar esta enfermedad”: “devolver los empleos a Estados Unidos”.

Las potenciales implicaciones rebasan por mucho a las relaciones con China. Como señalamos, le atañen a México.

desempleo por pandemia
Ilustración: Otto Dettmer.

Hay que tener en cuenta que una alternancia en el gobierno estadounidense no implica necesariamente una situación distinta, pues la ofensiva no viene sólo de la Casa Blanca. Para muestra un botón: se ha reportado que legisladores tanto republicanos como demócratas trabajan en propuestas para presionar a las empresas para que saquen sus operaciones de proveeduría estratégica de China y las lleven a Estados Unidos, lo que incluiría estímulos fiscales, nuevas regulaciones e incluso subsidios, incluyendo un “fondo de reubicación” dotado inicialmente de 25 mil millones de dólares.

No son sólo propuestas y palabras. Ya hay acciones concretas en marcha, como una legislación con respaldo bipartidista para que el gobierno canalice miles de millones de dólares en estímulos a la industria de semiconductores con un propósito fundamental: llevar de vuelta a Estados Unidos operaciones de investigación y producción.

¿Más robots?

No sólo pesan los factores geopolíticos: éstos se refuerzan con nuevas capacidades industriales que dan viabilidad e inclusive rentabilidad a la relocalización productiva. En un artículo revelador publicado en el portal del Center for Economic and Policy Research, “COVID-19 could spur automation and reverse globalisationto some extent” (28 de abril), se da cuenta de cómo podría acelerarse la automatización y una reversa –“hasta cierto grado”– a la globalización.

Los autores, Deborah Winkler y Adnan Seric, de la Organización de Desarrollo Industrial de la ONU, exponen que, mucho antes de la epidemia, firmas globales han recurrido a elementos del concepto Industria 4.0 para mitigar riesgos de disrupción de sus cadenas de suministro, incrementar la resiliencia y mejorar los estándares de sus productos: lo mismo con el esquema de fábricas inteligentes que impresión 3D. Todo ello hace más factible el traer de vuelta a sus países sede partes de las líneas de producción con un costo-beneficio competitivo: pueden así estar más cerca de los principales mercados de consumo (China, Estados Unidos, Europa, Japón) y consolidar varios procesos regionalmente o en un sólo sitio.

“Hacer frente a esta pandemia podría acelerar algunas de estas tendencias de los últimos años, incluida la adopción de tecnología y el uso de nuevos datos”, señalan los investigadores, que ponen ejemplos como la incorporación de robots para suplir a trabajadores en la industria del vestido en Bangladesh, como medio de adaptación para alzas en la nómina. La automatización y la relocalización, desde el punto de vista de estas multinacionales, pueden ayudar a reducir la dependencia en la cadena de abasto internacional, particularmente la de manufacturas de bajo costo de mano de obra.

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Ilustración: Tech Hive.

Reversa provisional, pero disruptiva

En medio de las noticias sobre los problemas inmediatos de la pandemia, la influyente revista británica The Economist, siempre abierta partidaria de la globalización, publicó hace unas semanas un artículo de lectura obligada para entender lo que viene: “Has covid-19 killed globalisation?” (14 de mayo).

En su visión, el sistema abierto de comercio, que ya estaba herido por el colapso financiero del 2008 y la guerra comercial chino-estadounidense, ahora recibe un tercer duro golpe en apenas una docena de años.

Como la publicación, muchos consideramos que la globalización es irreversible, lo mismo por razones históricas que tecnológicas que hacen prácticamente inevitable el acercamiento y la integración humana. De hecho, coincidimos en que es necesario y urgente que se resuelvan dilemas estructurales para que ese proceso se profundice.

Varios de los grandes desafíos de la humanidad sólo podrán ser superados con más y no menos globalización: por ejemplo, el cambio climático, las distorsiones económicas que reproducen las desigualdades y las crisis migratorias, así como las propias pandemias, que si bien requieren políticas efectivas en cada país, también necesitan cooperación y coordinación internacional efectiva.

Sin embargo, son claros los síntomas de esta reversa que, aunque provisional, no dejará de tener efectos altamente disruptivos:

El número de pasajeros en Heathrow disminuyó en un 97% interanual.
Las exportaciones de automóviles mexicanos cayeron un 90% en abril.
El 21% de los viajes transpacíficos de contenedores en mayo ha sido cancelada.
Se estima que el comercio mundial de bienes puede reducirse entre 10 y 30 por ciento este año.
En sólo los primeros 10 días de mayo, las exportaciones de Corea del Sur cayeron un 46% interanual, la peor disminución desde 1967.
Alrededor del 90% de las personas vive en países con fronteras en gran medida cerradas. Muchos gobiernos se abrirán solo a países con protocolos de salud similares.

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Ilustración: Bill Bragg.

Tendencias previsibles

De acuerdo con The Economist, a medida que se reabran las economías, la actividad podría recuperarse, pero no esperemos un rápido regreso a un mundo sin restricciones de movimiento y libre comercio.Lo más probable es que la pandemia “politizará” los viajes y a la migración, aún más de lo que estaban. En Estados Unidos, Trump quiere reducir aún más la inmigración, aduciendo que los empleos deben ir a los estadounidenses. Otros países le seguirán, con un sesgo hacia la autosuficiencia.

Naciones tan cercanas como Francia y Gran Bretaña han tenido frecuentes fricciones por las reglas de cuarentena, en plena era Brexit. China ha amenazado a Australia con aranceles punitivos por exigir una investigación sobre los orígenes del virus. Estados Unidos y China siguen en pie de guerra sobre el comercio.
A pesar de algunos casos de cooperación durante la pandemia, como los préstamos de la Reserva Federal, Estados Unidos se ha mostrado reacio a actuar como líder mundial o súper potencia, como lo intentó tras la caída del bloque soviético.
Esta sacudida hacia adentro debilitará la recuperación, dejará a la economía vulnerable y propagará la inestabilidad geopolítica.
En todo el mundo, gran parte de la opinión pública se está alejando de la globalización. Y esto es sólo el comienzo.
El comercio sufrirá a medida que los países abandonen la idea de que las empresas y los bienes reciben el mismo trato sin importar su procedencia.
Los gobiernos y los bancos centrales están pidiendo a los contribuyentes que suscriban a las empresas nacionales a través de sus paquetes de estímulo, creando un incentivo enorme y continuo para favorecerlos.
Y el impulso para llevar las cadenas de suministro a casa en nombre de la resiliencia se está acelerando. The Economist pone el ejemplo de India: el llamado explícito de su Primer Ministro a “una nueva era de autosuficiencia económica”.
Otros más: el estímulo japonés COVID-19, que incluye subsidios para empresas que repatrían fábricas, mientras, del otro lado del mundo, los funcionarios de la Unión Europea hablan de “autonomía estratégica” y están creando un fondo para comprar participaciones en empresas.
El comercio digital prospera, pero su escala es modesta. Se estima que las ventas al exterior de Amazon, Apple, Facebook y Microsoft equivalen a sólo el 1.3% de las exportaciones mundiales.

La pregunta es: ¿dónde queda México? ¿Qué vamos a hacer? Voltear a otra parte no servirá de nada. Hay que pensar y actuar estratégicamente, en función de nuestras circunstancias. Con base en fortalezas como las que hemos construido en materia industrial y de nuestra red de tratados de libre comercio, incluyendo el TLCAN. Hay retos y amenazas, pero también oportunidades. Proponemos abordar este balance SWOT en el próximo comentario.

Algo es seguro: ensimismarnos en los problemas internos y la polarización política en nada ayudan. El mundo no va a detenerse ni nos esperará.


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La nueva ola de contagios en Pekin

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OMS confirma nueva ola de contagios de covid-19 en China

Lo tan temido ahora es una realidad. La nueva ola de contagios de covid-19 en China se confirma con al menos 100 casos dados a conocer por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El director general del organismo, Tedros Adhanom Ghebreyesus, confirmó la detección de más de un centenar de nuevos casos de coronavirus en Pekín, a través de una conferencia de prensa telemática ofrecida este lunes.

Ghebreyesus aseguró que “se está investigando el origen y el alcance del brote”, en un momento en que las autoridades sanitarias a nivel global temen una segunda oleada del virus.

Riesgo “muy alto” de propagación

Las sospechas sobre el origen de este nuevo brote se centran en el mercado de frutas y verduras más grande de la ciudad, llamado Xinfadi. Las autoridades locales están recorriendo distintas zonas residenciales aledañas para rastrear posibles contactos con personas que lo hayan visitado.

Un vecindario cercano al mercado elevó incluso su nivel de alerta sanitaria hasta el rango de ‘alto riesgo’, siendo hasta el momento el único barrio de todo el país con este nivel de emergencia. 

Paralelamente, varias provincias de China instaron a la población a no emprender viajes no esenciales a la capital.

Por su parte, la vice primera ministra china, Sun Chunlan, pidió examinar “estrictamente” el mercado Xinfadi, y destacó la necesidad de expandir la capacidad y el alcance de las pruebas de ácido nucleico para cubrir todas las áreas clave de la ciudad, después de advertir que el riesgo de propagación del virus tras este nuevo brote “es muy alto”.

Demandar a China

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A la memoria de Héctor Fix Fierro,
jurista imparable, persona impecable.

Cuando una persona hace uso de mecanismos, instrumentos, aparatos o substancias peligrosas por sí mismos, por la velocidad que desarrollen, por su naturaleza explosiva o inflamable, por la energía de la corriente eléctrica que conduzcan o por otras causas análogas, está obligada a responder del daño que cause, aunque no obre ilícitamente, a no ser que demuestre que ese daño se produjo por culpa o negligencia inexcusable de la víctima.
                                                                            Art. 1913, Código Civil Federal.

A unos nos han robado tiempo, a otros normalidad, a muchos más empleos y negocios, a los más agraviados vida y salud de los cercanos, a casi todos ingresos, y a la sociedad entera tranquilidad. Hemos perdido amigos, familia, relaciones entrañables, nos han dejado mentes notables, hemos dejado de tener muchas cosas. Algunos han perdido todo.

Y sin embargo, extrañamente, los abogados subimos los hombros un poco, y luego, los dejamos caer.

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Imagen: Foreign Policy

En el estado de perplejidad que la pandemia nos ha inoculado, no acertamos aún a mirar el bosque. En las inusitadas consecuencias jurídicas que la emergencia ha provocado, nos hemos orientado a resolver, por mediación o litigio, rompimientos de contratos, incumplimientos diversos, despidos laborales, delitos emergentes; en fin, una larga secuela de casos que reclaman tratamiento legal para encontrar resarcimiento o reacomodo.

En esta montaña de desconcierto, nadie está volteando a mirar a China, que es el responsable directo de las calamidades y que debe responder jurídicamente por los daños causados. Esto no es causa de la naturaleza, ni de la fuerza mayor de un terremoto irresistible. No es un act of God convertido en tsunami o en incendio.

Dejemos de lado la polémica sobre el origen del coronavirus causante del COVID-19. Supongamos que no tiene origen en la manipulación de un laboratorio, sino que es de origen natural. Aun así, existe una responsabilidad de dimensiones históricas, en haber hecho un manejo tan inadecuado de la información que surgió sobre los primeros casos. Ocultamiento, confabulación, negligencia y mentira son los adjetivos más suaves que se usan para calificar el comportamiento que las autoridades de la Provincia de Wuhan –y las del gobierno chino– asumieron respecto del surgimiento de la incipiente epidemia. En ese proceso, muchos señalamientos apuntan a la complicidad de la OMS, que ha hecho un manejo desaseado e inexplicable de la emergencia.

Preguntas tan simples como “¿por qué se impidió a ciudadanos de Wuhan viajar a las grandes ciudades chinas, pero no a otros países?”, llenan de incertidumbre y alimentan la sospecha.

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Ilustración: Marta Monteiro.

En un escenario de este tipo, llama la atención la baja respuesta que no sólo México, sino el mundo entero, ha dado a la pandemia desde lo jurídico. Salvo algunos amagos del presidente Trump, que pasan más por sanciones económicas de revancha, hay un claro bajo perfil en las demás naciones.

Lo sorprendente, es que existe una amplia variedad de tratados internacionales y leyes internas que compelen a los gobiernos a actuar en defensa de los intereses de sus ciudadanos. La gama de acciones va desde una simple solicitud de extrañamiento al gobierno responsable, hasta paneles internacionales en la OMC (Organización Mundial del Comercio) para demandar resarcimientos de daños.

Estamos prestos a reclamar a España por la conquista, acaecida hace más de cinco siglos, pero no acertamos a preguntarle a China sobre su responsabilidad en estos eventos, que están comprometiendo la viabilidad de nuestro sistema de salud, colapsando nuestra economía y sacando de cauce la vida de miles de compatriotas.

¿No es tiempo de exigir explicaciones? ¿No es tiempo de preguntar? ¿Tendremos que promover amparos ante la omisión de nuestro gobierno de proteger a sus ciudadanos?


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China buscará resarcir el daño

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La vacuna china contra el covid-19 será un bien público mundial

El coronavirus inició en Wuhan, China, en diciembre de 2019, y nunca nadie imaginó que se convertiría en la pandemia que paralizó la actividad mundial en 2020 y ha causado la muerte de miles de personas.

Ahora, la vacuna es una búsqueda generalizada entre los campos de investigación científica y el riesgo de que la cura se convierta en un nuevo nicho de oportunidad para lucrar con la necesidad global, el gobierno de Pekín señaló que de encontrarse una vacuna china contra el covud-19, será un bien público mundial.

China hará que su vacuna contra el covid-19 sea un bien público mundial una vez que haya una disponible, afirmó el presidente Xi Jinping al organismo rector de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los comentarios de Xi surgen en medio de la creciente preocupación de que los países prioricen los intereses nacionales en la búsqueda de una vacuna contra el virus.

La OMS está impulsando una propuesta que tiene como objetivo garantizar un amplio acceso a los tratamientos y vacunas contra el covid-19, al tiempo que ofrece una recompensa adecuada a los creadores.

China también proporcionará 2 mil millones de dólares durante dos años para respaldar la lucha contra la pandemia, especialmente en los países en desarrollo, dijo Xi en un discurso ante la Asamblea Mundial de la Salud.

Al corte de este lunes, hay más de 4.7 millones de personas contagiadas por el nuevo coronavirus, y más de 315 muertes por covid-19.

La dura retórica de EU contra China

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El conflicto entre Estados Unidos y China pasó de la guerra comercial a un nivel más escalonado por la pandemia del coronavirus.

De cara a las elecciones presidenciales en las que Donald Trump busca la reelección, la retórica de Estados Unidos se intensifican contra China e incluyen acusaciones directas que responsabilizan al gigante asiático de la pandemia del coronavirus.

En el más reciente capítulo de esta guerra entre potencias, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, señaló que China pudo haber evitado las muertes de cientos de miles de personas que la epidemia del coronavirus covid-19 ha dejado en todo el mundo, si hubiera sido más transparente sobre el virus.

“China podría haberle ahorrado al mundo la caída en trastornos económicos. Ellos tuvieron la opción, pero en cambio, China encubrió el brote en Wuhan”, dijo Pompeo a periodistas.

“China aún se niega a compartir la información que necesitamos para mantener a la gente segura”.

Los señalamientos de Pompeo no fueron bien recibidas por el gobierno de China. El embajador chino en Estados Unidos, Cui Tiankai, pidió el martes a los políticos estadounidenses que pongan fin al juego de culpar a China y se centren en abordar la pandemia de COVID-19 que ya ha acabado con la vida de más de 70.000 estadounidenses.

“Culpar a China no pondrá fin a esta pandemia. Por el contrario, esa mentalidad corre el riesgo de provocar el desacoplamiento entre China y Estados Unidos y dañar nuestros esfuerzos para combatir la enfermedad, nuestra coordinación para reactivar la economía mundial, nuestra capacidad para conquistar otros desafíos y nuestras perspectivas de un futuro mejor. Estados Unidos no surgirá como un ganador en este escenario”, dijo Cui en un artículo de opinión publicado el martes por la noche por The Washington Post.

“Es hora de terminar con el juego de la culpa. Es hora de centrarse en la enfermedad y reconstruir la confianza entre nuestros dos países. Al igual que el presidente Abraham Lincoln invocó a ‘los mejores ángeles’ en su discurso de inauguración, espero que la sabiduría de las generaciones anteriores nos guíe para elegir el lado correcto de la historia y trabajar juntos por nuestro futuro compartido”, añadió.

Detrás de la mentalidad de “siempre culpar a China” hay “una especie de política sucia, defendida por algunas personas que cambian el centro de atención para obtener ganancias políticas”, señaló Cui.

“Según su manipulación, China tiene que estar equivocada”, independientemente de los hechos que muestran que China ha librado desde enero una dura batalla contra la enfermedad, no ha escatimado en costos para salvar vidas y ha conseguido progresos notables.

“No se puede negar que el primer caso conocido de COVID-19 fue reportado en Wuhan. Pero esto solo significa que Wuhan fue la primera víctima del virus. Pedirle una indemnización a una víctima es simplemente ridículo. Si eso tiene sentido, ¿quién compensará las muertes de la gripe H1N1 y el VIH/SIDA? ¿Quién pagará las enormes pérdidas causadas por la crisis financiera de 2008?”

Refutando las acusaciones infundadas de algunos políticos estadounidenses sobre la respuesta de China a la pandemia, el embajador dijo que China ha tomado medidas estrictas y ha realizado grandes sacrificios para mantener el virus bajo control, lo que no solo salvó vidas en casa, sino que también compró un tiempo precioso para el mundo.